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Legilimancia


Rosália Pereira
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―Oh... vaya, no, es mi culpa... ―sonrió un poco nerviosa, a su pesar― siento no haberlo notado.

 

No le sabía bien no haber reconocido a la bruja pelirroja. Mel no era como Richard, con memoria casi fotogénica ni tampoco como Ellie, siempre guardando aquella cantidad de información que quería a cabalidad. Más bien su memoria era como algo que iba y venía a su antojo, de vez en cuando dándole malas pasadas. Sin embargo, Mel tampoco era de darle muchas vueltas a ese tipo de situaciones, así que prefirió en su lugar escucharla, a propósito de por qué se encontraba allí. Al menos, eso había pensando, antes de que esa voz se colara en su mente.

 

Sus ojos se abrieron, grandes y sorprendidos, casi redondos. Bel, por otro lado, pareció tomárselo con calma. Mel no podía evitar sentirse como una niña pequeña a la que han cogido haciendo una travesura, así que prefirió seguir a Bel en lugar de quedarse allí afuera y pensar en qué podía contestar a la arcana. Al fin y al cabo, las había invitado a ambas y Mel también tenía curiosidad por conocer el interior.

 

Adentro, había un olor muy agradable, mezcla de plantas aromáticas y flores. Mel dio largas bocanadas a medida que se deslizaba en silencio detrás de Bel. La bruja le agradaba y había sido el motivo por el cual había terminado de sentirse definitivamente en familia en el castillo Evans McGonagall. Con una punzada de pena, pensó en su elfina, en cómo la extrañaba y en lo mezquina que debía de haber parecido al no reconocerla. Le dio entonces un apretón en el brazo para indicarle que le guardaba las espaldas y notó que no estaban solas con la arcana, también por el olor que desprendía el otro individuo, pues había un invitado previo. No era un olor precisamente agradable pero de lo que percibió en él, nada dijo.

 

<< Vampiro>> pensó simplemente.

 

Se había acostumbrado a ellos en su tiempo en Ottery y Londres pero todavía le causaban cierta impresión. No porque los detestara, como había hecho en el pasado, si no porque no entendía su proceder. Mientras tanto, Bel se había dirigido a Rosália diciendo algo muy parecido a lo que ella misma hubiera dicho, así que Mel se limitó a hacer una inclinación de cabeza a modo de saludo y seguir observando alrededor ¿de verdad Rosália podía entender a las plantas y preguntarles cosas? ¿Qué podría decirle la "mente" de un ser inamovible?

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El vampiro pronunció con lentitud y esmero el siguiente hechizo, el ambiente en la mente de la arcana cambió, un gran y solado horizonte apareció en la mente de la pelirroja, una isla poblada y un clima perfecto para pasear a orillas del mar era todo lo que Pereira observaba en aquella visión que su pupilo estaba recreando en su mente. Se permitió sentir la bisa chocar con su rostro mientras giraba y llevaba sus pasos por aquella amplia calle. Observó al Ragnarok de lejos, pero el no la veía a ella, parecía un sueño, un recuerdo que el vampiro estaba mostrando le a su maestra.

 

Un sonido retumbó en el lugar, un sonido ensordecedor envolvió al recuerdo, comenzando a aturdir a la mujer que se encontraba desconcertada observando todo, pero manteniendo esa calma que la caracterizaba. Las gotas de lluvia comenzaron a caer con calma pero pronto se convirtieron en una lluvia torrencial, empapando en su totalidad la anatomía de la bruja. Su largo cabello se adhería a su espalda y las flores que cubrían su cuerpo fueron cerrándose y escondiéndose bajo aquellas partes donde la lluvia no llegaba de forma tan violenta.

 

El sonido atronador desapareció pasado unos segundos y Rosália sintió la calma llegar a sus oídos. Un ruido de choque remplazó el silencio y al girarse la mujer se percató de la llegada de un barco antiguo, encallando en las aguas de ese archipiélago. Sus pasos fueron tomando rumbo de forma lenta al ver la cantidad de soldados asiáticos llegar a la orilla y dirigirse justo a donde ella estaba, pasando con pasos firmes por sus costados, ignorandole totalmente.

 

Entró por la puerta tumbada y desde ahí observó el interrogatorio impuesto a él, Hades no emitía palabra alguna y las facciones del comandante frente a su cuerpo eran de notorio disgusto. el aire tenso era totalmente palpable y Pereira se le revolvió el estomago al percatarse de la situación real, se lo llevaría.

 

De un momento a otro la ilusión finalizó y se encontró nuevamente en el invernadero, con el vampiro frente a ella. Inclinó su cabeza y comprendió, el vampiro intentó enseñarle una de las razones del porque de su carácter, de su comportamiento. Suspiró mientras percibía las otras dos mentes entrar al invernadero y dirigirse justo a donde ellos estaba. Cogió su vara y apagó la llama, el ambiente estaba inundado del fuerte olor a menta mezclándose con el agua de Rosas preparado con antelación. Respiró profundo y tapo el caldero, dejando reposar la poción hasta que fuera el momento indicado para almacenarla.

 

Escuchó las voces de las brujas y asintió con amabilidad hacía ellas, quienes con calma esperaban indicaciones por su pare - Buenas tardes, Melrose y Bel. Las estaba esperando, llegaron justo a tiempo - contestó, soltando con delicadeza la vara en la mesa a su costado - Comenzaremos ahora, pero antes tomen esas dos macetas a su espalda, necesito ayuda para plantarlas - pidió amablemente, señalando al par de arboles de jade con poco tiempo de haber florecido.

 

Se giró al Ragnarok y supo que estaba lo suficientemente listo para su primera misión - Te mandaré a una misión Hades, irás solo pero en todo momento me tendrás para ayudarte en tu mente - comenzó, aguardando a que el par de brujas se acercaran a ella con las macetas en mano - Te mandaré a una casa de acogida, donde un niño está pasando por una situación difícil. Tu tarea es cambiar los recuerdos que le atormentan. y crearle una visión externa que le de alegría. Debes cambiarle su pasado para que comience su presente - explicó Rosália, mirándole a los ojos - Para ello, te servirán dos hechizos. Transmemo para cambiar un recuerdo por otro y hinmandascam para crea una visión externa. Serás un psicólogo ante las cuidadoras del lugar - finalizó, abriéndole un portal al pelinegro que lo llevaría al callejón cercano del hogar de acogida.

