Castillo Ivashkov (MM B: 106154)

[Ley Gryffindor Rosier]

—Episkey— pensé para sanar o tratar de sanar lo más que se pudiera las quemaduras del fuego maldito mortis que Tau tan amablemente le había enviado a mi demon hunter, Arya. Al momento el efecto hizo lo que debía y las quemaduras comenzaron a sanar de a poco, era lo menos que podía hacer para ayudar a mi amiga. Estaba con eso cuando sentí que otro efecto me pegó, ésta vez los huesos de mi otra mano se quebraron tan violentamente que realicé una mueca de dolor y un gemido apenas audible salió de mis labios.

 

—Episkey— volví a pensar para terminar de sanar el fuego maldito mortis que había atacado a Arya. No me importaba de momento el otro dolor ya que de eso no me iba a morir, me daba igual, lo que me importaba era poder estar bien para apuntar con precisión a los que seguían llegando a atacar. Qué nos esperaba esa noche no sabía, pero les daríamos guerra así fuera lo último que hicieramos. LA orden del fénix jamás se rendía y si tenía que morir allí pues no me importaba para nada.

 

Por lo pronto estaba todo bien, ahora estaba esperando a que alguien ayudara a Arya para terminar de sanarle las heridas que tuviera ya que yo no había podido hacer más aunque lo hubiera querido.

[Zack Ivashkov]

La jugada con la mano de la gloria había salido perfecta, pues ahora los Mortífagos podían localizar con claridad a sus víctimas mientras que ellos batallaban a ciegas. Sin embargo, todavía quedó margen de complicación. Un nuevo confundus afectó al Ángel Caído obligándolo a vaciar su mente de cualquier estrategia que estuviera a punto de concretar. Por suerte eso solo duró unos segundos, luego volvió en sí para continuar con la batalla.

Para entonces ya el detritus había desaparecido. Alcanzó a protegerle de un sectusempra de Arya, al igual que de una criatura visitante de Ishaya que no logró envenenarlo. Pero, no pudo hacer nada en contra del fuego eterno que hacía arder su ropa interior. Con toda la rapidez posible, se despojó del pantalón y lo colocó a un lado, en el suelo. Luego, se sacó el bóxer en llamas y lo lanzó en dirección a la misma bruja que lo había encendido, Arya. Era molesto tener que hacer eso, pero fue necesario. No le quedaba de otra que luchar desnudo.

Nuevamente cuando se disponía a continuar, un strellatus de lisa lo cegó. Blanqueó los ojos en gesto de reproche.

—Celerus…— Murmuró —Episkey— Terminó por concretar la acción con un pensamiento del hechizo curativo para deshacerse de la ceguera. —Arena de hechicero — Pensó esta vez logrando que su varita expulsara una nube de partículas compuestas por huesos de magos. El efecto de la misma era cegar a Lisa. —Séneca— Finalizó haciendo que la misma fémina a la que atacó anteriormente quedara muda a causa de una deshidratación.

[Jank Dayne]

- Ardius... - empezó, concentrando su energía mágica al máximo - ¡Confundus! - culminó, en un grito mental.

Al instante, la mente de Tauro empezó a divagar en un mar de confusiones abstractas que lograron detener movimientos por un par de segundos. Jank sabía que la ventaja sería mínima, pero quería pensar que constaba del suficiente tiempo como para planificar una estrategia concisa. Si Lisa los había llamado a todos, debía tener más que las razones ministeriales que todo el mundo ya estaba leyendo en los diarios para aquel entonces. Y debía protegerlos para cumplieran con ello...

- Strellatus!

Dijo seguidamente, haciendo un flash mágico cegara a Leah, Zack, Tauro y Liam al unísono. El encanto dejó infectados sus ojos a tal grado que se les imposibilitó automáticamente la capacidad de ver por un buen período, al menos hasta que hicieran algo al respecto.

- Limitate!

Terminó, haciendo que de la varita de Tauro no pudiesen efectuarse rayos o invocaciones hasta que el efecto culminara. Y para eso faltaría bastante a partir de ese mismo momento.

[Arya Macnair]

El hipogrifo la protegió del Fuego Maldito de Zack y murió en el acto. De todas maneras y si éste no hubiese llegado a tiempo el mismo aqueora hubiera detenido el ataque, por desgracia éste se terminaba justo cuando una fina capa gaseosa pasó a ocupar su lugar y rápidamente sintió una opresión en la garganta. Cayó al suelo presa de la desesperación con los ojos abiertos de par en par y ese tono verde tan peligroso refulgiendo ante la rabia de no poder hacer nada al respecto en dicha condición. Lo cierto es que sentada sobre sus cuartos traseros su mente pareció emerger de entre los recuerdos con imágenes pegadas imposibles de borrar aunque quisiera, en aquel entonces hubiera deseado volver el tiempo atrás para no cometer actos hermosos que parada donde estaban le resultaban errores.

