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Nigromancia


Báleyr
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La puerta se abrió con un chirrido luego de los tres golpes de Hades, dejando el paso libre al despacho del Nigromante. Las velas de los candelabros estaban a punto de consumirse por completo, la luz era tenue y las oscuridad teñía las paredes de barro con largas sombras. La habitación estaba abarrotada de grandes estanterías de madera llenas de libros y pergaminos que ocupaban casi por completo las murallas, antiguos tomos de lomos anchos, algunos incluso sin título, otros con marcas de símbolos casi ilegibles. A un costado, el escritorio de madera tallada del Arcano se encontraba vacío.

 

El despacho estaba en completo silencio y al parecer el Tuerto, como era conocido Báleyr entre alumnos y profesores, no se hallaba para darle la bienvenida a su nuevo alumno. Sin embargo había dejado instrucciones por si eso llegaba a ocurrir. Si Hades era lo suficientemente valiente como para entrar se daría cuenta de que el despacho era más grande de lo que parecía y que el frío era casi insoportable, como si de pronto aquella habitación no fuese parte de la Universidad y se encontrase en medio del ártico. Pero también se daría cuenta de que el anciano no dejaba nada al azar. Al poner un pie dentro, una nota flotaría hasta las manos de Hades.

 

 

Sr. Hades Ragnarok:

 

Si recibe esta nota me temo que estaré atendiendo unos asuntos urgentes que han debido llevarme más tiempo del que estimaba. Sin embargo, he dejado una pequeña prueba sobre la mesa de piedra en la sala de al lado.

 

Encontrará las instrucciones atadas al pie.

 

Un saludo cordial.

 

Báleyr

Arcano de Nigrmancia.

 

 

 

La mazmorra contigua era lo opuesto al atiborrado despacho del viejo Arcano. Las paredes estaban desnudas, decoradas solo con un par de antorchas que se iluminarían en el momento en que Hades pusiera un pie dentro del sitio. En el centro, una gran mesa de piedra labrada con jeroglíficos egipcios en tonos dorados y azules que servía como uno de los elementos principales para las clases. Lo que más llamaba la atención era el bulto que se encontraba sobre la mesa, tapado con una sábana de lino sin teñir y de la cual solo sobresalían un par de pies ennegrecidos, con otra nota colgando desde uno de los dedos.

 

 

Instrucciones:

 

Este cadáver ha llegado hace unos días, tu tarea será determinar la o las posibles causas de muerte y reparar el daño de la forma más limpia posible. El corazón y el páncreas están en los frascos de cristal que están a un costado del cuerpo, deberás volver a ponerlos en su lugar.

 

Volveré pronto.

Éxito.

 

 

Ahora solo dependía de Hades hacer lo que el Arcano le pedía o darse media vuelta e irse.

 

 

...

Con Leah

 

Leah no daba señales de entender lo que estaba ocurriendo, por lo que el viejo volvió a atacar con la vara de cristal, embistiendo cada parte y trozo de viejas almas que componían aquella monstruosidad. No era la primera vez que trabajaba solo, pero esperaba que su alumna interviniese algo más para que aprovechara esa oportunidad única. Estaba deseando ver ese brillo en los ojos que veía en los Nigromantes que salían airosos de la prueba, en los que merecían el anillo de la habilidad. ¿Sería otra más de los muchos que no habían podido con la exigencia? Volvió a golpear para sacar los residuos de otro retazo corrupto, ahora con más fuerza y sin dejar de repetir un cántico en un extraño idioma.

 

Con el paso de las horas, las miles de voces se fueron apagando hasta convertirse un grato silencio. Sin embargo, a pesar de haber acabado con esa sombra, sus vidas comenzaban a peligrar. Ese no era un sitio para los vivos y menos para pasar tantas horas. El viejo se incorporó apoyando el bastón contra el suelo, dejando caer el peso de su cuerpo cansado sobre él y se acercó a Leah. La tomó de un hombro y golpeó el suelo con una fuerza brutal. Ese gesto bastó para espantar la oscuridad y llevarlos de regreso al despacho. La primera bocanada de aire fresco le supo a Gloria.

 

 

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Al momento que la puerta de aquella habitación se abrió el vampiro sintió expectación. Su instinto le decía y le repetía que no debió haberse metido en aquello, mas bien, le decía que debía salir de allí pitando y no intentarlo en un buen tiempo, sin embargo, su mente, aquella parte consiente que deseaba aprender lo empujaba a seguir adelante, pero no habían pequeñas decisiones en la vida, cada decisión que hacía o tomaba afectaba lo que el cainita era y cada acción que tomaba o no, traía consecuencias, buenas o malas, pero ellas estaban allí y muchas veces afectaba a aquellos que estaban a su alrededor o cerca de él. Maldijo por lo bajo, tenía demasiadas marcas y cicatrices gracias a ello.

 

Aguardó unos segundos esperando escuchar la voz del arcano pero esto no sucedió. ¿Qué debía hacer?, supuso que si aquella puerta se había abierto era una invitación indirecta o capaz Bayler era mudo y nadie le había dado aquel detalle. Suspiro, lo mejor era entrar, hubiera consecuencias o no, iba a afrontarlas. Al pisar aquel despacho lo primero que sintió en cada célula de su nívea piel descubierta fue el gélido frio que atravesaba el sitio. Dibujo una mueca, al ser vampiro aquello no le afectaba, sin embargo y aun así podía sentir como aquel ambiente no era natural. Ladeo la cabeza y lo primero que se le vino a la mente fue aquella época en que había trabajado en los barcos balleneros de Alaska.

