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Animagia


Suluk Akku
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La arcana pareció sorprenderse de su explicación, no supo si le había despertado interés o si había algo más, sin embargo, no dijo nada al respecto. Se dirigió entonces al Black, quien también había sugerido que su forma animal podría ser un ave. Fue una coincidencia algo curiosa. Para su sorpresa Suluk mencionó que su compañero podía estar teniendo “personalidades múltiples”, cuestión divertida, pues si lo sumaba a su amnesia aquella clase podría terminar con una visita grupal a San Mungo…


Luego respondió a la otra dama que formaba parte de la clase, también en forma algo ambigua, justo antes de soltar al aire dos palabras que no parecían tener un sentido “aire y este” a las cuales luego sumó “Grecia”, justo antes de abrir un portal. La explicación fue esclarecedora, les indicó que buscasen la relación de la histórica ciudad con el aire, elemento al que se relacionaban las formas mágicas que tanto Martin como ella querían adquirir.


Se puso de pie, contemplando asombrada el portal, tras el cual la esperaría un sitio que nunca había visitado hasta el momento. Miró a sus compañeros y luego de vuelta al portal, por un lado, tentada a traspasarlo, por el otro a esperar a los demás para asegurarse de ir en grupo. Finalmente se armó de valor y avanzó, dispuesta a esperarlos a ambos del otro lado.


¿Qué sabía del lugar al que iba? Tenía una historia más que rica e influyente en varios niveles de la actualidad. Allí había nacido la Filosofía, de donde luego se ramificaron varias ciencias. Pero suponía que las aspiraciones de la Arcana iban mucho más atrás en el tiempo ¿Los dioses tal vez? ¿Las musas? Sabía que la musa de la danza se llamaba Terpsícore, por ejemplo, pero ese dato no sería relevante.

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La mención de la arcana de las personalidades múltiples hizo que internamente Black se riera. Para su fortuna, una de sus principales virtudes era esconder parte de los sentimientos o sensaciones que lo invadían en sus profundidades. Se limitó a guardar silencio. Él tenía claro que quería tener la capacidad de transformarse en un animal aéreo y en cuál. Por más que tuviese una importante conexión con su querido lobo, dada su forma de ser, su vida y la sed de descubrir nuevos horizontes, no lo aproximaban a él.

 

El portal que hizo aparecer la arcana y sus palabras posteriores lograron que la inquietud volviera a reinar en el mago de cabellos negros. Sin evitarlo, miraba de reojo a Mica Gryffindor, puesto que ambos anhelaban animales parecidos. Debían ir a Grecia y descubrir en ese país todo lo referido al elemento aire. Era una misión clara y al mismo tiempo compleja. ¿Qué implicaba aquello? Black no lo tenía del todo claro, pero si eso lo acercaba a su deseo, haría lo que fuera necesario para comprenderlo.

 

Después de Gryffindor fue el siguiente que cruzó el portal y finalmente llegaron a tierras desconocidas. ¿Alguna vez había estado en Grecia? Seguramente sí pero no con aquellas ideas en mente. ¿Acaso alguna de sus visitas previas podrían servirle de algo? El mago no lo tenía en claro, en absoluto.

 

Avanzó unos pasos, dubitativo, mirando sus alrededores mientras pisaba un camino empedrado en el medio de la nada.

 

—Supongo que por algo empezamos aquí… —murmuró, sin necesidad de hacerlo por lo bajo, puesto que no había nadie a sus alrededores, posiblemente a kilómetros, excepto sus dos compañeras de la habilidad—. En uno de mis viajes a estas tierras conocí a una bondadosa bruja llamada Esther Píscore, estaba casada con García el griego. —No era un dato que los aproximara a lo que estaban buscando, pero sí recordaba que Esther tenía muchos conocimientos sobre la mitología griega, era una estudiosa al respecto—. Ella me mencionó una vez un sitio llamado Torre de los Vientos. —Black intentó hacer memoria, debían llegar al lugar correspondiente, pero no recordaba su dirección particular.

