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Videncia


Sajag
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Sajag suspiró. Podría enfrascarse en una conversación de índole filosófica con el muchacho pelirrojo pero adivinó enseguida, apenas hubo voceado las dudas que más le preocupaban, que no conseguiría nada al hacerlo. Él, al parecer, también era el tipo de persona que requería una mayor aplicación y prueba, contrario a lo que parecía determinar su aspecto y su propia fe.

 

—La cuestión es, Señor Despard, que no puede —el arcano clavó la vista fija en él de repente—. La videncia no es certeza, la videncia es una constante de decisiones en medio de la interacción y la deliberación —sus palabras iban intercaladas con aspiraciones de la pipa y la posterior expulsión del humo—. Es decir, que, al igual que su fe, depende de usted.

 

Sajag no le rebeló el último elemento de ello. La elección que todos tenían, respecto a la toma de decisiones y la forma de avocar sus poderes. No le pareció necesario conducir sus pensamientos a esa realidad siniestra, cuando parecía ser alguien tan sensible ante éstos. Era mejor, pensar que solo tenía las opciones expuestas.

 

—La pregunta es ¿está dispuesto a encararla de la misma forma que hace con su vida día a día?

 

Mientras éste se dirigía a Despard de esa forma, su visión del alcance de las cosas se encontraba dividida entre esa habitación llena de un olor que, a diferencia de lo que parecía indicar el humo, estaba llena de un aroma sutil -nada penetrante- y tranquilizador y las imágenes que provenían a él desde el cubo.

 

En éste, Licaón descansaba en medio de una revisión de sus grimorios, aspirando el aroma a lavanda proveniente de la chimenea encendida, en un bosque desierto de ocupantes, que él mismo había recreado ¿Estaría consciente a esas alturas que era el espacio poblado por sus propios miedos? Sajag no se hizo oír en su mente todavía.

 

El funcionamiento del cubo era sencillo. Antes usado como arma y reinventado como espacio neutro de entrenamiento, el cubo era una herramienta que manifestaba los miedos de quien lo tocase, transportándolo dentro del cubo, tanto física como mentalmente. Sin embargo, a diferencia del espacio del mundo real, el cubo manifestaba los temores de la mente en formas físicas corpóreas para el individuo dentro del cubo.

 

Eso, representaba tanto un desafío mental, lo mismo que una apuesta. Podía resultar peligroso si la persona se perdía dentro de sus propios miedos y elucubraciones. Despistaba a aquellas personas obsesionadas con su propia grandeza en medio de una espiral de auto-complacencia; perdía el rumbo de aquellos cargados de falsas pretensiones desnudando sus inseguridades, enloqueciéndolos de terror; escalaba la destrucción mental de aquellos que solo aspiraban al caos y la desolación. Podía adoptar formas inverosímiles de manifestación, acorde a los miedos, inseguridades, vacíos o falsedades de su huésped. Eso, era aquello que se manifestaba en esos momentos ante Licaón, tan solo oculto por la cabaña, la manifestación física de su zona de confort.

 

Daba lo mismo si él lo había notado hasta ese momento o no. Ningún mago (y de hecho, tampoco ningún muggle) era capaz de conocer o controlar su subconsciente. Por lo tanto, las manifestaciones serían brutales y rápidas: tendría que reaccionar al verlas venir ¿qué forma adoptarían? Sajag lo veía pero era también parte de las inclinaciones de Licaón.

 

Sonrió por lo bajo, sin decir nada al respecto con Despard ni tampoco, todavía, manifestando su voz para con Licaón. Cuando lo hiciera, éste lo oiría directo en su cabeza, no porque estuviera invadiendo su mente, ya que no tenía ganas de intentarlo y tampoco le sería útil en ese momento, si no porque era el mecanismo del cubo, para que él pudiera oírlo, así como las palabras verbalizadas de Licaón le llegaban directamente también, aún cuando éste no fuese consciente de ello (de momento).

 

Aspiró un poco más de humo, notando las manifestaciones de su ojo interior de forma rápida, en una tercera ventana abierta de su atención, además de la que vigilaba de cerca a sus ahora pupilos. Cerró los ojos un instante, antes de volver a su presente y dejar caer otro poco de ceniza sobre el cuenco, fijando su atención en Despard una vez más.

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El egipcio se encontraba concentrado estudiando, sin notar que lentamente la puerta se comienza abrir, aquel temor mostrado en la prueba de unas de esas habilidades que se había vinculado se manifiesta de una forma diferente. Éste solo tenía miedo a una sola persona, solo un recuerdo era capaz de congelarlo, y no era ver morir a un ser querido, ya que un profundo dolor siempre le atormento toda su vida, incluso sus ocupaciones sólo era una escusa para dejar de pensar en ese asunto.

 

-Jaguar. - pronuncia Luzbel. Y el mago gira bruscamente su mirada a él, y lágrimas comienza a brotar al verle. - ¿Qué haces aquí? - Indiga el primer amor de Azrael. Y se acerca al mismo.

