►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)

[Cillian Haughton]

Cillian Ryddleturn

Aprendiz de la Dirección de la Red Flú y Trasladores

El trabajo estaba terminado, la hora de volver a la oficina había llegado. Una sonrisa apareció en su rostro, se sentía satisfecho de haber aprendido algo nuevo, algo que sin duda le sería de mucha ayuda durante su estancia en aquel departamento del Ministerio de magia en el cual pretendía durar bastante tiempo; todo aquello sin duda le gustaba demasiado. Se dirigió hacia el vestíbulo siguiendo los pasos de su nueva jefa, y estando en él, ésta le ordenó que volviera al Ministerio y que entregara a Shopie un pergamino sobre el trabajo.

 

— Entonces iré por ahí... —Soltó cuando la chica lo detuvo antes de que saliera por la puerta y le indicó que utilizara la red flú— Gracias por enseñarme tan bien —añadió.

 

Le dedicó una ultima sonrisa a su jefa y se dirigió hacia la chimenea, antes de entrar tomó un poco de polvos flú, y estando dentro de ella los arrojó pensado en el Ministerio de Magia; y en un par de segundos, desapareciendo entre las llamas, ya no estaba ahí.

[Joa Macnair Crowley]

Aún sentada, manteniendo la calma mientras desayunaba, entrecerró los ojos ante las palabras del hombre, sin entender de dónde sacaba tales conclusiones y, mucho menos, si eran ciertas. Si León era su padre, ¿por qué tratarla como a una nieta? Y más aún, ¿cómo era que Fokker lo sabía y ella no? Tal vez el demonio tenía razón y no era el momento de dar ese tipo de noticias. No tan temprano en la mañana, cuando ni siquiera había terminado de digerir sus alimentos.

 

—¿De qué hablas? —Preguntó ligeramente confundida—. ¿Por qué el abu… León me ocultaría algo así?

 

No encontraba lógica a lo que decía su tío, hermano o lo que fuese. Si era una broma, no le veía la diversión por ninguna parte.

 

—No sé qué hiciste anoche, Fokker, pero creo que te afectó un poco.

[Fokker]

Fokker Cygnus

 

—Soy el hijo mayor, por lo menos es algo de lo que estoy seguro hasta ahora— dijo sonriente —Y no crees que por eso, hay ciertas cosas que pueda saber, aunque no los detalles— termino, caminando a la ventana.

 

Bel había decidido dejarlos solos, supuso que no quería interrumpir un momento tan solemne. Y claro, Fokker no había tenido la delicadeza de decírselo a su hermana de manera privada. Cosas que el joven demonio aun no aprendía a manejar era la sutileza. Mirando hacia afuera, pudo distinguir que había cierto movimiento en las afueras, pero eso no era lo importante por ahora. Volvió la vista hacia ella.

 

Le gustaría que su padre apareciera en ese momento. No había tenido mucha oportunidad de conocerlo a fondo, y las escasas ocasiones en que hablaron, se puede decir que llevaban bien las cosas. Y algunos secretos eran compartidos entre ambos, aunque no completamente. Y este era una de esas historias incompletas por ahora.

 

—Pudo tener motivos variados, tal vez no estaba seguro de lo que hacia, o tal vez solo quería protegerte—

 

Conocía ciertas cosas sobre su padre y tal vez le haya podido pasar algo, pero aun no había pasado el tiempo necesario para estar realmente preocupado. El hecho era que consideraba necesario que su hermana supiera la verdad, pero cometio un error imperdonable, y era que se lo dijo frente a Bel, y no sabia que consecuencias podría traer eso.

[León Christopher]

Con la respuesta afirmativa de que habría pie, una sonrisa se abrió en la boca de joven, que contento con eso caminó a un paso algo acelerado hasta llegar al lugar. Hacía varios días que esperaba esa clase de postres y tartas, ¿y qué mejor lugar podía haber para comerlos qué esa clase de jardín donde lo había llevado? ¿Y quién mejor qué Claudia para compartirlos?

 

--¿No te han agragadado?-- le preguntó a la mujer, refiriéndose a sus familiares conocidos la noche anterior. -- Por mi parte, ninguno me genera muchísima dificultad... Bueno, quizás deba conocerlos mejor, pero tengo seguro que ninguno me supera. -- había estado apuntó de preguntar si había algo en partícular que la molestase, viendola tan cabizbaja por momentos la idea le surco la mente, pero prefirió callar y terminar con una sonrisa. Mejor sería no arruinar el momento, y continuar con el plan que tenía desde que había llegado.