 

Con la mirada perla observó, alternativamente, tanto a Mica como a Maida. Tal vez alguna de ellas podía reconocer el lugar.

 

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“Torre de los Vientos”. Sin dudas sonaba un muy buen comienzo si debían familiarizarse con el elemento aire. Miró a sus compañeros y luego alrededor. Sin dudas deberían empezar a moverse. No había nadie alrededor, ya que parecía tratarse de un camino rural. A los lados del camino se podían observar los viñedos que se extendían hasta perderse de vista. De seguro habría bodegas también cerca. Al avanzar, en caminos que descendían de a poco, vieron que a lo lejos empezaban a verse edificaciones, clara señal de que podrían estar próximos a una ciudad.


Divisaron entonces a un hombre que iba haciendo el recorrido inverso al de ellos, esforzándose mucho más al ir subiendo por el empedrado sendero.


- Disculpe -en ese momento deseó con toda su alma haber estudiado idiomas, pero trató de usar su inglés más claro -¿Hacia dónde lleva este camino? -se enfocó en hacer bien marcado el tono de la pregunta y la acompañó señalando con el índice hacia las edificaciones que empezaban a verse cada vez más claras al ir en descenso.


-Atenas -fue todo lo que comprendió, entre otras varias palabras que de seguro eran en griego.


-Gracias -lo saludó con la mano al tiempo que continuaban el recorrido.


Mirar hacia abajo aquella ciudad que se avecinaba era algo revelador. De poder hacer su transformación en aquel momento, hubiese sido perfecto el lograr extender sus alas y sobrevolar sobre las pintorescas edificaciones que se avecinaban. Era una ciudad cargada de historia, con templos y manifestaciones de creencias por doquier, y al mismo tiempo una cultura del pensamiento y cuna de muchas ciencias, como la epistemología.


Pero aún no era el momento, ¿o sí? No, no se sentía con las fuerzas de lograrlo. Trató de pensar mientras avanzaban en silencio en la sensación hermosa y placentera de extender sus alas y dejarse llevar, el viento en el rostro y planear con cada ráfaga. Era un placer único y diferente a todos, que solo había conseguido igualar al volar en escoba en velocidad. Por eso se había iniciado en el Quidditch.

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Empezaron a moverse al percatarse de que nada de lo que había alrededor, escaso por cierto, iba a ayudarles en su búsqueda. El camino empedrado parecía no tener final y al cabo de algunos minutos, dejando atrás viñedos y otras plantaciones algo escuetas, fue Mica Gryffindor quien le preguntó a un desconocido sobre el destino del camino.

 

«Atenas» fue lo único que Black le entendió al hombre.

 

—Lo importante que es saber idiomas —dijo el mago cuando habían dejado al desconocido unos cincuenta metros atrás. Saber idiomas te gratificaba, produciendo una extraña sensación, pero placentera, en lo hondo del pecho. El asunto es que era algo pendiente para Black que, sin desconocer algo de ruso o francés, lejos estaba de dominarlos.

 

En Atenas encontrarían sabiduría y las edificaciones que los recibieron a primer golpe de ojo parecían grandiosas. La Torre de los Vientos, desde el propio nombre contaba con una connotación importante sobre la búsqueda que mantenían.

 

Suluk no los había enviado a aquel lugar por casualidad. Desde el abierto paraje cuyas corrientes de aire viajaban en todas direcciones, hasta la llegada, en algunos minutos, a la ciudad antigua, el aire parecía abrazarlos en todo sentido. Allí se percató su amor por el quidditch y los años de buscador en un equipo menor. También de otra de sus criaturas favoritas como era el snidget. Las alas, volar, desplazarse y viajar de tan solo… a otra realidad, que sea mejor. No sé si mejor, pero esa gana ahora se hace general y ahora queman las miradas.

 

Black anhelaba descorchar un suspiro, para no darle paso a nadie, sino a la propia magia de la Animagia. Necesitaba y ansiaba poder explotar aquella rama de los poderes antiguos y hacerlo propio. Y ahí es cuando todos, sin evitarlo, la miran a ella aunque no esté presente, la que mejor sabe dominar aquel conocimiento, al que todos en la clase llaman Suluk Akku.

