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Videncia


Sajag
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Rhiannon Kincade

Desde la distancia había advertido que frente a la residencia del arcano, parecía estarse llevando a cabo una actividad de jardinería. A decir verdad, no le había prestado mucha atención; simplemente asumió que los ayudantes del Arcano estaban atendiendo su jardín, mientras él estaba en el interior de su morada bebiendo té y orientado a sus pupilos. Pero a medida que el camino se acortaba y las siluetas adquirían facciones y rasgos más definidos, Rhiannon se vio obligada a recalcular. La descripción que tiene de Sajag comienza a encajar, desde la altura, pasando por la barriga pronunciada y llegando hasta su tradicional kurta. No puede evitar sentirse descolocada por la imagen del Arcano arrancando malas hierbas y teniendo las manos curtidas de tierra, pero sabe que tiene que mantener la compostura. Al escuchar su nombre en la boca del arcano, se las arregla para sonreír con cortesía y hacer una reverencia humilde aunque no exagerada, la medida perfecta.

Quizás por el hecho de que está acostumbrada a que las personas que se dirigen a ella la conozcan de antemano, no se sorprende por el hecho de que el instructor ya tenga su nombre en la boca. Esta cuestionamiento llega unos segundos después, aunque ¿no tiene sentido aquello? Después de todo, es el Arcano de la Videncia y es un reconocido clarividente a nivel mundial; reflexiona que el hecho de sorprenderse, podría incluso considerarse un insulto.

—Entonces debo disculparme por tomarlo desprevenido, Arcano —dice Rhiannon—. No es mi intención distraerlo de sus tareas domésticas.

Por supuesto, también había visto de antemano a la mujer que parecía estarlo ayudando con la jardinería, pero no tiene motivo para pensar que es algo más que una especie de ayudante. Luego de pasar la mirada por las hierbas arrancadas y los caracoles, posa la mirada sobre el arcano y relaja la sonrisa para responder a su cuestionamiento. Sabe que aquella pregunta es típica de profesores e instructores, aunque el hecho de que el arcano de verdad parezca intrigado la desconcierta. Esa reacción no le gusta y no puede evitar que el miedo trepe por su pecho, pero se obliga a mantener la calma y convencerse de que sólo es una pregunta de cortesía.

—Según las indagaciones que realicé, cuando las personas tienen inconvenientes con visiones o sueños que los inquietan, acuden a usted. Pero no se preocupe, no pretendo darle mucho trabajo. Sólo me gustaría pedirle algunos consejos para prevenir estos episodios. Por las molestias, espero que acepte este matcha —añade, extendiendo ambas manos y exponiendo la pequeña caja de madera—; no he oído más que cosas buenas acerca de este té.

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La pelirroja se había sentido intrigada desde que el Crouch le hiciera entrega del objeto que Ursula Southeil había hecho llegar hasta ella por medio de un desconocido. O más bien dos, había encontrado encantador conocer al demonio en esas circunstancias, pero lamentaba no haberle podido sonsacar quién había sido el custodio de la pequeña pieza que resguardaba entre terciopelos negros, en una caja de madera de cedro hechizada para mayor seguridad.

Lo otro que había intrigado a la Potter Black había sido la experiencia vivida junto al propio Hessenordwood, su primo Matt y Mónica Malfoy cuando habían cursado adivinación. El encontrarse con amigos y familia, pero sobre todo el encontrarse con el demonio habían sido una sorpresa para ella, aunque no tanto como lo acaecido con la esfera de cristal que él le había entregado.

Por otra parte no podía dejar de lado lo que Sagitas y Matt le habían dicho, el peligro que corría Ithilion, el nigromante y cómo habían visto todo aquello por medio de la videncia. El ojo interior, si con la adivinación éste comenzaba a “despertarse” a través de las bolas de cristal o las hojas del té, con la videncia sin duda saltaban a su máxima expresión. Claro que decían que “podía fallar”, lo que le recordaba un dicho de Tusam, pero bueno, debía intentarse.