 

El Archimago de la Muerte, no observa cómo la cabaña comienza cambiar, levemente, la niebla ingresa por la puerta, su voz se quebranta, éste solo contempla a su ser amado. Y nada más pareciera existir, incluso Sia había sido desvanecido, los grimorios, y Luzbel sólo le toma la mano, haciendo que salga, al estar afuera, ambos camina sin decir nada, algunas visiones lejanas de cada Archimago de la Muerte de la historia se manifiesta, estos sólo murmuran, pero sus voces se pierden como eco, ambos caminan y se adentran, llegando a lago, allí se sienta, Azrael se sienta y Luzbel se acuesta, pero reposa su cabeza en sus piernas. Éste no le importa si se quedara mil años en ese lugar, incluso todo lo referente a lo que hacía se había perdido.

 

-Jaguar ¿por qué no cumpliste la tradición? Y viniste a mi lado, cuando era el momento. - En eso su voz se escucha como siseo, a lo cual Azrael responde. - Recuerda amado mío, tu me juraste proteger a tus hermanos, no tener nada más que me importe que seguir tu legado, soy y seré siempre vuestro. Aún, recuerdo tus besos, lo cálido de tu piel, y esos secretos que se puede conocer solo entre las sábanas. - En ello Luzbel, le mira y le comienza a juzgar y recriminar.

 

El mago se pierde en su voz, aquellos tormentos era un mar de culpa que había sentido por años, él vivía mientras que moría, se enamoraba sólo para evocar esa relación, ahora en la más profunda soledad, en ese vacío sus temores salen a flote, haber traicionado de alguna forma a su ser amado. Éste temor era su mayor carga, y allí se encontraba, pero lo soporta pues ver nuevamente esa mirada le era grato, éste prefería vivir ese infierno, que estar un cielo sin él.

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«Sajag, se llama Sajag»

Jamás en la vida se hubiera imaginado acudir a aquel Arcano por voluntad propia, pero la vida da tantas vueltas que las verdades absolutas pasan a ser algo cuestionable con el paso del tiempo.

Todo comenzó en una época que intentaba ocultar que hubiera sucedido alguna vez. Muchos preguntaban dónde había estado Gatiux Malfoy metida aquellos dos últimos años. Ella había contado una sencilla mentira acerca del estudio del pingüino emperador, sobre una hipotética estadía en la Antártida que nunca ocurrió. Solo una persona sabía que ese no fue su paradero real, pero incluso para esa persona había suavizado los detalles de la historia y omitido otros tantos.

Fue culpa de la mujer cuervo. Solo recordarla hacía que la mirada de la banshee se ensombreciera. Su captora. Meses después del incidente, en una angosta y lúgubre celda, Gatiux había empezado a tener unos sueños rarísimos sobre lo que creía era su vida anterior.
Soñaba muy a menudo con el hombre de ojos azules y cabello cobrizo, y daba gracias por esas noches al despertar, ya que había podido ver su rostro una noche más. Contenta porque su inconsciente le brindara todo lujo de detalles, como esas pequeñas arrugas que a él se le formaban al borde de los ojos cuando sonreía, o la forma en que inclinaba los hombros cuando leía una carta sobre el escritorio.

También soñaba con otros familiares, sus propios hijos o sobrinos, aunque con mucho menos frecuencia. Pero lo extraño de los sueños no era la sensación que le transmitían, es que sentía que todo iba mucho más allá cuando despertaba. Flotaba algo en el ambiente, y sobre su cabeza, algo que en esa época no supo poner en palabras.

Meses más tarde empezó a dudar de que se trataran de simples sueños. Sobre todo porque recordaba todas y cada una de las palabras que le decían, y las escenas no se escurrían como arena entre los dedos al despertar, algo que había ocurrido durante toda su vida.

A medida que los sueños se hicieron habituales, éstos comenzaron a cambiar de dirección.
Ahora soñaba con gente que visitaban la tarde antes. Veía como acababan degollados en un oscuro callejón. Eran imágenes cruentas y muy vívidas en las que podía sentir cómo las gotas de sangre caliente caían sobre su mejilla. Estas escenas se presentaban justo la noche antes de que la enviaran a ella misma a encargarse de un problema, en el que le decían que eliminase a un sujeto sin llamar demasiado la atención.

Empezó a entender el patrón a la tercera coincidencia. La mañana siguiente a uno de esos sueños tan reales. Fue en la parte trasera de una nave industrial cuando se dio cuenta de que la escena se había cumplido al milímetro, que todo había sucedido igual que cuando las veía en le mundo onírico. Luego se repitieron otras tantas veces más, pero nunca tenía control de cuando aparecían o cómo moverse en el sueño. Ni siquiera cuando intentaba cambiar lo que estaba sucediendo, al final todo desembocaba en el mismo desenlace.

Los sueños desaparecieron una vez que la mujer cuervo se cansó de ella, devolviéndola a su pequeño mundo. Gatiux se creyó a salvo entonces, escudada en la mentira de que si no se habla de algo, puedes fingir que no ha sucedido. A salvo durante unos pocos días, convenciéndose que los sueños no eran más que añoranzas o escenas que planeaba el subconsciente con las pocas personas que le permitían conocer, que era ella misma la que manipulaba las escenas posteriores para que coincidieran con los sueños.

