►—Castillo Crowley—◄ (MM B: 96477)

[Gyvraine C. Sullivan]

Cuando su jefa de oficina le había encomendado el visitar algunos de los departamentos para ser consciente de su funcionamiento, nunca creyó que en verdad se involucraría a tal grado. Su larga túnica gris perla rozaba apenas las empedradas calles de Ottery por las que Gyvraine avanzaba con paso apresurado al lado de Goshi, miembro de El Profeta y a quién debía acompañar aquel día.

 

- No, tampoco había venido a visitar a los Crowley - respondió a su acompañante, que por alguna extraña razón se veía inquieta -, aunque conozco a uno de los patriarcas - siguió hablando, como para hacer algo además de pensar en qué tendría qué hacer en los demás departamentos como parte de su trabajo -. León fue un excelente alumno cuando estuvo en la academia y me vendría bien verlo después de tanto tiempo - agregó, recordando cuán meticuloso había sido el mago en su etapa de estudiante.

 

Aquel pensamiento le había recordado el hecho de que, en realidad, había visitado a muy pocas personas desde hacía mucho tiempo, sobre todo después de regresar del extranjero. Era como si su vida social hubiera pasado de la agonía a la inevitable muerte y todo se hubiera simplemente transformado en viaje tras viaje más trabajo y trabajo, sin darse el tiempo suficiente de mirar a su alrededor.

 

- Yo solo espero que nos reciban - bromeó con una sonrisa y manteniendo los brazos cruzados frente al pecho, recorriendo con sus celestes ojos el paisaje, como si quisiera grabar en su memoria el camino recorrido - ¿Mi trabajo? - preguntó confundida - Terrible - contestó con sinceridad -, hay que visitar todo el ministerio, saber lo que están haciendo y qué tienen pensado hacer para después ayudarles a coordinarse y no invadan las funciones de otros departamentos. Es todo un lío, más ahora pues ese puesto ha estado muy descuidado.

 

Había omitido apropósito el mencionar el hecho de que si las cosas salían como planeaba con las reformas necesarias, podría, al cabo de un tiempo, tener en sus manos la información de cada paso en el ministerio, pero declararlo en medio de la calle podría levantar sospechas.

 

- Creo que te aburrirías en la Oficina, siento que eres más del tipo aventurero - comentó con una sonrisa de lado, cuando ya pudo ver la imponente imagen del castillo Crowley frente a ellas - y algo me dice que yo los visitaré en el profeta antes que tú a mí - terminó, recordando de nuevo su encomienda de tener información de cada director.

 

Esperó en silencio después de que Goshi llamó a la puerta e intercambiando una mirada con ella, Gyvraine se acercó hasta la hoja de madera como intentando escuchar algún sonido proveniente del interior y, después de unos minutos, volvió a llamar a la puerta. Justo a eso se refería con que solo esperaba que las recibieran.

[Fokker]

Fokker Cygnus

 

La noche oscura había llegado, y su estancia en la biblioteca lo había distraído lo suficiente para pasar prácticamente el día ahí. La literatura no era su pasión por completo, pero si algo que aprendió a valorar como una forma de salir por unos momentos del mundo real. Dejo el libro que estaba leyendo en la mesa junto al sillón donde estaba sentado. Estiro su cuerpo, un poco, por la rigidez en que estuvo por algún tiempo y salio a buscar algo que beber y comer. Y luego iría a dar una vuelta por el callejon Diagon, o por lo menos eso tenia planeado.

 

Llevaba puesta una camisa blanca como siempre, y unos pantalones oscuros, con zapatos negros, su cabellera estaba algo crecida, porque desde que llego a aquel lugar no había tenido tiempo de darse un arreglo personal, pero si tenia el rostro completamente rasurado.

 

Tres golpes llamaron su atención, cuando cruzaba por el salón. <<Visitas tan tarde>> pensó cambiando de rumbo para ver quien se atrevía a molestarlos a esas horas. Otro par de golpes en la puerta, vaya que insistencia. Con un movimiento de su varita, la puerta se abrió antes que llegara a ella, y pudo distinguir a dos personas paradas en el umbral.

 

—Buenas noches— saludo fríamente dirigiéndose a ambas personas. Las observo detenidamente, pero no las conocía de ningún lado, paso eso por alto porque suponía que venían a ver a alguien de la familia, pero igual estaba algo molesto —¿Cual es el motivo de su visita a estas horas?—preguntó algo molesto.

