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Nigromancia


Báleyr
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―¿Salir de aquí? Pero si acabamos de llegar, y recuerda que aún nos queda un poco de recorrido antes de que Báleyr decida que está bien. ―Achinó un poquito los ojos mientras lo observaba de reojo. Antes de lanzarse por Yomotsu él fue el más entusiasta en solo hacerlo pero ahora parecía un poco contrariado con esa decisión. ¿Habría olvidado el objetivo al caer? Extrañamente ella lo recordaba demasiado bien. ― No seas cobarde, el barquero no te va a tirar por la borda, solo llegaremos con...

 

―¡Pero es que deberíamos irnos! ¡Ya quiero sentir de nuevo el sol y el viento!

 

Rouvás se detuvo para luego pararse delante del joven y poner las manos en sus hombros.

 

―El barquero nos cruzará, llegaremos a la primera prisión, daremos una vuelta a ver que hay y nos iremos.

 

Iba a dar la vuelta para terminar la poca distancia que los separaba ya de la barcaza cuando quien estaba haciendo uso del cuerpo de su enamorado la jaló del brazo y le hizo quedarse quieta. Una brusquedad que Gryffindor nunca hubiese cometido con ella. Tenía la vista un poco perdida, y estaba algo sudoroso, pero fuera de eso no se veía nada más anormal.

 

―Quiero volver... a la superficie, y solo tu me puedes llevar... ¡Vamos, este lugar me da escalofrío!

 

―Ok, ok, como quieras... Pero no puedo hacer nada si me estás sujetando así. ―La soltó. ―Así está mejor. Ahora, ―sacó la varita de entre sus ropas. ―Lo siento pero no se que pasa aquí, así que... ¡Expelliarmus!

 

Bueno, al menos no era ningún no-muerto pues su cuerpo no se rompió cuando el hechizo impactó. O era una ilusión o el cuerpo real de Thomas solo que no parecía ser el mismo. Decidió que lo mejor era continuar el camino, ya les quedaba poco y así podía asegurarse de obtener información sobre su real acompañante. Luego de lanzarle un Incarcerus dejarlo inmóvil completamente lo subió a la barca y pagó el precio por ambos traslados (aunque se aseguró que Caronte recibiera el óbolo de la mano de Thomas). No fue una travesía excesivamente larga, aunque allí el tiempo parecía tener otro matiz. Al volver a pisar tierra estaban en las cercanías de la primera prisión donde el silencio era abrumador, solo cortado por lo que parecía ser unos gruñidos.

 

Con ayuda de la varita movilizó el cuerpo, que de seguro ya estaba por despertar, y se atrevió a caminar rumbo al lugar. Sus pasos sonaban mucho más que de costumbre, así solo terminaría llamando la atención del juez, porque estaba segura que ese era el lugar donde se juzgaban las almas de los que perecían conforme a sus actos.

 

Pero no eran los únicos visitantes. Casi llegando a la puerta iban tres... no, cuatro almas, seguramente a su juicio final. Uno de ellos forcejaba... ¿No era...?

 

―¿Thomas? ―Pero si estaba junto a ella. Algo extraño sucedía allí. ―¡Thomas! ―Olvidó y dejó tirado a quien traía y corrió en dirección de las almas. Al acercarse pudo identificar también a Fred Weasley.

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Jamás se lo había puesto a pensar.

 

Por un lado sabía que los vampiros no tenían alma y que sólo hacían las cosas como a ellos les parecía. Con doscientos cinco años de vida, Emmet, jamás habría pensado que en el lugar de su alma estaba "relleno" de otra cosa, cosa que no sabía lo que era ni de los que se trataba porque el Arcano no había hecho mención a esa materia; si es que eso era.

 

El otro tema que lo dejó boquiabierto fue el de la inmortalidad. El mortífago acertó en la cuestión de que era algo relativo y tenía que aprender a desconfiar de aquello que decía ser inmortal; el Arcano se lo reafirmó: no es inmortal sino con un tiempo indefinido. No es lo que mismo ya que, al tener un tiempo indefinido, puede llegar algo o alguien que le ponga un límite o fin a la vida del vampiro. Tema interesante.

