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Animagia


Suluk Akku
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Suluk se mostró bastante sorprendida al momento de que Keaton le mencionó sobre su ruptura con el Elanio y su descubrimiento para con la Pantera, sin embargo, al Ravenclaw aquello no le pareció muy extravagante la idea y la verdad no se le hizo raro, aunque igual para la Arcana era algo que pocas veces pasaba, para el aprendiz de Animagia no era muy difícil de entender, sencillamente no se sentía a gusto siendo un Ave, el sentir del vampiro era que no podía expresar su verdadero él con un ave tan pequeña, y que si bien era un ejemplar magnífico y la especie como tal le encantaba, no se veía a él mismo mutando en ella.

 

—No le voy a mentir, Arcana Suluk, la verdad es que no me sentía to mismo con el Elanio. Es una ave que me fascina, su vuelo es magnífico y en verdad me sentí bien al surcar los cielos, pero mi caracter uraño no va del todo con ave tan sociable como lo era el Elanio —Comencé a explicar.

 

En ese momento me quedé pensando de igual manera qué era lo que me había orillado a cambiar tan drásticamente de animal. De un ser herbívoro, ovíparo y volador, a uno carnívoro, mamífero y terreste, sin embargo, sabía que con aquel felino se sentía completo, se sentía poderoso, se sentía feliz y bastante más cómodo. Aquel mes en el cual había estado de viaje en lo más profundo de las Selvas Amazónicas, le habían permitido darse cuenta de que su verdadera forma debía ser algo más salvaje, más solitario y más impinente que el Elanio. Era por eso que había podido concentrar su magia y dar el paso a la Pantera.

 

—Todo sucedió durante un reciente viaje que realicé a la Selvas Amazónicas. Al verme rodeado de toda aquela vegetación, del calor sofocante que se vive dentro de ese lugar, de verme rodeado además de una infinita diversidad de fauna, una parte que no conocía de mi salió a flote —Comenzó a elucubrar —Ahí fue cuando me topé con un hermoso ejemplar de Pantera Negra en el medio de la Selva. Estaba realizando un estudio sobre la magia amazónica, platicando con un nativo de la zona, cuando aquella Pantera saltó ante nosotros y comenzó a atacarnos —Comenzó ahora el relato —Sin embargo, gracias a mi Anillo de Amistad con las Bestias, pude controlarla y cazar un jabalí para alimentarla —Añadió.

 

El recordar todo aquello ponía chinita su piel. Era como volver a sentir el ronroneo del felino de nueva cuenta. Su respiración, el brillar e su pelaje, el brillo de sus ojos amarillos... En definitiva el lazo había sido muy grande. Recordó además, aquellas tardes en las que había dejado su investigación con las civilizaciones del Amazonas, para decantar su viaje al estar con aquella Pantera, la cual le había ayudado con mucho placer a encontrar zonas de difícil alcance donde se hallaban hermosos ejemplares de flora idóneos para pociones de diferentes tipos. Se había convertido en una excelente amiga.

 

—La conexión que sentí durante mi viaje con esa Pantera fue deleitante —Continuó el vampiro —Fue cuando quise sumarme a él transformándome en el Elanio y dejarme llevar por el instinto animal, sin embargo, no lo logré, por lo que me comencé a plantear que tal vez había errado en aquel lazo, que si bien también era fuerte, no se comparó con el que sentí por aquel felino —Se explicó Keaton —Se sumaron, además, muchas de mis características físicas y emocionales reflejas en él; suelo ser sumamente ermitaño en ocasiones, cosa que las panteras hacen durante toda su vida, además, la astucia antes que la fuerza, aunque también sabe emplearla cuando se necesita, no sé, fueron cosas que logré comparar conmigo —Dijo emocionado. La piel se le estaba volviendo a erizar —Al final, tras varios intentos durante mi viaje, logré mutar en un magnífico ejemplar de Pantera Negra. Pude jugar así con mi compañera felina, y entre ambos, pudimos descubrir lugares maravillosos en aquella selva —Concluyó.

 

No sabía si había logrado expresar su emoción a la Arcana, pero con cada palabra que el Ravenclaw decía su mente rememoraba su viaje haciéndolo, incluso, sonreír mucho durante su relato. Ojalá Suluk entendiera y lo ayudara a concretar el lazo con las Panteras, porque en su vida se había sentido tan feliz.

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Miraba indignada el saldo de su cuenta en Gringotts, negaba con la cabeza mientras bufaba. Debía contenerse antes de quedar arruinada porque sobre todo, quería seguir estudiando en la Universidad, debía de ahorrar bastantes galeones para eso. Al menos, el sueldo del Ministerio, le daba para todo eso...

 

Hizo una bola de papel y lo tiró a la papelera. Un crack resonó en la habitación.

 

- ¡Ama! - la voz aguda de su elfina sonó en el cuarto.

