Calles de Londres

[Adrian Wild]

Centro de Atención de Emergencia "Sangre de Cristo"

13 de marzo, madrugada

Ahora comprendía todo. Por eso estaba ocurriendo aquel sinsentido en las calles muggles de Londres. ¡Vaya una auténtica locura! ¿Cómo habían podido permitir que el mismísimo Ministro de Magia británico, máximo responsable de nuestra comunidad mágica, hubiera arrancado con tamaña soberbia el velo que nos había estado protegiendo durante más de trescientos años? Ni siquiera yo, con tantos años a mis espaldas había conocido Londres sin esa protección. No podía creerme que no hubiera controles en sus discursos y comparecencias, que no estuveira todo programado, que... ¿Y si no había sido sólo decisión suya soltar aquella sentencia? Con un gobierno liderado por mi hermana, por muy payasa que fuera, esto no hubiera sucedido. No podía imaginar qué ocurriría si... Si...

 

- ¿Pero, a quién tememos exactamente? ¿A los muggles o a nosotros mismos?

 

Mi observación fue lanzada al aire insconscientemente. Ni siquiera había pensado en que diría algo así. Sin embargo, podía imaginar de dónde surgía: de mis años de experiencia relacionándome con ese mundo del que nos habíamos apartado por terrores pasados. Pero, el pasado era eso, pasado. Yo mismo sabía cómo se comportaban los muggles frente a la magia, aunque jamás pudiera revelar mi familiarización con descubrirle nuestro secreto a la familia muggle que había significado mi único hogar durante los primeros años de mi vida . Ellos jamás me habían traicionado, aunque era cierto que vivían cada muestra de magia como algo excepcional, como algo de lo que poder aprovecharse; pero nunca lo habían hecho. Nunca me habían tenido miedo. La causa de todos los miedos es el desconocimiento, eso lo sabía bien. Yo había temido a mi padre, a reencontrarme con él antes de saber que estaba muerto, hasta que descubrí... Hasta que conocí más sobre él.

 

- Quiero decir --me había percatado que mi observación, aunque inconsciente, había dejado perplejos a ambos hombres, y debía solucionarlo--, ¿por qué nos han de temer si no les damos motivos para ello? ¿Por qué debemos volver a cánones antiguos? Quizá seamos nosotros los que no sepamos no estar por encima de ellos, infundiéndoles temor.

 

Ante la estupefacción de mis palabras, que ni yo mismo creía, decidí tirar por la tangente:

 

- Creo que aceptaré esa sangre. Estoy delirando. Llevo días sin probar... --"Ya lo has empezado, Adrian, ahora termínalo", mi mente me jugaba aquellas malas pasadas--. Bocado.

 

La situación era mucho más complicada de lo que había imaginado. No pude mantener la mirada fija en mis interlocutores, por lo que observé cómo desde unas puertas situadas al fondo del refugio el grupo de magos y brujas encargados de la cocina repartían toda clase de austeras comidas a los comensales distribuidos entre dos grandes mesas alargadas a los lados. Qué raro. Allí no había elfos.

 

 

 

Edito: olvido menciones, para variar... @@Rory Despard @@Syrius McGonagall @@Sherlyn Stark

Editado 29 de Marzo del 2020 por Adrian Wild

[Keaton Ravenclaw]

Mansión Di Médici.

Madrugada. 13 de marzo.

 

El Triviani aún no estaba del todo adaptado a su regreso, era poco probable, si quiera, que alguien supiera que estaba ya de vuelta mas que Matthew, y con las buenas nuevas, aunque no tan buenas, el ojiverde aún sentía ganas de irse de nuevo sin decir nada, sin embargo, parecía que no iba a ser posible.

 

Al cabo de unos días de su regreso a Reino Unido, el vampiro recibió la encomienda de volver a Ministerio como parte de Departamento de Misterios, acompañada, claro, de un jugoso sueldo si aceptaba volver a ser un inefable. Aquella era tal vez la señal que necesitaba, pues añoraba aún el Concilio, pero necesitaba de nuevo algo que lo apasionara, y Misterios siempre había sido su sueño, de hecho, con aquella noticia, se había propuesto, sin quererlo, a dirigir aquel lugar.

