Ollivander's (MM B: 94928)

[Ada Camille Dumbledore]

Selene Ariane Dumbledore Lever

 

La tarde era muy fría y la nieve caia en una usual nevada de invierno, Hakoda esta sobre mis piernas mientras mis ojos purpuras estaban fijos en la calle donde pocos magos y brujas paseaban de un lado a otro. El local había esta tranquilo en las épocas navideñas porque los estudiantes estaban en sus casas compartiendo en familia y celebrando. El frío se colo por la puerta y sonreí sentirlo en mi rostro, mis hijos estaban seguro disfrutando de los eventos de la gala de San Valentín que estaba por estos días en el mundo mágico, yo no solía asistir a aquellas cosas, muchos me habían criticado por la viudez en los años anteriores y solía evitar los lugares concurridos, más ahora que estaba en una relación con mi primer amor. Pensar en Hassam me hacía sonreír, mi cabello púrpura cayó de lado y empecé a jugar con el con mis dedos, mientras pensaba en Los maravillosos momentos que habíamos pasado juntos desde el instante de nuestro reencuentro.

[justo]

La comida estuvo bien, los 3 bromeábamos con la situación actual. Pedimos un menú bastante sencillo, una ensalada vegetariana para los 3 y chuletas de cordero a la plancha, de postre les di a elegir y, como si fuesen niñas pequeñas escogieron el melocotón en almíbar, asi que pedí para todos.

 

En Gran Bretaña se come bastante deprisa, pero nosotros veníamos de España, donde después de comer tenemos una sobremesa tomando alguna cosilla, por fin, tras haber hecho la digestión, nos fuimos de nuevo a la calle, la comida no fue tan cara, solo 7 galeones.

 

La tarde estaba animada, mucha gente en el Callejón Diagón, padres con críos embobados en los escaparates, la sempiterna multitud pegada a los cristales de "Artículos de calidad para el Quidditch", la acostumbrada actividad al lado de "Flourihs & Bloots" y los admiradores del "Emporio de las lechuzas".

 

Y, por fin, llegamos a nuestro destino, "Ollivander´s". Nos miramos sonrientes y entramos en el local.

[Ada Camille Dumbledore]

Selene Ariane Dumbledore

El estar en mi apartamento sobre lugar me encanta y la verdad me hacia sentir libre, había dejado el Chateau para que mis hijos se sintieran en casa, sabía que Camille era muy tranquila y seria y los sabría llevar. James era cauto y Ernest era algo más alocado y sabía meterse en problemas, pero lo solucionaba sólo o buscaba apoyo en sus hermanos. En cuanto a Harmony e Irina era un poco más cuidadosa, ambas eran muy dulces y amables. A Irina le gustaba darme a veces dolores de cabeza al desaparecerse en sus viajes, típico de un Dumbledore, pero volvía a casa a buscar su hogar y familia.

Igual los amaba, estaría pendiente de ellos pero por ahora solo quería paz y tranquilidad, los gemelos venían en camino y mis ansias de sangre humana eran más fáciles de satisfacer estando cerca del callejón Knocturn sin afectar a ningún familiar cercano. Ademas del hecho de que mi hija menor Helana ya estaba estudiando en Beauxbeatons y yo estaba lejos verla hasta el verano.

Mi kneazle Hakoda y mi gato de cruce estaban siempre acompañándome y me sentía muy tranquila, mi elfo doméstico Killian permanecía conmigo casi siempre y mientras me distraía atendiendo el local, fabricando varitas y horneando en la cocina.

[justo]

La tienda estaba igual que yo la recordaba. La última vez que estuve allí venía de hacerme una varita en el taller. Creía que no iba a necesitar volver al local, pero me equivocaba, porque mis chicas tenían la necesidad de comprar sendas varitas para cada una, el precio era lo de menos, en realidad podía comprar la tienda entera y aún me sobraría dinero.

 

Echamos una mirada a nuestro alrededor, en estos momentos no parecía haber nadie a la vista, pero lo que si era seguro es que la tienda no estaba abandonada, asi que, sin perder la compostura, me adelante y con voz clara dije...

 

- Buenos días ¿alguien podría atendernos?

 

Esperamos un momento mientras mirábamos distraídamente la decoración interior, estaba seguro de que tarde o temprano alguien aparecería y, por fin, una cara menuda se dejó ver.