 

- ¿Qué pasa? - preguntó la Rambaldi con voz cansina.

 

- Llega tarde a sus clases de habilidades, mejor dicho, va con retraso - la bruja no pudo evitar lanzar un grito de rabia...

 

- ¡Maldita sea! Ahora tengo que buscar el hogar del arcano que me dará las instrucciones - farfulló y fue directa al baño a asearse. Cuando estuvo lista, se dirigió hacia su armario. A simple vista parecía pequeño, pero en su interior contenía un montón de ropa.

 

- ¿Qué demonios llevo? - se preguntó en voz alta, por suerte, Galadriel estaba allí como siempre, para ayudarla.

 

- Lleve ropa de abrigo - susurró y no pudo evitar lanzar una sonrisilla...

 

- ¿Qué te causa tanta gracia? - Inquirió con curiosidad mientras seguía sacando prendas.

 

- Pues he oído que la arcana es una vieja que está en una especie de iglú, cuando el resto de la Universidad hay sol, ahí suele tener ventiscas heladas - siguió riendo por lo bajo.

 

- Por tu bien, será mejor que tengas la boca cerrada... Hay que tenerles respeto. Los arcanos, son magos y brujas poderosos que guardan los más mayores secretos de la magia y yo estoy dispuesta a conseguirla - bajó la voz y su sirvienta le costó oírla.

 

- Lleve ropa de abrigo, es lo que he escuchado a los otros elfos de la Universidad - y con un crack, desapareció de la habitación.

 

<< Maldita elfina>> pensó la castaña mientras negaba con la cabeza. No hizo caso, aguantaba bien las temperaturas a pesar de ser vampira. Es más, prefería el frío antes que el sol. Pero por seguridad, le hizo caso. Puso sus ropas interiores y luego de revisar, puso lo de casi siempre, tejanos, botas de piel de dragón, una camiseta y una cazadora de cuero. Por suerte, tenía un encantamiento climatizador y casi no le haría falta llevar una capa. Además que era mucho más cómodo. Ató el pelo en una cola de caballo alta. Recogió su monedero de piel de moke y guardó en su interior; los anillos de la fortaleza y también del libro de la sangre, además de los dos tomos tan sólo por si acaso, galeones, una pitillera de plata, y otros instrumentos que quizé le hiciesen falta.

 

En cuánto estuvo lista, tomó su varita con la mano derecha y con un giro de sus pies se desapareció del castillo Rambaldi, para hacerlo en la Universidad. Fue recibida por un sol implacable y farfullando, entró en los terrenos, preguntando por el hogar de la arcana Suluk, se dirigió hasta allí.

 

Desde la lejanía apenas se podía apreciar nada, pero luego de recorrer todo lo demás y el traspasar la verja, era tal y cómo le había indicado Galadriel... Una fría ventisca la recibió en esos momentos. Se fijó en que había cuatro animales que desconocía... ¿Estaría la arcana en su casa? No tenía ni idea, pero debía de intentarlo. Un aroma conocido le llegó a sus fosas nasales, ¿Keaton también estuvo por aquí? Se preguntó.

 

Sin más dilación llegó hasta la puerta y tocó con los nudillos, esperando respuesta. Se fijó en que a pesar de la nieve de alrededor el hogar no era un iglú, se le parecía, le recordaba mucho al hogar del viejo guardabosques Hagrid que su casa en vez de redonda era cuadrada.

 

- ¿Se encuentra aquí, señora Suluk? - preguntó en voz alta, en su interior, rogaba que la arcana se encontrara en casa. Parecía que la ventisca iba a más y quería guarecerse antes de que la echara del terreno en dónde se encontraba.

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- Buen día Pik - La arcana era demasiado cortés si la gente se lo ganaba y el joven había empezado correctamente - ¿Problemas? Me gustaría saber a qué hace referencia, pero claro que sí puedo enseñarte mis conocimientos sobre Animagia, pero me gusta conocerlos a ustedes un poco primero y más si traen problemas incluidos - Bromeó la bruja, ser la arcana más anciana le otorgaba privilegios adicionales como decir todo lo que pensaba sin temor.

 

De repente Thomas tomó una actitud un poco molesta en contra de Pik por no haber saludo, la arcana se limitó a mirarlo de forma asesina pero le permitió terminar con todo. Para ella el joven había sido cortés aunque no hubiese saludado a todos personalmente, ninguno de los estudiantes lo hacía y no le molestaba - Claro que lo sé, pero usted debería estar respondiendo mis preguntas en lugar de enojarse con su compañero o de preguntar cosas que no necesita saber - La arcana estaba muy molesta, Thomas siempre había parecido más interesado en otras cosas que en el desarrollo de la clase.

