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Legilimancia


Rosália Pereira
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Rosalía estaba atenta a mis respiraciones, me había dado cuenta y también a mis pensamientos. La frustración me recorrió cuando volví a escuchar los sonidos del invernadero de forma repentina, alejándome del pseudo estado mental en el que había logrado apenas sumergir los dedos de los pies, como quien está probando el agua de la piscina para decidir si es mejor entrar en un clavado o hacerlo lentamente, dejando que el agua la bañe. Respiré profundo y apenas fui consciente de que alguien más llegaba, porque mi mente estaba concentrada en la voz de la Arcana.

 

Lo siento, quería decirle, pero no lo hice. En cambio, comencé de nuevo con el proceso de relajación que tan bien me ayudaba con otras habilidades al comienzo de mis estudios. Inhalar por la nariz, exhalar por la boca. Hice varias repeticiones y poco a poco comencé a navegar los agitados mares de mis propios pensamientos. Hasta aquel momento no lo había notado, pero de hecho estar dentro de mi propia mente era como abordar un barco que prometía el paseo de tu vida y luego encontrarte que había una tormenta en pleamar.

 

<<¿Tan jo.dida estoy?>> pensé, mientras mi yo interior iba inhalando y exhalando, dejando que los aromas del invernadero, la humedad en el aire -dulzona y cítrica también- invadieran no sólo mis fosas nasales y mis pulmones, sino también cada rincón de mi ser. Podía sentir la lima en mi piel, las rosas acariciando mis brazos, los narcisos relajando mi cuerpo lentamente pero no tanto como para evitar que me concentrara lentamente, alejándome de las distracciones. El aleteo de las mariposas parecía intensificarse y el zumbido de las abejas que polinizaban las flores eran un arrullo. A pesar de los zapatos, pude sentir la tierra húmeda bajo mis pies y también, de nuevo, los seres que habitaban en ella y la nutrían.

 

La tempestad de mis pensamientos era crítica aún, pero en vez de intentar navegar las aguas turbulentas, hundí los pies descalzos en la arena fría de la costa, a distancia prudente de las oleadas que pintaban una y otra vez la orillas. El viento hizo revolotear mi cabello negro, sueldo del rodete en el que lo había atado. El horizonte iba aclarando poco a poco y aunque aún quedaban nubes de tormenta, ya no era una tan aterradora como momentos antes.

 

***

 

-¡Castalia!- el grito de una voz conocida a mi izquierda me hizo voltear a ver. De ese lado de la playa el viento era amable con el cabello castaño con reflejos dorados de la mujer que sostenía su sombrero y lo acomodaba para impedir que el sol le diera en los ojos. El sol. A dos pasos de donde estaba, la playa ya no parecía sombría sino que el sol calentaba la arena y la pisé, confundida al principio y un poco más confiada después, traspasando el velo que separaba el turbulento mar de mis miedos hacia el recuerdo de aquel día soleado de verano-. ¡Castalia, no te alejes tanto!- gritó la mujer con la sonrisa pintada en el rostro amable y una mano en la cintura.

 

La pequeña Castalia chapoteaba con el agua de mar hasta las rodillas e iba dando pacitos calculados y desafiantes más dentro del mar, algo que su madre había notado desde la orilla y por eso le llamaba la atención. Me acerqué más a mi madre y la miré. Yo tenía la misma forma de su rostro, redondeado en los pómulos y puntiagudo en la barbilla. La misma mirada fiera que detendría a cualquiera sin necesidad de emitir palabras, pero la sonrisa amable besada por las fresas.

 

-¡Castalia!- el grito fue de horror y no de advertencia y me giré para ver a la pequeña -a mi- ser revolcada por una ola que me arrastró mar adentro. Mi madre corrió y su sombrero se soltó de su coronilla. No le importó. Se metió en el agua y tomó a su pequeña de cuatro años por debajo de los hombros para arrastrarla hasta la orilla, de la que astutamente se había escapado. Pero mientras la pequeña tosía, mi madre no la regañó sino que la abrazó con fuerza y le dio un beso en la frente, mientras inspeccionaba que estuviera bien. Luego, rió-. Creo que no tendré que volver a decirte que no te internes sola, ¿verdad?- la pequeña se aferró a los brazos de su madre mientras su hermano mayor, Faolan, corría por la arena y también la abrazaba, como si hubiera estado viendo todo desde el pequeño espacio que habían armado para pasar el día soleado.

 

-Lo siento, mamá- se disculpó él y yo lo miré, intrigada-. Tendría que haberme metido con ella- se regañó a sí mismo.

 

Mi madre lo miró.

 

-Oh, no, pequeño... Tu hermana es mi responsabilidad, no la tuya.

 

-Pero papá dijo...

 

-Oh... Bueno, hay muchas formas de ser un buen hermano mayor... como ir a buscar una toalla, ¿qué opinas?- los labios hermosos de Darya esbozaron una sonrisa tranquilizadora a Faolan y otra a Castalia pequeña, mientras la tomaba en sus brazos y la llevaba de regreso.

