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♦..Cacao Café..♦ (MM B: 103979)


Ela Karoline
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El día se presentaba lluvioso y gris ideal para pasarme por mi amado lugar de trabajo, el cual había dejado abandonado tiempo atrás por ir tras los Vulturi con los cuales había mantenido una más que interesante charla, pero de eso ya hacía unos días y me prometí a mi misma borrar esos feos recuerdos y plantar una brillante y gran sonrisa, sin permitirles que me aguaran mi vuelta, por más que estuviera temblando y en mis ojos azules se reflejara el miedo que aun tenia en mi haber.

 

Mi traje violeta claro, mis zapatos violetas claros con taco y mis pantalones violeta oscuro me daban el aspecto de toda una empresaria seria que siempre deseaba portar, para los que me conocían lo suficiente sabían que a los dos minutos estaría hablándoles y riéndome y que mi aspecto de seria, era solo algo que portaba para los de afuera y por unos pocos minutos, al menos hasta que me conocían lo suficiente para darse cuenta que era bastante habladora y agradable para los demás.

 

Llevaba mi cabellera pelirroja sujeta en mi prendedor del fénix dorado, el mismo que me había regalado mi papá Elvis hacia mucho tiempo atrás, no le veía nada de malo en usarlo y dicho sea de paso no era tan importante y dudaba que muchas personas, lo relacionaran con el hecho de que yo perteneciera la Orden del Fénix y si así era ¿cual sería el problema? aunque esperaba que nadie se diera cuenta de esté hecho transcendental, no me preocupaba tanto como el hecho de que quizás estuviera llegando demasiado tarde, como siempre me sucedía cuando me iba a Italia y volvía de improviso, el tiempo pasaba demasiado deprisa para mí gusto y no sabia ni que hora era en aquellos momentos.

 

Mis ojos azules claros se fijaron en la hermosa fachada con la gran taza encima y apenas leí el cartel de "Cacao Cafe" me sentí completamente en casa, era mi hogar en muchas formas y si bien trabajaba allí la calidez que tenia era solo comparable a la que solia tener en mi amada mansion de Gryffindor y ese era uno de los primeros motivos por los que la Gryffindor había decidido trabajar allí.

 

Apenas si tuve tiempo de escuchar el tintineo habitual del lugar y aquel olor a chocolate que inundo mis fosas nasales, haciéndome sonreír alegremente, porque para mí en aquellos momentos estaba en mi casa, cuando una elfina salio a mi encuentro, diciéndome algo que hizo que sonreirá aun más ampliamente que hace dos segundos atrás.

 

- Señorita Luna, la ama Cye la espera en la cocina - Dijo la elfina mirándome fijamente -

 

- Gracias dioses ¿como estoy? sabes debo estar echa un desastre así, recién volví de mi viaje de Italia por unos asuntos que trate y oh por dios perdón por retrasarte, solo voy a buscar a Cye nos vemos luego ¿si? - Le comenté sonriendole amablemente y acariciándole la cabeza, mientras pasaba por su lado para dirigirme hacía la cocina -

 

Traspasé el umbral llegando al fin al sitio en el que sentí el olor al chocolate más pronunciado ¿que clases de ideas tenia Cye preparada para hoy? sonreí alegremente buscándola con la mirada y suspiré aliviada al verla allí en la cocina, lista para lo que parecía ser la elaboración de varios bombones de chocolates y trufas por doquier.

 

- Hola Cye ¿me recuerdas? espero no haberme quemado tanto con él sol de Italia, pasé unos días hermosos allí, pero ahora tocaba volver al trabajo y ¿que es todo esto? ¿puedo ayudarte? parece completamente fascinante, por cierto te traje muchos chocolates de Roma y algunas recetas, quizás sirvan - Le comenté señalando las dos bolsas blancas que llevaba encima y sonriendole alegremente de verla de nuevo -

 

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Estaba claro que era uno de esos días lluviosos y fríos allá afuera, pero dentro del local era totalmente acogedor y ni hablar de la cocina, un amplio espacio con mesadas de mármol y mucho, muchísimos utensilios, las paredes laterales estaban llenas de armarios bien protegidos por cristales polarizados que guardaban celosamente los más rico y extraordinarios ingredientes y que gracias al cristal le daban la temperatura adecuada, fuera esta frio o calor, para que ninguno perdiera sus sabores o texturas.