Cuando se creía a salvo aparecieron otros síntomas, y esta vez estando consciente. Empezó a ver escenas cuando tocaba a la gente. Cómo sus familiares se llevarían bien con aquel desconocido que había llegado de forma abrupta, o cómo le preparaban su desayuno favorito pero no quedaba sirope de caramelo. Continuó con presentimientos fuertes sobre las decisiones que estaba tomando mientras llevaba a cabo las primeras incursiones en el mundo mágico.

Por supuesto que todo aquello le asustaba. No sabía como controlar qué ver y cuando hacerlo. Era una sensación que llegaba de forma inesperada, como un rayo, que la paralizaba en mitad de la calle mirando a la nada. A expensas de un accidente. Cualquier día vería el futuro de un desconocido al mismo tiempo que se la llevaba por delante un tren, muriendo de una forma absurda por alguien que no le importaba por no controlar un poder que no conocía.

No sabía a quien más acudir. Sajag era su única esperanza.

La solución más lógica hubiera sido contarle todo aquello a su prometido. Él tenía el don de la Videncia desde su nacimiento, pero no quería que sentirse como una cobaya con la que experimentar, quería mantener todo aquello en secreto, y esperaba que el Arcano quisiera guardarlo. Al mismo tiempo esperaba que Sajag quisiera mostrarle el camino para controlar aquella fuerza tan extraña.

El titiritero que manejaba los hilos por ahí arriba debía estar muerto de la risa por aquel giro de las acontecimientos.

Recordaba perfectamente todas y cada una de las ocasiones en las que se había burlado de Orión porque no creía en sus «absurdas predicciones». Cómo siguió mostrándose escéptica una vez se convenció de que eran reales. Y cómo le había suplicado que no le revelara nada de su futuro inmediato. ¡Y ahora era ella la que estaba viendo cosas! Se moriría de la vergüenza si Orión lo supiera.

Carraspeó. Estaba muy nerviosa, preguntándose si aquello era una buena idea o debía marcharse del lugar ahora que nadie la había visto. Llamó a la puerta. Gatiux cerró sus ojos amarillos, intentando ser dueña de su respiración para tranquilizar el ritmo frenético de sus latidos. Estaba fuera de la cabaña.

- ¿Arcano Sajag?

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Sajag observa dentro del cubo sin apuro. El pupilo allí dentro no parece alterado. De hecho, parece mantener su sosiego. Es como si todo estuviera saliendo bien.

 

Despard parece sumido en sus pensamientos. Sajag se avoca a su pipa con expresión distraída, en apariencia. No está pensando en ambos: más bien, toma su varita una vez más y coloca un platillo y una taza adicional en la mesa. Se demora en encontrar otro tipo de hojas deshidratadas en ella, de un cajón distinto al de Despard y Licaón. Luego, alza la vista y agita la varita una vez más, para que el cerrojo ceda ante el llamado que acaba de efectuar una mujer de aspecto impecable.

 

Sajag la invita a pasar con un gesto cuando ella ya ha podido apreciar el interior. Al mismo tiempo, chasquea los dedos, como si fuese un gesto adicional innecesario; en realidad, no es para Gatiux o Despard, si no para el tranquilo ocupante del cubo. Sus miedos, que parecen no haberlo atacado, en realidad lo consumen: se demora en la realidad falsa del cubo, lo que significa que se está perdiendo dentro de sí mismo. No es que deba salir enseguida, si no que el curso del camino que está formándose dentro de él, en ese momento, es peligroso. Tiene que apartarse de él. El chasquido de sus dedos, el sonido que es capaz de alcanzarlo dentro del cubo, es un recordatorio para Licaón. La primera señal que el arcano le ha dado de su presencia, de que está observándolo.

 

Mientras tanto, Sajag procede a indicarle a Gatiux el lugar que puede ocupar en la mesa frente a su taza. Señala el cojín color verde y espera. A diferencia de Despard y Licaón, no saluda esta vez. Sigue perdido en su pipa. De acuerdo a lo que aprecia... es mejor dejar que ella se explaye primero. O tomar un poco de infusión. Tantas cosas parecen enredarse dentro de los hilos que conducen su proceder.

 

Cala hondo en su pipa, deja que la ceniza caiga sobre el cuenco, coloca más hierba y vuelve sus ojos velados hacia la bruja.

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El mago quizas con lo poco que sabía de oculamancia pudo sentir la presencia del arcano. En eso y en esa forma extraña la mente del egipcio formulo una predicción, ajeno él siempre de ello, por lo que su voz se escucho como si se tratase en armonía la de una mujer y hombre a la vez. -El amor tocará a la puerta de quien ha lamentado mucho la perdida de un amor perdido, esa nueva relación le hará cambiar la visión del mundo, pues por amor es capaz matar, odiar y cegarse a esa realidad efimera.- Este volvío a silenciarse, y allí se encontraba nuevamente escuchando a Luzbel. Aquel gran temor del mago, no era como otros, su mayor temor tenía que ver con la culpa de sus acciones, las cuales su primer amor que se encontraba muerto se lo recrimina a diestra y siniestra.

