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Yaxley Manor (MM B: 109997)


Orión Yaxley
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- Me hubiese desvestido igual.

 

Se habían separado momentáneamente. Orión pasó su dedo gordo por la mejilla de ella. Pasó por encima de la cicatriz. Se mordió los labios y la caricia pasó a una suerte toma de poder. Agarró su nuca y la llevó hasta su rostro nuevamente. Los besos volvieron a ponerse intensos. La izquierda fue directo al sostén buscando liberar algún mecanismo, mientras que la derecha fue directa a sus propias partes íntimas masculinas.

 

Estimuló lo necesario para luego tomarla por la cintura. Flexionó los bíceps y cambió la posición. Le separó los brazos y aguardó un poco de distancia.

 

Birds flying high, you know how I feel

 

La estaba probando. Estaba pensando exactamente lo que haría esa tarde. Sentía la cálida brisa de una primavera tardía que se colaba entre las aberturas de la torre de vigilancia. Las últimas luces doradas dibujaban las siluetas. La piel suave y morena de Gatiux se acentuaba, ante el contraste de la pálida de Orión, quien con su rodilla derecha separó levemente las piernas de ella al ir haciéndose paso, hasta llegar al inicio de la bifurcación.

 

Volvió a besarla. Se impuso, para que el mismo sea uno lento, sin mordidas, uno pasional, mientras apretaba paulatinamente la rodilla en su ropa interior. Se separó, cuando sintió que el sol ya no estaba presente. Puso sus palmas sobre su abdomen y fue bajando, recorriendo una barba suave, prolija, y unos labios que iban a la par de su contextura física. Pasó por encima de su busto y bajó hasta su ropa interior. Resopló con fuerza desde su nariz y quitó la pieza de tela con las manos. Se aseguró que no era una muy importante y directamente la rompió. Con celeridad le tomó de los muslos y abrió las piernas. Empezó dando un largo y pausado recorrido con su boca. Sentía como las piernas de ella se enrollaban en su cuello.

 

Sun in the sky, you know how I feel

 

Con su mano izquierda buscó la derecha de Gatiux, mientras que, con la otra, se dirigía al busto.

 

Breeze driftin’ on by, you know how I feel

Luego del busto bajó hasta sus propias partes privadas. Sentía suyo el placer. Sentía suya la piel. Sentía que se pertenecían los dos. Sentía que ese cuerpo, robusto, castigado por batallas y años, le debía todo a la frágil Gatiux. Una fragilidad que lo podía matar en segundos.

 

Le dedicó un respiro profundo entre gambas y se levantó, aún con la derecha en su masculinidad. Llevaba una mirada especial, un smirk, una sonrisa con superioridad. Aunque, perdón, corrigiéndome, una sonrisa con complicidad. Él no era superior. Si hubiese sido algo en ese momento, hubiese sido algo completamente contrario.

 

Movía rítmicamente su derecha, como si fuera al compás de una canción. Dejó caer su pesado cuerpo para detenerlo con el antebrazo izquierdo, a centímetros del rostro de Gatiux. La cama se quejó. Él tomó la iniciativa. La besó nuevamente.

 

Sentía, muy adentro de suyo, el espíritu de un oso. Lo sentía más que cuando estaba transformado. Algo había pasado en el bosque. Había ido como Orión, pero había vuelto como él y algo más.

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La manor se encontraba en total silencio, todas las luces están apagadas y solo un pequeño claro de luz solar entra por la ventana iluminando algunos pasillos y cuartos de la inmensa construcción. Tanto Aaron como Maida voltearon a verme cuando los intercepte en el pasillo, intercambiaron unas cuantas palabras y la accioón del ojos grises me hizo resoplar un poco pero al final riopara retirar el guante de mi tío que dejó sobre mi cabeza, los sigo hasta el sillón de la sala de estar calzando el guante en mi mano, me quedaba un poco flojo pero que más da. Sentándome de ultima a un lado de la chimenea espero a que alguno hable y diga que pasa.