Luego otra pared estaba cubierta en su parte superior de hornos de todos tamaños para hacer el sinfín de delicias cuyo ingrediente principal era el chocolate, y en la parte inferior a la altura de las mesadas había hornallas donde se ponían los calderos y sartenes para hacer las bebidas más elaboradas, derretir los chocolates o hacer las salsas; todos estaban numerados por una razón especifica. De cualquier forma en la cocina no era necesario llegar hasta los hornos u hornallas pues todo estaba pensado tanto para los magos como para los elfos, que eran de baja estatura, simplemente gritaban “Horno 2”, “Hornalla 3” y la cacerola, sartén, caldero o molde, flotaban mágicamente hasta donde ellos mencionaban poniéndose a cocción.

Cye por su parte tenia sobre una mesada, varios moldes para bombones, también varios tazones y un trió de calderos con fondo de cobre, que siempre era mejor para trabajar el cacao y los azucares, además de dos pares de paletas, varias cucharas y un mandil en reposo, que no era para ella pues tenía el suyo puesto, así como un gorro de cheff sobre su cabeza que ocultaba toda su cabellera, ya que no era higiénico andar con el cabello suelto. Consulto el reloj de pared que estaba sobre la puerta de acceso a la cocina y se dio cuenta de que Luna podía no llegar pronto, lo cual le hizo torcer un poquito lo rosados labios.

Pero estaba equivocada, como si su pensamiento la hubiera invocado la chica atravesó el umbral y se le unió con su acostumbrada alegría. Estaba a punto de decirle algo sobre la hora pero lo olvido por completo al escuchar la frase “te traje chocolates de Roma” eso hizo que no solo se le iluminaran los ojos, sino que una gran sonrisa apareciera en sus labios.

-Solo por eso se me olvido tu demora, ¡chocolates romanos! Hay que probarlos, mientras tu a ponerte el mandil y el gorro, anda- pidió señalando ambos sobre la mesada totalmente blancos e impecables y claro, a la medida de la chica. Mientras ella tomo las dos bolsas y empezó a sacar su contenido cual niñita destapando regalos.

-Hubiera sabido que ibas a Roma te hubiera encargado trufas blancas y negras, las producidas en romas tiene un sabor y un aroma que ni te cuento, algo caras, pero valen cada galeón, te lo aseguro- dijo con la convicción de una experta.

 

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- Dios Cye me imaginé que se me venía el enfado del siglo y no fue así lo cual me pone muy feliz, aunque mi visita a Roma no fuera para fines tan felices que digamos, pero a lo que iba que lo importante es que volví y esta vez para quedarme mucho más tiempo y estoy entusiasmada por volver a trabajar se que debes de quererme matar por mi ausencia pero esta vez prometo quedarme mucho más tiempo, por cierto algunos chocolates romanos de los que están ahí son de los que no se pueden derretir, enserio que viaje y todo y no están derretidos, no se si serán mágicos y que hay varias recetas también que busqué para el negocio y pues a lo que iba estoy muy contenta de haber vuelto - Le comenté hablándole tan rápidamente como siempre -

 

- ¿Trufas blancas y negras? hay un par en esa bolsa solo pude comprar 1 caja completa porque no me alcanzaban para más, aunque no se sí sirva de algo más que para empacharnos por una semana, es que enserio que allá comí mucho más chocolate que acá no se si es por el lugar, la infraestructura o el ambiente, realmente nunca supe que era, quizás sea solo que los venden en todos lados, si vieras en varios lugares venden chocolate o quizás solo fue porque era la semana del chocolate" pero el punto es que realmente Roma estaba sorprendente, nunca lo había visto así, cantaban y bailaban y era todo una gran fiesta - Le comenté sonriendole amablemente mientras me ponía el mandil y el gorro para no ensuciarme -

 

 

Revolví una olla que había con puro chocolate, busque el caco y lo puse en la mezcla preguntándome si era necesario más y si lo estaría haciendo del todo bien, sabía que quizás no era una experta cocinando chocolate, es que a decir verdad la vampiresa prefería mil veces comer el chocolate que prepararlo, solo seguía un instinto de su corazón y porque no así también le demostraba a Cye que había vuelto con ganas de trabajar más que antes si es que esto fuera posible.