 

Recorrió con la mirada aquella habitación. Se sorprendió de lo grade que era el despacho aunque no le extrañaba, conocía como era la magia y seguramente los directores habían accedido a la petición de aquel arcano, para que al menos se sintiera mas cómodo. El Ragnarok sin más giro en un radio de 360º para observar cada detalle y encontrarse con la vista de su nuevo profesor, sin embargo, el lugar se encontraba vacío. Bufo decepcionado, aunque segundos después frente a él apareció una nota con una letra que no reconoció. La tomó con sus níveos dedos y leyó atentamente aquello. Asintió, aquellas eran instrucciones para él, su maestro en el arte de la nigromancia le había dejado ya la primera tarea y él debía realizarla solo, sin ayuda para así encontrar la aprobación de este.

 

*************

 

Se encontraba frente a aquella extraña mesa. Reconoció los jeroglíficos, no entendía ni papas de aquello pero debió suponer que clara y sencillamente tenía que haberlo hecho, mas cuando adoraba la mitología y el gustaba leer sobre los dioses, egipcios, romanos, japoneses, nórdicos, celtas, griegos y las demás deidades que existían en las diferentes culturas.

 

-Quizá para la próxima debería estudiar Runas Antiguas (Aunque sabía ya algunas cosas de las runas) o Idiomas –susurro el vampiro mientras observaba lo que estaba frente a él, en aquella mesa.

 

La luz de las antorchas dejadas por Báleyr era la única iluminación que había, lo cual al Ragnarok no le molestó en lo mas mínimo, quizás lo prefería así, se sentía más en hogar que otra cosa. Había descubierto aquella nota con unas nuevas instrucciones colgada a los pies de aquel bulto que obviamente era un cuerpo. Dibujo una mueca, ya había visto demasiados cadáveres en San Mungo y en los lugares donde había tenido que ir a trabajar para sentirse sobresaltado ante aquello, más aun, cuando muchas veces él mismo era quien había causado la muerte de sus enemigos. Sin embargo, la verdadera pregunta era si el arcano de Nigromancia conocía a que se dedicaba el vampiro o lo que esperaba de él con aquella prueba, ya que, viéndolo por la parte lógica él podía usar sus conocimientos para arreglar aquello o si debía hacer alguna otra cosa diferente.

 

Observo la habitación vacía y notó que no había ningún instrumento de los que solía usar para investigar, ni pociones, microscopios, ni nada a lo que estaba acostumbrado en la institución mágica, así que debía hacerlo simplemente con los conocimientos que tuviera en su cerebro. Dibujo una mueca, con su memoria aquello era mala cosa o un mal presagio, sin embargo, no se iba a rendir tan fácilmente, ya una vez lo había echo y lo había pagado con creces por toda la vida.

 

No había más remedio que ponerse a trabajar, no iba a darse la vuelta. Levanto aquella manta de lino que cubría el cuerpo y lo observo buscando alguna pista. Supuso que podía usar la varita, al menos el arcano no le había advertido de lo contrario, además de que como buen sanador el cainita llevaba todo tipo de pociones que solía usar por lo que quizás podría aprovechar el detalle para intentar curar o descubrir que era lo que pasaba, claro estaba el corazón y los órganos serian lo último que colocaría, no quería matar de vuelta a aquella persona si es que había sido envenenada o había sido causa de un virus, sus especialidades.

 

El Ragnarok movió la varita para preparar el lugar donde trabajaría y una vez hecho aquello comenzó con la parte que ameritaba con más precisión. Toco aquel pie ennegrecido y lo reviso atentamente, aquello era el pan de cada día por lo que el contacto no le dio asco. Lo observo por unos segundos, comenzó a buscar sin más marcas de mordeduras por si había sido un animal que lo hubiera atacado, esa era una de las opciones.

 

-Bien veamos –dijo después de unos minutos- pudo haber sido atacado por un animal, para saber si fue envenenado podría revisar el contenido de su estomago, quizás haya ingerido algo, aunque claro está, todo dependería de cuánto tiempo haya estado muerto, pero en si aun puede quedar rastro de alguna toxina –dijo para sí mismo- pues veamos que sucede ahora

 

Saco una botellita con poción básica para currar envenenamientos, estaba conformada con bezoar y con algunas hierbas e ingredientes que ayudaban a ello pero ¿tendría que hacérselo ingerir a aquel muerto?, de ser así debería colocarle el corazón y el páncreas. No lo dudo, no había otra manera y quería hacerlo lo mejor y lo más limpio posible así que con magistrales movimientos realizo aquella operación y coloco los órganos en los lugares correspondientes. Movió la varita y cerro la herida, ahora le daría de beber aquel brebaje al cadáver y notaria si había cambios.

 

Hizo pasar la pócima por la garganta de aquella víctima y espero, aunque mientras lo hacía seguiría revisándola por si se le había escapado alguna cosa ya que podría haber sido maldecido o hechizado.

 

-la verdad es que podrían haber muchas causas de muerte, sin detalles no s que pueda hacer mucho, lo único que se es que apareció en este lugar y ya -quizás aquello había sido la verdadera prueba- causas de muerte, envenenamiento o atacado por una maldición o hechizo, aunque viéndolo bien podría ser a causa de una maldición poderosa por lo que habría que preparar una poción para ello y no tengo los ingredientes aquí, más aun, habría que determinar antes que tipo de maldición es, quizás como la que existía en el anillo de los Gaunt

 

Pensó un poco en todas aquellas posibilidades, tenia zumo de mandrágora que servía para revivir si alguien había sido petrificado o había sido asesinado por algún tipo de agresión. Aquello era difícil, eran demasiadas opciones y todas podrían ser valederas.

 

El Ragnarok movió la varita y pronuncio algunas palabras, ahora solo debía esperar y ver que sucedía.