 

***

 

Parpadee en la incipiente luz que se filtraba por los vidrios del invernadero y me di cuenta que tenía la vista nublada por mis propias lágrimas, que me apresuré a limpiar. Ni siquiera recordaba ese día en la playa.

 

<<¿Por qué vi eso?>> le pregunté a Rosália sin emitir sonido alguno. <<¿Estás jugando algún juego mental conmigo?>> quise saber, frunciendo el entrecejo.

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Ninguno de los Triviani omitió acción alguna. Por su parte Rosália intercaló la mirada entre ellos un par de veces. Había tenido incontables alumnos, pero la sensaciones que percibía de estos en particular, era diferente. Se levantó, y con una mano señaló a la regadera - Jeremy, ayuda a Zoella a regar los retoños e intentar escuchar el viento. Abran sus mentes, para poder adentrarse luego a la del otro - indicó, mientras una pequeña Hada llegaba para posarse en las hojas de su clavícula.

La arcana pasó suavemente el dedo por la cabeza de la pequeña criatura, y en su mente resonó un grito, con el nombre de su alumna. Giró su cabeza a Castalia, para adentrarse en sus pensamientos. Sintió la arena en sus pies, y el cálido viento de la playa, escuchó las olas del mar y ahí lo observó, una mujer corriendo para adentrarse al mar. Pereira caminó a pasos lentos, mientras escuchaba lo que la mujer le decía a la pequeña. Percibió una presencias más, un joven muchacho, que hablaba de proteger a su hermana pequeña.

Observó los ojos de la niña y lo supo, era Castalia. De un parpadeo todo desapareció y Rosália observó a su alumna, frente a los narciso hablar entre sus pensamientos "No fui yo" soltó sin más, acortando los metros que le separaban de la Macnair ​"Ha sido tu mente abriéndose a ti, mostrando recuerdos bloqueados por tu consciencia. Respira y observa fijamente a los narcisos. No pienses en más nada. Ya lograste la parte más difícil, abrir tu mente ante los demás. Te repito, puedes tú permitir que quien entre a tu mente vea sólo lo que tu quieras, o puedes hacerlos ver cosas que no existen"

La mujer nuevamente se arrodilló a un lado de Castalia, tomó suavemente su mano y la plantó en la tierra "¿Lo sientes?" susurró en su mente "Sientes a las raíces absorber el agua, sintetizar cada nutriente de la tierra abonada. Debes estar en paz contigo, con tu entorno para lograr abrir tu mente, abrir aquello que crees no saber, pero realmente conocer" agregó Pereira, cerrando sus ojos.

***

La pequeña niña chapoteaba con el agua de mar hasta las rodillas e iba dando pasitos calculados y desafiantes más dentro del mar, mientras su madre la tomaba de la mano ahora. El miedo se notaba en la expresión de la pequeña, muy parecida a su madre, un joven muchacho las observaba a unos metros, dentro del agua, con la mano tendida a su hermana que dudaba en tomarla

 

- Ven Castalia, te enseñaré a nadar - invitó el joven, llamando la atención de los grandes ojos de la niña. Soltó la mano de su madre, y se aventuró a acercarse a su hermano, que la sostuvo justo bajo sus brazos, protegiéndola como había dicho su padre.

 

***

 

Pereira percibió aquello, la mente de Castalia comenzaba a mostrar lo que seguro había ocultado por años, permitiendo conocerse más a fondo - La Legilimancia es un acto peligroso, así como hoy rememoras recuerdos olvidados, puedes borrar toda la mente de alguien, con un mínimo error. Te abriré un portal, irás a la Prisión Alcatraz. Justo ahora interrogarán a un acusado de Genocidio, que reuza a admitir su delito. Tu tarea es entrar en su mente, y persuadirlo a que confiese - indicó la mujer, moviendo sus manos para entregarle un gafete de Detective a Castalia, y abrir el portal a los baños de Damas del lugar.

 

- Te estaré monitoreando en todo momento, si creo pertinente que regreses, te lo haré saber. Ahí en el baño abriré te esperará un traslador escondido - finalizó, señalando al portal, que daba con la puerta de un cubículo.

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Rosalía se había acercado mientras me respondía a mi duda en mi mente. Ella no había sido, no. Había sido yo misma, que al intentar controlar mi propia mente la había dejado abierta para que vieran uno de los recuerdos que con tanto recelo había guardado. Quizá uno de los momentos más felices que había tenido en aquellos temprano años de mi infancia, antes de que mi madre muriera junto a mi hermano menor, mi padre se volviera loco y mi hermano mayor y yo fuéramos enviados lejos. Todos los recuerdos referentes a mi pasado me llevaban siempre a aquel oscuro momento de mi vida, donde lo había perdido todo.

