Jump to content

Íncubos y Súcubos (MM B: 84760)


Tauro M.
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Por momentos todo parecía sacado de una película, justo en la escena perfecta. La iluminación era tenue más eso no evitaba que pudiera apreciar cada curvatura de su piel. No habían más sonido que el de nuestras respiraciones. En el aire, se respiraba un aroma perfumado.

 

Y no habían testigos. Éramos solo aquella pasión inefable, ella y yo.

 

Mi primer respiro completo lo doy hasta sentarme en la cama. Allí donde ella, sin necesidad de utilizar ninguna fuerza, me coloca. Un solo toque y yo obedezco. Puedo sentir mi tez cálida a pesar de que en aquella habitación el clima era fresco, a pesar de tener nada o escasa ropa y el cabello mojado. El calor está en las venas.

 

Juega conmigo, sobretodo con mi autocontrol. Baila y nunca diría que lo hace para mi, no tolero ese tipo de posesividad. Baila para ella y yo solo tengo la dicha de ser su espectadora.

 

Al mismo tiempo me carcome el deseo, pero es uno muy particular, porque aquella mujer y demonio en frente de mí desde siempre había sabido provocar todo un caos en mi, fuera o no consciente de ello. Era capaz de despertar mi ternura y un instante después: lujuria.

 

Era esa conexión nuestra, incapaz de romperse a pesar de tantos tropiezos y triunfos en el progreso de nuestras vidas que, inevitablemente se terminaban cruzando una y otra vez. Pero aquello podía esperar, no estaba para racionalizar, definir o conceptualizar nada, mucho menos aquella relación nuestra. Era demasiado complicado cada vez que lo intentábamos. Así que la solución era ésta... dejarse llevar y ser la una con la otra.

 

Un gruñido desde la parte baja de mi garganta escapa inevitablemente en evidente reclamo a la tortura de que limite mis manos.

 

‒ Me gustas ‒ susurro y me deja contrariada cuando se aleja. La sigo con mi mirada, recuperando algo de claridad en mis pensamientos, mientras me apoyo en mis manos inclinándome hacia atrás. Comparto su sonrisa cuando al fin logro descifrar su intención y la música comienza a marcar su ritmo.

 

¿Cómo se describe la perfección? Porque se me antojaba perfecta, si se lo hubiese preguntado habría estado en absoluto desacuerdo y aún así yo estaría convencida.

 

No hablo, le dedico mi entera devoción, apenas entiendo un frase de su canción y suena muy apropiada: burn in love tonight.

 

Pero aquel también era un juego para dos. Desde la cama, imito su posición, como quien se mira en un espejo, aquel si que cumplía mi más grandes deseos, sigo sus movimientos que realizan sus manos.

 

A cierto punto... no podría distinguir quien sigue a quien.

 

@

EcRpQeP.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

En algún momento de la canción sus ojos se cerraron y fue como si ambas hubiesen sido transportadas a otra realidad, o por lo menos así lo sentía. No la podía ver ni tocar, pero la sentía en cada centímetro de su piel, parecía como si su respiración cálida la estuviese siguiendo de cerca. ¿Y si de verdad estaba pasando? ¿Y si estaba usando sus poderes de Súcubo para encantarla? De ser así estaba siendo demasiada atrevida. ¿Haría algo para detenerla? Por supuesto que no.

 

Cuando por fin abre los ojos se da cuenta de lo que está pasando, la sorprende imitándola o más bien bailando con ella. Aquello le da una idea, una de la que no está muy consciente si es conveniente llevar a cabo, pero que pretende experimentar. ¿Qué tan necesario es que dos cuerpos se toquen para poder sentir el verdadero éxtasis? ¿Es que acaso no hay algo más excepcional que la conexión astral, del alma, de espíritu o como lo quieran llamar? Se mordió el labio de solo pensarlo.

