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Animagia


Suluk Akku
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El último mes había sido una completa locura para Black. Si su mente no fallaba, y rara vez lo hacía, aquel invierno había sido el más intenso de los últimos años. Desde experimentar el conocimiento de la tribu Uzza, pasando por su nuevo empleo en el Ministerio de Magia y terminando con un vínculo más que estrecho con La Orden del Fénix, lo habían consumido de forma completa. Pero allí estaba, en el oriente del mundo, frente a una nueva edificación llena de conocimientos.

 

La presencia del mago de cabellos negros no era casual, estaba allí porque quería ir un paso más en su formación mágica y aumentar su poder. Quería aprender a dominar una de las clases más complejas de la Transformación: la Animagia. Por deseo, por necesidad y también por el mero hecho de expandir su capacidad como mago, acababa de adentrarse a la escuela Mahoutokoro, la mejor del mundo en aquella clase de magia. Le habían comentado que la arcana que dominaba la habilidad había vivido ya unos cuatrocientos años y ello hablaba a las claras de su experiencia en el tema, con más de tres cuartos de su vida allí.

 

El calor que lo invadía todo, la arena que parecía extenderse hasta el infinito, todo era diferente a lo que estaba acostumbrado en Inglaterra durante aquella época del año. Por ello había abandonado la capa de viaje y los abrigos gruesos; simplemente vestía con una camisa de lino de color celeste y unos pantalones negros, a tono con sus cabellos y contrastando con la mirada perla. Los zapatos finalizaban el atuendo de Black, siendo del mismo tono que los pantalones.

 

Alcanzar la residencia de la arcana no le supuso ningún inconveniente y tampoco lo tomó por sorpresa el hecho de que en los jardines delanteros de la simple morada estuviera con un aspecto invernal, similar al de Londres o incluso más agudizado. Para su fortuna y el de la ropa elegida, no estaba nevando, no por el momento.

 

Se percató en el siguiente instante que no era el único que aguardaba los conocimientos de la arcana. Pero su sorpresa fue mucha cuando identificó a quien sería su nueva compañera.

 

—Pensaras que me he cruzado medio mundo para seguirte —bromeó Black en dirección a Mica Gryffindor. Fue una agradable sorpresa.

 

La arcana aún no hacía acto de presencia. El mago contempló la casa por fuera, humilde, bajo su óptica, pero con un estilo único que captaba todo aquello que la sabia profesora era en sí misma.

 

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Suluk había decidido tomar una paseo por los cielos debido a la ausencia un poco prolongado de alumnos. Le gustaba tener esos periodos de descanso para concentrase en la elaboración de nuevos objetos relacionados con la Meteorología y recorrer el mundo volando. Aprovechaba para abandonar los terrenos de la escuela y regresar a su lugar de origen. Lugar en el que podía recordar muchas cosas y en donde sentía conectaba aún más con su poder. Era como si lo renovara al menos de espíritu porque sabía que nunca la abandonarían sus conocimientos.

 

Desde lejos pudo observar que dos nuevos alumnos se presentaban ante su puerta pero al parecer nadie les había informado que ella no se encontraba así que comenzó a descender rápidamente para cambiar de su forma animal y adoptar nuevamente su forma humana. La gaviota era una de sus transformaciones más comunes y no deseaba asustarlos tomando la forma de un oso polar, así que al llegar al piso rápidamente recuperó su forma y se acercó.

 

- Bienvenidos, siento mucho haberme demorado. Creo que alguien ha olvidado avisarnos - Esperaba que la lechuza encargada de notificarle hubiese sido enviada o sino tendría una conversación muy interesante con las directivas de la escuela - Hace un poco de calor acá - Inmediatamente una de las gemas de su collar se soltó y comenzó a nevar un poco sobre la vivienda de la mujer y por supuesto encima de ella y de sus dos nuevos alumnos.

 

- No tengo que preguntarles la razón por la cual se encuentra acá, pero si quisiera saber por qué consideran son dignos de acceder a mis conocimientos - Suluk solo enseñaba a quiénes tenían buenas intenciones y a quiénes le aseguran y demostraran que harían un buen uso de la Animagia. Esperaba una buena respuesta de parte de ellos o podrían terminar de regreso en Londres y serían rechazados.

