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Videncia


Sajag
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La bienvenida del Arcano fue bastante concisa, como todas las veces anteriores con los demás Arcanos. Era difícil de explicar cómo uno se sentía con ellos, pero lo más cercano era darse cuenta que parecía que sabían todo, que conocían todo. Pero en ése momento, estaba más preocupado por las cosas que podría aprender más que por quién me había encontrado al atravesar aquel umbral. El Arcano cerró la puerta.

— Arcanos Sajag. Mica…

Saludé de manera seca pero con modales. Hice un gesto con la cabeza a Mica, aunque tenía que centrarme en todo eso. Además, que tenía muchísimas dudas respecto a la habilidad, por lo que continué la dirección que apuntaba con la mano para sentarme. Me brindó una taza para beber. Pero no quería tomar té, estaba bien así. Esperé a que termine de hablar para dirigirme a Sajag.

Es muy difícil ser conciso. Por eso estoy aquí, Arcano —estaba seguro que jamás había sido tan correcto. Sabía que eran demasiado sensibles aquellos seres, no podía responder como me habría gustado. Rebusqué en mi cabeza pero todo era un mar oscuro y turbulento—. Aunque tengo muchas más dudas sobre la Videncia. ¿Cómo se lleva a cabo? ¿Qué límites tiene? ¿Hay una manera detectable de saber si alguien está recurriendo a la videncia? ¿Cómo puedo diferenciar entre una visión o algo real?

Esperé algunos segundos para que el Arcano me respondiera. Aún asi, a pesar de no haber querido la bebida, me aferre a aquella enorme taza para darle algunos sorbos. Le había dicho a Mica que bebiera con insistencia, asi que estaba en lo cierto si pensaba que era necesario para poder continuar. Sabía raro, especialmente a hierbas. Y un gusto fuerte y dulce. Saboreé mis labios y dejé la taza.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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— La Videncia no es algo que pueda ser tangible al tacto, no es como estirar la mano y tomar un trozo de pan—Sajag miraba como Mael rehuía del té. Posiblemente se imaginaba que le envenenaría, pero era todo lo contrario. Aquel brebaje buscaba darle el impulso adecuado al tercer ojo del mago y permitirle ver lo que sus ojos físicos jamás serían capaces de apreciar con claridad— Consideré a la Videncia como algo paranormal, pero no la clase de fenómenos que están asociados con los espíritus o cosas de ese estilo, sino con los sucesos que pueden marcar de forma irremediable su vida o de quienes le rodean—explicaba en parte las inquietudes de su estudiante. 

— El limite como tal no existe, no ha considerado que uno mismo es capaz de imponer los limites que crea convenientes—apuntando con su dedo índice hacia una línea que apareció en el aire— Usted decida sabiamente donde la misma se detiene, ¿cree que eso impedirá que el destino que ha marcado esta, cambiará de algún modo con solo detenerla por un breve lapso de tiempo?—cuestionaba mirándole fijamente— Las visiones no son cosas que se puedan activar o desactivar, simplemente se presentan cuando menos se les espera. Véalas como una sorpresa que le obsequiará una enorme alegría o traerá con ella un dolor que no será capaz de tolerar—asentía caminando por su morada.

— Ahí lo fascinante de las visiones, ¿Cuándo saber que se está soñando despierto?. Piénselo con calma, podría darle una definición sacada de un diccionario, pero eso es algo que saca de todo contexto real lo que lo ha traído hasta mi presencia—cruzándose de brazos le invitaba a cerrar los ojos— Algunos le conocen como Deja vú, pero lo más coherente es analizar con calma todo lo que ha pasado en su vida pasada y la actual. Cuenteme un poco de su persona, ¿Dónde exactamente perdió la brújula?—mirando de reojo a Mica, parecía que la joven nadaba en un mar de profundas confusiones.

— Un Vidente puede predecir el futuro, ver lo que sucederá antes que los que no poseen dicho don lo hagan. Apreciar las consecuencias de hacer una mala o buena elección, aquello ocurrirá cuando el destino decida ponerlo justo en ese preciso instante que ha visto antes de que acontezca—quedando en silencio su tercer ojo veía que el destino del hombre, no estaba del todo plagado de cosas buenas— Elija con cuidado sus respuestas, no sea que la videncia que he apreciado se materialice antes de lo previsto—sonreía asomándose en sus ojos una malicia sombría.

