♔ The Ramen Kingdom ♔ (MM B: 106259)

[Lisa Weasley Delacour]

Sabía que alguien más ingresaría. Aquellos mortifagos eran como ratas. Cundo silbaban, todos salían de las alcantarillas. Acabábamos con uno, aparecían siete. Bueno, al menos, ahora si estábamos igualados en número. Zack era el problema ese fuego negro que se cernía sobre nuestras cabezas. Era complicado, pero no imposible. Una frase que la misma Mei me habia enseñado y usaba a rajatabla.

Arya habia eliminado el fuego negro con un sencillo Morphos, cosa que agrade con una afirmación clara. Teníamos que luchar en equipo si queríamos vencer aquello – Floreus – Conjure, pero esta vez apuntando a Joa, la cual se hallaba a diez metros de mi persona, ya que me habia movido hasta el punto exacto de poder verla, debido a que habia salido fuera del negocio. Si queria enfrentarse a nosotros, lo haria, pero bien. Me situe a ocho metros de ella.

- Sectusempra – El rayo por excelencia. Su color purpura traspaso el aire hasta llegar al pecho de Joa, en donde le creo heridas pérfidas y sangrantes, que si no lograba curar, moriría por la pérdida de líquido vital.

[Arya Macnair]

—Sectusempra

 

El hechizo fue a dar directamente al pecho de una muchacha que acababa de llegar a la contienda, Joa. Éste abriría profundas heridas y llegó justo después del floreus de Lisa por lo tanto no podría invocar algo que la protegiera de un momento a otro y acabaría con su vida tan rápido como había decidido pertenecer a La Marca Tenebrosa. Toda la batalla se estaba dando fuera, así que por mucho que Joa intentara esconderse ella misma se había detenido frente al ojo de la tormenta. Tras su rayo Lisa envió un semejante por lo que Arya sonrió de lado tras la luz y pensó en un —confundus— para volcar la mente de Joa a un cajón oscuro y que de ésta forma tampoco pudiera defenderse. La cosa era simple, o moría o moría.

 

—Episkey

 

Pensó para acabar de sanar las heridas del corte de katana de Zack.

[Lisa Weasley Delacour]

- Corpus patronus – En serio, me fascinaba decir aquello. Se podía notar el orgullo cuando lo decía. Era pasión por mi rango y por quien me ayudaba a crear semejante bestia. El recuerdo de mi mejor amiga, de la niña de mis ojos y de mi familia se podía traslucir a través de mis ojos verdes, bien protegidos tras la luz que cubría mi rostro. El conjuro fue perfecto. Miles de hilos plateados se transformaron, segundos es pues, en un lobo adulto. La criatura aulló al sentirse corpóreo.

El canido era agile, veloz y por encima de todo leal a su creadora. Se situó a mi vera, encima de un cubo de bazuca tumbado en el ardor de la batalla. En cualquier caso de que se me atacase por la espalda o por algún rico culto que yo no viese al estar en medio de las callejuelas del Diagon, el, con sus instintos, lo sentiría y detendría aquello hasta de que se me pudiese dañar. Me sentía segura a asi lado, como también lo hacía en la compañía de la Macnair.

- Morphos - Una piedrecita del camino, muto, para convertirse en una viuda negra, otra araña que se perdio por las cercanias y estaria a mi disposicion en cuanto la necesitase. Era poseedora de un veneno mortal, que no dudaria en usar

[Joa Macnair Crowley]

Una vez decidida su participación, solo quedaba hacer su camino hasta el llamativo local de ambientación asiática. La Macnair podría no conocer a la perfección tal cultura, pero sin importar el escenario, consideraba de mala educación llegar a una fiesta con las manos vacías. Sin embargo, antes de poder si decidir si llevar alimento para pollos o veneno para ahorrarse las molestias, fue interceptada por Lisa, quién amablemente le brindaba un ramo de flores y numerosas heridas sangrantes.

Su primera reacción fue sonreír, expresión oculta bajo la máscara, pero seguramente su cuerpo mostraba la falta de tensión, además de la manchas de sangre en su ropa.

<<Episkey>>. Pensó con calma, apuntando a sus heridas, las cuales, aunque no completamente curadas, se hacían más soportables. Al menos antes de que el próximo ataque le impactase, reabriendo sus heridas y confundiéndola al punto de perder su futura acción.