 

Pensó en la estatua de la fuente, en la chica a la que le recordaba en lo parecida a ella y en el motivo por el cuál estaría allí. Sacudió su cabeza más tarde y notó que la nariz le sangraba por la falta de oxígeno, incluso se había golpeado la frente pero no pasó más allá de un cardenal.

 

—Anapneo— Musitó, obviamente con el aliento, sin aire ya.

 

Había cambiado la varita de mano pues su muñeca parecía ligeramente resentida, como si alguien intentase romper lo que ya estaba roto y se quejó pues estaba perdiendo tiempo valioso al no curarse más no tenía idea de por qué lo perdía. Instantes después, un fuerte impacto quemó su piel y le arrancó un alarido que en cientos de batallas se había callado, estaba a medio segundo de lanzar todo al diablo y volver a su casa donde pertenecía, quizás la inutilidad a la que estaba siendo sometida en ese momento era la respuesta final que necesitaba para darse por vencida.

 

Su buena amiga Ley le prestó la curación de emergencia y el resto de la sanación para el ataque de Tauro, aquel Fuego Maldito Mortis que la descolocó. Igualmente seguía dubitativa.

[Jank Dayne]

- Corpus Patronus!

Fue su primer encanto. A partir de cientos de hilos plateados se originó un majestuoso fénix blanco que se posicionó al instante, una vez totalmente formado, sobre su hombro derecho, a la expectativa de todo lo que ocurría. Estaría listo para usar sus útiles lágrimas en cualquiera que luchara en el bando de la luz.

- Aqueora!

Exclamó, haciendo un manto de agua mágica lo cubriera de pies a cabeza y en todas direcciones, repeliendo cualquier hechizo o invocación direccionada en su contra. Sabía que era algo esperado por su parte, quizás demasiado, pero si quería proteger a los demás usando su magia, debía primero asegurar su propia supervivencia, aunque a la final lo más probable sería que la perdiese..

- Morphos!

Conjuró después, haciendo que la puerta del Castillo, que se encontraba a unos doce metros de él se convirtiera en un bylliwig que se perdió al instante de la vista de todos los presentes. La criatura solo le obedecería en el momento justo que se lo ordenara; su aguijón estaría preparado para cualquier enemigo que amenazara a su creador.

[Liam Black]

Era hora de cambiar de objetivo, Ishaya no se destacaba por ser un hombre muy divertido, tan solo cuando generaba problemas en su ámbito laboral y debía ir a dejarlo callado resultaba ser emocionante, luego... no mucho. Sintió la presencia de una nueva alma en el campo de batalla, pero nada de lo que intentó hacer surtió efecto porque el polvo los protegía a él y a todos sus compañeros presentes.

 

—Poor odefo —susurró pensando en el que llegaba acompañado de un hipogrifo—. Espejo de niebla... Fuego Maldito.

 

Un estado hipnótico lo llevó a una realidad subalterna en la que tanto Liam como todos los demás creían que su poder era superior al actual y de esa forma pudo conjurar el hechizo que iba dirigido a Ley, otra de las brujas que tenía pensado derribar aquel día. El fuego que comenzó a destilar la varita mágica de abeto se convirtió rápidamente en un águila del mismo componente incendiario que volando se dirigió a la posición de Ley, abrazándola con sus alas y quemándola por completo.

 

—Avada Kedavra —prosiguió, y la maldición asesina surgió desde la punta del arma mágica hasta el cuerpo de su contrincante, es decir Ley Gryffindor.

 

Al mismo tiempo, le indicó al oso polar y a la pantera que anteriormente había usado contra Ishaya, que atacaran a la bruja rasguñando y mordiendo todo su cuerpo, llenándola de heridas profundas que necesitaba sanar si quería continuar con vida.

[Leah Snegovik]

-Celerus... Confundus.

 

Pasados quince minutos desde su último ataque, curada por compelto y sin nada que le impidiera atacar, intercaló el intentó de Arya por detener el ahogamiento del Cineade con un Anapneo y la mató en el acto, haciendo uso de sus poderes de Alto Rango para ello. Había sido una muerte sucia y muy rápida, desde su punto de vista, pero por algo había adquirido los libros y estaba en proceso de adquirir otro. Jank se había incorporado a la batalla, por lo que aprovechó la protección del polvo peruano en sus últimos minutos para hacer algo al respecto.

 

-Cinaede.

 

Al igual que con Arya, Jank había sido envenenado y sus vías respiratorias pronto dejarían de funcionar, por lo que necesitaría curarse antes de proseguir. Ninguno de sus ataques habían salido, pobrecito, ahora perdería ese poder.

 

-Séneca -agregó, haciendo que quedara mudo o que quedara mudo, mejor dicho, después de la única acción verbal que necesitaba.

