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Calles de Londres


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Shadowhunters. Callejón Diagon.

12 de marzo; 23:45 hrs.

 

Era el comienzo de lo que parecía ser la noche más larga desde que Kaori había dado a luz a el pequeño Sammael, quien se había despertado llorando a todo pulmón, algo que para ambos padres no era normal, ya que el pequeño demonio dormía plácidamente tras ser amamantado por su madre. Pero aquella noche, parecía ser que el pequeño Sammael sabía que algo malo empezaba a ocurrir en el mundo mágico, algo que sólo el bebé, en ese momento podía presentir.

 

Desde la habitación del matrimonio, cada noche se podía escuchar la música que sonaba en el lugar, pero en aquel momento lo único que se escuchaba era el llanto del bebé, cosa que le parecía aún más extraño al metamorfomago, nunca había tanto silencio en aquel lugar como aquella noche. El mago paseaba por todo el lugar a su pequeño hijo mientras trataba de hacerlo dormir y salir a ver qué pasaba, pero eso no fue necesario, pues Fabiano su elfo se había aparecido al pie de su cama.

 

—Amos. —chillo el elfo mientras hacía una reverencia tanto para Aries, como para Kaori, quien aún no le perdonaba que el elfo le contará todo lo que ella hacía al mago cuando este no se encontraba en casa. Aries miro al elfo como si quisiera matarlo, pero dejó que este siguiera con lo que les quería decir.

 

—Está corriendo el rumor de que el Ministro Yaxley ha roto el Estatuto Secreto de la Magia. Los magos que se han enterado han comenzado a causar destrozos en el barrio muggle sin que les importe que estos se enteren.

 

El demonio miraba a su esposa, pero ninguna palabra era para ella, todo eran instrucciones y preguntas al elfo quien atendía cada cosa con un movimiento leve de cabeza.

 

—¿Estás seguro de lo que has dicho? —el elfo negó levemente, por lo que Aries volvió a hablar sin esperar una respuesta. —Quiero que vengas con el profeta a primera hora del día. Ahora encárgate de los animales, quiero que todo esté preparado por si tenemos que salir de aquí.

Para cuando Fabiano se retiró de la presencia de Aries, este miró a la mujer de cabellos negros.

 

—Vas a ir a encontrarte con… ¿verdad? —no era necesario mencionar el nombre del líder de la Orden por que las paredes escuchaban y ellos necesitaban aun mantener un bajo perfil para no poner en peligro la vida de su pequeño hijo.

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Todo había Sido muy rápido, por un momento pensó que aquella mujer no era tan mala como le había hecho creer el señor Sherlock hacia tiempo, pero lo único que recordó fue una voz y momentos después se encontraba encima de Ginny volando alrededor de la mansión Medici... Eso principalmente había un olor en el ambiente que hacía que el hipogrifo buscará con su mirada...

 

--Eh... Que... Le pasó a elfito?... Porque tengo dos huevos??... Que diablos...--

 

Y sin decir mas miro alrededor y un segundo después Ginny oculta por la obscuridad de la noche comenzó a descender en la parte trasera del castillo cerca de un ventanal ya que desde hace tiempo había detectado el olfato de @@Sagitas Potter Blue, el cual era muy parecido al de Sherlock Holmes y gracias a su vista privilegiada logro localizarla atravez de los ventanas en lo que parecía ser una biblioteca...

 

--Señorita del pelo bonito es usted?--

 

Le decía elfito subido sobre la cabeza del hipogrifo pegando la cara en el ventanal y tocando la ventana aún sin comprender los peligros en los que están metidos alza su manita para ver si así sagitas lograba verlo...

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Mansión Di Médici.

13 de marzo, madrugada.

 

Si de algo estaba orgulloso y seguro, era mi sentido de alarma. Haber estado trabajando durante decenas de años contras las fuerzas oscuras, te hacía entender que siempre estábamos rodeado de ellas y cuando algo sobre eso estaba cerca, uno ya podía saberlo. No entendía por qué la intuición me impedía irme de allí, no sabía por qué, pero a pesar de ésa duda, algo hizo que me llamara la atención. Agudicé mis sentidos, tanto de los oídos y de la vista. Y pude observar movimientos extraños.

 

Sin darme cuenta, había llegado silenciosamente a la entrada de la Mansión Di Médici. No recordaba si alguna vez había entrado a esos aposentos, pero lo que importaba era algo: desde allí, pude ver que el aire se alteraba unas tres veces. Medianoche. ¿Visitas inesperadas? Esperaba que no. Tenia habilidades y podía hacer uso de ellas, asi que no tenía alternativa.

