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♦..Cacao Café..♦ (MM B: 103979)


Ela Karoline
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Un ligero rubor coloreó las mejillas pobladas de pecas de la escocesa al escuchar el cumplido por parte de su amigo que la tomó totalmente desprevenida, pero el Lockhart lo había lanzado de una manera tan natural que la Gaunt no pudo menos que echarse a reír, pues de alguna manera lo encontraba divertido siendo que, en otra época, ya lo hubiese tirado al piso con alguna llave de pelea para someterlo y hacer que se disculpase.


Realmente tampoco había pasado gran tiempo en Escocia, pero se ahorró comentárselo a Alexander, repentinamente avergonzada por no conocer mucho sobre sus países natales. Conocía un sin fin de lugares hermosos, por supuesto, lugares que la mayoría de los humanos solo podrían llegar a soñar e incluso algunos tan idílicos que a uno le hacían pensar que habían pasado a otra vida... una mejor, como un paraíso.


Cuando él respondió su pregunta el desconcierto apareció en su rostro que ocultó instintivamente en una media sonrisa antes de delatar la sobredosis de curiosidad que le procedió. Deseó preguntarle cuándo y cómo se había convertido en vampiro, cuánto tiempo había estado con muggles antes de darse cuenta de sus facultades mágicas, y de que manera había acontecido aquéllo; pero, extrañamente, lo que mas deseaba preguntarle era su verdadera edad.


—Vaya... —tantas preguntas en su mente hicieron que sus labios solo pronunciaran esa única palabra. Por fortuna, Jops regresaba a la mesa con las bebidas y snacks que habían pedido —Muchas gracias, Jops.


Alexander se disculpó con la pelirroja al enterarse de que su madre estaba presente, y Talia realizó un ademán elegante con la mano para que fuera allá sin preocuparse. Tomó una de sus magdalenas y pellizcó una nuez para llevársela a la boca, mientras sus marrones ojos seguían a su amigo hasta una mesa varios metros lejana de la suya, mostrando interés en las dos mujeres sentadas en ella que hablaban de forma amena entre sí. La Gaunt supuso que la bruja a quien había besado la mano el vampiro era su madre.


—Descuida —interpuso cuando él volvió con ella —¿Así que me encuentro en un negocio familiar? A buena hora me lo dices —fingió una mirada severa, pero no pudo evitar reír después —Me encantaría conocer a tu madre. Quizás al final puedas presentarme para decirle lo genial que le ha quedado la decoración —propuso, guiñando un ojo y mordiendo una magdalena —... !mmm!... y también felicitarla por lo delicioso que está esto. No puedo hacer menos que eso. No, no... por ahora esto esta bien, quizás mas tarde pida algo más, gracias —respondió, pero estiró la mano y tomó una de sus galletas.


De alguna manera estaba sorprendida de lo bien que la estaba pasando, justo como su hermano le había prometido que pasaría. Talia recordó aquél momento, y como, llena de amargura, le había respondido con una mirada hiriente. Observó a su amigo, repentinamente reflexiva, y optimista por la actitud que hasta ese momento el Lockhart había mostrado se aventuró a realizar la pregunta que pasaba por su mente.


—¿Qué se siente... si no te molesta que lo pregunte —hizo una pausa moderada —, ser un vampiro?




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La conversación con las chicas en el Cacao Café había tocado variopintos temas, desde el tiempo de estadía de las chicas en la comunidad mágica londinense, pasando por las familias y conocidos y ahora se centraba en compras y por supuesto galeones además de los empleos que como siempre terminaban siendo en el Ministerio de Magia y Hechiceria. @@ZelKat13 con mucha modestia y elegancia había declinado la invitación a gastar el dinero de Cye mientras ella se hacía del suyo propio y la rubia lo entendía, no había nada más satisfactorio que ir a cualquier lugar y pagarte con el sudor de tu frente lo que quisieras o pudieras, por eso no insistió.

--Jajaja así que te atrae lo misterioso, bueno seguro que en ese departamento hay tela para cortar-- expreso al escuchar el nombre del lugar --Pero prométeme que en cuanto te acepten tendrás mucho cuidado, seguramente ha de ser un poco peligroso-- dijo un tanto seria, pues conocía de los rumores que circulaban sobre muchas de las actividades e investigaciones que se llevaban en aquel apartado del ente oficial.