 

Apuntó a Ley con la varita.

 

-¿Duele? Mejor que cambies de mano porque voy por ti.

[Lisa Weasley Delacour]

Fuego maldito mortis, un ataque que solo usaban los cobardes para lograr inutilizarme. Era evidente que fuese quien fuese aquella fémina de arrogante voz no las tenia todas consigo para hacernos frente. Luego de eso, el Ivashkov, queriendo poner distancia entre mi vida y su muerte, volvió a regalarme sus mas que exquisitos conjuros, todos ellos para evitar que viese y hablase. Mi garganta se cerro, mi lengua se pego al aplagar. Un séneca en toda regla. Igualmente, aquello no me mataba, de lo único que me preocupaba ahora era de librarme de aquel dolor agudo que en qui pecho suscitaba, por culpa del fuego maldito de Tau. Perder una acción no me preocupaba, no cuando podía hacer algo que tenia bajo la manga – Curación – Un efecto de uno de los cuatro libros que había logrado aprender a lo largo de aquellos tres meses de locuras. Fue suficiente, de emergencia, para evitar morir. Aun quedaba tiempo y mis habilidades por surgir

[Zack Ivashkov]

Mientras estuvo ocupado solucionando las complicaciones impuestas por las fenixianas, el Mortífago no se había percatado de la presencia de un nuevo Fenixiano. Le resultó curioso ver la destreza con la que alcanzó a posicionarse en el jardín del castillo, pues se suponía que gracias a la mano de la gloria todo el espacio estaba sumergido en oscuridad para ellos, mientras que sólo los pertenecientes al bando tenebroso tenían el privilegio de ver con claridad.

—Debe ser uno de los frecuentes —Aseguró en voz alta haciendo referencia a que ese último hombre posiblemente ya había estado ahí, por lo tanto conocía bien el espacio aunque no pudiera ver nada ni a nadie. Lo más sorpresivo fue cuando se dispuso a atacar. Al vampiro le fue inevitable soltar una sonrisa burlona, pues al no saber quién estaba presente, le era imposible dirigir un hechizo a alguien en particular. Había llegado tarde a la fiesta y tendría que hacerse cargo de ello.

—Habrá que darle una señal para que se ubique — Dijo encogiéndose de hombros —¡Fuego Maldito Mortis! — Dijo con exactitud invocando esa vez tres hipogrifos en llamas. El primero de ellos chocó con fuerza contra el pecho de Jank, seguramente eso le haría saber que estaba trabajando a ciegas y que quedaba completamente vulnerable a lo que los enmascarados decidieran hacer. El segundo cayó en picada sobre Lisa. Mientras que el tercero alcanzó la cabeza de Ley.

Las llamas invocadas alcanzaron sus objetivos justo luego de que Jank invocara un fénix blanco. A continuación realizó un aqueora que Zack no dudó en desvanecer gracias a un hechizo bastante práctico que todos ellos odiaban.

—Necromantia Lingua — Soltó logrando que el aqueora de Jank se desvaneciera y volviera a quedar desprotegido. Mientras él realizaba su tercer hechizo, Zack planeaba estrenar sus nuevos poderes —Flechas de fuego—varios filamentos encendidos salieron desde su varita en dirección al pecho de Jank. De alcanzarlo necesitaría un aguamenti de emergencia para no morir y luego prontas curaciones.

[Ernest Dumbledore Prior]

El Macnair habia sentido arder la Marca Tenebrosa que tenia en el brazo, habia problemas por parte de los fenixianos. El Macnair salio de su cuarto en la Mansion y empezo a vestirse para ir a defender a su bando.

 

Al salir de su mansion llevaba una mascara plateada que ocultaba su identidad, tambien llevaba una tunica negra, playera del mismo color y unos zapatos de color marron. Desaparecio cuando ya se habia separado lo suficiente de su casa...

 

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Aparecio unos metros antes del castillo Ivashkov, lugar donde sabia se hacia el asalto, sin embargo el que se ubicaba en Ottery era un castillo falso, Ernest se acerco a la verja y tocando uno de los barrotes aparecio en el castillo donde en verdad se estaba aplicando el asalto...un castillo ubicado en Rumania, era bastante imponente sin embargo no iba a entrar en detalles. Se quito la tunica negra antes de entrar y solo quedo en la playera negra que llevaba abajo....

 

Corrio hasta estar en los jardines, lugar donde vio que habia muchos rayos volando en el aire, un escalofrio recorrio su cuerpo.

 

Se ubico unos 8 metros lejos de los fenix o cualquier objeto o rayo que pudiera pegarle y ya tenia la varita lista en la mano izquierda, listo para cualquier ataque...

 

-Listo para la accion...- dijo y una sonrisa macabra poso en su rostro...