 

Espero la respuesta de ambas chicas, pero había algo que no podía pasar por alto, su visión no fallaba y pudo ver los destellos de un liquido esparcido por el piso, no muy lejos de la puerta. Conocía muy bien ese brillo. Interrumpió su conversación con sus invitados imprevistos. Camino al jardín y se arrodillo, paso un dedo por el liquido, confirmando sus sospechas: Sangre, y pudo notar que este estaba fresca aun, Se paro y examino el lugar, el rastro estaba presente por todo el jardín. No era de las personas que acababan de llegar.

 

<<¿Quien esta herido y donde esta ahora?>> se pregunto para si. Su rostro no reflejaba preocupación, pero si muchas dudas.

[León Crowley]

Habitación de León - Instantes después del ataque.

http://i.imgur.com/IDSBOpe.png

— ¡Señor! ¿¡Maestro, que ha pasado!? — Con las huesudas manos, Arthur, el elfo de León, intentaba contener el río de sangre que brotaba de algún punto en la espalda de León. La mezclilla entre tierra y nieve, dificultaban la labor de limpieza.

Al igual que en la nieve, la habitación del patriarca tenía una extensa salpicadura de sangre por efecto de la aparición que llevó a cabo el elfo. Lagrimas de fenix, esencia de díctamo, hemoglobina; no importaba lo que Arthur aplicara a la herida, esta no dejaba de sangrar. A grito abierto, Arthur pidió ayuda a los demás elfos de la casa que corrieron prestos a atender el llamado de Arthur. Ryfs, elfo viejo de la familia, fue de los primeros en llegar.

 

— ¡¿Qué pasó acá?! —Gritó el anciano, colocando las manos sobre la herida que no dejaba de sangrar. Bran y Cattelyn, los otros elfos de la familia, aparecieron al instante.

 

— ¡Bran! —Gritó tratando de mantener la calma —, busca a Hades y a Belsebú. Los hermanos del maestro deben saber lo que pasó; así como Haydie en el castillo Lestrange Lupin.

 

León no se movía desde que se había aparecido por cortesía de su elfo y pese al tenso ambiente que dominaba la habitación, él trataba de mantener la calma. Sabía que entre más se moviera, más rápido su sangre iba a salir de su cuerpo y más rápido fallecería. Tenía que hacerle saber de alguna manera, a Arthur o a Rhyfs, el peligro que corrían todos los miembros de la familia. Sin que ninguno lo notara, su ensangrentado indice derecho comenzó a trazar líneas rojas sobre la blanca sábana.

 

No fue si no hasta que terminó de escribir y con lo que le quedaba de fuerza, tomó el brazo de Arthur y lo arrastró hasta él. El elfo no se había percatado de nada, por lo que dió un pequeño brinco cuando se encontró con los ojos rojos de León, mirándolo fijamente. El fiel sirviente se arrodillo y difícilmente pudo escuchar al patriarca de la familia, decir dos palabras antes de dejarse caer sobre la cama, completamente inconsciente. Al instante, la herida dejó de sangrar y lentamente se fue cerrando cómo si no parar hasta hacer que León perdiera el conocimiento.

 

—¿Qué dijo? —preguntó Rhyfs plasmando una preocupación infinita en su rostro.

 

—Susurró "James Moran" — respondió Arthur percatándose de que antes de perderse en el sueño eterno, León había arrastrado su mano hasta un confuso mensaje, escrito en la sábana con su propia sangre—. Sin embargo, no fue todo lo que quiso decirnos —el huesudo dedo del elfo, señalaba en dirección a la seda blanca con letras rojas.

 

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Editado 30 de Septiembre del 2013 por León Corvinus Crowley

[Claudia Crowley]

El joven al cual había saludo momentos antes había terminado su aprendizaje. Haciendo caso a las palabras de su Jefa, optó por utilizar la recién activada Red Flú, siendo llevado al Ministerio. Claudia estaba conforme con los dos lugares que había escogido para ello, aunque en aquellos momentos la chimenea que los conduciría a la Academia de Magia y Hechicería, seria escasamente utilizada.

 

—Habrás visto mal, mis elfos no odian a nadie. Tal vez no le causaste buena impresión, aunque ni yo, que soy su ama les causo eso. Me tienen miedo, y me pregunto por qué—una curvilínea sonrisa surgió en sus labios, haciendo resaltar la constelación de pecas que surcaban su nariz.

