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Legilimancia


Rosália Pereira
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El vampiro escucho atentamente cada palabra de la arcana. Era cierto, de una u otra forma había perdido el control. Llevaba demasiado tiempo guardando cada uno de sus secretos que al saber que de una u otra forma le estaba dando permiso a alguien desconocido para verlos lo ponía ansioso.

 

-Debo practicar mas maestra –dijo sinceramente- de no ser pro aquella figura que apareció en mi recuerdo, quizás no hubiera podido regresar, al menos no tan rápido –comentó- sabia o recuerdo lo que sucedió una vez que él apareció y me salvo de aquella sombra invocada, por eso me di cuenta de lo que estaba pasando, esta es la segunda vez que alguien ve ese recuerdo –confeso tranquilamente ya que aquello lo estaba haciendo más fuerte.

 

El intento, era solo el principio de lo que podría legar hacer, si había fallado o lo había logrado era una consecuencia, si iba a fallar aprendería de ello.

 

- la verdad no entiendo a lo que se refiere protegerme a mí mismo –la observo a los ojos- si bien la forma en que me protejo es no revelando mis recuerdos o mis secretos, no entiendo cómo puedo en este caso protegerme, a menos que se refiera a tomar el control de mi mente cuando alguien intenta penetrar en ella y mostrar otra imagen? –pregunto- cómo puedo hacer mi mente más fuerte para realizar lo que desea enseñarme?

 

Observo a la mujer retirarse después de hacerle aquella petición. Medito sobre las palabras de la arcana y asintió. Debía controlarse. Era una persona fuerte, un ser poderoso y oscuro, debía confiar mucho mas en él de lo que lo hacía ahora. Estaba decidido, trabajaría mucho más para lograr el objetivo de aprender aquella habilidad. Estaba bajo control, o esperaba seguir así ya que poco a poco comenzó a caminar hasta el caldero donde lo esperaba la Pereira.

 

-Estoy listo maestra –dijo- por favor, dígame que hacer.

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La arcana había elevado la temperatura del fuego del caldero, esperaba a que llegara a su punto de ebullición para dejar caer las rosas. El agua que ellas desprendían era una infusión elemental dentro de la medicina natural, aparte de ser usado como ambientador y Rosália aprovechaba cada parte esencial del uso de la infusión de Pétalos de Rosa.

 

Escuchó a su pupilo más reciente llegar a su lado, dispuesto a dejar su aprendizaje en manos de la mujer, quien observó en silencio - Más que practicar, debes aprender a tener. Este es el principio de todo, esto es a penas una muestra de todo lo que puedes hacer con Legilimancia - agregó Rosália, comenzando a dejar caer los petalos dentro del agua hirviendo del caldero.

 

- Aquí no se trata de acertar o fallar, se trata de intentar hasta alcanzarlo. Irás subiendo conforme vas expandiendo tu mente a la habilidad. La protección viene dada con el aprendizaje, sólo tu puedes dejar que vean todo, o que vean una parte. Puedes crear falsas ilusiones en tu mente, para mentirle a todo aquel que intente burlar tu consciencia. La fortaleza de tu mente viene de tu confianza. Preguntate ¿Confías en ti, en tus capacidades mentales? Partiremos de ahí, debes dejarme entrar en tu mente, libremente. No andaré divulgando lo que vea, esto es un trato confidencial entre yo y mis alumnos - finalizó Pereira, revolviendo el contenido dentro del caldero.

 

- Intenta entrar en mi mente, y comenzaré a mostrarte lo que puedes lograr con la confianza en ti - culminó Rosália, dejando que la madera que revolvía la infusión lo hiciera solo. La bruja se recostó de la mesa a su espalda y esperó - Si tienes alguna duda eres libre de hacerla, independientemente de lo que sea, ninguna consulta o duda es tonta, tenlo siempre presente - y esperó, paciente. Mientras vigilaba a sus otros alumnos alrededor del invernadero y el mundo.

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Camino lentamente hasta quedar al lado de la arcana. Observo aquella poción que hervía en el caldero y dejo que su aroma penetrara por sus pulmones inertes. Sonrió, amaba las pociones y aquella parecía ser una antigua que encerraba quizás muchos secretos, claro estaba, no podía estar preguntándole a la Arcana sobre la poción, sus ingredientes, el proceso de creación, los pro y contras o para que la utilizaría, estaba allí para aprender una habilidad y para fortalecer la mente ante cualquier intruso que quisiera entrar en ella o para tener la capacidad de leer los pensamientos de aquellos que deseaban causarle daño a mis seres más queridos.