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—Ninguna —aseguró en cuanto Báleyr preguntó si tenía preguntas, sosteniendo con más fuerza la varita entre los dedos.

 

No tenía ninguna duda porque tenía una idea muy cercana de dónde se suponía que estaban. Había estado ahí, quizás en una parte menos oscura, pero ella también había quedado perdida en la nada cuando había decidido matarse junto a su hermana. Su fidelidad al bando era más grande que cualquier otra cosa, incluso cuando creía haberlo perdido todo, había preferido morir a dejar de ser una mortífaga. Y fue por ello que se había quedado encerrada ahí, en un limbo de tormento y dolor, por más tiempo del que hubiera querido. Se estremeció ante las voces, tantas voces que no se podía distinguir ninguna con claridad, y siguió al Arcano sin decir una palabra.

 

Si bien estaba acostumbrada a la magia negra y sus efectos, aún no superaba del todo su paso por el mundo de los muertos. Tenía los ojos fijos en el bastón del anciano, aferrándose en silencio a la escasa luz que emitía, a la silueta semi-iluminada del hombre y su expresión de seriedad. Si se aferraba a eso, podía seguir adelante sin impedimentos. También ayudaba el contar sus inhalaciones, recordando con cada una de ellas que seguía viva y que su misión no era unirse a los que allí habitaban. Sólo que cuando el suelo tembló bajo los dos, no pudo seguir con su tarea.

 

Estiró una mano hacia el viejo Arcano sin proponérselo y lo ayudó a mantener el equilibrio a la vez que encontraba un punto de apoyo en su espalda. En otra ocasión no lo habría tocado, por más que quisiera, pero pensó que tal vez con todo lo que estaba pasando el mago lo dejaría pasar. Tal vez. Sin embargo, no tuvo demasiado tiempo para preocuparse por lo que pudiera pensar Báleyr o si lo que había hecho era correcto o no, pues frente a ellos una cosa horrorosa se había formado y no pudo evitar sentir una repulsión inmediata por su estructura irregular.

 

La carcajada le había erizado los vellos del cuerpo y aunque no lo admitiría jamás, su lento andar le provocaba una ansiedad tan grande que de no ser por su fuerza de voluntad habría salido corriendo. Pero su orgullo era más grande que cualquier otra cosa, así que alzó la vara de cristal hacia la masa de bocas y se dispuso a atacar, hasta que vislumbró algo que no pretendía ver. Al principio pestañeó y apartó la mirada, dudando, pero sus ojos volvieron a posarse en el punto específico que había antes y lo vio con claridad, sintiendo una pequeña gota de sudor frío bajar por su nuca.

 

—Leah.

 

Su mente voló de dónde estaba, llevándola a un pequeño cuarto iluminado por la luz del sol que se adentraba por hermosas ventanas altas, filtrándose por cortinas rosa. Rosa como todo en la habitación. Ni siquiera recordaba que estaba con Báleyr en realidad. Era ella, desde una altura más baja de la que alcanzaba de pie, y la mujer delante de ella. No tenía ningún parecido con ella en lo que respecta al físico. Era una mujer regordeta de expresión amable y cabello peinado con el estílo de la época, allá en 1800, que la miraba con una ternura tal que era imposible ignorar que fueran algo. Era su madre o, al menos, eso le habían dicho en sus años de juventud.

 

—Ven a cenar, cariño —algo en su voz era incorrecto, una octava de más que vibraba al final de cada palabra.

 

Aún así, la rubia no fue capaz de detectarlo a la primera. Se quedó inmóvil, mirando a la mujer con los labios entreabiertos y los ojos, algo desorbitados, fijos en los de la mujer.

 

—Tu padre está abajo, podemos cenar todos juntos.

 

Fue ahí donde supo que algo estaba mal. No era un recuerdo, tampoco era una visión. Si esa hubiera sido su madre adoptiva, era improbable que usara semejante oración para obligarla a cenar. Pestañeó, despertando de la ilusión del principio y negó con la cabeza.

 

—Tú no eres ella —apuntó con la varita.

 

—Claro que lo soy jovencita, soy tu madre.

 

—No, no lo eres. Ella nunca lo fue. Dime quién eres.

 

—Soy tu madre, soy... —una sonrisa horrible se formó en las facciones de la supuesta mujer y la rubia, desesperada, alzó la voz.

 

—¡Dímelo!

 

Todo el entorno cambió de pronto, volviéndose menos agradable que la visión inicial. El cuarto ya no era rosa, ni bonito, ni la luz parecía filtrarse con tanta paz. Si bien era el mismo cuarto, la diferencia estaba en la luz, mucho más baja que antes y con una inquietante tonalidad naranja que, en otro atardecer, habría parecido mucho menos tétrica de no ser por las manchas rojas que inundaban las paredes. Manchas descontroladas, húmedas y muy llamativas, de un color carmesí que brillaba como si aún estuviera corriendo en las venas del cadáver en el suelo. Y de no ser porque uno de los muertos estaba de pie, todo habría sido un poco menos abrumador. Era la misma mujer pero ya no se veía gentil. Sonreía con crueldad, portando sus heridas como una brutal joyería tétrica. Pero la mortífaga no retrocedió, ni siquiera cuando una carcajada resaltó con una brusquedad exagerada los cortes que tenía en el rostro.

 

—¿Quién sería capaz de verte con tanta ternura?

 

—Dime quién eres —exigió, haciendo caso omiso de sus palabras, pero no sin sentir una pequeña pero considerable ruptura en el muro que había tardado años en construir.

 

—¡Me das asco!

 

Memoria Aeterna —gruñó, centrando algo más que su poder en el hechizo que estaba utilizando.