Ahora, llena de misterios cuya relación no estaba segura que existiera pero con la intriga propia de quien siente demasiada curiosidad por todo en la vida. Darla estaba dispuesta a probar suerte con otras de las mancias a las que jamás hubiera aspirado estudiar. La verdad es que nunca había imaginado cursar ni adivinación, ni mucho menos legilimancia y ahora se sorprendía a sí misma habiéndose anotado en videncia.

La vampiresa lucía ese día al llegar a Mahoutokoro, un cómodo conjunto de pantalón de vestir y chaqueta, ambos de un azul oscuro que hacía resaltar la camisa blanca que llevaba puesta al igual que las zapatillas de dicho tono con un detalle de pipa de color al costado. En los bolsillos laterales del pantalón llevaba a la diestra su varita y en el siniestro el bolso de piel de moke con varios amuletos y brebajes. A sus espaldas cargaba su mochila de clases, con libretas, vuelapluma, un par de botellas de agua y uno o dos tentempiés, costumbre aprendida de cuando cursaba con Seba, de hecho hasta tenía dinero muggle y mágico de varios países en los bolsillos externos.

¿Cómo iba a presentarse? Se preguntaba la Potter Black tras su arribo al punto más alto de Minami Iwo Jima, la pagoda frente a ella era simplemente impresionante y brillante.  En verdad le hubiera encantado estudiar allí en el pasado, pero no había sido ese su destino, se preguntaba además si hubiera sido escogida por una varita de cerezo, pero sin dudas hoy en día no cambiaría a su Edelweiss por nada en el mundo, ellas dos se entendían demasiado bien.

Darla se detuvo, dudando, debía recorrer el camino que le llevaba hasta la vivienda que se suponía ocupaba el anciano arcano en la universidad. Aunque llamarle anciano como muchos hacían, ahora que lo pensaba, le parecía irrespetuoso, ya que el hindú, debía ser junto a la arcana de legilimancia, de los más jóvenes en la universidad. Se encogió de hombros y recorrió aquel camino que le llevaba hacia donde se suponía que estaba el mago, podía sentirse en el ambiente la esencia de otras personas, pero no le parecían del todo familiares, o sí, un par, lo otro que había era el aroma de la naturaleza, ese sí era casi siempre similar en uno u otro continente, salvo quizás por el aroma de infusiones que se entremezclaba extrañamente en el lugar.

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  • 2 semanas más tarde...

Con @ Ellie Moody @ Darla Potter Black @ Mica Gryffindor

Sajag recibió el saludo de Rhiannon con algo de extrañeza. Quizás debería estar acostumbrado a que la gente aún hiciera reverencias, pero lo cierto es que se le hacían algo anticuadas. Aún así, hizo un gesto amable con su mano, notando que la joven era muy educada y le sonrió con la paz que lo caracterizara.

-No interrumpe nada, señorita Kincade. Me encontraba haciendo una de las labores que más me ayudan a desplazar los malos pensamientos o encausarlos a algo positivo- lo dijo como si esperaba que ella calase lo que intentaba poner entre líneas, pero realmente no podía entender muy bien las motivaciones de la joven que se presentaba frente a él.

Normalmente Sajag era muy bueno descifrando las intenciones de sus pupilos sin usar siquiera su habilidad, sólo porque el haber tenido tanto contacto con la gente le había enseñado algunas cosas. Pero Rhiannon... ella, su actitud, era extraña y medida a la vez, como si cada paso que daba o palabra que decía estuviera estudiada con cuidado. El Arcano se preguntó si aquel razgo no tendría algo oculto que él tuviera que develar antes de proceder a impartirle sus conocimientos, si es que finalmente decidía que ella merecía aprenderlos.