 

«Vos sabéis, vos sabéis» pensó Black sobre su arcana.

 

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- Sorpresas, sorpresas - La arcana se detuvo por un momento - La que la da las sorpresas soy yo - La arcana no tenía en mente que fuera hasta la Torre de los Vientos pero al parecer no había tenido en cuenta que esa era una opción. Esperaba que hubiese un Pegaso en dicho lugar, claro solo los magos podrían observarlo así que confiaba en que sus alumnos comprendieran que debían hablar con un animal alado para comenzar a entender un poco más la animagia y la capacidad de volar.

 

- ¿Hablar? - Tal vez Suluk había omitido decirles que el animal no hablaría el mismo idioma que ellos, ni les serviría conocer múltiples idiomas. La única manera que tendrían para comunicarse con el Pegaso sería conectando con su espíritu animal. Los animales tenían la capacidad de entenderse así que debían empezar a desarrollar dicha conexión aunque no lograran la transformación. Ese sería un gran primer paso y un con el que Suluk estaría feliz para continuar con su aprendizaje.

 

- Debo presionarlos - Suluk llevaba muchos años en dicho trabajo y sabía que en algunas ocasiones tendría que presionar a sus alumnos y llevarlos al límite para lograr su objetivo. En dicha ocasión su collar se estaba encargando de mantener la nieve con ellos en caso de ser necesario. Sin embargo, nunca les informó cuando sería necesaria y para qué. En los planes de Suluk estaba generar una tormenta de nieve que solo se detendría si lograban comunicarse con el Pegaso. Un poco de presión nunca estaba mal y en le peor de los casos tendría un caso muy grave de hipotermia que podrían solucionar en San Mungo.

 

- Es hora de tomar el té mientras espero su regreso - Una de sus alumnas seguía parada en frente de ella sin cruzar el portal así que no sabía qué haría con ella. Si no lo cruzaba en los siguientes 5 minutos tendría que empujarla ella misma para que comenzar su aprendizaje. No estaba segura de si su alumna la había escuchado o no pero si lo hizo al menos tendría algunas pistas de lo que debería hacer. Bueno, en realidad no porque no había dicho mucho en voz alta.

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Aunque había terminado de contestar la pregunta, la bruja Yaxley se quedó en la nada misma, intentaba materializar en su mente lo que había respondido y ni siquiera entendía ya por qué, en ese tipo de preguntas no existían las respuestas correctas o incorrectas, eso era lo que sabía, eso era lo que le habían enseñado. Lo de viajar a Grecia no le había gustado, aunque en realidad, lo que más se le complicaba era el tema del portal, le tenía resquemor a esas cosas y al poder que tenían los que creaban ese tipo de magia, y eso que ahora ella misma podía crear sus propios portales de escape gracias al Libro del Druida.

 

Veía el portal y, cómo si ella estuviera lejos de aquella escena, vio como Mica y Martin se adentraban al viaje que les proponía Suluk. ¿Qué tanta bondad poseía los Arcanos para desprenderse de tan buena gana de habilidades tales como la Animagia o la Nigromancia? Se río y sacudió la melena, ¿qué hacía pensando en esas cosas? Era claro que la mente de Maida intentaba despejar de sus costumbres el depender de lo que otros pensaran de sus decisiones o acciones. Ir Grecia, buscar todo lo relacionado con el elemento aire.

 

Cruzó el portal y se vio bastante rezagada de sus compañeros, pero no se amilanó, sino que los persiguió casi a trote, no llegó a ver como Mica pedía instrucciones, pero logró divisarlos a uno metros luego de unos diez minutos. Llegó a su lado un poco agitada y con una mano sobre su pecho, tratando además que su mente llegara con ella, un poco más enfocada en lo de las formas animales.

 

 

¿A dónde se supone que vamos? —preguntó, casi que a cualquiera de los dos.