 

La Arcana me pidió que me tranquilizara y mirara las flores frente a mí. Tenía que tranquilizar mi mente, que ya se había vuelto una tormenta tropical de nuevo. Pero con su ayuda y mi mano sobre la tierra, pude no sólo acompasar mi respiración y calmar el huracán de emociones, sino también hacer justamente lo que la Arcana me pedía: escuchar la tierra, sentirla, como un ser vivo creciente. Era extraño saber que podía hacer todo eso, tener ese poder, que nunca antes había intentado controlar aunque sí lo había estudiado.

 

<Siento... la tierra> pensé.

 

Luego, Pereira me indicó que podía mostrarle a la gente lo que yo quisiera que vieran y fuimos inmediatamente envueltas de nuevo en aquel recuerdo. Mi madre, amable, me llevaba de la mano mientras con pequeños pasos me iba adentrando más en el mar. Faolan estaba allí y me tendía su diestra para que yo la tomara. Aquella vez, al contrario que la anterior, yo no veía la situación desde una distancia prudente, sino que mis ojos eran los ojos de mi yo infante. Me giré y vi a la Arcana parada detrás de nosotros, parada en el límite de aquel recuerdo. De verdad podía controlarlo, entonces.

 

Dejé que la escena se detuviera. El sol seguía brillando, las gaviotas graznando y el mar se movía parsimonioso, llevando olas que rompían perezosas en la orilla. Pero tanto mi madre como mi hermano se giraron también a ver a la Arcana, como si su presencia hubiera activado algo en mi cerebro que los hizo voltear. Era mi subconsciente, dándose cuenta de que había algo allí que no debía estar: Rosália. Intenté calmar los ánimos del recuerdo, al menos los de la parte consciente y tanto mi madre como Faolan volvieron a mirar hacia el mar.

 

****

 

Volvimos al tiempo real, dejando aquel recuerdo atrás y la Arcana me habló.

 

-¿Alcatraz?- pregunté.

 

Pero apenas tuve tiempo de pensar en lo que ella me pedía que hiciera, porque me tendió una identificación y luego abrió un portal hacia los baños femeninos del lugar, indicándome que habría un traslador para que regresase. <¿Es esto una prueba?> pregunté. Pero conocía la respuesta. Claro que lo era.

 

****

 

El baño había sido probablemente remodelado hacía poco, porque los cubículos despedían un fuerte olor a barniz. Arrugué la nariz y salí de allí, totalmente desorientada. ¿A dónde debía ir exactamente? Miré el gafete que Rosália me había dado y descubrí que, claramente, la persona de la fotografía no era yo. Bien. La observé con cuidado y lentamente comencé a cambiar mi apariencia por medio de la Metamorfomagia.

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La arcana percibió como Castalia usó la metamorfomagia y en silencio sólo asintió cuando tomó forma de la Detective Swan, mujer alta, rubia y delgada que estaba llevando el actual caso de Genocidio que se escuchaba en las noticias. Pereira dejó en los pensamientos de Castalia un pequeño Crokis del lugar, donde estaba señalado el lugar en el que la esperaban, o bueno a la Detective Swan.

 

​"Actúa con naturalidad, y espero logres meterte en la mente de más de uno" incentivó la arcana, mientras percibía del otro lado de alcatraz como sacaban a German, el genocida, de su celda. La arcana miró a sus espaldas, los Triviani parecían tener una discusión entre ellos.

 

La Legilimante cerró sus ojos y vio simultáneamente a sus aprendices en misiones, enfrascándose en como la Macnair se acercaba a la sala de confesiones. Pereira estaba a la espera, había puesto un gran voto de confianza en su aprendiz y esperaba no tener que borrar lo sucedido de la mente de aquellos que estaba en la sala. Las cosas irían lentas y aquí, Pereira pretendía evaluar como Castalia conectaba con mentes y pensamientos ajenos sin abarrotarse de las mentes de todos.

 

Esperaba, por otro lado, que lograra persuadir y quizás torturar al delincuente que se encontraba entrando en la sala de confesiones, justo cuando Castalia abría la puerta con total seriedad "Es él, hazlo confesar" Soltó la Arcana, dandole un empujó a su aprendiz "Recuerda, respira profundo y míralo directo a los ojos. Si no lo logras a la primera, pronuncia en tu mente Legeremens y te darás apertura a su mente. Pero recuerda, debe ser manteniendo el contacto visual" terminó de decir Rosália para dirigirse a las regaderas y caminar a donde sus plantas carnívoras descansaban.

 

La pelirroja ya estaba pensando en el siguiente reto para Castalia, y tenía un pequeño plan para lo que seguía, la prueba final.

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  • 2 semanas más tarde...