--Juro que no me imagino a Antoni sin su cabello, que dicho sea de paso es muy bonito-- recordó la mata de cabellos azulada que vestía la cabeza del Tonks -Pero creo que él tiene razón, los aspirantes casi nunca son rechazados porque las vacantes son amplias, así que prepárate entre hoy y mañana seguro saldrá la plantilla- aseguro, aunque algunas veces se demoraba más pero estaban más o menos en el promedio, ella también esperaba con ansias ver los listados por un motivo muy personal.

En ese preciso instante una voz completamente familiar llego a ella, luego la presencia del mago le saco una sonrisa, el con su galantería y caballerosidad en verdad que hacía gala de ser un Lockhart, estudio sus movimientos al comprender que iba a besarle la mano a modo de saludo, se parecía en los modales a Ishaya, el patriarca. Ella palmeo la mano del muchacho y le guiño un ojo divertida y curiosa cuando este anuncio que debía retirarse y que solo pasaba a saludar, ni siquiera le dio tiempo de presentarlo con Zelda.

--Diviértete Cariño-- alcanzo a decirle mientras sus orbes celestes le seguían hasta ubicar la mesa en la que estaba en compañía de una chica, ¿quién sería? una ¿compañera, amiga, su novia? Volvió su mirada y concentración a la chica que le acompañaba y entonces se disculpo. -Estos chicos, ese era mi hijo Alexander, has de ir a casa un día de estos para que conozcas mi familia- le dijo con una sonrisa en sus labios. Las tazas ya estaban vacías y los platos casi, así que le pareció buen momento para sugerirle --¿Quieres conocer la chocolatería, la planta que se ve desde abajo?-- a la mayoría le entusiasmaba pasearse entre vitrinas llenas de bombones de los más variados sabores, rellenos y formas y claro entre tanto probar uno que otro.

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La amable dueña del lugar le advirtió sobre el Departamento al cual la rubia se había anotado, cosa que supuso desde un principio. -Lo se, lo supongo, si se trata de investigar Misterios pues... no debe ser alguna tontería como descubrir a quien se le perdió el bolso.- Comentó entre risas. -De hecho eso es lo que me atrae de ese Departamento, el que pueda ser peligroso, la adrenalina me mueve.-


Un amable joven de piel pálida y cabello rojizo se acercó a la mesa, saludando tanto a Zelda como a Cye, allí supo que aquel era hijo de la dueña del local, para despedirse rápidamente y volver a su mesa, la cual compartía con una chica. Tras ello, Cye le invitó a que algún día se pasara por su casa para conocer a su familia, cosa que contestó con una sonrisa. -Me encantaría, algún día de estos iré por allí a visitarlos.-


Los ojos de Zelda se abrieron como platos al oír que Cye la invitaba a pasar a la zona de chocolatería. -¿Es en serio? Claro, me encantaría, aunque te advierto que quizás no sea muy buena idea conociendo mi estomago.- Rió levemente


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Se sentía bastante a gusto con la situación le parecía que todo estaba siendo realmente agradable, estaba disfrutando de la compañía de la señorita, además que no podía negar que se estaba divirtiendo bastante, en realidad se había puesto nervioso al ver que se había molestado porque no le había comentado que era un negocio familiar, pero rápidamente le dio a entender que era un broma por lo que se comenzó a reír, le era cómico que le jugaran bromas, él mismo lo hacía y aquello le daba a entender que se sentía la suficiente confianza para hacerlo.

 

-Jajaja me asustó pensé que se había molestado de verdad -comentó entre risas para luego agregar con toda confianza - Estaría encantado de presentarle a mi madre, es una mujer muy dulce igual que usted, seguro se llevarían bien - era muy cierto, desde que le había recibido en su casa se había comportado como la madre que la realidad jamás tuvo, por lo que le estaba realmente agradecido.

 

Se quedó un momento en silencio, no era la primera vez que le preguntaban referente a su ser vampiro, no le molestaba, ciertamente no era algo que le encantaba hablar, pero estaba acostumbrado, además la joven había hecho una pregunta que de verdad le hizo pensar, por lo que organizó sus ideas para transmitirle aquello.

 

-Al principio sentí mucha confusión, yo no sabía que era ni el porque necesitaba de ese liquido rojo, sentí miedo y angustia, al paso del tiempo me sentí tan poderoso, mi sed de sangre y mi ser, me decían que lo podía hacer todo y resulte ser alguien violento, creo que mucho de nosotros somos así porque nuestro vampiro nos dice que somos invencibles - sonrió triste e intentó colocando la taza de café en frente de sus labios, se odiaba recordar de ese modo, jamás lastimo a un ser querido, pero casi arrebata las vidas de varias personas que fueron contra él.

