~ Mansión de la Familia Malfoy ~ (MM B: 100774)

[Valky]

Hace mucho tiempo que la ojimiel no pisaba la mansión de los Malfoy y la verdad es que le resultaba realmente extraño estar ahí, quizá se debía a la inminente posibilidad de quedarse a vivir por un largo tiempo en aquel lugar > pensó mientras se acercaba hacia los limites de la mansión. El hechizo de la verja de hierro, tan antiguo como la morada en si, se abrió dándole paso. Al parecer el haber contraído matrimonio con Bastian le daba vía libre a las inmediaciones de tan enorme y majestuosa edificación.

 

— Debí pedir un mapa... — se quejó la castaña deteniéndose sin saber muy bien a donde ir primero.

 

Sabía donde quedaba la habitación de soltero de su ahora esposo, más no sabía si ahora que estaban casados usarían otra o le harían algunas remodelaciones, después de todo ella tenía mucha ropa y necesitaría un armario más grande. En ese momento extraño al castillo Rowle y todo el espacio que en el tenía. Recorrió los jardines sin prisas, respirando el aire puro, sin animarse a ingresar a la mansión.

 

— ¿Puedo servir en algo a tan bella dama? — pregunto un elfo joven, alto para los estándares élficos, de piel color ocre claro, larga melena rubia y brillantes ojos azules. —Mi nombre es Raikkonen — el elfo hizo una reverencia y giño un ojo a la bruja.

 

—Pero que insolente... — dijo la Black Lestrange sin poder creer la osadía de la criatura — Ve a buscar a mi esposo, dile que lo espero en el lago... y no se te ocurra volver a coquetear conmigo o no vivirás para contarlo — ordenó la bruja dándole la espalda para luego encaminarse había el lago. Había recordado que su esposo le comentó el día de la boda que su regalo estaba en ese lugar. se preguntó.

[Juliens]

—¿Está ya aquí? —preguntó Bastian al elfo un tanto aturdido.

 

Aquella visita lo tomó por sorpresa. Vivir en la mansión Malfoy era posiblemente algo temporal. O no. Lo que Bastian tenía seguro era que donde los Haughton había mucho más espacio ya que Valkyria tenía una torre completa con su nombre. Sacudió la cabeza despejando aquellos pensamientos de su mente. En realidad daba igual, podían vivir sin problema alguno en ambos sitios ¿Acaso no eran magos? ¿No se podía romper la barrera física y "unificar" ambas habitaciones? Posiblemente si. Sonrió.

 

—Adelanta, dile que ya voy. Que no se acerque mucho a los Kelpies. Aún están ariscos —le ordenó al elfo.

 

Se acercó a su mesita de noche y murmuró unas palabras. El cajón encantado se abrió y tomó de una cajita de cristal el anillo de amistad con las bestias que adquirió en el Magic Mall junto al libro de hechizos escrito por Uzzas. Si bien su poder era suficiente para controlar a sus mascotas, con aquel anillo su control se veía muy aumentado. También tomó el colgante volador y se lo puso en el cuello. Cerró nuevamente mágicamente la mesa y se paró junto a la ventana.

 

Saltó. En el aire sintió su cuerpo ligero. Las alas que colgaban de su cuello emitieron un suave brillo y la caída fue controlada. Se deslizó con soltura cuando sus pies tocaron suelo. Caminó unos minutos. Pudo ver a Valkyria a lo lejos. Caminó unos cuantos pasos más y se detuvo junto a su esposa.

 

—Hola guapa ¿Me extrañaste? —preguntó. Le dio un beso en los labios y cruzó el río junto a ella. Saltaron con magia y cayeron suavemente usando las alas de plata que colgaban del cuello del mortífago —. ¿Viniste a verme a mi o a los Kelpies? —bromeó.

[Valky]

> pensó la castaña observando a la singular criatura alejarse, era mucho más alto que un elfo normal y no pudo evitar sentir cierto aire humano en él. Frunció el entrecejo, novio la cabeza y apartó la mirada al igual que la loca idea que de pronto había llegado a su mente. Camino sin prisas por unos cuántos minutos más > pensó pues según ella ya debía estar cerca al lago.

—El amo Bastian dice que tenga cuidado con los Kelpies… —dijo la voz del elfo quien había vuelto a aparecer a pocos metros de donde ella se encontraba. —Por cierto… el Lago está en esa dirección —Apuntó a la derecha de la bruja y tras lanzarle un beso se esfumo. Aquel sí que era un elfo coqueto y muy insolente.

La ojimiel hizo un gesto de desconcierto y rectificó el camino > pensó mientras se abría paso entre la vegetación del lugar. No había recorrido mucho camino cuando la figura de un mago alto y de cabello blanco le dio alcance. Una sonrisa enorme se posó en el rostro de la bruja al verlo y no dudo en corresponder al beso en los labios que su esposo le daba a modo de saludo.