 

Thomas contó su vivencia pero la arcana estaba tan molesta que no le respondió ni comentó nada acerca de lo ocurrido con el mago - Ya que estás tan interesado en encontrar a Mei, tu última tarea será buscarla sin hacer uso de tu varita o de las apariciones - Suluk deseaba que el joven desapareciera porque sabía que tenía ganas de hacer otra cosa con él, pero seguramente los directores no estarían muy felices con sus decisiones.

 

- Ha regresado - Keaton por fin había reaccionado y comenzó a hablar acerca de todo lo sucedido con el Elanio y de su experiencia con la Pantera durante su viaje - Entiendo perfectamente, nunca antes había escuchado de este tipo de cambios. No obstante, lo importante es que haya una conexión y sea lo que más se adapta a tu personalidad - Keaton tenía muy clara la razón por la cual había tomado dicha forma animal pero recordaba que su habilidad para transformarse no era muy buena.

 

- La última vez no lograste superar uno de los últimos obstáculos así que tendrás que realizarlo de nuevo - Aunque tenía clara la conexión, tendría que asociarlo a un recuerdo de su vida - En el zoológico hay muchas zonas, te invito a dar un paseo y tendrás que pensar en tu vida y en todo lo que has vivido, al final tendrás que darme a conocer 4 de las cualidades que te conectan con la pantera, pero lo más importante es que debes asociar una experiencia tuya a cada uno - La tarea no sería fácil, tendría que hacer todo un esfuerzo para entenderse, especialmente su pasado y el cambio en su forma animaga.

 

- ¿Por qué a todos los envían a mi casa? Los directores deberían darles un mapa de mi ubicación - La arcana estaba molesta de tener que recibir a los estudiantes desde lejos por falta de información de parte de los magos encargados de dirigir la Universidad - Señorita, la invito a encontrarse conmigo en el zoológico de Los Angeles - La voz de la arcana se comenzó a escuchar al interior de la cabeza de Helike, su nueva estudiante. El paseo aún no terminaba y lo mejor sería que se encontraran en dicho lugar para dar inicio a su aprendizaje.

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La bruja había esperado la contestación de su profesora, pero lo que menos se esperaba en esos momentos es que recibiera un mensaje mental. Ese era el tipo de conexión que tenía con su pareja, ¿acaso sería un vampiro? Se preguntó en esos momentos.

 

Ni siquiera había entrado al interior de la cabaña y la verdad es que no entendía porqué la enviaba a un lugar tan lejano, pero suponía que para tener algún tipo de enlace debía de tener contacto con los animales que allá se guardaban para disfrute de los muggles. No le gustaba para nada pero si quería seguir, debía de hacer lo que le había indicado la mujer.

 

Otra ráfaga de aire frío casi hizo que la tumbara así que sin dilación pensó en su destino y girándose sobre sus talones, se apareció en el zoológico.

 

Cuando abrió los ojos, estaba en un pequeño cuarto en dónde se guardaban los trastos para hacer la limpieza de las jaulas, los cubículos y todos las demás zonas del lugar. Frunció el ceño porque pareció oler a lejía... ¿Cómo era posible tener esos contaminantes tan cerca de esos animales? No lo entendía y mucho menos estaba interesada en saberlo.

 

Abrió la puerta y entró a una zona que estaba desierta, esperaba al menos que los guardas muggles no detectaran su presencia. Siguió caminando y pasó a través de las zonas de los reptiles, algo que le daba un poquito de asco, pasó también por la zona de los arácnidos pero a decir verdad en vez de pasar con lentitud corría como si la vida le llevara en ello. Sí, a pesar de ser una bruja, le tenía pánico a las arañas...

 

Pasó por otro lugar y era la zona de las aves, no sabía qué era lo que le había llamado la atención, pero vio un animal bastante grande. Parecía un buite negro, según las especificaciones éste era una de las más grandes del cielo. Se la quedó mirando, el bicho la miró fijamente a los ojos y podía notar la fuerza del animal, a pesar de llamarse buitre negro, éste era marron con unas plumas hermosas... Además que se alimentaba de animales vivos si podía cazarlos o de carroña... No sabía porqué pero era algo que la identificaba con la Rambaldi.

 

No sabía cuánto tiempo había pasado pero parecía una eternidad. Ambos se quedaron conectados con la mirada. Aunque deseaba que la arcana llegara la majestuosidad de esa ave ya la había enamorado a pesar de que había otras más en esa zona eso era algo que a ella, poco le importaba en esos momentos.

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La arcana era un encanto como toda persona mayor, sabia y dispuesta a ayudar si se le trataba de buena manera. El respeto era un modal que se enseñó en la familia Macnair desde temprana edad, una norma que nunca podía pasar por alto y que siempre traía sus ventajas con personas con buenos modales. Por parte de Thomas se veía que tuvo una mala infancia y la carencia de modales en su hogar era palpable, solo faltó escucharlo hablar. Si bien las ganas de responder eran tentadoras, se trataba de un trabajo que Suluk debía cumplir y de muy buena manera lo hizo. Me limité a sonreír y disfrutar del espectáculo.