 

Era toda su fuerza, toda la energía que tenía en el cuerpo. Era la voluntad de no seguir viendo lo que ella misma había hecho a una edad en donde los niños solían tener pensamientos infantiles. Algo que aunque la desgastaría, la dejaría libre. Ese era el precio que debía pagar, dejar parte de su alma, por mínima que fuera, en un acto que requería tanto de sí como si se hubiera cortado un brazo. La vara de cristal brilló con intensidad y un susurro, más fuerte de lo que había escuchado antes, llegó a sus oídos.

 

—Eleina.

 

Repitió el nombre y recitó las palabras que había usado antes para doblegar el alma del viejo aprendiz de Báleyr, con los ojos cerrados y la mente en otro lado, pasando por encima de la risa histérica de la mujer. Para cuando volvió a abrir los ojos, volvía a estar en la oscuridad y el Arcano estaba a su lado. Ya no era sólo una gota de aquél sudor frío lo que bajaba por su nuca, tenía toda la espalda mojada y sentía un ligero temblor en las rodillas. Pero ya no era la misma que cinco minutos atrás, no estaba cansada, ni se cuestionó otra vez lo que tenía que hacer. Como si se hubiera convertido en un trabajo aprendido, se colocó junto a Báleyr y se dispuso a proseguir con la ardua tarea de desmembrar aquél ser, alma por alma, hasta que hubieran terminado.

 

El pago estaba hecho.

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El sonido del bastón de cristal contra el suelo los devolvió a esa luminosa dimensión donde el calor y los colores alborotaban los sentidos. El viejo, porque después de tan agotadora experiencia se sentía un viejo de cientos de años, hizo un esfuerzo por mantenerse erguido contra la pesada carga invisible que caía sobre sus hombros. El portal se cerró y ambos quedaron envueltos en una ambarina luz provenientes de las antorchas, concentrados en pensamientos antiguos, contemplando en silencio el despacho al que habían regresado indemnes. Habían pasado horas en un mundo que no era el de ellos y volvían para contarlo. Una gran hazaña para un principiante.

 

- Leah Ivashkov -su voz gruesa rompió el silencio sepulcral entre ambos - ¿Estás lista para presentarte a la prueba de la habilidad?

 

Se volvió hacia su alumna, más crecida después de pasar por aquella experiencia, había comenzado a recorrer un camino del que difícilmente existía retorno. Una vez se pagaba el precio, no había vuelta a atrás. El Arcano aguardó la respuesta sin quitar la vista de Leah ¿cuántas veces había hecho esa pregunta en su vida? Pocas veces un alumno llegaba a esa instancia, y muchos menos lograban salir airosos de la prueba final. La habilidad era una forma de vida, un compromiso que requería más que el mero interés. Requería sacrificios que no todos estaban dispuestos a hacer. Por eso Báleyr había dedicado su vida a la docencia. Siendo un mago exigente no podía dejar en las manos de cualquier nigromante aquella tarea tan delicada.

 

Al fondo estaba Hades, quien había acabado su tarea y esperaba la corrección del Arcano. Hizo un movimiento de la varita, que otra vez poseía el tamaño normal, e hizo aparecer un bezoar sobre la mesa de piedra. Estaba sorprendido, esperaba que aquel alumno hubiese abandonado la clase al ver que el Arcano no estaba en el despacho, o que lo dejaba a solas con un cadáver que no olía nada bien. La mitad huían en ese primer contacto. Pero no, él seguía pacientemente esperando. La paciencia era una virtud que valoraba mucho.

 

- Has averiguado que existe la posibilidad de que una toxina haya acabado con su vida. Si quisiéramos traer a la vida su cuerpo, no podemos hacerlo si hay rastros del veneno en el cadáver, porque se volvería a intoxicar. Para eso es el bezoar. Una vez vuelva a la vida, hará efecto.

 

El Arcano se giró y se encaminó hacia Hades, arrastrando la túnica gris por el suelo.

 

- ¿Por qué quieres estudiar Nigromancia? ¿Qué te ha traído hasta aquí? ¿Por qué mereces que te enseñe algo?

 

Posó su ojo azul y solitario en el mago que tenía en frente, como si pudiese perforar su ser y rebuscar en su memoria. Báleyr a través de los muertos había logrado reconocer en los magos vivos todos aquellos patrones que se repetían una y otra vez, sus gestos que ocultaban intenciones, las palabras que callaban, los deseos que los movían. Llevaba cientos de años enseñando y durante ese tiempo había aprendido a leer a los magos, desde los más inocentes hasta los más perturbados.

 

 

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El Ragnarok se mantuvo atento a lo que sucedía con aquel cuerpo, sabía que lo había hecho bien, había echo aquella misma operación muchas veces en San Mungo, pero solo faltaba algo, revivir a aquella persona que aun se encontraba sobre aquella mesa, claro estaba, supuso que debía tener el permiso del Arcano para realizar aquello. Cuando apareció aquel Bezoar y escucho la una voz que no conocía supo que había pasado la primera prueba de quien sabia cuantas que le pondría Báleyr para que el vampiro demostrara que era digno de aquellas enseñanzas.

 

Se movió un paso para estar más cómodo y dirigió su mirada hacia el lugar de donde había venido aquella voz. Al fin, estaba frente a frente con aquel hombre. Hizo una ligera reverencia en símbolo de respeto, era algo que había aprendido hacía mucho tiempo para mirar los ojos de aquel arcano que poco a poco se acercaba a él. Ladeo la cabeza aguardando el momento de actuar o de realizar alguna cosa, sin embargo, Báleyr no le había pedido su nombre ni nada, por lo que supuso que el Nigromante sabia ya quien era su alumno, o l menos esperaba que Elvis o Anne hubieran tenido la amabilidad de avisarle. Suspiro aun así, guardo silencio esperando órdenes o instrucciones. Quería iniciar con aquello, sin embargo, la paciencia seria de gran utilidad, ya que había cosas que no se podían hacer de buenas a primeras o apurados, eso se lo decía su instinto.