 

- Podemos tomar un té dentro mientras me cuentan sus historias. Y también sería interesante que me cuenten sus experiencias con la Animagia y cuál creen que puede ser su forma animal si no la conocen aún - La forma animal no era asignada por la suerte o el azar. Una de las primeras enseñanzas de Suluk era esa. La forma animal tenía una fuerte conexión con sus propias características físicas y psicológicas y debían comprenderlo para poder lograr ser grandes animagos y dominar muy bien sus espíritus animales.

 

La mujer no esperó una respuesta. La puerta de su vivienda se abrió y ella ingresó esperando que los dos alumnos la siguieran para contarle todo lo que acababa de preguntar.

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Nadie respondió a su llamado. Aparentemente la cabaña perteneciente a Suluk. Así que se apartó un poco de la puerta y se dispuso a esperarla pacientemente, notando como poco a poco la brisa que la acariciaba empezaba a volverse más tenue hasta desaparecer, dejando que el ambiente tomase mayor temperatura. Apreció mucho el haber escogido una túnica de manga corta, cuya tela era lo suficientemente delgada como para evitar que el calor se hiciese demasiado intenso.

No había pasado demasiado tiempo, cuando una voz desconocida atrajo su atención. Se sorprendió bastante al encontrar caminando hacia ella al Black. Sonrió ante su comentario, era cierto que parecía demasiada casualidad encontrarse en un sitio tan lejano al de pertenencia. Lo conocía desde hacía mucho tiempo y le alegraba saberlo en su mismo bando, pues confiaba en él.

-¿Debo creer que es así? ¿Me está siguiendo, señor Black?- comentó divertida, cruzándose de brazos y mirando a su compañero, a la espera de su respuesta.

Pasaron unos minutos más, antes de que la Arcana se hiciera presente. Observó su peculiar contextura y apariencia, tan distinta a los rasgos recurrentes en los europeos que la rodeaban, sin embargo, a simple vista generaba respeto. La oyó disculparse por la demora y mencionó el no estar avisada respecto a la clase que debía impartir, daba igual allí ya estaban todos.

Mica quedó fascinada al notar cómo la instructora cambiaba el clima con tanta facilidad, y no pudo evitar mirar hacia arriba mientras los copos empezaban a caer sobre ella. Sin dudas, el cambio de clima no iba acorde a su indumentaria, pero no le dio importancia. Se cruzó de brazos y acarició suavemente la piel descubierta, en forma inconsciente, mientras Suluck hacía mención de que quería saber por qué se consideraban dignos de adquirir los conocimientos que podría brindarnos. No pareció esperar que respondiésemos enseguida, por lo que siguió camino hacia el interior de la cabaña, mientras les ofrecía beber un té mientras conversaban, también queriendo saber si tenían experiencia previa con la animagia si sabían cuál sería su forma animal.

Una vez dentro, tomó asiento en donde la dueña de casa dispuso, aceptó la idea de tomar un té mientras exponían sus pensamientos y experiencias. Fue Mica la primera en romper el silencio que se había impuesto mientras ambos, al parecer, rebuscaban las palabras. ¿Era realmente digna? ¿Cómo podría saber eso?

-No me siento capaz de ser quien evalúa si soy o no digna de adquirir sus conocimientos- dijo, sabiendo que su respuesta podría enviarla a casa, mostrando lo que realmente sentía- Solo sé que intento dar mi mejor esfuerzo para lograr cada meta que me propongo…- agregó encogiéndose de hombros en su sitio. -Tiempo atrás- prosiguió- lograba tomar la forma de una bella lechuza rubia- el recuerdo la hizo sentirse un poco más confiada, atreviéndose a esbozar una leve sonrisa hacia sus interlocutores- pero ya no lo he logrado… no estoy segura de que esa sea mi forma animal, pero siento que debe ser una criatura que sea capaz de volar…

Tras esas palabras, guardó silencio, expectante y algo nerviosa.