 

Con un gesto de su cabeza indicó a Roxanne un sillón para que se sentara, la italiana tomó asiento frente a ella, sin poder evitar echar un vistazo sobre su hombro y fijar su mirada en Bel. Lo sucedido la noche pasada volvió a surgir en su mente, aunque la joven en cuestión no había sido participe de aquello, no podía dejar de sentir cierta repulsión hacia ella. Le sonrió falsamente.

 

—Buenos días Bel. Un gusto verte esta mañana. No te preocupes, aquí no eres un estorbo para nosotras—pronunció lo último con sarcasmo.

 

El hechizo anti-aparición había estado sin funcionar por un par de semanas, hecho del cual no estaba enterada y por ende, le había causado uno que otro dolor de cabeza a la matriarca. Quien prefería aquel "medio de transporte" a utilizar sus piernas o una escoba.

 

—No sabes el alivio que tengo ahora. Estar sin servicios, era tener a toda mi...—se contuvo de decir mi familia—... al castillo sin protección, vulnerable ante cualquier tipo de intruso o ataque, tu muy bien debes saber como es esto en Ottery.

 

Sus cejas se arquearon al ver que León había abandonado el jardín para venir hasta la sala. Le resultaba gracioso pensar lo impaciente que era y el ver su sonrisa, aunque un tanto falsa y extraña, le hacia sentir mucho más cómoda. Aunque él no lo supiera, el castaño era una parte vital para ella, algo tan necesario como el agua o el aire. O en su caso, la sangre.

 

—Roxanne, te presento a León.

 

Claudia tomó entre sus dedos una de las manos que el joven había apoyado en su hombro. Apoyó su fría mejilla contra ella, sintiendo el contacto de su piel. Sintió como si algo hirviese por dentro al escucharlo ¿debía tomar sus palabras con otro sentido? ¿o solo lo decía por hacerlo esperar afuera mientras recibía a las visitas?

 

—Deberías alejarte ahora—susurró.

 

Su voz se quebró en aquel momento, unas cuantas arrugas se formaron en su frente. Algo estaba pasando, algo terrible. A través de su olfato podía sentir el olor a sangre. No era un olor cualquiera el que percibía. Para la vampiresa, cada persona a la que apreciaba lo distinguía por el extraño y único olor que poseía su liquido vital y aquel pertenecía al Corvinus, de aquello no dudaba. Lo sentía con fuerza, él estaba ahí ¿pero donde?

 

Un leve "crack" sonó frente a ellos, dando paso a la pequeña y enigmática figura que era Hades, el elfo personal de Claudia. Sus orejas se encontraban hacia arriba y sus grandes ojos amarillos se mostraban más sorpresivos que nunca.

 

—Ama...

Editado 29 de Septiembre del 2013 por Claudia Rambaldi Crowley

[Joa Macnair Crowley]

La noche finalmente había caído sobre el Castillo Crowley. Su última noche allí en lo que a ella refería. Después de recibir la impactante noticia dada por Fokker, su cualquiera-que-fuese-la-relación-que guardaran, había pasado el resto del día pensando qué hacer con respecto a ello.

 

No deseaba volver a toparse con alguno de los habitantes de aquella morada, por lo que ni siquiera a la hora de comer, se había dejado ver merodeando por ahí. Luego de llamar a Yö para que llevase su almuerzo a la habitación, había decidido que volvería al hogar de su verdadera familia, los Macnair. Era lo mejor, antes de que a alguien se le ocurriese anunciarle que St era la mascota de la familia.

 

Aquella noche iría a dar un paseo a Diagón en busca de actividades que le hiciesen olvidar el mal rato, mientras, ordenaría a su elfo desocupar la habitación que le había sido asignada en el Castillo y llevar sus cosas a la Mansión Macnair, dónde las relaciones familiares estaban bien definidas.

 

—¡Yö! —Llamó después de pasar el final de la tarde arreglándose.

 

—Ama —adoró al aparecer nervioso. Según los pensamientos de la joven, al elfo la estancia en Londres le hacía ser cada vez más inseguro.

 

—Necesito que lleves…

 

—Ama —interrumpió el sirviente, ganándose la mirada enfurecida de la Macnair—. Los elfos en el castillo están preocupados por sus amos. Dicen que uno de los patriarcas fue atacado… Asesinado, de hecho. Temen que el resto de la familia también esté en peligro. Yö pensó que a la señorita Joa necesitaba saberlo. Yö solo desea el bienestar de su querida ama.

 

Gruñó saliendo de la habitación ante el anuncio. Ella no estaba de humor para los chismorreos de los elfos, debían ocuparse de sus labores y nada más. Pero no podía solo irse sabiendo aquello. Maldito el momento en el que puso un pie en aquellos terrenos.