 

Estaba nervioso y seguramente ello imposibilitaría poder aprender mucho más rápido o mis nervios podrían traicionarme en un momento crucial. Bufe, de cuando acá yo, un ser oscuro, malévolo y torturador tenía miedo? Maldije al saber la respuesta. No era tan valiente como aparentaba y cada día tenía que luchar contra mis propios miedos.

 

Intentó grabarse y entender lo que la Pereira le estaba diciendo. Sabía que sus palabras y la explicación eran fundamentales, pero por experiencia propia sabia que tendría que dejar que ella entrará mucho más a su mente, debía, si era necesario aprender a los golpes para poderse vincular con aquella habilidad. Asintió ante lo que decía y le preguntaba mientras no paraba de observar el burbujear de la poción y como está poco a poco casi de manera imperceptible para aquel que no viera lo que estaba viendo cambiaba.

 

¿Qué si confiaba en él y en sus capacidades mentales?, la respuesta era obvia, si confiaba en su propia capacidad, solo debía ejercer un mayor control del que tenía en aquel momento. El cainita estaba seguro de poderse “defender” o de poder hacerse mucho más fuerte de lo que era. Debía ejercitar mucho mas todo aquello y al mejor manera era dejar entrar (aunque no quisiera) a la arcana a su mente.

 

-Confió en mí, confió en usted, así que es libre de entrar en mi mente –dijo claramente sin temor a equivocarse, podría caer una vez, dos veces, quizás más, pero se levantaría y seguiría adelante, como solían decir algunas veces… “Si la vida es cruel y te golpea, sonríe, mírala a los ojos y dile: ¡¡¡Pegas como una niña!!!”.

 

Observo como la mujer revolvía aquella poción y se tranquilizó, una persona que podía trabajar de aquella forma tan tranquila y pacífica en una poción tan elaborada como aquella merecía una oportunidad.

 

Una vez que la arcana dejo la poción coserse y se recostó en aquella mesa supo que tendría que afrontar otra prueba, o más bien, había llegado la hora de intentar algo que quizás podría parecer imposible a menso que la mujer quisiera aquello en realidad.

 

-está bien, si se me ocurre alguna pregunta no dude que lo hare, por ahora creo que no tengo ninguna, pero algo me dice que podría tener muchas después de intentar entrar en su mente –dijo observándola a los ojos- pero antes, supongamos que un mago o bruja no es suficientemente fuerte o hábil en legilimancia, ¿hay algún tipo de hechizo o encantamiento, ya sea usando la varita o no, o de manera verbal o no verbal que se pueda utilizar para bloquear la intromisión o para poder entrar en la mente de alguien? –pensó un segundo para darse cuenta de algo importante, no sabía ¿qué demonios era lo que estaba intentando o quería intentar?- maestra disculpe pero… ¿Cómo se entra en la mente de alguien?, no sé si me entiende, ¿simplemente uno se imagina que está entrando en la mente?, ¿se concentra?

 

Espero pacientemente la respuesta de la mujer, mientras eso pasaba pensó en ¿Qué deseaba saber o que intentaría buscar en la mente de la arcana quien le estaba dando permiso libre de entrar en su mente?, seguramente ella podía cambiar las imágenes o mostrarle lo que él quería saber de manera distorsionada o simplemente engañarlo por lo que hasta que ella no le revelara la verdad no sabría si podría lograrlo. Pensó un poco, había cosas importantes, cosas triviales, cosas quizás sin importancia, por lo que escogió 2 en su mente. La primera era sobre aquello que estaba admirando, la poción que estaba preparando la mujer, quizás intentaría entrar en su mente para saber los ingredientes, como prepararla y como podría utilizarla, él amaba las pociones y no era un secreto para quien lo conocía, la segunda opción era quizás la más tonta y trivial, algo que podría carecer de importancia, quizás empezaría con esa, no lo sabía. ¿Sería capaz de entrar en la mente de la mujer para ver algún omento en el pasado de la Pereira donde la hubieran torturado con cosquillas?

 

Respiro profundamente y observo los ojos de la arcana, había llegado el momento, intentaría ver lo que ella deseara mostrarle, fuera la primera opción o la segunda, algo debía sacar de la mente de su maestra.

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La mujer espero y asintió ante las palabras de confianza soltadas por el Ragnarok, quien estuvo al total pendiente de la poción y eso, Rosália no lo pasó por desapercibido. La bruja sabía cual de sus habilidades le encantaría al vampiro, pero justo como con Castalia, dejaría aquello para el final. La pelirroja escuchó con calma las palabras que el vampiro soltaba hasta que su pregunta llegó.