 

Ya sentados en la mesa predispuesta, repleta de comida en abundancia, León se hizo con la tetera, sintiendo el dulce aroma de vainilla y críticos primero, y sirviendole a la morocha luego.

 

-- Estoy seguro de que te gustará-- comentó sonriente, mientras escudriñiaba la complexion de su tía -- Dudo llegar a comer tanto, pero puedo tratar, aunque termine necesitando unas buenas horas de ejercicio.

 

Después de unos cuantos sorbos de té, café y de empalargarse con pies, el ojiazul consideró que había llegado el momento oportuno para hablar en serio, por lo que su expresión pasó de sonreír sin motivo aparente a una relajación de sus músculos.

 

-- Claudia -- comenzó -- tú sabes que hace tiempo que no venía por estos lugares, ya que no tenía muchos motivos para regresar, pero recientemente me dí cuenta de que -- "eres el único que vale la pena" hubiera querido decir, pero justo entonces un elfo los interrumpió buscando a su ama, la que no tardó en levantarse al escuchar la razón por la que llamaba.

 

El castaño le hizo un ademan para expresar que no le molestaba que se retirará, y con los ojos cerrados aguardo lo más que pudo, haciendo tiempo hasta que volviera. Sin embargo, no llegaron a pasar ni dos minutos cuando el muchacho se levantó, a pesar de las peticiones del elfo de quedarse, para ir en busca de Claudia. Ya que sea lo que sea que hiciera, no quería pensar mucho más en lo que tenía que decirle.

 

Guiándose por el sonido de la voz de la mujer al hablar, León caminaba por el corredor hasta llegar donde estaba ella, todavía pensando en cómo se había quedado con las palabras en la boca. Había estado a punto de confesarlo, y muy oportunamente, lo habían cortado. No podía creerlo, y de seguro sé encontraba sonrojado.

 

Al llegar y encontrarse con que Claudia estaba con personas, su cara cambió radicalmentea a una más pacífica, más relajada. Terminó por sonreír, aunque falsamente, y hacer una leve reverencia.

 

-- Buenos días, espero no haberles interrumpido nada. -- comentó con un dejo de ironía -- Perdona por no esperar, creo que no puedo alejarme ahora. -- le dijo más bajo a la morocha, cerca de su oído izquierdo, mientras apoyaba sus manos sobre los hombros de ella.

Editado 12 de Septiembre del 2013 por León Christopher

[Joa Macnair Crowley]

Apartó su desayuno sin terminar y se limitó a observar al hombre, el cual tenía un sentido del humor un tanto retorcido, o bien, era pésimo para dar noticias. De cualquier manera, todo eso había dejado sin apetito a la Macnair, en cuya mente, miles de pensamientos comenzaban a dar vueltas.

 

—Sería un poco enfermo que supieses todos los “detalles”, ¿no crees? —Comentó sin perder el sarcasmo a pesar de la situación. Sin embargo, para cualquiera que la conociese bien, era evidente que estaba distraída en otras cosas. Si de verdad era hija de León, no solo dejaría de ser sobrina de más de la mitad de los habitantes del castillo para pasar a ser su hermana, sino que también cambiaría toda su vida, hasta el punto de afectar su humanidad.

 

Ella no podía ser demonio, lo habría notado en algún momento de su vida, ¿cierto? No, ella definitivamente era humana. Aunque era obvio que los humanos normales no tenían ojos rojos. Quizás tenía algo de demonio, pero no lo suficiente para desarrollar habilidades extraordinarias o algo por el estilo, solo ojos llamativos. ¿Era eso o tendría que controlar su temperamento hasta saber si de verdad tenía algo especial? Ni ella misma le encontraba sentido a sus pensamientos así que no vio el punto de preguntarle sobre eso a Fokker. Lo que realmente quería saber era dónde estaba León. Si todo aquello era cierto, era él quien debía decírselo, no su hijo mayor sobre informado.

 

—Sí, sí, todos los padres quieren lo mejor para sus hijos —dijo repitiendo en tono cortante lo que tantas veces había escuchado, pero de lo cual no tenía pruebas, puesto que se había criado sin padre o madre que le demostrara eso—. ¿Sabes dónde está? —Preguntó levantándose.

[Franck Lovegood R.]

-Un gusto conocerlos- dijo saludando a los presentes en la cocina.

 

El Lovegood se había preparado un simple café, mientras que la Crowley había optado por una manzana. Al parecer no había sido un buen viaje el de Marissa, por eso no deseaba hablar de ello en aquel momento, y no pensaba seguir preguntando si es que ella no quería. Tomó un sorbo del café mientras observaba como la Black mordía aquella manzana. El Ravenclaw ya se había tranquilizado, después de todo lo que había pasado, pero seguía sin poder quitarle los ojos de encima.