 

Pero claro, sus planes siempre se veían alborotados por la familia que lo había adoptado. Se había unido a los Triviani después de años de pasar de familia en familia, con firme convicción de estar siempre a lado del hombre que amaba, aunque ahora que ya no existía aquel matrimonio... dudó un poco en cuanto sintió el llamado por parte de Candela. Sabía que, de alguna forma, era su hijo, y el llamado era precisamente para ellos, por lo que, no teniendo más que hacer...

 

⸺Más os vale que me hallan levantado de la cama por algo importante ⸺Dijo cuando se apareció a espaldas de la matriarca de los italianos en un lugar que no conocía, ¿o si? De inmediato sintió una tensión poco favorable, no sabía exactamente qué hacía él allí, no sabía qué diablos iba a pasar, pero ya había llegado y pues tenía que involucrarse, aunque por la cara y las palabras de la mujer que abrió la puerta, sintió que se le estaba escapando un chisme muy jugoso. ¿Qué pasaba allí?

 

@@Candela Triviani

[Valky]

Kaori M.

Shadowhunters. Callejón Diagon.
12 de marzo; 23:45 hrs.

Desde la llegada de Sammael a sus vidas la pareja aprovechaba cada segundo que el bebé les daba para poder descansar, con el pasar de los días ya estaban logrando que durmiera más, pero esa noche simplemente era imposible. Kaori estaba preparando un biberón mientras Aries se encargaba de distraerlo para que dejara de llorar.

—¿Será que le duele algo? —preguntó ingresando en la habitación y cargaba a su hijo para darle de comer. En ese momento apareció Fabiano, el chismoso elfo al que la bruja no soportaba. —Ya pequeño… que tienes, no llores… —decía en voz suave y dulce, mientras lo arrullaba.

Estuvo a punto de caérsele el biberón de la mano cuando escuchó la información que el elfo les estaba dando ¿En qué cabeza cabía retirar el Estatuto del Secreto? ¿Es que acaso el Ministro se había vuelto loco? Se preguntó, pero en realidad aquel personaje nunca había estado a la altura del puesto y ahora lo demostraba una vez más, al tomar semejante decisión sin siquiera ponerse a pensar en todo lo que esta implicaba.

—Si, tengo que ir. —Respondió la pelinegra, Sammael al fin había dejado de llorar así que con cuidado se lo entregó a su esposo. La verdad es que no deseaba alejarse de su familia, pero dadas las circunstancias no tenía otra alternativa. Había adquirido un compromiso con la Orden del Fénix y al parecer había llegado el día en que debía cumplirlo.

—Esto es malo… —dijo cambiándose el pijama por unos pantalones jean y una blusa gris, se puso unos botines bajos y cómodos para luego tomar una túnica de viaje y guardar en ella varias cosas que quizá le hicieran falta.

—Prometo volver apenas me sea posible… Te amo —Dijo dándole un beso en la frente a su hijo, acarició la mejilla del demonio que tenia por esposo, sonrió y le dio un rápido beso en los labios. No necesitaba pedirle que se cuidara o que cuidara al niño, ella sabía a la perfección que su primogénito quedaba en las mejores manos.

Simposio de Ladrones – Madrugada del 13 de marzo.

Atravesó sin problema alguno el portal, era miembro del simposio y como tal sabía perfectamente donde se podía o no aparecer sin correr peligro de caer en alguna trampa que, en el peor de los casos, la mandará al interior de un volcán activo. Como era de esperarse, Hobb estaba despierto, aunque aún no había ningún miembro del bando junto a él, quizá porque apenas había transcurrido un par de horas desde que la rueda de prensa había terminado o quizá ya estaban merodeando por las calles analizando la situación, que seguramente a la luz del día se vería peor.

—No, tú debes quedarte aquí, iré yo e intentaré ganar algo de tiempo —Respondió cuando el mago de ojos extraños se planteo la posibilidad de abandonar el país para reunirse con el presidente del MACUSA. —No creo que sea mucho, pero al menos será algo mientras analizamos como proceder. —para ese momento ya estaba abriendo un nuevo portal.

—Los miembros de la Orden no acostumbran quedarse quietos, sería bueno empezar a recopilar información, volveré en la mañana. —Añadió antes de desaparecer.

MACUSA - 12 de marzo.

—A mi tampoco me pone feliz estar aquí y menos dadas las circunstancias—Respondió a las palabras de O’Brien —Hobb es más útil donde esta, como comprenderá. —Era realmente ilógico que el líder de la Orden se encargara de esos asuntos y como el tiempo apremiaba, Kaori empezó a hablar apenas el mago se lo permitió.

