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Nigromancia


Báleyr
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- Estoy listo, la verdad hace mucho tiempo baje al mismísimo inframundo y volví, estuve perdido en laberintos muy peligrosos donde cualquiera podría perder la cordura y ser torturado por las sombras invocadas de los demonios oscuros, también creo que tengo prohibido ir al mundo de los espíritus y para ser sincero, hace mucho fui engañado y torturado por una ilusión hasta que fui rescatado, así que si me pregunta que si podría saber que es real o no, creo que lo descubriremos una vez que estemos allí, conozco los riesgos y no daré un paso atrás, será mi responsabilidad pase lo que pase –dijo Hades en tono seguro.

 

El Arcano, aparentemente inmutable en su seriedad, enarcó una ceja y sonrió con una mueca torcida, fría y espantosa. No era un hombre hecho para reír, menos para dar palmaditas en la espalda.

 

- Enhorabuena, todo un portento de la magia. Y a mí que me cuesta a veces hasta regresar del retrete cuando está muy oscuro.

 

Báleyr se removió entre su capa y comenzó a avanzar entre la espesa oscuridad que los rodeaba, apoyando sus cientos de años sobre el bastón de cristal que los guiaba con una tibia y rojiza luz. Toda aquella parafernalia no era tan necesaria ¿debían ir en busca de almas perdidas a un mundo extraño y venenoso como aquel? No, claro que no era necesario, sin embargo, ese paseo tóxico y nauseabundo no era más que una pequeña prueba de habilidad, de fuerza y de sentido común. Algo de lo que carecían muchos de sus alumnos y casi todos los magos. Creían conocer los secretos de aquella magia prohibida y peligrosa como el más diestro de los Nigromantes, hacían pasar pequeñas e insignificantes victorias sobre cualquier magia oscura como una demostración de sus capacidades. Y no eran más que insensatos jugando con algo complejo completamente alejado de su comprensión.

 

- Cuando dejes de alardear sobre tus peripecias con espíritus, tal vez puedas centrarte para encontrar un alma, la chispa de vida y memoria que le daremos a esa cáscara vacía que nos espera en el cementerio. Aunque si tienes prohibida la entrada a este mundo, igual te metes en un problema...

 

El tuerto golpeaba su vara de cristal contra el suelo pero ningún sonido se producía, el silencio era sepulcral. A pesar de eso, el viejo sentía mil ojos observando cada uno de sus movimientos, no estaban solos. Se había acostumbrado a esa sensación de estar bajo una permanente vigilancia, de nunca estar solo, ni en el mundo de los vivos. Otro paso y otro golpe ahogado. De pronto, una risita casi como un chillido explotó a lo lejos.

 

- Y son los espíritus los que nos encuentran.

 

El viejo se detuvo esperando a que su alumno tomara la iniciativa.

 

 

 

 

 

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Mantuvo sus orbes fijos en un punto lejano, miraba de a ratos con el rabillo del ojo a aquellas almas que se le acercaban quizás para pedirle ayuda o simplemente aquellas que querían que se quedara allí como algún tipo de sacrificio. Escucho las palabras del maestro arcano y dibujo una mueca. Guardo silencio y no dijo nada ante todo lo demás que vino después. Estaba claro que aquel arcano era muy diferente a los demás, a quienes conocía y a quienes en algún momento lo rodearon. Sin embargo, lo que deseaba era su aprobación con respecto a la nigromancia, lo demás se vería después. Se sentía un poco perdido, aunque habían muchos detalles, capaz no había obtenido aun la información que necesitaba, aquello era mucho mas difícil.

 

El cainita asintió ante aquellas últimas palabras de Báleyr, cerró los ojos y comenzó a murmurar dejando que aquellas ánimas se acercaran mucho más a él. Además, aquella sensación de que lo estuvieran vigilando que muchas veces tenia, era mucho mayor en aquel lugar, claro estaba, no sabía porque se sorprendía.

 

- Satia te sanguine, quem sitisti –comenzó a decir- Gutta Cava Lapidem –siguió recitando- Nemo Mortalium Omnibus Horis Sapit –finalizo dando unos cuantos pasos adentrándose más en aquel lugar seguro de que lo que estaba buscando o más bien quien lo estaba buscando a él aparecería en algún momento.

 

Luego de aquello abrió los ojos y sonrió. Respiro profundamente dejando que la peste y el efluvio de muerte pasaran por sus pulmones ya muertos. Si aquellas palabras, aquella especie de mantra le habían ayudado, aun tenia más bajo la maga pero si era necesario lo usaría después.