El cuerpo que ahora poseía era esbelto y bello, aunque llevarlo era más difícil de lo que recordaba, probablemente porque habían pasado meses desde que utilizara mi habilidad nata de metamorfomagia. Y claramente el baño en el que me había aparecido estaba resultando una especie de esfera protectora, porque apenas ingresé en los corredores y el mapa del lugar apareció como una suerte de imágenes en mi mente, supe que Rosália me había enviado allí sola en cuerpo, más no en mente. De inmediato, abrí mi mente al resto de los presentes, enviando lazos de pensamiento, hilillos para sabotear las defensas de los que me rodeaban. Algunos poseían pensamientos profundos, difíciles de ordenar. Pero había otros que sólo pensaban cosas superficiales.

 

<¿Habré lavado la camisa para mañana?>

 

<¿Qué habrá de comer esta noche?>

 

<Ojalá que Cindy acepte la cita... No quiero haberme comprado esos interiores para nada>

 

La cantidad de información era abrumadora y por un momento sentí que me tambaleaba al girar sobre mí misma en mi propia mente, intentando enfocar todo lo que decían, captar todas las palabras e imágenes que llovían. Temí que no pudiera cerrar mi mente luego de eso y se volviera un torbellino de voces y gritos que me volverían loca. Pero de nuevo, Rosália me estaba guiando. Actúa con normalidad, decía y ponía un bálsamo en mis pensamientos alterados. Bálsamo que yo extendía a las mentes alrededor, buscando aplacar los sonidos alocados de los que me rodeaban. El empujón fue necesario para que pudiera conectar con las voces de los otros dos detectives a cargo del caso y los policías que escoltaban al esposado genocida.

 

Abrí la puerta del interrogatorio con total naturalidad y eficacia de una investigadora ya experimentada en su campo y la cerré detrás de mí, rodeando al acusado para sentarme frente a él. Me devolvió la fría mirada de alguien que ha conseguido todo lo que desea en la vida, todo lo que este mundo podría ofrecerle y su sonrisa no se pudo vislumbrar en su rostro, sino en su perversa mente. Era él. Por supuesto que lo era y mi sangre me lo gritaba, mi piel me lo decía.

 

-German... Melvin- dije el nombre pronunciando cada sílaba como si mi vida dependiera de ello, saboreando el nombre en mis labios pintados de rojo. Fue lo que necesitaba hacer para que el hombre sentado frente a mí levantase la vista y nuestros ojos se encontraran-. Legeremens- susurré.

 

Mi mente cerró al resto de las voces que me rodeaban y se concentró sólo en una, en la del hombre frente a mi. Se reía, saboraba cada vez que había levantado el arma y disparado en la cabeza de cada una de esas personas, de esos hombres, mujeres y niños. Le había agradado ver la luz extinguirse en sus rostros. Primero había planeado la matanza, claro, esperando que otros la llevaran a cabo por él. Pero luego se había dado cuenta que disfrutaba mucho más ensuciarse las manos. <Magos> un brillo de maldad cruzó sus ojos mientras lo penetraba con mis dones y su boca se torció en una ligera mueca. <Bru..ji..ta..>. Mi mente dio un respingo, pero no permití que él tomara el control de la situación.

 

-Señor Melvin... se lo acusa de haber asesinado a... trescientas personas del poblado de Pitchburg en... Alabama- un alerta se encendió en mi mente mientras lo decía.

 

No sólo eran personas. Sentía que el aire se escapaba de mis pulmones pero mantuve la compostura. Aún así, el hombre frente a mí notó el cambio en mi postura, ligero y apenas perceptible para el ojo inexperto, pero él no era ningún inexperto. Él era un hombre que sabía muy bien lo que había hecho. Mi agarre en su mente se hizo más fuerte, más firme... Y lo vi encoger un poco los hombros.

 

-Sesenta niños...- agregué, pasando las páginas donde estaban sus nombres, sus fotos. Las fotos de la fosa común a la intemperie a la que los había tirado luego de... Era indescriptible.

 

<Bru...ji...ta>.

 

Un látigo de pensamiento salió de mi mente hacia la de él y su cabeza se ladeó, llevándose una mano hacia ella para detener el dolor que repentinamente lo había asaltado.

 

Él sabía lo que era. Lo sabía porque había asesinado a trescientas personas de un poblado mágico. Pitchburg poseía una gran porción de magos y brujas, todos viviendo pacíficamente entre los muggles. No había asesinado a los pobladores por ser citadinos o blancos o negros o católicos o protestantes. Los había asesinado para encubrir la matanza de magos y brujas.

 

<Eres un cazador> le dije de mente a mente. <Eres una escoria incluso entre los muggles>. Apreté su mente. Tomé su pequeña conciencia envenenada y la apreté mientras hablaba, apreté ese pequeño él que vivía dentro. Esa imagen suya que él enaltecía y veneraba, que poseía un ego tan grande que podría subirse a él y saltar. <Asqueroso...sangre...sucia> con cada palabra, látigos de pensamiento azotaban esa imagen, lo herían. Y, en la sala de interrogación, German Melvin había comenzado a soltar gritos mientras se agarraba la cabeza, pero ningún policía había entrado preguntando qué sucedía.

 

Ninguno.

 

Porque los tenía a todos detenidos.