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De haber sido otra persona, hubiese largado la carcajada sin más ante el comentario de la bruja. Pero pudo mantener su compostura, riéndose internamente.

 

—Me temo que has desnudado mis intenciones —bromeó—. ¿Hace mucho que te encuentras esperando? Me habían comentado que la arcana a veces desaparece de su casa por ciertos períodos de tiempo y…

 

De repente, el mago de cabellos negros enmudeció, pues un ave venía en dirección a ellos y su sexto sentido le indicó que debía permanecer en aquel momento en silencio. Suluk acababa de llegar y había regresado a su forma humana. Frente a ellos, la anciana mujer rebosaba vitalidad desde todos los ángulos posibles. Eso le agradó. En su mirada no notó resentimiento o algo parecido, sino cierta bondad, como si quisiera compartir toda su sabiduría, pero evidentemente no a cualquiera se la enseñaría.

 

Ante las preguntas y la invitación, Black asintió en silencio e ingresó a lo que consideraba el hogar de la profesora. Caminó detrás de Mica, sintiendo sobre sus cabellos la nieve repentina que Suluk acababa de hacer aparecer por su capacidad mágica. Tomó asiento en un lugar cómodo y esperó. Fue su compañera quien empezó a hablar primero y él la escuchaba con atención, pero al mismo tiempo maquinaba en su mente una buena respuesta para darle a la arcana.

 

—Muchos años atrás, cuando estaba por dejar de ser un niño propiamente dicho, fui víctima de una maldición. Siempre he creído que más que eso en realidad fue una bendición. Desde entonces he creado un vínculo estrecho con el lobo que habitaba en aquel sitio y siempre he sentido curiosidad y deseo por alcanzar la forma animal. Sin embargo, por el amor que siento hacia las escobas, al hecho de volar sin un rumbo determinado y a respirar brisas de libertad, he fantaseado con transformarme en ave. —Miró firmemente a Suluk y luego a Mica.

 

Hizo un leve silencio.

 

—Como ha dicho Mica, tampoco sé si soy digno de este saber, pero es sin dudas el que más anhelo aprender desde hace muchos años. La transformación siempre me ha parecido atractiva como rama de la magia, y llevar mis límites más allá del mundo humano para alterar mi cuerpo de esta forma, creo que sería maravilloso. —Dicho aquello, entornó su mirada grisácea y aguardó por la respuesta que Suluk estaba pensando en ese momento.

 

Por unos segundos, mientras hablaba, se había olvidado el sitio en el que estaba. Sin dudas aquella clase era especial, diferente a otra cualquiera a la que había asistido el galés. Y la emoción iba en aumento.

 

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Como casi siempre en sus años de vida, Maida no estaba del todo segura de lo que estaba haciendo, pero si sentía que era completamente necesario si quería continuar la senda que había escogido para proteger a los suyos. Convertirse en una libélula que pudiera escabullirse fácilmente con la información que podía salvarle el pellejo a cualquiera que estuviera en riesgo valía la pena, cómo también lo hacía el estar ahí con rumbo incierto buscando la ubicación exacta de Suluk. Lo que no esperó, era toparse con más gente. La ojiazul siempre estuvo reacia al contacto con la gente que no era de su círculo, incluso cuando trabajaba en el Ministerio de Magia, antes de volcarse por completo a ser la asistente de su primo.

 

Los vio de lejos, los vio ingresando a la cabaña, los vio y sintió que llegaba tarde. Aunque sabía que nadie jamás llegaba tarde a una cita con el conocimiento de los arcanos, pero se puso tembleque, nada raro en ella, buscó en su bolsillo derecho y presionó con fuerza el broche de plata, sabía que no iban a llegar su rescate, sin embargo, el tacto tenía en ella un efecto reconfortante. Infló el pecho y la túnica gris ondeó al ser movida de lugar, se miró los pies descalzos y con un varita reforzó el hechizo impermeable que le impedía ensuciárselos. ¿Por qué quería ser animaga? Lo sabía perfectamente, sin embargo, ¿estaba capacitada? Ya había corrido mucha agua debajo del puente desde que cursó los hechizos del Libro de la Sangre, pero su experiencia en esos días no la dejaba en paz, habría sido muy capaz de morir si aquello salvaba a su tridente de un destino fatal, ¿tanto desprendimiento podía existir? Esa era la pregunta que siempre le rondaba la cabeza, la que de cierta forma la torturaba, pues en los últimos meses no había sentido tan reciprocidad. ¿Era válido entonces?