 

Esperó a que Sophie hiciera contacto visual con ella y la invitó a un nuevo juego en el cual adopta una nueva posición. Su espalda queda rígida contra el espaldar de la silla mientras cruza las piernas. Cuando vuelve a tener su atención se relaja. Sus manos empiezan a acariciar su cuerpo de forma más sensual a partir de los tobillos, subiendo por sus piernas, su cintura, brazos y terminan en su cuello. Lleva uno de sus dedos índices hacia la boca y lo humedece, para después bajarlo lentamente por su garganta, en medio de su pecho y se detiene. Aquello la agita a un punto en el que ya tiene que empezar a respirar por la boca. Sigue el camino con su dedo hasta llegar al vientre, en línea recta y ahí llega peligrosamente al borde de la tela que cubre su parte baja. La otra mano que ya está inquieta, sigue acariciando todo en cuanto puede en la parte superior, desde el cuello y un poco más abajo.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

No había forma que pudiera comparar aquella conexión. No importaban todos los caminos retorcidos que había recorrido o mis malas andanzas. Allí estaba, sentada y observando mientras me recordaban que la intimidad no tenía nada que ver con quitarse la ropa, que el verdadero éxtasis no guarda ninguna relación con el acto físico.

 

Intimidad era más un sinónimo de entrega, de compartirse sin reparos. Desnudar el alma era mucho más sensual y hasta más privado. Las dos éramos vulnerables en aquel momento y aun asi no existía espacio para ningún temor o reserva. Estaba rendida a sus encantos, ninguno de mis poderes o artimañas tenía ningún efecto; no podría hacerlo con ella de todas maneras, era retorcido e incluso ruín lo que podía hacer con una persona promedio cuando estaban así de vulnerables y a mi disposición. Entre nosotras solo había espacio para lo genuino.

 

Por momentos detesto aquella silla, es más, celo la silla que entra en contacto con su espalda y sus piernas. Celo los movimientos sensuales de sus caderas y como roza, cada vez, más de su piel contra la inerte madera incapaz de apreciarla.

 

Al mismo tiempo es hipnotizante, los sentidos agudizados me dejan ver el rastro brillante que deja su saliva en su piel, al tiempo que me saboreo los labios y un escalofrío me recorre en respuesta a los movimientos que mis propias manos han resumido como respuesta al estímulo visual.

Tiene mi total atención, tanto es así que por minutos no logro reaccionar más que a contemplar hasta donde dibuja el límite o mejor aun, descubrir que no quedaban límites.

 

Un crescendo que no tiene nada que ver con la música nos toma, nuestras voces ahogadas reclamando la intensidad del momento compartido a pesar de esa escasa distancia. Las manos a cada momento más demandantes y cada vez que cierro los ojos pierdo absoluta noción de que está alejada porque puedo sentirla en mi. Me muerdo los labios y abro los ojos, por un instante recuerdo que tenía un plan, que me había distraído de la manera más gratificante que se pueda imaginar.

 

‒ Si vas a jugar... ‒ jadeo susurrante un evidente reclamo a como me ha puesto en tortuosa tentación y me pongo de pie despacio. ‒ juguemos con todos los sentidos entonces ‒ para cuando sus ojos encuentran los míos, estoy sosteniendo mi varita y varias cosas suceden en un mismo momento, todas las luces se apagan dejando la habitación en absoluta oscuridad y su silla se ve reemplazada por un sillón mucho más cómodo para dos, apenas.

 

En lo que el oído se agudiza, sigo el camino que he memorizado desde mi posición hasta la suya.Con suavidad y tanto silencio como me es posible la alcanzo colocando mi mano sobre una de las suyas.

Entre la respiración, el instinto y el tacto nos comenzamos a descubrir. A ciegas las caricias... a ciegas los labios.