— No se trata de lanzar palos al agua, sino de saber cuando su tercer ojo intenta comunicarse con usted. Adivinar no siempre es para incautos, solamente aprenda a ver más allá de lo evidente, viaje a lo más profundo de su mente, abra cada puerta que lo invite a conocer cosas nuevas y aprecie con sumo cuidado las pistas que puedan irle dejando por el camino—cavilando con calma aquella imagen la analizaba con sumo cuidado y atención.

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¿Dónde exactamente perdió la brújula?” me preguntó Sajag. ¿Había perdido la brújula? Estaba seguro que jamás la había tenido, por eso es que no era una pérdida, sino una ausencia. Casi toda mi vida había sido catastrófica. Problemas que iban aumentando como un tsunami. Era como una mochila pesada que jamás me iba a liberar. Si había logrado encontrar momentos de tranquilidad, como aquella colina en Niue. O libertad como dentro del bando tenebroso. Pero sabía que ante cualquier momento, los parches que había colocado se desprenderían y el agua se desbordaría. Y me ahogaría.

Por eso quizás me había llamado la atención la Videncia. ¿Sería capaz de recurrir a ella? No estaba seguro. Sajag me estaba respondiendo las dudas en mi cabeza y las entendía, pero me surgían muchas más. Intenté responderle algo de lo que me planteaba, para demostrarle que estaba interesado y que sería un buen alumno, porque lo necesitaba.

Entiendo, Arcano Sajag —dije lo más tranquilo que pude, mostrando la mayor seguridad posible—. ¿La videncia solamente se utiliza con visiones y hechos del futuro? He escuchado que algunos magos y brujas se jactan de decir que en base a la videncia, supieron cosas de pasado —me acomodé sobre la silla. Aquel té me había dejado un gusto muy dulce en la boca—. ¿Es necesario utilizar algún objeto, persona o lugar como medio para usar la videncia? ¿Es necesario tocar o conoce a una persona para tener visiones? —eran muchas preguntas, pero para eso estaba a disposición el Arcano—. ¿Puedo cerrarme a las visiones como lo hace un Oclumante?

Miré al viejo Arcano. Necesitaba ésas preguntas porque mi mente no se iba a quedar tranquila mientras tanto.

No sé qué decirle sobre mi —me quedé pensativo. Porque los Arcanos tenían la fama de saber y conocer todo. ¿Para qué quería oír una respuesta que ya sabía? ¿Qué ganaba con expresarlo en voz alta?—. Debo decir que las desgracias me persiguen, Sajag. Tengo por delante un camino desconocido. Es la primera vez en años que estoy estable. Me da curiosidad saber qué va a ocurrir con eso y qué caminos debo seguir tomando.

Me quedé expectante. Necesitaba un impulso como maestro, necesitaba saber cómo empezar. Había tomado el té. Me había presentado de alguna manera. ¿Qué seguía?

@ Sajag

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Sajag escucha con atención el relato de Mael, aquella melancolía que brotaba de lo mas profundo de sus pensamiento. Tal y como lo había afirmado su estudiante, el podía leer la mente de las personas y del mismo modo crear barreras mentales para protegerse de cualquier ataque psíquico que desearán lanzar en su contra— Considero que es de mal gusto entrar sin permiso en los pensamientos ajenos, no soy partidario de saber las cosas sin antes preguntar—el gesto sereno del Arcano se mantuvo impasible al escuchar el mundo de dudas que rodeaban la vida del hombre. 

Objetos o prendas de vestir eran la primera elección para intentar entablar una conexión con el pasado, presente o futuro. Iban de la mano con los sitios que fueron habitados por las personas que eran protagonistas en algunas visiones, el podía ver miles de sucesos antes de que acontecieran y lanzar una advertencia para que se tuviera cuidado y se procediera con cautela. La vida de los Videntes era en extremo complicada, plagada de visiones que tenían que ver con quienes les rodeaban o próximamente llegarían a sus vidas. 