—La información que le llegó es correcta, nuestro ministro se ha vuelto loco y el Estatuto del Secreto ha sido removido, lo que nos deja en la mira de todos. Lo que deseamos Sr. presidente es que nos consiga un poco de tiempo, se que sus congresistas lo presionaran para que tome cartas en el asunto y que será complicado convencer a Trump, pero ya lo consiguió una vez cuando evitó declararnos la guerra hace tan solo unos meses atrás—Dijo esperanzada. —Aun no tenemos confirmación de si la Confederación tuvo o no conocimiento de los planes de Yaxley, pero lo más probable es que actuara solo. —Aunque recordando quien la presidia quizá eso no fuera del todo cierto, en todo caso lo único que tenía por el momento eran conjeturas.

En ese instante un avión de papel entró a la oficina interrumpiendo la reunión. El ceño del hombre se frunció mientras leía lo que decía, levantó la mirada hacía Kaori como dudando por un momento si compartir o no con ella esa información.

—Zack Ivashkov ya no forma parte de la Confederación. Su puesto ahora lo ocupará Malfoy, Mackenzie Malfoy. Quizá no todo está perdido— dijo —Trataré de darles todo el tiempo y la ayuda que me sea posible. —Añadió finalmente.

—Gracias señor presidente, ahora si me disculpa, tengo que volver. Si consideramos pertinente uno de nosotros volverá, de igual forma usted sabe cómo ubicarnos— Dijo la bruja abriendo un nuevo portal.

Apenas lo atravesó revisó que todo el perímetro fuera seguro, movió su varita invocando un patronus en forma de serpiente a Hobb, el mensaje era sencillo. ‹‹Zack Ivashkov ha caído. Mackenzie Malfoy lo sustituye. La Confederación es nuestra.››

[Syrius McGonagall]

Matt Ironwood.

 

Centro de Atención de Emergencia "Sangre de Cristo", 13 de Marzo.

 

 

Escuchó perplejo las preocupaciones y dudas de Adrián, ¿intentaba decir que estaba de acuerdo con romper el estatuto? ¿Apoyaba el sinsentido del déspota que regía aquel país? Frunció el ceño mientras observa con más atención al mago, el castaño era de la opinión que magos y nomajs podían convivir, su familia era un claro ejemplo de ello desde su fundación hace más de un milenio en las frías y azotadas por el viento islas del norte de Escocia. Pero el mundo era un sistema muy complejo, capaz de entramados que se superponen unas sobre otras y ligaban a todos, uno no podía simplemente desgarrar una de esas capas y esperar que el equilibrio y funcionamiento del sistema se mantuviera, era impensable.

 

-Creeme que defiendo la idea de un mundo donde magos y nomajs podamos convivir en paz, mi familia es testigo como tantas otras - se sinceró el ojiazul - Pero esta no es la forma, lo viste con tus propios ojos - señaló hacia la entrada del refugio - En las calles hay una guerra, mostrarnos de esta manera, a nuestro mundo con tal carta de presentación… ¿Como reaccionarias tu? Te ahorro la respuesta, con miedo, miedo por ti, por tu familia, por tus amigos, por tu rutina y todos sabemos cómo se reacciona ante el miedo - hizo una pausa mientras casi mecánicamente baja nuevamente la vista al reloj en su muñeca - o huyes… o lo enfrentas…- remarcó con una larga pausa la última palabra - el mundo está pendiendo de un hilo, todos corremos peligro y debemos actuar y enmendar cuanto podamos -

 

El mundo mágico ya vivía una guerra, no quería un nuevo enfrentamiento. Su país se había logrado mantener al margen hasta el momento, ¿Pero podría seguir manteniéndose neutro? Estaba seguro que ahora mismo en el Woolworth Building, el Congreso encabezado por el presidente O'Brien estaría reunido analizando la situación y proponiendo respuestas y con suerte alguna de aquellas resoluciones llegaría pronto a los relojes de los agentes del FBI que fueron desplegados por todo el Reino Unido, desde Belfast hasta Norwich, de Londres a Glasgow, en Cardiff y Newcastle, en toda gran ciudad de Gran Bretaña e Irlanda del Norte se habían desplegado agentes listos para evacuar a la población y acatar cualquier acción que el MACUSA considerara pertinente.