[Lisa Weasley Delacour]

Allí estaba todo hecho. La orden, a pesar de que habíamos ingresado pocos al negocio, habia demostrado, una vez más, lo poderosa que era. Habíamos mejorado con el paso de los años y los entrenamientos diarios a los cuales éramos sometidos. Creíamos firmemente en los valores que profesábamos y por los cuales luchábamos a diario.

Era consciente de que aún quedaban muchas batallas por venir, pero no tantas como al principio. La fuerza de la marca iba menguando poco a poco. Era inevitable. La gente se daba cuenta de que no merecía l pena luchar por cosas tan vagas con la sangre o las sandeces de un mago patético llamado Tom Riddle.

Mi trabajo estaba hecho. Camine, viendo como Joa se desangraba, hasta que los conjuros anti aparición me dejaron hacer lo que tenía planeado y cuando quise, gire sobre mis talones, saliendo de allí y yendo hacia el cartel general, donde conversaría con mis altos rangos, para poder salir cuanto antes de nuevo a las calles y asi arruinar cuanto plan quisiesen tramar los llamados mortifagos.

Yo ya no estaba allí, pero si el olor a la victoria del clan de la luz.

[Mei Black Delacour]

OFF

Vengo en representación de los chicos de la Orden y de Arya, quien tuvo que retirarse antes de poder haber dejado los saldos. Chicos, buena batalla, los estuve chismeando (? xD Sin más, proceso a dejar los saldos:

 

Marca Tenebrosa

Ilesos: ---

Muertos: Zack Ivashkov H., Joa Macnair Crowley y Leah A. Ivashkov

 

Orden del Fénix

Ilesos: Lisa Weasley Delacour y Arya T. Macnair

Muertos: Stephanus y BrujaOesed

 

Recuerden que ahora que los centros de curaciones están abiertos, los muertos en batallas deben ir a su lugar correspondiente para efectuar la curación requerida para volver a rolear en Ottery y/o el Callejón o entrar en situación de batalla.

 

Eso es todo, ¡saludos!

[Jessie Black Lestrange]

No sabía si debía cambiarme o no, tenía una cita con los demás miembros de la guardia en lo que parecía ser un restaurante de comida oriental o eso me parecía por lo que ponía el nombre. Aun seguía con mi ropa deportiva, nada del otro día, unos short pegados a mis glúteos de color violeta, una camiseta blanca con escote en V; traía mi cabello rojo intenso atado en una coleta alta donde traía sujeta mi varita mágica entre la liga y mi cuero cabelludo.

 

Estrella iba a mi lado, ambas ya mas tranquilas después de haber ido a tomar por un trago refrescante en el caldero envenenado y de seguro me metería en un lío si llegaba así vestida al restaurante pero no tenía ganas de cambiarme. Mis zapatillas deportivas sonaban a cada paso que daba en el adoquinado piso del callejón.

 

-Vamos Estrella, solo un par de locales más y habremos llegado ¿lo ves? Esta justo enfrente- sonreí acariciando detrás de las orejas de mi samoyedo blanco que siempre me acompañaba a todos lados desde que me marchara.

 

De respuesta recibí un leve gruñido en señal de desacuerdo, seguro que estaba ansiosa por volver a casa y ver como estaban sus diablillos, los cuales si se hacían acreedores de su apodo, eran unos tremendos y no podía dejar nada en el suelo porque todo rompían. Ya me habían estropeado dos buenas varitas de repuesto, un par de libros y unas zapatillas deportivas que apenas había comprado.

 

Un par de pasos más adelante estaba el restaurante The Ramen Kingdom, solté un suspiro, volví a mirar mis ropas y encogiéndome de hombros entre por la puerta del local. Sonreí al ver que si era un restaurante de comida japonesa. Pero había algo que debía hacer, una cosa de un envenenamiento de un elfo hacía su ama, no entendía porque no habían llamado al departamento de criaturas mágicas para que se hiciera cargo de la situación.

 

Sonreí y camine hasta el fondo del local, buscando a mis compañeros de guardia, esperaba poder hablar con ellos y ver a que solución llegábamos.

 

-Vamos Estrella, no tardaremos mucho, ademas tu quisiste venir en primera instancia- tome su cabeza acariciándola con dulzura mientras nos adentrábamos en el lugar.

[Galery Grindelwald Malfoy]

Takeshi Kaneshiro

Había un alboroto en las cocinas, el mago había sucumbido a la poción que el chino le suministro en la sopa, el oriental se apresuro a llegar a el en ese preciso momento, rápidamente sustrajo la varita del infortunado y la escondió entre sus ropas, ordeno que el hombre fuera llevado a san mungo para ser atendido, sabiendas de que los restos de la poción desaparecerían en pocos segundos; minutos después en su escondite, saco la varita observándola con ojos de codicia.