 

Escucho las preguntas del nigromante que cada vez se acercaba más a él. Pensó un poco, debía escoger quizás la respuesta correcta o la más indicada para responder aquello ya que quizás era otra prueba la cual le estaban colocando, aunque también, en verdad podría ser curiosidad de aquel hombre. En su mente aparecieron recuerdos de su antigua Grecia, las cosas que lo habían llevado hasta allí, las veces que había empezado entrenamientos y porque no, las veces que había tenido que responder aquellas mismas preguntas formuladas por otras personas.

 

-Soy un sanador del hospital de San Mungo, así que todo enseñanza sobre la vida y la muerte es útil –comenzó a responder el cainita- quiero conocer ambos mundos de todas las formas posibles, el experiencia jamás esta de mas, más aun, cuando con él puedes ayudar a alguien, salvarle o condenarle –dijo en tono tranquilo- por eso estoy aquí, esa es la razón por la cual creo merecer que me dé el conocimiento y me permita ver la clase

 

Aquellas preguntas las había respondido sinceramente, sin nada oculto, se estaba mostrando tal como era y estaba dando las razones verdaderas por las cuales había querido emprender aquel conocimiento. Aquellas palabras e parecían a las que él mismo había pronunciado antes de traicionar todo lo que una vez se había jurado, pero ahora, no iba a cometer aquellos mismos errores, había aprendido la lección, solo deseaba que sus tíos, su madre adoptiva y todos aquellos que alguna vez fueron importantes para él estuvieran orgullosos

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—¿Uhm?

 

Taciturna, la rubia enarcó una ceja a penas unos centímetros en cuanto escuchó la voz de su viejo maestro, moviendo la cabeza hacia él como si estuviera lista para hacer todo lo que él quisiera si se lo pedía. Sabía cuántos fragmentos había logrado separar de aquella masa asquerosa y sabía el momento exacto en el que había regresado a la sala que le había dado cobijo en primer lugar, donde había comenzado su camino como Nigromante. Pero lo que no sabía, era que todo el aprendizaje estaba apunto de terminar. Y tardó varios minutos en comprenderlo, porque el Arcano incluso se dirigió a Hades, quien había visto al llegar, antes de que ella diera una respuesta.

 

¿Estaba lista para la prueba?

 

Por un reflejo, más que por otra cosa, comprobó que en su mano izquierda estuviera la varita y, en la otra, el Grimorio que Báleyr le había facilitado en primer lugar. Las dos cosas habían sido útiles en el proceso. El manual y el instrumento. Sin embargo, ella no había sido tan firme como ambas cosas. Las palabras en los libros no cambiaban y su arma, siempre fiel, se mantendría como el conductor de una magia que sólo ella era capaz de aumentar o disminuir con el paso de los años. En cambio, su cuerpo podría deteriorarse cada vez más, como el metal expuesto al óxido ligado a una adicción enfermiza.

 

Apretó los labios lentamente, haciendo que pasaran de un tono rosáceo a un blanco característico de la presión ejercida por la quijada. Cuestionarse a sí mismo, después de haber hecho el pago correspondiente y las horas de sueño que había perdido, era aceptar una derrota que no le correspondía. Y delante de Báleyr, quien esperaba su respuesta con la firmeza de quien quiere recibir una afirmación, era toda una desgracia. Asintió secamente, dejando ir sus labios e ignorando el cosquilleo que generaba la sangre al volver a pintarlos, dio la respuesta que sabía tenía que decir.

 

—Sí, Arcano, estoy lista para presentar la prueba —muy diferente a lo que había representado su rostro hacía unos segundos, su voz sonó decidida como lo había estado al llegar.

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- Un sanador.

 

Repitió sin sorpresa en su voz. Como si fuera cualquier profesión.

 

- ¿Crees que la nigromancia te va a convertir en un mejor sanador? La Nigromancia no es primeros auxilios, ni enseñamos a curar enfermedades raras.

 

Se giró sobre si mismo y se dirigió a la otra sala, esperando que Hades lo siguiera. La noche se iba tornando cada vez más clara, recibiendo los rayos del sol en un tibio amanecer.

 

- Me temo que esta clase ha terminado.

 

Leah ya se había marchado y él tenía una prueba que preparar. Sin contar que le habían prohibido encerrar días y noches a sus pupilos, porque ese tipo de enseñanza era medieval y cruel. Bufó por lo bajo, contrariado. Tenía que seguir unas pautas, o al menos pretender seguirlas para no poner en riesgo la vida de sus pequeños alumnos. Con la mano señaló la salida a Hades y lo guió hasta la puerta, para asegurarse de que al fin se quedaría solo.

 

- Mañana nos vemos a media noche en el cementerio del Valle de Godric. No llegues tarde o comienzo sin ti.

 

Cerró la puerta de un golpe, dejando a Hades afuera.

 

---------------------

 

 

A las doce menos diez el anciano apareció en un callejón al lado de una vieja taberna. La capa de viaje se batía en el viento, dando latigazos en el aire mientras Báleyr caminaba hacia la calle principal, sumida en la neblina. El pueblo del Valle de Godric era pequeño y se encontraba apartado, perdido en el tiempo como testigo olvidado de la historia mágica. Pasó por la estatua dedicada a los Potter sin detenerse, caminaba con calma y con los brazos cruzados en la espalda, como si tuviera todo el tiempo del mundo para pasea a esas horas de la noche por un pueblo dormido. La noche era lo suyo, cuando no tenía que cruzarse con otros magos, cuando no tenía que saludar ni entregarse a conversaciones superfluas. Así que podría decirse que disfrutaba de ese pequeño paseo de diez minutos hasta el cementerio.