 

- ¿En que puedo servirles?

[RubyMoon]

Tres horas... Exactamente hacia tres horas había despertado de un sueño profundo de... <<¿Cuantos años?>> Difícil de decir. Pero durante esas tres horas la mente de Ruby había permanecido en blanco, sin poder moverse, sin poder articular cualquier sonido o siquiera pensar en una pregunta inteligente para empezar a justificar su presencia en ese lugar. Hacía exactamente cinco minutos se había quedado contemplando el cartel de aquel local que rezaba ''Ollividanders''. <<¿Qué es esto?>> Se preguntó a sí misma, en lugar de haber lanzado quizás la pregunta más importante de todas <<¿Quién soy?>>, pero la mujer parecía más interesada por lo que la rodeaba. Después de pensarlo por un par de minutos más, decidió entrar.

 

El lugar estaba especialmente vacío, solo unas contadas cabezas calvas se asomaban, acompañadas de otras menos llamativas. Miró con curiosidad los grandes estantes repletos de lo que parecían ser varios palos de madera de los cuales salían chispas. Escuchó a varios decir que eran brujas y magos y lo único que pudo pensar es que se estaban preparando para dar uno de esos espectáculos que normalmente ves en los circos, ella misma había ido un par de... Su mente de nuevo quedó en blanco y pronto se perdió en la idea, como si nunca hubiese pasado.

 

<<¿Qué es esto?>> creyó preguntar, pero de su boca no salió nada, aquello solo fue un pensamiento y por más que lo intentara era como también hubiese olvidado hablar. ¿Sería algo temporal? Imposible saberlo, pero no estaba asustada, de hecho estaba completamente segura de que aquello tan solo una era una extensión más de su sueño.

[Darla G Dumbledore]

Lo gracioso de estar huyendo de las responsabilidades es que, cuando uno se oculta, se siente plenamente libre siendo alguien más, aún cuando aquella pequeña y cizañera víbora de la conciencia se la pase picándote en el talón, buscando recordarte quién eres o qué es lo que debes hacer. Pero ese día, esa mañana, ya casi medio día en realidad, la pelirroja estaba buscando estar en paz consigo misma y no sería su conciencia quien la hiciera regresar.

 

Había logrado huir al interior del Callejón Diagon, esquivando a su superior, a sus empleados y, aunque sonara feo, a su familia. La bruja apresuraba su paso por las calles ahora algo más tranquilas, llevaba su rostro medio cubierto entre la capucha de su capa y el cuello de su chaqueta, mezcla extraña de lo muggle y lo mágico.

 

Se detuvo de golpe, no quería llegar a su hogar, House of Books la esperaba hacía meses y más ahora. Pero no, sus ojos se posaron en la antigua tienda que tantas veces había ayudado a acomodar a su prometido, esperando, en vano, el regreso de su madre... Y la nostalgia pudo más, entró a la tienda y se detuvo apenas traspasar el umbral, todos los aromas, los colores, las sensaciones, todos juntos atacaron sus sentidos llenándola de una sensación de pequeñez que le arrancó un par de lágrimas, respiró profundo y apoyó la espalda contra la puerta, inconsciente que tras su rostro casi cubierto y sus altas botas daba la sensación de un ladrón más que de una dama, y sin notar al resto de los presentes, solo su angustia de la nada.

[justo]

- Pues verá, estuve aquí hace unos años haciéndome una varita, quizás me recuerde.

 

Me miró fijamente un rato y luego prorrumpió en una exclamación de alegría

 

- ¡Pues claro! ¡Usted es Manuel! Me preguntaba que había sido de usted.

 

- Verás, estoy aquí con mis dos esposas para comprar varitas para ambas.

 

Nos miró con cara de sorpresa antes de volver ha hablar. Conocía esa cara, es la que ponen todos cuando saben que tengo dos esposas.

 

- ¿Dos esposas? Es usted un pozo de sorpresas.

 

- Pues si. Verás, Ellas tenían sus varitas de Hogwarts, claro, pero se les rompieron y necesitan nuevas y por eso estamos aquí.

 

- Bien, no creo que hay problemas por eso. Creo que podremos encontrar las que necesiten. Si no es así, siempre podremos hacer una copia, por encargo, solo le prevengo que son un poco más caras, 10 galeones.