 

-Ahora me hace sentir seguro, no tengo los miedo comunes de los humanos, pero no me considero más que ellos, ni menos, por lo que me divierto mucho - terminó de responder con tranquilidad - espero a verme explicado bien - terminó sus palabras sonriéndole con felicidad, le agrado compartir con ella su experiencia.

 

-Pero dejemos eso de lado resulto ser aburrido, cuénteme un poco de usted, ¿que hacía antes de estar aquí? - preguntó con curiosidad para sonreírle divertido, estaba interesado en conocerla, de por si la señorita no parecía tener la esencia de una humana normal, por lo que su curiosidad estaba también muy presente.

 

@Talia

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  • 2 semanas más tarde...
Las mejillas de la Mckinnon se encendieron al realizar la pregunta, y solo esperaba no parecer impertinente frente al Lockhart. Lo cierto era que verdaderamente sentía una montaña de curiosidad al respecto y antes de conocerlo a él no había tenido la oportunidad de un encuentro pacífico con un vampiro, ni mucho menos al grado de compartir un café y más de tres oraciones de conversación. Esa había sido la razón que le había empujado a aventurarse.


No obstante, Alexander respondió. Si acaso había prolongado una pausa de silencio, pero Talia pudo notar que reflexionaba al respecto. Lo escuchó, tal vez con más atención de la que pudo haber empleado. Conforme le explicaba, sin poder evitarlo, imaginaba lo que le relataba, viéndolo recién converso, sediento de sangre, confundido y temeroso, y comprendía perfectamente la sensación de indomabilidad que te daba el poder. Recordando cuando ella misma pasó por una etapa similar.


Similar, mas no igual... y pudo ver que su amigo entendía la diferencia. Captó la tristeza en su sonrisa, evidentemente avergonzado de sí mismo por los recuerdos que claramente le había atraído la pregunta. La escocesa se sintió culpable por un instante, sintiendo la necesidad de decirle algo reconfortante para sentirse mejor consigo misma, y por supuesto, para que él también se sintiese menos conflictuado; aunque bien, ella sabía que posiblemente nada de lo que le pudiese decir podría lograrlo. Solo uno podía alejar a los demonios propios.


—Es la naturaleza de un vampiro —concedió. —No muy ortodoxa para la sociedad, pero la naturaleza de ustedes al fin y al cabo. Y más que sentirte culpable o avergonzado, en mi personal opinión, y aunque no crea que hayas de avergonzarte de algo, pienso que es admirable cuando alguien llega a poder dominar esa naturaleza, sea de la raza que uno sea.


Sonrió, esperando haberse expresado con claridad. A grandes rasgos, el vampiro le había explicado lo que era ser como él y la única conclusión rápida que Talia podía sacar era que no había ser o criatura en el planeta que pudiese escaparse de los líos emocionales y racionales. No pensó en preguntarle mas ni extender el tema, y no porque lo considerase aburrido, sino porque no deseaba inmiscuirse demasiado en la vida de su nuevo amigo. Apenas se estaban conociendo.


Tomó un sorbo de café; le encantaba tomarlo frío. Alexander se mostró interesado por su vida antes de llegar a Inglaterra lo cual no le sorprendió pues, quizás, ella misma lo había dirigido a ello. Reflexionó un instante su respuesta —Bueno, yo... —realmente no podía decir mucho acerca de sus actividades como cazadora por juramentos, así que fue un poco más atrás, a lo que había iniciado todo. Pellizcó una magdalena.


—... Sucede que soy hija de un mago y una famosa Diosa Griega —levantó la mirada hacia su amigo para cerciorarse de que no se riera de su declaración. La gente lo hacía a menudo cuando se enteraban por primera vez, incrédulos a ello —. Y estuve mucho tiempo sirviendo como sacerdotisa en un Templo dedicado para ella. No había sentido mucho apego a mi vida como bruja hasta hace poco —se mordió el labio —. Después de ello, cuando me aburrí del templo, me uní a un grupo de semidiosas para viajar por el mundo cumpliendo misiones, asesinar monstruos y tener aventuras...


Nuevamente lo miró, reprimiendo una sonrisa.


—En simples palabras, he sido una vaga belicosa la mayor parte de mi vida.




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La adrenalina movía a casi todo el mundo, ese toque de energía, esa descarga eléctrica en todo el cuerpo y el apresuramiento de la sangre en el torrente sanguíneo era lo que hacía sentir vivos a todo el mundo aunque algunos se negaran a buscarlo de forma abierta, pero no era el caso de Zelda quien si deseaba esa emoción primitiva en su vida y ahora en su trabajo.