 

Entre la espesa neblina, las verja del cementerio y las lápidas difícilmente se podían ver. El Arcano se detuvo en la entrada, para esperar a su alumno. Respiró profundamente y aprovechó los últimos minutos que le quedaban para sacar su pipa y fumar.

 

- Has llegado, bien. Acompáñame.

 

Dijo con la pipa en la boca, aunque sin dificultad para vocalizar. Luego de saludar a Hades con un gesto de la cabeza, se giró y se adentró en el cementerio.

 

- Puede parecer un cliché, pero un cementerio es donde podemos realizar ritos de nigromancia con mayor facilidad. Aquí se congregan no solo los restos mortales, sino que muchas veces las almas o sus reflejos se acercan y se quedan rondando. En una espera que suele ser eterna.

 

- ¿Estás listo? Supongo que ya sabes por qué estamos aquí. Ya aprendiste una de las cosas más básicas de esta disciplina, ahora utilizaremos el cuerpo que has reparado para regresarlo a la vida.

 

Sacó la varita de entre las mangas e hizo aparecer un grimorio. él no lo iba a necesitar, pero Hades sí. Era el libro que concentraba la mayoría de los conocimientos de nigromancia, muchos de los cuales estaban prohibidos y eran completamente ilegibles.

 

- Esta es la primera vez que haremos un portal que nos lleve al otro mundo. Lo que debes saber es que no es fácil hacer uno, y que cualquier acto de nigromancia va a pedir algo a cambio, un sacrificio. Mientras más terrible y poderoso, más debes sacrificar. Por lo que debes estar seguro de querer avanzar en esto.

 

Señaló la falta de su ojo como ejemplo. Aunque era una pequeña muestra de todo lo que había tenido que sacrificar para obtener conocimiento y poder. No se arrepentía, pero no podía obligar a que otros siguieran sus pasos, menos enseñarles sin mostrar las consecuencias de ese tipo de magia.

 

 

 

 

 

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El vampiro escucho las palabras del arcano sobre su profesión y pensó muy bien en cada una de aquellas preguntas que el había formulado el hombre. Asintió, el saber jamás estaba de mas y él sabía perfectamente ya ciencia cierta que con la nigromancia no iba a prestar primeros auxilios ni a currar enfermedades ni venenos, para eso ya estaba él y lo que sabía hacer, con al nigromancia pensaba realizar otros actos, quizás mucho más peligrosos y mejores. Sin embargo, cuando estaba a punto de responderle a Báleyr este dio por finalizada la clase y después de darle algunas instrucciones al cainita le cerró la puerta a sus espaldas.

 

***************

 

Una sombra entre animal y hombre caminaba en la oscuridad rumbo al cementerio de aquel valle. Ni se inmuto al ver la estatua dedicada a los Potter, solo tenía una misión y estaba concentrado en ella. El tiempo era perfecto, el silencio que e hacia cada vez que él se movía hacía presagiar cosas terribles, el poder oscuro que emitía de aquella sombra que caminaba lentamente hacia que los animales que estuvieran por allí salieran corriendo despavoridos del lugar, además, aquella noche era perfecta, una noche en que todo podía pasar, una noche en que el mundo de los muertos y los vivos se unirían… sus dos mundos. Caos y destrucción. Llego al lugar indicado y observo al ojo a Báleyr, hizo una ligera reverencia como saludo respetuoso, el cainita estaba decidido a seguir con aquello, lo había aceptado una vez que se había inscrito, y aunque sabía que sería una clase altamente difícil y complicada iba a lograr pasarla.

 

-Listo y preparado –dijo en tono seguro ante las palabras del arcano- no voy a echarme para atrás, pase lo que pase, tengo muchas marcas ya en mi alma, así que quizás deba encontrarme con mis propios demonios –dijo sin más.

 

Observo a aquel hombre que fumaba la pipa para escuchar cada una de sus palabras, el Ragnarok no iba a perder prenda o tiempo ante aquello. No iba a perder ni una sola palabra o explicación, quizás lo haría mala la primera, pero esperaba que el hombre tuviera paciencia para mostrarle como eran en realidad las cosas. Cuando recibió el grimorio por parte del hombre había sellado definitivamente su destino. Noto el poder que salía de cada una de aquellas páginas. Era un volumen o ejemplar con muchos secretos, secretos que definitivamente podrían ser bien utilizados por manos expertas.

 

La voz de su nuevo maestro lo trajo a la realidad, sin darse cuenta había estado acariciando la tapa de aquel libro esperando el momento de usarlo, pero como dijeron una vez sus tíos y se lo repetían millones de veces, primero debía aprender a controlar el poder para luego usarlo.

 

El cainita dibujo una mueca ante la mención del portal y sobre bajar al otro mundo, sin embargo, el cainita ya había estado allí varias veces, había bajado al mismísimo infierno cuando se encontraba en Grecia, solo que esta vez lo habían de forma diferente. Aquel seria un viaje muchísimo más rápido que el que se solía hacer si estuviera en su antiguo país. Al mencionar el sacrificio hades no pudo más que seguir la mano de Báleyr para mirar lo que le estaba señalando. Aquel hombre había sacrificado su ojo para hacer algún ritual u obtener el poder necesario, la pregunta era ¿Qué debería ofrecer el cainita a cambio en alguno de aquellos rituales para lograr el cometido? No lo sabía y quizás no lo descubriría hasta que fuera realmente tarde. Suspiro y se preparo, el momento estaba por llegar, ¿enfrentaría quizás a sus demonios y pesadillas?