 

No tenía que mirarme en un espejo para saber que me veía ridícula con el mandil y el gorro, pero eran cosas que una tenía que hacer si deseaba tener un chocolate libres de cabellos pelirrojos, aunque me sonaba extraño estar ahí en el calor de las ollas revolviendo el chocolate, no le confesé a Cye que si pudiera tomar el chocolate así como estaba aunque fuera liquido lo haría ahora mismo, pero controlé mis impulsos a fin de lograr poder hacer chocolate sin tentarme en ningún momento, repitiendo para mis adentros que debía de seguir trabajando por todo lo que no había trabajado antes.

- Paseando por allá vi que en las chocolaterías tenían una especie de bolsas mágicas en donde como por arte de magia los clientes pedían un chocolate y esté se les aparecía ya sea en taza como en tableta de la forma, el tamaño y como lo querían, luego iban y lo pagana en la caja y se podían sentar allí adentro o llevárselos para su casa, había hasta gente que vendía chocolates a domicilio y pues como comprenderás a juzgar por las grandes bolsas, fui una de las que más compré porque el chocolate me puede siempre y bueno, por eso estoy aquí contigo no, por mi amor por el chocolate y el cariño que te tengo, Cye - Dije sonriendo feliz y alegré mientras revolvía y respiraba el chocolate por doquier -

 

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Mientras Cye suponía que Luna se estaba colocando el mandil, ella aprovecho para ir sacando de la bolsa que la chica le trajera el contenido, algunos bombones en envoltorios glamoroso, un par de cajitas, y no se pudo resistir, abrió uno y le dio una mordidita, saboreándolo lentamente y dejando que el producto inundara cada rincón de su boca, al fondo, muy al fondo se oía la voz de la Gryffindor que le hablaba de chocolates que no se derretían y que si le había traído una caja de trufas.

 

-¿Una caja?- pregunto perpleja pues como había dicho antes eran supremamente costosas, busco en la bolsa sacando lo demás pues estaban hasta el fondo y la encontró, era una caja transparente, con papelito de seda chino para que mantuviera el producto en buen estado y dos hilera una de trufas blancas y otra de trufas negras, eran seis en total.

 

-Con esto podemos producir muchísimos chocolates ricos, no sabes lo que rinde, al ser un producto excelente su sabor es muy intenso, así que se usa poquito en cada unidad- dijo chupándose el exceso de chocolate de los dedos para luego abrir la caja de trufas e inhalar la fragancia que despedían los pequeños hongos, porque eso eran.

 

-Suena maravilloso todo eso que dices- dijo en tono ensoñador, recordando que su última visita a roma fue de la mano de su esposo en su luna de miel, y hablando de miel aun les quedaba mucha pero… se le antojaba otro viajecito, quizás si Luna aprendía bien podría darse el gusto y dejarla encargada de su negocio, ya vería.

 

-Eso está listo, lo sé a simple vista pero tu debes asegurarte que tenga la temperatura correcta y esa es si al probarlo así - dijo tomando una paleta limpia, sumergiéndola un poco en el bol de chocolate negro que Luna mezclaba y llevándose la paleta hasta ponerla en contacto con el labio inferior.-Si lo sientes tibio pero no demasiado calientes, es que ya está listo para templar-

 

-Vamos prueba, luego lo volcamos en la mesada que ya está limpia y esos dos palustres hechizados harán su trabajo- en efecto, una vez que se volcaba el chocolate las pequeñas palitas movían el chocolate de un lado al otro hasta templarlo y lo vertían de nuevo en el bol listo para hacer los bombones con los rellenos que Cye tenía al otro lado de la mesada, unos cuentos cuencos con varias mermeladas, otros con siropes de bebidas embriagantes y otros con frutos secos, incluso quesos y ahora añadiría trufas.

 

-Dime de qué te gustaría hacer un bombón, uno que no hayas probado- pregunto curiosa.

 

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  • 5 semanas más tarde...
Ya hacia un tiempo que había sabido que Cye Lockhart, amiga y compañera de bando había abierto un local, bueno uno mas, sabia o estaba acostumbrado hace mucho a visitar sus otros negocios, pero de un tiempo a esta parte me había perdido del callejón por un tiempo, me la pasaba mas en mi propio negocio, o en las inmediaciones de la orden.