— Sí, Arcana, he tenido varios problemas con mi forma animal, veras… —saqué del bolsillo del pantalón un par de plumas negras azuladas y se las mostré, dejándolas en la palma de mi mano por si quería examinarlas— desde hace casi tres semanas cada vez que desaparezco, uso magia o tengo una buena dosis de emociones, pues… simplemente aparecen alrededor de mi. Salen de mi cabello, aparecen dentro de mi ropa y no encuentro forma de detenerlo.

>>Pensé que estaba enfermo, quizás una enfermedad extraña o las replicas de un hechizo mal usado. Por lo que fui al hospital San Mungo y me dijeron que no era una enfermedad en si… más bien era como el despertar de mi forma animal —esas ultimas frases la hice con cierto misterio, como si todavía no procesaba bien la información que me habían dado—. Nunca me he podido transformar en un animal, pero desde que comenzó todo esto he tenido sueños muy vividos.

Sentí un leve brillo en la mirada de Suluk, como si hubiera dado en el punto clave. El recuerdo de los sueños eran placenteros al recordar ver Ottery desde la altura, sentir la brisa como una extremidad nueva y seguir el atardecer hasta que no podía mas. Si bien parte de los sueños eran buenos, también existían algunos que solo me provocaban arcadas.

—En los sueños veo Londres como un mapa, a las personas como unos entes inferiores y en algunas ocasiones… los residuos y cadaveres de animales son comida —no me sentía cómodo hablando del tema, a nadie se lo había comentado— sé que usted es la única que me puede enseñar a como llevar esto y poder ayudarme —dije, mirándola fijamente— necesito que sea mi guía, por favor.

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Poco a poco volvió en sí, sintiendo un dolor punzante y constante, y oyendo casi de forma abrumadora el canto de un pájaro, un canto demasiado cercano como para pasar a ser sencillamente un ruido de ambiente.

 

Abrió los ojos lentamente, y lo que encontró no fue algo que esperara. Dio un pequeño saltito de la sorpresa y el susto, pero eso sólo hizo que el dolor se acrecentara. ¡¿Dónde rayos estaba?! Aquello… aquello… ¿era una jaula? ¿Estaba en una jaula? ¡No podía ser remotamente posible!

 

Aquel sonido de canto melancólico la alarmó, haciendo que volviera a saltar, esta vez para girarse también y ver que, a su derecha, alguien la acompañaba. ¿Un gorrión? Pero de dimensiones colosales, ¡tenía casi su mismo tamaño! Y la jaula era extraordinariamente grande… o tal vez era ella la que se había encogido.

 

Rápidamente se aproximó a un pequeño recipiente que contenía agua y se miró, y entonces en ese momento lo descubrió. No era ella… o bueno, sí lo era, pero su aspecto físico había cambiado por completo, era pequeña, ¡miles de veces más pequeña! Tenía un pico, pequeños ojitos. Y alas… Era un gorrión, con las dimensiones de una hembra promedio, y con colores en tonalidades en marrón claro y atigrado, y con el pecho casi blanco en su totalidad. Aun a pesar de ver todo ello en el reflejo e incluso girar su cabeza parar mirarse algunas otras partes, aún así no caía en el hecho de que hubiese logrado transformarse, pues, ¿en qué momento había sucedido? ¿Cómo?

 

Estiró las alas, intentando probarlas, y fue entonces en ese momento donde sintió que el dolor que tenía se hacía más intenso. Miró una de sus alas y notó que una de ellas estaba entablillada de forma rústica, y fue entonces cuando recordó lo sucedido. Fue en ese momento, no sabía cómo ni por qué, pero cuando había caído del árbol, en el proceso, había logrado la transformación, y había terminado por romperse un ala. De seguro alguien la había encontrado y llevado allí, a la casa de la granja y enjaulado ahora. En parte agradeció a aquella persona que lo hiciera, pues era probable que la hubiese salvado de una muerte segura, pero por otro lado, hallarse encerrada allí no es que fuese la mejor forma de permanecer, menos si de compañero tenía a un gorrión macho bastante inquieto y alterado.

 

Contrajo las alas y permaneció en el lugar, observando el ir y venir de su acompañante. Por más que el animalito cantara, no lograba entenderle lo que decía, pero sí había notado que entendía el estado en el que se hallaba y, luego de unos minutos, el por qué. Se sorprendió al descubrir que se trataba del padre del pichón que había ayudado anteriormente, el cual al parecer había sido enjaulado luego de un descuido.

 

«Si tan solo pudiese ayudarlo» pensó con remordimiento, pero no había nada que pudiese hacer, mas bien, no había muchas opciones, porque, ¿cómo podría lograrlo en aquel estado? Herida, transformada en una especie totalmente distinta a la suya y sin varita. ¿Podía hacer magia siquiera? Caviló por un momento, podría intentarlo, tal vez… Existía un hechizo que podía usar de prueba.