 

Enarco una ceja al escuchar las palabras pronunciadas por el pelinegro y me hecho hacia atrás en el sofá recargando mi cabeza en este. El extraño acontecimiento que Aaron contaba me dejo algo pensante, ese supuesto ardor de la cicatriz y los extraños patronus no encajaban - Temprano, cuando venia de regreso, sentí una extraña presencia en el bosque. Además me pareció sentir que algo me seguía - Hablé después de que Aaron terminada - Yo no, pero papá si. Iré a buscarlo a su habitación o mejor subamos hasta allá no quiero bajarlo y después tener que subirlo - Me levante para subir las escaleras e ir a la recamara de Eliot esperando que ambos vinieran.

 

Abriendo lentamente la puerta asomo mi cabeza y examino la habitación sin ver rastros del Croft termino de abrir la puerta para entrar del todo, y mientras espero que Maida y Aaron fui a sentarme en la cama. El pensador estaba a un costado y había algunos otros objetos esparcidos por el suelo.

 

Espero un rato pero no escucho que ellos vengan, así que con algo de pereza agarro el pensadero entre mis brazos y lo saco de la habitación. Hubiese sido más fácil traerlo con un hechizo, pero no me imagino el desastre que hubiese causado.

 

Dejando el pensadero a un lado me desparramo en el sofa y estiro ambas piernas - Listo, aquí lo tienen -

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  • 3 semanas más tarde...

- ... Kedavra! - el fogonazo verde iluminó la habitación por última vez. Desmemorizar magos siempre había sido ineficiente y después de perder la paciencia con aquellos extranjeros ilegales, había decidido que mi compañero de trabajo tendría un accidente.

 

El trabajo en cooperación mágica solía ser sumamente aburrido y salir en busca de inmigrantes ilegales, con algún problema detrás, siempre era preferible a la tonelada de permisos que había que sellar y firmar. Aquella tarde no había contado con la paciencia suficiente y me había encargado del problema a mi manera -por las malas-, por lo que solo quedaba tapar todo.

 

Transforme un gran mueble en un oso para que se encargara de los cuerpos y salí a la calle. Con una bocanada de aire fresco y un rápido vistazo a la casa simplemente desaparecí del lugar. Sabía que el animal volvería a su estado natural cuando todo pasara, y solo debería explicar por qué mi compañero había ido "solo" detrás de aquellos ilegales.

 

Negué con la cabeza, buena parte de mi falta de tolerancia se debía a las continuas discusiones con Zoe, la muchacha se parecía más a mi de lo que esperaba. Osada, independiente. "Solo le falta mi disciplina" pense maldiciendo por lo bajo. Near siempre influía más de la cuenta después de una de nuestras peleas.

 

Giré sobre mis talones visualizándome en el tejado de la torre de la manor, un estruendo acompañó el movimiento y entonces sentí un fuerte golpe en el pecho, como si algo me impidiese aparecerme. Abrí los ojos de golpe, el viento fuerte casi me cortaba el rostro. Estaba cayendo. De alguna manera no había podido llegar a mi destino en la manor, en vez de eso había aparecido en medio del aire sobre el bosque que rodeaba los terrenos familiares.

 

Aferre mi amuleto de vuelo para frenar la caída unos metros antes de tocar el suelo. Me incorporé como pude, algo sobresaltado por el suceso. Apenas pude captar un brillo turquesa que se deslizaba rápidamente a mi lado y desaparecía a mis espaldas, aunque cuando volteé ya no estaba ahí.

 

"¿un patronus?" tensé los músculos y deje aparecer mi varita en la mano izquierda "lo último que necesito son miembros de la orden merodeando mi hogar". Nada sucedió. Fije la vista en el suelo y cerre los ojos por unos segundos. Solo estaba algo paranoico por lo que acababa de ocurrir. Al volver a abrirlos pude ver el collar de Zoe -que por alguna razón siempre usaba como pulsera- tirado en el suelo. Lo tomé, algo alarmado y volví a intentar aparecer en la manor.