 

@

EcRpQeP.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Una vez se apagan las luces es como si apenas las hubiesen encendido. La oscuridad le brinda un aire de comodidad, cuando se camina entre las sombras por mucho tiempo es normal sentirse familiarizado con la ausencia de luz, pues es cuando de verdad llegas a conocer a las personas, cuando creen que nadie las ve. Sus sentidos se agudizan más, ahora es el oído el que pasa a ser protagonista y puede escuchar como arrastra sus pies hasta acercarse más a ella.

 

El nuevo sillón es mucho más cómodo que la silla, ahora puede recostarse más plácidamente en el. La suavidad de su mano tocando su pierna eriza cada uno de sus vellos, su espalda se arquea y con sus piernas hace espacio para que Sophie quede en medio de ellas, rodeando así su cintura, apretándola suavemente mientras intenta atraerla más hacia sí.

 

Sus labios buscan besar la amplitud de su cuello, esta vez sus movimientos son premeditados, ya no hay desespero en sus acciones aunque la desea mucho más que antes. Atrapa el lóbulo de su oreja entre sus labios succionándolo levemente antes de pasar su lengua. Sus manos suben por su espalda, presionando las yemas de sus dedos en la piel que está segura que va dejando marcas. Ansía sus labios, pero prefiere ir primero por su cara y llenarla de suaves besos, pasando incluso por sus párpados. Se encuentra con sus labios y los sella con un suave beso.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La oscuridad no es obstáculo de nada. Con aquel vínculo que compartíamos, bien podía susurrarle secretos en la luz o gritar verdades en la oscuridad sin necesidad de una sola palabra, bastaba una sola de aquellas caricias.

 

Ni siquiera queda espacio para preguntas necias, estábamos un paso más allá del consentimiento. Más me parecía que todo era válido, apostándolo todo en un juego que no se podía perder.

 

Su cuerpo tiene un ajuste perfecto con el mío, ni siquiera es un contacto milimétrico, no queda espacio alguno y hasta cierto punto resiste mi peso. Mi mano celebra por fin lograr un objetivo que buscaba desde que bailara tan sensual y me prohibiera aquellas libertades. Recorre en un solo trazo la distancia entre su cadera y su rodilla que levanto mi costado a la altura de mi cadera. Cada caricia es fuerte sin alcanzar ningún nivel de rudeza, su pieza resulta tan tersa a mis palmas que demanda un toque aun más suave.

 

¿Desde cuando es tan complicado respirar? Lo logro pero es a duras penas y es que me embriaga su aroma, su lengua en mi cuello no parece perdida, por el contrario es un camino que parece reconocer. Era difícil no comparar y es que era imposible olvidar.

 

Sus labios me transportaban.

 

Es un lugar muy acogedor ‒ le había dicho mientras ingresábamos la primer vez a aquella Disco y le preguntaba al tiempo, para hacer conversación, si quería algo de beber. Recordaba como me quitaba el aliento, los nervios que me generaba, mi corazón latiendo violentamente casi en mi garganta a cada pequeño roce. Incluso ahí, incontable tiempo antes, había tomado su mano y acariciado su mejilla de la forma más inocente, tanto así que me había sonrojado y hasta disculpado.

 

No tienes por qué dejar de hacerlo ‒ y su sonrisa había terminado de apagar cualquier duda en mi. Incluso en aquel primer momento ya sabía que la amaría el resto de mi vida, estaba de suerte porque... ‒ Esta noche no quiero más nada que estar contigo... ‒ había sido su respuesta.

 

En el presente, sus labios atrapan los míos, por casi la primer vez en esa velada, no es la lascivia la que lleva mis manos, es mucho más que eso, inefable. De hecho el beso es tan suave, va al contrapunto de las manos, que por un verdadero acto de magia, siguen desapareciendo tela.

 

En la oscuridad toco su mejilla como aquella vez, mis ojos se han adaptado perfectamente ahora. Sonrío sellando nuestros labios de nuevo con mayor ahínco ahora, mi lengua buscando la suya en un intrínseco beso y mis manos ascendiendo cada curva suya.