 

Viajar a Grecia tenía su razón, aunque la ciudad ya se había modernizando, entre los muchos habitantes aún pululaban magos y criaturas mágicas que bien podían ayudarlos con la asignación o la búsqueda encomendada por Suluk. Tenían que buscar cosas o simbología del elemento aire, eso también era otro lote de caminos, casi que ella prefería comunicarse con una criatura que tener que buscar entre los mil templos que podían existir ahí. Hasta parlar con un grifo o con una arpía le parecía mejor plan, aunque ellos, probablemente pensaran lo contrario. ¿Qué era lo que esperaba la arcana de esa expedición? De haberse podido quedar en un rincón de su habitación para descubrirlo, lo hubiera preferido. Escondida en el alfeizar de la ventana, quizá. O detrás de alguna azucarera, posándose sobre alguna flor en algún jarrón de la estancia. Maida chasqueó la lengua, descubriendo en ese instante que clase de animal le gustaría convertirse, era tan simple que se sorprendió de no haberlo descubierto antes.

 

¡Libélula, eso es! —chilló formando en sus labios una sonrisa tonta de niña de jardín de infantes— ¡Un insecto!

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El Black pareció sorprendido respecto a el breve diálogo entablado con los campesinos, luego continuaron caminando en silencio, notando en él una apariencia bastante pensativa en él. La nieve a su alrededor empezaba a intensificarse ¿sería un mensaje de la arcana? Como fuera, empezaba a sentir frío. Abrazó su cuerpo con ambas manos, frotando sus brazos para mantener la temperatura.


Fue entonces cuando la otra joven los alcanzó, preguntando hacia dónde estaban yendo. No tenían idea, solo sabían que había una torre llamada “de los vientos” y era su única pista respecto a lo que Suluk les había asignado. Estuvo a punto de intentar explicar la extraña conclusión que habían alcanzado con Martin, cuando la escuchó volver a hablar, esta vez aparentemente sola. Supuso que se trataba en el animal al que le gustaría poder transformarse, era bueno que alguien ya tuviese una respuesta concreta que dar.


Algo llamó la atención de la Gryffindor a la distancia, justo en el momento que la nieve empezaba a preocupar. Pensó en un principio que se trataba de un caballo, pero el blanco de su pelaje le resultó sumamente diferente. No, no era un caballo ¿tenía alas? ¡Sí eso era! ¿Pegaso? Creía que así se llamaba aquella criatura, nunca había visto uno y eso la dejó maravillada.


-Esperen – murmuró señalando hacia el sitio en que el bello equino estaba de pie, parecía estar mirándolos, tal vez detectando la presencia de magos. Nadie más alrededor parecía notar esa sublime presencia.


Encaminó sus pasos muy lentamente hacia el Pegaso que, no parecía temer ante ellos. Intentando todo el tiempo transmitirle pensamientos pacíficos y tranquilizadores. ¿Acaso debía hablar? No lo creía, y el alado caballo parecía recibir sus mensajes.

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Suluk sonrió al escuchar que la joven Black había encontrado un animal que parecía gustarle, aún así esperaba que no sólo lo dijera en voz alta sino que también buscará una conexión con él, algo que le permitiera unir sus espíritus animales y así lograr su transformación.

 

Tomó un sorbo de te.

 

Mientras esperaba algo más de su alumna sintió cómo la joven Gryffindor había divisado al Pegaso para acercarse a él y tratar de tener un acercamiento con el animal. Suluk vio todo atra vez de los ojos de ambos, gracias a todos sus años en el mundo habían hecho que logrará mejorar sus habilidades, mientras observaba a la bruja una tormenta de nieve comenzaba a formarse sobre ellos en el cielo, esperaba que sus alumnos avanzaran un poco más o la tormenta los atraparia atrapados todos.

 

-Cuidado muchachos- susurró bebiendo su bebida caliente.

 

El Pegaso había comenzado a alejarse de los magos, podría ser por la tormenta o sólo porque temía a sus visitantes.