 

Sus ojos siguieron a su otro compañero, Ishaya, mientras se iba hacia el lugar que el Arcano le había indicado para examinar el cuerpo. Por dentro, el vampiro, respiró aliviado porque no era muy amante de estar en contacto con carne muerta y tener que hacer una "autopsia" del cuerpo inerte de alguien. Pero en un punto se contradecía ya que había vivido y vivía rodeado de muerte siendo vampiro y mortífago; otra cosa en que pensar.

 

- Disculpe, Arcano, ¿que se supone que tenemos que hacer con este líquido?

 

Escuchó atentamente el "úsenlo en caso de urgencia" pero, ¿cuando sería uno? ¿Cuando las ánimas lo raptaran para secuestrarlo al más allá? ¿Cuando un espíritu maligno quisiera poseerlo?.

 

En ese mimo instante se concentró en aquél portal que había abierto, el viejo, frente a sus ojos. Podía sentir la pesadez del aire y del ambiente sobre sus hombros. Se escuchaban algunos lamentos que luego se acallaban al rato que pasaban, El vampiro debía cruzar al plano astral pero ... ¿con qué iba a encontrarse? No era un viaje que se moría por hacer pero todo sea por el anillo de Nigromancia.

 

- Podemos encontrarnos con cualquier cosa ... ¿cierto? Hasta con espíritus no tan amigables.

 

Emmet miró por última vez al Arcano y se paró en la orilla "del precipicio" que lo separaba del plano terrenal del astral.

 

 

 

@Báleyr

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Crazy Awards 2018:

7F1CpeC.gif "El Romeo"

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|¿Qué haces aquí?| era la interrogante que Fred repetía, una y otra vez, mientras los entes conducían el alma de Thomas hacia la puerta donde le esperaba el enorme can de tres cabezas. -No sé qué es lo que ustedes quieren aquí, pero sépanlo de inmediato que no tranzaré nada... He venido a este mundo con una misión; y no van a ser unos simples espíritus quienes me arrebaten mi anhelado objetivo- comentaba un enrabiado Gryffindor mientras trataba de zafarse de los tipos incorpóreos; observando que, poco a poco, una bruma blanquecina empezó a rodear el cuerpo de Weasley hasta envolverle por completo. Lo que sucedió a continuación fue que el organismo que Athena había conseguido para vincularlo al alma de Fred en la ruta tras la morada, se desvaneció; derritiéndose ante la mirada expectante de los allí presentes, volviéndose hueso y carne descompuesta a los pies del espíritu translúcido del hijo de Molly que contempló impávido la escena que le hizo recordar el porqué estaba en aquel sombrío sitio del Inframundo. |Dejen a este hombre... No es a quién ustedes necesitan| exclamó el fallecido fenixiano; incitando a que los otros muertos soltasen de las extremidades al extrovertido mago que cayó de golpe a la gélida superficie. -Gracias... Te debo una, amigo. Ahora bien, debo recuperar mi...- fue lo que alcanzó a pronunciar el veinteañero; pues la figura de su amada apareció desde el otro extremo del área; gritando su nombre ficticio a viva voz, como si un abismo los separase.


-¡Bonis! Ten cui...- vociferó, pero bastante tarde; debido a que cuando la griega intentó precipitarse a sus brazos, ésta atravesó su "no materializada" esencia, chocando contra un pilar que estaba a la entrada de la prisión. -No me escuchaste a tiempo, Athena. Te iba a decir que soy un fantasma- se explayó sonriendo, al mismo tiempo que realizaba un gesto de negación con la cabeza. A lo lejos; el paladín distinguió su cuerpo mortal en el piso, por lo que corrió hasta él para cerciorarse de que éste seguía ocupado por un espíritu ajeno. -Sal de aquí... No te pertenece- gruñó con tono amenazante; ocasionando que el alma errante saliese del huésped y huyera; pero no por mandato de Thomas, sino porque una extraña sombra se proyectó por doquier desde la puerta custodiada por el perro. *Veo que era cierto el rumor de que Báleyr había enviado a dos humanos al mundo de los muertos... Vaya, pero que viejo tan necio* dijo el tipo de vasto tamaño y cabellera grisácea larga. *Mi nombre es Lune de Balrog, de la estrella celeste de la excelencia... Juez de este tribunal de almas* agregó, desprendiendo un enorme látigo desde su diestra.