La escuchó con atención, sopesando sus palabras, la postura de su cuerpo al hablar sobre sus asuntos o su deseo de aprender. Y, claro, ahí estaba el motivo por el cual él había sentido esa tristeza profunda al verla.

-Oh...- la expresión afable en su rostro desapareció y un dejo de comprensión la reemplazó, mientras estiraba las manos encantado con el regalo. Le dedicó una sonrisa invitante-. Muchas grandes señorita Kincade, pero no es un inconveniente entrenar a mis pupilos, jamás lo ha sido- hizo una breve pausa-. ¿Sabe usted algo de jardinería? Otra de mis nuevas pupilas, la señorita Gryffindor, me está ayudando mientras comenzamos con sus estudios... Quizás ayude al esclarecimiento de su mente ayudarnos con las begonias- la invitó, aunque viendo lo recatada que era, quizás ensuciarse las manos con tierra no era lo que ella esperaba del comienzo de su entrenamiento.

-Cuénteme un poco más sobre estas visiones que la inquietan y que quiere controlar, ¿de qué se tratan? Y, sobre todo, ¿por qué quiere bloquearlas y no comprenderlas?- el Arcano puso la cajita de madera sobre el alféizar de su ventana, que estaba a escasos dos metros de distancia, y luego regresó con Mica y Rhiannon.

Otra figura apareció entonces por el camino empedrado y el Arcano levantó una mano para llamar la atención de la bruja, vestida con un traje azul, que avanzaba con una mochila a cuesta y el rostro lleno de asombro, como si fuera la primera vez que veía Mahoutokoro. Aunque claro, para muchos siempre era así, porque aquel colegio en las nubes era hermoso.

-Señorita Potter Black- llamó a la bruja.

A ella sí la había estado esperando. La había visto tomar la decisión de aprender Videncia hacía unos días y se había encontrado a sí mismo ansioso por conocerla, porque sabía que aquella bruja era alguien conocido en la comunidad de magos de Londres.

 

 

 

 

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Rhiannon Kincade

Esta vez con más detenimiento, pasea la mirada por el jardín del arcano. Siente que un ligero calor asciende a su rostro cuando entiende la situación. Sajag no está allí con los ayudantes que le ayudan a mantener la fachada de su morada, sino que está en plena enseñanza. Por lo menos no arruinó la situación al no hacer ningún comentario desmedido; sólo debe interiorizar la situación. Tiene que hacerse a la idea no sólo de que el Arcano de Videncia es un mago un tanto particular para tratarse de alguien con un estatus social tan alto, sino que tiene estrategias de enseñanza un poco peculiares. Y tiene que hacerse a la idea de que terminará con las manos llenas de tierra, mientras arranca herbajos y sostiene caracoles. Sabe que no puede darse lugar a sentirse enojada, pues ella es quién buscó a Sajag y porque debe respetar lo que alguien que está por encima de ella dictamine, sin dejar lugar para cuestionamientos. Sin embargo, no puede evitar sentirse asqueada. Rhiannon es de la personas que odia ensuciarse. Ella se esfuerza por lucir de la forma en que verdaderamente es: delicada, elegante, agradable a la vista. La suciedad en su piel, la tierra en sus uñas, es algo que corrompería su imagen; es algo que la haría lucir monstruosa

«Olvídalo. Sólo enfócate en Sajag y aparta los pensamientos de lo que estás haciendo».

—La verdad es que sólo tengo nociones básicas de jardinería —dice, con tono de disculpa. Aquello no es una mentira. Parte de su educación en casa consistió en lecciones de jardinería y botánica en el invernadero de la casa familiar, con la limitación de que ella sólo estaba para observar lo que alguien más hacía y tomar apuntes—. Pero me encantaría ser de ayuda, especialmente si considera que es una actividad saludable.

Muy a su pesar, pero con una expresión tranquila en el rostro, toma un delantal blanco, unos guantes gruesos y un sombrero de paja para protegerse del sol, e implora internamente no encontrarse con ningún caracol ni lombriz mientras atiende a las begonias de Sajag. 