 

Crack

 

Apareci en la entrada del salón principal, todos parecían estar ensimismados con algún tipo de conversación seria. Busque con la mirada sin saludar. Zoella no estaba.

 

- Alguno vio a.. - comencé con tono serio, pero no hizo falta seguir. Mi hija bajó con algo en las manos y se tiro en uno de los sillones. Respire aliviado.

 

- ¿Ese es MI pensadero? - exclame con un falso enojo. Quería remarcar que me molestaba que tomaran mis cosas sin permiso, pero lo que acababa de suceder no dejaba de dar vueltas en mi cabeza. -¡¿... De de que se supone que va esta reunión en torno a mi pensadero?!

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Los juncos parecían escasos a las orillas del pequeño estanque, y la única idea en la cabeza de la chica era seguir los movimientos de estos que lo que sea que había robado su libro dejaba tras de si. Se arrepintió de su decisión cuando el espacio entre las altas plantas había pasado a ser menor que el su espacio personal y a duras penas visualizaba el rastro del ladrón.

 

Respiró hondo. Cuando decidió que había perseguido al animal lo suficiente y las ganas de recuperarun libro que había leido mas de 4 veces fueron sobrepasadas por las ganas de salir de aquel laberinto de vegetación se paró a mirar a su alrededor. Había pasado a formar parte de la fauna, y el camino que había tomado de ida había sido camuflado por la ira que la había recorrido mientras andaba.

 

-Me acabo de perder en la Yaxley?- pensó sintiéndose idi*** y alegre de que nadie de su recién estrenada familia estuviese allí pare juzgarla.- Ok, Eve.. si no puedes volver hacia detrás solo camina hacia delante... digo, estos juncos no pueden extenderse mucho mas- añadió dándose ánimos.- cortó un poco de tela de su vestido, acortándolo y mientras caminaba lo anotó entre algunas de las plantas, por si necesitaba volver.

 

Su angustia fue incrementandose a medida que avanzaba, recordandose a si misma respirar flash backs de momentos pasados iban y venían de su mente.

 

Y entonces la vió. Una criatura de approximadamente 3 metros se camufló entre los juncos. Una capucha cubría lo que parecía ser su cabeza y su figura estaba también camuflada por un halo de luz negro, que desfiguraba la visión. Evedhiel se paró en seco, despavorida, y la criatura casi tan sorprendida de verla como ella misma dió un salto sobre si mismo y se perdió en el cielo flotando entre el vuelo de un dementor y un patronus. Hasta perderse de la vista de Evedhiel.

 

La bruja empezó a correr, despavorida y finalmente y tras lo que parecieron horas la frondosidad de la vegetación fue haciéndose escasa y la chica pareció visualizar el fin de su agonía. Cuando pudo ver de nuevo el cielo, cayó de rodillas al suelo, herida por los tallos de los juncos y con el corazón latiéndole fuertemente. Una de sus manos buscó apoyo en el suelo, tanteando la superficie delante de ella.

 

Abrió confundida los ojos. Su libro estaba frente a ella, como si fuese parte de algún juego macabra. Se mordió el labio, enrabiada y percibió de nuevo una especie de halo entre dos rocas junto a ella, esta vez de color azul intenso, sacó a Nïnde del bolsillo de su desmejorado vestido amarillo:

 

-Ya me cansé de jugar.- dijo la chica, acercándose a las rocas mientras apuntaba con la varita entre ellas inundada de la rabia y el miedo que había pasado en el laberinto de juncos-

 

De entre ellas apareció un lince de 1.5 m approx, y un color grisáceo con ojos tan azules como el halo que lo rodeaba. Evedhiel retrocedió unos pasos, sin saber exactamente que tipo de criatura era aquella, y temiendo que fuese el patronus de la persona que había visto entre los juncos.