 

- Hay un hechizo, puedes usarlo verbal o no y sólo debes estar viendo directamente a los ojos de quien quieres leer. Aunque hay diferentes hechizos para explorar diferentes partes de la mente. Empecemos con uno sencillo - pronunció la arcana, enderezando su cuerpo y acercándose al caldero para observar su evolución. Había cambiado de color y la bruja realizó una suave floritura con su muñeca, disminuyendo al mínimo la flameante llama del caldero - Legeremens Sirve para entrar en la mente de alguien, aunque conforme pase el tiempo y vayas entendiendo la habilidad, usar ciertos hechizos ya no será tan vital o necesario - agregó, dándole un par de vueltas en sentido contrario a la poción.

 

"Empieza, veamos que tanto puedes explorar dentro de mi cabeza" incentivó la mujer, sin mirar a su pupilo pero manteniendo la calma en todo momento. Estiró su mano a la pequeña maceta con hojas de menta a un costado, tomó cinco y las colocó dentro del mortero para triturarlas, dándole espacio y tiempo a Hades para empezar su tarea. Escuchó las dudas en la mente del mago y se dispuso a responder - Por ahora, tu tarea será entrar y buscar una imagen, la que sea que encuentres y me irás diciendo en voz alta que vez - agregó, esperando haber mermado la duda del hombre.

 

La mujer vertió el contenido del mortero y mezcló un par de veces, dejando reposar a llama lenta el caldero para girarse a su pupilo, y dejarlo verla más allá de sus ojos y entrar en su mente, con claras restricciones en ella. Lo primero que el vampiro observaría es una gran pared, una pared falsa que si el se concentraba podría derrumbar con gran facilidad.

 

Pasado esa pequeña barrera impuesta por la mujer, vería el bosque de las amazonas, un lugar que Pereira extrañaba tanto. Observaría a la mujer parada, de espaldas con los pájaros revoloteando a su alrededor.

Editado por Rosália Pereira
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El vampiro mantuvo el silencio mientras la arcana trabajaba con la poción y él escuchaba la respuesta de esta. Asintió al escuchar sobre el hechizo y que habían muchos más. Se pregunto si sería capaz de usarlos y tal vez sí, pero quería demostrarle a su maestra que era capaz de intentar no usar aquel recurso, sin embargo, si no podía a la primera usaría el legeremens y luego seguiría practicando. Cerró los ojos, sabía que cuando llegará la prueba final, lo mejor era no contar con ellos. Temía aquel momento, tenía miedo de fallar en la prueba. Odiaba fallar.

 

Observó los movimientos de la Pereira y siguió sus manos cuando bajo el fuego del caldero y agrego aquellas hojas de menta. Sonrió, pudo notar el olor, el cambio sutil en aquella formula. Se obligo a ponerle atención a la mujer. Las ordenes mentales y verbales que esta le daba no dejaba equivocación alguna, sutilmente ella le estaba pidiendo e informando que había llegado la hora de trabajar en serio por la meta que el Ragnarok se había fijado.

 

Solo tardo un minuto para que la mujer se volteara, había dejando hervir aquella poción y ahora miraba fijamente al hijo de la noche. El cainita dibujo una sonrisa confiado en que lo lograría o al menos lo intentaría hasta el final y asintió nuevamente.

 

Intento agudizar sus sentidos mirando a la mujer, se decía que los ojos eran el reflejo del alma, o la ventana hacia el alma, pero aquella vez los ojos serian las ventanas a los recuerdos de las personas y hasta a sus mayores secretos. Contempló los ojos de esta y se forzó a examinar su mente lo cual no era nada fácil, sin embargo, poco a poco fue forzando aquella conexión como si estirara una banda elástica. Respiro de manera acompasada, tal como si lo estuviera haciendo normalmente por instinto, poco a poco una imagen fue llegando hasta él. La imagen era cada vez más nítida, pudo notar la forma y poco a poco se materializó ante él un muro, una pared.

 

-Se me hizo un poco difícil maestra, quizás por ser la primera vez que lo intento, pero ahorita estoy frente a una enorme pared –comentó seguro de lo que veía, aunque podría ser una trampa de la mujer sabia que debía intentar forzar las cosas un poco más.