Si posee un objeto o prenda de vestir de la persona en cuestión. Le puede ayudar a ver lo que desea saber de ella sin preguntar directamente, ya sabe meterse en esa visión sin ser detectado con facilidad—el anciano tomaba una taza de té vacía. Observando lo que su antiguo aprendiz estaba viviendo en esos momentos, sucesos que marcaron un antes y un después de su paso por la habilidad de Videncia— Aprendió a escuchar a su tercer ojo, dándole la voluntad de mostrar las cosas sin tener que pedir permiso—intentando sonreír dejaba ese gesto en el olvido. Levantándose caminaba por su hogar, viéndose rodeado por más tazas vacías que desde hace tiempo se volvieron parte de su colección.

No, no se puede huir de una visión. Porque no es algo que pueda ser controlado por el Vidente, ellas aparecen sin previo aviso y envían un mensaje que debe ser considerado como vital por el receptor y el emisor—explicaba desviando su vista hacia el exterior sintiendo como el ambiente se mantenía más apacible de lo normal— Las visiones abarcan el tiempo de manera general, no existe algo que solo las ligue directamente al presente, existen varias que están relacionadas con el pasado y muchas más con el incierto futuro—continuaba con su perorata.

La desgracia siempre era un factor latente dentro de la existencia de los seres mágicos, ¿Pero que era la vida sin un poco de desgracia en ella?. Una mala novela relatada sobre un cuento de hadas que culminaba con el “felices para siempre”, negaba con la cabeza desviando su vista hacia el caballero—Su vida será lo que usted decida de ahora en adelante, pero si desea saber si la Videncia puede echarle una mano—carraspeó antes de retomar la palabra—Deje que el té haga lo suyo, no sea tan cerrado y permita que sus visiones afloren sin ponerles ataduras de por medio—le sugirió señalando la taza a medio terminar.

Confié Mael, confié aunque se la vaya la vida en ello—cerrando sus ojos intentaba hacerlo sentir confiado y dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias. La experiencia del Vidente era demasiada, demasiadas cosas vividas y una edad avanzada que le daba la potestad para poder enseñar sin cometer un solo error lo que el mismo aprendió y fue trasmitiendo de generación en generación— La decisión es solamente suya, puede tomar la puerta fácil o aventurarse por las grandes ligas—cruzándose de brazos lo dejaba meditar sobre su difícil elección. 

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  • 2 semanas más tarde...

Entendí una a una las palabras que el Arcano iba comentando respecto a mis preguntas. En parte agradecí que fuera sincero con cada una de ellas, porque las dudas me habían dirigido a su lugar y no sabían dónde me iban a derivar, por lo menos esperaba que a buen puerto. Miré atentamente y asentí cada oración que recitaba. Si de algo estaba orgulloso, era que me había reservado todo tipo de comentarios que se me habían cruzado por la cabeza. No había dicho nada. Y era algo extraño porque siempre tenía una reacción ante los demás.

Sajag era la segunda persona que me había dicho de abrirme más. La primera había sido mi madre. Pero me había demostrado que no era un buen consejo.

Creo que lo mejor es aventurarme. Estoy listo para empezar, maestro —lo dije de la manera más concentrada que pude. Me puse de pie porque no sabía realmente a qué tenía que enfrentarme. Las otras habilidades habían sido diferentes, incluso entre sí. Cada Arcano había enseñado algo diferente. ¿Este sería capaz de lo mismo? ¿Estaría en mis capacidades en encontrar lo que había ido a buscar?

No sabía muy bien si había sido producto de mi determinación, o del té, o del arcano o de las tres. Pero de lo que estaba seguro es que algo estaba funcionando y estaba siendo diferente ésa vez. En el momento que tomé mi varita, mi propio objeto, sentí un pequeño cosquilleo detrás de mi nuca, que recorría toda mi cabeza por encima hasta depositarse sobre mi frente. Con mi mano libre llevé mis dedos a ése punto pero no había nada. Era como si mil mariposas se depositaran en el mismo punto.

Podía ver otras cosas con los ojos abiertos. Podía soñar sin estar durmiendo. Podía oler y escuchar algo que no estaba allí. ¿Estaba sucediendo dentro de la habitación o en mi cabeza?