 

Se giró a las brujas y sonrió con suavidad - Síganme, empezaremos por plantar las suculentas - ordenó con suavidad, dirigiéndose a donde las diferentes especies de suculentas y cactus aguardaban por los cuidados de Rosália - Antes de empezar necesitamos que se relajen, que se olviden del mundo fuera de este invernadero solo por lo que dure la clase, lleven su mente a un lugar seguro y calmado - indicó, arrodillándose con suavidad sobre la tierra, mientras con sus manos abría dos hoyos de tamaño suficiente y esperaba a que ellas se arrodillaran una de cada lado.

 

Esperó unos segundos y husmeó en la conciencia de ambas, sintiendo la calma llegar a ella - Empezaremos por saber que quieren estos retoños, algo sencillo. Si les es más fácil pueden acariciar sus hojas o introducir un dedo en la tierra, pero concéntrense. Las plantas son lo más fácil de leer, en ellas podrán encontrar las respuestas que a simple vista no logran ver. ¿Necesitan agua? ¿Tierra abonada? - inició, para estirarse y tomar el regadero vacío a un costado - Iré por agua en lo que ustedes entienden a estas plantas - avisó, parándose para caminar al grifo más cercano.

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Mel fue detrás de Bel y asintió apenas oyó las palabras de la arcana. Tomó las macetas volviéndose y cargándolas sin esfuerzo (tampoco eran muy grandes pues las plantas en ellas no lo eran) y le pasó una maceta a Bel mientras la arcana se dirigía a otro pupilo con el que se había encontrado hasta entonces. Mel se sintió un poco intimidada al oír del encargo, pues no lucía como una tarea sencilla, a pesar de lo cual suponía que debía estar vinculada a las cosas que debía haberle enseñado hasta ese momento. Lo observó partir preguntándose dónde era que lo había visto antes y observando a su pequeña planta desde todos los ángulos posibles.

 

Mel pensó en su clase de oclumancia cuando la orden de relajarse llegó. Era un poco como vaciar su mente, la primera orden que Sauda les había dado. Mel había sido muy buena incluso desde antes que eso sucediera pero ahora lo era todavía más. Solía encontrarse relajada, así que no le fue difícil adoptar una postura laxa que le permitiera estar cómoda pero de todas formas sostener el macetero con el debido cuidado, firmemente sujeto.

 

Pensó en la niebla, que avanzaba por su consciencia, su mente, el laberinto blanco plagado de puertas y cerrojos y la gran puerta de su mente, cerrada. Podía percibir la presencia de Rosália de la misma forma que había percibido la de Aailyah: una niebla con voluntad que avanzaba intentando cubrir los recovecos de su mente. Solo que al parecer la intensión de la arcana no era descifrarlas, al menos no de momento, pues se mantuvo en un nivel superficial, como si solo buscara comprobar algo. Abstraída como se encontraba, fue una sorpresa para Mel escuchar la voz de Rosália una vez más.

 

Tenía experiencia con plantas, aunque su fuerte era más bien el trato con los seres vivos y móviles. Sin embargo, no dejó que eso la amilanara y dirigiéndole otro asentimiento a Bel mientras la arcana iba por agua, empezó a seguir las instrucciones que les habían dado. Observó a su planta por un buen rato, la olfateó, sintió con los dedos la tierra húmeda en la que se encontraba y percibió el grosor de las hojas para estar segura de si contenían la suficiente agua. Finalmente, se sentó sobre el suelo y empezó a concentrarse, intentando dar con aquello que les había pedido: los "pensamientos" (¿era correcto llamarlos así?) de aquel ser. Según Rosália, sería fácil verlos, aunque a ella le parecía que habría sido más fácil con un ser vivo que podía moverse.

 

De todas formas lo hizo y lo que encontró fue satisfactorio. Luego de un rato de quietud, Mel abrió los ojos y acercó la planta hasta donde los rayos del sol la alcanzaban. Hasta donde había podido notar por todas las señales: la consistencia de las hojas, la tierra húmeda y las propias frecuencias que había creído captar (y la clave en esa conclusión estaba en la palabra "creído") estaba casi segura de que lo que necesitaba y deseaba eran los rayos que ahora llovían sobre ella, el calor del sol para fortalecerse. Además había creído oír un nombre: "rosa verde".

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El cainita estaba orgulloso de su trabajo, al menos, cada intento, cada cosa que el solía decir la arcana le estaba saliendo cada vez mejor. Aun no podía cantar victoria, de eso estaba claro y sospechaba que cada cosa que le pusiera la mujer adelante seria más compleja, por lo que pondría todo su empeño en cumplir con las expectativas y ser dignos de vincularse con aquella habilidad y llevar el anillo.

 

Escucho a su maestra y dibujo una mueca. Su primera misión real, una prueba que no debía fallar según las instrucciones dadas por la mujer. Aquello en realidad era importante, no era un juego, las palabras de la Pereira resonaban en su cerebro una y otra vez… “Debes cambiarle su pasado, para que comience su presente”, todo el futuro de un niño inocente dependía de si él era capaz o no de cambiar todo.

 

-le aseguro que daré mi mayor esfuerzo en esta misión, no fallaré –dijo y unos segundos después cruzo el portal.

 

**************

 

Se encontraba parado frente a la puerta de aquella habitación. Su traje era negro, con camisa amarilla, corbata color mostaza con gemelos y pisa corbata de oro, había elegido aquel vestuario para parecer mucho más distinguido. No sabía ¿Cómo su maestra le había conseguido aquel trabajo? y tampoco le importó mucho averiguarlo, lo importante era lograr el cometido y ayudar a aquel niño, esperando que todo fuera para bien y no fuera para mal.

 

El vampiro cruzo la puerta de aquella casa de acogida y después de hablar con la Sra. Thompson quien era la encargada se dispuso a subir hasta la habitación del chico a quien debía ayudar.