Aquel día daría un paseo para saber que tal era el negocio, había escuchado que era de café o al menos eso rezaba su titulo pero seguro que algo mas podría encontrar para tomar ya que aquella bebida oriunda de los cafetales de Colombia nunca había sido realmente de mi agrado.


Al llegar frente al local, solo pude ver el gran ventanal que conquistaba con sus dulces, pero por mas que paseaba mi vista por el o sus alrededores no veía por donde podría ingresar al lugar, me quede en la acera del frente por algunos minutos viendo lo que pasaba, veía como algunas personas pasaban por delante de el sin detenerse y otros que miraban como yo.


A un par hubiera jurado que los habría oído que le hablaban al ventanal como si este de la nada se fuera abrir para ellos.

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Hacia días que la Lockhart habia estado enseñando a Luna, su más reciente dependienta a preparar algunos bombones para agregar al menu que se ofrecia en la parte baja del local, esa que desde el ventanal a pie de calle mostraba las delicias invitando a ingresar pero obligando al futuro comensal a hacer una observacion mas detallada hasta que diera con el elevador-columpio.

 

Aquel dia Cye estaba relajada, con ganas simplemente de pasarse a tomar algo, más no de trabajar, por eso en vez de aparecerse en el interior o de usar la chimenea con la red flu decidio caminar desde Stilos hasta el Cacao Cafe, cuando llego noto a algunas personas tocando el cristal del ventanal lo que le confirmaba que debia poner un letrero que indicara el acceso, eso si no queria seguir perdiendo clientes.

 

Belisama, su varita se materializo en su diestra y de inmediato realizo una floritura con la cual varios palitos de chocolate fueron formandose en una especie de escritura hasta convertirse en un letrero con una flecha hacia el lugar de acceso, el letrero volo hasta quedar suspendido magicamente contra el cristal siendo ademas de claro provocativo con su color blanco y marron porque era en parte chocolate blanco y chocolate oscuro.

 

 

<<<----- Entrada por el elevador-columpio

 

Luego de eso su varita desaparecio y la dejo libre para contemplar por un ratito los manjares que se exhibian, aquellas barras de caramelo con cereal bañadas de chocolate se veian sabrosas, o el volcan de chocolate y ni hablar de las laminas de chocolate con trozos de frutos secos o la jalea de coco cubierta con una gruesa capa de chocolate ummm.

 

Cye estaba ajena a la presencia de un gran amigo y compañero de bando @@Seba Granger que obsevaba desde la acera del frente el lugar.

Editado por Cye Lockhart
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La vampiresa tamborileaba sus dedos en el mostrador indecisa de si salir a correr o no, puesto que no era hora para salir de noche y además la gran tormenta que se estaba gestando afuera no era propicia para salir amen de que preferiría quedarse en su amado cacao café y observar todo el lugar esperando a potenciales y felices clientes, parecería que tenía un don para la adivinación porque pesé a la lluvia torrencial y al tedio del día, su colega y gran amigo, Seba estaba afuera y solo cruce los dedos preguntándome si entraría o no al local.

 

Mi idea inicial de irme a correr con esta lluvia se evaporo de mi mente y plante la mejor sonrisa sincera que pude dar, deseando que no se enterara de lo emocionada que estaba por verlo mirando el cacao café y deseando que entrará para poderlo atender, al fin y al cabo, nada era mas importante para mí que los clientes se sintieran tan a gusto como yo, me sentía siempre que iba allí a simplemente distenderme un poco, y porque no servirle el mejor chocolate que quisiera.

 

Mi traje violeta claro, mi pantalón violeta claro y mis botas con taco de color violeta fuerte, me daban el aspecto de toda una empresaria que quería portar a diario, con la diferencia que ése día tenia las manos arregladas y bien pintadas de color azul fuerte, dándome un aspecto entre extraño y elegante que siempre me gustaba portar, mi cabellera pelirroja sujeta por mi prendedor de fénix dorado completaba mi atuendo por demás fino y extravagante a más no poder.