 

Di algunas zancadas guardando mi varita, para refugiarme en aquellos altos árboles y frondosos arbustos. Mi cuerpo empezó a achicarse y mi ropa empezó a transformarse en aquellas plumas que tanto amaba. Claramente adopté mi forma animaga e inmediatamente tomé vuelo, sobre pasando la copa de los árboles y ululando como podía ulular cualquier lechuza o búho a ésa hora de la noche. Le di unas dos vueltas a la mansión y pude ver que no era una sino tres personas en el umbral.

 

Lo más raro fue la aparición de ese hipogrifo y el elfo que parecía querer ser el cuarto recién llegado. Aleteando, pude ver que ésta criatura salió despedida a causa de un hechizo y los invitados entraban a la mansión. ¿Qué demonios estaba pasando? Decidí bajar a husmear, porque claramente era algo a lo que no estaba invitado. Pero estaba ahí. La vueltas del destino.

 

Aterricé en uno de los árboles que más cerca de la mansión estaba. Las ventanas de aquellos pisos superiores daban a las habitaciones o eso creía. Pero pasaron dos cosas que llamaron mi atención. Aferrado a aquella rama, inerte como todo animal nocturno, pude ver que el Elfo también se acercaba a las ventanas pero montado en un hipogrifo. ¡Un elfo montado en un hipogrifo! Y parecía querer llamar la atención de alguien. Mis grandes ojos (y profundos) notaron aquellos cabellos violetas. ¡Por Merlín!

 

¿Sagitas? ¿Qué hace allí?” Ululé. El ambiente vaticinaba un mal augurio. Una persona que conocía bien ¿en un mal momento?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Pasillos ministeriales, poco después de la Conferencia de Prensa



La furia rugía en el interior de Mackenzie Malfoy mientras se aproximaba al lugar del Ministerio de Magia donde sabía que, en aquellos momentos, un ufano Aaron Black, Ministro de Magia por la gracia del populacho, trataba de escapar indemne de las preguntas de unos atónitos reporteros. Desde aquella distancia y, a través de la joya que robara tiempo atrás del Ministerio, podía sentir la satisfacción del Ministro e incluso escuchar las preguntas de los reporteros y las respuestas de aquel engreído. Era tarde. ¡Maldita sea! Días atrás, cuando se enteró de aquellos planes, apenas pudo darles crédito. A pesar de todas las evidencias, Mackenzie no pensaba que alguien pudiera ser tan est****o. Tan políticamente ignorante. ¿Es que no era capaz de prever las consecuencias? No. Obviamente no. Lamentablemente, Aaron Black pertenecía a aquella élite de magos que se creían inmunes a todo, poderosos por familia, sangre y derecho. Mackenzie Malfoy estaba acostumbrados a ellos. No en vano pertenecía a un linaje mágico de sangre pura que había generado tantos ignorantes engreídos y orgullosos como el propio Black.

Con la sangre hirviendo en sus venas, la bruja prefería ignorar el hecho de que llevaba tiempo ya apartada de la política visible y activa. Temperamental como era, en aquellos momentos le importaba poco lo que pudiera suceder. Todo el mal estaba hecho ya y era plenamente consciente de que poco podía hacer para pararlo. Aún así, le daba igual. Sólo necesitaba hacer una cosa y la iba a hacer. ¡Por las barbas de Merlín! ¡Vaya que si la iba a hacer!

Se acercó a los pasillos ministeriales y al momento comenzó a oír las voces que hasta el momento sólo habían sido pensamientos en su cabeza, gracias al maravilloso objeto que tiempo atrás robara, justo antes de abandonar la Oficina del Ministro para siempre, antes de que se hubiera nombrado un sustituto. Aquella joya le había permitido vigilar de cerca al nuevo Ministro, pero lo cierto es que Mackenzie le había prestado poca atención a los asuntos políticos, sumida como estaba en otras prioridades. Ni siquiera al conocer su intención de eliminar el Velo y romper el Estatuto se había preocupado lo suficiente.

Varias voces increpaban al Ministro y una punzada de angustia azuzó la rabia que sentía cuando escuchó sus palabras acerca de Japón. ¡Había comprado a los japoneses! Aquello era ya el colmo. Mackenzie Malfoy sujetó con una mano la larga túnica de satén gris perla que llevaba puesta y caminó a zancadas la distancia final que la separaba de Aaron, que se alejaba de la prensa por los pasillos, tan rápido como la decencia se lo permitía. ¡Decencia! ¡Maldita sea, aquel monstruo no tenía decencia alguna!