 

El Ragnarok estaba conteniendo su ira, había logrado entrar en la mente de la mujer y observo los maltratos de los que estaba siendo sujeto aquel inocente niño, observo los regaños, el menosprecio, el Bullying, como esta muchas veces lo castigaba sin comer o definitivamente levantaba la mano contra el golpeándolo con alguna cosa. Lo que le pareció extraño al cainita era la facilidad con la que había entrado en la mente de la mujer, quizás era porque al intentarlo fue acumulándose la ira con cada imagen que veía. Quizás, la ira le iba a ayudar muchas veces en aquello, de todos modos, era un ser oscuro.

 

-<<Después me encargare de usted>> -pensó el hijo de la noche sabiendo que su maestra seguramente había escuchado aquel comentario mental, pero por el momento no podía hacer nada o no lo haría, debía mantenerse tranquilo y hacer lo que debía hacer. Se había prometido no hacerle daño corporal, si aquello funcionaba el daño que el haría a la mujer seria mental.

 

Toco el pomo de la puerta y dio 3 golpes esperando escuchar que el permitían el paso, pero no fue así. Aquello le extraño, según la mujer el niño estaba en la habitación. Golpeo nuevamente y esta vez el Ragnarok entro en el cuarto. Noto aquella pequeña cama, un gavetero y una ventana que daba a una calle poco transitada en aquel momento. Busco con la mirada y escucho el golpeteo de un pequeño corazón latir con intensidad y de manera rápida. Entendió lo que sucedía y cerró la puerta.

 

-No te preocupes, no soy ella –dijo en tono tranquilo y calmado- si quieres puedes salir, si deseas mantenerte escondido lo entenderé –dijo el vampiro sin inmutarse- aquí estaré de todos modos, no estoy apurado, tengo todo el tiempo necesario –comento de manera tranquila.

 

Escucho el rugir de la barriga del niño, él tenía hambre.

 

-No te importa si como algo verdad? –le pregunto a la nada- la verdad es que hace tiempo no como uno de estos y me lo he comprado mientras venia para acá, pensaba en compartirlo contigo, sabes?, las cosas que se comparten saben más rico –dijo el Ragnarok mientras destapaba una gran barra de chocolate- te daría un poco pero no sé si quieres o ni siquiera sé si estás aquí –comento en tono tranquilo dejando la mitad del chocolate en la cama.

 

Guardo silencio y espero. Poco a poco, con cautela, tal como si fuera un animalito indefenso se asomo una pequeña cabeza. El vampiro se hizo el tonto y observo a otro lado como si hubiera algo mucho más importante en la calle y no había visto al niño aun. Escucho la respiración del niño y como se movía rápidamente para agarrar el chocolate y volver a su escondite, sin embargo, el vampiro estaba preparado, sospechaba que después de todo el maltrato el niño (y con razón) no estaba dispuesto a confiar en nadie o en ningún otro adulto así que sin pensarlo dos veces saco la varita y apunto al pequeño.

 

-Transmemo –susurro.

 

Observo el cambio en los ojos del niño. Pudo entrar en su “alma” o más bien en su mente. El cainita dibujo una mueca. Era hora de cambiar el futuro del crio.

 

Poco a poco y lentamente ya que era la primera vez que usaba aquel hechizo y no quería dañar al pequeño fue moldeando la idea, comenzó a sustituir cada uno de aquellos recuerdos de maltratos, las imágenes que poco a poco fue colocando en la mente del niño eran palabras de aliento por parte de la mujer, aquello que tanto había sufrido fueron sustituidos con aplausos, cariño, pequeños regalos, algo que él no había conocido jamás en aquella casa de acogida.

 

Luego de aquello el cainita, una vez sabiendo que había cambiado esos recuerdos malos por unos nuevos que le causarán felicidad al niño o al menos paz y tranquilidad decidió utilizar el siguiente hechizo revelado por la Pereira.

 

-Hinmandascam –susurro el Ragnarok nuevamente.

 

El vampiro había pensado muy bien todo aquello, si bien, había buscado en la mente del niño alguna pista de lo que él deseaba ser cuando creciera el cainita deseaba hacerlo todo mucho mejor para él. Por lo que una vez que el encantamiento hizo efecto monto aquellas imágenes en los pensamientos del chico.

 

El niño se podía ver creciendo, ya no se veía allí en ese hogar de acogida, se veía con unos padres amorosos, un par de perros y un gato, la habitación ya no era aquella con las envejecidas cortinas sino una amplia con un gran escritorio, repisas para libros y una hermosa cama. El cainita luego de aquello coloco otra imagen, el ya no tan niño llegando a la universidad, con una hermosa chica tomados de la mano y cumpliendo sus sueños. Sonrió mientras colocaba otra imagen, ahora el niño se veía como un gran empresario o quizás era el ministro de magia, podía visualizarse como el jefe de un departamento importante, solo que el Ragnarok no le dio ninguna pista, dejaría que aquel niño escogiera su nueva realidad, ya que como él solía decir… “Si elegiste un camino, acepta las consecuencias de tus actos”.

 

Una vez que estuvo satisfecho con aquello se levanto, desordeno un poco el cabello del chico y se despidió dejándolo así con aquellas nuevas realidades, sin embargo, antes de desaparecer por la puerta de salida de la casa de acogida y esperando que su maestra no se molestara por aquello decidió hacer una última cosa.

 

Bajo las escaleras hasta que se encontró con aquella señora que solía maltratar al pequeño, le pidió una reunión en su oficina y esta “intentando” parecer normal y una buena anfitriona no puso objeción.

 

-<<Grave error>> -pensó el vampiro colocando su sonrisa más tentadora y provocativa.

 

El Ragnarok cerró la puerta y una vez frente a ella la observo a los ojos.

 

-Visionimes –susurro bajito como si fuera un murmullo. Movió la varita y entro en su mente. Coloco dentro de ella imágenes terribles y traumáticas, modifico un poco los recuerdos de la mujer hasta el punto de dejarle algunas cicatrices psicológicas si él hubiera deseado. Claro estaba, sabía que la Pereira odiaría aquella actitud del vampiro así la mujer se lo mereciera, por lo que a pesar de todo dejo uno que otro de aquellos recuerdos malos para que la mujer aprendiera la lección y luego gracias al Transmemo y al Hinmandascam cambio sus recuerdos y las imágenes que esta pudiera ver para que así cambiara la forma en que se estaba comportando y tratara mucho mejor a los niños que ella cuidaba.