 

Había tomado todas sus mentes y los mantenía quietos, perdidos en una sala de interrogación que no existía, con una rubia que hablaba con un detenido que apenas respondía. Era como si alguien hubiera colocado una cinta repetida en sus cabezas y ellos no se dieran cuenta de lo que estaba pasando.

 

-Confiesa... y todo habrá terminado- gruñí, mientras le acercaba un lápiz y un papel-. Y no intentes nada... Ya sabes que cuento con armas que apenas imaginas- coloqué la varita sobre la mesa, donde él la observó e hizo una mueca de asco, como si le disgustara el sólo hecho de que una bruja estuviera sentada frente a él y lo demostrara orgullosa.

 

-Asquerosa anomalía de la naturaleza- se las arregló para decir-. Vas a hundirte en el fuego del infierno- y escupió sobre la mesa.

 

Sonreí.

 

-Es posible. Pero planeo llevarte conmigo- y sonreí como no lo había hecho desde que la Marca había quemado en mi brazo por última vez.

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La Macnair se adentró a la sala, mientras Pereira regaba sus plantas carnívoras logró percibir el cambio postural de la bruja. La arcana no pronunció ninguna palabra más, dejando al libre albedrío lo que Castalia hiciera. Escuchó en su propiamente el torbellino de pensamientos que llegó a la mente de la Macnair y recordó a cuando ella no lograba controlar del todo su Legilimancia, causándole grandes dolores de cabezas que duraban horas y hasta días.

 

German Melvin, cazador de brujas y magos por generaciones. La arcana había seguido al hombre muy de cerca al empezar a escuchar los rumores sobre el asesinato repentino de comunidades mágicas esparcidas alrededor del mundo. El alemán viajaba desde hace un par de años y había conseguido huir de las autoridades internacionales por sus atroces actos y formas medievales de muerte. Pero hoy, Rósalia recordaba como introdujo en la mente de los detectives la ubicación donde German estaba, trayendo consigo su captura.

 

La arcana pretendía hacerlo confesar y sabía que esto induciría a Castalia a sobrepasarse y explotar los conocimientos que se mantenían cerrados en su mente, sacando a flote la habilidad que hoy había decidido aprender. La arcana cerró sus ojos y logró ver toda la estancia, sintiéndose parada en una esquina de la cual no estaba. Observando a la Macnair justo desde los ojos del Detective Paterson, que la observaba del otro lado del vidrio especializado para escuchar lo que dentro de esa sala se hablaba.

 

La peliroja seguía dentro de los pensamientos de su aprendiz, callada, esperando las acciones a tomar por su parte "No permitas que te domine, se tu quien lo doblegue" susurró por lo bajo, percibiendo el respingo de sus pensamientos en cuanto la voz de German se repitió en su cabeza "El no está dentro de tu mente" agregó, animando a Castalia a seguir.

 

Los engranajes en la mente de la castaña comenzron a trabajar, la arcana lo supo cuando German soltó aquellos mensajes ocultos dentro de sus gesticulaciones y movimientos corporales. La arcana se adentró en la mente de los demás en la sala y logró ver lo que ella sabía no sucedía. Castalia estaba dominando los pensamientos de todos a su favor, para lograr dominar a German sin que nadie se enterara.

 

Sin esperarlo, Rósalia soltó una breve sonrisa de sorpresa. La Macnair era su primera alumna en años que lograba hacer tal cosa con el pequeño grado de experiencia y supo que el talento nato que guardaba la mujer en su interior estaba explotando como fuegos artificiales en año nuevo, saliendo todo a la superficie sólo con un pequeño empujón de su parte.

 

La arcana logró percibir lo que la bruja hacía, torturar y aprisionar la mente de German con pensamientos variados que lograban atormentarlo. Pereira asintió y sólo pudo dirigirse a su pupila "Puedes quitar la imagen de los pensamientos del resto de oficiales, ya German debe estar por confesar" y justo ahí, German gritó con toda sus fuerzas gracias al inmenso poder que infringía la bruja en su cabeza, sintiéndose débil luego de ver aquella sonrisa y escuchar sus ultimas palabras.

 

"Te espero en el Jardín, tu traslador está sobre el lavabo del baño" Finalizó Pereira, alejándose de la mente de todos en la sala, menos la de Castalia.

 

 

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La Macnair apareció frente a los ojos de Rósalia, quien la esperaba con gran calma sintiendo un pequeño colibrí llegar a ella, justo al hermoso capullo de aljaba que caía de su hombro - Felicitaciones, lograste más de lo que esperaba - agregó, regalando por primera vez una sonrisa a su pupila.

 

La bruja caminó hasta pasar por su lado "Sígueme" indicó, adentrándose al invernadero y dejando a los Triviani solos, pero no del todo. La bruja caminaba tras la arcana que se detuvo junto a unos pequeños frascos - La Legilimancia, además de servirte para entran en mentes de otros, borrar recuerdos de personas o incluso cambiarlos, te da la opción de crear visiones desde internas hasta externas justo como hiciste dentro de las mentes de los oficiales - soltó la arcana, acercándose a donde su vara de cristal descansaba.