 

--Pues allá te voy a estar esperando-- contesto Cye ante la invitación que le había hecho para que la visitara en el hogar y poder presentarle a la familia, sus hijos, algunos, estaban integrándose a la comunidad londinense por lo que también les haría bien conocer a magos y brujas como la chica frente a ella, quizás hasta cursaran clases en Hogwarts sin saberlo. Pronto la conversación giro en torno a la invitación que la propietaria hizo para conocer la parte baja del negocio esa que se ve desde la calle y a la que no se puede accesar sin subir a la terraza.

 

--Jajajaja, dices eso porque no me has visto en acción amo el chocolate y no te preocupes que este es un sitio para satisfacer a los golosos como nosotras-- expreso muerta de risa y se puso de pie dispuesta a llevarse a la chica a donde le había prometido. Espero que ella la imitara y luego camino hasta la barra, donde pidió a uno de los elfos. --Una moneda para la señorita-- el elfo tras la barra le ofreció una pequeña bandeja en la cual se posaba dos moneda de chocolate con el logo del establecimiento impreso, una para Zelda y otra para Cye --Adelante tómala-- pidió viendo un poco la sorpresa en el rostro de su nueva amiga.

 

--Ahora debes lanzarla al agua-- informo señalando la cortina que tenia de fondo lo que parecía un pequeño estanque con lirios de chocolate blanco y cuya agua en realidad era chocolate brillante y fluido de la mejor calidad --Aunque nada impide que le des una mordida antes de lanzarla-- sugirió la rubia y para que viera ella misma le pego una mordida y luego la lanzo al estanque, solo pasaron unos segundos y un cuadrado apareció idéntico al de una barra de chocolate, la Lockhart subió en él --Vamos hazlo-- apremio, en cuanto lo hiciera aparecería el otro cuadrado y podría subirse para empezar la travesía chocolatosa.

 

@@ZelKat13

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La rubia quedó un tanto perpleja al ver como Cye le pedía a uno de los elfos una moneda para dársela a la bruja, pero la tomó sin dudarlo, allí pudo notar que era de puro chocolate, a pesar de no derretirse en su mano. Se acercaron a la zona del estanque, la cual al acercase mas pudo notar que era chocolate blanco, el lugar parecía una casita de dulces en todo aspecto y estaba repleto de sorpresas en cada rincón.


La dueña del lugar le indicó a Zelda como hacer para pasar, diciendo que debía lanzar la moneda tras la cortina de "agua", no sin antes poder pegarle un mordisco, para lo cual la misma bruja lo hizo. Un cuadrado simulando ser una barra de chocolate apareció frente a ellas, y Cye se subió el el. Tras esto, la rubia imitó los pasos de aquella, incluso mordiendo la moneda, otro cuadrado inmenso apareció, y Zelda se subió en el sin dubitar.


-Este lugar es el paraíso.- Comentó entre risas, los cuadrados comenzaron a descender para ir hacía la zona donde estaba la verdadera magia del lugar.


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Cye no pudo menos que reír de buen agrado con el comentario de Zelda, si era un paraíso para los amantes de aquel producto milenario y fascinante. Pronto las dos brujas estuvieron montadas en los dos cuadros de chocolate que habían emergido de la profundidad del estanque y se deslizaban sobre las aguas chocolatosas justo hacia la cortina de agua, cualquiera pensaría que iban a mojarse, no, a empaparse, pero todo estaba calculado, apenas a escasos centímetros de atravesarla una burbujas envolvía cada cuadro con su ocupante y pasaba sin daño tras aquella refrescante agua que gracias a los mecanismos mágicos no se ligaba con el chocolate donde navegaban.

 

Del otro lado de la cortina la burbuja explotaba sola dejando al ocupante flotar en su cuadro hasta alcanzar el borde de una cascada tan alta como la distancia del piso superior al inferior, habían dos métodos para bajar, una hermosa escalera sin pasamanos en cuyo caso la balsa se detenía en el borde de la escalera o la caída libre por surcos enormes de chocolate que semejaban un tobogán curvilíneo, todo dependía de la elección del cliente, a los costados de aquel paraje había una estancia pequeña donde estaba la chimenea y un par de mesas con sus sillas para uso privado o exclusivo.

 

--Bueno antes de estar así de gorda yo me lanzaba por allá, ahora me toca por este-- dijo en tono de resignación --Pero tu toma el camino que te divierta, nos vemos abajo-- le dijo bajando del cuadrado para tomar la escalera, aunque tenía pensado hacer trampa, como era la propietaria podía simplemente aparecerse abajo, mientras que la chica si tendría que hacer el recorrido fuera cual fuera su elección.