 

Caminó despacio hacia la puerta que ahora estaba cerrada y tomando impulso, tocó.

 

¡¿Suluk?! —preguntó en voz alta.

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Esperando las respuestas de sus futuros nuevos aprendices se dispuso a calentar el agua en la tetera mientras rebuscaba los pocillos para el te, a Suluk no le interesaban los objetos finos por eso no tenía nada de valor salvo un baúl dónde guardada objetos personales y que eran de lo más importante para ella, sacó unas jarras de acero dónde colocó los tes. Mientras hacía aquéllo escuchaba las palabras de la joven Gryffindor, no era una respuesta directa a sus preguntas pero en su rostro no se veía malas intenciones pero aún así estaría a prueba mientras le enseñaba lo necesario para su educación.

 

-¿Porqué creé que sea aquél cambio?- le preguntó a Mica -si te transformabas por completo en una lechuza y ya no, ¿que cambios hubo en ti?- descubrirse a si mismos era muy importante para conectarse con sus animales internos, en cambio si no tenían seguro de conocerse realmente todo aquello carecía de tiempo.

 

-Y tu muchacho lo que me dices suena a lo que enseña Amara, la metamorfomagia es una habilidad que te enseñará enseñará cambiar tus rasgos- así era Suluk, quería que estuvieran seguros de tomar aquélla clase y no abandonarla con muchos antes habían hecho.

 

Acomodó cuatro jarras en una charola para servir el te, sacó unos panes saborizados para acompañar, llevó las cosas a la mesa donde tomó asiento observando a ambos magos.

 

-Una cosa es un vínculo, un relación que existe entre una persona y persona o persona y animal que va más allá de una explicación racional al cariño entre ambos- le explicó al joven Black -y si sueñas con volar pero sólo es un gusto por levantar vuelo ¿porque crees que el lobo no es tu animal interior?- le preguntó.

 

Quería que ambos pensarán en sus parecidos con el contacto animal que hubieran tenido, aquéllo era importante, más a la hora de estrechar lazos con la especie animal que quisieran transformarse. El ruido de la puerta hizo que la Arcana de detuviera a seguir cuestionando a sus alumnos.

 

-Pase jovencita, la estaba esperando- le informó a Maida cuándo se abrió la puerta de la vivienda -acompañenos con un te mientras me comenta porque decidió estudiar conmigo- le dijo sirviendo agua el la cuarta jarra para su nueva alumna.

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Le sorprendió bastante enterarse de algunos detalles que no conocía sobre el caballero que ahora se sentaba a su lado a tomar el té con aquella Arcana, cuestiones sobre las que no faltarían los momentos para indagar. Escuchó la respuesta de su compañero responder, y sintió que no era la única que no estaba segura de qué respuesta dar.

Fue entonces cuando Suluck volvió a preguntar sobre lo que ella había expresado. Se quedó unos instantes pensando antes de aventurarse a dar una respuesta. Lo cierto era que no solo había perdido aquella habilidad, sino también muchos de los poderes que antes manejaba a la perfección.

-En realidad, llevo dos años o más con amnesia- respondió finalmente, no le gustaba hablar mucho de ese tema, pero era necesario sincerarse. Miró de reojo a Martín, quien conocía a la perfección lo que le había pasado y había resultado un importante apoyo en su recuperación -olvidé muchas de mis habilidades, entre ellas la posibilidad de transformarme en una lechuza… tal vez tiene un poco que ver con el fallecimiento de mi mellizo, quien era un búho a su vez…- la palabra “era” al salir de sus labios le produjo un intenso dolor que la dejó sin aire, impidiéndole continuar.

Se tomó unos instantes para calmarse, mientras la arcana se dirigía a su otro alumno. No pudo prestar atención durante un momento a lo que decían, estaba demasiado concentrada en contener sus emociones. Volvió a prestar atención cuando las jarras de té se disponían frente a ellos. Aferró la taza como si al concentrarse en ella pudiese alejar los recuerdos que se habían despertado.