—¡Aaron! —Lo llamó desde un par de pasos de distancia, que no tardó en recorrer. —¡Maldito mentecato! ¿Eres consciente de lo que has hecho?

Sin poderlo evitar y antes de que el Ministro de Magia pudiera responder, Mackenzie terminó sus palabras con una sonora bofetada en pleno rostro del eminente político.




@

Off:

Sorryyyyyyy pero tenía que hacerlo xDDD Mack es demasiado temperamental como para no aprovechar esto. Felicidades por el rol!

 

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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CALLEJÓN DIAGÓN
13 de marzo, 8:46 am.

Escuchó la gran declaración del Ministro sobre el estatuto de Magia pero le daba, a grandes rasgos, lo mismo. Sabía muy bien las consecuencias negativas que traería pero también habría la gran puerta a la integración de ambos mundos: un mundo con magia y un mundo con tecnología. Goderic era sincero consigo mismo y sabía muy bien que habría un choque inicial bastante peligroso para ambos grupos pero si se trataba con el cuidado y respeto que se merecía ¿no era posible pensar en una evolución en la humanidad?

Un sonrisa burlona se reflejó en su rostro ante tal pensamiento ¿a quién quería engañar? ¿desde cuando la humanidad había sido capaz de integrar culturas y mantener la paz? ¿sería acaso posible que la codicia o el temor ante algo nuevo y diferente no venzan? Probablemente la decisión del Ministro lleve a otra era de cacería de brujas, una mucho más violenta y global.

Muchos bandos podrían aparecer, alianzas que serán traicionadas y mucha sangre derramada para nada. ¿Acaso no les bastaba ya con una guerra? Involucrar a más personas solo llevarían a más caos, aunque... ¿qué podría hacer? ya casi se había retirado, había extendido sus redes a otros países para precisamente poder estar en paz y seguro con su familia ¡y ahora esto!. <<Nunca podré jubilarme>> pensó.

Se dirigió a la Agencia de Servicios Profesionales, no para saber qué contramedidas se podrían tomar como Simposio, no, simplemente requería de sus servicios. En su estancia en EEUU había recobrado un artefacto extraño y necesitaba descubrir sus secretos, Goderic estaba seguro que solo era un mecanismo de seguridad y lo importante se encontraba dentro pero por más que intentó no pudo abrir aquella caja. Por esa razón buscaba los servicios de la Agencia, quizás ellos fuesen capaces de abrirla o conociesen a algún experto en artefactos mágicos.

Dudaba que por la hora se encontrase abierto pero serían días caóticos gracias al anuncio del Ministro, sino era ahora que todavía no se desataba el verdadero pandemonium ¿cuándo podría? Se encontró a una mujer esperando cerca del negocio que, efectivamente, se encontraba cerrado. Se detuvo a unos nueve metros de ella y se sentó en la acera, esperando ver algún movimiento del local.

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CALLEJÓN DIAGÓN

13 de marzo, entre las 8:00am y las 9:00am.


No da crédito alguno a lo que acaba de escuchar. Le toma varios minutos entender y asimilar todo lo que aquella declaraciones significan. Conforme paso el tiempo todo se irá de control, conforme las horas transcurran es probable que los fanáticos del Ministro comiencen con sus acciones para desbaratar el secreto de los magos. Luego de esas declaraciones supone que el tablero de la guerra podría moverse. Las personas más sensatas seguramente le quitarán el apoyo al Ministro para no ser relacionados con una flagrante violación al Estatuto para el Secreto de los Magos. Pero al mismo tiempo los gobernantes de países reaccionarios seguramente apoyarán la decisión de Aaron.

 

Como líder de la Orden del Fénix sabe lo que debe hacer, pero no es el momento. Debe descansar y esperar al día siguiente para planear las acciones con sus lugartenientes. En esa situación deben buscar el apoyo de todos los países amigues y de cualquier persona que esté a favor de terminar con esa ridiculez. Espera también, aunque sabe que es un pensamiento ridículo y est****o, que la Confederación Internacional de Magos condene las declaraciones de Aaron. Supone que algunos países se pronunciarán, eso es más fácil de creer.

 

No es necesario convocar a nadie. Aunque no le agrada el lugar que va a visitar es el sitio en dónde deben reunirse, es la tapadera perfecta para reunirse a organizar todo. Aún puede ingresar a aquel lugar, pues aunque se haya alejado de la organización técnicamente aún es propietario.

 

Convoca una silla y se sienta mirando a la puerta de entrada. Fue cuidadoso, está seguro de eso, pero nunca se sabe. Reconoce la voz de Ellie luego de varios minutos de espera. Con un movimiento de varita abre la puerta, sin embargo continúa sentado a la espera.