 

Hizo como si fuera a tocar la pared con sus manos pero inmediatamente se detuvo o más bien detuvo aquella acción porque la pared no estaba frente a él sino en la mente de la arcana de legilimancia. En aquel momento vino a su mente algo que no tenía nada que ver, recordó aquel laberinto en el que se había perdido una vez y en él cual casi nadie salía con vida o cuerdo, aquel laberinto era una pesadilla casi sin escapatoria donde cualquier cosa podría pasar y tus peores miedos, frustraciones y cosas malas iban a torturar tu alma. Sin embargo, recordó la ilusión del laberinto y sonrió. Se dio cuenta del detalle y comenzó a buscar, a analizar la situación, todo casi en una fracción de segundo, allí había algún punto débil por lo que se concentro mucho mas. Ahora que entendía lo que estaba haciendo y buscando comenzó a parecerle mucho más fácil, pero ¿Qué tan fácil se lo haría su maestra?

 

Empujo un poco más, encontró quizás el punto débil de aquel muro y el punto débil que el mismo se había impuesto pensando que no lo lograría, siguió adelante esforzándose más y poco a poco aquel muro cayo. Se sintió bien hacer aquello, observar como la imagen había desaparecido y ahora se encontraba en…

 

-Veo, un bosque muy tupido, esta todo lleno de naturaleza, quizás es una selva –dijo en voz alta- puede ser el amazonas por el tipo de vegetación y las aves que veo, los sonidos, todo podría indicar que es un lugar hermoso y pacifico - dijo adentrándose un poco mas como si caminara dentro de la mente de la mujer y pudiera tocar aquello que estaba frente a él, pero sabía que no podía, era una simple imagen o recuerdo.

 

Recorrió aquella imagen lentamente como si viera todo en un radio de 360 grados hasta que al fin la localizo. Sonrió para sí y para su propia mente, vio a aquella mujer a algunos metros frente a él, de espaldas, rodeada de vegetación y aves.

 

-la veo a usted, está de espaldas, los pájaros revolotean a su alrededor –finalizo en voz alta intentando forzar un poco mas aquello sin saber hasta dónde podría llegar en la mente de la mujer o si había algo mas allí, o que significaba aquel recuerdo, de todas maneras, si lo había hecho bien o mal, él lo sabría de un momento a otro porque la Pereira se lo diría.

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En un principio, había creído que me tomaban el pelo ¿los arcanos en Mahoutokoro? ¿Londres corriendo el riesgo de que pudiesen salírseles de control? Pero cuando me vi en esos terrenos, que merced a la magia con que habían sido creados, lucían exactamente como la universidad que conociera antes, tuve que admitir que todo era cierto.


Lejos de traerme alivio, comprobar esa situación solo le sumó inquietud a mi corazón. La situación de guerra en Europa tenía que haber alcanzado cuotas de espanto para que otro continente resultase una opción.


Para mí, claro estaba, resultaba una favorable coincidencia. Cath sin embargo, había dicho sin atisbo de duda que era cosa del destino. Nuestras últimas aventuras nos habían llevado a empezar a explorar otras formas de magia en el mundo, y era sorprendente como en la mayoría de ellas, una idea se hacía presente una y otra vez.


Que la magia te encontraba.


La verdad era que por el momento, me daba un poco igual cual podía ser la razón verdadera. Porque, solo ya cerca de la terraza de piedra, justo en el borde del largo, fue que recién tomé plena conciencia de todo lo que implicaba intentar (porque esa era la palabra) aprender una habilidad como la legilimancia, habiendo perdido toda capacidad de hacer magia con varita. Y aunque no era capaz de recordar de qué manera habían sido mis clases anteriores, sí que sabía por los registros y lechuzas que no era la primera vez que estaba allí, y que vería a Rosália. Si la arcana había considerado inválidos mis conocimientos de ese entonces ¿que garantizaba que ahora el resultado fuese distinto?


Sentándome en un banco, de mismo material de la terraza, la visión de una pirámide a la distancia, me trajo a la mente el recuerdo del viaje de San Valentín del año anterior, que había sido el último que había compartido con mi hija Hannity Ollivander. Si cerraba los ojos...la imagen de ella con su blonda cabellera y pálida piel aparecía con tanta nitidez, que me hacía resentir su falta. Aprender, en ese tiempo, a sobrellevar una vida y una rutina donde ni ella ni Garry fuesen el centro había sido sumamente difícil, y aunque la mayor parte de los días me decía a mí misma que lo había conseguido, en lo más íntimo tenía claro que tan solo el día que volviese a verlos directamente, podría tener una respuesta definitiva.


Lo que sí sabía de antemano era que muy probablemente, todas mis vivencias pasadas en Ottery (que los incluían a ellos y otras tantas personas queridas) iban a emerger con fuerza a lo largo de la clase, quizá de manera nostálgica, o quizá como un tiempo de condena en relación a mi presente. Realmente no había forma de saberlo, y angustiaba en algún punto de mi cabeza y mi ser por entero, que pudiesen haber otros pupilos extraños que terminasen conociendo todo eso de mí, de la misma forma en que yo podría terminar en los recuerdos y mente de ellos. Ya ni que decir de la arcana, experta precisamente en ese "arte" según unos y una terrible maldición según otros.


