~ Mansión de la Familia Malfoy ~ (MM B: 100774)

[Mei Black Delacour]

–La Malfoy…

 

Aquel susurro salido de sus labios se perdió en el infinito silencio que invadía los alrededores de las afueras de la mansión Malfoy. Tantos recuerdos que le traía aquella vieja estructura que de cierta forma imponía, no ahora, sino para aquellos que habían visto el esplendor que tenía en antaño. Ahora sencillamente era una mansión más, una más que estaba siendo abandonada como sucedió con varias otras, la Black, la Slytherin…

 

¿Cómo había llegado allí? no sabía decirlo exactamente, sencillamente, estando en plena patrulla, sus pies la dirigieron hasta aquella particular área. Observó todo desde las afueras, todo estaba demasiado silencioso, no uno que causara tensión, sino uno verdadero, de vacío.

 

Negó con la cabeza y comenzó a caminar en dirección a las verjas de entrada. Sonrió tras la luz que tenía sobre su rostro, la cual sólo podía ser vista si se sacaba la capucha de la capa que llevaba encima. Sí, ya que volvía, tenía que hacerlo como siempre lo hacía: a su manera.

 

–Expecto Patronum – unas bellas palabras susurradas para que un sinfín de Jobberknoll salieran de su varita, volando elegantemente y desapareciendo a la distancia. No tardarían en llegar.

 

Y como sospechaba, no tardaron en llegar, aunque pocos, pero los suficientes a su criterio. Alcanzó a ver que Arya se hallaba allí, a quien seguro aquel lugar también le traía recuerdos.

 

–Vamos a investigar este lugar, pues, aunque no lo parezca, hace tiempo estaba plagada de magos tenebrosos – explicó, girándose y dirigiéndose esta vez directamente a la verja, la cual y ante su proximidad, comenzaba a tomar la forma de un rostro humano. Movió su brazo rápidamente, como un látigo, lanzando un rayo directamente a la entrada, la cual voló en mil pedazos –. Esto se hace así, no me miren mal – acotó, encogiéndose de hombros e ingresando por fin a los terrenos de la familia Malfoy.

[Arya Macnair]

La habitación se vio iluminada de repente, —Entonces, tu abuela se enfrentó contra todos ellos, ¡Cinco en total! — , por un instante ignoró al Jobberknoll que venía en aviso por parte de Mei, una nueva misión estaba en puerta, según el ave, deberían encontrarse en la Mansión Malfoy; quería al menos, acabar con la historia antes de tener que dejar sola a su hija, una noche más. “Mami, mami … Mei” repitió Ámbar, era una niña demasiado astuta para la edad que tenía, había sabido diferenciar la especie del plumífero con tanta facilidad, que luego de las historias contadas por la pelirroja, podía relacionarlo con la Delacour.

 

—Si cariño, Mei

 

Su respuesta fue simple, era hora de marchar, así que besando la frente de su hija murmuró: —Y alzando su varita, acabó con todos ellos de una sola vez. Porque ella es una guerrera, igual que tu, mi Delacour— tomó una oscura capa de viaje, a cual ocultaba su vestido rojo carmesí, corto hasta las rodillas, muy provocador, con un prominente escote, y dejó resonar sus zapatos de tacón haciendo juego, para desaparecer de la hacienda Targaryen, girando sobre su tacones de aguja.

 

Al aparecer directamente en la entrada, una oleada de recuerdos la abordó. Tambaleante dio un paso atrás, sus ojos azules se fijaron en todas sus compañeras, pero acabaron por clavarse en Mei, su Líder, la única persona en la que había depositado su enseñanza desde un principio. Recordó la primera vez que pisó los jardines Malfoy, junto a ella, casualmente, y junto a … Mey.

 

Sonrió de lado y dejó que la melancolía la embargara, a veces era bueno prestarse a ella. Y como si supiera, dio un paso al costado y volvió la vista atrás, la castaña voló la molesta verja de entrada en mil pedazos, aquello casi le hace llorar de emoción, era como volver dos años atrás, cuando no era nadie y no sabía nada. Era momento de demostrarle cuanto había aprendido.

 

Poco a poco, se adentró.