 

¿Por qué alguien querría correr tan arreglada y con esta lluvia? la respuesta era sencilla: era una vampiresa y a veces necesitaba algunos incautos animalitos, de preferencia alces o pequeños cervatillos que saciaran mi sed, aunque bien podría ir más tarde puesto que sabía auto-controlarme muy bien y además ¿quien se enteraría? nadie lo sabría, a menos claro que me conocieran lo suficiente para advertir mis ojos azules más oscuros y mis colmillos que sobresalían por mis labios.

 

Aun así suspiré quitándome el pensamiento de un "estofado familiar" y me concentré en lucir lo más tranquila posible, para no levantar sospechas de ningun tipo, había ensayado como quedarme tranquila y quieta y era por eso que no estaba tan preocupada, podría irme luego a buscar reservar, además aun podía atender al cliente si es que entraba y me dije que a veces extrañaba poder tomarme un chocolate caliente y que luego de atenderlo, me iría a pedir un chocolate, pero claro eso lo haría fuera de mi horario de trabajo.

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  • 1 mes más tarde...

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La vida no se detenía, como no se detenía los días que pasaban dejando su rastro en el mundo mágico, ahora a comienzos de Agosto el local lucia impecable, las mesas recién habían sido vestidas con los manteles y las caminerias, sobre las que estaban los menú, el lago circundante a las mesas seguía apacible con los movimientos de los cisnes que nadaban ajenos al ir y venir de la gente. La casa del árbol con sus coloridos cojines esperaba ansiosa a los pequeños que solían acompañar a sus padres para que tomaran allí los alimentos o simplemente saltaran sobre los mullidos asientos a ras del piso de madera. Mientras que el tobogán que terminaba en un estanque de chocolate, ese había sufrido una avería que apenas los elfos habían detectado.


-El chocolate se está filtrando- grito un elfo que corrió directo a la barra aparador en busca de una de las dependientas o de la propietaria. Lo cierto es que el estanque se estaba quedando sin chocolate líquido y la grama alrededor se estaba tiñendo de marrón oscuro lo que indicaba que había una fuga, aunque no se explicaba cómo. Mientras tanto Cye ajena a lo que pasaba seguía observando por la vidriera de la chocolatería en el piso a pie de calle donde había colgado el letrero con la flecha que indicaba que para accesar al local debían sentarse en los columpios (elevadores) que los subirían a la terraza y de allí podrían bajar hasta donde estaba ella si es que querían comprar bombones o hacer una cata de productos.

Que ajenos estaban todos de que pronto un desastre mayor estaba por sobrevenirles y si no eran lo suficientemente listos, muchos saldrían afectados, aunque seguro había el que prefería untarse los dedos de un poco de chocolate con tal que este fuera gratis y ni un solo galeón saliera de su bolsillo.
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  • 1 mes más tarde...

El grito del elfo domestico hizo que entrara rápidamente al local, hacia muchos meses que no me pasaba por estar viajando a Roma de nuevo, esta vez le había traído y los ingredientes para el chocolate, asì que me apresure a dejar todo en la barra y corrì hacia donde estaba el elfo para socorrerlo, el estanque se estaba quedando sin chocolate y el mismo se volcaba por todos lados, algo debería de hacer y cuanto antes, no sabia en donde estaba Cye, no la había visto pero suponía que estaría por algún lugar lindero al cacao cafè, aunque me dije que no había tiempo que perder y debía de salvar mi amado chocolate de una muerte sin lugar a dudas trágica y horrenda, suspire buscando en mi pantalón violeta claro mi varita mágica rápidamente y la alce deseosa de arreglar ese desastre inminente, sonreí al pensar que arreglaría mi amado lugarcito y asì el local de mi amiga, Cye, estaría funcionando excelentemente bien de nuevo como hasta ahora había sido.

 

- Reparo - Pronuncie apuntando al lugar justo en donde suponía que estaba la fuga deseosa de haberlo solucionado -

 

Vi suspirando alegremente como se solucionaba la fuga y pensé en un hechizo para el pobre pasto y se me ocurrió que un simple fregotego podría funcionar, nunca había estado tan preocupada por una fuga como en aquel momento y mi cabellera pelirroja antes perfecta, ahora lucia desordenada y suelta alrededor mio, mi prendedor del fénix dorado descansaba a mis pies en el pasto y aún no me había percato de este hecho, tan preocupada como estaba por salvar mi amado lugarcito en el mundo, porque era cierto que yo era la dependienta del lugar pero el mismo seguìa siendo mi lugar preferido y favorito en el mundo, por ende no era de extrañar que por poco me diera algo al ver todo el hermoso pasto lleno de chocolate liquido, el mas puro chocolate del mundo estaba desparramado a mis pies en el pasto asì que suspirè notando como se me hacia agua a la boca de tan solo ver ese hermoso manjar en el suelo desperdiciado.