-¿Qué... qué es lo que sucede? ¿Por qué no puedo volver a mi cuerpo?- se cuestionaba Elros, acostándose en reiteradas oportunidades sobre su organismo; no logrando vincularse a éste para regresar todo a la normalidad. *Es imposible, joven Gryffindor. Tu alma ha pasado mucho tiempo alejada de su templo... Ya estás muerto* explicó Lune; aproximándose hasta donde estaba Rouvás junto a Fred. *Señorita... Hace mucho tiempo que no veía a una muchacha en cuerpo y alma en estos terrenos. Debes tener sangre de los dioses. Es por eso que te daré la posibilidad de regresar a tu mundo. Tienes que estar agradecida de que yo no informaré a los demás acerca de tu presencia aquí. Es un gran sacrilegio... Pero el joven Weasley y Elros se quedan* añadió el espectro, tendiéndole una perla azabache a la mujer; cuya finalidad se traducía en un simple traslador que debía pisar para activarlo (pensando en el lugar al que debía transportarse... el árbol donde Báleyr les esperaba). -Vete ya, Athena. Pero por favor... Entrégale mi cuerpo a mis padres... y diles que... lo siento mucho- musitó Gryffindor, a sabiendas de que no había mucho tiempo; por lo que no perdió el "chance" de transmitirle otra cosa a su novia, pero esta vez utilizando la Legilimancia. <<Ve con Báleyr... yo sé que podrás vincular mi alma a mi cuerpo de forma definitiva... Confío en tí>> fue el mensaje mental que floreció en el subconsciente de la rubia; depositando toda la fe y esperanza en las habilidades de su chica.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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«¿el alma?»

Aries pensó en el hecho que había gente que no tenía un alma y no por eso ahora era un no muerto, o ¿quizás sí? Sonrió ante su idea y asintió a la actividad que les había dejado el Arcano de Nigromancia. Decir que actuar entre varias almas no le causaba intriga, miedo, nervio, emoción, en este momento no estaba muy seguro de lo que hacerse pasar por un anima en pena le provocaba en sus adentros. Aun con todos esos sentimientos acepto el reto, de entrar a aquel portal que lo llevaría a su nueva gran aventura y tras tomar la botella entre sus manos cruzó el portal.

Su aspecto espectral le sorprendió, tenía la idea de que cuando moría iba a un cielo de Mortifagos donde tenían de esclavos a las personas que mataron mientras estaban vivos. Pero aquel lugar era totalmente diferente a lo que él creía que iba el alma de la persona muerta al fallecer. Aries trato de actuar como un ánima, pero aún era muy vivaracho y las otras del lugar lo miraban tratando de descifrar cual era la diferencia entre uno y el otro. Que las demás almas lo estuvieran viendo de manera tan insistente lo había puesto nervioso, así que trato de relajarse un poco.

Entre más tiempo pasaba en aquel lugar el deseo de pertenecer o de estar dentro de un cuerpo era mayor. Mientras su alma paseaba por el gran mundo de las ánimas en pena, su cuerpo se había quedado en el momento terrenal, o al menos eso era lo que él Ivashkov sentía. Para ese momento no estaba tan seguro que la nigromancia era de aquella manera, creyó que desde el día cero, Baleyr les iba a enseñar a apoderarse de un cuerpo, pero no, en su lugar estaba separado cuerpo y alma como si fueran dos entes.

No fue hasta que lo reflexiono que se dio cuenta de la enseñanza del Arcano de Nigromancia. Todo no-vivo era un ser sin alma, y tarde o temprano hacer uso de la nigromancia sin control lo podía hacer volverse un ser sin alma. Aun con eso estaba listo para seguir adelante, así que convertido en alma siguió por el mundo de los muertos viendo todo.