 

-estoy listo, por favor guíeme y dígame lo que debo hacer –comento sin más el vampiro esperando las instrucciones para realizar aquel portal. ¿Lo conjuraría con un fulgura nox o quizás aquel hombre tendría otra técnica para realizar aquello- pero antes de continuar –miro al hombre- ¿hay alguna otra cosa que debería saber antes de ir al otro mundo? –Pregunto- ¿hay algún otro detalle con respecto al cuerpo que estaba en su despacho cuando llegue?

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El viejo se volvió hacia Hades y se quitó de la boca la pipa, saboreando antes una cálida y tostada bocanada de tabaco como si tuviera todo el tiempo del mundo para contestar. Detrás de la neblina fantasmagórica, los surcos de las arrugas y las cicatrices se incrustaban con oscuras sombras en un rostro adusto e imperturbable, horadado por el paso de cientos de años.

 

- Tienes muchas cosas que saber antes de atravesar el portal, de hecho, hay muchas cosas que deberías saber antes de intentar realizar los viejos ritos. Por eso estamos aquí y por eso estás tomando la clase.

 

Se giró y se puso en marcha hasta alcanzar una lápida sin nombre, quebrada y olvidada en lo más profundo del cementerio. Se detuvo frente a ella, allí donde a maleza crecía a sus anchas. A un costado, el cadáver que había restañado Hades el día anterior yacía sobre una camilla invisible, levitando sobre la hierva cubierto por una manta de lino crudo. El Arcano hizo aparecer un cirio negro para dar algo de luz y varios frascos y osarios de marfil tallado.

 

- Los antiguos ritos son de sangre y óleos, de cenizas y menjunjes de huesos y tripas. Son cánticos de sacrificio y muerte, de control.

 

Hizo un movimiento seco con la varita e inmediatamente apareció un círculo perfecto dibujado en la lápida de piedra con una tinta hecha de llamas negras.

 

- Existen muchos mitos rodeando la Nigromancia, empañando y tergiversando su real alcance y significado. Se nos ve como adoradores de la muerte, como profetas malditos e incluso, como siervos de un dios maldito, un ángel caído. Las creencias populares han acompañado a esta disciplina, me atrevería a decir, desde sus comienzos. La muerte no se suele comprender y cualquier cosa que intente desvelar lo que hay más allá se suele prohibir.

 

- Sin embargo, no servimos a ningún otro propósito más que al conocimiento y al poder. Ha sido la constante búsqueda de respuestas la que ha moldeado esta disciplina, que apunta al desarrollo de medios para expandir nuestro conocimiento y manejo de la magia. A pesar de eso, ¡queda tanto por explicar! ¡tanto por alcanzar y comprender! Y el mundo de las sombras esconde una parte inmensa e inexplorada de nuestra propia existencia.

 

Tomó un frasco que contenía un óleo grisáceo, abrió la tapa y untó un dedo en él. El aroma que desprendía era nauseabundo, como a podrido, a muerte. Le tendió el frasco a Hades para que siguiera su ejemplo.

 

- Existen muchas formas de abrir un portal, en el Grimorio verás que casi cada cultura tiene alguna manera de generar un puente entre ambos mundos. La forma más fácil es el rito egipcio. En cambio este rito es diferente, requiere el conocimiento de una lengua extinta y la preparación de un aceite hecho en base al tejido de los moribundos. Vamos allá.

 

Cerró el ojo azul y posó el pulgar derecho con óleo sobre la frente, marcando un punto, se acuclilló, sacó una daga y se hizo un corte en el otro pulgar. Con ambos pulgares comenzó a dibujar extrañas runas sobre la piedra, rodeando el círculo mientras recitaba en un idioma prohibido un conjuro. Su sangre y el óleo se mezclaron en lo que parecía una danza infernal coreada por la dura voz del Arcano. A medida que repetía las frases, marcaba cada sílaba como si cada una escondiera una orden. La novena vez que repitió el conjuro, una nube negra cayó sobre ellos, apagando toda luz y todo sonido, dejándolos inmersos en una frío tan gélido que parecía quemar la piel.

 

Báleyr alzó la varita e hizo que creciera hasta convertirse en una poderosa vara de cristal negra, que arrojaba una tenue y fría luz sobre ellos. Más allá del círculo iluminado, las sombras acechaban como almas que vagaban en una eterna soledad y caos.

 

- "El mismo aire será una plaga para la humanidad. Y las criaturas de la noche surgirán y se alimentarán" -el viejo rompió el silencio con su voz ronca y profunda, y comenzó a caminar -. Este sitio no tiene jerarquía ni orden, está sumido en la anarquía más absoluta. Las almas corrompidas y los demonios se mueven llevados por caprichos e ideas viciosas. La muerte los mantiene atados en este sitio, más no les impone ningún orden, no hay tiempo ni espacio.

 

El aire enrarecido parecía quemar las vías respiratorias. En todo este tiempo, no lograba encontrar nada natural para los vivos en ese sitio. Mientras más tiempo pasaran ahí, más difícil sería volver. Al menos para Hades. No por la toxicidad, sino porque ese mundo ejercía un poder especial sobre los magos; los más débiles podían ser engañados por almas corrompidas, los más fuertes se verían a sí mismos como jueces y verdugos, como dioses en un mundo inestable.

 

- Ten cuidado, Hades. Como te dije, es un sitio caprichoso y las almas te intentarán alcanzar para lograr salir de aquí. O para retenerte. Como sea, se pueden presentar en diferentes formas ¿podrás saber qué es real y qué no?