 

Movió sus níveos dedos, mantenía el grimorio en su mano, lo abrió y lo ojeo un poco buscando palabras correctas o algo que pudiera ayudarle si era necesario. Podía sentir el poder de aquel libro, hasta el punto que mientras lo ojeaba observo una sombra pasar rápidamente por su vista periférica. Aquella era una técnica rara que jamás o rara vez usaba, aun así sospechaba que lo que había realizado era lo correcto. Levanto la vista y observo a él nigromante.

 

-Creo que nos están esperando –dijo observando a una figura flotando a algunos metros de ellos quien lo observaba directamente a los ojos mientras el vampiro le señalaba, aunque de ser así seguro Báleyr lo había visto o reconocido mucho antes.

 

Dio un par de pasos hasta acercarse mucho mas a aquel espíritu, podía sentir como el ambiente tranquilo se iba agitando, el frio se hacía cada vez más gélido y aquel silencio era ahora un mar de susurros que intentaban penetrar a la mente del vampiro. Siguió adelante sin prestar atención a lo demás, sabía que si lo hacia se podría perder o caer bajo la influencia de las miles de almas que deseaban ayuda o sencillamente le maldecían. Por primera vez desde que había estado en metamorfomagia el cainita se obligaba a mantener una concentración incorruptible.

 

-Eres tú a quien he venido a buscar –dijo con seguridad- ven conmigo por favor, aun no es tu momento

 

@Báleyr

Editado por Hades Ragnarok

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  • 3 semanas más tarde...

Examinó la oscuridad que los rodeaba con aquel ojo pequeño y brillante. Como si el azul frío de su pupila fuera capaz de cortar y traspasar las sombras para desvelar lo que se escondía detrás de se manto de miedo y caos. Con todo su poder y con todos los años todavía le quedaba algún otro truco que aprender ¿Cuánta vida necesitaría? Había tomado prestado más años de los que un mortal poseía, se había apoderado de otras vidas para alargar la suya y así conseguir un conocimiento mayor. A su lado, Hades había tomado la iniciativa y había comenzado a adentrarse en el mundo de los muertes. Ese sitio en el que iban a parar almas malditas, medias vidas y destellos de lo que alguna vez fuese un mago, un hombre o una mujer.

 

El viejo se enderezó dejando caer el peso de su cuerpo cansado sobre el bastón, que continuaba resplandeciendo en medio de tanta oscuridad. Siguió con la vista a su alumno, mientras atraía un alma hacia sí. ¿Que pasaría cuando le dijera que no había cuerpo al que regresar ese pobre eco de una vida? Llegaría el momento de ver su reacción, ahora, tenían que salir de ahí.

 

- Nos vamos.

 

Un último repaso y golpeó el suelo con el bastón. El sonido sordo del golpe rompió en mil pedazos la oscuridad que los rodeaba, dejando entrar una claridad cegadora. Pronto, los colores volvieron a teñir el entorno, definiendo de a poco muebles, paredes y estanterías. El Arcano inspiró con fuerza como si saliera a la superficie luego de pasar demasiado tiempo bajo el agua. Así se sentía, algo atontado y pesado, como si recuperara el adecuado funcionamiento de su cuerpo. Lo había hecho mil veces y de mil formas distintas, aún así no había logrado acostumbrarse del todo al cambio.

 

- Tengo malas noticias. O tal vez sean buenas. Los retos nos obligan a ser creativos.

 

Alzó el brazo y le indicó un gran caldero en medio de la habitación. No había rastro del cuerpo que con anterioridad había reparado Hades. Solo un gran caldero y una estantería llena de frascos con órganos y trozos de carne flotando en diferentes líquidos. El Arcano hizo el amago de una sonrisa, pero los labios se torcieron en un gesto extraño sobre la piel arrugada. Se giró y atravesó la habitación, haciendo que bastón pasara a ser una simple varita entre sus largos dedos grisáseos.

 

- La parte más fácil de la nigromancia es traer a la vida a alguien cuando tenemos un cuerpo. No es un gran reto, lo podría hacer cualquier mago con algunos conocimientos avanzados sobre magia oscura y algo de suerte. Tal vez esa vida no sea capaz de sobrevivir más que un par de horas. Ese ya es otro tema. Pero ¿Qué pasa cuando solo quedan restos? ¿Cuando no queda nada? Puede un alma, por decirlo de alguna manera -Báleyr seguía encontrando difícil definir la entidad como alma-. ¿Puede ocupar otro cuerpo? ¿Podemos reconstruir un cuerpo desde los despojos de otros cuerpos con algo de magia oscura?