 

Y mirando, a Luzbel él prefería no confrontar su temor en cierta manera el gozo de estar a su lado, vivir un infierno de sufirmientos le era más agradable, cada vez que le crimina no dice nada, pero un momento al bajar la mirada el egipcio, Luzbel se levanta y comienza alejarse, a lo que el Archimago de la Muerte le intenta seguir, pero no se puede mover, y tampoco hablar, algo pasaba, ese ataque de su mayor temor lo dejaba inmóvil, quizás esa realidad lo estaba dejando guiar más por sus impulsos, lo mismo le ocurrió en la prueba con cierto arcano, pero algo era diferente, la mirada del mago brillo ¿A que se debía? Y fue que en medio de todo, algún rastro de un nuevo amor, resono en la mente del mago, la voz de alguien, le hace reaccionar. Y recupera su movilidad y voz.

 

- No eres Luzbel- Afirma el mago. -Si lo fueras recordarías el pacto de amor, aquel que me ata al país, pero el mismo desea que sea feli, Vos me diste permiso de amar de nuevo, sentir nuevamente esa protección de alguien que me ama, pero no puedo olvidarte, evocar tantas memorias, pero aún así hoy amo alguien más, no es egipcio como marca la tradición, pero creo que mi amor es correspondido por esa persona.-

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Por un segundo los nudillos de Gatiux se quedaron golpeando nada en el aire mientras la puerta cedía para abrirse ante ella. Cogió aire para llenarse de valor. De algún modo supo que no había vuelta atrás cuando los ojos del Arcano incidieron en los suyos. Si esto fuera una película ahora habría un plano cerrado de las piernas de Gatiux dando paso hacia dentro de la cabaña.

Ella observó con educada curiosidad aquello que le rodeaba, tras hacer una leve inclinación con la cabeza a modo de saludo. Se quito el abrigo rosa palo mientras caminaba y lo dobló sobre su propio brazo, mostrando un vestido gris con filigranas violetas. Avanzó por la cabaña hasta llegar junto a los que se encontraban en ella.

- Arcano Sajag, ya nos habían presentado con anterioridad pero es un placer volver a verlo, soy Gatiux Malfoy.

Fue una vez, casi en otra vida, que se encontró con Sajag frente a frente. El Ministerio de Magia le había pedido ayuda al Arcano de Videncia para resolver un problema con una profecía que se llevaron. El trabajo de Gatiux le llevó a aquel punto para arreglar el desastre antes de que contaminaran las posibles pruebas que dejasen los que se llevaron la profecía.

Sajag todavía no había dicho palabra alguna, se limitó a gesticular para invitarla a pasar o para ofrecerle tomar asiento en la mesa, donde le esperaba una taza sobre un pequeño plato. Dejó el abrigo doblado tras de ella mientras tomaba asiento sobre un cojín verde, acomodando la falda de su vestido.

Saludó de forma silente a la otra persona allí presente.

El Arcano esperaba fumando de una pipa. Gatiux dudaba si empezar a hablar así sin más. No quería romper el ambiente relajado que se respiraba. Seguramente antes de su interrupción habría estado diciendo algo interesante que dejó pensativa a la otra persona que se reunía con él.

La banshee se mordió el labio inferior al constatar que nadie iba a romper aquel silencio. O tal vez fuera otra invitación muda por parte del Arcano. Los ojos amarillos de la Malfoy descendieron hasta la taza, fijándose luego en algún punto fijo de la mesa.

- Verá... lo que me ha traído hasta aquí... -el pulso se aceleraba un poco al recordar- Hace algún tiempo empecé a tener sueños extraños, diferentes a los normales, éstos eran... 'malos' y se acababan cumpliendo. Al principio achaqué la culpa a la situación de estrés por la que estaba pasando. No lo relacioné con algún tipo de vaticinio. Que algo hubiera despertado en mi.

Gatiux miró al otro desconocido. Luego desvió la vista hacia el Arcano. Sentía mucha desconfianza, no le hacía mucha gracia compartir algo tan profundo e íntimo con más de un extraño. O que alguien que no fuera el Arcano le pudiera juzgar por sus pensamientos o acciones.

- Ahora también veo algunas escenas cuando toco a la gente. Todo de forma incontrolable, claro. Es como un fogonazo, pero no elijo que ver. Y no siempre sucede. -continuó diciendo Gatiux- La verdad es que todo esto comienza a intranquilizarme lo que sea que me esté pasando. Tener un poder desconocido y sin control alguno podría matar a un mago. O volverle completamente loco.

Intranquilidad. Qué bonita palabra para suavizar la realidad. Estaba muerta de miedo.

Las manos de la banshee rodeaban la taza. Inconscientemente estaba golpeando rítmicamente la porcelana con una de sus uñas. Se detuvo. Bajó la mirada unos cuantos segundos mientras tragaba saliva y apretaba los labios, luego volvió a mirar a Sajag.