 

El creía que con el tiempo esos sentimientos hacía ella habían desaparecido, incluso se había enamorado de otra persona; pero el otro día, cuando ella había ido al departamento a registrar a su elfo, volvió a sentir lo mismo que había sentido la primera vez que la vio a Marissa. ¿Es posible amar a más de una mujer? Muchos dirían que no, que el rubio sería un mujeriego en todo caso, pero la verdad era otra, él realmente las amaba por igual, y eso le traería problemas tarde o temprano.

 

-Te pido disculpas por mi comportamiento de hace un rato- dijo el Myrddin mirando al suelo -, es que tengo un lio en la cabeza que últimamente no me deja tranquilo- de pronto notó que la Black lo observaba -. Pero me alegro de que hayas decidido volver- dijo con una sonrisa en su rostro como para cambiar de tema.

[Fokker]

Fokker Cygnus

 

—Pues no se a que detalles te refieres Joa— sonrió un poco, entendió muy bien el sarcasmo, pero mantener el sentido del humor permitía disminuir en algo la tensión.

 

Sospecho o quiso inferir en lo que pensaba y pasaba en la cabeza de su hermana. Por lo que dio un par de vueltas por la cocina, tratando de servirse otro café. Bueno para dar noticias, claro que si, pero no en este caso. Tomo un pan de la mesa y lo acompaño con el café, empezaba a tener un poco de hambre. Debía ser porque se estaba quitando una gran responsabilidad de encima. Donde estaría su padre cuando lo necesitaba.

 

Joa parecía que también lo necesitaba ahora, pero él no tenia respuesta para eso, bajo la mirada al piso.

 

—No se donde esta ahora— camino unos pasos y le dio la espalda.

 

Fokker sentía que nada estaba bien ahora. Algo estaba a punto de pasar, no conocía mucho de su pasado, y tampoco de la mayoría de miembros de la familia. Y el misterio mas grande estaba en parte en la vida de su padre, debido a su poco contacto con él. En un viaje al pasado, ocurrido por un cuadro que lo absorbió en el hogar de sus hermanos, el Castillo Myrddin, descubrió que en su vida pasada había sido un buen espadachín. Eso le hizo interesarse en su propia vida, que misterios arrastraba de aquello en el presente.

Joa debía saber que era una heredera directa del clan Crowley, porque creyó que debía estar preparada para cualquier eventualidad futura. No compartiría aun sus temores con nadie mas, por si al final solo fuera una falsa alarma. Así que esperaba dar por terminado el tema por el momento.

 

—Ahora sabes la verdad, y es muy probable que también hayas heredado muchas habilidades de nuestro padre. No te asustes si parecen extrañas— dijo viéndose la mano vendada —Serán nuestras fortalezas en el momento indicado, debemos sacarles el máximo provecho.

Sonrió, termino su café y se dispuso a salir de la cocina. Tal vez un momento de lectura era lo apropiado ahora.

[GoshI]

Una visita nocturna hubiese sido muy poco oportuna para los tiempos que corrían, por lo que la Rowle tuvo que cubrir su cabello con la capucha de su capa para transitar las calles de Ottery y, de tal modo, arribar al castillo Crowley que era su próximo destino.

 

Ingresando a los jardines, la muchacha avanzaba con paso firme y constante, acompañada por Gyvraine Maldoy que iba a la par suyo. Llevaba su bolso de viaje colgado al hombro y dentro de él una copia de la revista de El Profeta enrollada en sí misma.

 

Los rayos del sol teñían el cielo de rojo, en un profundo paisaje que dibujaba un atardecer sombrío y silencioso. Apenas el susurro de las hojas enmarcaban aquella imagen, mientras los pasos de las mortífagas crujían con las primeras caídas del otoño.

 

El resto era silencio y Goshi odiaba el silencio. Su hogar era un enjambre de diálogos y conversaciones, incluso subidos de tono cuando algún caos se apoderaba de las juntas familiares. Al silencio le resultaba costoso acostumbrarse. El silencio le permitía escuchar sus pensamientos y lo que menos quería era ponerse a pensar.

 

-Nunca había pisado antes este castillo, ¿tú si?