 

"Te enseñaré a extraer pensamientos y guardarlos en frascos de cristal" soltó la arcana, girando al pensadero igualmente de cristal que era iluminado por un tragaluz que estaba sobre él. Una ultima mirada fue dada por la arcana antes de tomar cuatro frascos y llevarlos consigo hasta el pensadero.

 

Tomó su vara y la acercó a su sien, pronunciando suavemente Cogitatere. Alejó la varita de su sien y extrajo un pequeño hilo nebuloso, donde un memorandum de su recuerdo sobre la misión de Castalia era extraido. Lo dejó volcarse ene el pensadero, mezclandose con el fluido gaseoso que albergaba en su interior. Su aspecto cambio, a un color un tanto violeta y Rósalia quitó el corcho del frasco, volcando el envase de cristal para absorber el vapor violeta - Así guardarás los recuerdos y memorias tuyos y de alguien - finalizó, para con su mano darle inicio a la practica de Castalia

 

- El Cogitatere es un hechizo extractor, lograrás con él extraer pensamientos para guardarlos en frascos de cristal. Consigo puedes decidir si será una extracción permanente o solo un Memorandum de aquel recuerdo - agregó Pereira, mientras extendía un frasco a su pupila - Tendrás tres intentos, recuerda pronunciar Cogitatere mientras presionas suavemente tu varita en la sien - la arcana bajo la atenta mirada de Castalia terminó de hablar y asintió, dejando que Castalia tomara el frasco vacio que reposaba en la palma de su mano

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Sentía la Marca Tenebrosa tatuada en mi antebrazo derecho quemar como si mis compañeros me estuvieran llamando, pero no era más que un recuerdo vívido de tiempo atrás, de guerras pasadas. Todo lo que estaba haciendo en aquella sala de interrogatorio no lo había hecho jamás en mi vida. Yo no era una Legilimante nata, no que lo supiera al menos, pero la ira que me había invadido al saber lo que aquel hombre había hecho... Era indescriptible. Mi propio cerebro había puesto en funcionamiento la habilidad apenas la había rozado, lanzando zarcillos como tentáculos para aprisionar a German Melvin. Los tentáculos se habían convertido en garras y arañaban zonas íntimas del asesino, mientras que se clavaban en otros lados más débiles, haciendo que torrentes de pensamientos se derramaran como sangre. ¿Eso era lo que sucedía cuando alguien dañaba la mente de otra persona? Podía verlo en sus ojos, extinguirse la cordura.

 

-Oh no- susurré.

 

No iba a dejar que eso le sucediera. Emparché las zonas rotas, lo suficiente para que la vista del recluso se enfocara pero no tanto como para que dejara de sufrir por aquello.

 

German tomó el lápiz y escribió. Su letra se retorcía en algunos lugares, como si le costara recordar la forma exacta en que debían dibujarse. Pero eso me mantuvo sin cuidado. Ya sabía que podía repararlo lo suficiente para que enfrentase un juicio... Lo suficiente para poder tenerlo encerrado y luego... luego me ocuparía de él de forma personal. Quizá una prisión mental donde sufriera tortura por el resto de su existencia fuera suficiente para pagar por sus crímenes. Yo incluso había asesinado magos y brujas.. en una guerra, sí, nunca por placer, nunca a niños. Los miembros del bando contrario a los que me enfrentaba sabían en qué estaban metidos, se lo habían buscado, me dije. Pero German, él asesinaba sólo por odio incomparable. No seguía ningún ideal.

 

Pensé que la voz de Rosália me haría dar un respingo, pero no fue así, porque en cierta forma su presencia nunca me había abandonado y lo sabía. Así que fui liberando el agarre al prisionero mientras los que estaban fuera de la sala, los que habían observado sin ver, recuperaban una visión real de la situación y entraban a la cámara Gesell.

 

-Bien hecho detective Swan- decía el jefe de investigación cuando le di paso hacia el asiento que había estado ocupando-. Le sangra la nariz- agregó, lanzándome una servilleta de papel.

 

Me toqué y, en efecto, allí había un fino hilillo de sangre. Seguramente luego vendría el largo dolor de cabeza.

 

****

 

De vuelta en el invernadero, la Arcana me guió hacia una zona donde había un pensadero de cristal junto a su varita mágica. Ya había visto otras antes, de cristal. Los Arcanos y los Uzza las tenían, quizá porque representaban un poder superior.

 

La observé extraer un hilo de pensamiento de su sien, depositarlo en el pensadero y luego tomar un frasco para recuperar el vapor que salía de él, encerrándolo. Jamás se me había ocurrido que podría extraer pensamientos completos o pequeñas partes, como anotaciones o memos. Era excelente poseer ese conocimiento. Así que asentí, incapaz de poder hablar. Aún rebotaban en mi cabeza las imágenes que había visto en la mente de German, las muertes, no sólo en Pitchburg sino en otros tantos poblados. Con la guerra cirniéndose sobre todos, habían pasado por alto un asesinato sistemático como aquel.