 

-<<No todo es dinero en esta vida, ahora es hora de que les des amor y una mejor vida a ese niño y a los demás que viven aquí>> -pensó el Ragnarok dibujando una sonrisa.

 

Salió por la puerta, esperaba que la arcana no se molestará mucho con él por aquel trabajo extra, ya que, si deseaba cambiar la vida del niño, se había dado cuenta que también debía cambiar un poco la visa de los demás. Suspiro. Ahora había otra gran pregunta… ¿Cómo iba a regresar?, ¿debía esperar a que la arcana abriera un nuevo portal o él debería hacerlo? Supuso que la mujer estaría ocupada con las nuevas alumnas así que conjunto un fulgura nox cuando nadie lo veía y lo traspaso, rumbo, al hogar de la arcana.

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Recordaba haber pensado en las razones que la llevaron a buscar a Rosália. Recordaba también haber intentado ocultar detalles de sí misma, tan profundos y de los que evitaba hablar en público. No porque se tratase de vergüenza, sino porque, hablar de ello, significaba enfrentarlos; y tras los veinte años -y más- que venía ocultándolo, resultaba un tanto difícil darle una cara, un nombre y un propósito al "problema".

 

Todo había empezado con su madre, claro. Pero Aland no estaba allí para aclararle las dudas y responder a sus cuestionamientos. Posiblemente, Rosália tuviese menos idea que su propia madre, sin embargo, Candela esperaba que sirviese de guía para controlar ese "ser" del que no podía despegarse, hiciese lo que hiciese, aún cuando acabase con su vida.

 

¿Dónde estaba?

 

Era probable que se hubiese perdido en el invernadero, de no ser porque aquello era imposible. Candela terminó sumiéndose en una realidad que sólo tenía en su cabeza. Quizás la cantidad de imágenes que inundaban su mente y la empujaban a esa locura que trataba de esconder constantemente, habían ocasionado su falta de orientación. ¿Por qué? Porque, de haber estado en el invernadero de Rosalia, se hallaba nuevamente en la puerta de la casa de la Arcana.

 

¿Rosalia? —llamó, con la confusión dibujada en su pálido rostro.

 

¿Qué quería?

 

Una voz le regaló una pequeña risa y se esfumó tan rápido como llegó. La Triviani respiró hondo, se llevó ambas manos a la cabeza y se apretó las sienes con los antebrazos. Cerró los ojos e inspiró lentamente, necesitaba calmarse. Si no lo hacía, podría explotar el hogar de la Arcana y sería una desventaja para sí misma y su enseñanza.

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Pereira vigilaba muy de cerca a cada alumno, cada tarea encomendada fuera del invernadero era de suma importancia y acarreaba una gran responsabilidad para la bruja dentro de Mahoukotoro. Abrió el grifo y dejo caer el agua dentro de la regadera, mientras de reojo observaba las acciones de la Moody sobre el pequeño retoño que pedía la vitamina D que le provee la luz solar. Una suave sonrisa brotó de su rostro al percatarse de los pensamientos de la bruja, quien indagaba sobre el porque las plantas sentían y le hablaban a Rosália.

 

- Ellos también son seres vivos - comentó, lo suficientemente alto para que la mujer le escuchara, a diferencia de Bell que aún observaba con curiosidad el pequeño retoño en sus manos - Termina de preparar el hoyo para plantarla, por favor - pidió, percibiendo el enojo que comenzaba a crecer dentro de la mente del Ragnarok. Respiró profundo e intentó no interrumpirle, la facilidad con la que el hombre estaba logrando entrar en las mentes era una habilidad que poco a poco iría perfeccionando, pero estaba tomando de una forma sencilla la información, interiorizando cada palabra dicha por la pelirroja.

 

"No te encargarás de nada" soltó de forma severa dentro de los pensamientos del vampiro, quien ya estaba adentrándose en la habitación del crío, que estaba escondido y temeroso, pensando que la mujer había entrado a torturarlo nuevamente. Percibió los torrenciales pensamientos de la madre de sus dos alumnos que no habían logrado avanzar, negó suavemente y decidió calmar la tormenta de pensamientos de Candela.

 

"Respira profundo, inhala y exhala. Relaja tu cuerpo" habló suavemente, despejando ella misma la bruma de recuerdos que se apelmazaban en la cabeza de La Zingara. "Entra otra vez, estoy en el patio del invernadero" agregó, esperando que aquello ayudara a la bruja con su repentino ataque de pánico. Su mente fue nuevamente al Ragnarok, quien había aprovechado su despiste para hacerse cargo de lo que no debía.

 

El Haz de la Noche lo hizo materializarse frente a una arcana de rostro enojado y postura retadora. La bruja intentó buscar en sus ojos la razón de ignorar sus palabras y le habló - Eso aunque fue un buen acto, fue irresponsable. Sólo debías de cambiar los pensamientos de la mujer si querías, torturarla era innecesario. A veces, debemos de aguantar nuestra ira y no dejarnos llevar por ella, pudiste haber dañado más que su mente, pudiste haber dañado la tuya propia - acusó, cerrando el grifo de agua. Pasó por su lado y se acercó a la Moody - ​Con suavidad retira al retoño de la maceta y colócala en el hoyo, el agua ayudará a que la tierra hidrate las raíces y entren todas las proteínas en ella - agregó, mientras pensaba que hacer - Mientras haces eso, piensa ¿Por qué sería útil la Legeremancia en tu día a día? Ahora vuelvo y quiero escuchar la respuesta - se giró y con un movimiento de dedos le pidió a Hades que la siguiera.

 

Caminó hasta el pensadero, y tomó su vara de cristal en la mesa para dirigirse al Ragnarok - Estamos por terminar, y voy a ignorar tu acción anterior. No pretendo castigarte, ya te darás cuenta con el tiempo de lo que te digo. Debes enfocarte - agregó, tomando nuevamente cuatro pequeños frascos con su respectivo corcho tapándoles - Creo que esto te gustará - agregó, destapando uno y tendiéndole los otros tres al mago - Mi ultima enseñanza para ti, es esta. El Cogitatere te servirá para saca un pensamiento que puede ser guardado en un frasco de cristal. Puedes decidir si será un memorandum o el pensamiento original - explicó, llevando la varita a su sien.