- He venido porque quiero que me enseñe a controlar este poder desconocido. -sonrió algo nerviosa- También esperaba que todo esto pudiera quedar en secreto.

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"Despierta, Licaón"

 

Sajag se obligó a intervenir directamente ante el arranque del joven. No era que Azrael hubiese perdido el control pero estaba cerca de hacerlo. Sus emociones desbordadas habían embargado el interior del mecanismo y eso podía conducirlo a la locura. Aún con todo el autocontrol que fuera que tuviese, Azrael había conducido al cubo a un punto fútil, en donde no era capaz de ver aquello que Sajag había creído que encontraría.

 

—Tus demonios son materiales —expresó el arcano. Su voz se oía dentro del cubo, si bien no estaba articulando palabra en el exterior, plantado frente a Yaxley y al lado de Despard—. Reacciona.

 

A Sajag no le había pasado desapercibido que Licaón había extraído un pequeño gramo de entereza de todo eso, un trozo de verdad "El amor tocará a la puerta de quien ha lamentado mucho la pérdida de un amor perdido, esa nueva relación le hará cambiar la visión del mundo, pues por amor es capaz matar, odiar y cegarse a esa realidad efímera". Más que una profecía, se trataba de una revelación del propio Licaón sobre sí mismo: un temor que había temido encarar y poner en palabras y que ahora se revelaba desnudo ante él.

 

¿Cómo lidiaría él con ello? ¿Esa historia que lo mantenía anclado a un pasado que le impedía ver adecuadamente los hilos entretejidos de su futuro?

 

"De acuerdo".

 

Sajag suelta esas dos únicas palabras ante las declaraciones de Yaxley para despejar su mente del cubo pero también para fijar su atención en su nueva pupila. Su abultado estómago se bambolea cuando se pone de pie y sus ojos abandonan la figura de la mujer. Todavía no ha encendido la hierba de la pipa otra vez, así que se guarda el artefacto en una de sus mangas antes de proseguir.

 

—Despard, señora, conmigo.

 

El arcano tomó su vara de cristal y la agitó frente a un objeto que no habían detectado hasta entonces: una tableta de chocolate. El objeto brilló enseguida con un tono azulado. Antes de continuar, Sajag se aseguró de guardarse el cubo en las profundidades de su bolsillo. Luego, dijo:

 

—A la cuenta de tres. Uno... dos...

 

¡Tres!

 

Sajag tomó uno de los extremos de la tableta y el mundo empezó a girar. Cuando el traslador los dejó por fin en su destino, se encontraban en una zona llena de espejos de agua. Era como un conjunto de lagunas a campo abierto, coronada por un cielo nuboso que se reflejaba en el agua circundante generando un gracioso efecto óptico.

 

—Tengan cuidado, el terreno es algo pantanoso —advirtió.

 

El arcano no tardó en llevarlos a un círculo de tierra seca, en donde había algunas rocas, además de musgos y plantas de poca altura. Les ofreció asiento una vez más transfigurando algunas para que se volvieran planas, asemejando a asientos naturales.

 

—De acuerdo a lo que ambos me han descrito —prosiguió, si bien Despard no había abierto la boca desde que le hiciera esa pregunta poco antes—, su problema, más que un despertar de los poderes o el conocimiento de los mismos, tiene que ver con el control —Sajag fijó la vista por un intante en el predicador—. Ya sea que duden de poseerlo o que teman que éste flaquee en un momento crucial, necesitan entrenarlo —aclaró— y lo harán aquí.

 

Sajag señaló la laguna más cercana.

 

—Su profundidad aproximada es de cuarenta y dos metros —explicó Sajag con gesto amigable, mientras volvía a extraer la pipa y encendía el extremo de ella con su varita, que había retornado a su tamaño habitual, no con su estructura de cristal si no de acebo—. Quiero que naden hasta el centro y se hundan en el agua. No tienen permitido usar cascoburbujas o magia para respirar debajo —aclaró—. Aguanten tanto como puedan. Si así lo prefieren, dejen sus varitas o algunas prendas aquí. Tienen prohibido morir.

 

>>Comiencen —dijo entonces y solo para asegurarse de que procedían con la orden acotó—. Ahora, y recuerden: si me parece que eran capaces de aguantar más tiempo, los enviaré de vuelta, así que asegúrense de alcanzar su verdadero límite<<.

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La realidad alrededor del egipcio comenzó a cambiar, varios pétalos comenzaron a envolverle, las palabras de Luzbel seguían en su mente. Y cerro sus parpados, en ello comenzaba a rodearle de algunas voces que no podía evocar, simplemente todo era confuso en su mente, allí lentamente su habilidad de videncia mesclo en el cubo imágenes de pasado y futuro, no solo mostraba sus temores, sino que de alguna forma su don oculto, incluso para el mismo mago ahora se encontraba proyectando en ese sitio.