 

Por fin y después de muchos intentos fallidos, podría sustraer la magia de ese mítico artefacto, conductor de la magia de un mago, Takeshi era uno de los hijos de magos orientales, magos de sangre limpia, poderosos y reconocidos, sin embargo, él fue el único que nació sin ese don, forjándose en el un profundo desprecio por los magos que si podían disfrutar de ese maravilloso don, mismo que muchos de ellos desaprovechaban, el caldero hervía, listo para terminar el termino de sus propósitos.

 

uno de los elfos de la cocina, paso cerca de su escondite en el jardín, mascullaba disgustado, pues al parecer había varios amigos del Gaunt y Galery en el local, furioso se vio en la necesidad de posponer sus planes, seguramente alguno de ellos le llamaría, el incidente del mago fallecido seguramente atraería la atención al local, lo único que lamentaba, era que el Ramen Kingdom, seria una victima colateral de sus lúgubres planes.

[Jessie Black Lestrange]

Estrella comenzaba a impacientarse, no le podía reclamar nada, porque la verdad yo también ya me estaba aburriendo, así que lo mejor era intentar averiguar que era lo que estaba pasando, sonreí cansada y me puse de pie. Camine hasta la barra, Estrella iba a un costado de mi, ella había aprendido más cosas que yo y eso era bueno, sabía que si venían a atacarnos ella podría defendernos a ambas.

 

-Vamos... según la lechuza teníamos que buscar pistas sobre un envenenamiento, así que ya sabes que hacer- dije a Estrella la cual soltó un pequeño ladrido y comenzó a olfatear por todos lados.

 

La observaba de reojo mientras movía los frascos revisando su contenido, algunos me daban un poco de mala espina pero en el lugar en el que estábamos... sabía o sospechaba que aquí se comercializaba con venenos de clase XXX y eso nadie podía negarlo, al menos no entre nosotros.

 

Estrella comenzó a ladrar desesperada, seguro que había encontrado algo y ahora debía averiguar que era; camine hasta su lugar donde ladraba y movía la cola desesperada, como cuando estaba impaciente por salir al patio a hacer sus necesidades caninas. Señalaba un frasco con un liquido transparente, no era veritaserum, su aspecto brilloso lo descartaba.

 

-Buen trabajo Estrella, ahora busquemos a uno de los chicos a ver que opinan- acaricie a mi perrita detrás de las orejas la cual ladro en señal de agradecimiento.

[Katsumoto Kobayashi]

Solo con una pequeña maleta sobre su espalda y un nudo en su estomago por esta nueva experiencia, recorría Katsumoto los miles y variados locales que ofrecía el callejón Diagón, era un versión menos colorida y más recatada del Roji Kagurazaka, lugar donde todo majishan (mago) realizaba la compra de cualquier cosa que se necesite, alejado completamente de los sonomahō (muggles o sin magia).

 

Mientras el nipón caminaba observando un trozo de pergamino y mirando a los innumerables negocios allí ubicados, recordaba mucho a su padre quien le había hablado que en uno de sus viajes a Londres había un lugar donde siempre iba a ser bienvenido, a pesar de mostrar muchas seguridad en sus pasos, por dentro y con mucho temor a admitirlo seguramente, el miedo lo invadía. A pesar de manejar casi a la perfección el idioma no dejaba de sentirse diferente, extraño entre tantos ojos redondos, todos tan parecidos los unos con los otros que era difícil distinguirlos.

 

Se detuvo después de unos pasos y con una expresión de triunfo en su rostro, seguida por una fugaz sonrisa, había llegado al lugar que tanto había hablado su padre, The Ramen Kingdom. Era una mescla de muchas culturas orientales en una sola decoración, China, Japón y Corea estaban representadas en cada una de los detalles del lugar elegantemente distribuido. Sin ingresar siquiera empezó a sentirse como en casa.

 

Abrió la puerta en ingresó a aquel lugar, las sillas se encontraban sobre las mesas, por lo que pudo deducir que se encontraba aun cerrado. Se aclaró un poco la garganta y tratando de mostrarse lo más seguro posible llamó.

 

- konnichiwa - caminó un poco más adentrándose en local y repitió. - ¿Hola?-.