 

Bajó corriendo a la sala en la que la noche anterior habían tenido tan inusual reunión y donde ahora se encontraba Claudia acompañada.

 

—¿Qué pasó? —Preguntó sin miramientos a la matriarca.

[Roxanne Rambaldi]

Estaba segura que los elfos me odiaban, en su mirada, y en su tono al hablarme, notaba un tono que hacía dudar de su cortesía. Esboce una sonrisa con el comentario de la Crowley, sus pobres elfos debían sufrir amenazas a diario de parte de su ama, que sin ser reales seguro les llevaba un buen susto.

 

-Si… me pregunto porque le temerán a una vampira sedienta de sangre que en cuestión de segundos los puede dejar secos.-bromee dejando escapar una carcajada.

 

Incomoda con el saludo entre Bel y Claudia decidí detener a mirar los rincones de la habitación, muy bella, y mucho más grande que el salón de estar de la Mansión Rambaldi. Plantearia a Deiwan el proyecto de agrandar nuestra sala de estar, pues en ocasiones, cuando la cocina dejaba de ser el centro de reunión, la sala se volvía pequeña para tanto Rambaldi.

 

Sus agradecimientos por los servicios demoraron poco, pues un joven se acerco a mi amiga y ella lo recibió de manera particular, con una cercanía que pocas veces se le veía. Enarque una ceja conteniendo una sonrisa burlona.

 

-Hola León, un gusto conocerte.

 

Pero la aparente tranquilidad duro poco, el rostro de Claudia cambio de felicidad a preocupación. ¿Qué le pasaría? Que estuviera enferma era tan poco probable sabiendo que era una vampira, tal vez sentía algo que los demás no podíamos. Un elfo apareció poco después, tal como la matriarca, estaba atemorizado.

 

-¿Qué sucede?

[Juliene Black Lestrange]

Algo iba mal. Delineó el contorno con sus verdes orbes, intentando percibir que era lo que ocurría en el lugar, pero nada, todo parecía extrañamente tranquilo, era una extraña paz que entre suaves susurros anunciaba una tormenta, suspiró, levantándose de su cómoda posición en el pasto verde. Y eso que había pensado que en el castillo Crowley no solía ocurrir nada anormal, la pesadez del ambiente le dejaba en claro que se había equivocado.

 

Cuando salió de los matorrales una escena extraña la recibió. Frunció su seño, mientras inspeccionaba la extraña actitud de Cygnus, estaba arrodillado en el suelo, parecía estar olisqueando algo, como si de un perro se tratase, pero cuando alzó un poco el dedo que se inspeccionaba se percató de lo que había llamado su atención: sangre. Parecía que había alguien herido en la mansión, el dilema se encontraba en...¿quién?

 

— ¿De quién es la sangre, Cygnus?—inquirió, cruzándose de brazos ante el Crowley.

 

Esperaba que eso no significara problemas, aunque con todo lo que sus sentidos percibían tampoco podría ser algo bueno, bufó, ella que había tomado el castillo como un hogar, precisamente por la tranquilidad que este le proporcionaba y para huir de sus interesantes reuniones hipócritas con varios de sus familiares, sin embargo, los problemas solían abundar en Ottery y perseguir a todos los apellidos, genial.

[GoshI]

Sonrió ante la respuesta de su compañera. Si pensaba que su trabajo era tedioso, el de la Malfoy para ella habría sido imposible de concebir. Prefería dedicarse a la gráfica, era lo que le apasionaba, su vocación. Pensaba responderle cuando la puerta del castillo se abrió de par en par, dejando en vista un muchacho muy guapo que se predisponía a recibirlas. Goshi se acomodó el abrigo como acto reflejo y su rostro se tornó serio. Sus narices detectaban un aroma provenir del interior del edificio, un aroma conocido, el cual esperaba no encontrar en una situación como aquella.

 

-Buenas noches. -Haciendo caso omiso a lo que sus sentidos detectaban, sonrió disculpándose con la mirada y extendió su mano a modo de saludo.- Mi nombre es Goshi Rowle y ella es la señorita Gyvraine Malfoy. Buscamos al señor León Corvinus Crowley, ¿se encuentra en el castillo?