 

- Te prometí no hacerme responsable si no me detenías - y riendo antes de que su memoria perciba el Déjà vu la beso nuevamente, es solo una distracción de como mis uñas de mi mano dejan un rastro suave sobre su muslo.

 

Ninguna estaba ni un ápice dispuesta a detenerse.

 

Ni aquella noche, ni esta.

EcRpQeP.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

—Y yo te prometí... —se detuvo —, no sé ni qué te prometí —sonrió. —Pero sea lo que sea, esta noche es nuestra —. Lo que empezó, de nuevo, como un juego, no era más que una manera de exteriorizar sus sentimientos hacia ella. Tomó a Sophie de las caderas y la sentó en sus piernas, sus manos acariciaban sus muslos, recorriendo toda la extensión de sus piernas hasta volver a detenerse en sus caderas. A partir de allí, empezó a ascender por su espalda, asegurándose de llevar por su paso toda prenda que encontrara en el camino, si es que aun había alguna. Entrelazó una de sus manos y besó cada uno de sus dedos.

 

—Esa noche, aunque estabas nerviosa, jamás me detuviste. ¿Por qué? —aquello fue como si le estuviese leyendo el pensamiento, lo cual no sería raro, pues para ambas les era inevitable no recordar cada encuentro furtivo dentro de las instalaciones de Incúbos y Súcubos. Sus manos volvieron a hacer contacto con su piel, esta vez en su vientre, donde empezaron a dibujar figuras aleatorias mientras que con el dedo índice dibujaba una línea recta que subía en medio de sus pechos. Segundos después, lo acompañó su lengua.

 

—Dime, ¿por qué no me detuviste? —insistió.

 

La recordaba como un animalito acorralado en su primer encuentro, demasiado nerviosa, una persona tan distinta a la que tenía frente a sus ojos, al menos en ese sentido. Ella, por su lado, jugaba a ser valiente. Los juegos siempre la divertían, le gustaba poner a los demás en situaciones incómodas, a eso se dedicaba, pero en todo juego cometes el error de subestimar a tu adversario y en esa ocasión, no solo se trató de que Sophie le respondiera o de que ella también mostrara indicios de que quería que la pasión tomara las riendas, sino que subestimó sus sentimientos y lo lejos que estos la podían llevar.

 

¿Y si ambas desde el inicio hubiesen estado jugando el mismo juego? ¿Quién había seducido a quién? A estas alturas, teniéndola allí semi-desnuda podía jurar que Sophie siempre había sido quién la había llevado por el mal camino.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La pregunta que me hace suena sencilla pero es en realidad tan complicada de responder, especialmente cuando me jugaba la vida todos los días y eso me había malacostumbrado a preguntarme en lugar de "¿por qué?" un "¿por qué no?"

 

Es demasiada la distracción para mantener una sola línea pensamiento, si sus manos insisten en seguir patrones tan inesperados como tan deseados a la vez. La pregunta es obviamente retórica porque eran incontables la veces que le había dicho que la amaba, cada caricia y cada beso habían sido una forma más de expresarlo cuando las palabras se quedaban cortas.

 

Entonces, tenía sentido preguntarme ¿cómo era me había enamorado así? y aquello simplemente no tenía respuesta. Era como preguntarse por qué las plantas producen oxígeno o el porqué la Tierra gira alrededor del sol. Para mi amarla había sido como respirar, tan natural, tan lógico, tan inevitable. Aquello había justificado mi miedo al principio, la inseguridad, las dudas y hasta los nervios; saber que era tan real. Me parecía muy humano huir de algo que, aunque lo percibes como perfecto, podría herirte tan absoluta e irrevocablemente que a momentos es más fácil negárselo.

 

Pero aquel amor que había despertado en mi había superado todo y valía todo riesgo.

 

Por eso nunca la detuve.

 

Pero es demasiado para explicarlo ahora mismo, cuando cada caricia suya me descoloca los pensamientos y hasta el ritmo cardiaco. Cuando es su lengua la que deja un camino grabado a fuego en mi piel que carece ya de toda tela que la cubra.