 

El lince, sin embargo, se acercó a la chica con una velocidad heterea y antes de que ella pudiese realizar acción alguna, posó una de sus patas en la rodilla de Evedhiel, que se desplomó de inmediato.

 

Su cabeza, sin embargo parecía estar mas viva que nunca y se sumió en lo que parecía ser un sueño vivido, en una lucha constante entre sus propios pensamientos y una ráfaga de memorias que ella no identificó como suyas:

 

Fuego.Luz,luz,luz,luz,luz......Oscuridad ,Oscuridad, Una serpiente,Oscuridad, Oscuridad...Un ángel. Ángel. Ángel. Ángel -NO.- quiso decir con esa última imagen en la cabeza, y de pronto... El bosque frente a la Yaxley.

 

El bosque como nunca lo había visto, la intensidad de los colores, la vida entre sus plantas y de nuevo... otro flash de pensamiento se llevo aquella vida y en su lugar dejó la tristeza de la sequía y la Yaxley, a lo lejos destrozada.

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Un anillo brillaba con las últimas luces de la tarde. Orión sonrió de lado, inflando y bajando el pecho rítmicamente con una respiración profunda. Miró cómplice a Gatiux que estaba dormida a su lado. Cerró la cajita y la guardó dentro del cajón de su mesita de noche. Suspiró. Tenía las sábanas que le llegaban hasta el ombligo, con una pierna extendida y una rodilla levantada. Flexionó la otra y con sumo cuidado salió de la cama sin despertarla. Así, se acercó a los grandes ventanales aún desnudo.

 

Sintió su estómago rugir.

 

Buscó su ropa interior que estaba a un lado de la cama, para colocársela junto con una salida de baño y un par de chanclas en los pies. Tomó los dos vasos vacíos de whisky y la botella para bajarlos hasta la cocina. Tomó un libro que venía ojeando hacía días: “Adivinación en el Siglo XXI, actualiza tus bolas de cristal” con un par de lentes de lectura. Bajó tarareando levemente una canción, estaba de buen humor.

 

Salió por la puerta de la torre que comunicaba a la biblioteca y abrió aquella que conectaba a la sala general. Se paró en seco y levantó su mirada azul, bajando un poco las gafas que llevaba. Se quedó en blanco. Giró un poco la cabeza. Maida, Aaron, Zoella y Near estaban frente a un pensadero, mientras que él bien podría haberse arreglado el cinto de la bata. Inspiró para hablar, pero volvió a quedarse en blanco. Cerró el libro.

 

- ¿Debería preocuparme por esta reunión? Su madre está durmiendo así que no hagan tanto jaleo.

 

Aunque con toda la actividad física ya hasta él tendría que haber estado dado vuelta.

 

Suspiró. Que ellos se encontraran allí a esas horas del día y con ese objeto mágico, no podía ni en mil años significar una fiesta de té. Sobre todo, por el hecho de organizarla sin él. Extendió la mano hacia el mueble que estaba debajo del tapete y dejó los vasos. Se acercó arrastrando un poquito los pies y se echó a un lado de Zoella. Se quitó los lentes y los guardó en uno de los bolsillos de la bata.

 

- ¿Y bien? ¿A quién hay que matar?

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  • 3 semanas más tarde...

Capítulo II. El Templo

 

-Búscalos...- Ordenó una voz grave que retumbó por el salón, uno viejo y olvidado en la historia milenaria de la magia. Quien hablaba parecía ser el líder, se notaba en el ímpetu, en la orden de la palabra.

Un viejo elfo abrazaba sus rodillas acobardado y con gran temor, arrinconado entre unas singulares estatuas apegadas a la pared circular de mármol que a su vez se enraizaba con gruesos ramajes que se tendían por toda la estancia. En medio de la habitación un brazo nacía de la tierra, una vieja rama de alguna criatura milenaria que extendía su mano dando una sola señal, el corazón verde, la piedra elemental, la vida del bosque había sido robada.