 

—Pasa, hay mucho de lo que hablar. Kaori debería llegar en cualquier momento.

 

 

@@Ellie Moody

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Mansión Potter Black

 

Rasqué la cabeza de Fenrir, distraido. Me encontraba en la Potter Black, vestido un con pantalón gris y una camiseta azul. Parecían días tranquilos, pero algo me decía que solo era un período de calma. Aunque tal vez solo fuera una sensación mia....En casa estaban siendo días un tanto extraños....

 

@@Helike R V PB habia regresado (por fin) a casa tras su viaje. Parecía que habían siglos desde que simplemente, un día, se marchó...y yo me había acostumbrado a cuidar solo de nuestra hija, por extraño qeu sonase....Bueno, quien decía acostumbrado, decía que aun no había muerto. De no ser por Sagitas, seguramente había terminado entrando en pánico la primera vez que la pequeña de la casa se había echado a llorar

 

 

Fenrir gruñó ligeramente, justo a tiempo para que Harpo apareciera delante mia, con una nota de @@Xell Vladimir Potter Black en la mano para mi. Alcé la ceja, tomándola un poco extrañado. El elfo estaba ligeramente nervioso, pero en cuanto terminé de leer la nota, mi expresión cambió.

 

- Tiene que ser una broma. Iré a la Ojo Loco enseguida.

 

Me aparecí en la habitación para tomar mis deportivas y calzarme, procurando no hacer ruido para no despertar a la niña. En un abrir y cerrar de ojos, me encontraba atravesando las puertas de la Ojo Loco, buscando a Xell.

- Prima! Como que ya no existe el Secreto? - pregunté en voz alta

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Quería entrar a éste rol, pero no sabía como ¡mil gracias @@Matt Blackner ! al menos algo he leído del secreto ese (?) xDD

 

On:

 

Estaba bañando a la niña en nuestro cuarto de la mansión Potter Black, mientras le cantaba una nana, de las que recordaba y que mi yaya me había enseñado. La pequeña se reía y chapoteaba en la pequeña bañera. Había escuchado el trajín en la habitación de al lado aunque supuse que Matt estaría por ahí organizando las cosas. Elentari sonreía y con sus gorgoritos me daban una paz que hacía mucho tiempo que no experimentaba.

 

Tras media hora y echa un cristo con la ropa empapada me cambié nuevamente y le encargué a Galadriel que terminara de vestirla, con lo cuál en un periquete la pequeña de la casa, ya estaba tapada en su cunita y echándose a dormir.

 

- descansa mi pequeña...

 

Me giré y Harpo aún todavía estaba en la mitad del cuarto.

 

- ¿qué pasa?

 

Éste negó con la cabeza y antes de desaparecerse y gracias a mis reflejos vampíricos tomé el papelito que llevaba en la mano aunque, con la otra, lo había agarrado con fuerza de la muñeca.

 

- ¿Dónde está el amo Matt? -pensaba que, si trataba a mi marido como el patriarca que era, quizás el elfo me mostraría un poco más de respeto.

 

- Se fue a la Ojo Loco - de la sorpresa inicial, el sirviente se aprovechó para desaparecerse. Cuando quise agarrarle nuevamente sólo cogí aire. Maldije por lo bajo y leí la nota. El Ministro Aaron, había corrido el velo del secreto. O dicho de otra manera, daba conocer al mundo la existencia de los magos...

 

- ¡Éste tío es un i******! - grité en alto y la pequeña empezó a llorar, me acerqué a la cunita y con un poco más de cariños y susurros, volvió a dormirse. Me puse nerviosa. Sabía que era mortífago yo estaba en sus filas y aunque conocía el bando de antes... no, no era el momento para ésto. Había que hacer algo. Pero, ¿lo qué? ¿Derrocarlo, quizás? Había acumulado demasiado poder. Y aunque por el momento parecía que la paz estaba en Ottery, sabía que las guerras entre bandos, volverían de nuevo. Mi mente empezaba a funcionar con demasiada rapidez. ¿Cómo se tomarían esa información, la casta y pura sangre de los magos y brujas de Ottery? Algo me decía que no sería buena idea el levantar el veto del secreto.

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Londres, 13 marzo, de madrugada:

 

Había enviado las nota a todos los miembros de Accidentes, diciéndoles lo que había pasado. Al día siguiente, los periódicos muggles hablarían de tantos hechos inexplicados, hablarían de la Magia, de los magos y hechiceras que vivían con ellos, a su lado. Me apreté las manos, estaban húmedas del sudor frío que me recorría todo el cuerpo. Harpo, el pobre elfo de la familia, aguantaba mi verborrea muy callado, dedicándose a horneas sus famosas galletas de chocolate y canela.