Baléyr, ¿ahora qué debemos hacer? Estoy listo para seguir con mi instrucción. —para ese momento había elegido un alma a la cual volver heterogénea, era un alma de una persona cualquiera pues no tenia ningun familiar o persona cercana que deseara regresar al mundo de los vivos, todo lo contrario, él era quien quería visitar aquel mundo, para dialogar con quienes ya los habían dejado, pero aquello era algo muy bondadoso para un mago oscuro.

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Mientras revisaba el cuerpo que me había indicado el arcano paré oreja para poder escuchar las palabras de mis dos compañeros presentes en aquel sitio, intentaba poder absorber toda la información posible para mi propio aprendizaje aunque, bueno, por el momento Baléyr no me tomaba mucho en cuenta.

 

Hacia ya bastantes años que había estudiado un poco de artes oscuras, magia negra que atemorizaba a las personas mágicas comunes y corrientes, nunca me había llamado la atención como tal la habilidad mágica debido a mi predisposición para la videncia y, bueno, en aquellos momentos no me parecía lógico el invocar espíritus para usar las artes adivinatorias, con que concentrara mis fuerzas en el ojo interior era suficiente.

 

Pero estaba equivocado, aunque estuviesen ligadas ambas habilidades, eran muy diferentes entre ellas.

 

Era obvio que me vincularía primero con el anillo de la metamorfomagia, habilidad que había desarrollado con fluidez desde que era un niño debido a mi familia, así que me sorprendió bastante cuando mi esposa, Cye Lockart, decidió vincularse con la nigromancia. Cuantas pláticas no habremos tenido en todo el castillo sobre los pro y contras de las vinculaciones, sobre todo el orden de aprendizaje que cada uno tomaría para crecer mágicamente. Fue ahí cuando la escuché emocionarse sobre SU desarrollo personal, no porque fuese la primera vez sino por todo lo que me contaba acerca de lo vivido.

 

- La invocación de espíritus deberá de tratarse con sumo cuidado...

 

Murmuré al repetir las palabras que mi amada esposa me decía en alguna ocasión, después de acostar a los niños y meternos en nuestra cama, fue el último día que estuvo entrenándose con el arcano debido a que este le había anunciado que era momento de realizar la prueba final. Justo yo acaba de vincularme con mi primer anillo y sabía los nervios que sentía mi mujer, o al menos eso creía ya que cada palabra que pronunciaba lo hacia con emoción, con certeza... con ansiedad. Anhelaba poder ser una nigromante reconocida.

 

Y ahora estaba en aquella mazmorra después de todas esas charlas, de todos los libros estudiados previamente y de todas las ganas de poder continuar por el mismo camino que mi amada.

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En la mazmorra

 

Asentía a las palabras del Haughton sin decir mucho. No quería repetirse, tantas preguntas en un solo minuto lo ponían de mal humor. Le gustaba, más bien, ser él quien hiciere las preguntas. Pero puestos en escena, se tenía que conformar con las curiosidades latentes de sus alumnos. Además, no sería un buen maestro si no respondiese a sus dudas, ¿cierto? Ah, pero lo ideal en su tipo de enseñanza era la independencia. Sí, así le gustaba que todo funcionara.

 

— Explore, señor Haughton. Nútrase de la sabiduría que puede llegar a brindarle lo que hay detrás de esta puerta. Quizás considere que no le ha servido de nada, a su regreso, pero tendremos tiempo para debatirlo para entonces.

 

Baléyr asintió, casi satisfecho, por la iniciativa de su otro aprendiz. Se había marchado sin decir ni una sola palabra. Ladeó la cabeza para observar al que le quedaba y le dio un pequeño empujón cuando hubo puesto un pie en el borde del portal, éste se cerró en el instante en el que Emmet lo cruzó. Minutos después, negó con la cabeza en señal de desaprobación, la mente del Ivashkov estaba medio verde.

