►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)

[Vrael Myrddin]

La batalla estaba casi concluida, no quedaba mucho por hacer ya que otra vez los mortifagos estaban perdiendo ante nosotros, lo que era lo mejor para el mundo dado a que no dejaríamos que se perpetuara el ideal de pureza de sangre, ni menos el odio que ellos profesaban a quienes tenían una condición en la vida inferior. La gente no se mide por como trata a sus iguales, si no por como trata a sus inferiores, lo curioso es que en este caso ellos creen ser superiores pero no lo son. Creen en la pureza de sangre y no hacen mas que idolatrar a un mestizo Já, no solo idolatran si no que también son mas serviciales con el de lo que un elfo domestico sería nunca con un mago. Rápidamente mandé a mi Lobo a morder las manos de Claudia Rambaldi primero la mano en la que portaba la varita y luego la otra. el lobo dejaría heridas e inutilizable sus manos, no podría hacer mucho con las manos heridas, no podría blandir la varita como era debido, entonces mande a mi oso a morder las manos de Perseusi, primero la mano en la que portaba la varita y luego la otra.


-- Sectusempra -- Dije apuntando mi varita al pecho del mortifago Perseus, directamente a su pecho le impactaría abriendo profundas heriadas de las cuales la sangre comenzaría a emanar y terminaría provocando le al muerte. -- Sectusempra-- volví a conjurar esta vez diriguidos a Claudia Rambaldi, mis animales jamás se pondrían en la trayectoria de mi hechizo, por lo cual ambos magos recibirían cada uno un sectusempra en el pecho, con las mismas consecuencias grabes. para ambos.

[Groter Shulton Granpié]

Estaba en casa cuando sin esperarlo un patronus en forma de gacela irrepetible, lo conocía, mi madre, era su patronus tal vez estaban en problemas así que sin esperar ni un segundo busqué mi varita en el costado, en mis bolsillos, al encontrarla me puse a caminar a hacia las solitarias calles de Ottery que a esa hora eran poca la gente que se paseaba por la calle, así que fue rápida su llegada.

 

Ya había aprobado el examen de aparición, esta misma mañana, pero no me sentía muy seguro de usarlo a diestra y siniestra, pronto practicaría y sería más sencillo hacer, así que cerca de la entrada al castillo Crowley pasé mi varita por el rostro para no ser reconocido, no sin antes fijarme que nadie notaba mi presencia, así que al notar que no había nadie me animé a caminar a paso rápido.

 

Entré al lugar a un paso rápido y me dirigí sin esperar a donde ya se encontraba la batalla en pleno, así que en el vestíbulo la gente arremetía con luces de colores mortales, era lo que había estado buscando algo de acción, así que estaba listo para maniobrar y ser útil.

[Binny Evans]

—Rayos... —bufó al notar al ebrio entrar al castillo. Bínfeyd pasó los dedos por el cabello, siempre así cuando estaba de buen humor. Que un civil intentara hacerse caso por si mismo, era aún discutible pero valiente, muy valiente. ¿O no sería un civil? Daba igual para Bínfeyd sabía quien ganaría ese encuentro. Así que dirigió sus ojos hacia los demás— confundus —pensó. Perseus Myrddin quedaría en estado de shock, totalmente confuso y no podría defenderse del sectusempra que al mismo tiempo le lanzaba Vrael.

 

Evans no quería quedarse quieta así que—confundus —esta vez, Claudia quedó ida. La chica no se daría cuenta de nada, el espacio desaparecería para ella, en especial ese Sectusempra que ahora le lanzaba Vrael. El hechizo mortal dio de lleno en ambos mortífagos y Bínfeyd vio con orgullo.

 

Que bueno que el aqueora le protegía de tantos sectusempras que le enviaban. Y mejor aún, que ella sí sabía cómo usarlos—. Sectusempra —la parte superior de Perseus Myrddin sería la elegida, el pecho, ahí impactó el rayo. Moriría en minutos.

[Fernando Black]

Aquello era el colmo. Habia muchas cosas que con los años Fernando había llegado a aceptar, como el hecho de que no podria conseguir que un dragon se apareara con un cerdo o que un miembro de la orden del fénix no fuese arrogante, pero algo que no jamas aceptaría era que el alcohol le diera ordenes, después de todo no importaba cuanto bebiera, nunca había conseguido obtener una respuesta de las botellas de ron.

 

-Celerus Detritus- murmuro apenas vio asomarse la punta de aquel rayo en el que viajaba la muerte. Antes de que pudiese hacer diana en su pecho, este se deshizo en medio de la niebla que lo estaba cubriendo todo –Anular Strellatus- odiaba ese hechizo asi que se apresuro a que fuese el primero que pudiera eliminar. Lo segundo que tenia que hacer era encargarse de aquellos molestos animales. Por un momento pensó en poseer la conciencia del ave, pero era una sensación que siempre le había desagradado.