 

- Cogitatere - pronunció, extrayendo un memorandum de la visión puesta por el pelinegro en su mente, dejando el hilo de vapor color verde esparcirse por las aguas del pensadero. Tomó con suavidad el frasco y lo hundió dentro, guardando el pensamiento para taparlo.

 

Lo dejó frente a los ojos del mago - Ya encontrarás como usar este hechizo. Quiero advertirte una ultima cosa, debes usar todo lo que te he facilitado con sumo cuidado, Hades. La Legeremancia es una habilidad muy poderosa y debes aprender a saber cuando utilizar ciertos aspectos de ella y cuando evitar dejarte llevar por tus sentimientos. Se que eres un gran mago y espero que entiendas lo que te digo - sentenció, mirando fijamente al hombres antes de proseguir - Tienes tres intentos para hacer perfectamente este hechizo, luego quiero que me contestes ¿Te sientes apto para presentar la prueba y vincularte con éxito a tu anillo de la habilidad? - interrogó, aguardando por sus acciones y vigilando de cerca a sus demás pupilas.

Editado por Rosália Pereira
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Bel Evans Ollivander

 

 

Sostuve la maceta en mis manos, sorprendida de la primera tarea que nos encomendaba, y que tan bien se me daba. El gusto por la jadinería, era entre todos, uno de los hábitos que en el mundo muggle y mágico, practicaba a menudo, y el más firme hábito que mi padre adoptivo había sembrado en mí. El vívido color del ejemplar que la arcana me había señalado recoger era la primera señal de lo bien cuidada que aquella planta había estado, y de que Rosália definitivamente conocía de las necesidades de todas aquellas silenciosas compañeras que la rodeaban en el invernadero.

 

Al volver hasta ella, sonreí al pensar que la sola tarea me llevaba ya un espacio seguro y de confort, de tiempos buenos y felices, en donde incluso el desastre de las guerras pasadas y presentes se sentía lejano y ajeno. Asentí ante la indicación de que tendríamos que leerlas y pensar en lo que querían. Mientras a mi lado, Melrose comenzaba a olfatearla y examinarla con los ojos muy abiertos, yo me quedé con el arbusto, frente al hoyo, todavía indecisa de plantarla simplemente, y tantié las raíces, tratando de indagar a través de ellas de que manera esa planta se había arraigado a la tierra.

 

Era verdad, las plantas podian parecer "inmóviles" pero hace mucho había podido comprobar que eso no significaba que no conversasen entre ellas, en un lenguaje propio que no era más que sus raíces, ocultas bajo tierra, expandiéndose en busca de alimento, pero también de cooperación mutua, con otras especies y seres vivos. Si lo pensaba un poco más, era de la misma forma que nuestros pensamientos podían extenderse a lo largo de nuestra mente. Un montón de neuronas en red, como raíces, haciendo sinapsis las unas con las otras, generando pensamientos, almacenando memorias, aprendizajes, siendo la fuente de nuestras emociones positivas y negativas.

 

Siendo muchas veces, "el anclaje al mundo". Lo que, en buena parte, nos hacía de una u otra manera.

 

Entonces, aun a punto de ser transplantada para empezar una nueva vida, aquel jade ha revelado ya, con su raiz y luego con sus hojas, el tipo de vida al que había estado acostumbrado, y aquello que necesitaba: Sol, tan igual como la colega que Melrose ya ha colocado de una forma que pueda aprovechar al máximo los rayos que se filtran en el invernadero, y una buena profundidad para que esas raíces volviesen a aferrarse a la tierra.

 

¿No estaba revelando yo a la arcana, de la misma manera, mi propio hilo de pensamiento? Porque me sentía identificada con esa planta, con la forma como permanecía lozana aun con el tiempo que cargaba encima, por cómo incluso a punto de ser transplantada, se mantenía deseosa de más vida, de la misma forma en que yo intentaba echar mis propias raíces de nuevo al mundo mágico, raíces que meses atrás fueron sacadas de cuajo al perder mi magia. Pensé entonces, que incluso si la arcana estaba intentando dilucidar en mi mente las razones por las cuales había venido hasta ella para adquirir la habilidad de la legilimancia, lo más simple y sincero que no tardaría en hallar, era que todo el proceso no era más que un inteto de probarme a mí misma, que todavía podía florecer, tras ese largo otoño e invierno que había sido mi estadía en el mundo muggle, viviendo como una squib.

 

¿Cuánto tiempo le habría llevado a Rosália perfeccionar su arte? Admiraba la manera etérea con la que ocupaba mi mente, de una manera nada violenta, y como si fuese capaz de fluir con el hilo de los pensamientos, convirtiéndola en un elemento más de mí, en lugar de sentirse como alguien ajeno.

 

Para que pueda desarrollarse fuerte y sana―comencé a decir, poniendo fin a mi observación para empezar con mucha energía y serenidad a preparar la tierra―necesitamos garantizarle nutrientes.

 

Las palabras habían salido más como un pensamiento en voz alta, y al instante, levantándome de mi lugar, cogí hojas secas y las mezclé con algunas cáscaras de las plantas que había usado Rosália para la poción que había trabajado con Ragnarok, triturándolas y luego mezclándola con la tierra húmeda. Solo cuando comprobé, cerrando los ojos y tomando la mezcla entre mis manos, que la textura era adecuada, comencé el proceso de sembrado.

 

Había escuchado la pregunta que la arcana le había hecho a Melrose, y suponía que era una que también debía responder. Mientras la veía hablando con Hades, y todavía afinando los últimos toques al transplante, me animé a charlar con Mel, que había terminado ya su labor.

 

¿Qué piensas responderle?― le pregunté con genuina curiosidad, vaceando un poco más de aserrín con el objetivo de asentar los contornos y reducir la humedad alrededor de mi jade― supongo que como con todo poder, cada uno decide si aprovecharlo para hacer el bien o para perjudicar a los otros― razóne que en ese "día a día" mencionado por la arcana, tenía que esconderse algo más que la literalidad de las palabras―¿crees que lo que Rosália quiere es que seamos conscientes de la magnitud y carga que esta habilidad supone?