 

Ahora avanzaban en un terreno incierto y peligroso.

 

- Se puede, se ha hecho antes y no por alguien especialmente diestro en el arte de la nigromancia. Aunque fue guiado por alguien mucho más hábil. Lord Voldemort regresó gracias a un antiguo rito, reconstruyó un cuerpo desde las cenizas, los restos y los huesos de sus antepasados. Por lo que eso nos demuestra que es algo que se ha realizado. El trozo de un alma volviendo a ocupar un cuerpo físico creado mediante magia.

 

Cualquiera que lo escuchara se llevaría las manos a la cabeza. Esperaba que Hades no fuera de esos ¿Qué dirían los directores o las autoridades inglesas? El Arcano se remangó y se anudó la barba al cinto sin preocuparse por aquellas nimiedades. No traerían a Voldemort de regreso ni a otro mago oscuro. Solo era aprendizaje. O eso esperaba. Se acercó a los frascos y comenzó a sacar algunos.

 

- Hueso, sangre y carne. ¿Estás dispuesto para el sacrificio?

 

Dio media vuelta y encaró a Hades con una daga en una mano, y un frasco de porcelana en el otro. Tenía los huesos y la carne, le faltaba la sangre. Abrió el frasco y los restos de unos huesos cayeron al fondo, resonando como si se trataran de canicas. Abrió otro frasco y sacó lo que parecía un pie remojado y arrugado y lo arrojó al caldero. Era el turno de Hades.

 

Todavía no sabía qué alma había atraído al mundo.

 

@@Hades Ragnarok

 

 

 

 

 

 

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Sostuvo la mano en el aire, aguardando unos segundos antes de entrar. Lo había imaginado tantas veces que le costaba creer que al fin hubiese alcanzado esa puerta. Si lograba convertirse en Nigromante, entonces, todo ese largo recorrido desde su adolescencia hasta ahora cobraría sentido. O más bien, tendría un propósito. No se había dedicado al aprendizaje de tantas ramas y conocimientos si no hubiese querido averiguar, desde pequeña, los secretos de la muerte. Si algo en la vida le apasionaba era justamente eso: los misterios de la vida y el poder controlar aquellos aspectos que la ordenaban. Respiró profundamente apartando ese nerviosismo que comenzaba a apoderarse de su estómago.

 

Entró invadida por el entusiasmo aunque algo preocupada por conocer al Arcano que le impartiría clases. ¿Iba a aceptarla como alumna? En sus viajes había conocido a muchos magos y brujas poderosos celosos de sus conocimientos que solo compartían el saber con aquellos a quienes consideraban aptos e incluso, sus iguales. Había cierto honor en convertirse en un aprendiz de hechiceros tan hábiles, por eso mismo, no era algo fácil de conseguir. Por mucho que estuvieran en Inglaterra y pagar la clase ya la hiciera merecedora de entrar en la mazmorra del Arcano, eso no le aseguraba ser vista como pupila o aprendiz a los ojos del Nigromante.

 

La mazmorra era todo lo que Beltis esperaba. Oscura, abovedada y plagada de objetos de dudosa procedencia, con sus estanterías llenas de libros y frascos con restos de órganos. Avanzó decidida hasta encontrarse en medio, siguiendo el ruido que provenía de una de las alas. Se aclaró la garganta mirando a la figura envuelta en una túnica gris, frente a un gran caldero de hierro negro.

 

- Buenas noches, soy la nueva alumna. Beltis Malfoy.

 

Cuando cerró la boca una oleada de vergüenza y estupidez invadió su cuerpo. Pocas veces se había sentido tan vulnerable y ridícula como en esa situación. De pie en medio de la mazmorra esperando a que un Arcano posara sus ojos en ella solo por decir su nombre, como si eso fuese algo importante. Por lo general, era ella la que estaba constantemente evaluando a los demás, juzgando cada mínima palabra como si necesitaran demostrar algo. Porque eso era lo que realmente valoraba. No la suerte o la fuerza en un duelo, sino la astucia, la inteligencia, la sabiduría.

 

Ahora, era ella la que esperaba como una chiquilla a que un viejo decidiera si era lo suficientemente buena como para estar ahí. Con toda su fuerza de voluntad, se obligó a mantener la compostura y a no dibujar en su rostro la desesperación que comenzaba a embargarla.