 

Cuando vio que la chica se debatía entre los dos caminos ella desapareció y se situó a orilla de las pequeñas olas de chocolate que simulaban una playa y que iban y venían sin pasarse del límite donde comenzaba el bien pulido piso de madera. El cuadro o balsa luego de caer navegaba tranquilo hasta la orilla, desde donde se caminaba apenas unos pasos y se estaba en el centro de la planta baja rodeados de vitrinas con los distintos bombones ya fuese metidos en cajas listas para llevar o en bandejas con sus pizas para que el cliente mismo se despachara, pues en cada mostrador habían cajitas armadas listas nada más para ser ocupadas. También estaban la barra de chocolates de todos los sabores, colores y combinaciones posibles, en los tamaños habituales o aquellas que eran grandes y gruesas, las que normalmente ocupaban los establecimientos para hacer reposterías. Estaban los barriles con palitos de regaliz, o incluso el cacao tostado, sin moler, los frascos de boca ancha con sus respetivas palitas para sacar chispas de chocolates, rulos de chocolate o monedas de chocolates, osos, focas, dragones y todas las formas posibles. En la pared lateral había una barra llena de frutas frescas preparas en palitos de brochet para ser puestas debajo del incesante y abundante goteo de chocolate puro, con leche o blanco que salían de hongos coloridos y de buen tamaño que parecían brotar de la pared.

 

En la pared inversa a la de la barra de fruta, habían colocadas dos tubos, uno en cada esquina, que botaban una especie de humo blanco, en realidad era frio, al acercarse se notaba junto una pequeña repisa repleta de vasitos y paletas, al tomar un vasito y acercarlo al tubo este lo llenaba de delicioso helado de chocolate, blanco, con leche o un espiral combinado de ambos. En medio de los dos tubos un trió de mesitas con sus respectivas sillas, servilletas, tenedores y cucharillas que era donde Cye hacia la degustación para clientes que quisieran adquirir productos para otros locales o encargar menús de postres y tentempiés para fiestas incluso hermosos pasteles de boda, de cumpleaños y cualquier celebración o los favoritos de la dueña los Cupcakes o ponquesitos. En resumen el paraíso del chocolate. Cye esperaba que aquella parte del local fuera todo lo que su nueva amiga esperaba, imaginaba y pudiera soñar y estaba atenta al desembarco de la bruja para no perderse detalles de su expresión.

 

@@ZelKat13

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Cye le dijo que había dos maneras diferentes de bajar, por una cuesta abajo estilo tobogán, o por las escaleras al estilo simple. También expresó que ella solía bajar por el tobogán, pero debido a su condición ahora no podía. -No estás gorda, estás embarazada, no es lo mismo.- Dijo riendo levemente. Luego, la dueña bajo, mientras la rubia decidía que camino tomar. Tras pensarlo poco tiempo, optó por la bajada divertida.

 

Se acercó al tobogán, y se lanzó por el mismo, aterrizando en unos cómodos y coloridos almohadones. -Eso fue grandioso.- Dijo sin poder dejar de reír. Cuando se compuso, quedó petrificada por el lugar, estaba repleto de cosas dulces, chocolate de todos los tipos, caramelo, pasteles, la rubia pensó que era un sueño. -¿Esto es real? ¿O ya me morí y estoy en el cielo?- Dijo con la mirada recorriendo cada centímetro del lugar.

 

Observó pinchos con frutas listos para ser embebidos en diferentes clases de chocolate, figuras de todo tipo, y sin mencionar la infinita cantidad de bombones que había en la vitrina. El lugar realmente tenía todo lo esperado por un amante de lo dulce, del chocolate, caramelo, lo que fuera. -Me quedaría a vivir aquí sin problema.- Añadió con una ligera risita.

 

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Callejón Diagon – Saliendo de Floristería Las Tres Hermanas.


Luego de haber visitado la floristería decidí tomarme algún café en alguna confitería encontrándome con Cacao Café.

El edificio naranja mostraba una energía muy alegre y el logo invitaba a tomar una taza de chocolate caliente. Mi estómago me demandaba tomarme algo caliente para poder pensar y relajarme.

Los grandes columpios, almohadones, y toda la decoración me llamaba la atención. Decidí entrar para descansar un rato.

Cacao café.

 

Entré al negocio y me dirigí a una de las mesas para dos personas y agarré el menú que estaba apoyado sobre ella.

Esperé un rato para que viniera el mozo, si lo había.

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