—Oh... —ahora sabiendo que la otra bruja presente es una aprendiz de Sajag, no puede evitar sentirse un poco cohibida hablando de su situación. Sin embargo, ya no hay más remedio que seguir adelante. Mientras sus manos se hunden en la tierra, se dice que ya pasó el punto de no retorno.

Los pensamientos que se ha esforzado en mantener apartados, parecen avivarse con la pregunta del Arcano. Durante toda su vida, Rhiannon soñó con el final que durante toda su vida escuchó que tendría. El monstruo que habita en su interior devoraría a la doncella, y entonces no quedaría nada de ella. Esos son los sueños normales. Pero hay otros, que comenzaron como pensamientos que la invadían a mitad del día y poco a poco se habían transformado en pesadillas que la hacían despertad a mitad de la noche, bañada en sudor y con un grito atravesado en la garganta. Soñaba con lo que había al otro lado de la oscuridad. Soñaba con vida. Soñaba con más sueños. Habían comenzado durante su adolescencia y quizá fueron ellos los que la incentivaron a huir de casa en busca de la cura. Las consideraba pesadillas porque sólo dolían, porque sabía que no había forma de que pudiese ser su futuro.

Hasta que comenzó a soñar con algo que parecía familiar. Con alguien que sabía que conocía, pero no quería averiguar quién era.

El problema, como ella lo ve, no es el contenido de los sueños. Es el hecho de que a esas alturas, está preparada para aceptar el final que la maldición promete... Y lo único que se interpone entre ella y la paz, son los sueños que parecen ir más allá del final. 

—La verdad es que no sé de qué tratan exactamente —dice por lo bajo, mientras esparce el abono en la maceta—. Sólo puedo decir que estoy segura de que no son más que distracciones. No soy una vidente, pero estoy segura de cuál es el destino que me depara, pues es el mismo que el de mi madre, y el de su madre antes de ella, y así sucesivamente... —se da cuenta de que las palabras han comenzado a salir de forma más rápida, sin darle oportunidad a cuidarlas y acomodarlas, así que se enfoca en calmar su respiración para tranquilizarse. Se quita los guantes y toma una tijera, decidida a cortar las hojas y flores mustias de las begonias— Además, tampoco quiero que pierda su tiempo. 

Se había ensimismado tanto, a pesar de estar hablando, que apenas es consciente de que al grupo se une otra bruja. 

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  • 2 semanas más tarde...

Escuchó atentamente las palabras de su mentor, lo acompañó hacia el sitio en que debía dejar los caracoles y lo observó espantando aquellos modos. Asintió tranquilamente, al tiempo que tomaba aquella cubeta con caracoles, empezó a repartirlos entre los pastos altos, con cuidado de no pisarlos mientras se movía en la labor. Pensaba mientras en las palabras del Arcano. Sabía que sus responsabilidades eran muchas, y le costaba abstraerse de ellas para enfocarse en “cosas más cercanas” como ella sugería. También que poco podía hacer con aquellos miembros de su familia con los que ya no contaba, y que los que sí estaban debían ser su foco.

¿Fortalecerse? Eso sonaba complicado. Había hecho cuanto era posible para mostrarse fuerte, pero ¿lo era realmente? Dudaba, dudaba mucho al respecto. Las preguntas de Sajag quedaron dando vueltas en su cabeza ¿Qué era lo que ella quería hacer de su vida? ¿Estaba lista para el puesto? Esperaba estarlo, pero ¿cómo tener la certeza?

La mención de su sueño fue más extraña aún. En su sueño estaba ya cursando aquella clase ¿acaso había sido una visión? ¿Acaso esa habilidad estaba allí y no estaba sabiendo utilizarla?