 

Respiré profundo y me llevé mi propia varita a la sien.

 

-Cogitatere- pronuncié con claridad, alejando la varita lentamente para extraer el pensamiento que me atormentaba en aquel momento: una mujer llorando sobre el cadáver de su pequeño hijo. El pensamiento adquirió un tono rojizo mientras lo depositaba en el pensadero, pero fallé en mi primer intento de recuperarlo en el frasco. Las manos me temblaban y no lo había notado-. Mi.erda- me quejé.

 

Respiré profundo.

 

-Cogitatere- de nuevo la varita en la sien, extrayendo sólo un trozo de aquel pensamiento, algo no tan pesado ni cargado de emoción. Sólo la cara de la mujer llorosa, nada del niño muerto. Lo coloqué en el pensadero y me manejé lo mejor que pude para detener el temblor de mis dedos mientras quitaba el tapón y absorbía el vapor rojizo tenue. Hubiera sonreído de haber sentido algún tipo de felicidad, pero las aguas mentales estaban agitadas, así que sólo cerré el frasco y lo coloqué junto al pensadero.

 

Tenía un intento más. Tenía que ser algo más pesado, algo más sustancial.

 

-Cogitatere- la varita fue separándose de mi sien con un grueso hilo plateado similar al mercurio, que se retorcía levemente. Lo dejé en el pensadero y Rosália pudo ver un momento el rostro desencajado de Arya mientras me tendía a mi hija Elysia, antes de marcharse de la habitación. Lo había sabido, en aquel momento, lo que ella había dado por la vida de mi hija, pero no había dicho nada al respecto. El dolor me carcomía los huesos y aún así había sido incapaz de agradecerle a mi sobrina por haber dado la vida de su hijo no nato en cambio por la de mi hija recién nacida. Destapé el frasco con manos más firmes y junté el grueso pensamiento que soltaba vapores de plata, dejándolo luego a un lado del pensadero.

 

Mi nariz ya no sangraba.

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El vampiro observaba la pared de aquella habitación. Había tomado una decisión y no volvería atrás, quería ser el más poderoso de todos, aunque sabía que con más poder venían más responsabilidades y enemigos, ya había visto un fragmento de su futuro en el pasado, uno donde se veía sosteniendo la lanza maldita que había terminado con la vida de su tío, un futuro que fue re escrito y que no se dio. El cainita amaba y adoraba el poder, mandar y sentirse inmortal pero en aquel viejo fragmento se vio cambiado, observo que no era merecedor de tal cosa, que el poder se le subía a la cabeza, la tentación siempre había sido parte de él y esta había ganado, le estaba costando su alma, sin embargo, ese futuro cambio y no se dio.

 

Respiraba de manera entrecortada como si hubiera corrido un maratón, pero por su habilidad vampírica era imposible que sintiera aquello. Movió sus níveos dedos mientras sostenía la varita y la guardaba en su lugar. Podía sentir el peso de su Katana Garras de Fuego en su espalda, una que había sido forjada especialmente para él.

 

Ladeo la cabeza, no era el momento para rememorar todo aquello, si, estaba marcado y había fallado, había roto promesas y se había traicionado a sí mismo, a sus creencias y a los ideales por los cuales buscaba ser el más poderoso, pero ahora tenía que luchar para mantener todo eso en el fondo de su alma y hacerlo mejor, si tenía una nueva oportunidad, por ello era que había escogido aquel camino. Se había debatido entre muchas posibilidades, deseaba entrar a la mente de sus enemigos, al igual como lo había hecho su hermana Anne en navidad cuando invadió sin su permiso su mente. Aquello había sido un golpe muy bajo y aun no la perdonaba..

 

“Legilimancia” había anotado en aquel pergamino que tras un fulgor extraño había aparecido en sus manos. Suspiro mientras se levantaba, sus músculos estaban agarrotados, había estado demasiado quiero por mucho tiempo, quizás días o semanas esperando que de una vez por todas fuera aceptado. En aquel momento tenia la notificación en sus níveas manos, era hora de dirigirse al lugar indicado.

 

***************

 

Aquella zona del castillo era extraña, el Ragnarok no recordaba haber estado allí, o quizás si, en sus principios como profesor de duelo básico donde se encargaba de buscar los lugares más recónditos, extraños y terroríficos para enseñar el fino arte de la varita a sus jóvenes pupilos. Recorría con la mirada el lugar iluminado por antorchas, podía sentir el frio colarse por las rendijas de las paredes y aun así, aunque había un glacial silencio no le importaba ni le molestaba, era como si el calor hubiera salido corriendo de aquel lugar para darle paso simplemente a los amos y señores del sitio, a los muertos.