—Te mentiría si te digo que no te extrañe… —dijo aferrándose a él mientras saltaban el riachuelo —No sabía que ya estaban aquí los Kelpies —añadió sonriendo —Que emoción poder verlos al fin. ¿Crees que se dejen tocar? ¿Ya les has puesto brida? —preguntó emocionada.

—Por cierto los elfos de aquí son raros… Uno con un mal genio insoportable —comentó haciendo referencia a Chavez —y otro demasiado coqueto e insolente — se quejó. A lo lejos ya se podía ver el lago, sin embargo no había rastro alguno de tan hermosas criaturas, sin duda estaban sumergidos bajo el agua.

—Amor… ¿ya han traído mi Unicornio? —inquirió sujetándose del brazo del mago para no caerse, los zapatos que estaba puesta no eran precisamente para dar caminatas cerca de un lago.

[Arya Macnair]

La noche era fría y lluviosa, se notaba en el aire de Diciembre había llegado y consigo unos cuantos copos de nieve que se pegaban a las hebras de su cabello rojizo y apagaban el ardor del color. —Mansión Malfoy— susurró cerrando los ojos, había aparecido hacía nada más que 15 minutos a cien metros de los conjuros que protegían los terrenos prestigiosos del Ministro de Magia. Escondida entre las sombras y ataviada con una capa oscura se aferró al lobo de plata que pendía de su cuello y deseó con todas sus fuerzas que su manada oyera el mensaje; —Lisa— pensó abriendo los ojos y dando un paso al frente, aun no había llegado pero podía sentir como quemaba la joya.

 

Tenia el rostro cubierto con aquella particular luz blanca pues desde su último ascenso había dejado los caprichos y rebeldías de lado para dar el ejemplo a la nueva camada de guerreros que le miraban la espalda. Llevaba unos zapatos de tacón alto maniobrables y un vestido azul eléctrico que claramente no podía ser apreciado por la capa que cubría su nívea piel en su totalidad.

 

A paso tranquilo caminó hasta estar cerca de la verja de entrada y una oleada de adrenalina la embargó haciendo que su diestra temblara al alzar la varita; la voz de Mey llegó primero y sus ojos claros ardieron ante el recuerdo, luego la aplacó la de Mei y la de Aimé y no pudo evitar sonreír de orgullo y con un dejo de nostalgia apuntó firmemente y en un abrir y cerrar de ojos hacía explotar la verja en mil pedazos. Hubo de correrse a un lado para que nada la hiriese pero se sentía extremadamente viva, aquella noche seguía sus pasos de cerca, había cumplido la meta y allí la aguardaba el recuerdo de sus tres grandes Demon Hunters con los brazos abiertos.

 

—Hoy haremos un sitiado

 

Las palabras fluyeron de sus labios cuando notó a su espalda la presencia de su compañera, sabía que ésta comprendería que el trabajo sería más minucioso en esa oportunidad; nada de entrar y salir, darían pelea de ser necesario.

[Lisa Weasley Delacour]

Como pasa el tiempo, pensaba tirada en uno de los grandes sofás del salón de la Delacour, mirando fijamente como dos pequeños niños jugueteaban con varios trozos de tela rasgada. Hace nada aquellas dos sencillas criaturas estaban apostadas en el vientre materno y ahora, dos años después, ya eran capaces de hablar, de sentir e incluso de crear una sorprende magia.

Me sentía orgullosa de ver su avance. Era parte de su progreso y eso me hacía ilusión, debido a que algún día, sabía de antemano que los dos seguirían nuestros pasos, los de la castaña y los míos, combatiendo con orgullo por ver un mundo mejor. Una sonrisa sincera se habia posado sobre mis labios. Estar con ellos, en mi hogar, me regalaba una calma que nadie más conseguía.

Cuando las pupilas brillantes de Henry se posaron en mis ojos, no pude más que acercarme a su persona y abrazarlo con cariño. Tenía mi corazón robado desde el primer día. Habia decidido que me quedaría con ellos toda la tarde, descansando de misiones ministeriales y exhaustas entrenamientos, no obstante, el destino no parecía estar de m alado.

El colgante que llevaba al cuello con forma de lobo y que nos servía de comunicación entre los denominados Hunters ardió con fiereza. Supe de inmediato que era Arya la que me llamaba, ¿por qué? Porque ambos dijes de plata eran afines, como nuestras esencias y en el preciso instante en el que la Macnair tocaba el medallón, fuese para lo que fuese, el mío se encendía.

Deje a cargo de mis sobrinos a mi elfo de confianza y gire sobre mis talones tal cual estaba; unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta de tirantes de un color burdeos. Descalza y con el pelo suelto. Como cosa obvia, habia una luz en mi rostro, impidiendo que el resto del mundo reconociese mis facciones.