 

Se observó el ala entablillada y luego de un largo minuto de concentración, pensó en una Curación para intentar sanar del todo la herida del ala que tenía. Temía que la magia no le funcionara, a fin de cuentas no tenía idea de qué había sido de sus cosas, ¿acaso iban incorporadas a ella o no? era una duda que le habría gustado formular a la maestra Akku, pero en ese momento notó que la magia surtía efecto en ella y un leve cosquilleo envolvía el área afectada de su ala, para segundos después, sanarla por completo. Estiró el ala con duda y precaución, temiendo que el dolor volviera, pero nada sucedió.

 

Soltó un gritito de alegría que se transmitió como un alegre cantito. Por un momento había olvidado que su forma de comunicarse había cambiado, pero al hacer aquello lo recordó y agradeció el haberlo hecho, aquel canto era hermoso y nunca había pensando que algo así saliera de su boca. En este caso, su pico.

 

«Ya, ¡deja de distraerte! Es momento de salir de acá» caviló, agitando la cabeza fuertemente y concentrarse en lo siguiente: salir cuanto antes de allí, pues no estaba en sus planes permanecer en aquella jaula por demasiado tiempo, aquel lugar no podía pasar a ser su prisión, ¡debía volver a la clase!

 

Prisión… ¡sí, claro!

 

Dando saltitos, se acercó hasta el gorrión macho, quien la miró fijamente y destiló tal desconfianza que no se animó a acercarse más que lo justo y necesario. Había una forma de salir de allí, o por lo menos una se le había ocurrido y planeaba llevarla a cabo, rogando con todas sus fuerzas que funcionara, porque era algo que podría llegar a fallar. Se concentró nuevamente, pero esta vez mucho más que la anterior, hasta que lo sintió, y justo un momento antes se lanzó hacia el gorrión macho y lo sujetó con una de sus patas.

 

La magia por ende afectó al animalito también, llevándoselo junto con Mei. Segundos después, un fuerte destello salió de la jaula y prácticamente la chamuscó al completo; mientras que las dos pequeñas aves aparecieron repentinamente debajo del árbol, aquel donde Mei había caído y donde se hallaba el nido del gorrión macho. La magia del amuleto contra defensas carcelarias seguía con ella, no tenía idea dónde, pero allí estaba, y acababa de liberarla de una buena.

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La personalidad de Suluk dejaba mucho que desear, sobretodo por los cambios de humor que sufría con respecto a la imagen que proyectaba Thomas frente a los allí presentes; haciendo hincapié en la falta de concentración y disposición de éste en la cátedra, con cada una de las odiosas palabras que le transmitía sin pudor. <<No es necesario que le contestes, Elros... el silencio es el mejor aliado en estos casos>> reflexionó el muchacho para sus adentros, apretando la mandíbula para no cometer alguna falta de respeto con la mujer esquimal, la cual podría costarle su período de estudio de dicha habilidad. -Entiendo, Arcana. Me limitaré, desde ahora en adelante, a manifestar solamente lo ligado a su clase- masculló con dificultad, fijando su mirada en los ojos grisáceos y fríos de Pik, quien parecía gozar con el berrinche de la anciana en contra de su alumno. -Estoy de acuerdo con su misión, maestra Akku. Buscaré a la señorita Delacour y la traeré hasta acá- respondió con un dejo de cortesía que rompió, un tanto, con la tensión que se había conformado en el ambiente; dando paso a la voz del Ravenclaw y su vivencia en la selva amazónica con la pantera. -Conforme a sus designios, me retiro. Nos vemos pronto- concluyó justo en el santiamén que el Macnair emprendió el vuelo dramático hacia el confín de sus problemas con su forma animal; detalles que no le interesaba conocer al medimago fenixiano, pues desde la intervención del recién llegado en la Revelación de La Orden en el Atrio del Ministerio, su carácter sarcástico y maleducado únicamente lo entrelazaban aún más a las patrañas de los mortífagos; y esos ideales jamás los compartiría con nadie, menos con ese sujeto de cabellos tan azabaches como el petróleo, el mismo que parecía sufrir un síndrome de exceso de confianza y superioridad.