¿Eres como un pozo de los deseos?― murmuré a la fuente que delante de mí manaba pequeños chorros de agua, y que por el cuidado de su manufactura me hizo pensar en que tenía que ser importante― creo que nada pierdo con intentar pedirte que me vaya bien en esta clase ¿verdad?


Los ruidos de pisadas justo de mi lado derecho me indicaron que no estaba más sola en ese lugar. Y que incluso, muy probablemente, la otra persona había alcanzado a oír mi un tanto vergonzoso pedido.

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Es extraño, pensar en un ser que no es enteramente humano pero que no tiene de otros animales y que ha llegado a confraternizar con las plantas a tal grado, que ha terminado por entrelazarse con ello. Para Mel, más que inseguridad o miedo, lo que le causa es un poco de pena. No porque tenga tan buena relación con las plantas, eso desde luego si no porque tiene que ser una criatura que busca el aislamiento, que eso le otorga paz, pero también significa poseer cierto grado de cansancio y un carácter abstraído a pesar de tener la capacidad de adivinar a los demás por entero. No existe nada más alejado de ella que eso; ella, que es como un libro abierto y que además, incluso en sus épocas más oscuras y tristes, nunca perdió el deseo de vivir en ese mundo, así le fuera adverso.

 

Por supuesto, entiende un poco mejor cuando se aproxima a la terraza a donde citan a todos. Sus sentidos pueden percibir un poco más allá: hadas, criaturas pequeñas revoloteando o arrastrándose y aromas de todo tipo. Ella misma, había vivido mucho tiempo en un bosque, apartada de aquellas cosas que le habían hecho daño: la sociedad, el prejuicio, los pensamientos nocivos que se colaban en las miradas de desprecio. Aún amando el olor a tierra húmeda y la proximidad de sus compañeros licántropos, ella nunca olvidó a la sociedad misma si no acaso por un corto período. Se pregunta, como solo hace pocas veces ¿ha sido poco tiempo para Rosália o solo lo pretende así?

 

No importa. Mel se acomoda el morral y se acuclilla estirando los pantalones cargo un poco. Tiene las zapatillas grises manchadas de tierra pero eso está bien. El olor del agua, junto al lago, la calma y le trae viejos recuerdos. Luss también tiene un lago como ente de la hegemonía del asentamiento así que estar en las proximidades de uno le hace pensar en casa. También en Richard, el mejor mago legilimántico que conoce. Sabe también que Catherine estuvo en los aposentos en los que ella se encuentra ahora una vez pero no sabe qué fue lo que sucedió en ese entonces. Ella había tenido la mente debilitada, maltrecha, por decirlo menos en ese entonces. Al menos eso le había relatado Richard.

 

No sabe por qué esos pensamientos cruzan su mente en ese momento pero no importa mucho una vez da un buen par de bocanadas. Mel es así, dejando ir las preocupaciones que puedan surgir bastante rápido, haciendo ejercicio constantemente, repasado las cosas que tiene que hacer para pensar en otros temas y pasándola bien con comilonas abundantes. De hecho, acaba de caer en cuenta de que bien podría ir zampándose la barra de cereal energético del morral ya que no hay moros en la costa, cuando nota que ha caído en un error. Es raro, que alguien la sorprenda así porque en realidad, no está sola. La mujer debía haber estado muy quieta. Se da cuenta de que el olor a fresas que había creído que podía provenir de un invernadero cercano proviene de ella y se aproxima en silencio, como cuando piensa en cazar a una presa, con curiosidad más que ánimo vivo.

 

<<...pedirte que me vaya bien en esta clase ¿verdad?>>

 

¿Eh...?

 

La mujer entonces ha notado su presencia y se vuelve, el rostro con una expresión curiosa. Mel no entiende si es que desconfía de ella o si simplemente está avergonzada pero la curiosidad puede más. Sus enormes ojos abiertos de par en par rebelan su condición y las palabras salen de su boca antes de que pueda detenerlas:

 

―¿En serio? ¿En serio cumple deseos?

 

¿Cómo era que no se había enterado de una cosa como esa antes? Habría venido haciendo todo el viaje sin importarle nada de haberlo sabido, antes de su clase con los Uzza. Es decir, si era garantía de aprobar habría estado mucho menos preocupada. De todas formas, estaba allí por sugerencia de Richard otra vez pero...