 

- ¿Crees que vendrán? - le pregunté, por enésima vez. - ¿Crees que la tía Sagitas lo sabe? ¿Por qué se fue a casa de una amiga a estas horas de la noche?

 

Caminé por la cocina tantas veces que seguro que había hecho un caminito arrastrado los pies, meditando sobre lo ocurrido y sus consecuencias. Aquello era horrible, rompía con todo la política del departamento.

 

- ¿A quién fue a ver la tía Sagitas? - insistia en vano pues el elfo callaba y seguía sacando galletas del horno. Parecía que iba a venir un pelotón con tantas como estaba cocinando.

 

Cuando sentí los pasos de alguien que entraba con mucha prisa, casi salto sobre él. Era el primo Matt y era el Director de Accidentes, seguro que él sabría qué había que hacer.

 

- ¡No, primo, no existe! ¡El... bobo babuino que tenemos de Ministro lo ha roto! ¿Sabes lo que significa? Los Muggles nos verán, sabrán de nuestra existencia. Volveremos a aquella etapa oscura de persecución y muerte de todos los que crean brujos, sea verdad o mentira.

 

La aventura que habíamos tenido las dos tías, la tía Cye y la tía Sagitas, en aquel pueblo de los Estados Unidos, era una clara muestra de lo que se nos esperaba si no actuábamos deprisa.

 

- ¡Esto va a desembocar en una guerra peor que en la que nos encontramos ahora contra Bulgaria! Nos temerán... Nos tendrán envidia... Nos acusarán de cualquier cosa... ¡Nos atacarán y nos matarán, como en Salem. ¡Volveremos a la Edad Media cuando se mataron a tantas mujeres acusándolas de brujas! ¡Matt, Matt, tengo miedo...! ¿Qué hacemos?

 

Me puse a llorar, tantos años defendiendo el Secreto para acabar de esta manera...

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CALLEJÓN DIAGÓN


13 de marzo, 9:00am



La puerta se abre, sin que nadie la accione. Ellie se muerde un labio con nerviosismo, pero empuja la puerta y entra a la Agencia. El interior está oscuro, dejando muy en claro que las operaciones están paralizadas. Hobbamock está sentado en el vestíbulo, mirando fijamente a la puerta con la varita mágica en la mano. Aquella es una buena señal, aunque no le gusta verlo pensativo; tenía la esperanza de que estuviese reunido el Simposio de Ladrones, ideando algún plan. Aunque ¿qué pueden hacer las personas normales? Más allá de las organizaciones secretas y clandestinas, de los títulos largos, del poder mágico, no cuentan con el verdadero poder para hacer algo importante: ese poder que ahora le sobra a Aaron Yaxley, que está decidido a usar para sus caprichos ideológicos más que para el bien común. Los últimos meses había mantenido una postura de indiferencia con respecto al Ministro de Magia, a pesar de todas las cosas malas que salían a la luz; ahora, sin embargo, sabe que debe tomar una verdadera posición al respecto. La neutralidad no será inofensiva, sino que representará apoyo hacia las acciones del Ministro.


—Quisiera saber por qué clase de proceso mental, Yaxley llegó a la conclusión de que el Estatuto del Secreto era la mejor solución para nada —suelta Ellie, con los brazos cruzados sobre el pecho. Se pone a cruzar el vestíbulo de un lado a otro, incapaz de concebir la idea de quedarse sentada. Extrae del bolsillo de su túnica negra el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos, que se coloca en el dedo anular de la mano izquierda para activar el encantamiento con el cual está equipado. Aunque quizás sea una estupidez, seguir protegiendo el tema de la Orden del Fénix... Teme que, tarde o temprano, absolutamente todo terminará saliendo a la luz—. Ya no es sólo Bulgaria, o Italia. Todo el mundo podrá el ojo sobre nosotros. ¿Cuánto tardarán Trump o Putin en bombardearnos, o lanzarnos una de esas armas nucleares de las que están tan orgullosos? Debe pensar que un protego nos va a salvar y entonces vamos a dominar a los muggles y todo...


Al levantar la mirada a uno de los ventanales, se da cuenta de que hay alguien en la acera, observando hacia el interior. No puede evitar preocuparse, pero al observarlo atentamente cree recordarlo de algún lugar y tiene la sensación de que Hobb lo conoce, así que le hace un gesto para lo observe y quizás le haga entrar.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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