Fue así que el Gryffindor orientó su andar hacia el interior del zoológico, tratando de buscar a Mei a través de fugaces vistazos que daba entremedio de todo el tumulto de gente muggle que paseaba por todo el lugar. De alguna forma, sentía el dolor y el padecimiento de los animales que vivían encerrados como prisioneros a la exhibición de los humanos; era un acto reprochable el no tenerlos en un ambiente natural digno donde pudiesen realizarse con absoluta normalidad entre sus pares. <<¿Qué ideas pasan por la mente de los administradores de un sitio así?>> pensaba con reproche mientras sus pies arribaron a una especie de cabina tras haber recorrido las instalaciones del parque por más de media hora, sin tener noticias de su Líder. Ya algo desesperado y al corroborar que la Delacour no había aparecido por las proximidades del perímetro luego de cruzar el portal que Suluk conformó en Canadá; Thomas optó por activar su Anillo de Salvaguarda contra Miradas Indiscretas, y así garantizar la privacidad del acto que realizaría a continuación. Sin pensarlo dos veces extrajo, tras un Accio efectivo y diligente, su Nimbus 3000; la cual montó inmediatamente con tal de salir en búsqueda de su amiga y conseguir el beneplácito de la inuit al obedecer su mandato.


A las afueras de la reserva o claustro de animales de Los Ángeles, se hallaba una granja custodiada por un campo repleto de maizales, donde el patriarca de los Granger agudizó todos sus sentidos para tratar de percibir algún indicio del aura de Mei; capacidad que éste había desarrollado en su Clan Paladín, y que tras haber asesinado y al minuto revivido a Mei con su propio amuleto en la prueba del Libro del Druida, se afiató aún más la conexión entre ambos partidarios de la luz de Dumbledore. -¿Dónde estarás? ¿Será que...- fue lo que alcanzó a pronunciar el extrovertido veinteañero mientras surcaba el cielo en su escoba, ya que sin darse cuenta, junto a él estaba volando una bella jobberknoll que parecía querer guiarlo hacia uno de los árboles que se enaltaban a muy escasos metros de la casa de campo confeccionada de madera. -Tú eres... sí, me acuerdo de ti. Estabas con Mei en el Lago Moraine- exclamó con entusiasmo; decidiendo seguir al ave mágica hasta donde ésta lo condujo. Allí (escena consecutiva al aterrizar en silencio), a los pies de un nogal, permanecían dos aves (una más pequeña que la otra) de colores de la línea del marrón muy similares entre sí. El alquimista las miró con curiosidad y luego comprendió que algo muy extraño estaba aconteciendo. En eso, un hombre añoso con sombrero de paja y escopeta en mano, se asomó desde la fachada de la residencia; buscando con insistencia algo que, a ciencia cierta, se le había perdido. Pero Thomas al estar bajo el encantamiento del anillo de los Uzza, era invisible a sus ojos. <<¿Qué haré ahora?>> se cuestionó, viendo que el tipo se acercaba cada vez más hacia donde estaban los dos pájaros.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Su nueva alumna logró llegar al lugar en el que se encontraban, pero se había quedado concentrada observando uno de los buitres del lugar - ¿Será esa su forma animal? - La arcana no entendía muy bien lo que estaba ocurriendo pero no era normal la conexión que se estaba desarrollando entre la criatura y la bruja - Lo sabré tan pronto llegue y podamos hablar - Suluk seguiría esperando en el mismo lugar, no deseaba caminar. La edad implicaba más experiencia pero también más cansancio y se le notaba mucho a la arcana.

 

- ¿Plumas? - Un nuevo animago capaz de transformarse en ave había llegado, era los animales que mejor dominaba y no podía negar su conexión especial con las aves. No obstante, su sorpresa era demasiado evidente, nunca antes había tenido un estudiante que no conocía su forma animal - Interesante, normalmente tengo estudiantes que ya saben en qué animales se transforman. Incluso han tenido experiencias como animagos - La anciana se quedó pensando en qué sería lo mejor, pero la clase no podía continuar si no identificaban el animal - Claro que te puedo enseñar, pero tendrás que esforzarte mucho más que tus compañeros que ya se han transformado.

 

- Quiero que revivas los sueños pero debes buscar muchos más detalles que los que me has contado. Necesitamos más pistas sobre el ave en la que te puedes transformar - El collar que siempre estaba en su cuello emitió una pequeña bola que se acercó lentamente al mago. Su piel comenzó a brillar al entrar en contacto con la bola y sus sueños comenzaron a aparecer en su mente, solo podría despertarse de dicho sueño hasta haber encontrado la respuesta a sus cambios y la aparición de sus plumas.

 

- Eso es justo lo que necesitaba que aprendieras - Mei había aprendido que la magia no necesitaba de varitas todo el tiempo y que incluso en su forma animal podría realizar algunos actos de magia. Su valentía para curar su ala lastimada y para salir de la jaula junto con el otro animal había sido perfecta, pocos magos se atrevían a realizar dichas cosas por miedo a fallar y por falta de entendimiento de la habilidad - Lo has hecho muy bien, es hora de regresar - Sabía que la mujer estaba lista pero aún tenía que darle a conocer la noticia.