-Yo no pude, él era muy fuerte y yo no pude, no pude...- repetía una y otra vez el elfo alternando sus manos a la cabeza en un frenesí constante de desesperación- mi juramento yo, yo he fracasado a la madre....

-No puedes dejar que nuestro esfuerzo haya sido en vano, Galeano. Quien la ha robado seguramente conoce la ubicación de las demás y no podemos dejar que se haga con ellas... debes salir al exterior, debes ir a la fuente...- sostuvo una segunda voz, era un tono delicado, femenino.

-Pero él ya no existe- indicó Galeano quién se paraba a duras penas por la puñalada que había recibido en su muslo- él está muerto y ...y...

-Han pasado años...-sostuvo una voz ajena a las primeras dos, aunque al igual que la primera, provenía de un hombre.

-Millones de años...- respondió rápidamente otra igual de varonil.

-¡Siempre tan optimista!- resonó la voz de una mujer mientras el elfo se acercaba rebosando el eco de su andar en todo el lugar hasta dar con una de las esculturas, abrazándose a las faldas de quién figuraba ser mujer, de hecho, la única voz femenina hasta el momento- No es tu culpa, pero debes hacer lo que te dicen, debes ir a la fuente...

-Mi señora...- soltó el duende en un susurro mientras que de la estatua pareció desprenderse una débil luminosidad que acabó por tomar la forma de un pequeño felino con un cálido aura a su alrededor, uno que ante el paseo por sus piernas eliminó todo rastro del corte que había sufrido hace un rato atrás-... gracias...Los humanos de hoy no conocen el balance de la magia, ellos utilizan los poderes para desprestigiarse los unos a los otros...de hecho las criaturas como yo no podemos pisar los terrenos desde que se construyó esa morada maldita!!

-No cualquiera es digno de la magia...lo sabes Moret - sostuvo a la figura femenina, una voz que ya se había expresado, mientras de su inerte estatua expedía una fina voluta que terminó por formar un halcón.

-Sacrificamos nuestras vidas y nuestro poder para devolver el equilibro de la magia, no estamos aquí para discutir nuestros propios intereses...- objetó otra voz aún más seria mientras Galeano observaba cómo, de aquella estatua que esculpía a un esbelto mago, se desprendía otra alma, ésta vez la de un lobo.

El elfo se encontraba rodeado de tres almas puras de la naturaleza, guardianes del corazón verde; un lince , un halcón y un lobo, escuchando como deliberaban ante la situación grave y desconocida que experimentaría el terreno de los Yaxley y como no, el mundo mágico entero.

-¿De qué me he perdido?- se cuestionó otra voz femenina tras éstos tres guardianes pues de otra estatua expelía un aura dispersa que terminó por formarse sobre la cabeza del duende- ¡Vaya descanso!, soñé que nos robaban la piedra ¿cómo estás Galeano?... esperen, ¡esperen!- los ojos de aquella ardilla se posaron sobre la mano del centro de la sala- ¡LA PIEDRA NO ESTÁ!... ¡LA PIEDRA NO ESTÁ!- comenzó a repetir una y otra vez mientras saltaba de estatua en estatua, alternando de vez en cuando el piso y el hombro huesudo del elfo.

La luz que figuraba el lobo intentó atraparla entre sus dientes con un mordisco al vacío, uno que de todas maneras no tendría éxito pues su contacto traspasaba el vacío entre sí. El pequeño animal terminó su frenética actividad en la cabeza de otra estatua quién aún no despertaba del ensueño, casi eterno...

-Te ayudaremos Galeano, debemos ir a la fuente...- la frase provenía del aura de un Oso, quizás la primera voz que había ordenado a Galeano buscar a los futuros protectores del corazón verde-...me encargaré de despertar a ésta bruja y a los demás, sino ya los alcanzo luego- dijo el oso al elfo aludiendo al espíritu oculto en una de las estatuas restantes- Vayan, el tiempo corre....