Dos segundos después hice acto de presencia a cincuenta metros exactos de la verja que separaba Ottery de los terrenos de la gran familia Malfoy. Tras eso, camine hasta alcanzar la verja, ya derruida por la fémina y accedí al interior del recinto. Ea hora de allanar el terreno para la Orden consiguiendo pruebas que derrocasen el poder de los mortifagos.

- Honor a quien honor merece - Confirme.

[Arya Macnair]

—Piertotum Locomotor

 

Tras caminar varios segundos por el sendero que conducía a la imponente mansión Malfoy sitio que iban a poner de cabeza en el buen nombre de la ley, Arya se topó con unas cuantas peculiares estatuas griegas. Sonrió de lado pues las conocía pero no solía prestarle demasiada atención hasta ese preciso instante. Hércules pronto movió sus musculosas piernas y le miró como un súbdito obediente, —Protégenos— fue la única orden que le dio puesto que Lisa se encontraba en un radio cercano al suyo. El sujeto que posiblemente pesaba una tonelada y sería capaz de aplastar a un oso medía casi dos metros, peligroso pero bueno tenerlo del lado de uno.

 

—Irrompible

 

Pensó casi de inmediato dando la espalda a Hércules y agitando la varita por sobre su hombro izquierdo. Una fina capa transparente cubrió a la enorme estatua y ésta desde entonces se volvería capaz se soportar cualquier daño. Aguardó en el rellano de la mansión a su compañera y le sonrió tras la luz asintiendo lentamente, —Honor a quien honor merece— musitó y en su voz se notaba claramente la fuerza que ahora corría por su torrente sanguíneo. La vida le daba una nueva oportunidad, la de redimirse como la cobarde que fue alguna vez.

 

Lista para entrar forjó la puerta mediante magia y oyó el chillido de los goznes.

[Lisa Weasley Delacour]

El verde césped de la mansión estaba bien cuidado. Mojado por el roció de la fría noche. Estatuas por doquier, fuentes y bancos, arboles enormes y un sinfín de florituras que gritaban ostentación a voces. La Malfoy era una familia antigua en Ottery, una familia compendiada y dedicada desde su creación a servir al llamado Voldemort. Hoy tocaba, como llevaba sucediendo añares, darle una estocada y verla sangrar.

- Ardius Corpus patronus – El asentimiento de la chica solo podía significar una cosa. Era el momento justo para evaluar a nuestros rivales y demostrar al mundo cuanta fuerza tenía el clan de la luz. Sonreí al ver como miles de hilos trazaban una forma inconexa que con el paso de los minutos se volvió corpórea. Un imponente hipogrifo con el honor marcado en sus pupilas se presentó ante mí, fiel y con coraje. Me defendería ante todo lo que se me enviase y me serviría de ayuda en caso de que mi decisión fuese atacar.

- Morphos – Una piedrecita del camino, aquel que recorría cual sendero oscuro los lindes de la fortaleza muto, transformándose en una viuda negra, que ante una orden muda de mi parten, se perdió por el lugar en busca de alguna víctima. Poseía un veneno mortal que usaría, sin lugar a dudas, a mi favor.

- Piertotum locomotor – Una de las tantas estatuas que yacían por allí comenzó a moverse, dándose cuenta de que poseía vida. Esta era de acero, de dos metros aproximadamente, con una lanza y un atuendo medieval que llamo mi atención de inmediato - Quedate fuera e imposibilita la entrada a quien intente seguirnos, excepto a todo aquel que lleve luz en el rostro – Fue el mensaje que recibió cuando salto de su base. Asi lo haría, hasta su muerte. Luego, yo, seguia a Arya hacia el interior.

[Marabella Rambaldi G.]

Caminaba tranquilamente por las calles de Ottery , apreciando la bella noche que se me presentaba , claramente los problemas familiares abundaban en mi y necesitaba un relax , por lo que una caminata no me hacia nada mal , contemple los jardines de las mansiones ,cada paso que daba , cada brisa que tocaba mi piel era relajante , todo aquello me hacia olvidar por unos instante los problemas , los cuales aun no le encontraba solución.

 

Camine unos minutos mas llegando a una pequeña plaza que se encontraba en las cercanías de una mansión la cual claro esta no tenia la mas mínima idea de quien pertenecía , me senté en uno de los asientos cercanos para poder disfrutar de la brisa fresca que aquella noche había , me concentre en escuchar cada sonido , cada detalle el cual me hacia sentir en casa , aquella estancia en Italia la cual extrañaba con demasía.