 

-Me vendría algo bien para el desayuno - se obligó a abtraerse nuevamente a la realidad sonriéndole al Padre Despard - Pero antes tengo que ir con mi gente - se excusó mientras dejaba ambos magos atrás enfrascados en el tema del desayuno y cruzaba la concurrida estancia hacia sus tres compatriotas.

 

Los dos magos y la bruja aguardaban incómodos frente a la fila que conducía al Ministerio Ingles - Señores Smith y Andrew, Señora Wylleman - se detuvo frente a ellos - Saben donde queda la embajada, el Embajador Colleans los está esperando, alli tendran algo cálido para comer y podrán partir rumbo a su hogares con prontitud - les informó - Estarán bien, suerte y cuidense - les despidió con una sonrisa cálida.

 

Mientras los observaba salir del refugio se preguntó si debía de acompañarlos, la Embajada no estaba lejos y los tres eran magos adultos y capaces pero aun así un regusto amargo se formó en su boca, solo una llamada de atención de Despard lo hizo girarse, el desayuno estaba servido - Ya voy Padre - contestó mientras emprendia la marcha hacia el par de magos.

 

 

@@Rory Despard @@Adrian Wild @

[Juliens]

CALLEJÓN DIAGÓN

13 de marzo, entre las 9:00am aprox.

 

—El proceso mental de que es un mortífago y un confeso seguidor de Grindelwald. Un loco que añora la gloria que no pudo tener otro loco en el pasado. En esa época fuimos salvados por Newt, Tina y Dumbledore. Ahora somos nosotros quienes debemos actuar, no creo que nadie más lo haga.

 

La bruja expresa verbalmente todo lo que él está pensando. Sin embargo, el panorama le parece que es mucho más complicado (si cabe) de lo expuesto. Las armas nucleares, per se, no son el mayor problema al que se deberán enfrentar si efectivamente todo se sale de control. Quizá ante la caída de una bomba la gran mayoría de magos podría huir. El problema radica en que las cacerías se volverán nuevamente populares. Los nomajs harán hasta lo imposible por capturar y asesinar a magos y brujas. Y eso es, habiendo sido él criado con esas historias, lo que le da verdadero miedo.

 

—Exacto. Algunos gobiernos mágicos del mundo nos declararán la guerra, y lo peor es que otros tantos estarán a favor del ministro y harán declaraciones similares. Tengo entendido que Trump amenazó con una bomba a mi predecesor. Los cabecillas de los países nomaj no podían hacer nada porque les llamarían locos. El ministro les ha dado la oportunidad perfecta para iniciar un genocidio.

 

Cuando deja de hablar mira en la dirección en que Ellie señala. Es Goderic, compañero tanto del Simposio como de la Orden del Fénix. Haca una seña que espera sea comprendida, le está invitando a pasar.

 

—Lo peor es que la confederación internacional de magos está manejada igualmente por mortífagos.

 

No puede seguir hablando porque la tranquilidad del lugar se ve perturbada por la repentina aparición de un Patronus. Es una serpiente, es el patronus de Kaori. La serpiente desaparece justo después de dar el mensaje.

 

‹‹Zack Ivashkov ha caído. Mackenzie Malfoy lo sustituye. La Confederación es nuestra.››

 

 

 

Estados Unidos de América, Despacho del Presidente del MACUSA

~Wilhelm O’Brien López

En cuanto se despide de la enviada de Hobb abre el cajón del escritorio y saca un reloj. Va a tener problemas, lo sabe. Aunque tiene mayoría en el congreso tiene también cierta oposición. El apoyo de su gente no es incondicional, nunca lo ha sido. Lo apoyan cuando hace las cosas bien y son los primeros en criticarlo cuando se equivoca. Y por eso mismo es que prefiere no equivocarse. Pero dada la situación es momento de actuar.

 

Envía un mensaje usando el reloj a todos los agentes ubicados en los lugares estratégicos del mundo: ‹‹Protejan a los nuestros, intenten traerlos a casa. Si desean peleen contra las ideas de Gellert que tanto daño nos hicieron en el pasado.››

 

 

 

 

@@Ellie Moody @@Syrius McGonagall @

 

[Goderic Slithering]

CALLEJÓN DIAGÓN, Agencia de Servicios Profesionales
13 de marzo, aproximadamente las 9:00am.