El camino era largo, se perdía ante mi vista. Era de unos veinte metros de ancho, completamente de piedra granza color arena. Miré a ambos lados. Una oscuridad se iba acercando por detrás, con la forma de una nube densa, húmeda y negra azabache. Estaba seguro que cualquier cosa que tocara, desaparecería. Algo me hizo avanzar. Pero con un paso muy apresurado como alejándome de eso. Por delante la estructura era muy enorme. Conocida pero diferente. No estaban las dos estatuas, pude reconocer eso.

En la entrada se escucharon gritos. Un estado de alerta recorrió la antigua mansión. ¿Qué era todo aquello? ¿Por qué estaba viendo eso? Sentía algo en mi mano. Miré y era mi varita, que despedía algunas chispas. Estaba lista. Volví a levantar la vista al ver dos muchachos y una bruja de edad avanzada gritando y alertando a su familia dentro. Las puertas se cerraron y ellos se antepusieron en nuestro camino. ¿Nuestro?

Cuando giré tras mi paso, me encontré parado dentro de la habitación, enfrentado a Sajag. Mi respiración había sufrido una agitación extrema, como si estuviera aguantando la respiración debajo del agua por diez minutos. Bajé mi varita. ¿Qué seguía? Quería saber…

 

@ Sajag

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— Ha tomado su decisión, no se cuestione la misma por nada del mundo—el Vidente se adentró el la visión de Mael— No sirven de nada los ojos físicos, el único que es capaz de percibir las visiones es su tercer ojo—le volvía a explicar. El pasaje detallado por el aprendiz era un camino amplio de piedra grazna color arena, pero lo que el anciano percibió a diferencia de su acompañante eran gritos que chocaban con otros que luchaban por hacerse escuchar con más fuerza y enojo. Poco o nada conocía del hombre que estaba perdido en una marea de recuerdos extraños y pasajes desconocidos, lo que si era una realidad eran sus ansias por aclarar poco a poco cada uno de esos enigmas que formaban parte de su vida. 

— Todo lo que perciba o aprecie, no es otra cosa que un reflejo de sus inseguridades o temores—asintió al notar que estaba frente a frente con el Blackfyre— Si me ataca se atacará usted mismo, aprenda a ver mucho más allá de lo que es evidente. La mente y sobre todo las visiones, suelen jugar malas pasadas. Yo las denomino proyecciones fantasma o errores de tiempo y espacio—la serenidad en el Arcano era semejante a un mar en calma. Ni la tormenta más estrepitosa podría agitar sus cristalinas aguas, el azul que brotaba de ellas daba la impresión de ser un vivo reflejo del cielo.

— Aquella mujer puede ser su punto débil o su mayor fortaleza, elija con sabiduría. Piense bien que le conviene más tener amigos o enemigos en está que es su primera visión—observaba al par de jóvenes que custodiaban la puerta— Enemigos naturales, siempre suelen aparecer cuando no son necesariamente requeridos—la voz del anciano se transformó en un susurro. Era como si intentará tranquilizar a un par de fieras solo con el sonido de su voz, arrullando a las mismas con ese sonido que les envolvía como un cobertor que brinda calor en medio de una noche fría.

— Vea más allá, viaje sin limite por su mente. Abra por completo su tercer ojo, solo el sabrá proyectar el verdadero significado de que estemos en este lugar—cruzándose de brazos se mantenía expectante en todo momento. El no tenía nada que perder, pero no diría lo mismo del hombre que era atormentado sin descanso por fragmentos de un pasado que le pertenecían sin duda, aunque extrañamente no era capaz de hilar y darles una forma coherente. El mismo experimento algo similar, al ausencia de memoria y ante todo la conciencia para reconocer que era capaz de ver sucesos que ocurrían dentro del pasado, presente y futuro. 

Las líneas del tiempo se desdibujaban ante los ojos inexpertos, pero cuando se adquiría la experiencia suficiente era relativamente sencillo interpretar cada una de las señales enviadas por las visiones. Ya fuera que estás estuvieran conectadas con el pasado, presente l futuro. 