 

- Eso está bien - Thomas decidió realizar lo solicitado sin perder la concentración y entendiendo que no era el lugar adecuado para realizar otras cosas. Suluk necesitaba estudiantes capaces de analizar la situación y determinar sus acciones, y en las clases se debía estudiar e intentar aprender - Les sugiero que se encuentren en el camino - El joven mago había salido previamente en busca de su líder, pero lo mejor era que se encontraran para regresar. Ambos estaban listos para realizar la prueba y tenía que darles a conocer los siguientes pasos.

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La bruja se había quedado mirando a los ojos del animal. Sentía su fuerza y su vitalidad. <<¿Será ésta mi forma animal ?>> Pensó para sí la castaña. Quizá así lo fuera. Ella se consideraba una persona fuerte mucho más que cualquier humano, tenía la habilidad de esconderse además de ir de caza para alimentarse. Como esa bestia diurna vigilaba desde lo alto en busca de sus presas, aunque más bien estaba decir, desde los árboles. Aunque ambos tenían diferentes turnos de caza, por decirlo de alguna forma.

 

El buitre se cansó y en esos momentos se dispuso a comer lo que parecía un conejo que le habían dado sus cuidadores, que en esos momentos por suerte no habían visto a la bruja o tendría serios problemas. ¿Cómo justificar su entrada? Ya se inventaría alguna excusa, para eso trabajaba en el departamento de Accidentes y aunque no le gustaba, había adquirido la capacidad de inventarse chismes que fuesen creíbles para los muggles.

 

Había escuchado pasos lejanos pero apenas le había prestado atención ¿sería la Arcana que la estaría vigilando? La ex- mortífaga no le interesó eso de momento. Sólo quería saber si realmente ese poderoso ser era lo que estaba tan identificada con ella. No sólo eso, se alimentaba de carroña y también de otros animales como la castaña. Aunque lo primero no es que lo hiciese siempre, le gustaba la sangre fresca y no la de pasados varios días. Lo sabía porque el sabor de la sangre se perdía y no notaba la fuerza de siempre.

 

Seguía mirando todo a su alrededor en esa zona en dónde habitaban las aves. Pero desde que había entrado había notado una conexión especial con esa criatura. No lo sabía, tendría que descubrir si realmente esa era su forma animal si conseguía aprender a dominar la animagia. Eso le daría mucha seguridad porque sobre todo, podría estar en lo más alto del castillo Rambaldi, oteando el horizonte en busca de enemigos y dar el aviso preciso. Aunque la verdad, no tenía idea de si esos animales hacían sonidos.

 

- ¿Arcana Suluk? - dijo en voz alta pero sin llamar demasiado la atención, había tenido la sensación de que esa mujer estaba cerca pero tampoco podía asegurarlo no tenía otras habilidades para confirmarlo. Bueno, sólo quizá el identificar el aroma, propio de la raza vampírica pero tampoco había estado tanto tiempo en ese lugar, como para reconocerlo de antemano. Sólo había podido reconocer el de Keaton. Si él también estaba, esperaba además compartir clases con él, era un brujo que le caía bien, además de ser su empleado en el Ministerio.

 

- ¿Tendré que volver? - se preguntó en esos momentos, pero esperaba que su tutora le dijese las indicaciones pertinentes. Pero a ella no le importaba. Estaba tan agusto en esa zona que se quedaría hasta que fuese necesario o abrieran el zoo a los muggles.

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La arcana Suluk de nueva cuenta mostraba esa sorpresa en su voz cuando escuchó el relato que el Ravenclaw hacía referente a su cambio de conexión, sin embargo se mostró bastante comprensiva con ello y sencillamente le dijo al Karkarov que lo importante era que la conexión fuera fuerte y que él se sintiera cómodo con el animal en el cual se transformaba. Keaton, un poco más tranquilo, sonrió ante aquellas palabras, pues quería decir que no había cometido ningún error ni una falta contra la habilidad que pretendía acreditar.

Suluk entonces le comentó a Keaton que debía retomar aquellas tareas que había dejado la ocasión anterior que se había presentado a la habilidad, por lo que debería caminar por aquel zoológico para lograr conectarse con cuatro recuerdos que dieran por resultado el descubrimiento de cuatro habilidades que él compartiera con la pantera. El ojiverde se quedó pensando un momento en qué área sería idónea para pensar aquello y qué recuerdas eran los que lograrían venir a su mente. Esperaba en verdad que aquella tarea fuera enriquecedora, pues tenía que dar con aquello que había logrado el cambio de conexión.