 

Si era así, al menos de mi parte, había total certeza de que la ganancia superaba con creces, a aquel sacrificio.

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Sabía que lo pagaría caro una vez regresara. Había escuchado el tono molesto de la arcana en su mente. Quizás, estaba tentando a la suerte y la estaba sacando de quicio, cosa que en realidad no deseaba, sabía que la mujer era pacifica y dulce, amante de la naturaleza y él todo un torbellino de caos y desastre por todo lugar donde pasara. Suspiro aceptando la reprimenda y aquello le hizo recordar a su tía cuando le reñía por intentar saber más de lo que debía o por intentar cambiar el futuro que había visto, o simplemente por no poder aguantar aquel ímpetu de hacer alguna cosa cuando no debía.

 

Se entristeció un poco recordando a la mujer, de una u otra forma él sabía que ambos se extrañaban y que si no había vuelto, regresado o dado señales de vida era porque el momento indicado no había llegado aún.

 

-Lo siento maestra pero no pude aguantar la injusticia –dijo como excusa sabiendo que aun así eso no serviría de nada, debía ser mucho más responsable con sus actos- aprendí mi lección, hare mejor uso de mi habilidad de ahora en adelante.

 

La estudio con la mirada sabiendo que eso no bastaría. Una vez que le pidió que la siguiera camino junto a ella por el invernadero.

 

Repitió aquel hechizo mentalmente varias veces mientras la mujer se lo explicaba. No aparto la vista de ella cuando saco aquel hilillo de pensamiento de su mente y lo coloco en el pensadero para así guardarlo. Se mantuvo en silencio entendiendo así todo lo que la mujer le había dicho y enseñado. Tenía una última oportunidad de demostrar su valía y que era digno de aquello, sin embargo, cuando la arcana dijo aquellas últimas palabras flaqueo un poco su decisión. ¿Era capaz de afrontar aquella prueba?, ¿estaba seguro de estar lo suficientemente preparado para dar aquel paso? Se lo tendría que demostrar él mismo o preguntárselo así mismo una vez que realizara aquel último ejercicio.

 

Se acerco al pensadero, busco en su mente algún fragmento que quisiera guardar de su vida, uno que quizás lo hiciera sentir orgulloso y así demostrar que a pesar de todo, en algún momento de su vida, había sido “Bueno” o “Noble”, tal vez, un aspecto que no solía demostrar mucho por ser un ser oscuro con una reputación que mantener.

 

Miro a la mujer y asintió. Tomo su varita, su eterna amiga llena de sed de sangre y coloco aquella punta en su sien. Respiro profundamente aunque no necesitara el vital gas y cerro los ojos intentándose concentrar en aquello que estaba pro realizar.

 

-Cogitatere –pronuncio el Ragnarok. Un hilillo quizás más delgado de lo que se deseaba y de un color gris claro comenzó a ser extraído de su mente.

 

*****************

 

Primer intento…

 

La imagen mostraba a un Hades joven, montado en un barco ballenero, era el novato, el grumete, el niño, el que para los viejos balleneros aun no tenía ni la edad ni me había ganado con esfuerzo ser un adulto entre la tripulación. Había mucha tormenta, el frio y gélido viento estaba haciendo de las suyas en él y en cada uno de los tripulantes. Se sentía culpable y seguramente eso podría verlo la Pereira si observaba aquel recuerdo, estaba triste, y sobre todo preocupado, llevaba un enorme peso en sus hombros, por su culpa el cocinero, el viejo Johan casi había perdido una pierna mientras intentaban asegurar aquella ballena que llevaban a remolque al barco factoría. Era la ballena numero 200 y con ella el gran premio en dinero.

 

Los demás barcos aun no habían llegado a esa cantidad, lo sabían gracias a la poca comunicación radial que tenían gracias a la tormenta, por ello intentaban llegar a tiempo. Lo que no se esperaba era que aquel dinero que se suponía que debía repartirse entre todos los tripulantes se lo iban a dar para así enviarlo a Londres a estudiar. Se maldijo por aquella idea. Por si culpa, la única persona que lo trataba como un “adulto” o su “igual” podía perder la pierna.

 

-¿Por qué hemos aproado al viento? –le pregunto el viejo cocinero mientras se encontraba acostado intentando mantener la pierna inmóvil. Su voz sonaba perpleja.

 

-Hielo –fue lo único que logró decir.

 

Johan se encontraba medio atontado por el alcohol y el sufrimiento, pero se dio cuenta de su pesar y su abatimiento.

 

-¿Que sucede hombre? –pregunto con voz lenta intentando que las palabras salieran con suficiente fuerza para que lo escuchara.

 

-Nada –respondió sin más.

 

Lo miró con expresión clarividente. Luego cogió La Luz De Las Estrellas Del Oeste y le pregunto si deseaba seguir leyéndole.

 

-Claro –logro decirle dibujando una mueca de sonrisa que intentara borrar la culpa que sentía.

 

Encontró el punto y comenzó a leer mecánicamente. Al poco rato, como había supuesto el viejo la necesidad de concentrarse en la página impresa hizo disminuir la infelicidad del cainita.

 

 

*****************

 

El vampiro observo aquel hilillo aun dudando de si, colocándolo en el pensadero donde las imágenes se comenzaron a mover de manera incesante mientras introducía aquel primer frasco dentro del agua para así comenzar a recoger aquel antiguo recuerdo de cuando estaba “Vivo”.

 

La verdad es que el cainita no sabía como había logrado aquello, quizás era más diestro en la habilidad de lo que esperaba (cosa que dudaba), aun así no estaba seguro de haberlo hecho bien, el hilillo que había salido de su mente no era ni mucho menos parecido al de su maestra que era de un plateado casi como el mercurio y el de él había sido más bien gris.

 

No miro a la Arcana quien seguramente lo estaba vigilando de cerca. Se volvió a concentrar, esta vez intentaría con otro recuerdo de ese mismo viaje, uno donde había actuado sin pensar, demostrando que para locos e idi***s él estaba hecho.