Editado por Beltis

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El vampiro camino lentamente sin perder de vista a aquella “alma” que había ido a buscar. Sabía que los otros espíritus lo vigilaban, lo llamaban para que se quedara y hasta podrían tentar a aquella anima para que no siguiera adelante y se quedara con ellos, aun así ambos siguieron su camino intentando bloquear todas aquellas palabras que los destellos de almas les decían. Cuanto llego a una distancia prudencial del Arcano pudo escuchar (y aunque no hubiera sido así por tanto ruido, reclamo, maldiciones y demás, a causa de las almas que le rodeaban) y leerle los labios como este le informaba que había llegado al hora de irse de allí.

 

Sin más asintió ante aquello esperando que Báleyr le informara la mejor forma de salir de allí y cuando hizo aquel movimiento no se lo esperó. Fue como si una gran explosión recorriera cada una de sus células y todo volviera a la vida, se podría decir que en la tierra de los muertos todo estaba en blanco y negro, ahora todo era a color, aunque de por si él debería estar acostumbrado a aquello parecía que aquel nuevo cambio o conocimiento le traía algo más que hasta el momento no había podido notar.

 

Recorrió el lugar en un radio de 360 grados y no estaban en el cementerio donde había iniciado aquello, ahora se habían desplazado hasta el despacho y laboratorio del Arcano. Negó con la cabeza, cualquiera diría que habían hecho un “viaje sombra”. Poso sus orbes negros como el abismo que habían dejado atrás en el viejo maestro y espero sus instrucciones, habían traído el alma, ahora debía introducirla en aquel cuerpo en el que había estado trabajando, solo que las noticias del Arcano no eran para nada alentadoras, más bien echaban para el piso todos los planes que había tenido. Bufo y maldijo para sí mismo, pero aquello era nigromancia, un arte que no todos podían manejar aunque lo intentaran. Así que asintió ante lo último que menciono.

 

-entonces seamos creativos –dijo seguro de aquello.

 

Siguió con la vista a Báleyr mientras se movía, estudiaba cada uno de sus movimientos hasta que reparó en algo que nos e había dado cuenta, aquel caldero. Confirmo sus sospechas sobre aquel artefacto una vez que el viejo maestro termino de hablar. Harían el mismo ritual o usarían la misma magia que había traído a la vida al mismísimo señor tenebroso. Dibujo una mueca, aquello seria realmente interesante.

 

-lo estoy, estoy dispuesto al sacrificio y a finalizar todo esto que he empezado –comento seguro de sí mismo tomando aquella daga que Báleyr le estaba proporcionando.

 

Observo a aquel destello de alma que lo estaba mirando todo con atención. No lo pensó mas y lo hizo de una vez, un corte limpio y lo suficientemente profundo como para que un chorrillo de sangre callera en aquel liquido que estaba ya hirviendo en el caldero. Su nívea faz estaba tranquila, ni siquiera hizo ningún gesto ante aquello, estaba concentrado en lo que había hecho. Luego de aquello pensó en aquello que había aprendido en los libros y conjuro una curación con el talismán que llevaba puesto, lo cual hizo que aquella herida se errara y cicatrizara sin ningún problema, mas bien, ni siquiera parecía como que se hubiera cortado.

 

-Hueso, sangre y carne –susurro una vez que dio un par de pasos a atrás y espero a que aquello hiciera efecto.

 

Una voz lejana llego a los oídos del vampiro, una voz que el pareció reconocer, solo que este decidió ignorarla aunque no pudo evitar mover la cabeza unos centímetros casi imperceptibles para mirar con el rabillo del ojo, aunque su atención estaba más que nada en aquel caldero y aquello que podría salir de él de un momento a otro, ya que, era cierto que estaba trayendo in cuerpo a la vida mágicamente, pero no sabía exactamente de quien se trataba ya que el arcano no le había dado aquella información.

 

Recordó todo lo sucedido desde que entro hasta aquel punto y sospechaba que aun quedaba mucho camino por recorrer y aprender, si, ya le habían otorgado su grimorio, pero eso no quería decir que lo supiera todo o que por un error podría condenar al mundo e ir a parar al mismísimo inframundo.