El Ravenclaw decidió que para aquella tarea debía de enlazarse con los felinos, pues debía de admitir que que era donde se sentía más a gusto. Una vez hubo llegado a aquella zona, el primer animal que se le puso enfrente fue nada menos que un imponente tigre de bengala. Keaton tomó asiento en una pequeña banca que se hallaba enfrente del hábitat de aquel felino y lo observó por un largo rato hasta que uno de los recuerdos de su infancia le vino a la mente. Hacía ya bastantes años atrás, cuando su abuela Rowena aún estaba viva, Keaton jugaba mucho con ella en el enorme bosque que se encontraba detrás del Castillo Ravenclaw. Uno de los juegos era el de las escondidillas, y Keaton siempre había tenido la habilidad de de encontrar los mejores lugares para esconderse, por lo general en las ramas de los árboles más altos. Aquella era una de las cualidades que compartía con la pantera, esa en la cual podía escabullirse con facilidad por el medio que lo rodeaba en silencio y con rapidez.

 

Ahí estaba una de las cuatro cualidades que Suluk le había dicho que encontrara en común con aquel felino. Mientras tanto, el vampiro, ahí sentado en aquella banca, no pudo evitar soltar una lágrima de melancolía. Extrañaba a su abuela, a su madre, a su padre, aquellos momentos en los que su familia era lo máximo y por que las únicas preocupaciones eran cuál sería el juego siguiente. El Karkarov se puso en pie, era momento de seguir caminando y buscar un sitio más en dónde poderse sentar en ponerse a pensar en su pasado. El lugar idóneo se apareció delante de él cuando llegó al hábitat del guepardo. Un animal majestuoso que le le hacía recordar aquellos momentos en los cuales se hallaba en aquel cuerpo de islas cuando recién se había convertido en vampiro. Allí tenía más que clara cuál era aquella cualidad que compartía con la pantera. Las panteras tendían a estar solas por muchísimo tiempo, alimentándose en solitario, durmiendo en solitario, caminando en solitario, cazando en solitario, eran animales autónomos y autosuficientes, En aquellos entonces, Keaton había tenido que vivir solo para evitar cometer asesinatos a diestra y siniestra, alimentándose solamente de lo necesario para subsitir y con total autonomía.

 

Una oleada de orgullo le invadió la piel en aquel momento, haciendo que los vellos de la nunca y los brazos se le erizaran. Su autonomía era de las cosas de las cuales estaba más contento de poseer. Había encontrada la segunda cualidad que compartía con su animal. Sonrió aunque aún asombrándose a sí mismo con lo que estaba descubriendo. Entendía un poco más ahora la conexión con aquel felino. Siguió su andar por aquel zoo, y llegó ahora a la vidriera que separaba el hábitat del leopardo del resto del lugar. Observó cómo el felino se preparaba para cazar. Keaton volvió a tener una regresión a sus andanzas como vampiro, Gracias a esta trnaformación de humano a chupasangre, había logrado cualidades en su día a día muy interesantes y útiles, una de ellas era su habilidad para cazar, pero no solo eso, sino la paciencia que requería a la hora de hacerlo. Había veces que tardaba días cuando se trataba de una presa muy suculenta. Eso era parte también de los felinos, pero en las panteras aquellos se agudizaba, pues igual tenía que esperar largas horas para poder lanzarse sobre su presa.

 

Tenía ya la tercer cualidad que lo vinculaba con su animal, ahora faltaba la última para poder volver a donde Suñuk y ver qué más tendría qué hacer. El último animal que fue a visitar el Karkarov, fue justamente una hermosa pantera. Con este animal fue con el que más se tardó el chico en pensar. Muchísimos recuerdos le pasaban por la mente, muchísimas cualidades le saltaban con cada uno, pero no había uno más fuerte que el último que le pasó por su cabeza. Unos cincuenta años atrás, estaba con un grupo de amigos vampiros en la búsqueda de una chica que les había gustado mucho por el aroma de su sangre. Había sido embriagante para todos, sin embargo, lo que ninguno sabía era que aquella chica era una de las hijas de un cazador muggle de vampiros. Al arribar a su casa, el muggle en cuestión los acorraló con ciertos amuletos, y Keaton, al ser el más fuerte de todos, se lanzó delante de todos para protegerles.

 

Aquella era la cualidad que más le gustaba al vampiro de sí mismo, la lealtad. Las panteras eran muy leales entre ellas aún y cuando no se vieran seguido, incluso cuando no fueran de las misma familia. Tendían a ser fieles a quienes habían logrado ganarse su respeto y cariño. Aquella era una de las reglas de vida del Ravemclaw. La lealtad era su mejor cualidad, y tal vez, la que más le gustaba compartir con la pantera. Keaton había descubierto las cuatro cualidades que le generaban la conexión con aquel felino. Rápidamente buscó a la Arcana para decirle lo descubierto. Cuando la encontró, fue directo a ella con una sonrisa en su rostro.

 

--Lo he logrado, las cuatro cualidades que comparto con las panteras son la agilidad, la autosuficiencia, la paciencia y la lealtad. Me costó darme cuenta de la última, pasé bastante tiempo cavilando sobre ello, pero creo que lo he hecho bien, o eso espero --Le dijo con parsimonia y esperó la siguiente indicación de la Arcana.

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