Al momento que se escucha la palabra clara y potente del arcano, allí el mago con la mirada fija sin parpadear, era rodeado por dos serpientes espectrales, una oscura y otra blanca, las cuales le comenzaba a rodear, producto de la misma nigromancia, pero lentamente el mago comenzaba hablar.


-El pasado traerá un nuevo amor.- Y allí un nuevo mago comienza aparecerse frente al mismo, el cual vestía un atuendo de quidditch. – un evento dentro de un juego definirá al mundo sobre ese amor.- Y pronto, todo se vuelve negro y blanco. –Pero un viejo amor. – Allí a la espalda del mago, y murmurando al oído se encontraba Luzbel. –será el ancla de sus decisiones.- Y todo el entorno pareciera consumirse por una niebla potente, la cual parecía emanar por todo el entorno, quizás nublando con ello la visión del arcano, dejando solo que pudiera escuchar la voz del mago. El cual había hecho una larga pausa.


-Sin embargo, el futuro del mismo esta envuelto de una tristeza cuando revele sus verdaderas intenciones, sus seres queridos quienes lloraron su muerte, podrán estar cegados por el rencor, el amor de su vida, le abrigará el camino a nuevos pasos, a nuevos senderos, inclusos a nuevos enemigos, producto a su lujuria.- En eso el mago deja de hablar, y cae en un profundo sueño, lentamente su fuerzas comienzan a menguar, al parecer ese entorno lo había agotado, pero al despetar se encontraba nuevamente en la cabaña. Sin embargo, ahora esta se encontraba una foto de un mago ¿Quién era ese ser? ¿Qué significaba que allí podía encontrarse un Macnair? ¿Acaso era un Dumbledore? Sin embargo en oasiones, pareciera ser un Weasley o un Gryffindor ¿Qué significaba esa foto de aquel mago?

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Gatiux se sentía como un bicho extraño. Como si de repente le hubieran surgido dos cabezas y nadie más se hubiera dado cuenta o estuvieran ignorando la terrorífica novedad. Tenía ganas de gritar y de zarandear a la gente. Lo habían aceptado todo con asombrosa normalidad. Nadie le había dicho sobre lo raro que resultaba que alguien como ella tuviera un poder así y eso le resultaba anticlimático. Se había imaginado pataleando, negando la evidencia más obvia y en lugar de eso se había entrado con aceptación y con alguien que parecía querer ayudarla.

Es el problema de los seres humanos. Se creen únicos y especiales, cual copo de nieve. Sin caer en la cuenta que el problema que les acusa ya lo han vivido otras personas mucho antes. Incluso en aquel instante, muchas personas podrían estar pasando por lo mismo. Alguien como el Arcano de Videncia habría visto infinidad de futuros de distintas personas, todas pasando por etapas parecidas antes de acudir a él.

Sajag parecía estar concentrado con un adorno que tenía cerca de él. Gatiux se preguntó qué sería lo fascinante de aquel objeto cúbico que miraba el Arcano con tanta atención en ese momento. Preguntar por algo así a alguien con el que no se tenía tanta confianza sería de mala educación, por lo que el gato se quedó con la curiosidad. Esperemos que no la mate.

Antes de que alguien pusiera agua caliente en las hierbas de su taza, el Arcano decidió levantarse para que le siguieran a algún lugar. Gatiux asintió pero suspiró mentalmente. Un té caliente habría asentado los nervios que tenía en la boca del estómago desde que había puesto un pie en los terrenos cercanos a la cabaña.

Se largaron con el Arcano agarrando lo que parecía un traslador. Gatiux, y la otra persona a la que se habían referido como "Despard". La banshee se preguntó mentalmente si eso sería nombre o apellido.

Al aparecerse en el otro lado, volvió a constatar que no iba vestida para la ocasión. Se preguntó si habría algún tipo de complot secreto en el que todos estaban compinchados para que Gatiux no pudiera llevar vestidos bonitos y tacones. Tuvo que poner mucho cuidado mientras les seguía el paso a los otros dos. Pero se puso muy recta cuando se pararon, como si fuera lo más normal del mundo mantener el equilibrio sobre terreno irregular subida sobre un imposible.

Sajag volvía a fumar de su pipa mientras les comunicaba lo que quería que hicieran. La Malfoy de ojos amarillos permaneció atenta por si empezaba a hablar con adivinanzas, como les solía gustar a la gente con un don tan extraño, pero fueron instrucciones sencillas. No entendió la relación entre casi ahogarse con lo que les estaba pidiendo el hombre, pero tampoco cuestionó el método de enseñanza. Quizás de alguna forma loca tuviera relación. Y eso Gatiux lo descubriría más tarde.

- Aguanten tanto como puedan. -les decía el Arcano- Si así lo prefieren, dejen sus varitas o algunas prendas aquí. Tienen prohibido morir.

- No, creo que prefiero llevar la varita conmigo.

La última vez que se había separado de su varita las cosas habían acabado en una catástrofe de proporciones épicas. Desde que había vuelto dormía incluso con la varita debajo de la almohada, o en un lugar cercano que estuviera al alcance de un simple movimiento. Una serie de pensamientos obsesivos la carcomían desde su regreso. Por ese motivo hizo aparecer unas correas con las que ató fuertemente la varita al muslo.