Se estira perezosamente cuando nota que la mujer entra al negocio después que la puerta se abriera. Espera unos momentos y él también se levanta de su improvisado asiento, limpiándose el polvo que se había impregnado a su capa negra. Si bien podría utilizar magia para limpiarse un poco mejor, decide no hacerlo ya que se había vuelto una costumbre el no usar magia a menos que de verdad fuese necesario. No era por negar la magia que residía en él sino al hecho de volverse más independiente.

Mientras se frotaba sus ojos por la hora, nota el gesto de Hobbamock invitándole a entrar al negocio y, naturalmente, lo hace. Logra captar un patronus que desaparecía, ¿acaso era una serpiente? aunque no logra oír el mensaje que entregaba, no sabe si fue mala sincronía o alguno de los tantos hechizos del local o personales para mantener la confidencialidad de las conversaciones. Tampoco que le preocupase mucho recibir el mensaje, al contrario, temía que al escucharlo se tuviera que hacer responsable del conocimiento adquirido.

- ¡Hola! tanto tiempo.- saluda con más energía y familiaridad de la que incluso él esperaba.- ¿Escucharon el anuncio del Ministro? ¿Qué tendrá en la cabeza? En fin... seguro serán días ajetreados y agotadores.

Se había mantenido lejos de la Orden del Fénix, aunque siempre realizaba algunos trabajos menores o de diplomacia de los Estados Unidos; incluso se mantuvo alejado de toda noticia del Simposio solamente para tener días tranquilos. Vuelve a Londres por una razón puntual y se arma un lío de tales proporciones, no sabía si alguien había colocado una maldición sobre él o qué, pero no le resultaba gracioso.

- No sé si estás en condiciones de hacer negocios. Necesito abrir un artefacto mágico, algo como una caja de seguridad.- hace una leve pausa.- Aunque no creo tener información que te satisfaga así que... ¿quizás quieras mandarme a alguna misión que requiera mis habilidades? ¿quizás realizar alguna profecía sobre el anuncio del Ministro? No sé, estoy seguro que alguna utilidad podrás encontrarme.

De todas formas se vería involucrado en este caos. Además, no tenía la intención de vivir en un mundo en constante guerra y cacería. No obstante, también le era de vital importancia el desarmar aquel artefacto mágico, así que era un negocio de ganar - ganar.

[Mackenzie Malfoy]

Una semana antes de la Conferencia de Prensa del Ministro. Escuela de Arqueomagia. Florencia.

 

 

Dos magos conversaban amigablemente en un despacho de la Escuela de Arqueomagia de Florencia, sentados en un diván, uno enfrente del otro, junto a una mesita baja, sobre la que descansaban dos vasos medio llenos y una botella de elegante etiqueta del mejor whisky de fuego escocés. Ninguno de los dos lo tomaba con hielo o cualquier otro aditamento, aunque a los dos les gustaba apurarlo después de un buen café, cuya bandeja acababa de ser retirada por un elfo de confianza. Ambos eran arqueomagos y aparentaban la misma edad, en torno a los primeros años de la treintena. Y, aunque también ambos mantenían un porte elegante y sofisticado, no había muchas más similitudes visibles entre ambos. Mackenzie Malfoy era muy delgada, sus ojos chispeaban destellos verdes y su cabello era de un castaño cobrizo que recordaba a las dunas de un desierto al atardecer. Sebastian Crowld se mantenía en forma, pero su compostura era robusta y fuerte, su rostro más bien cuadrado, sus cabellos oscuros y ondulados y sus ojos de un marrón oliváceo. Ella vestía una elegante túnica verde esmeralda, larga hasta los tobillos y adornada con ricos bordados. Él vestía un traje muggle de corte elegante y caro.

 

Hablaban con confianza y era evidente que se conocían y estimaban desde hacía muchos años.

 

—La polilla no cayó en la cerveza. Tu mente empieza a gastarte malas pasadas. Acuérdate que estuvo girando durante horas en el pastel.

 

—Mentiroso. Eres tu el que no se acuerda de nada. Te tragaste la polilla y no te diste cuenta hasta que salió volando de tu boca. ¡A saber cómo!

 

Esta vez Sebastian no replicó. Sus ojos reían por el recuerdo y, todavía deleitándose en la nostalgia de aquellos años adolescentes, guardó silencio unos momentos mientras apuraba un trago del vaso de whisky de fuego.

 

—Entonces, ¿no vas a aceptar? —Dijo cuando terminó de degustar el exquisito licor.