 

<<Podrían empezar a buscar una réplica de mi Vara de cristal>>, habló a través de los mundos, de modo que Aries y Emmet lo escucharían sólo en sus cabezas. No quería arriesgarse a que el resto de almas se enterara de lo que planeaba hacer con sus alumnos.<<En algún lugar, allí, existe. Y podría ser utilizado, por los entes que los rodean, para volver a este plano. No quisiera tener que dejarlos, a ustedes, allí para siempre, si algún alma lograse cruzar.>> Sí, los había amenazado abiertamente. Pero las cosas claras ante todo.

 

En ese momento abrió la puerta por la que había hecho entrar a su más reciente alumno y se encontró de cara con él. El anciano se preguntaba si el ceño marcado en su rostro se debía a la concentración del análisis del cadáver, o si era sencillamente por estar pensando en la respuesta a su pregunta. Decidió no recavar en los pensamientos de su aprendiz, quizás más adelante.

 

— ¿Y bien? —preguntó cerrando la puerta tras de sí— Quiero saber qué ha encontrado de interesante en este cuerpo. Si no ha tenido nunca contacto con este tipo de cosas, es normal que no haya encontrado nada. Pero me basta con los detalles "superficiales" que haya notado durante su observación. Por ahora. —le instó con una mano a empezar.— ¿Ya pensó en por qué quiere ser Nigromante, señor Triviani?

 

En el otro mundo

 

El Arcano rodó los ojos y resopló, molesto. No era la primera vez que algún ente del inframundo interfería con las excursiones a las que enviaba a sus aprendices. Baléyr era de la creencia de que, para aprender algo, debes vivirlo. Pero no todos pensaban como él y, sobretodo, Lune el que menos. Sin embargo, no tenía tiempo de ponerse a debatir con aquel tipo, su prioridad estaba en regresar a Rouvás. Por ahora.

 

Levantó una mano, abriendo un portal que conectaba el mundo donde se encontraba y el limbo en el que permanecían Athena y Thomas. Tenía claro lo que estaba pasando y no se arriesgaría más a otro error.— <<Cruce de inmediato, señorita Rouvás, traiga el cuerpo de Gryffindor con usted. Pero será lo único que pueda transportar.>>Entonces le dio a su voz un tono más amenazante y definitivo.<<Mas si algo cruza antes que usted, o con usted, me veré obligado a dejarla donde está. Lo primero, es preservar el equilibrio en este mundo y aquel.>>

 

Y lo que decía era cierto. Baléyr no lo pensaría dos veces si tenía que deshacerse de dos aprendices. Le importaba bien poco lo que la Universidad tuviese que decir respecto a ese asunto. Los alumnos deberían saber a qué se enfrentaban cuando decidían aprender habilidades nuevas.

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Alcé la mirada hasta encontrarme con la del arcano cuando llegó hasta donde me encontraba con el cuerpo que me había indicado que estudiara o, bueno, que intentara estudiar. Relajé mi rostro, el cual encontré tenso, mientras intentaba formular mi respuesta de manera inmediata y sin pensarlo mucho, no quería que en ningún momento se le cruzara por su mente el que estaba perdiendo tiempo en mi, en guiarme por aquel aprendizaje.

 

Guardé de inmediato mi vuelapluma y tomé las notas que había escrito momentos antes para poder entregárselo si es que lo requería, mientras tanto con mis palabras bastarían.

 

- Murió a causa de la magia, - comencé con seguridad ya que, aunque estuviera equivocado debía de presentarme como el mago que ostentaba en esos momentos - pude notar a primera vista y sin mayor estudio que a esta persona se le arrebató la vida tajántemente sin causar ningún tipo de herida superficial, tampoco sus órganos internos a primer contacto muestran algún tipo de trauma, ni siquiera en su piel. Lo he visto antes, cuando utilizan el avada kedavra.

 

Mientras iba explicándole mis conclusiones señalaba el mismo cuerpo intentando hacer una breve y corta demostración con mis dedos sobre lo que decía, sobre todo por los conocimientos de maldiciones y primeros auxilios que poseía, ellos me ayudaban en ese momento aunque sabía que apenas iniciaría mi camino de aprendizaje en aquella habilidad especial.