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Suspiré, algo cansado tenía que admitir. Pero no porque no quería seguir con aquel camino, sino porque sería algo mucho más complicado de lo que creía. Videncia era diferente a las otras habilidades que había logrado conseguir, porque dependía totalmente de algo ajeno, algo que no podía provocar yo. Era algo que con toda la información que me llegaba, tenía que ver que desenhebrar, tenía que ver cuál camino tomar, tenia que elegir qué visión era la verdadera. Era lo que me estaba diciendo Sajag.

Legilimancia y Oclumancia tenía algo en común, pero eran mucho más manejadas por mí. Lo que veía (o veían) era completamente mi decisión. ¿Qué tenían en común éstas junto a Nigromancia? Que en cada una de ellas, había encontrado una manera de sobrellevarlas. En las dos primeras era algo mental, algo que visualizaba y podía usar como una guía. Habitaciones mentales que se abrían y se cerraban. O laberintos enroscados, donde los caminos se juntaban o dividían. En Nigromancia no podía olvidarme de mi “faro”, la luz que me guiaba por esas aguas misteriosas.

¿Y en videncia?

Tenía que encontrar el ancla que me sostendría y lo que me guiaría por las interpretaciones correctas. Ése era mmi objetivo para con Sajag, así que escuché cada una de las palabras que tenía para dedicarme. Una vez que había entendido cada punto cuestionado por mí y cada respuesta entregada por el Arcano, pude entender que estaba listo, pude darme cuenta de cómo y cuándo abrir mi tercer ojo. Era un portal que en caso de abrirlo, cedería por el resto de mi vida. Pero estaba listo para ése camino. Y eso hice. Lo acepté, se abrió y acepté mi futuro:

Todo mi entorno se volvió negro, tan negro como la noche oscura. De mi entorno surgió una débil luz amarillenta que provenía de un farol a unos 30 metros. Se vislumbraba una calle angosta, que estaba marcada con tierra muy dura, entre aquellas viejas casas. Todas iguales, bajas, con techo a dos aguas. Todas tenían dos ventanas y una puerta central, pero todas se diferenciaban por los colores pintados en su fachada o el material del que estaban hechas. Los árboles estaban repartidos a lo largo de aquella solitaria calle, y algunos arbustos decoraban esas veredas.

Caminé, porque algo me invitaba a hacerlo. Parecía como si fuera todo familiar pero no lo encontraba dentro de mis recuerdos. O tal vez si, muy lejano. Unas sombras se escabulleron alrededor, a mi derecha. Para cuando me giré, ya habían desaparecido entre dos casitas, una de ellas demasiada sucia como para estar habitada. Caminé un poco más. Acercándome al farol, pude notar que había movimiento en una casa. Dos figuras encapuchadas entraban por el umbral de la casa. A oscuras. Las persianas tapaban lo que sucedía dentro. Pero una fuerza me llevó a girarme hacia ella y continuar su paso.

Y allí lo noté. Era una forma diminuta como una nuez, muy rápida como una snitch, casi ni se veía de su estado. No llegaba a ser como un fantasma, era similar a algo en estado gaseoso. Una diminuta estela de un color azulada, que apenas parpadeaba como la estrella más débil. Esa misma me había dirigido por la calle y encaminado a la casa. ¿Ésa sería mi señal? Aquellas visiones me decían que se trataba de un pasado, sí.

Y cuando pegué mi rostro en los cristales de una pequeña ventana en la puerta, abrí mis ojos, de par en par. ¿Por qué no me acordaba de eso? Cuando me giré, quise buscar a Sajag y lo encontré de nuevo en su propia habitación. Mi respiración se aceleró un poco más.

Lo encontré. Encontré el comienzo de mi camino. Fue… —traté de plasmarlo en palabras pero en ésa primer oportunidad no logré hacerlo. Quería continuar mirando, quería que el tercer ojo me fuera invadiendo de visiones las cuales, debería descubrir cuál de todas era el camino correcto. ¿Conseguiría notar mi propia guía? Tal vez si. Estaba seguro que lograría analizar cada una de las visiones que se me presentarían.

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La mente de cada ser viviente solía ser caprichosa, pocas veces mostraba lo que ellos realmente deseaban ver o rescatar de su pasado. Era como cuando se esperan las palabras que uno anhela escuchar, pero aquellas se pierden en medio de una verborrea que no dice nada en concreto. Las pequeñas “luces” que apreciaba Mael, no eran más que vagos destellos de recuerdos que extrañamente quedaron sepultados en lo más profundo de su inconsciente. 