[Ley Gryffindor Rosier]

Ley Gryffindor Rosier

 

Me había quedado hasta tarde esa noche en el ministerio haciendo unos reportes pendientes que tenía que entregar, estaba seria leyendo cada línea y haciendo notitas mentales y físicas en mi escritorio. Las velas lo alumbraban mientras seguía con mis labores pues no me gustaba dejar pendientes. Al terminar acomodé los papeles en unas carpetas para mañana a primera hora entregar todo cuando un patronus iluminó la oficina. Lo observé atenta y fruncí el ceño dandole a entender que tenía mi atención... un Jobberknoll comenzó a decirme su mensaje, patronus que pertenecía a Mei. Asentí a sus indicaciones y guardé rápidamente todo. La mansión Malfoy era mi destino esa noche, esperaba tener un poco de diversión por parte de los mortífagos si es que nos descubrían y si no bueno...

 

Salí del ministerio y me escondí por allí para conjurar mi máscara de luz, la cuál cubriría mis facciones haciéndome irreconocible de los demás. Desaparecí y unos segundos después allí estaba, imponente y hermosa la mansión de los Malfoy. Caminé lentamente y me encontré a mis compañeras.

 

-Buenas noches, vine en cuanto vi el patronus... ¿qué hay que hacer hoy?- tomé con mis manos la varita... por si la fuéramos a necesitar, no se sabía con quién nos fuéramos a encontrar.

 

Llevaba esa noche un pantalón de mezclilla y un abrigo ligero, unos zapatos bajos y el cabello recogido en un elegante moño, un atuendo sencillo pero bonito que me hacía verme bien.

[Romina Black Lestrange]

Romina Targaryen

Era una noche extraña, la Targaryen no lograba conciliar el sueño. Los segundos se hacían eternos hasta llegar a ser minutos, los minutos se alargaban aún más hasta que las horas pasaban y pasaban. Su elfina apareció a su lado luego de haberla llamado un par de veces, con sus pequeñas manos abrió la ventana de su habitación de par en par, dejando ver la oscuridad de la noche en la que las estrellas alumbraban como miles y miles de linternas que se extinguirían con el paso de los años, tal como lo hacen las baterías de las reales.

Al cabo de unos minutos vio cómo se acercaba hasta ella una de las estrellas, no, no era una estrella, era el patronus de un Jobberknoll, un pajarito azul, era el patronus de Mei, líder de la Orden. El mensaje fue claro y sencillo, debería estar lo antes posible en la mansión Malfoy para investigar. En ese momento le había agarrado sueño, al parecer todo jugaba en su contra, llevaba puesto el pijama y no tenía ganas de cambiarse, por lo que simplemente agarró una capa negra y se la puso encima, sin siquiera cambiarse. Si quería llegar a tiempo no perdería tiempo en su vestimenta.

Sacó la varita del cajón de la cómoda y la sostuvo fuerte entre sus manos, estuvo a punto de ponerse luz en el rostro, pero no le gustaba, por lo que casi nunca le daba importancia a ese aspecto. Y después de girar sobre sus talones reapareció a unos metros de la mansión, en donde reconoció fácilmente a varios miembros de la Orden, eran pocos, pero seguramente harían mucho, por lo que camino lentamente hasta la reja, por donde tendrían que entrar.

[Ley Gryffindor Rosier]

Ley Gryffindor Rosier

 

Comenzamos a caminar lentamente, acercándonos a la mansión. La puerta estaba allí enfrente y Mei con un movimiento de su varita la hizo explotar en mil pedazos, sonreí satisfecha por el acto -eso es tan genial- le comenté a mi líder. Luego lentamente caminamos cruzando donde antes había explotado la puerta. Al llegar comencé a observarla pues nunca había tenido la oportunidad de estar allí y tenerla de frente, únicamente había escuchado chismes que cambiaban de persona a persona. Me detuve en unas estatuas que habían allí, bonitas, de la mitología griega. Apunté mi varita a una de ellas.

 

-Morphos- dije apuntando a la estatua que tenía enfrente, transformándola en un tigre de bengala adulto, que se postró a un lado de mi rugiendo. Le acaricié la cabeza y le ordené que me protegiera de cualquier rayo o ataque que viniera hacia mí, sin dudarlo dos veces se acercó en pose de defensa.

 

-Avis- dije enseguida y de la punta de la varita salieron doce aves que volaron alrededor de mi canturreando y al igual que el tigre, tenían la orden de interceptar rayos que vinieran en dirección a mi.

[Mei Black Delacour]

Aspiró todo el aire del cual sus pulmones fueron capaces, y comenzó a caminar enérgicamente hasta los jardines delanteros. Los mismos, como siempre, estaban llenos de estatuas estratégicamente colocadas, las cuales en su momento habían brillado de lo majestuosas y limpias que estaban. Hoy en día, parecía que hacía falta que algún elfo doméstico les pasase un trapito… y una podadora, pues las enredaderas comenzaban a dejarlas ocultas.