 

Su mirada no pudo evitar desviarse al notar que el chico bajaba su mirada. El brillo entre sus pies logró alarmarla, levantando la mirada nuevamente. Giró su rostro hacia la Malfoy, notando el mismo gesto de preocupación en su compañera. Volvió hacia el muchacho, con los ojos bien abiertos mientras intentaba aminorar el ritmo de su respiración.

 

-¿Pasó algo aquí?

 

Fue poco prudente, pero no pudo evitar la pregunta clavando sus ojos en los del chico. Estaba nerviosa y el olor de la sangre la excitaba aún más. Su mano se adentró instintivamente en el bolsillo donde solía guardar su varita. Aún no se acostumbraba a no encontrar nada allí dentro. Frunció los labios y volvió a sacar de allí su mano.

 

Volvió a mirar el suelo. Entre medio de sus piernas podía llegar a ver más allá que el líquido oscuro surcaba el suelo en caminos sinuosos.

 

"Esto no me gusta nada."

 

Deseaba no encontrarse con malas noticias. Rozó con la lengua la punta de sus colmillos dentro de su boca y se mordió el labio inferior frunciendo el entrecejo.

 

-¿Se encuentran todos bien?

[Nats Rambaldi Crowley]

Se encontraba en su habitación escuchando la música de su caja musical. Se quitaba sus zapatos y pudo notar que la zuela de su zapato derecho estaba llena de un líquido rojo, no sabía cuando se había llenado de éste. Frunció el rostro mostrándose algo asqueada al ver eso es su calzado. <<¿Qué habré pisado y cuándo?>> Se preguntó a sí misma sin darle mucha importancia a eso, tenía hambre, estaba cansado de dar saltos en su habitación intentando bailar y su elfo no había regresado con algo de comer para ella.

 

Luego de quitarse el calzado salió de su estancia a buscar algo de comer por su propia cuenta. Bajó las escaleras con sus pies descalzos. Al bajar pudo ver a su padre en la puerta, no dijo nada, aún no tenía ganas de hablar con él por lo que siguió su camino hacia la cocina. Al llegar a esta habitación del castillo pudo ver a casi todos los elfos del lugar chismeando. - Elfos chismosos, deberían de estar trabajando en vez de estar hablando cosas que no son de su incumbencia. - Ninguno le prestó atención excepto Electrix quien se acercó a ella diciéndole: - Ama Nats, Electrix se quedó aquí adquiriendo información para ti, al parecer alguien de la familia está herido. - El elfo tomó la mano derecha de su ama. - ¿Está usted bien ama?. -

 

- Sí, yo estoy bien... pero ¿de qué hablan? ¿cómo que alguien está herido?. - Preguntó a los elfos allí presentes, eran un buena fuente de información después de todo.

[Fokker]

Fokker Cygnus

 

Los visitantes buscaban a su padre, pero en esos momentos no pudo responder nada. Primero, por la pequeña imterrupcion que el chico habia hecho para ver la sangre y segundo, por el simple hecho de que no sabia donde estaba su padre hasta ahora, porque no sospechaba nada de lo que le habia pasado a León.

 

Parece que no fue el unico en darse cuenta de esto, y era obvio por las gotas de sangre que iban directo al castillo.

 

—Nada esta bien...— respondio mecanicamente a la pregunta de Goshi, luego de haberse puesto de pie y caminar en direccion dela sangre. Iba a decir algo pero fue interrumpido por May, el chico no sabia que estaba aun por casa.

 

—May tambien quisiera saberlo—

 

Dijo viendo el pequeño rastro que desaparecia justo en la entrada, suficiente indicio que era alguien de la familia quien estaba herido. Levanto la mano y analizo la sangreque aun tenia inpregnada en el dedo, y esta vez pudo sentir algo muy familiar, y era porque era la misma sangre que corria por sus venas. Porque cuando se hizo la herida aquella mañana en el puño, el olor de su propia sangre quedo grabado en su mente. No habia duda ya.

 

—Creo que no todos estan bien...—

 

Saco la varita de inmediato y apunto a las recien llegadas, salio entonces hacia afuera, observo a May y con la mirada le dijo que hiciera lo mismo que él. Luego apunto a las afueras del jardin, y lo ilumino con un lumos, observando atentamente buscando a un posible agresor.

 

—¡Maldita sea!— grito con furia, con las orbes completamente rojas.

 

—Entren!!!— ordenó, —creo que mi Padre esta en peligro

 

Porque sabia que la sangre era de León y sospechaba que el se encontraba ahora en el castillo, y si estaba herido, tal vez sus agresores no estarian lejos de ahi.

Editado 29 de Septiembre del 2013 por Fokker