 

Todo estaba tan tranquilo y lleno de paz , que no fue dificil percatar un pequeño sonido que me puso en alerta - ¿quien anda ahí? - pregunte levantando mi varita -Lumus- susurre , pero nada se veia , hasta que de la nada apareció un patronus en forma de lobo , uno muy peculiar y el cual conocía de sobra -Pelirroja - susurre , aquel era un llamado , debía presentarme ante ella en una misión ,escuche atentamente los detalles del mensaje y me dispuse a ir en la dirección acordada .

 

Corrí lo mas rápido que pude y en cosas de segundo me encontraba a uno cien metros de la Mansión Malfoy , me arregle mi pantalones y mi blusa que se había recogido debido a lo rápido que corrí , me puse mi capucha de la túnica y enseguida me coloque la luz que tapaba mi rostro -Bien acá vamos - me dije a mi misma mientra pasaba el portón de la mansión y caminaba por los jardines , a poco andar divise a mis compañeras .

 

-Hola - dije mientra me colocaba al lado de una .

[Romina Black Lestrange]

Llevaba horas tumbada sobre su cama mirando el techo, ya había perdido la noción del tiempo, lo único que sabía es que ya había caído la noche y que en algún momento tendría que cerrar los ojos e irse a dormir. Dio varios giros en la cama, no encontraba ninguna posición que fuera de su agrado y ya se estaba empezando a molestar. Para empeorarlo todo tenía frío, era la época en la que el frío comenzaba a notarse mucho más, aunque prefería eso a que estarse muriendo de calor.

 

Justo cuando estaba a punto de quedarse dormida sintió como algo le quemaba en el cuello y por instinto intentó sacárselo, solo que no podía. Al tocarlo se dio cuenta de que la luz y el calor que salían era a causa de un llamado, o al menos eso es lo que recordaba de la vez que había adquirido dicho collar en The Hunters y no solo eso, sino que también había adaptado la forma de un dragón. ¿Por qué todo en su vida estaba relacionado con dragones? Eso era algo que de momento no lograba entender.

 

Se levantó de la cama y se despojó del pijama que llevaba puesto para ponerse una capa bastante gruesa que la cubría del frío de la noche. En los pies llevaba puesto un calzado, más bien unas zapatillas, mientras que, su varita, se encontraba en el bolsillo derecho de su túnica. Cerrando los ojos apareció a cien metros de los terrenos de la Mansión Malfoy. Caminaba rápidamente pero sin llegar al punto de correr, adentrándose a los jardines de la mansión, esperando encontrar a sus compañeros.

 

—Buenas noches— saludó con una sonrisa, esperando que la reconocieran, después de todo no llevaba luz en el rostro, nunca lo hacía y era por el simple hecho de que estaba orgullosa de pertenecer a su bando.

[Arya Macnair]

Por la hora que era guardó silencio más si alguien dormía en la mansión después de la explosión y los pasos de las estatua fuera en los jardines seguramente ya estaban más que despiertos y avisando a sus perros guardianes, malditas lacras que estaban allí. El recibidor era amplio cosa que le gustó al igual que el decorado, pensó que podría tomar varias ideas para remodelar su castillo algún día de aquello pero Sombra vibró y acabó por robar toda su atención; —Primera planta— informó a su camarada señalando la escalera con un simple movimiento de cabeza y entre las penumbras agitó su varita con elegancia y separó sus labios de cereza para hablar.

 

— Ardius, Corpus Patronus

 

Cientos de hilos plateados con un halo de luz azulina casi translúcida brotaron del extremo opuesto de Sombra y se anudaron con suma rapidez para comenzar a dar vida a una espléndida criatura. Las patas resonaron en el piso y las alas se desplegaron de manera magistral, cada vez que invocaba a aquel Hipogrifo se sentía más protegida y confiada de lo que debería, era como si aquel par de desafiantes ojos fuesen de un tono verde conocido, de su amado.

 

Su corazón se agitó de un momento a otro cuando puso un pie en el primer peldaño, giró lentamente y miró por sobre su hombro en dirección a la puerta anteriormente abierta por ella y contempló el momento exacto en que dos féminas se unían al llamado. Sorprendida por Kyttara y una vez más orgullosa por la hija que a pesar de no haber podido criar, intentaba enseñar día a día lo que significaba el bando para ella.

 

Agitó su mano izquierda para que Lisa viera que se marchaba y para que el hipogrifo la siguiera de cerca, corrió hacia los jardines Malfoy y se detuvo a un metro de ambas brujas. —Morphos— musitó apuntando en dirección a la túnica qué cubría el cuerpo de la Gryffindor para convertir la tela rápidamente en piel de dragón, ahora ella estaría a salvo de cualquier rayo salvaje que intentase matarla.

 

—Morphos— Repitió apuntando ésta vez en dirección a su hija Romina. Al igual que con la ropa de Kyttara, la de ésta se transformó en resistente piel de dragón, mientras ella estuviese allí nada le pasaría jamás o no podría perdonarselo.

 

—Adentro— Ordenó con tono severo.