 

- Ningún problema.

[Shena Cindy de Ryvak M.]

Ike no contradijo al niño mago bajo la cabeza y hace una reverencia hacia el pequeño, al tiempo que da una respuesta breve:

 

--Si amo, como usted deseé.--La elfina está muy nerviosa, no está segura si es buena idea llevar a @@Riuu en este momento sea adecuado, sin su memoria, puede que sea bastante difícil hacerse de una varita, pero estando tan próxima la fecha de su ingreso al colegio Hogwarts, era algo requerido para iniciar los estudios mágicos.

 

No tuvo que esperar mucho, el niño mago estaba muy ansioso por ir lo antes posible y se plantó frente a la elfina para que ella lo llevará al local adecuado para obtener esa preciada varita mágica.

 

--Yo me encargaré pequeño amo, solo denme su mano, nos apareceremos ahí, frente al local más famoso y de especial prestigio en elaboración de varitas.--La elfina estiró su brazo para que él niño le sujetará y de ese modo, llegaron al lugar donde hay varios clientes.

[justo]

- Bien, estas son las varitas que necesitamos Avellano y pluma de Fénix, para Mónica ---y señaló a la mujer rubia---, Cornejo y pelo de Unicornio para Yanira---y señaló a la mulata---. Ambas flexibles y del mismo tamaño, 35 cms. ¿Alguna pregunta?

 

La dependienta estaba tomando notas en una pequeña libreta azul. Tras leerselas cuidadosamente levantó la cabeza.

 

- Si tienen la bondad de esperar un momento...voy al almacen.

 

Nos sentamos en un pequeño banco que había en la habitación. La gente que pasaba por la calle y miraba por el escaparate nos miraba y cuchicheaba, sin duda se preguntaban quien era yo y por qué estaba con aquellas dos bellezas. Nosotros nos pusimos ha habar del tema favorito de mis chicas, sus hijos.

 

Nuestros hijos ya son mayores. Bueno, no del todo. Los 3 mayores de Mónica ya tienen 24, 23 y 20, el pequeño solo tiene 16 y la de Yanira solo tiene 14. Mis chicas ya no son unas niñas, Mónica ya tiene 42 y Yanira 38. Ya sé que hay una cierta desproporción con otras veces que hablé del tema, pero se han pasado un tiempo en nuestro valle.

[Riuu]

Extendió sus brazos lateralmente y dio unos giros en un pequeño círculo debido al entusiasmo que implicaba aquella ida al local de varitas...

 

No se entretuvo en vestirse, lo que le importa es ir cuanto antes. Ha presenciado las cosas que se logran usando una de esas varitas, como el mago Carrow, quien hizo surgir de la punta de su varita un ave, luego aparecer pergamino, tinta y una pluma, escribir aquella carta y usar el ave como mensajera.

 

También fue muy sorprendente lo que Hélène hizo, mover su varita y todos aquellos árboles arrancados por su accidentado aterrizaje, volvieron a sus bases...era...¡era como si se volviera atrás en el tiempo¡ un reverso del acontecimiento...

 

Y una cosa mucho más sorprendente, fue mirar como la bella bruja, conjuraba un hermoso equino de luz que galopeaba feliz alrededor suyo y ante la orden de la castaña, salió a toda carrera a entregar aquel mensaje... si, ¡le fascinó!

 

Al menos fue acertado de su parte, preguntar a la elfina Íker, si lo podía llevar a conseguir una varita... ¡no cabía en sí de gusto ante la respuesta afirmativa de la elfina!

 

Cuando se calzó sus botas, se acercó a Íker y se sujetó a su mano, fue la primera aparición conjunta que experimentó, algo que le hizo doblarse sobre sí mismo y tomar sus rodillas, aquella sensación en su estómago lo tomó por sorpresa, tuvo que tomarse un minuto para recuperarse, solo entonces volvió a erguirse y mirar la fachada del local.

 

La vista era increíble, muchas varitas se mostraban en los aparadores, los ojos azul oscuro, se le iban de unas a otras, ahora no sabe por cual decidirse...

 

Con tantas interrogantes, al fin traspasa la puerta y continúa mirando embelesado, las demás varitas en exhibición.