 

—¡Vamos, Sebastian! ¿En serio vas a volver a sacar ese tema? Ya te lo he dicho. No, no pienso aceptar. —Mackenzie miró de reojo a la pila de misivas que llenaban su escritorio, junto al balcón con vistas a la Piazza dei Duomo. Eran misivas de varios dignatarios ofreciéndole su apoyo para ponerla a cargo de la Confederación Internacional de Magos.

 

—Mack, deberías pensártelo mejor. Este Ministro es peligroso y la comunidad diplomática anda preocupada.

 

—Sebastian, si vuelves a lo mismo, mejor que te marches y me dejes trabajar. He dicho que no. Ahora mismo tengo otras prioridades que conoces perfectamente bien. Estoy cansada de la política, lo mío es la investigación. Diles a todos que ya no estoy en ese mercado.

 

—¿Y qué me dices de esos planes que has descubierto? ¿Acaso no te importa que llegue a levantar el Estatuto para el Secreto de la Magia?

 

—Nadie es tan est****o, Sebastian. No lo hará. Los grindewalistas son una mera reminiscencia del pasado. No llegarán tan lejos.

 

Sebastian movio las menos y la cabeza en un gesto de impotencia. Conocía a su amiga lo suficiente para saber que nada que dijera la iba a poder convencer. Tendría que intentarlo otro día. Mackenzie era tan inteligente como temperamental. Habría que esperar a que se dieran los vientos propicios.

 

—Está bien. Si no quieres volver al tema importante, sigamos hablando de las polillas y las tartas.

 

Mackenzie rió a carcajadas y no volvió a acordarse de aquella conversación ni mucho menos de las misivas que en los días posteriores siguieron acumulándose en su escritorio hasta una semana más tarde.

 

 

 

Durante la Conferecia de Prensa. Hall del Ministerio de Magia

 

 

 

¡Lo hizo! ¿Cómo se ha atrevido a hacer semejante estupidez? Apenas daba crédito a lo que acababa de escuchar, pero aún así no perdió el tiempo y se apresuró en dirección al lugar donde había tenido lugar la conferencia de prensa. Mientras giraba el colgante que llevaba al cuello con una mano, hizo aparecer en la otra una vuelapluma y escribió al dictado una contestación a la enésima carta con el mismo contenido que las de la inmensa mayoría que le habían estado llegando durante las dos últimas semanas. Pero esta vez la respuesta sería diferente. Aaron Black acababa de traspasar todos los límites. Esta vez, su respuesta fue simple y clara: Sí, acepto.

 

La misiva desapareció en el acto a través de un canal de comunicaciones privados. Su puesto en la Confederación Internacional de Magos era ya un hecho. El siguiente paso sería enfrentar al Ministro.

[Matthew Black Triviani]

Tensión. Era la primera noche y la manecilla segundera del reloj se movía haciendo su singular tic-tac una y otra vez taladrando fuerte la cabeza de Matthew. El gitano sentía una sensación muy incómoda dentro de él tras la noticia, casi ni podía mirar a sus compañeros. Estaban dentro, aquellos más identificados por organizar los servicios administrativos del ministro que por otras de sus más difícil tareas como llevar a cabo juicios mágicos, coordinar ciertas actividades, asesorar al ministro en sus decisiones -la cual repentinamente tomo solo- entre otras cosas también se encontraba el espionaje. Pero en esa ocasión no estaba precisamente ahí para hablar de un nuevo movimiento de infiltración, no.

 

Para su desgracia.

 

Las manos del castaño se apoyan en la mesa que tenia detras donde elige apoyarse para sentirse más firme. Matthew se encontraba al lado de su padre, en todo momento observando los pequeños detalles de las personas presentes, el velo había caído y todo podía suceder ahora que el secreto de la magia habría sido revelado. ¿Estaba de acuerdo con aquella decisión? era un tanto complicado aceptarlo, claramente había compartido vivencias con los llamados muggles, hasta lograr esclavizar una aldea completa en un pueblo de Rumania, pero ésto era totalmente diferente, ahora convivirán ambas clases, ¿como podría tomarse en los altos mandos del Mundo Nomaj? En una mesa que se situaba casi en medio, al lado de unas tazas de café vacías, se encontraba un ejemplar de El Profeta con un titular muy destacable. El temor que tanto se habían ocupado de esconder se había filtrado de alguna manera inexplicable.

 

Ahora lo sabía todo el mundo.