 

*****

 

Aaron Augustine Black R. Yaxley

 

-¿El de Eliot?- cuestioné pensando que quizás no le sería agradable el hecho que se metieran en sus cosas, cuestión que creía, era de familia, sin embargo asentí, no teníamos otra opción- ¿te acompaña...

 

No había alcanzado a decirle si necesitaba que fuésemos Maida y yo cuando se esfumó con rapidez. Quedé mirando a mi prima, me paré del asiento y caminé por alrededor de la estancia mientras Zoella estaba en búsqueda del pensadero; la cicatriz seguía ardiendo; quise preguntarle si estaba bien, la verdad ni había tenido tiempo de hablar con ella y a decir verdad, si tenía cierto cariño familiar por la bruja.

 

-¿Qué haces allí sentada sin decir palabra?- cuestioné con una ceja arqueada. Fue en aquél instante en que Near apareció nuevamente en la sala.

 

>> Alguno vio a...

 

-Como va Eliot...-sostuve llegando hasta su costado, dejando caer una palma sobre su hombro en son de saludo y ayudar de paso a Zoella con el pensadero- ¿porqué no utilizaste magia?- bufé una sonrisa y llevé la varita hasta mi sien para mostrarles el recuerdo. Fijé los gélidos grises en Maida- ¿verás?...

 

La verdad no había mucho detalle que mostrar, más sí los sellos dibujados en la tierra de aquella parte del bosque, extrañas figuras que, como les mostraba, tenían cierto magnetismo inmune o más bien resistente a la magia. En eso, escuché la voz de mi padrino.

 

-¿No haz visto algo extraño últimamente?...- le pregunté.

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Un frondoso bosque cubría toda la extensión de la Mansión. Los árboles, altos y muy juntos, tapaban la escasa luz solar y me sumían en una extraña noche artificial. Recorría aquel paraje con la vista perdida entre las diversas tonalidades de verde, ensimismado, y mis pulmones se llenaban de aquel aroma a madera húmeda y corteza. Mi flequillo blanco se mecía levemente con la brisa fresca, y sobre mi camisa negra, de vez en cuando, caían hojas de alguna dirección que no conseguía averiguar.

 

Finalmente llegué a lo que parecía ser un camino de piedra. Metros más adelante, una fuente con un inmenso ciervo que parecía que echaría a correr sobre mí en cualquier momento. La Mansión lucía añeja, polvorienta como una botella de vino que lleva años reservándose para el mejor momento. Flores marchitas, tejas rotas. Y sin embargo conservaba toda su elegancia. Era precisamente esa antigüedad casi ruinosa lo que le otorgaba una identidad particular.

 

Me paré frente a la puerta y llamé. Esperé algunos minutos, pero nadie salió a recibirme. Enarqué una ceja extrañado. Qué costumbres más raras. Después recordé el lema de la familia, y me pareció que quizá los recibimientos no eran más que una convención social que no estaba a la altura de los libres. Abrí la puerta, que se encontraba entornada.

 

Observé a mi alrededor, enmudecido. Avancé unos pasos, adentrándome en mi nuevo hogar. Mi macuto en la espalda de repente pesaba menos que mi ansiedad por conocer a mis nuevos compañeros. Me movía en completo silencio, con la mandíbula apretada y el ceño fruncido. Entonces me encontré a un grupo de personas alrededor de un pensadero y a un joven alto en bata.

 

¿Interrumpo algo? –Pregunté, tartamudeando–. Sí, interrumpo algo. –Respondí antes de que nadie más pudiese añadir algo, retrocediendo para marcharme.