Cada uno permanece intacto, solo se ha quedado rezagado en sus memorias del pasado—hablaba con suma tranquilidad el Arcano. Sin presión de ningún tipo, le acompañaría por el resto de su trayecto, confiando plenamente en las capacidades de su aprendiz. El ver más allá de lo evidente era la clave, analizar a conciencia cada uno de los detalles que se presentaran ante su ojo interior o tercer ojo— Pueden aparecer miles o millones de luces o destellos, pero pocos son realmente los que le guiarán por la senda correcta—el anciano se mecía sobre sus pies, amoldando su cuerpo a una forma recta por momentos.

El caminar por calles plagadas de arboles silenciosos y testigos de lo que pudo ocurrir, no servían de nada sin el poder de la palabra en ellos—Diste con la primera pista, pero eso no es ni la milésima parte de lo que tienes que develar sobre parte de tu pasado. Piezas han caído al suelo tras el camino que has andado desde que naciste, no levantes ninguna de ellas—le aconsejaba moviendo su dedo índice de un lado a otro. El gesto de no era visible en su mirada, perder partes de la vida de una persona, no era tan trágico a decir verdad. 

Ellos eran como usted, temerosos de experimentar la fuerza que da todo el poder que poseen. Atados de manos y pensamiento, presos de sus inseguridades y carencias, no sea del montón y sobresalga cueste lo que cueste—la malicia era una característica poco apreciada entre los Arcanos que impartían las habilidades en Mahoutokoro. Pero si Sajag debía romper un poco esos esquemas de rectitud, no le costaría nada saltarse una que otra regla en apariencia. Su edad le enseño a defenderse de las falsas visiones, proyecciones que causaban muchas veces confusión que derivaba en malas elecciones que marcaban la vida de una forma irremediable. 

¿Quién le dice que eso no es algo creado por mi?—sonreía entrecerrando sus ojos— Debe aprender a “ver”—recalcaba la última palabra con énfasis. Muchos observaban todo lo que les rodeaba, pero pocos eran capaces de ver más allá de lo evidente ante sus ojos físicos. Justamente por eso hacía hincapié a cada momento en el tercer ojo o ojo interior, abrir las puertas que el mismo mantenía cerradas era la verdadera esencia de la Videncia. Varias de ellas daban acceso a las memorias perdidas de Mael, otras tantas eran solo ficción creada por el Arcano Sajag. Atreverse a ahondar en pozos oscuros, sinuosos pantanos que eran la única vía de acceso posible.

No todo es como deseamos que sea, pero tenemos la capacidad de cambiar un poco los papeles y mover las agujas del reloj a nuestro favor—el sonido de un tic tac sonaba como un Jong dentro de la cabeza del Blackfyre, anunciando que otro puñado de puertas amenazaba con ir a su encuentro. El laberinto que era su mente era rico en potencial, solo restaba que el hombre se sacará la poca inseguridad que quedaba en el y daría el golpe certero.

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Nuevamente se toparía con el arcano que más le desagradaba de todos, en parte porque no creía en los videntes y pensaba que sus habilidades extraordinarias era más que un cuento de niños, más que ilusiones o simples coincidencia. Aunque, si bien el egipcio tenía despierto el tercer ojo, o como se le llame según cada cultura, este es escondido para el mismo, ya que sus dones nunca se le hará presente en su conciencia, por esa razón, era que en cierto sentido tenía celo a esos seres mágicos que podían ser capaces de ello.

 

-¿regresar o no?-

 

Fue la pregunta que se hacía al caminar, y tomando rumbo al hogar o donde el mismo destino le llevará con ese arcano se va probar suerte, y llegando a su lugar de residencia ingresa, de una forma no amable, y esperaba que ese amante de fumar aún le deseará al menos enseñar a leer las cartas, a ver si con eso era suficiente para sumarse a su joyería ese anillo. Sin embargo, todo ese desprecio y anticipación era por cierto rose que había tenido con ese hombre hace algunos años.