 

-Cogitatere –repitió por segunda vez concentrándose aun más en lo que debía hacer. El hilillo esta vez era un poco más grueso y de un color mucho más parecido al que deseaba obtener, sin embargo, quizás aun no era suficiente. Comenzó a despegarlo de su sien y lo coloco en el pensadero donde observo aquella imagen

 

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Segundo Intento…

 

No había vuelta atrás, lo había decidido, no iba a permitir que el único amigo (o al menos eso pensaba el cainita), que tenía en el barco siguiera sufriendo por él. Tenía ya la mandarria en las manos, estaba pesada y el piso de la cubierta donde se encontraban los estrobos que ataban a la ballena al costado del barco estaba muy resbaladizo. La tripulación había sufrido 24 horas de infierno por el hijo de la noche, para llevar la ballena azul hasta aquel punto. ¿Qué pensarían si reducía a nada todos sus esfuerzos? Vaciló un poco. Al pensar que no era considerado parte de la tripulación vinieron al vampiro nuevas fuerzas, más cuando recordaba la cara de sufrimiento de Johan. Asestó el primer golpe con todas sus fuerzas sobre la boza de estribor. El pasador de hierro cayó por un imbornal. El estrobo se abrió y la ballena, sostenida por un solo estrobo de cadena, dio una sacudida de lado.

 

-¡Eh. Grumete! -Escuchó que me gritaron -¿Qué demonios crees que haces?

 

Descargó otro golpe. El segundo estrobo se abrió tan limpiamente como el primero. El barco, aligerado del peso del remolque, se enderezo y la ballena desapareció para siempre entre las olas grises del Antártico, llevándose así su infancia. El Ragnarok no sintió ni pena ni alegría, solo mucho cansancio. Como si su cuerpo y espíritu hubieran traspasado el límite de la resistencia; se dio perfectamente cuenta de que los balleneros lo rodeaban y le preguntaban ¿Por qué había hecho aquello? Y que las lágrimas de frustración por sentirse de aquella forma que había estado reteniendo por tanto tiempo, caían por sus mejillas. Solo sintió que alguien quitaba la mandarria de sus manos, notó como perdía el equilibrio, que caía, pero estaba tan fatigado que ni siquiera pensó en ello. Solo sintió que alguien lo sostenía medio segundo antes de hacer contacto con el piso del puente.

 

 

*****************

 

Sintió como una lagrima caía por su mejilla e intento quitársela antes de que alguien se diera cuenta. Aquel recuerdo había sido un recordatorio de muchas cosas en su vida, algo realmente significativo, quizás, era la primera vez que se había sacrificado por alguien más. Aun así sabiendo que la arcana seguía viéndolo había decidido mostrarle aquella otra parte esperando que ella no contara aquel aspecto de su vida. La mujer lo había prometido.

 

Movió la mano e introdujo aquel segundo frasco dentro del pensadero, aun así no estaba satisfecho, y ya que tenía un tercer intento, iba a mostrarle a la mujer la última parte de su verdad.

 

-Cogitatere –pronunció por una tercera vez esta vez seguro de sí mismo. Haber visto aquella imagen cuando se sacrificó por Johan le había dado las fuerzas suficientes para hacer lo que debía hacer. Esta vez el hilillo era del grosor y color exacto al que había sacado la arcana. Lo observo cuando este cayó en el pensadero. Sonrió satisfecho, quizás un poco cansado.

 

 

*****************

 

Tercer Intento…

 

La imagen lo mostraba esperando a las cuatro y media de la mañana con el ruido que hacían los balleneros al vestirse. Por lo que lograba escuchar el temporal, aquella tormenta que se había llevado sus sueños había aminorado y habían comenzado a navegar hacia el barco factoría. Había dormido más de 12 horas.

 

El frio era cruel, pero el viento era ya solo una brisa. Una espesa capa de escarcha cubría, la borda, como un manto de nieve. Se acercó a la cocina donde los marineros comenzaban a hacer su fila para recibir su te. El Ragnarok pasó por el camarote de Johan quien entre aspirinas disueltas con ron y la calma de la tormenta había dormido ya unas 14 horas seguidas sin problemas. Asintió orgulloso de sí mismo y de su decisión, aquello había sido lo mejor y dibujó una mueca de sonrisa. Volvió a las cocinas asegurándose que ya todos los que hacían fila se habían retirado ya. Observó como tomaban su jarro y lo llenaban de té, pero no hasta el borde, luego, con cuidado, vertieron en él una copita de ron. Dio las gracias. Se encaminó con el jarrillo hasta dónde estaban los demás tripulantes. Hizo tal como hacían los demás. Dio algunas patadas en la cubierta para quitar el hielo de las botas, sopló el vapor del jarro, el te estaba amargo pero aun así me lo bebió todo, y escuchó los mismos chistes, esos que se convertían en tradicionales en cada temporada ballenera. Se estaba levantando el sol. Era un hermoso paisaje. Allí lo comprendió. Todos aquellos amaneceres que no había visto seguramente habían sido igualmente hermosos…

 

 

*****************

 

Seguro de sí mismo el vampiro metió aquel tercer frasquito dentro de las aguas del pensadero para recoger aquel ultimo recuerdo, una vez que hizo aquello, el liquido poco a poco dejo de moverse para quedar completamente en paz. Esta vez sí levanto los ojos y miró a su maestra. Gracias a aquella practica y a aquel recuerdo el cainita sabía que estaba listo, que iba a afrontar la prueba.

 

-Me siento apto y estoy listo para afrontar la prueba de la habilidad maestra –dijo en tono tranquilo y seguro.

 

El cainita había firmado con aquella aceptación su destino, pasara lo que pasara, en aquel momento no iba a dar un paso atrás, iba a afrontar aquella prueba y haría lo imposible por aprobarla.

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Mel se puso manos a la obra enseguida, luego de un corto asentimiento. Bel ya había estado trabajando en ello desde antes, así que a Mel no le costó nada dar con las cosas que necesitaba, en parte gracias a Bel pero también gracias a su propia nariz. Detectar el humus y el aserrín, cuanto menos, fue debido a ello. Se quedó un buen rato trabajando en hacer el hoyo, mezclar la tierra de manera adecuada y conseguir la textura que deseaba, con esa tierra oscura y rica que retendría el agua pero que también permitiría que la planta obtuviera eso que necesitaba: proteínas. Al menos, eso le había parecido entender mientras trabajaba ahí afuera.