 

No me impresiona que me pregunte aquello justo ahora porque es cierto que la Sophie de esos años era muy diferente a la que tiene enfrente. La que quiere ganarlo o perderlo todo pero vivir aquella pasión a plenitud. Estaba dispuesta a sorprenderla en todo sentido, a complacerla también. A demostrarle cuanto había aprendido como le había amenzado antes y, de paso, cuanto la extrañaban hasta mis huesos.

 

‒ Quizá... ‒ levanto su barbilla para arrancarle un beso fugaz pero agresivo en lo que mis manos toman las suyas y soy yo la que guío sus caricias por mi cuerpo ‒ te esperé toda mi vida para amarte‒ confieso inevitablemente ‒ o tal vez... ‒ mis caderas inquietas se mueven sobre ella. El roce directo con la piel me enerva al tiempo que con delicadeza mojo con mis besos su mano hasta lamer con poca sutileza su índice - me seduciste tanto que fue - mi mano lleva a suya hasta perderse muy al sur de mi vientre ‒ imposible ‒ no hay duda en su tacto, tanto es asi que me obliga a reprimir el gemido mordiendo mis labios ‒ resistirse ‒ termino con la palabra ahogada.

 

A esta altura, era imposible demostrar quien había iniciado con la primer indirecta, coqueteo o hasta el primer beso. Siempre sería un misterio indescifrable, más siempre había admirado su osadía, su forma de retarse a si misma y los demás a la vez. La habría culpado sin pensarlo dos veces de arrastrarnos a todo esto, pero lo único cierto es que éramos tan inevitables que era absolutamente indiferente. Ella o yo, el resultado iba a ser siempre el mismo: nosotras.

 

 

Editado por Sophie Haughton

EcRpQeP.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Su respuesta supera por mucho a lo que hubiese esperado, tanto en palabras como en acciones. Le encuentra mucho sentido a lo que dice, Tauro nunca había amado tanto a alguien de una manera tan pura, tan tangible, tan fuertemente como a Sophie. Responde su beso con la misma fiereza y después le sonríe. Definitivamente todo el tiempo que tuvieron que esperar para ese momento había valido la pena.

 

Observa hipnotizada el movimiento de la boca de Sophie cuando moja su dedo, lo que ocasiona que ella entreabra de manera involuntaria la suya. Su cuerpo en general también responde y sus caderas se mueven en dirección contraria a sus movimientos. Se deja guiar, pese a que siempre le ha gustado controlar todo lo que pasa, pero esta vez le resulta muy fácil. No muestra urgencia, tampoco prisa para llegar a donde sabe que la conducirá y hace un enorme esfuerzo por seguirla escuchando. Cuando su mano logra captar cierta humedad, entonces recupera la conciencia de todo lo que ocurre a su alrededor.

 

— Me temo que... te equivocas en algo. Yo no tengo la culpa de que me hayas resultado tan irresistible y esto que está pasando ahora, me recuerda claramente cómo empezó todo y la manera en cómo yo aporté para continuarlo —y antes de cualquier replica, dejó que su mano siguiera el curso que tenía que seguir. Dejó que los gemidos de ambas inundaran la habitación, que su cuerpo saltara sobre el suyo impulsado por sus movimientos, que sus labios besaran todo cuanto tenían en frente, con propiedad, con la libertad de poder recorrer sus pechos enteros y dejó que su lengua la acompañara en esa travesía. Se le antojaba terminar allí, sin necesidad de volver a la cama.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Puedo sentir las mejillas encendidas y el clima de la habitación poco tenía que ver. En la oscuridad en la que estábamos sumidas tampoco tenía demasiada importancia. Nada lo tenía, solo parecía real cada centímetro de su piel que estaba en contacto con la mía.