Editado por Sísifo

"mi vida es una hoguera / amo hasta el daño que me hizo"


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¿Qué haces allí sentada sin decir palabra? —la voz de Aaron sonaba, ¿preocupada? Aunque seguro y no era por ella, pero de todas maneras, por fin logró que la Yaxley reaccionara y le dirigiera la mirada.

 

Nada, espero a que la niña traiga el pensadero, entiendo que no puedas estar encerrado, pero, ¿en el bosque tan temprano? —se puso de pie y en ese instante, apareció Elliot en la casa y su hija bajaba las escaleras con el pensadero. Maida volvió a alejarse por unos instantes.

 

Era cierto que haría de todo por cualquiera de sus primos, incluida Evedhiel, a quien prácticamente no conocía. Sin embargo, sus ánimos no estaban para tratar de lidiar con las maldiciones que normalmente estaban unidas a la familia. Necesitaba paz en la mente y por unos instantes consideró el ser un poco egoísta, subir y esconder en la habitación. Tenía ya gente que lo ayudaría, ¿tenía algo de malo huir de los líos familiares por una vez? Mientras más lo pensaba, más temblaba. ¿Iba a llorar? Los ojos le escocían.

 

Llegó Orión, y esa fue una cosa más en la lista de los "Pros" para zafar de la situación. Estando él, quizá todos estarían más seguros, todos entenderían si de pronto, saliera corriendo del lugar.

 

¿Verás? —volvió a sacarla de su forcejeo mental, y al toparse con sus ojos, sintió como una estaca la clavaba al suelo. Asintió levemente mientras sus planes de huida se esfumaban. Se colocó al lado de su primo mientras él desprendía el recuerdo sobre el Pensadero.

 

El recuerdo que compartía, podía bien ser el relato de un cuento de ciencia ficción de los que los muggles amaban. Pero ver a Aaron casi levitando, de manera involuntaria y con esa expresión de desconcierto en el rostro era real. Tenían que ayudarlo, y no todos si no querían, pero ella sí. Aprovechó la cercanía y rozó sus dedos contra la cicatriz que él decía ahora le escocía mucho. Además de la historia del bosque, había que tener la historia de esa marca, y todo lo que pudiera relacionarse. Presionó el dedo índice sobre el centro de la cicatriz, la temperatura era alta, sin llegar a ser febril.

 

¿Cómo y donde exactamente te hiciste esto? —preguntó de pronto.

 

Pudo ver la incomodidad de él al verse confrontado, sin embargo, encontró en otra voz, su salida de escape. Un completo desconocido para Maida, se unía al centro de actividades Yaxley, dándose cuenta que interrumpía. La chica bufó, y el mago aprovechó para deshacerse de su toque, volvió a bufar. Si creía que no iba a repreguntar, la conocía poco o nada.

 

No retrocedas —dijo entonces, tratando de poner el tono amable de siempre—, por experiencia propia te recomiendo que si ya estás metido en el lío Yaxley, es mejor solucionarlo de adentro, que de fuera. Maida Yaxley, un gusto.

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Sus manos.

 

Quizás aquel fue el primer indicador de que algo no andaba bien. Sus manos normalmente frías como mármol precían ahora contener la calidez de un ciervatillo recién nacido. Evedhiel apenas tuvo tiempo de enfocar su mirada en ellas para darse cuenta de que en general todo su cuerpo se encontraba recorrido por esa calidez. Sus pies parecían flotar y las ramas entre sus.. zarpas?

 

- Espera. Espera. ESPERA!- pero sus patas corrían, avanzaban alrededor de la maleza, alejándose del camino conocido que la llevaban a la mansión Ella no era ella. No al menos como se había conocido, en su lugar sus sentidos casi felinos captaban información de lo que la rodeaba. El bosque parecía más vivo y ella a pesar de estar más confusa que nunca, parecía conocer el lugar exacto hacia donde se dirigía. Esa extraña sensación de estar felizmente perdida.