 

Tan rápido como había anulado aquel molesto hechizo, 3 llamaradas en forma de águilas de gran tamaño abandonaron la varita del Angel Caido. -Fuego Maldito- fueron las palabras que salieron de sus labios para invocar a aquellas criaturas. Tenian objetivos distintos. Una de ellas iba detrás del Fenix para encargarse de él, mientras que otra se diría por el flanco izquierdo a por la Demon Hunter, mientras que el tercero intentaría impactar por su espalda. ¿Cómo conseguiría defenderse de un ataque asi? –Parece que aun hay galleta- pensó con orgullo.

[Groter Shulton Granpié]

Bueno era momento de comenzar a atacar así que sin detenerme ni un segundo a pensarlo, moví mi varita para comenzar a arremeter contra los enemigos, pero la incógnita era quién demonio era el elegido para recibir los ataques de mi varita, no importaba, seguro no le iba a ir bien, así que pude notar a alguien por decirlo de una desocupado, así que para no darle una mala impresión sonreí y me dispuse a atacar a Perseus Myrddin.

 

- ¡Morphos!

 

Grité conjurando contra la la penda que llevaba el hombre como pantalones, así que los pantalones se convirtieron al instante en una araña, grande, pero madura, venenosa, que al instante mordió su pierna para envenenarlo, así dejarlo con un problema de más, así que si no se curaba del veneno moriría pronto, pero no terminaría, así que conjuré de nuevo y grité hacia mi oponente el mismo Perseus Myrddin.

 

- ¡Sectusempra!

 

El rayo color verde salió a toda velocidad zumbando con el sonido mortal de el viento amenazador, que sin duda alguna quería llegar al pecho del hombre y arrebatarle la vida con un furtivo ataca que acabaría por desangrarlo, así que el rayo lo dejaría muy malherido listo para morir.

[Mei Black Delacour]

Definitivamente era la primera vez que Mei no se centraba en todo el lugar, y sencillamente se fijaba en un único objetivo. Era extraño, sabía que los demás mortífagos no la atacarían, o que por más que lo hicieran, sus compañeros la ayudarían. ¿Acaso aquel “ratero” era diestro en duelos siquiera como para que estuviese tan concentrada en él? Esperaba que sí, de otra forma se decepcionaría y mucho.

 

Hacía meses enteros que no tenía una verdadera batalla donde le hicieran sudar la gota gorda, y no era que no lo hubiese buscado, en cada oportunidad que podía lo hacía, y aún así había permanecido contra rivales que en parte la aburrían por la poca originalidad. De pronto, algo que esperaba hacía muchísimo tiempo sucedió. El hombre era un alto rango, aunque definitivamente nunca se había cruzado con él.

 

Sonrió levemente, una sonrisa divertida por primera vez en tanto tiempo, que ya hasta había olvidado lo que la hacía amar los duelos. Adrenalina.

 

–Ardius Silencius – dijo, logrando adelantarse al anular strellatus que Fernando intentaba hacer, por lo que su frase quedó a mitad de camino y el hechizo no surtió efecto. Hizo un gesto con el dedo de su mano libre, uno con el cual incitaba al mortífago a que se acercara, aunque más bien era referido a que diera todo lo que tenía de sí para con aquella batalla.

 

–Silencius – volvió a decir, evitando que el fuego maldito del mismo mago saliera, por lo que Mei estaba ilesa por el momento, al igual que el mago. Pensó durante un instante. Su próximo movimiento no podía ser cualquiera, aquella molesta defensa aún lo cubría por completo, por lo que le quedaban pocas opciones en su baraja – Limitate – susurró, logrando que el hechizo impactase en el Ángel Caído, imposibilitándolo de realizar algunos hechizos. Solo algunos, pero lo suficiente para que tuviese un margen de defensa ella misma hasta que el detritus finalizara.

[Hades Ragnarok]

El ex Ángel Caído se encontraba en un lugar solitario y pacifico, sin mucho que hacer. Sus orbes negros observaban el juguetear de la brisa en aquel lago mientras dejaba aquella paz invadirle y que sus pensamientos estuvieran lejos de allí.

Seguía en aquello cuando sintió el llamado de sus compañeros mortifagos quienes lo necesitaban, se levanto rápidamente, suspiro acomodándose la túnica y la capucha sobre su cabeza y la máscara mortifaga blanca con dibujos negros para desaparecer de aquel lugar.

………………….

Apareció en el lugar (Castillo Crowley) lejos de los encantamientos anti aparicion, donde al parecer ya habia comenzado la accion. tras la máscara dibujo una sonrisa malévola mostrando los filosos colmillos, con la varita en mano la cual pedía sangre, si, el Ragnarok sabia del deseo de aniquilar a todo lo que se cruzara a su paso que tenia aquella varita cuyo núcleo tenia también sangre, quizás perfecta para un vampiro oscuro.