 

–Investiguen un poco los alrededores por si encontramos a alguien. Recuerden, no ataquen a nadie a menos de que sus vidas estén en riesgo, ¿entendido? – dijo, y sin más, comenzó a caminar alrededor de los jardines, acercándose a una y otra estatua, pero rápidamente se giró para observar a Arya directamente – ¡Y no quiero que quemen absolutamente nada! Los complejos pirómanos lo dejan para otro momento.

 

Puso los ojos en blanco, sabiendo que la Macnair pensaba exactamente en eso, y en gran parte se sorprendió por recordar aquel detalle. Tantos recuerdos, ¿cómo era posible que su mente funcionara tan bien en ese momento? Era un misterio para ella…

 

Alzó la varita en el aire, dispuesta a realizar algunos conjuros para no aburrirse, y para darle un aire distinto a aquel lugar.

 

–Corpus Patronus – inmediatamente, un sinfín de hilos color plata comenzaron a salir de su varita, uniéndose por encima de su cabeza, a una distancia prudente y tomando la forma de un animal enorme. El mismo, batió fuertemente sus alas, volviéndose en un ser totalmente corpóreo: un Ridgeback Noruego. El cual lanzó un bufido al aire.

 

Sonrió, aquel animal era tan hermoso como imponente, y volaba pacíficamente por encima de los terrenos, estando todo el tiempo atento a lo que sucedía a su alrededor, por si debía atacar o defender a su creadora. De pronto, una risa pícara escapó de sus labios, a la vez que apuntaba ahora al frente.

 

–Piertotum Locomotor – el efecto fue inmediato: las estatuas de Hércules, la Medusa y el dios Zeus cobraron vida, saliendo de sus pedestales y dirigiéndose inmediatamente hasta donde se hallaba la Delacour – Hace mucho tiempo no nos encontrábamos, ¿no? – dijo como si ellos pudieran escucharla. Aunque con la magia, nunca se sabía.

[Arya Macnair]

Miro a su alrededor, izquierda, derecha, aquel sitio parecía estar muerto. —Es que si yo me disfrazo, les daré más pelea que ellos, creanme— soltó algo ofendida, entre sus compañeras, pero supuso aquel momento, el más óptimo para saldar una deuda que cargaba consigo desde hacía un par de meses; y tener deudas con un Líder, eso no era recomendable. Caminando lentamente por el sendero que conducía a la entrada principal de la Mansión, deteniéndose a unos diez metros de Mei Black Delacour, sonrió de lado, con su rostro libre de toda atadura luminosa, por desgracia, ella era una de las pocas que habían dado la cara, años atrás, para limpiar el buen nombre del Bando, junto con Hank y Adryanie.

 

—Ardius... Corpus Patronus

 

Exclamó alzando su varita, sin quitar la vista de su objetivo, pero trazando un bello dibujo, como su portara un pincel y el aire fuera su lienzo. La rapidez que le confería aquel hechizo, le permitió crear ante los ojos de todos, un hermoso Hipogrifo adulto, predispuesto a recibir sus órdenes, por muy testarudo que fuese. "Debes defenderme, a como de lugar" musitó, haciendo una reverencia y acariciando la corpórea cabeza emplumada de la criatura, era tan magnífica, y le recordaba tanto a él, que la sensación ensanchaba más su natural sonrisa.

 

—Piertotum Locomotor

 

Continuó con las invocaciones, fingiendo un claro y pulcro puchero al regaño de su Líder, —Vale, vale— asintió como niña buena, al tiempo que su encantamiento daba vida a una enorme y pesada estatua, algún Dios griego que ella no conocía por ser mala en Historia, prefería las transformaciones. Y eso fue lo que hizo, de algún modo figurado, darle vida a aquella estatua, que se separaba de ella por unos cuatro metros, y unos tres de la que Mei había optado por tomar prestada. Hércules, su más aguerrido amigo, al parecer.

 

—Irrompible

 

Agregó para finalizar, aun apuntando a su estatua andante, sin dejar de sonreír. —Oiga, señora. ¿Me concede ésta pieza?— gritó en dirección a Mei, separando sus pies para ganar estabilidad, y ordenando a su propia estatua el abalanzare contra la de ella, por mera diversión, jamás podría hacerle daño.