 

Siguió caminando y sin darse cuenta el ambiente cambio, era extraño que aquella zona estuviera de un momento a otro tan iluminada, hasta había vegetación, era como si hubiera entrado a un bosquecillo de flores silvestres o hubiera entrado a un lugar donde reinaba la naturaleza. Un brillo apareció en la mirada del cainita cuando llego a la puerta de la choza, debía entrar de una vez o quizás lo mejor sería esperar a ser invitado?

 

-Pensándolo bien esta última es la mejor opción, al menos quiero que el arcano piense que soy educado –susurro para sí mismo el cainita. Toco 3 veces en la puerta y espero, quizás quien sería su profesora, aquella que se hacía llamar Rosália Pereira no se encontraba allí.

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La arcana esperó paciente a que Castalia comenzara las indicaciones, pudo percibir el torbellino de pensamientos de la Macnair pero decidió esta vez mantenerse callada, dejando que su pupila aprendiera a que lo que observara no debía de afectarle, o al menos no del todo. Y ahí comenzó, intentando extraer el pensamiento que Rósalia también había visto dentro de la mente de German, la arcana notó la debilidad del hilo nebuloso y sólo cayó, esperando a que su alumna se diera cuenta de que fallaría en su primer intento.

 

Se mantuvo en silencio, observando minuciosamente el segundo intento, y a su vez percibiendo una nueva presencia rondar por los alrededores del invernadero. Hades Ragnarok hacía su llegada y mientras la pelirroja se mantuvo estudiando a la Macnair frente a ella, determinando con sus ojos críticos que la mujer no lograría sacar ese recuerdo de su cabeza.

 

El tercer y ultimo intento llegó, la arcana entornó los ojos, observando con firmeza la nueva nebulosa que era extraída de la mente de su pupila, donde el recuerdo de un nacimiento llegaba, dos bebés, un neonato y un mortinato, junto a una figura que entendía mediante los sentimientos de Castalia, era alguien importante para la bruja. Pereira parpadeó, y logró percibir la extracción total del recuerdo, siendo guardada en el pequeño frasco que terminó por ser dejado a un lado del pensadero.

 

La arcana lo tomó, y observó el fuerte color mercurio, fuerte y brillante. Le lanzó una ultima mirada a su alumna y se dio la vuelta - Me quedaré con este - susurró finalmente, dándole la espalda para llegare a la estantería donde diferentes frascos llenos y vacíos descansaban.

 

"¿Te sientes lista para la prueba" preguntó Pereira, cerrando la estantería y girándose, dándose cuenta que ya era pertinente abrirle la prueba a su alumna.

 

Por otro lado, percibió la presencia de Hades en su puerta y esperando a que callara sus pensamientos, decidió irrumpir "Aquí estoy, al final del invernadero" le indicó, mientas esperaba la respuesta de Castalia para abrirle el portal a lo que sería su prueba.

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El Ragnarok guardo silencio esperando. Estaba expectante, la verdad es que deseaba saber ¿cómo terminaría aquello?, estaba sediento de conocimiento como hacía mucho no se sentía. Pasaron quizás unos segundos pero para él fue una eternidad. Se sobresalto cuando aquella voz llego hasta su mente. Dibujo una mueca, odiaba que se metieran en ella. Desde que su hermana Anne había utilizado la legilimancia para saber algunas cosas del vampiro se había mantenido en guardia, por lo que había elegido cursar nuevamente oclumancia y contraatacar aprendiendo aquella otra habilidad.

 

-<<Lo que hizo Anne fue un golpe muy bajo y no se lo perdonare>> -pensó el Ragnarok sin importar si la arcana leía o escuchaba aquella vez su mente, aun así intento calmarse.

 

Había escuchado bien?, aquella voz le había informado que debía dirigirse a los invernaderos por lo que comenzó a rodear la casa de la mujer hasta que al fin pudo encontrar lo que buscaba. Se sorprendió al observar el lugar. Era un lugar clásico y hermoso, dentro había todo tipo de vegetación y era inmenso. Abrió la puerta despacio y entro. Una vez adentro pudo sentir la pureza del aire. Si bien, para él no era necesario el vital gas podía sentir aun así como el aire puro pasaba por sus pulmones inertes.

 

Comenzó a recorrer los pasillos del invernadero, como si este fuera una especie de hermoso laberinto. Al final, logro ver a una figura parada esperando. Pudo notar a otra mujer con ella, jamás la había visto. Se acerco despacio esperando no interrumpir, pero quizás era otra alumna de la Arcana.

 

-Lamento interrumpir, si es así, en verdad me disculpo –dijo haciendo una ligera reverencia.

 

Poso los orbes oscuros como el abismo en Rosália. Sabía perfectamente que era ella la arcana ya que su aura era muy diferente. Sin embargo aquella mujer cerca de él tenía un aire característico, algo extraño, como si la conociera de algún lugar, como si le recordara de una u otra forma a alguien.

 

-Me llaman Hades Ragnarok –se presento.

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