El nigromante ya estaba dispuesto a entrar en la batalla y a divertirse un poco. Sintió como sus dedos tomaban la varita con fuerza mientras el calor en el guante de fina seda que usaba para las batallas recorría la palma de mi mano. Iba vestido con aquella túnica negra de seda, sin zapatos solo las medias de fina seda que le permitían sentir las piedrecillas del suelo o donde pisara y los guantes también de fina seda que cubrían su nívea piel. Se amntuvo parado alli sin moverse.

-<<un, dos, tres pollito ingles>> -canturreo para si mismo el Ragnarok aquel mantra infantil cerrando por unos segundos los ojos para concentrarse.

[Lisa Weasley Delacour]

Aquello mas que en una redada se habia convertido en un gran espectaculo. Mei, como demon hunter de la orden, comandante de almas y gran duelista se enfrentaba con fuerza y pasion por los duelos a una leyenda mortifaga; Fernando Black. Aquello era un duelo de titanes. No me atrevia casi a moverme, era espectacular lo que veia ante mis ojos color verde; dos amantes de las batalla luchano por ostentar el titulo de mejor guerrero de Ottery, aunque no era real, si no en sus corazones, cosa que valia mas. Me separe de la Delacour y me situe a cinco metros de esta, dispuesta a defenderla si veia que algun otro rival deseabva atacarla por la espalda. No iba a permitir que jugasen sucio con mi sobrina.

Dos segundos despues un rival, al cual si tenia permitido atacar hizo acto de presencia - Silencius - Pronuncie en direccion al mortifago. La primera accion de Hades quedaria anulada, pues mi efecto dio de lleno en su pecho. El Ragnarok estaria en vesventaja. - Silencius - Volvi a repetir aquel conjuro que se habia convertido en parte de mi desde hacia algunos meses, no es que fuese muy ofensivo, pero si se podian conseguir grandes cosas si sabais usarlo. Este segundo hechizo tambien fue contra Hades, anulandolse asi la segunda accion.

[Hades Ragnarok]

Al abrir los ojos ya había aparecido aquella chispa malévola en ellos. Estaba preparado. No perdio mucho tiempo, luego de aquello simplemente corrio hasta donde estaba dándose la accion para colocarse al lado de sus compañeros. A 10 metros de cualquier miembro de la orden del fenix, neutral, auror, sangre sucia, traidor a la sangre que estuviera en cualquiera de los 4 puntos cardinales y a 4 metros de cualquier cosa que pudiera ser morpheada.

-¡Celerus Expectro Protego! – dijo. Gracias a esa invocación inmediatamente de la punta de la varita comenzó a formarse una figura oscura la cual segundos después tomo la forma de un Hipogrifo adulto. Este inmediatamente abrió sus alas para protegerle ya que era la orden que tenia

Sin perder mucho tiempo el Cainita volvió a mover la varita dispuesto a seguir conjurando defensas u ataques.

-¡Fuego Negro! -Espetó arrogante, invocando en el acto una bola que levito a tres metros de altura, esperaría que la mima creciera, para lanzarla contra algún posible enemigo que osara aparecer o atacarle.

Aquello estaba divertido para el Ragnarok y seguiría moviendo la varita atacando o defendiéndose dependiendo el caso.

-¡Fuego Negro! -Dijo divertido, invocando una segunda bola que levito a la misma altura que la primera. Ambas tendrían el mismo fin, acabar con quien osara presentarse a darles batalla.

[Lisa Weasley Delacour]

No podia perder la concentracion asi como asi, era imposible dejar de mirar a aquellos dos guerreros luchar, mis ojos se perdian en los movmientos de la Delacour. Era capaz de conseguir un poder de atraccion solo visto en las sirenas cuando actuaban bajo el mar. La mobilidad de los duelistas eran impagable. Me gustaria luchar asi cuando crezca, pensaba mientras volvia a levantar la varita y apuntaba a Hades directamente - Sectusempra - El rayo color escarlata partio de Kim. intercalando asi al mortifago, con lo que mi querido y amdo rayo le dio de lleno, cusandole grandes heridas por toda la piel. Aquello me doleria, si supiese quien estaba tras la mascara, pues el habia sido mi maestro en multitud de ocasiones.

- Silencius - Volvi a pronunciar aquel conjuro, dirgiendolo nuevamente a Hades. El efecto do de lleno, haciendo asi que su fuego negro, el segundo que planeaba usar no saliede se su boca, con lo cual el arma de destruccion masiva que tenia ewn mente no surgiria y con ello estariamos a salvo unos minitos mas. Mientras combatia arduamenteme era dificil no echar miradas atras, alli donde Fernando y Mei seguian lanzandose conjuros con una ferocidad digna de dos perfectos y entrenados magos.