[Romina Black Lestrange]

Romina Targaryen

Al acercarse a la reja logró ver como un rostro se formaba sobre esta; había dos opciones, o era verdad o ya estaba viendo cualquier tipo de cosas por la hora que era. Y no pasaron más de diez segundos en los que la líder actúo, apuntando con la varita haciendo explotar lo que se encontraba delante de ellas. Al parecer era la única forma de ingresar al jardín, y luego a la mansión, si es que llegaban y lograban entrar. Dio un paso al frente con la varita en alto por si llegaban a atacar, caminó unos escasos centímetros y se detuvo en donde habían un par de estatuas, perfectas para crear defensas.

—Morphos— apuntó con su varita en dirección a una estatua de gran tamaño y altura, esta comenzó a transformarse en un oso adulto de hermoso pelaje, era de un tono muy parecido al café, pero bastante oscuro. Este tenía la orden de atacar o defender, más que nada acompañarla para no sentirse sola, el lugar era enorme.

Se acercó a una pila de hojas secas, estaba aburrida, y después de escuchar algo de que no había que incendiar nada se le ocurrió hacer eso. Nunca había prendido fuero a nada, pero siempre había una primera vez —Incendio— murmuró y de su varita salieron invocadas un par de llamas que se dirigieron directamente a la pila de hojas secas que rápidamente comenzó a incendiarse, sin duda alguna aquello era un peligro, y más aún cuando también había pasto seco a su alrededor. No sabía porque había hecho aquello, seguramente era porque se le había dado por contradecir a medio mundo.

[Ley Gryffindor Rosier]

Ley Gryffindor Rosier

 

Me separé un poco de mis compañeras para investigar, aquella mansión era enorme y habría mucho donde buscar algo para cargarlos. Mei dio la orden de no incendiar nada y asentí, de todas maneras no estaba entre mis cosas por hacer quemar una mansión... eso era más de Bellatrix Lestrange (?). Luego de eso comencé a caminar, pero todo estaba oscuro -Lumos- murmuré encendiendo la punta de la varita, la cuál me ayudaría a ver mejor por dónde es que iba.

 

Llegué hasta donde se encontraba un rosal que hacía un elegante marco, como un túnel. Me encantaban las rosas así que no pude evitar oler una y aspirar el aroma tan característico de éstas flores. Caminé un poco y me distrajo algo extraño que vi, que brilló al mover la varita, lentamente la levanté para ver bien y si, efectivamente algo brillaba.

 

Me acerqué y allí estaba... tirado un collar, se podía percibir la magia negra, por lo que lo junté con la ayuda de mi varita y me acerqué a mis compañeras -Oigan, creo que encontré algo... ¿no es un collar maldito?- las observé -¿qué han encontrado ustedes?-.

 

Giré la cabeza pues había escuchado un sonido, pero solo eran hojas que caían de los árboles, al parecer nadie se presentaría esa noche a defender su mansión.

[Mei Black Delacour]

Se giró justo a tiempo para ver cómo una de las estatuas que Arya había hechizado, se abalanzaba contra la de Hércules, la cual inmediatamente reaccionó, defendiéndose luego de la orden susurrada que la castaña le había dado. Observó a ambas esculturas molerse a golpes a la vez que separaba sus piernas y dirigía su varita a la Macnair, aunque por lo bajo, sin apuntarla realmente.

 

–¿Acaso esa es una invitación a un duelo? – inquirió, haciéndose la desentendida, bajándose la capucha para dejar su cabello al aire – No puedo negarme a algo así, nunca.

 

Sonrió de lado mientras bajaba levemente la cabeza, con los ojos cerrados. Era, probablemente, una de sus mayores debilidades.

 

Acto seguido, hizo una breve reverencia a su ahora contrincante y con una velocidad digna de mención, alzó su varita en dirección a Arya.

 

–Incendia Din – dijo a viva voz, agachándose rápidamente para tocar la punta de su varita en el suelo. Inmediatamente una esfera de fuego color azul envolvió al completo a la Knight, dejándola sin escapatoria posible, sofocándola debido al calor y, como para variar, con una mala visión debido a que las llamas poco y nada la dejarían ver.

 

Zancadilla pensó al instante siguiente, haciendo que un lazo mágico atara los pies de la Macnair y ésta cayera de bruces al suelo, atravesando las llamas del incendia din y causándole graves heridas que debería de curar rápidamente.

 

–¡TÚ! – dijo repentinamente luego de enviar sus hechizos, dirigiendo su dedo hasta Romina – Será mejor que apagues inmediatamente eso, dije que nada de incendios en este lugar.