 

@Báleyr

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Antes de conseguir la sangre de Hades para poder realizar el ritual, una mujer irrumpió en la mazmorra. Báleyr mantuvo la mirada fija en Hades a la espera del siguiente paso, sin hacer caso de la bruja que esperaba a escasos metros de ellos. Le tendió la daga y comenzó a recitar un conjuro mientras su pupilo dejaba caer la sangre en el caldero para forjar un nuevo cuerpo que albergara el ser que debían revivir.

 

La voz ronca del Arcano inundó la habitación con un cántico antiguo y poderoso que hizo que del caldero comenzaran a salir unos humos oscuros que caían pesadamente sobre el suelo de piedra para expandirse por toda la habitación, por todos los rincones. La temperatura cayó y junto con ella, la luz que emanaba de las velas desapareció, como apagada por una ráfaga de viento imperceptible. Desde el fondo, entre los vapores, una masa de carne gris apareció. Llena de furúnculos, de abscesos y llagas purulentas y sangrantes, pero sin una forma definida. Nada en ella parecía humano.

 

El tuerto, como solían llamarle, alzó la voz y la masa de carne comenzó a crecer a medida que las palabras salían de su boca, elevándose entre el humo para salir del caldero. Un grito desesperante salió de algo que parecía una boca, pero eso no evitó que el Arcano siguiera con el ritual. El cuerpo, cada vez más definido se retorcía en el dolor ante los ojos de Hades.

 

Hades podría reconocerlo, una figura de su pasado comenzaba a materializarse con cada vez mayor claridad ante él ¿recordaría su nombre? Ahora le tocaba a Hades terminar con el conjuro, o de aquella masa de carne no saldría nada con vida.

 

El Arcano giró el rostro para encarar a la bruja que llevaba varios minutos esperando. Avanzó hacia ella con la varita aún entre los dedos.

 

- Malfoy.

 

Otros Malfoy habían pasado por esa mazmorra.

 

- Bien, comencemos. En la habitación contigua vas a encontrar un cadáver, lo primero que tenes que hacer es encontrar las causas de su muerte. Después, tendrás que intentar reparar sus heridas. Para finalizar, tendrás que quitar con sumo cuidado sus órganos y ponerlos en frascos.

 

Le señaló la sala con la mano, donde una mesa de piedra le esperaba con un cadáver. Se volvió sin perder más tiempo con su nueva alumna para poder dedicarse a Hades, quien estaba en medio de un acto importante.

 

Si todo salía bien, en unos minutos tendrían una criatura traída por ellos a la vida desde las cenizas.

 

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@Beltis

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El Ragnarok siguió todos los procedimientos, estaba seguro de que aquello debería estar saliendo bien, una vez que el Arcano comenzó con aquel ritual y él había continuado con el mismo. El cainita había cerrado los ojos concentrado mientras procedía a colocar aquel ingrediente en la poción que Báleyr había preparado. Al abrir los ojos pudo notar aquella extraña oscuridad que obviamente no era nada natural, aquellas velas si nos e habían apagado su llama era demasiado tenue como para hacer algún tipo de efecto. Supuso que la temperatura había bajado, por su condición vampírica no era que pudiera saber mucho de ello, aun así, podía reconocer lo que estaba sucediendo en el ambiente.

 

Observo el caldero y como una masa deforme comenzaba a levantarse entre todos aquellos vapores, poco a poco fue tomando forma, aquel proceso era lento pero podía ver como cada parte del cuerpo iba formándose, El espectáculo para quien no estuviera preparado quizás hubiera sido algo grotesco, aun así el cainita no quito su mirada de lo que sucedía y de vez en cuando miraba rápidamente al tuerto esperando alguna reacción de él o alguna orden que quisiera darle.

 

Escucho cada una de las palabras del rito para que unos segundos después penetrara por sus oídos un grito realmente desgarrador que rompió el silencio de aquel ritual, aquel grito no supo si era animal o humano, pero había salido de aquella estructura que se estaba terminando de formar. Termino el conjuro y sintió un extraño escalofrió, algo que generalmente no podía sentir mientras el cuerpo terminaba de formarse. Dio un paso atrás al observar y reconocer a la persona que estaba terminando de emerger de la poción, alguien que había muerto hacía mucho tiempo. Negó con la cabeza. Había perdido toda comunicación con esa persona, con el mundo que le rodeaba a ambos.

 

-¿Cómo es que esta aquí? –Susurro para luego observar a Báleyr- ¿Qué es esto?

 

@Báleyr

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  • 2 semanas más tarde...