 

Extrajo entonces de sus bolsillos un knut, cerró los ojos y pidió muy fuerte en su mente aprobar la clase para poder volver a las misiones con Richard y Ellie. Sí... quizá era un poco como hacer trampa porque en realidad parecían dos deseos condensados en uno pero esperaba que a la fuente no le importara. Arrojó su moneda al agua y se volvió hacia la mujer pelirroja:

 

―Entonces ¿Tu nombre era...? ―dijo inclinando la cabeza― El mío es Melrose.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Y poco a poco sintió los hilos de la mente del Ragnarok entran en la suya, con suma suavidad y algo de duda en ello. Escuchó las palabras del vampiro y asintió, la pared se veía solida y fuerte, cubriéndolo todo. La visión se mantuvo frente a la mente del mago, quien dudaba de cada paso que daba, aunque la seguridad llegada de a ratos haciéndole avanzar con gran detenimiento. La duda llegó a los ojos de Hades, Pereira lo supo cuando la mirada se le tornó confusa, Rosália relajó la mirada, calmando a su pupilo que insistió en seguir, insistió en avanzar a lo que debía.

 

La pared desapareció, apareciendo la vista que Rosália estaba recreando en sus pensamientos, rememorando uno de sus últimos viajes a la selva amazónica de Brasil. Verbalizo lo que observaba, y con suavidad la pelirroja comenzó a cambiar el ambiente del lugar, llevándolos al patio del invernadero, en donde la arcana descansaba sentada en el suelo, observando el atardecer del momento, lo pájaros suavemente cantaban y los rayitos de sol desaparecían en el ocaso. La arcana giró su rostro, materializando la figura del mago en su cabeza - Siéntate aquí - indicó, invitandolo a ver la puesta de sol con ella.

 

"Tenemos otro hechizo, sencillo de hacer y da justo para este momento" soltó dentro de su mente propia, sabiendo que las palabras serían escuchadas por el mago, como si hubiera hablado desde un parlante "Visionimes, te servirá para crea una visión interna, una visión dentro de la mente de quien estés leyendo en ese momento" completó, avanzando a gran velocidad la puesta de sol en ese momento, haciendo caer la noche sobre ellos "Inténtalo" invitó, recostando su cuerpo sobre el pasto donde estaban sentados, viendo el cielo estrellado que los iluminaba.

 

Rosália esperó la siguiente acción del pelinegro, y percibió dos nuevas presencias hablar en la entrada del camino que llevaba al invernadero, lanzando monedas a la fuente que estaba en el camino. Una suave sonrisa surcó el rostro de Pereira, recordando cuando de joven era así. Esperó un par de segundos y habló dentro de la mente de ambas "Pedir un deseo no trazará un futuro dentro de sus clases" tomó silencio, evaluando los pensamientos de ambas "Las estoy esperando en el invernadero, pasen sin tocar la puerta" finalizó, regresando su atención a las acciones que el vampiro iba a empezar a tomar.

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El vampiro sonrió satisfecho, parecía que había logrado al menos pasar aquella primera prueba y cumplir con las expectativas que la arcana tenia para él. Sabía que le había costado un poco, tenis que luchar contra sus miedos y contar sus inseguridades. Si, el parecía ser el señor tenebroso y oscuro más poderoso, malévolo y mortal, pero sentirse de aquella forma, era su secreto y la Pereira lo sabía. El, con todo aquello se lo estaba demostrando, no era necesario que ella lo dijera.

 

Escucho las palabras de la mujer, la observo a los ojos y se sentó a su lado tal como ella lo había pedido. Sonrió ante la paz que había en el invernadero. Pudo detallar como poco a poco los rayos del sol iban desapareciendo para dar así paso a un hermoso ocaso. Estaba absorto en el paisaje cuando la mujer hablo nuevamente en su mente. Poco a poco había caído la noche y ella pedía al vampiro utilizar aquel nuevo hechizo. Esta vez sabia que podría lograrlo, no había usado él le legeremens antes porque deseaba hacerlo sin usar la varita o son utilizarlo de alguna forma, pero esta vez, debía hacerlo de la forma que él mas dominaba.

 

-<<Esta bien, lo hare>> -dijo en su mente sabiendo que la Pereira lo iba a escuchar.

 

-<<Visionimes>> -pensó el vampiro adentrándose así un poco más en la, mente de la arcana quien si todo salía bien iba a visualizar las imágenes que el cainita iba a colocar en su cabeza, claro estaba, si eran ciertas o no, eso sería otra cosa, aunque conociéndose el Ragnarok iba a mostrarle la verdad.