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Miré a Sajag con los ojos entrecerrados y mordiéndome el labio inferior, a punto de cortarme con mis propios dientes. ¿Las visiones aquellas las había provocado él? Negué con la cabeza al pensar que no estaba seguro si lo que me decía era cierto. ¿Por qué lo había visto tan real? Por un segundo, me había hecho hasta dudar de las visiones que me hablaban de un pasado. Ni siquiera estaba seguro que fueran recuerdos, porque ése NO era mi pasado. Lo sabía muy bien. Conocía demasiado bien lo que había pasado y lo que no quería que supieran. ¿Sajag tendría acceso a eso? Jamás.

Algunas piezas de mi pasado cayeron, es cierto, Arcano —me puse derecho, tomando aire desde mis fosas nasales. Aquel oxígeno me recordó que estaba vivo. Crucé ms brazos por detrás de mi espalda y di algunos pasos, liberando tensiones. Entendía el punto del Arcano. ¿Por qué aún no me había soltado?—. Pero otras piezas jamás estuvieron donde debían… —dije riéndome y mirando hacia el suelo. Era una de las pocas personas que me había dado un buen consejo en toda mi vida.

Tal vez estaba encaminándome pero de manera equivocaba. Si estaba más cerca que la anterior vez, significaba que tenía que cambiar, tenía que virar. Tenía que enfrentarlo de manera diferente.

Respiré. Unas tres veces para retomar mi estado más calmo posible (y desde hacía años). Y me obligué a cumplir algunos pasos previos: Dejar mi mente en blanco. Entregarme en ésas visiones. Visualizar cuál era el camino correcto y saltar. Si, el último era saltar y dejarme llevar por las corrientes de la videncia.

Y eso hice. Delante de Sajag cumplí con cada una de las pautas que me habían llevado a aprender cada una de las palabras del arcano de aquella habilidad. Estaba con la mente en blanco. La vibración en mi nuca apareció nuevamente recorriendo hacia mi cabeza, depositándose sobre mi frente. Me dejaba llevar por aquella magia que había sido abierta por el arcano que tenía adelante, aunque ya no estaba en aquel punto. Parecía como si fuera un risco. Rodeado de nada. Y me lancé al vacío. La oscuridad me absorbió por completo llevándome a un par de visiones más. Otras tantas puertas se quedaron frente a mí. ¿Cuál era la correcta? Aunque ni siquiera sabía si había alguna incorrecta, tal vez lo eran todas o ninguna.

Vi aquella luz, aquella guía. Y la seguí.

Era un habitación tan alta que no se veía ni el techo. Éste contenía algunas decoraciones pintadas en el techo que se movían, cambiaban y giraban. No llegaba a distinguir que decían. Desde las ventanas laterales (a unos 30 metros a cada lado) se mostraba unos vitrales de colores. Con dos M entrecruzadas, al igual que dos varitas. Parecía el Ministerio pero a su vez, no era el que conocíamos. Caminé lentamente, porque algo me lo permitía. Ésta vez no dudaba de mis pasos, quería saber qué sucedía.

Al fondo de aquel sitio, había unas escaleras que iban en diferentes direcciones. En su base, había una fuente que borboteaba un líquido plateado con algunas chispas doradas a su alrededor. Una estatua del tamaño de una persona adulta, custodiaba aquella fuente, con la forma de un mago y una bruja, espalda contra espalda. Y armados con varita. Me detuve a observarla. Era grandiosa.

Por detrás iban y venían todo tipo de magos y brujas. Todo parecía un poco más serio, más estructurado. Era un edificio nuevo. Tomé un periódico mágico. Ni siquiera era del profeta. “Año 2043. Aniversario 22 de la Gran Caída e Instauración del Nuevo Orden Mágico Inglés”. Solté el periódico. Era un futuro no tan lejano. Quise notar los rostros cercanos que me rodeaban pero solo recibía reverencias. Caminé algunos pasos más y me vi reflejado en el agua. Más adulto. Abrí los ojos. ¿Qué había pasado?

Es… magnífico. Veo un nuevo orden. Tal vez diferente al que conocemos hoy en dia. ¿Usted lo vió? Tal vez es lo que estemos buscando hoy… —le dije al Arcano, refiriéndome a todo lo que estaba sucediendo en el país con aquellos edictos y la guerra entre los bandos,

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