Quedó absorta en esos pensamientos, intentando lograr unirlos y formar en su mente las respuestas. Mientras pensaba, repartía los caracoles entre las hierbas, sin percatarse casi de la llegada de otras dos personas que se incorporaron a la clase. No supo cuánto tiempo pasó hasta cuando logró reaccionar, observando a los demás como sorprendida de que estuviesen allí. Ya sabía qué quería en su vida: formar su familia, su propia familia, ser feliz con ellos. Seguir dedicándose al quidditch y guiar a la Orden de la mejor manera que le fuese posible. 

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Con @ Ellie Moody (Rhiannon Kincade) @ Mica Gryffindor y @ Darla Potter Black

Sajag sonrió. Una sonrisa encubierta, poco notoria, porque algo le había dado un tirón en un rinconcito de su barriga diciéndole que él tenía razón y que Rhiannon no deseaba ensuciarse. Aún así, la jovencita parecía dispuesta a hacerlo si eso significaba ganarse las enseñanzas del Arcano.

-No sólo considero que sea una actividad saludable, señorita Kincade, también considero que es una actividad que libera la mente tanto como un buen té o un libro. Hacer jardinería mantiene ocupadas las manos y le da a nuestra cabeza la posibilidad de liberarse del estrés del día a día... Pero no necesita saber mucho al respecto, sólo vamos a limpiar mis begonias y seguiremos con la clase en un entorno menos... sucio- sonrió, mirando de reojo a Mica, que parecía no tener problemas con su labor.

Las palabras habían comenzado a brotar de una aturdida Rhiannon mientras Sajag la observaba y tuvo que inclinarse y colocar una mano sobre la enguantada de la bruja para contenerla en sus movimientos repetidos de colocar abono. La otra mano ya había tomado las tijeras de podar pequeñas, pero Sajag se las quitó y le tomó la mano entre las suyas, con firmeza.

-Niña, definitivamente enseñarte no será una pérdida de tiempo- sentenció el Arcano, que tiró de ella hasta ponerla de pie. Se giró para ver a Mica que se había quedado absorta en el medio de su labor, ya con la cubeta vacía y la mirada perdida entre la casita, las flores, el cielo y la gente a su alrededor-. Será momento de entrar a mi residencia, señoritas, tenemos trabajo que hacer... Señorita Potter Black, si es tan amable- el anciano había esperado a que Darla se acercara para invitarlas a las tres a pasar. Le indicó a Rhiannon dónde dejar el delantal, los guantes y el sombrero de paja, antes de dirigir a las tres hacia la zona de almohadones coloridos que descansaban en el suelo alrededor de una mesa.

Como si la casa misma tuviera vida, el fuego se encendió en la chimenea, donde una pava de cobre llena de agua flotaba.

-Todas han venido aquí por distintos motivos... Sean estos encontrar su propio camino, comprender mejor por qué ahora se despierta la habilidad o intentar dominar algo que simplemente ya llevaban con ustedes todo este tiempo. Sea cual fuere el motivo de su visita, las casualidades no existen y están todas aquí reunidas porque así se quiso- realizó una pausa breve y luego hizo aparecer una enorme bola de cristal frente a las tres mujeres-. Señorita Potter Black, si es tan amable, ¿podría relatarnos cuál fue su primera experiencia mediante la adivinación con la bola de cristal?- solicitó, mirando de reojo a las otras dos mujeres-. Luego de la señorita Potter Black, me gustaría que ustedes intentaran obtener algo de la bola de cristal... Daremos pequeños pasos antes de correr- sonrió de forma afable y esperó.

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  • 2 semanas más tarde...

Una figura frente a la ventana llamó su atención en aquel momento mientras Darla avanzaba hacia la vivienda del arcano de videncia. Por lo que había leído y las fotografías que habían aparecido alguna vez en El Profeta, Darla reconoció al arcano de videncia, alto y barrigón, de aspecto de monje en su opinión. Claro que nunca había visto un monje de cabellos largos, los cuales le recordó a alguien en particular que se negó a traer a su mente en ese momento. Que el hombre la llamara por su apellido en ese momento ayudó a que alejara de su mente pensamientos inadecuados. Levantó su mano y correspondió al saludo, aunque debía reconocer que desconocía si ese era el único nombre del arcano.