 

………………………………

 

El Ragnarok se encontraba parado observando el horizonte. Él, en aquel momento era el único hombre blanco en la isla. El cainita habitaba en una pequeña casa situada en una colina que dominaba la bahía con sus lisas playas de guijarros, cerca de la escuela. Unos metros más allá se podía visualizar la de radio, de acero y alambre. En una habitación anexa a dónde se encontraba, se hallaba el transmisor.

 

Advirtió un extraño sonido y por eso había salido fuera de la casa. Observó a su vecina quien había salido también, pero esta solamente para darle de comer a las gallinas. Aquel atronador sonido era como el batir de alas de unos pájaros gigantescos. La verdad es que no se podía ver nada por la fuerte lluvia que caía y la tierra y el mar estaban cubiertos por una espesa neblina.

 

-<<Seguro algún avión perdido por culpa del mal tiempo, el problema es que aquí no hay donde aterrizar y lo más probable es que se estrelle>> -pensó el Ragnarok.

 

A la final no se escucho ningún estallido ni estrepito y aquel sonido venido de las nubes comenzó a desaparecer tal como había llegado. Las veloces alas se alejaron pero el cainita se sentía intranquilo. Observo a su vecina entrar en su casa y él se quedo un poco mas afuera, parado bajo la lluvia. Allí, en aquella isla llovía prácticamente a diario, y nunca dejaba de soplar el viento. Un herbaje de algas, menudas y afiladas como una navaja se agitaba al viento como olas en un verde mar. Aquel islote, en el archipiélago de las Aleutianas, era el más alejado del continente americano- No había e el arboles o jardines, nada importante había sucedido en aquel pacifico lugar en todo el tiempo que alcanzaba la memoria del vampiro.

 

De pronto volvió a oír el mismo ruido como de batir de alas, pero esta vez, venía desde el mar y era cada vez más fuerte. Oyó el ruido metálico de pesadas cadenas, sordo golpear de martillos gigantescos, y el estruendo de las olas que rompían contra cascos de barcos. A través de la niebla le llegaba un ruido ensordecedor. Del muro de niebla que había retrocedido hacia el mar surgió una multitud de monstruos que, abriéndose paso por entre el violento oleaje, arribaron sin dificultad a la pedregosa playa. En ambos costados, de color gris acero, llevaban una insignia de un rojo vivo sobre fondo blanco: el Sol Naciente.

 

-Llegaron los japoneses –susurro.

 

En ese instante se abrieron las escotillas de los mounstros en movimientos y saltaron a tierra unos hombrecillos con uniforme de color pardo terroso. Negó con la cabeza y suspiro. No había caso esconderse, de todos modos los japoneses revisarían cada casa de la isla. Se adentro en su hogar y se sentó a esperar.

 

Una fuerte explosión destrozó de pronto todas las ventanas. El cainita salió despedido de su asiento y una lluvia de cristales cayó sobre él. Oyó a su vecina gritar afuera de su casa. A rastras, aun aturdido, cruzo la puerta rota. Los japoneses habían volado la antena para que no se emitiera ningún mensaje de aviso. La antena en aquel instante estaba torcida, había quedado inutilizada.

 

Una multitud de soldados, camuflados los cascos de acero bajo redes, subía corriendo por la colina. Se podía oír el vocerío de las órdenes y el rugido de los vehículos blindados. Los invasores irrumpieron en los terrenos de la casa del Ragnarok, abrieron las puertas a paradas, gritaron y derribaron los muebles, destrozaron todo. El Ragnarok se sentó en el suelo y vio como le apuntaban con sus fusiles. Los intrusos le contemplaban con ojos oblicuos, llenos de hostilidad. Un oficial de alto rango de los japoneses se abrió camino por entre la tropa, tersa la piel morena sobre los pómulos salientes. Hablo en un tono áspero y cortado.

 

-¿Cuántos americanos… ahora… en isla? –pregunto.

 

-Somos ciento sesenta y cinco personas ahora en la isla –contestó.

 

-No me refiero a los nativos, sino me refiero a los norteamericanos –dijo el oficial japonés.

 

-Ninguno, solo yo y soy ingles –confesó.

 

El japonés se le acercó. Sus penetrantes ojos, casi sin pestañas, se detuvieron a un palmo de la cara del cainita.

 

-¿Ha dicho usted por radio que hemos llegado? –pregunto.

 

El Ragnarok negó con la cabeza. Dibujo una mueca, supuso que los intrusos creerían que el trasmisor estaba en su casa, ya que la antena estaba cerca de su terreno. Suspiro, esperaba que alguien hubiera dado la alarma o aviso tras aquella treta para engañar inocentes. Acto seguido recibió un fuerte golpe en el `pecho. Hubiera caído hacia atrás de no haber estado sujeto fuertemente por uno de los soldados.