¿Había algo más que la diferenciaba de quien era cuando se lograba transformar en lechuza? Puede ser que mucho en su vida había cambiado, había madurado y hoy no tenía tanto apego por nada, tan solo por sus principios y algunas amistades. Ya no contaba con una familia propiamente dicha, había perdido más de lo que podía enumerar en ese momento. Y también estuvo en su vida Agatha, quien había logrado tomar el dominio también de su forma animaga. Tal vez al separarse de aquel demonio que por tanto tiempo la había acompañado la había hecho perder más de lo que creía.

Una compañera más se sumó al grupo, siendo recibida por la instructora con la misma cortesía. Mica bebió en silencio un poco de té, intentando encontrar más respuestas, aclarando sus pensamientos o trayendo más al remolino que se formaba en su mente.

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Maida resopló antes de entrar, decidida a unirse a quiénes estuvieran dentro. Lo de tomar el té le hizo gracia, le recordó al centro de su tridente, a su tío y la razón principal por la que se había unido al bando mortífago la primera vez. Con el paso del tiempo, descubrió que no pensaban igual, sin embargo, el cariño que sentía por él y por su tía, eran como un fuego vivo que la acompañaba siempre, sobre todo en sus largas ausencias. Ingresó y sonrió cortés a los dos alumnos más, no estaba segura de habérselos ya topado en algún sitio, tampoco estaba segura de si ellos querían conocerla.

Tomó asiento y casi ni pensó en lo que respondería, se le brotó de los labios sin problema.

 

Para proteger a mi primo —soltó de pronto, sorprendiéndose incluso ella misma mientras llevaba una mano al bolsillo de su túnica y acariciaba el broche dorado en forma de ciervo que los mantenía comunicados—, no soy buena con los duelos, ni en las batallas, pero a lo mejor si soy un diminuto ratón puedo ayudar al león, ¿no? Así decía una vieja fábula que leí de niña. Mi primo es lo más preciado para mí, y necesito todo lo que pueda estar a mi alcance para protegerlo, defenderlo, aunque no sea mucho —dijo bajando el tono el de voz hasta casi hacerse un murmullo, sus ojos se habían ido al centro de la estancia, pero sonreía—, aunque no sea nada.

 

No sabía si era la respuesta correcta para la habilidad, pero era la que tenía en la cabeza, suponía que no podía mentir a una bruja tan poderosa. Miró a sus dos compañeros y les regaló también una sonrisa, no estaba del todo segura, pero suponía que la arcana les había hecho la misma pregunta a ambos, ahora ellos conocían sus razones y ella no las suyas.

 

No sé si pueda canalizar mi magia a través de la Animagia, pero realmente espero poder lograrlo —finalizó y señaló el té—, tengo un tío que es un experto en esta materia. Muchas veces le bromeamos con que es una obsesión para él.

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  • 2 semanas más tarde...

Permanecía sentado en la comodidad de aquella austera cabaña. La arcana, que desbordaba experiencia por donde se la mirara, empezó a responder a los dos presentes. Black no supo en qué momento pero una tercera persona, sin contarse a sí mismo, los acompañó. Cuando la observó, recordó a la recién llegada. Había sido su profesora en Pociones no muchos meses atrás y además habían compartido algunos minutos de conversación en el lejano castillo Black; sitio al cual él no podía regresar por diversos motivos.

 

Centrándose en las respuestas que Suluk Akku le había dado, el mago de cabellos negros intentó reflexionar. ¿Por qué Animagia y no la Metamorfomagia? Era una buena pregunta, tal vez, pero en la segunda, sólo había cambios de apariencias, que en más de una oportunidad deseó poder hacer, pero no era aquello lo que buscaba.