- Malfoy

 

Inmediatamente, la bruja apartó los ojos de la figura deforme y repugnante que salía del caldero ante la voz del Arcano, ronca y firme. Parpadeó un par de veces y se irguió presta a seguir al viejo nigromante, en silencio y sin dejar que la emoción del momento la hicieran parecer una chiquilla demasiado extasiada con la idea de aprender los viejos rituales, revivir muertos o lanzarse a través de portales hasta el mundo de las sombras. En cambio, adoptó una actitud tranquila, como si todo aquello no le pareciera en lo más mínimo interesante.

 

Mientras seguía al Arcano, imaginaba el sin fin de cosas que podría aprender con él. Había sentido debilidad por la nigromancia desde pequeña, desde que se encontró de frente con el misterio de la muerte al ver a tantos fallecer, con tanta facilidad. Con tanta naturalidad. Desde entonces había cobijado la duda de la existencia y se hizo las mismas preguntas que la gran mayoría de personas, pero no encontró respuesta en los dioses ni en los mitos. No la convencieron las religiones ni los cuentos para dormir, las leyendas ni las fábulas, porque al final la muerte era natural, un tipo de magia en sí misma. Un fin, un cambio y un camino a la vez. ¿Acaso al fin iba a aprender a dominar algunos de sus secretos? ¿Aprendería a caminar en el mundo de los muertos como un ser de orden?

 

Las velas se encendieron en cuanto el Arcano puso un pie dentro de la estancia, revelando una mesa de piedra labrada que sostenía un cadáver cubierto con una sábana de lino. Beltis se detuvo y escuchó atentamente a Báleyr. A medida que él hablaba, la ilusión de la bruja iba despareciendo. No iba a revivir a nadie ni iba a caminar en el mundo de los muertos como una poderosa bruja. Solo tenía que meter las manos en un cadáver apestoso.

 

- Como ordene

 

Se limitó a decir con una pequeña mueca de disgusto en los labios. No esperaba comenzar de esa forma, pero tampoco le parecía tan extraño. Después de todo, tenía mucho que ver. Se remangó y cruzó con decisión la habitación, recordando algunas de las cosas que había estado aprendiendo en las clases de Primeros Auxilios, aunque todavía le faltaba mucho por saber sobre curaciones. Hizo aparecer unas gafas con montura de plata, se puso unos guantes y levantó la sábana reprimiendo una arcada.

 

Frente a ella, el cuerpo de un hombre de avanzada edad se estaba, literalmente, pudriendo. La piel arrugada, pegada a los huesos y ennegrecida todavía conservaba restos de tierra del cementerio. Tenía diversos bultos verdosos, rígidos al tacto, pero se apreciaba sin dificultad que contenían materia orgánica en descomposición. Contaba a simple vista al menos cuatro laceraciones profundas y secas en el torso. No se habían alcanzado a cicatrizar, así que habían sido hechas justo antes de morir ¿Habrían sido la causa de la muerte? Muy pronto para decirlo.

 

Continuó con el examen, ahora quitando la sábana completamente. Deslizó la vista hasta el fémur derecho que parecía diferente al izquierdo. Se veía una inflamación que no había alcanzado a bajar, la sangre se había coagulado donde se había hecho una fractura expuesta. Acercó los dedos a la zona para comprobar. Efectivamente, tenía el hueso roto en dos partes y varias astillas clavadas en la carne producto de la violencia con la que se había hecho la fractura.

 

Con tanta información, hizo aparecer un pergamino y se puso a escribir.

 

"Hombre, de unos setenta años. Laceraciones en el pecho, fractura expuesta en el fémur derecho. Síntomas de un duelo o una caída."

 

Prosiguió examinando. A simple vista no tenía nada más, así que tendría que bien, o comenzar a cortar, o darlo vuelta. Con ayuda de su magia, giró el cuerpo pero vio que tampoco había nada llamativo en la espalda. Así que tendría que cortar.

 

Bufó por lo bajo, más acostumbrada al fétido olor que desprendía. ¿Cómo iban a revivir a ese viejo, si su cuerpo estaba en tan mal estado? Volvió a acercarse al pecho, casi pegando la nariz a las heridas secas porque vio algo extraño en una de ellas. Una diminuta marca en medio de una de las llagas, negra y rodeada de capilares y venas ennegrecidas que apenas se distinguían por la sangre seca que las cubría. Con un paño limpió la herida hasta que pudo ver con claridad que había sido utilizada para envenenar al anciano. Seguramente su muerte se produjera por varias razones, sin embargo el veneno era la más importante.