Luego de discusiones, o pequeños y largos intercambios de palabras con Aaron y la prensa, las fotografías y las declaraciones escuetas, procedieron a retirarse del lugar, donde nadie podía ingresar, solamente quienes tuvieran la autorización y los mismos hijos del Ministro actual.

Lo más probable es que muchos magos se rebelen e intenten cosas inoperantes... intento suponer Pero... ¿cuales son tus planes ahora? increpó a Aaron.

Se vio interrumpido cuando la mujer gritó el nombre de su padre, y brevemente lo embistió.

 

Era muy incomodo porque nadie decía nada, la noticia había sido impactante. Mas, debían hacer algo y afrontar la situación antes de que se fuera más de las manos de lo que se había ido. En pocas palabras el gitano disfrutaba el pequeño caos generado, una sociedad de magos totalmente neuróticos por una controversial decisión, pero, tenían que intentar calmar a las personas y sobre todo, capturar al espía, o los espías, que rondaban en la sala de conferencias, provenientes de los Estados Unidos.

 

Su marca personal le generó un pequeño escozor en el cuello. Candela lo estaba buscando, lo que le preocupaba es que tambien quisiera matar a su padre por la decisión tomada, ¿primero por dinero? ahora por poder.

 

 

@

[Helike R V PB]

En la mansión Potter Black...

 

Caminaba de un lado al otro. Estaba furiosa. Mientras la pequeña dormitaba y hacía gorgoritos había llamado a Galadriel. Necesitaba más información, así que, lo único que se me había ocurrido, era ir a las dependencias ministeriales para ver si encontraba a alguien conocido. Le había indicado a la elfina que cuidase de la pequeña mientras su padre y yo estábamos fuera. Sabía que no tendría problemas como el hecho de que, hubiese alguno, me avisara inmediatamente. Mediante magia y cómo no podía ser de otra manera, mandé dos pluma de cuervo negro, a mis dos lugartenientes. Antinoo y Cesarión. Necesitaría protección en cuánto llegase a los departamentos gubernamentales. No confiaba en casi nadie y eso a lo largo del tiempo, me había mantenido con vida.

 

Vestida con un traje de pantalón chaqueta, zapatos y camisa blanca, de corte chanel y toda de color negro, así me aparecí por allá. Todas las oficinas parecían tener bastante revuelo ese día. El hecho de que, el ministro elegido por la comunidad londinense, levantase el vuelo de la confidencialidad, hacía que tod@s los magos y brujas estuviesen atareados.

 

Oficinas ministeriales... hall de entrada

 

Pero el lugar estaba tan lleno de gente que no tenía ni idea de quién llamar. Con quién hablar del asunto. Había sido una locura y la verdad, temía las consecuencias de todo ésto. Muggles atacando a los magos, los de la Orden del Fénix defendiéndose de unos y otros. Sí, era demasiado. La idea que se me había pasado en casa, de provocar un derrocamiento en mi cabeza, resonaba más fuerte que nunca. Pero, lo más importante era saber con quién podría contar para esos planes. El ministro estaba siendo bastante imprudente, por decir una palabra amable, en levantar el secreto. y, de momento, las potencias extranjeras seguramente asombradas no se habían pronunciado o al menos, no me había enterado por los periódicos. Ésto había sido un revés bastante importante y más estando en medio de una guerra...

 

Saqué un cigarrillo y lo encendí con la varita, necesitaba pensar, al menos el gentío del hall conseguía que me relajara un poco...

 

¿quién se anima a hacer un golpe de estado? xDD

[Aaron Black Yaxley]

Al final del pasillo ministerial; próximo a entrar en la sala de reuniones.

 

Luego de la pequeña charla con los diplomáticos de aquellos recuadros en el pasillo ministerial, Matthew se asomó a mi reencuentro desde la sala de reuniones, apagando tras él, el haz de luz que se había escapado por la ranura de la pequeña apertura. El muchacho tenía un genuino parecido a Candela, pero a pesar de ello, podía reflejarme en él con su porte (siendo un tanto más alto que yo, claro), postura y andar; el muchacho era un mago de alcurnia y aquello podía notarse a lo lejos.