—Sajag —correspondió y un dejo de temor la invadió, al no saber si estaba preparada para enfrentarse realmente a aquella habilidad, por eso sus pasos se ralentizan mientras observa a la distancia que el arcano habla con una joven, que sospecha es su aprendiz.

Darla se siente cohibida, no por miedo ni por vergüenza, pero aquella habilidad es algo que ella ha dejado de lado hasta ahora por un buen motivo. Debe confiarle ahora a Sajag el por qué está aquí pero ¿a su aprendiz también quiere hablarle de ello? No está muy segura de ello. Tampoco supo luego si querría decírselo a alguien más, hasta ahora solo había confiado en el Crouch que había sido quien le entregara aquel objeto que la había llevado hasta allí.

Al llegar la sorpresa fue mayúscula, Mica estaba allí, ¿de jardinera? Iba a decir algo pero en ese momento Sajag decía que tenían trabajo que hacer. Observó al mago y a las dos brujas con curiosidad.

—Mica —dijo dirigiéndose a la líder de la Orden como señal de saludo y luego hizo una inclinación de cabeza hacia la desconocida y miró al arcano —sí, claro —agregó en respuesta a su comentario hacia ella y le siguió tras que le indicara a la desconocida que dejara unos implementos de jardinería.

Darla observó los almohadones que había en el lugar al que se dirigían, por poco se sobresaltó al encenderse la chimenea, cosa que no debería haber ocurrido, ya que era lógico saber que la magia los rodeaba en todo momento. La pava flotaba sobre la chimenea y la pelirroja se preguntó por qué a todos les encantaba tanto el té. Aunque no era lógico asumir esa postura de su parte.

Las palabras del arcano la sacan de sus tontas cavilaciones, no sabe si encontrar el camino o dominar algo que llevaba consigo era lo suyo, después de todo no había tenido sueños, no que pudieran asociarse a la habilidad al menos. Sí sonrió ante la frase de que las casualidades no existen, ella lo sabía bien, lo sentía en sus venas hacía tiempo. La esfera de cristal que apareció frente a todas le recordó la que había rodado en adivinación y había golpeado contra los pies del Crouch, eso le hizo estremecer. La pregunta la dejó sorprendida y miró al arcano.

—Yo… yo no sé si fue adivinación —tartamudeó casi recordando las imágenes que aquella bola de cristal le había enseñado —no estoy segura era una clase de adivinación pero las imágenes aparecieron de la nada… como la bola de cristal… algunos lo vieron, otros no… no todos sentimos ni vimos lo mismo yo…  —recordó los libros que había reunido para intentar entender aquello, luego miró al arcano —no sé bien cómo mirar dentro de ella, si ella me muestra o si yo debo buscar —reconoció con un dejo de timidez y humildad, había obtenido información de aquella esfera, pero aún no sabía si era porque ella podía o si porque el objeto había querido o alguien les había lanzado con él… las casualidades no existen… se repitió a sí misma o quizás se lo recordó Scarlet, su alter ego, desde el fondo de su mente y de su cuerpo…

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El Arcano pareció decidir que era ya momento de entrar a la residencia, solo entonces la Gryffindor prestó atención a lo que decía, absorta como estaba en sus propios pensamientos. Asintió y se puso en marcha, dejando el balde donde estaba, ya con muy pocos caracoles en su interior y suficientemente lejos de las begonias como para que éstos pudiesen regresar a ellas en lo inmediato.

-Darla -respondió a su saludo, mirándola algo sorprendida, llevaba tiempo sin saber mucho de la Potter Black.