 

Giró la cabeza al formular la pregunta. Notaba cierta calma en el rostro de Gyvraine. En cambio, ella se encontraba nerviosa. O más que nerviosa, con cierta ansiedad. Había conocido al elegante León Corvinus Crowley en la gala de presentación de El Profeta, pasando un papelón con su nerviosismo y temblores a causa de la vergüenza. Volver a verlo no sabía qué le causaría, capaz hasta de los nervios en su momento le había parecido guapo y en realidad había sido un juego de su cabeza. O quizás era más guapo de lo que lo había notado, y allí no sabría si le saldrían las palabras siquiera.

 

-Espero que nos reciban de forma amable, no quiero retrasar más esto y... ¿qué tal tu trabajo?

 

No quería dejar bache de la conversación con un mínimo silencio. Esperaba tampoco volverse insoportable, pero Goshi era así cuando tenía que socializar por la fuerza. Se sentía por un lado acompañada, pero por otro lado vigilada.

 

-Siempre quise saber qué hacen en la Oficina del Ministro. -Sonrió de lado.- Algún día me daré una vuelta y te iré a visitar a ti.

 

Levantó la mirada hacia el castillo y notó un par de ventanas con las luces encendidas. El resto comenzaba a ceñirse en la oscuridad.

 

Apenas pisó la sombra se quitó la capucha dejando que el viento se apoderara de sus cabellos. Sus ojos verdes se centraron en la puerta, estirando un brazo y golpeando tres veces con los nudillos. Resopló. Habría deseado ir sola, de no ser porque debía cumplir con aquella misión protocolar que le encomendaba su propia directora.

[Nats Rambaldi Crowley]

Así como ella había cambiado su caja musical también lo había hecho y ahora hacía sonar la música que la castaña quisiera siempre y cuando fuese para su bien, luego de aquella acalorada discusión con su padre y su novia le pasaban cosas que no la habían pasado antes, y ya que este objeto era lo único que lograba calmarla le había mandado a hacer un par de modificaciones para que fusionase de mejor manera que antes.

 

Llegó al castillo escuchando la música de este objeto, era una música muy movida y alegre, ésta era tan pegajosa que caminaba por los jardines al ritmo de ella y al entrar al castillo lo seguía haciendo mientras tarareaba. Vestía un pantalón de cuero negro, una camisa roja y unos zapatos de tacón del mismo color. - Electrix, prepara algo de comer y lo llevas a mi habitación. - Dijo a su elfo que la acompañaba en su llegada.

 

Sin decir palabra alguna se dirigió a su habitación y quitándose los tacones comenzó a bailar la

que salía de su caja, estaba bien allí sola con su música, el elfo tardaría varios minutos en cumplir con sus ordenes así nadie la veía por lo que no le avergonzaba bailar. Editado 18 de Septiembre del 2013 por Nats Moon Rambaldi Crouchs

[Joa Macnair Crowley]

No tenía otra forma de llamar al hombre en la cocina más que por su nombre. Decirle tío o hermano en aquellos momentos le resultaría muy confuso, ni hablar de pensar en llegar a tratarlo de modo fraternal. De cualquier manera, Fokker, tío, hermano, sobrino o lo que fuese, no resultaba muy útil en ese instante. Dar tal clase de noticia sin explicaciones, o sin siquiera saber dónde estaba su padre. Joa lo observaba de tal manera, que si las miradas matasen, el mayor de sus problemas ese día sería conseguir una buena tumba para el demonio, aunque probablemente este no lo notara con la vista al suelo.

 

Observó cómo se disponía a salir del lugar y pensó en atacarlo por la espalda, solo para aliviar un poco la frustración causada por él mismo, pero sabía que en realidad no serviría para nada, al menos, que León apareciese para salvar a su hijo mayor de un ataque a traición. Sin embargo, estaba consciente de no ser una gran amenaza, por lo que descartó su idea fugaz y se limitó simplemente a levantarse de la silla que la había sostenido en tan impactante momento. Tal vez necesitaba un tiempo solo para ella. Caminar un poco por el jardín, o quizás, huir a la mansión Macnair, al menos allí sabía qué relación guardaba con el resto de los habitantes, cosa de las que no estaba segura en aquel castillo.

 

Rió con amargura ante el comentario dado por Fokker antes de salir de la cocina. Dicho así sonaba como cualquier tontería, heredar poderes demoníacos era algo que le ocurría a todo el mundo cualquier día común. Heredar el color de ojos de un padre era lo normal, no todo aquello. Gruño por lo bajo ante el sinsentido frente al que se encontraba y decidió que lo mejor sería tomar algo de aire fresco en el jardín, calmarse y despejar la mente.

 

—Gracias, por tu útil revelación, Fokker, has sido de gran ayuda —expresó con amargura antes de salir.