 

—Siento que son cosas demasiado diferentes. Necesito conectar con ese lado animal, ese espíritu libertario que emanan las aves. Cambiar el color de cabello o deformar mi nariz no tiene ningún tipo de vínculo con mi ser. En cambio… —Pensó en el lobo, con el cual tenía muchas historias y, sin embargo, nunca se le pasó por la cabeza convertirse en uno—. Lograr convertirme en un animal es otra dimensión mágica, más acorde a mi deseo, más acorde a lo que siento. —Pensó en el vencejo que lo cautivó desde la primera vez que contempló uno, y se interesó al respecto.

 

Era increíble cómo además Mica Gryffindor también deseara convertirse en un ave. Desconocía lo de su magia previa de convertirse en una lechuza. Supuso, entonces, que era algo parecido al patronus, que no era un animal que uno deseara sino lo que el alma dictaba. Que un patronus no adoptaba siempre la misma forma y que había situaciones en la vida que podían llegar a alterar algo tan elemental como aquello.

 

¿La ocurrencia del vencejo, en cambio, era algo premeditado? Supuso que, al menos en parte, lo era y que allí distaba del patronus.

 

—Quiero poner todo de mí para lograr ser un mago digno de esta habilidad única que nos ofrece la magia. Se lo aseguro, arcana. —Miró a la anciana de una forma particular, con su mirada grisácea casi resplandeciente del entusiasmo y el deseo. Anhelaba con toda su alma alcanzar aquel conocimiento, era muy importante para él.

 

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- Amnesia - No era común que recibiera alumnos con ese tipo de episodios pero le interesaba y estaba segura de poder ayudarle. No le haría recordar aunque si quisiera hacerlo de pronto lo lograría o siempre podían llamar a Rosália para recuperar recuerdos perdidos en su cabeza. Sabía que seguía existiendo en algún lugar pero no deseaba hacerla pasar por dicha situación. Los planes de la arcana serían otros, tendría que experimentar la experiencia de ser libre como las aves y comprender lo que sienten ellos para lograr recuperar dicha habilidad.

 

- ¿Lobo? ¿Ave? ¿Personalidades múltiples? - El Black la tenía demasiado confundida y no pudo evitar ser un poco sincera. Era conocida por serlo dentro del grupo de arcanos y no era diferente con los alumnos. No lograba comprender los motivos del mago. Diferentes a los expresados por la bruja pero ambos en busca de la libertad que solo el aire y sus movimientos les otorgarían. Muchas veces los magos y brujas no lograban comprender que su conexión animal se desarrollaba a partir de sus propias experiencias, miedos e incluso su propia personalidad pero para eso estaba ella como arcana.

 

- Interesante historia señorita. No será la primera que llegue con esa historia - Alumnos como ella eran los que más tiempo tomaban en reconocer su forma animal y en conectar con ella. Sin embargo, siempre lograban tener éxito pero Suluk tendría que pensar un poco en qué hacer con ella. No tenía claro si su conexión era con el ratón, el león, un animal de agua, tantas opciones como los colores y tendría que ingeniarse algo que pudiera ayudarle. O bueno, también podría simplemente enviarla junto con sus otros alumnos a hacer algo.

 

- ¿Aire? ¿Este? - La escuela ya se encontraba lo suficiente al este así que tendría que idear algo interesante - Grecia - Les dijo sin mencionar nada más por el momento mientras realizaba un poco de magia con su collar y bueno de paso un portal. El collar se encargaría de mantener la nieve con ellos en caso de ser necesaria y el portal les daría el paso a Grecia para estudiar un poco al respecto sobre el aire y comenzar a desarrollar dicha conexión.

 

- Deseo que estudien el elemento del aire y busquen en la historia de Grecia cosas que conecten dicho elemento y lo representen. A partir de eso busquen en su interior posibles conexiones - La tarea para Mica y Martin tenía una conexión clara con lo que deseaban. En el caso de Maida tendría que empezar a explorar para ver cuál de los elementos les daba una pista sobre su forma animal y esperaba tener suerte o estaría en dicha situación por mucho tiempo.

 

- No se preocupen por mí que siempre estaré con ustedes - Suluk siempre lograba estar en todos los dados en donde quería estar así que ellos solo debían cruzar el portal - Cuando sea momento de volver la nieve los regresará - Poderes poco conocidos de su poder con la nieve y la meteorología.

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