Por supuesto cambió el resto del atuendo, había pasado mágicamente de llevar un vestido de corte princesa hasta la rodilla a un traje oscuro de neopreno. A golpe de varita también se peinó el cabello con una coleta alta bien anudada. No tenía muy claro de qué le serviría todo aquello, pero nunca le decía que no a un reto, y aquello se le parecía bastante. Dejó los zapatos de tacón allí, en una piedra junto al Arcano.

Gatiux había escuchado con atención a Sajag y luego se había marchado en dirección a la orilla del lago. Estiró un poco las extremidades antes de entrar en el agua y comenzar a nadar. Tal y como le dijo el Arcano, nadó hasta el centro del lago, con tranquilidad y atenta a su alrededor. Quizás en algún momento algo podría tirar de su pierna y hundirle hacia las profundidades. La banshee de cabellos violetas miró hacia abajo con cierta preocupación.

- ¿Cual será el propósito de todo esto?

Buceó hacia abajo, buscando alejarse de la superficie.

Se quedó suspendida, con agua rodeándola por todas partes. Cerró los ojos para dejarse sentir, abandonarse al momento en el que vacías la mente y no existe nada más alrededor. Ella ya había practicado meditación durante cientos de mañana, justo en el rato antes de que despunte la luz del sol. Cuando sólo estaba ella, el ruido de los pájaros y su respiración. Solo que en esta ocasión no podía respirar, y tampoco se escuchaba ningún sonido, sólo estaba el eco mental con el que podía dibujar algunos colores.

Lo que Gatiux no sabía es que a partir de cierta profundidad, y tras unos minutos en apnea, puede producir un efecto de narcosis. Por lo que es posible que la persona sumergida comience a sufrir alucinaciones, o en el caso de alguien con sangre mágica, se estimule el cerebro de una forma diferente, y que las alucinaciones sean algo más que eso.

Tenía que aguantar el máximo tiempo posible bajo el agua, por lo que sería bueno que su mente se distrajera, que no pensara en que no podía respirar porque acabaría por ser un pensamiento agobiante y le llevaría hacia la superficie antes de tiempo.

Su mente comenzó a dibujar escenas, con los colores tierra que levanta una gran montaña de polvo. Los colores predominantes eran el marrón y el amarillo, con multitud de variantes entre ese rango. Había arena y polvo en suspensión por todas partes. De repente el terreno se hundía, y metros más abajo trabajaban unas máquinas que sacaban tierra. Una excavación. Alguien le decía algo pero sonaba mullido, amortiguado, no podía entender lo que le estaban diciendo y que a todas luces una pregunta por la entonación final. Preguntó de vuelta, pero seguía sin entenderle.

Los colores se deshicieron como hilos de humo desapareciendo en la inmensidad.

Sólo quedó un hilo rojo, que al seguirlo formó una bola de lana que se iba deshaciendo con cada paso que Gatiux daba por seguirlo. Tras rastrearlo por un fondo oscuro infinito chocó contra un pie y se detuvo. Gatiux alzó la vista, para ver a quien pertenecían aquellos zapatos de tacón, y la falda larga, tras la blusa. Arriba del todo encontró con unos ojos inquisitivos, oscuros como el alma a la que pertenecían, y una larga cabellera azabache. La mujer sonrió con malicia al ver nuevamente a Gatiux, por supuesto ya se conocían.

Gatiux abrió los ojos con horror, y de repente se encontró con que estaba rodeada de agua. Liberó unas cuantas burbujas por la boca. De forma súbita recordó donde estaba y pensó si debía ascender hacia arriba. No. No. Aún podía aguantar un poco más. Se concentraría en una sencilla serie numérica para así olvidarse de que no estaba respirando, de la necesidad que tenían sus pulmones de oxígeno constante. Uno, dos, tres...


Trastrabilló después de muchos números, olvidándose de por donde iba. De quien era ella. Abandonada a su suerte bajo el agua, se estaba quedando sin aire, estaba perdiendo la conciencia sin darse cuenta. Sería una muerte dulce porque no se enteraría de que se estaba muriendo.

Un remolino de imágenes de colores poco claras. Sólo voces.

- Gatiux, Saiph se ha caído y tiene sangre en la boca...

¿Quién es Saiph? Pero si Saiph soy yo.»)

Era cierto. Cuando no era ella, era la otra. Saiph era su nombre en clave cuando no era Gatiux. Un nombre bonito de una estrella. ¿Por qué se juntaban esos dos nombres en la misma frase? Saiph le pertenecía únicamente a ella. Todavía.

Quizás fue la indignación por que se apropiaran lo que le pertenecían lo que la espabiló lo suficiente como para darse cuenta de que se había quedado sin aire, que había rozado el límite por muy poco. Pataleó hacia arriba expulsando unas burbujas enormes por la nariz y la boca. Su garganta ardía, igual que los pulmones, y estaba aturdida.