 

El hijo de la noche supuso lo que vendría después. Fue conducido hasta la playa. Se había levantado la niebla y brillaba el sol, que iluminaba la poderosa flota japonesa, con mil cañones apuntando a la isla. Había innumerables barcos de transporte, cruceros, destructores… y un portaviones. Evidentemente esta invasión era solo el primer empellón asestado a la puerta trasera de América.

 

………………………………

 

 

El cainita había decidido mostrarle aquella imagen de una invasión japonesa a una isla donde él estaba trabajando de maestro. Tal vez la mujer era muy joven o quizás no había nacido para aquellos años, pero era una de las cosas que a él le había marcado, aquella invasión antes de la guerra había sido un capítulo importante en el recuerdo del Ragnarok.

 

Él amaba la historia, la mitología, ahora, el vampiro había decidido mostrarle un viejo recuerdo que jamás pensó mostrar, no porque no fuera importante o encerrara algún tipo de misterio, sino porque aquellos detalles los había dejado muy en el fondo, en su interior, dentro de aquel extraño baúl.

 

Esperaba que aquello fuera suficiente, ya que la imagen la había creado dentro de la mente de la Pereira.

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Bel Evans Ollivander


No hice más que sonreír, cuando la muchachita se acerca con la vista puesta en la fuente más que en mí, y especialmente cuando con entusiasmo lanza el knut a sus aguas. Hasta ese momento, tenía el vago recuerdo de que la conocía de otra parte, pero es solo cuando dice su nombre que la recuerdo del todo.


Soy Bel, Bel Evans ¿en serio no te acuerdas de mí?


En el fondo, no podía culparla, pues en el año que había transcurrido fuera, había bajado considerablemente de peso, y abundantes canas se intercalaban a los cabellos pelirrojos. Por contraste, Melrose tenía los brazos más rechonchos (sin lugar a dudas que debía seguir alimentándose tan bien como recordaba), y en general, un estado físico envidiable.


No hubo tiempo para más presentaciones, o quizá visto de otra manera, tuvimos una tercera presentación. La intromisión había sido tan sutil que ni siquiera sabía si la arcana había estado en mi mente mucho tiempo antes de que sus primeras palabras se dejaran oír. De cualquier forma, su voz era tan suave, que disimulaba perfectamente la advertencia que acababa de lanzarnos a las dos.


"No trazará un futuro, pero reconforta el corazón" repliqué, también en silencio, cerrando los ojos, para concentrarme mejor en aquella curiosa sensación que se formaba en mi cabeza ante la intromisión de alguien más, que se me hacía semejante (pero no igual) a cuando debía concentrarme para evocar los instintos del animal en que me solía convertir, a través de la animagia.


Ah si, tenía que ser eso, la racionalidad de Rosália era lo que lo hacía distinto.


Cuando abrí los ojos, eché una mirada a Melrose antes de avanzar por el camino repleto de plantas, hacia la puerta del invernadero. La luz del día casi se había extinguido, y curiosas formas y sonidos se dejaban escuchar desde las enredaderas e incluso el musgo del suelo. ¿Qué tan ciertos serían los rumores sobre que efectivamente la arcana podía entender incluso a esos seres y a través de los mismos, adquirir más conocimiento de ellos y de los demás?


Deteniéndome ante la puerta, respiré hondo, antes de abrirla. Dentro, la figura de la bruja se distinguía, lo mismo que la de otro mago, de elegante porte y alta estatura, que reconocí a los segundos de caminar hacia allí y verlo más de cerca.


Buenas ¿noches? arcana Rosália― saludé, mientras sin poder contenerme olfateaba el ambiente que traía un cargado olor a menta, y mucho más sutil, un vago aroma a pétalos de rosa― creo que llegamos más temprano de lo debido― levantando la barbilla apunté con ella a Hades, y seguí observando con curiosidad el interior del recinto― no tengo problema en esperar o si usted puede, comenzar desde ya. Todo está en sus manos.


Ver ese caldero me animaba de una forma que no podía poner en palabras. Las pociones habían sido mi gran pasión e incluso ahora, en que no tenía más la magia (esa magia) conmigo, eran de las pocas habilidades en que había podido seguir, el pequeño consuelo en la nueva vida que había elegido. Era muy pronto para saber aun de qué forma serían las clases con Rosália, pero suponía que más tarde que temprano, tendría que informarle del "pequeño problema" que suponía para mi aprendizaje, el no poder poder conjurar hechizos con varita o cualquier clase de magia que emanara "de uno mismo".

Editado por Rory Despard

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