 

Esta maldiga sensación de sentir que nunca se había sentido tan libre en un cuerpo que ni siquiera era el suyo propio. Como si hasta entonces no hubiese sabido a la perfección lo que la libertad de ser una Yaxley significaba. Sus paso se desaceleraron como inducidos por una invisible fuerza y la maleza a su alrededor se convirtió en rocas, que la felina Evedhiel siguió adentrándose en lo que parecía ser una entrada al centro de la tierra, o aquello le pareció a medida que bajaba niveles.

 

Casi no había percibido la oscuridad que la rodeaba, pues sus ojos parecían haberse adaptado a la falta de luz, y su visión no entendía de luz o sombra. Cuando llegó al sitio adecuado, paro y se sentó sobre sus dos patas traseras??

 

Entro y salió de un duermevela hasta que al final sucumbió a la llamada de Morfeo y se quedó dormida.

 

Se despertó dolorida con su cabeza reposando sobre una roca cercana y un dolor en la parte izquierda de su cuello. Hostezó. Qué había pasado? Había soñado? Sus manos volvían a ser finas y lo más importante humanas, pero la chica tenía la suficiente experiencia en el mundo mágico como para saber que aquello no había sido un sueño. Sus ojos ahora humanoides apenas visualizaban el suelo que pisaba, y avanzó medio a tientas hacia el único atisbo de luz que la guiaba.

 

El corazón le latía a ritmo de tambores inexistentes, y el sonido interno de este pareció enmudecerse ante el sonido más fuerte de pisadas a su alrededor. Evedhiel tensó su postura, y llevó su mano izquierda a NÏnde que afortunadamente no había desaparecido de su bolsillo girándose hacia la procedencia de las pisadas pero sin dejar de avanzar hacia La Luz.

 

Cuando la penumbra fue lo suficientemente clara para visualizar su alrededor, la figura del lince ladrón la saludó. La chica se puso en guardia dispuesta a lanzar cualquier conjuro que se le viniese a la mente.

 

- tú! - Dijo apretando los dientes- no se que demonios me has hecho y donde me has traído, pero espero que lo disfrutases porque esto es lo último que vas a hacer en tu insignificante vida. Sectusem....- consnzó a decir, pero el lince fue más rápido y saltó justo detrás de la chica, posicionándose justo en La Luz y dejando reflejar el sol en sus cabellos blancos plata.

 

La chica hubiese estado sorprendida ante la belleza de aquel extraño animal si no hubiese sido porque su interés había sido trasladado a lo que se posicionaba tras de el.

 

La Luz provenía de un agujero casi perfecto cavado en la roca que parecía elevarse kilómetros hasta que por fin alcanzaba la superficie. Bajo la roca, sin haber recibido visitantes desde hacía más de dos siglos, muros de mármol blanco y grisáceo con enormes ventanales de colores vivos intervalos por vegetación crecida. Todo daba forma a lo que la chica no pudo describir más que un enorme templo.

 

Las rodillas de la chica se entumecieron. Dónde diablos estaba?

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Desde luego no llegaba en el mejor momento. Mi macuto cayó al suelo con un estruendo seco. La voz de aquella chica trataba de sonar amable pero se notaba que estaba inmersa en la preocupación. Tenía el pelo recogido en un moño y un aire de nostalgia. Su aspecto me llamó la atención. Algo en su manera de estar me hizo identificarme con ella.

 

Supongo que en cierto modo sí que estoy involucrado en esto... –Musité, desviando mi mirada hacia el joven que parecía encontrarse en un aprieto. La verdad es que no entendía absolutamente nada de aquella insólita situación– ¿Puedo ayudar de alguna forma?

 

Soy Sísifo. Un placer. –Añadí atropelladamente al recordar que la joven se había presentado. Tanto alboroto me hacía olvidar el orden adecuado de las palabras. Rasqué mi nuca en busca de algo de valor para afrontar aquel problema que no alcanzaba a comprender.

"mi vida es una hoguera / amo hasta el daño que me hizo"


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