Llegó a la superficie y tomó aire con fuerza, escupiendo agua mientras miraba al cielo. ¿Qué era lo que había ocurrido? Era como si a todo le faltara una pieza. No conseguía obtener el cuadro al completo.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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  • 2 semanas más tarde...

Sajag suspira. El cubo había servido un propósito esperado y a la vez, inesperado.

 

Aún cuando el arcano es capaz de ver el entretejido del futuro, Sajag es humano. Se permitía tener esperanzas, allí donde todo parecía indicar lo contrario. A pesar de todo, creía más en sus propias visiones que en una conversación. Por eso también ordenaba a sus pupilos para que pudieran encontrar las respuestas por sí mismos; por eso, había utilizado el cubo con Licaón. Lastimosamente, no había servido. Tenía que recurrir ahora a las palabras, si eso era lo que se requería.

 

—Azrael —el hombre se encuentra ahora fuera del cubo, pues, de otro modo, habría enredado el mecanismo. Yace frente a él, tendido en el espacio cenagoso junto al que Sajag descansa, sentado sobre una piedra, esperando el retorno de sus otros pupilos—. Escucha: lo que oíste, aquello que se ha manifestado ante ti, no son visiones. Esta todo en tu cabeza, pero no tienes forma todavía de diferenciar una idea, una corazonada y el temor, de tus visiones.

 

El arcano extrajo la pipa de su manga y se concentró en encenderla, mientras continuaba dirigiéndose al mago.

 

—No estoy diciendo que el potencial, tu capacidad de tener visiones en un futuro, no se encuentre allí —aclaró, aunque no solía hacerlo. Lo hizo, porque parecía ser importante para Licaón entender eso—. Lo que te estoy diciendo es que tienes que entrenar tu mente para distinguirlo y mi primer ejercicio no parece haberte ayudado. De hecho, tu rechazo hacia mis enseñanzas, parecen bloquear tu capacidad de aceptar mi guía, que, en otras circunstancias, te permitiría aprender a distinguir todos esos sentimientos enseguida. Así, serías libre de desenredarlos de tus visiones y entenderías el verdadero sentido de cada cosa que evocas.

 

Sajag alzó la vista y sus ojos se posaron en el mago por un breve instante. Su mirada delataba su indiferencia. Sabía que existía una forma de hacer que Licaón interiorizase lo que acababa de revelarse, que él había esperado que él entendiera por su cuenta. Sin embargo ¿estaba listo Licaón para ello? ¿O tendría que pedirle que volviese luego de un tiempo, luego de procesar e interiorizar eso por su cuenta, luego de unos meses quizá?

 

—Si no te desprendes de aquello que te ata, solo por el instante en que necesitas aprender sobre las madejas del futuro, entonces, no podrás aprovechar tu poder —replicó Sajag por fin y, supo, que sus palabras contenían no solo verdad si no también una terrible admonición ¿desoiría Azrael su advertencia final?

 

Mientras sus agrias palabras llenaban el aire, y el le daba una calada a la pipa, en el agua se desarrollaba algo totalmente distinto.

 

Gatiux había alcanzado a liberar su mente de su plano terrenal. Su viaje, empezaba en un punto de colores y formas desdibujadas: su mente empezaba a alcanzar ese punto ciego, que normalmente estaba velado para aquellos que no reconocían todavía la capacidad de su ojo interior. El efecto narcótico permitió que la barrera creada por los temores y la natural reticencia humana hacia lo desconocido, se rompiera.

 

Gatiux empezaba a trascender en su propio plano, en su propio tiempo, desdibujando pasado, presente y futuro. Sajag sonrió satisfecho.

 

La bruja emergió del agua y Sajag esperó con paciencia. Ahora que Gatiux había roto esa barrera natural, su magia no fluiría hacia un solo lado, si no que sería capaz de ir y venir por su cuerpo con libertad. Eso, significaba que la propia significancia del tiempo había cobrado otro significado para Gatiux, sin importar si ella había alcanzado a notarlo o no. Su mente humana no era capaz de abarcar todavía toda la información que empezaría a fluir en ella, pues con la nueva significación del tiempo, llegaría también la reconsideración del espacio. No solo sería capaz de ver más allá de sí misma, si no que la visión podría provenir de lugares cercanos y remotos. Al fin y al cabo, ahora que Gatiux se había trascendido a sí misma, se había conectado con las madejas de las determinaciones ajenas. Ya no era más solo Gatiux, si no parte del conglomerado del mundo que era capaz de confluir en una energía universal que, por tanto, podía observar el devenir de todas las formas.

 

Era la primera vez que le tocaba entrenar a una pupila tan despierta. Había captado el significado, ya fuera por lógica o instinto, enseguida.

 

Así que Sajag no se preocupa por ella. En lugar de eso, abre el empaque de chocolate y, con su vara de cristal, empieza a preparar un gran fuego, esperando que Azrael no se alarme ante lo que sucede ante él, ya que no tiene forma de saber que espera por otros ¿será que la bruja tendrá algo para decirle al volver?

 

@Gatiux @Azrael Licaón

Editado por Sajag
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