 

No recordaba experimentar algo así antes, todo en la dosis correcta, una mezcla perfecta de sentimiento y exceso de lascivia. Entonces era imposible no gemir de placer cuando su toque no era suave, era preciso y la temperatura de su boca en mi piel el equivalente a la gloria.

 

Enredo mis manos en su cabello, tiro de el también para romper el camino de saliva que ha dibujado en mis pechos y robarle un beso más, su venganza a que la interrumpa es dulcemente cruel, su mano se mueve veloz, al punto que jadeo un gemido entre sus labios que luego muerdo.

 

El frenesí nos va tomando a pocos, el ritmo no es lento, ni es rápido; es simplemente el que se nos antoja y nos vamos exigiendo mutuamente.

 

La cama había quedado en el total olvido, movernos habría implicado separarnos y eso se me antoja incluso doloroso en aquel instante. Cierro los ojos, más bien me obliga a hacerlo, me está llevando al límite porque así, sobre ella, soy yo quien está a su merced.

 

- In...jus..to - me toma tres jadeos una sola palabra, no era momento de tener extensas conversaciones, aquí la comunicación la marcaba cada gemido, cada caricia y los labios haciendo estragos. La detengo, un instante antes de llegar al éxtasis, el cuerpo caliente también al punto de casi sudar. Las piernas al punto del temblor.

 

Mi forma de detenerla es sutil, porque tampoco es que quisiera detenerme, más si prolongar aquello tanto como fuese fisiológicamente posible. La beso, solo eso pero con ahínco, mi lengua buscando la suya, totalmente sobre ella de manera que nuestros pechos se juntan casi a la misma altura y luego comienzo a descender por su cuerpo, mi lengua delinea su aureola.

 

Pero nada me detiene ahí, bajo todavía más, besando su vientre estoy fuera del alcance de sus manos lo que me da tiempo de recuperarme. Es como si le augurara su futuro pero me regreso a sus labios, mi mano es la que sigue el camino que mi boca inicia y está por retomar al escaparme con una sonrisa en los labios y hacer un segundo recorrido que está vez alcanza su destino y su sabor llena mi lengua.

Editado por Sophie Haughton

EcRpQeP.jpg


Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 semanas más tarde...

Un rugido feroz escapa de su garganta cuando nota que la detienen casi al final de su propósito. Está a punto de decir algo, de protestar, de incluso hacer una rabieta si es necesario, pero son los labios de Sophie quiénes de nuevo la envuelven y la hacen olvidar poco a poco lo que pasa por su mente, haciendo que simplemente se entregue a las miles de sensaciones que ella le causa. Su lengua no la recordaba tan juguetona, tan experta. Y sus manos... bueno, ellas saben exactamente qué punto tocar para incrementar el gozo.

 

Sin poder evitarlo la observa alejarse poco a poco de su boca, siendo casi una tortura. Pese a que sospecha lo que pretende no logra juntar una idea con otra, su mente está nublada, su voluntad está siendo doblegada. Arquea su espalda, echando su cabeza hacia atrás mientras que sus dedos se enredan en los cabellos de ella, jala de ellos apenas empleando la fuerza necesaria para no cortar el ritmo que llevan y en silencio le pide que no, que se detenga, pero esos son solo pensamientos que jamás logra expresar.

 

Como si Sophie la leyera, vuelve a sus labios y Tauro la recibe con una pasión desbocada que hace que le muerda el labio inferior con fuerza. Sus piernas se separan para hacer más lugar a su mano y tanto ella como Sophie se sintonizan en un mismo ritmo que arranca gemidos por igual. Allí ya no importa quién lleva las riendas sobre qué, ambas actúan como el complemento de la otra y ya sin poder evitarlo, ocurre el tan esperado evento.

 

El último gemido es el más largo, el más ronco, el más difícil de contener. A Tauro se le escapa de los labios el nombre de Sophie y lo sigue repitiendo hasta que cansada, se rinde para descargar todo su peso sobre el suyo.

 

@

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

Cargando...
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.