 

Inmediatamente revisó su boca y no vio restos del antídoto, así que anotó:

 

"Envenenado a través de las llagas. No se llegó a curar"

 

Dejó a un lado el pergamino y se dispuso a cortar el pecho del hombre. Con suma delicadeza, fue quitando los órganos y los fue dejando en los frascos ya preparados con un líquido ambarino. Tenía mucho cuidado al sacarlos, no cortaba más de lo debido, tratando de no generar mayor daño. Limpió aquellos órganos que habían sido envenenados y siguió una de sus corazonadas, los puso junto a pequeñas piedras de bezoar. Tenía corazón, pulmones, hígado, páncreas, riñones, estómago. Dejó los pulmones y los intestinos porque no había frascos lo suficientemente grandes para ellos. Limpio el interior, quitó los coágulos y cerró.

 

Se enjugó el sudor con un paño de lino limpio y siguió. Limpió el cadáver, quitó la sangre y la tierra, los jirones de tela y todo aquello que no fuera parte del cuerpo. Reparó el hueso lo mejor que pudo, lo entablilló luego de acabar con la materia podrida que se alojaba en la herida, al igual que se deshizo de los bultos que sobresalían por todas partes. Finalmente, cosió las laceraciones y puso un trozo de bezoar en la boca.

 

Observó su trabajo después de que le llevara horas sin descansar y sin saber del Arcano. Cubrió el cuerpo con la sábana y se fue a sentar en una esquina, junto a un candelabro para terminar con sus anotaciones.

 

 

 

 

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Después de dejar a su nueva alumna perdiendo el tiempo con el cadáver, Báleyr fue a comprobar los avances de Hades. Guardó la varita y caminó arrastrando la túnica por el suelo de piedra con las manos cruzadas ocultas en las mangas. A simple vista, no parecía un mago de quinientos largos años.

 

-¿Cómo es que esta aquí? ¿Qué es esto?

 

- Creo que sabes mejor que yo la respuesta -el Arcano hizo un amago de sonrisa- Tú mismo le dijiste que no era su momento. ¿Por qué habrá sido tan fácil convencer a esa alma? ¿Qué ocurre que no puede marcharse? ¿Qué es tan fuerte como para hacer que soporte el dolor de este ritual? Porque si no lo sabes, para volver a la vida mediante este rito tan terrible es necesario no solo los ingredientes que te señalé, hace falta algo más. Algo muy importante. Voluntad. No solo del nigromante, sino de la vida que vas a traer de regreso. De otra forma, si no tuviera esa fuerza, que puede ser un deseo o una misión de gran importancia, venganza, odio, cualquier cosa que dé un poderoso sentido a su regreso, no sería capaz de soportar el dolor que implica volver a nacer de la nada.

 

Báleyr se acercó a la figura semi humana mientras los últimos detalles se iban formando. Los pies descalzos descansaban sobre el frío suelo de piedra, mientras que el pecho subía y bajaba de forma agitada con cada respiración. De su boca salían débiles gemidos a la vez que tiritaba. Sacó la varita y cubrió su cuerpo desnudo con una manta de lana negra.

 

- Hades, tu has hecho esto -le indicó al cuerpo que había cobrado vida-. Ahora deberás hacerte responsable. Un Nigromante conduce la muerte, pero tiene en mente un propósito, un orden ¿Qué harás? ¿Vas a utilizarlo con algún fin? ¿Serás capaz de soportar lo que sea que lo ha traído de regreso? ¿Le ayudarás para que resuelva sus asuntos? ¿O lo enviarás otra vez a la muerte?

 

Se fue alejando del cuerpo recién vestido y se acercó a Hades, quien seguía perplejo ante la figura, reconociendo en sus detalles la identidad que se le había ocultado durante tanto tiempo. El Arcano posó su ojo azul en su alumno, evaluando cada gesto.

 

- Acaba aquí y podré decidir si eres apto para presentarte a la prueba de Nigromancia.

 

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Negó con la cabeza y dio un paso atrás, ¿aquello era una broma macabra? Apretó los dientes y pudo sentir sus filosos y ponzoñosos colmillos vampiritos hacerle una herida en los labios. Saboreo su ponzoña mientras dejaba pasar el vital gas para algunos por sus pulmones inertes. Observó al único ojo del arcano mientras procesaba aquella información. Apretó los puños con fuerza y pensó unos segundos mientras Báleyr vestía a aquella figura y le daba aquel mensaje al cainita.