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Mientras intentaba acercarse a la magnífica criatura, ésta comenzó a alejarse. Alrededor de los tres magos la tormenta de nieve no hacía más que volverse más intensa, peligrosa. De todos modos, supuso que el animal se alejaba tras notar su presencia y no solamente por la nieve que se intensificaba y arremolinaba a su alrededor.

-No... espera, llévanos... -murmuró, intentando mantenerse lo más tranquila que le era posible, aunque sabía que sus palabras poco influirían en el Pegaso. Entonces se detuvo, avanzar hacia él parecía no estar funcionándoles.

Miró las alas de aquel ser tan espléndido, preguntándose qué se sentía portar un par de alas como esas. En su interior lo sabía, si bien había pasado mucho desde la última vez en que había logrado la forma de castaña lechuza. Recordaba también a su mellizo a su lado, volando tras alguna misión que cumplir, o simplemente experimentando con la animagia, así era como lo habían logrado en un principio: como una búsqueda de conocimientos, y hasta como un juego por momentos.

Se mordió el labio de pie en su sitio. En su mente estaban esas sensaciones, junto con muchas otras logradas en forma más artificial, volando en su escoba. La libertad de extender las alas y moverse hacia donde requiriese su presencia, el viento en el rostro jugándole a favor o en contra. Planear con las alas extendidas, dejándose llevar por las distintas correntadas. De seguro un Pegaso conocía todos los sentimientos que la Gryffindor intentaba transmitir, era su manera de intentar conectarse, el aire para ambos podía ser lo mismo...

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Escuchó a Maida correr detrás de ellos hasta alcanzarlos. La bruja se veía algo agitada mientras ponían sus pies en las calles atenienses, en donde continuaban buscando la Torre de los Vientos. De repente una tormenta comenzó ocurrir y la nieve cayó con intensidad. Black no entendía la razón de aquel cambio repentino del tiempo. Al parecer Mica acababa de notar algo que llamaba poderosamente su atención. Él intentó seguirla con su mirada. Y entonces… lo vio.

 

Tenía la forma de un caballo pero con claridad no era uno. Las alas que se unían a los lados de su cuerpo le daban el poder de volar pero al mismo tiempo lo dotaban de una belleza sólo similar al de un unicornio. Casi como si una película de imágenes pasara por su mente, su cerebro hizo un clic y entonces el mago de cabellos negros entendió más de una cosa al mismo tiempo. La búsqueda a la que hacía referencia la arcana era aquella, aquella criatura de hermoso pelaje. Volaba…

 

Pero mientras la nieve caía con más intensidad, el Pegaso se alejaba como evitándolos. Por más que Gryffindor le habló, la criatura no parecía querer hacerle caso. Suluk había dicho que debían conectar con el elemento, con el aire, con volar. Y la única forma que se le ocurría a Black de hacer algo semejante a aquello era mediante la mente, no las palabras. Algo parecido, salvando las diferencias, a lo que había logrado con su lobo. Pero sabía internamente que no era lo mismo.

 

«Espera, te necesitamos.» El pensamiento de Black podía entenderse como una súplica a la necesidad que tenían tanto la bruja como él de vincularse con el animal. Pero era algo más profundo que aquello. «Ayúdanos a despertar lo que tenemos dentro, ayúdanos a volar.» No estaba seguro si aquello bastaría puesto que la nieve seguía cayendo de forma despiadada pero al menos el Pegaso aminoró su trote y no llegó a despegar como imaginaba Black que haría.

 

Miró sin dar crédito a aquello a Mica.

 

En el centro del pecho del mago de cabellos negros ocurrió algo que lo sorprendió, como si una brisa fresca lo acariciara por dentro. Levantó su mirada perla buscando con ella al Pegaso y ahora era él quien los volvía a observar, con una mirada escrutadora, como si pretendiera juzgar los verdaderos motivos del mago y la bruja para alcanzar el estado superior de la Animagia. La brisa fresca no cesó pero contemplando al mitológico animal pareció comprender lo que ocurría: era como si quisiera hablarle y él recibía el mensaje de aquella forma, con aquella sensación internamente.

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