Siguieron al Arcano hacia el interior, con destino en aquellos coloridos almohadones que rodeaban la mesa. La chimenea al encenderse brindaba al ambiente una calidez hogareña que era muy agradable. Se dirigió hacia la zona donde todas bordearían la mesa, en el centro de la misma su mentor hizo aparecer una bola de cristal.

Los ojos de la Gryffindor, de inmediato, se centraron en aquella reluciente esfera. Escuchó las palabras de Darla, a quien Sajag había encargado contarles su primera experiencia con el artefacto. La pelirroja parecía dubitativa, imaginaba que, como sucedía siempre en clases como ella, estaba exteriorizando tan solo una parte de todo lo que cruzaba por su mente. ¿Qué sería? ¿En qué más estaría pensando? No podía saberlo, aunque seguramente el Arcano sí.

Cuando la Potter Black terminó, la castaña regresó su mirada la bola de cristal. Las indicaciones eran claras, intentar leer lo que decía per ¿cómo? No recordaba haber hecho eso con anterioridad, pues en su clase de adivinación habían pasado de tomar el té a ver las estrellas frente a la mirada escéptica de aquel centauro que los despreciaba. ¿Y antes? Si había utilizado un artefacto así antes no podía recuperar ese recuerdo. Su mente estaba bloqueada a tantas cosas que por momentos no parecía pertenecerle.

Tomó aire y enfrentó el objeto, notando que en el interior parecía moverse una especie de niebla. ¡Qué fácil debía ser para cualquiera imaginar que veía algo entre aquel remolino móvil que tan solo generaba formas abstractas! Alguien con mucha ansiedad por creer que tenía aquel “ojo interior abierto” empezaría a ver cosas donde no las había.

Creyó divisar su reflejo entonces, aunque estaba algo lejos para verse de aquel modo realmente. Podía ver sus ojos devolviéndole la mirada desde allí, y pronto distinguió su rostro y su silueta… podía verse en cuerpo completo, no era un reflejo, estaba allí de pie. La pequeña figura movió uno de sus brazos y solo entonces notó que se acariciaba el vientre, evidenciando una barriga que claramente no tenía actualmente ¿era eso posible?

Cerró la boca de golpe, al darse cuenta de que se había quedado boquiabierta observando. La imagen se fue así como llegó, moviéndose entre la niebla de la bola. No había visto nada, se dijo a sí misma, había caído en la misma trampa que cualquiera: intentando ver formas que realmente no estaban allí.

-¿Cómo debería verse? No sé qué estoy buscando...- murmuró, cambiando el gesto, esperando que no notasen su propia ingenuidad. 

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  • 1 mes más tarde...

El Arcano Sagaj era demasiado paciente y se deleitaba mucho con las cosas que ocurrían en su presente. Tenía que admitir que su mente no paraba un segundo de mostrarle las cosas que podrían llegar a ocurrirle. Porque para agregarle al asunto, Sagaj o era solo vidente de su vida, sino de todas las personas con las que se había cruzado, se cruzaba y se iba cruzar. El Vidente recordaba a modo de anécdota como cuando era un principiante había intentado escapar de las visiones y había sido totalmente imposible. Miró a Darla y luego a Mica.

— Veo que ambas brujas tienen el mismo problema. Y debo enseñarles como dar el primer paso. ¿No es así? Me gusta ver sus caras al intentarlo por primera vez —dijo Sagaj con una carcajada demasiado sonora que se extendió más allá de su casa. El Arcano repitió las palabras de ambas: — ¿No saben cómo mirar dentro de ella? ¿Cómo debería verse? —el Arcano se puso lo más serio que pudo y carraspeó su voz:

— La Videncia es la capacidad que tienen los magos y las brujas para conseguir información. Conseguir información pero desde un objeto, una persona, un lugar o un acontecimiento. ¿Me siguen? —los ojos de Sagaj se posaron en ambas alumnas—. La Videncia es mucho más que la adivinación. Que es lo que acaban de hacer. La Videncia es algo que pasa más allá. Un medio que se puede distinguir desde la trasmisión del futuro a la percepción del presente. Y la habilidad que están cursando, es la necesaria para “pescar” eso.