 

- Fregotego - Dije fuertemente con mi cantarina voz viendo como el chocolate se limpiaba rápidamente -

 

me pase un mechón pelirrojo detrás de mi oreja y suspire sintiéndome entre alegre y cansada, me quede quieta viendo como había solucionado todo y pensando si gritaba llamando a Cye o simplemente me quedaba quieta admirando mi obra de arte ¿que debería de hacer? ¿llamaba a Cye o la iba a buscar? y por cierto ¿donde estaba ella? fruncí el entrecejo confundida preguntándome si la llamaba vendría, esperaba que sì aunque ya habìa solucionado todo y quizás no necesite llamarla aunque sea para decirle que vine y pude volver a mi amado lugarcito de trabajo.

 

- Cye, amiga, no sabes lo que paso acabo de salvar el cacao café ¿Cye? ¿por donde estas? recién volví de mi viaje largo por Italia y pues todo estaba hecho un caos no se porque y me asuste aunque lo arregle pero no se si esta tan bien arreglado o si hace falta algo mas y ademas de venir a atender, quería un chocolate caliente pero no te preocupes si viene un cliente estaré lista para atenderlo, por cierto que esa si que fue una chocolatosa bienvenida - Le comente al aire esperando que mi grito con su nombre o mis hechizos le hicieran darse cuenta de lo que había sucedido en mi amado lugarcito -

 

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Editado por Lunatica Lupin Evil Black

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Cye seguía sumergida en su contemplación hacia el exterior, la gente era rara en ocasiones, podía notarlo en su forma de transitar aquel callejón, con sus prisas y afanes mientras que otros tan lentos y despreocupados que el tiempo parecía no existir. Acaricio su vientre estableciendo mayor contacto con su bebe, el en aquellos meses se había convertido en la única compañía que nunca la abandonaba, y aunque era hermoso, deseaba que los meses corrieran rápido para poder tenerlo entre brazos, besarlo y arrullarlo. Suspiro girándose hacia las vitrinas donde reposaban los bombones y chocolates de todo tipo, amargo, semi-amargo, con leche, blanco, rizos, tabletas, chispas, solos, con galletas, con obleas, con frutos secos, rellenos, en fin, todo cuanto pudieran imaginarse estaba a la disposición de la clientela


Fue entonces que alcanzo a oír que la llamaban desde la terraza, se quedo esperando a ver si la volvían a mencionar y así fue, la voz le parecía la de Luna, quien por cierto había desaparecido de Londres al menos durante el último mes. Sin apresurarse, y sin ganas de caminar demasiado se desapareció para materializarse del lado interno de la cascada, ella era la única que tenía esa potestad en el negocio, los demás debían usar los medios de traslado establecidos, como era el columpio para llegar a la terraza desde la calle, la moneda que daban los elfos o dependientes para poder traspasar la cascada y las escaleras internas para bajar a la chocolatería.


Luego atravesó la cascada haciéndose visible a quienes permanecieran en la bonita y aireada terraza. Como había imaginado allí se encontraba Luna, con su falda morada, el cabello un tanto desordenado y hablando cosas que ella no entendía. Antes de que la propietaria pudiera decir algo, el elfo que había dado la alerta sobre el chocolate se acerco ofreciéndole un pequeño prendedor en forma de fénix a la chica, un poco untado de chocolate, eso tampoco lo entendió la Lockhart, así que cambio la mirada de uno a otro esperando una explicación.


--Es bueno verte y saber que no te olvidas de este lugar-- dijo con voz calma --¿Dónde andabas y que significa eso?-- pregunto señalando el prendedor ya que hasta el momento ninguno de los dos había dicho nada. Claro no es que ella debiera saber todo, pero le daba curiosidad, mucha curiosidad.

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