 

Probablemente Hades diría que podía, así como tantos otros lo habían creído antes que él. Sin embargo, la experiencia indicaba que no todos podían salir ilesos de esa situación, encontrar un alma no era fácil, menos cuando había cuentas pendientes o se arrastraba un pasado sin resolver.

 

- Busca un alma para regresar a la vida, la que te convenza.

 

El viejo golpeó el suelo con su bastón de cristal, produciendo un ruido sordo que rompió la burbuja de luz en la que se encontraban. Ahora, Hades podría moverse con libertad.

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El vampiro se mantenía serio y concentrado, sabía que si antes había estado en la cuerda floja, aquello era realmente crucial para sus aspiraciones. Observo cada uno de los movimientos del arcano para no perder ningún detalle, esta vez se tenía que obligar en no pensar nada más que en aquello que estaba por realizar, un error y podría ser fatal ya que su alma podría ser reclamada.

 

Se concentro en cada una de las palabras del Báleyr y en su significado, sabía que el hombre le estaba dando la advertencia pero él ya había decidido continuar adelante, echarse para atrás seria una cobardía. Su apellido ya estaba manchado. Poso sus orbes en el único ojo del hombre para después ver aparecer aquel sirio negro. Una vez que sucedió aquello si el aire y el sonido habían parecido detenerse segundos antes o mientras ellos estaban allí, ahora era mucho más latente. La atmosfera una vez que los frascos y osarios comenzaron a levitar frente a ellos se enrareció. Se podía sentir el poder que se estaba concentrando en aquella tumba cerca de ellos y d aquel cadáver que él había tratado el día anterior. Aquel circulo de llamas negras había sido un gran toque, de eso no podía quejarse el vampiro, aunque sabía perfectamente que si las tocaba estaría en serios problemas.

 

Las palabras y explicaciones del nigromante entraron en la mente del vampiro y este comenzó a analizarlas, sabía que debía recordarlas una vez que él estuviera listo y ya estuviera solo para realizar aquellos ritos. Observo el gesto del nigromante y tomo aquel frasco realizando los mismos pasos que este le había mostrado, los cuales el Ragnarok supuso que debía copiar. Una vez que unto su níveo dedo con aquel oleo hizo la misma marca que Báleyr se había hecho y espero a ver que mas debía hacer. Se arrodillo y saco la daga que llevaba siempre en su cintura, esta vez no había invocado la daga del sacrificio para aquello, prefirió usar su propia daga de plata, aquella que tanta sangre había visto derramarse para aquel rito. Hizo el corte en el dedo e intento seguir los pasos del hombre, observaba cada runa que dibujaba e intentaba seguir el paso con respecto al cantico, pero sabía que aun le faltaba mucho para aquello, aun así intento seguir el ritmo y no perder detalles de aquel acto nigromántico.

 

No se sorprendió al ver aquel humo negro aparecer y cubrirlo todo, aquella especie de llamada a lo no mortal, por sus pulmones muertos el aire enrarecido comenzó a pasar, de haber estado “vivo” o de necesitar el vital gas de seguro que estaría mal gracias a los efectos de aquello, pero al ser vampiro no necesitaba respirar por lo que seguramente el rito nigromántico el seria un poco más fácil, claro estaba, a menso que fuera necesario que inhalara aquello. De ser así seguro el arcano se lo diría.

 

-estoy listo, la verdad hace mucho tiempo baje al mismísimo inframundo y volví, estuve perdido en laberintos muy peligrosos donde cualquiera podría perder la cordura y ser torturado por las sombras invocadas de los demonios oscuros –comenzó a decir recordando aquello de su antigua Grecia- también creo que tengo prohibido ir al mundo de los espíritus y para ser sincero, hace mucho fui engañado y torturado por una ilusión hasta que fui rescatado, así que si me pregunta que si podría saber que es real o no, creo que lo descubriremos una vez que estemos allí –lo miro al único ojo bueno- conozco los riesgos y no daré un paso atrás, será mi responsabilidad pase lo que pase –dijo en tono seguro.

 

Escuchó aquella última palabra del hombre y asintió, debía buscar, entre todas aquellas almas la indicada para aquel cuerpo, seguramente tendría que intentar encontrar su esencia, aquello que le diera a entender que clara y sencillamente era lo que buscaba y a quien le pertenecía en realidad aquel cadáver. Suspiro era lo primero obviamente, lo segundo era claramente ver si tenía cosas que resolver, de ser así seguro querrías volver a vivir ¿ o no?

 

No espero mas, una vez que recibió aquel asentimiento y supo que podía moverse lo hizo. Tenía que trabajar y cumplir con al tarea encomendada. Sin más, cruzo aquel portal.

 

***************

 

El Ragnarok abrió los ojos una vez que había cruzado el portal. Guardo silencio y se movió de manera lenta, sabía que estaba en un sitio donde cualquier error lo podría pagar, los muertos, aquellas almas no olvidaban, y él, lo sabía perfectamente porque lo había vivido en carne propia. El había causado dolor a una joven alma hacia muchísimo tiempo y gracias a ello, aquella persona había vuelto mucho tiempo después convertida en un alma que le odiaba, más aun, en un ser terrible y vengativo. Suspiro, debía recordar que la mismísima discorda también le odiaba.

 

Se movió con mucho cuidado, aquel lugar era quizás igual y muy diferente a la vez a aquel donde había estado tiempo atrás. Una vez allí observo aquellos fragmentos grisáceos, opacos y algo transparentes caminando de un lugar a otro o acercándose a él. Al menso no había aparecido en los campos de castigo del inframundo.

 

-Bien –susurro para sí mismo- encontrar el alma que busco no será nada fácil de haber una forma de invocarla Baleyr me la hubiera dicho ¿cierto?

Editado por Hades Ragnarok

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