 

-Deberé hacer lo que tenga que hacer, ayudarle a resolver sus asuntos y luego sea lo que tenga que ser –comento el cainita- aunque sospecho que su asunto sin resolver soy yo o eso me lo confirmara de cualquier momento a otro –dijo en vampiro serio.

 

Se acerco a aquella figura y se poso delante de ella. Sus orbes se encontraron, el vampiro no dibujo ni siquiera usa sonrisa. ¿Cuánto tiempo había pasado?, ¿Cuántas lunas o vidas habían transcurrido desde la última vez que estuvieron frente a frente?, parecía sacada de su propio inferno o desde un cielo que no había llegado a alcanzar nunca. Aun podía sentir aquella herida desgarrando su alma. Bajo los ojos para levantarlos de nuevo, esta vez, sus orbes negros como el abismo eran marrones.

 

El Raganrok había usado su habilidad metamorfomaga para realizar aquel cambio, cambio su cabello, su rostro. Justo, en aquel momento aquella figura pareció entender y darse cuenta de quien se trataba en realidad aquella persona. La mirada triste de esta hizo mella en el corazón frio de Hades y en la gelidez del vampiro. Dibujo una mueca y le tendió la mano. El contacto era muy suave, tal como lo recordaba.

 

-No sé qué haces aquí –dijo Hades- no sé porque me seguiste, quizás querías ver si había continuado con mi vida, si había cumplido la promesa de seguir adelante, después de tanto tiempo, me convertiste en tu asunto sin resolver –suspiro el vampiro observándola- cuando estuviste aquí no pude protegerte como debía, siempre estuve a tu lado, pero no pude hacerlo, además –la observó con una mirada acusadora- tu et debatías entre otra persona y yo, aunque siempre me recordaste en todos esos momentos de no lucidez, sabia como calmarte y como hacerte sentir bien, era el único que lo lograba –dibujo una mueca de sonrisa mientras daban algunos pasos- aun así permitiste que te alejaran de mi

 

El vampiro suspiro, aquello ultimo no era del todo cierto, aquella figura, aquella persona que se encontraba a su lado hacia mucho que a veces estaba bien y a veces no, mas eran sus temporadas malas que las buenas, aun así la otra persona que habían estado con ella la protegían de igual manera, aun así, el cainita hubiera preferido que algunos se fueran de allí, sin embargo, los últimos momentos de aquella figura habían sido buenos y felices, aunque él hubiera estado lejos.

 

-Lo siento, no debí decirte eso, aunque jamás hubo mentiras entre ambos, no quiero seguir siendo tu asunto pendiente, como vez o seguramente habrás visto, tuve mis momentos buenos, he sufrido, he caído bajo, me han odiado –sonrió- eso jamás cambiara en mi parece –le guiño el ojo- espero que ahora si puedas cruzar en paz, allá estarás mucho mejor, yo me encargare de lo demás, recuperaremos la pieza que nos fue robada pronto

 

El Ragnarok siguió al lado de la figura. Sus orbes eran grises y el color de su cabello era como el de la arena y aquella túnica le quedaba bien aunque no quisiera admitirlo. Parecía que no había cambiado en nada, hasta llevaba aquellos viejos anteojos. Suspiro observando aquel sitio donde se habían detenido a hablar sin saber ¿qué hacer después?, no quería cobrar la vida de aquella persona, no quería matarla, si era el asunto pendiente de aquella chica y él había cumplido con todo quizás ella se marcharía en paz, aunque las palabras del arcano habían retumbado en la cabeza del cainita, había sufrido mucho dolor para llegar a aquel punto, ¿porqué en realidad lo había echo?, ¿había sido un error del vampiro ir hasta el inframundo y traerle?, el Kharma se las iba cobrar bien caro (so es que no lo estaba haciendo ya) si aquello salía realmente mal.

 

A su mente vinieron las imágenes de Grecia, de un espíritu que por culpa del vampiro se había vuelto maldito, había caído en la desesperación y se había suicidado dando así el inicio de algo terrorífico que alguien más tuvo que componer. Había llevado siempre esa carga, ese peso, esa cicatriz que lo había marcado por toda la eternidad. Se había olvidado de aquello, pero con el regreso de esta otra persona todo parecía resiente y dolía mucho mas.

 

-Lamento si alguna vez te falle, te llore, te guarde luto, y seguí mi camino tal como tui lo deseaste, no sé que mas puedo decir al respecto –dijo el Ragnarok suspirando- al menos fuiste feliz.

 

@Báleyr

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