Sagaj volvió a reír a carcajadas. Sus caras eran demasiadas graciosas para la situación.

— Veámoslo así. Siéntense, siéntense —ordenó el Arcano con determinación. Se paró frente a las muchachas y se sentó a medias en una butaca que parecía haber aparecido de la nada misma—. Tal vez encuentren parecido a cómo se debe hacer ante otras habilidades. Lo primero que deben hacer es poner su mente en blanco. Y respirar. Y como bien pensó Mica, “abrir su ojo”. Deben permitir el paso de ésa energía. Deben dejarse llevar. La Videncia es todo, Darla. Es buscar información, es dejarse impactar por las visiones, es volar mentalmente y atrapar esas trasmisiones que el universo les envía. Son como pensamientos dentro de un pensadero. Como luciérnagas en un bosque, como fantasmas en un castillo. Están ahí. Solo debemos activar nuestro ojo y confiar en el mensaje del universo, que lo hará solo. Quiero que lo intenten, de la mejor manera que lo crean. ¿con un objeto, persona, lugar? ¿Qué depara el futuro? ¿Cómo ven esas visiones? ¿Qué creen que pueden hacer? Muchos magos y brujas difieren incluso en las maneras que tienen las visiones. Una vez, un pupilo me contó que la única manera de verlas era dibujándolas. Y otro, que solo podía verlas en el fuego. ¿Es loco todo, no?

@ Darla Potter Black  @ Mica Burke

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  • 2 semanas más tarde...

Sajag parecía estar divirtiéndose con Darla y con ella, al presentar aquel objeto del que pretendía que sacaran alguna predicción para luego tratarlo como simple “adivinación”. Sabía que la adivinación no era solo eso, o al menos el centauro que había dado su clase parecía haber querido que eso pensaran, poniendo la adivinación muy por encima de la enseñanza convencional que los magos recibían.

Sin emitir palabra, tomó asiento como el Arcano pedía. Escuchó fascinada las diferentes formas en que la videncia podría manifestarse ¿cuál sería la suya? No tenía idea ¿O sí? La pregunta pareció desbloquear una especie de recuerdo, el mismo no sabía muy bien si lo había sepultado su amnesia o si había sido oculto mucho tiempo antes.

Se vio a sí misma unos veinte años atrás, sentada en puertas de la que había sido su residencia hasta el momento de volver a reunirse con los Gryffindor. Se vio a sí misma cerrando los ojos y escuchando al viento, era una práctica que parecía natural en ese momento, pero que había dejado atrás ya que no siempre escuchaba lo que quería oír. Fue cuando recordó que el viento solía hablarle de su familia, recordarle quién era y asegurarle que volvería a ellos.

Siempre había pensado que ese era un simple juego de niña, un cable a quien había sido y lo que quería recobrar, aunque en algunas ocasiones había escuchado cosas que no eran del todo referidas a sí mismas. La enfermedad de un vecino, el sitio en que encontrarían una mascota perdida, incluso alguna noticia que podría llegar pronto.

A veces no era solo oír al viento, sino también soñar con una situación que luego se volvía real, aunque ciertamente le resultaba muy difícil recordarlas. Una libreta en su mesa de noche había descansado por años a su lado, siendo el sitio en que volcar lo visto en cada despertar. ¿Cómo había olvidado eso?

Se encogió de hombros ¿sería eso de lo que Sagaj hablaba? ¿Había sido ella misma la encargada de bloquear su “ojo”?

-Muy loco... y a la vez, fascinante- respondió, sintiendo que sus pensamientos tal vez estaban siendo demasiado infantiles y estaba intentando encontrar en sí misma un don que no poseía, tal vez todo había sido imaginado por aquella Mica adolescente. 

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