 

Rosália parecía estar haciéndose cargo de varias cosas a la vez luego de cerrar el grifo de agua -pues la había dejado sola en esa tarea antes de irse y después, al volver- pero Mel no pudo evitar recordar que le había encargado que pensara en el ser vivo que estaba manipulando. De alguna forma, era como el nuevo "asentamiento" de ese "ser" y por tanto, tenía que hacerlo poniendo mucha atención. Al inicio pensó en imitar a Bel en la tarea, dado que conocía de las habilidades de la bruja como excelente jardinera, pero cambió de opinión a medio camino. Después de todo, eso no garantizaba que terminaría haciendo lo que su rosa verde necesitaba. Se aseguró de humedecer la tierra apropiadamente, de que el agujero no fuese ni tan grande y ni tan pequeño y, finalmente, de que tuviese la suficiente carga de nutrientes al plantarlo y que el sol le llegara constantemente.

 

Las preguntas que Bel le hizo poco después influyeron también en el rumbo de sus pensamientos. Ella no se había cuestionado el asunto tan a profundidad o quizá era que su idea al respecto no era tan complicada o ambiciosa: sentía que si les habían encargado esas tareas era porque la legilimancia servía justamente para hacer cosas como esa y, así como aplicado a las plantas y la jardinería, podía ser aplicada también a todo ámbito dentro y fuera de la magia. Desde conocer el estado de un paciente enfermo, saber qué necesitaba una planta al ser trasplantada, transmitir calma a una persona nerviosa o aquietar a un niño asustado, siempre había formas distintas (algunas simples, otras enrevesadas) de ayudar a los demás, entendiendo la forma de pensar o tal vez más bien el proceder de los demás. Para ello, por supuesto, hacía falta un grado de habilidad que todavía no poseía pero veía ante ella un camino largo que estaba más que dispuesta a recorrer.

 

Intentó expresar todo eso a Bel pero las palabras, una vez salieron de su boca, en lugar de bonitas como le habían parecido en su cabeza -al menos así lo sintió ella- sonaron algo vagas y torpes.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Bel Evans Ollivander


No estaba tan segura de haber entendido, cien por ciento, lo que acababa de responderme Melrose, pero sonreí ante su idea de usar la legilimancia para "ayudar a los demás". De repente, me encontré ante aquella inocente razón, un tanto egoísta. No porque yo quisiese la habilidad para malos fines, pero sí porque estaba buscando probarme a mí misma con todo ese aprendizaje, viendo principalmente por mí, antes que por los demás.


No tengo idea de cuántas personas habrán pasado por las enseñanzas de Rosália antes, pero creo que deben ser pocas las que piensen como tú. Y creo que, en estos tiempos de guerra, lo que falta a grandes cantidades es precisamente entendimiento.


Estaban por cumplirse seis meses desde mi última visita al Londres muggle, y un poco más al mágico. En ese lapso de tiempo, un nuevo ministro había sido encumbrado a lo más alto, y una guerra con Bulgaria se había generado. La sociedad mágica europea, pero muy especialmente la inglesa, estaba lejos de vivir una época de paz. Y aun así, a pesar de todas esas crisis, yo no había decidido volver, ni siquiera por mis seres más queridos.


Y lo que estaba detrás de esa decisión era simplemente, el deseo de sanar. ¿De qué iba servir volver allí, completamente inútil como me había ido? Junto a Cath, amiga de aventuras y charlas interminables, habíamos recorrido en ese tiempo docenas de lugares, y aunque al comienzo el espíritu no había sido más que el de zafar, más tarde, había terminado topándome con otra clase de magias, en las cuales aparte de que la varita no era necesaria, la magia en sí misma no provenía de tu sangre, si no de los elementos a tu alrededor.


La magia venía del conocimiento, del entender a la perfección, de qué manera operaba el mundo, plantas, animales y todos los seres y a tu alrededor. Porque solo a partir de la comprensión de la lógica de su funcionamiento, podías servirte de esas mismas fuerzas de la naturaleza para generar magia que fuera útil a tus propósitos.


Y era todo ese aprendizaje el que estaba poniendo en juego en esos momentos, para adquirir la habilidad. Era prácticamente, lo único con lo que contaba, y si no funcionaba, definitivamente iba tener que decir adiós a mi pequeño deseo, de volver a pisar Ottery St Catchpole.


Este lugar rezuma vida, con todas las plantas al interior del invernadero, y afuera, de seguro que también has oído el canto de algunas aves escondidas entre la vegetación― acariciando las hojas de mi jade, seguí hablando, y aunque las palabras estaban dirigidas a Melrose, mi vista estaba puesta en la suculenta― debe ser difícil, sin embargo, permanecer aquí y no tener la posibilidad de dirigirte hacia donde tú quisieras ¿o no? Me pregunto si la arcana, aquí, enseñandónos a nosotras y otros tantos alumnos, no se sentirá de un modo parecido.


Todo lo que sabía de los arcanos era que provenían de los sitios más insospechados de la tierra, fuera de los espacios "comunes" de la magia. Eran personas de etnias diferentes, cuyo poder y habilidad extraordinaria los había llevado a ocupar esa posición, pero de alguna manera, con Suluk antes y ahora con Rosália, era visible el peso y la exigencia que eso les conllevaba. Alejados de los suyos, decididamente solitarios (como el tuerto Báleyr, a quien no conocía personalmente, pero de quien circulaban historias macabras sobre la forma como se había hecho de su poder), de alguna manera se me figuraban seres atormentados.


Está bien que tengas esa visión positiva Melrose. Nunca la pierdas― mascullé, desviando brevemente la mirada, casi segura que la arcana no tardaría en regresar con nosotras para escuchar la respuesta que tendríamos para ella― Creo que será el mejor paliativo cuando seas capaz de leer la mente de los otros, y encontrarte en la gran mayoría de ellas, mezquindad, deseos ruines y secretos infames.


"O incluso mi propia envidia por tu visión optimista y tu esperanza" completé en mi mente, con la incómoda comprobación de que el aprendizaje de la legilimancia iba implicar el ver hacia esos aspectos de mí misma que había intentado ocultar y negar por mucho tiempo.

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