 

-Ya está hecho...- le dije al tiempo que inspiraba una gran satisfacción y posaba ambos manos sobre sus hombros. Torpemente le acerqué para darle un frío abrazo, uno donde froté el anillo para oídos indiscretos apenas me respondió, dejando que solo él me oyera antes que cualquier otro individuo que se me acercara, inclusive las chismosas pinturas- y esa es la primera parte del plan, hijo...-respondí de primeras, invitándolo a caminar tranquilamente por el resto de pasillo que nos quedaba, con una mano ligeramente en su espalda y la otra en ademán de explicaciones- ¿mis planes? mmm el caos, pues sin él no podría retomar el control de todo ésto. Que haya invitado al muggle a conocernos no significa que les deje desvalidos- mentí. Aunque mi propio hijo se diera cuenta y el anillo funcionara, mentí- quiero decir, habrán inconvenientes y fanáticos que obviamente se querrán imponer ante ellos ¡y es ahí! donde el cuerpo de Inquisidores se hará cargo de ejecutar la ley y apresarlos...- sostuve con una mueca de indiferencia-... es un precio que se debe pagar, ya que, no quiero que esto se salga de control...-proseguí con una sonrisa cómplice- solo quiero a los magos puros y merecedores de lo que somos.

 

El hecho de que haya levantado el velo de la magia debía tener una delicada secuencia de actos para cumplir los anhelos grindelwalistas con mesura. Al cabo de unos días, la situación se habría regulado con algunas detenciones a brujas y magos que hayan rayado en la locura por la medida decretada, mismas directrices se tomarían con vampiros que buscasen presas fáciles u otras criaturas que causaran estragos- de cierta forma le daría vida a un ministerio que se me habría entregado casi en ruinas-. El departamento de criaturas tendría que trabajar, el de accidentes y catástrofes, el de transportes, etc. Para que hablar del Cuartel Inquisidor, que por mucho que fuese su director, eran la pantalla perfecta para que el primer ministro muggle lograra digerir que ésto no era una fiesta ni poco menos una invasión a su frágil mundo; lo que no quitaría que luego comenzaría el verdadero enfrentamiento para conocer y eliminar a los traidores e impuros de sangre y con ello sí, la imposición de nosotros por sobre ellos como también la caza de brujas y magos que de seguro los insensatos muggles querrían adoptar; esto último en pocas palabras, era lo que yo denominaba como selección natural, pues teníamos habilidades que ellos no. Por otra parte ¿buscar algún suero que nos quitara la magia? ¡ja! era casi una paradoja irónica de encontrar apoyo tácito en los demás gobiernos de la sociedad mágica, sin contar que para ello los muggles deberían contar con apoyo de alquimistas, es decir, nuestro conocimiento.

 

-En pocas palabras muchacho, el caos se desatará para agitar las masas, encontrar la verdadera fidelidad a la sangre y hacerle frente de una vez por todas a la orden del fénix...- me volteé, alguien se acercaba-...¿esperamos a alguien más?, no parece que fuese Ashura la que viene allí...

 

>>¡Aaron!<<

 

-¡Mackenzie!- exclamé asombrado. Casi en júbilo y asombro de recibir a una Malfoy luego de la noticia.

 

>>Maldito mentecato, ¿eres consciente de lo que haz hecho?...<< y me volteó el rostro con una cachetada.

 

-Malfoy...-sonreí llevando la diestra a mi quijada. ¿Sangre?, no, solo un poco de saliva en las yemas de mi índice y pulgar. El Triviani se quedó de una pieza- ¡vaya! me había olvidado que tu familia fue la primera en huir de la segunda guerra. No sabía que esa clase de temores se heredaban, sin embargo, no esperaba más de los tuyos...-exceptuando a Felicity de quién no me acordé en ese instante. Extendí la mano rápidamente hasta su delicado cuello, agarrándole con fuerza mientras que con la otra le desarmaba con un básico expelliarmus; Matthew estaría atento de todos modos. Posé la punta de la varita en su sien-...hice lo que nadie había logrado hasta el momento, ni siquiera el cobarde de tu padre ¡menos tu madre!, de quién se cuentan historias mucho peores jovencita- recalqué entre dientes para soltarla y ajustar la túnica que traía puesta- el velo de la cobardía ha caído y con ello se instaurará otro régimen, uno donde seremos...¡libres!...¿quieres matarme Mackenzie?...- abrí ambos brazos, reflejando su ovalado rostro en el gris de mis ojos- ¡adelante bruja!...- pateé la varita que había neutralizado hasta sus pies- eso no cambiará las cosas y lo sabes...