 

- Quiero ser un mago responsable, - proseguí con la segunda pregunta que me había realizado - el conocer todas las ramas de la magia es importante para crecer como mago sin embargo la teoría no es suficiente para poder realizar correctamente las artes o, inclusive, detectarlas a tiempo, prevenir sus consecuencias inclusive.

 

Me costaba articular en esos momentos, no porque dudara de mis intenciones, simplemente era la experiencia con el resto de sus compañeros arcanos los que me hacían hablar con cierta precaución.

 

- A pesar de ser vidente y de tener de cierta medida controladas las artes adivinatorias en sus diferentes ramas de estudio, como la aritmancia y la lectura de runas, me es importante el poder desarrollarme como nigromante correctamente debido a mi profundización en las artes oscuras, último escalón que necesito para intentar lograr llegar a ser un mago completo, siempre firme y listo para cualquier circunstancia que se me presente.

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Tenía muchas cosas para responder a dos de los presentes pero se tuvo que conformar con que las palabras se le quedaran en la punta de la lengua. Humanos allí eran un sacrilegio había dicho Lune, cuestionar a un Juez de su porte también. Más bien tenía que concentrarse en el mensaje que Elros le enviaba con Legeremancia. Había pensado en algo similar a lo que Thomas planeaba como paso siguiente para regresar, la única diferencia era el lugar; si no hubiese sido por los demás presentes lo hubiese intentado ahí mismo.

 

Báleyr también llegó a interrumpir la escena con nuevas indicaciones, era el momento de retornar y no podía darse el lujo de perder más tiempo.

 

―Lo siento Fred, no podrás poner en orden los asuntos que quizás tenías.

 

―Jeje, no te preocupes Athena, ellos vendrán aquí algún día. Aunque si llegas a conocer a mi hermano gemelo George Weasley dile que no olvide el tercer escalón, que siempre estaré a su lado.

 

Rouvás no comprendió del todo ese mensaje pero supuso que era algo personal y entre ellos y que el hermano vivo sabría interpretar el mensaje, eso si es que alguna vez lo conocía en persona, así que se limitó a asentir sonriente en señal de promesa. Luego se dirigió a Elros.

 

―Te veré allá nuevamente, solo ten algo de paciencia ¿sí?.

 

Y como último paso, y antes que de cualquier otra alma interfiriera en su camino se acercó hasta Lune e hizo una especie de reverencia como merece alguien de su estirpe entre los griegos. Aceptó también la perla que le había ofrecido pese a que no le daría uso pues el arcano abrió el portal para su viaje de retorno, guardándola en uno de sus bolsillos.

 

―Agradezco mucho su benevolencia al dejarme ir, Lune de Balrog, y me atrevo a pedir que no sea muy duro con ellos dos. Ninguno actuó de mala fe...

 

―Tu testimonio no tiene inferencia alguna. ―Aunque la voz del juez no sonó tan ruda como en su presentación. ―Vete antes que ese portal se cierre y seas la próxima juzgada.

 

Dirigió una última mirada a su enamorado y con ayuda de su varita levantó el cuerpo de Gryffindor que ya no servia de recipiente a ninguna otra alma; le cerró los ojos y lo tomó de la mano pese a que podía ayudarse con movimientos sutiles de su herramienta mágica, para guiarlo al mundo de los vivos donde ella pertenecía. Le pareció mucho más corta que en el inicio y mucho menos mareadora también. Solo volteó una vez para asegurarse que ningún espíritu se consiguió colar en el paso.

 

Cuando por fin estuvieron de regreso se apresuró a dejar el cuerpo de Thomas con cuidado en el suelo, apenas comenzaba a perder el color y a tornarse frío, muy frío. Se negaba a dejarlo partir tan fácil miró a su alrededor y con satisfacción comprobó que aún quedaban algunas uñas, madera y algo de metal; eso iba a servir. Trajo todo con lo que contaba y lo acomodó alrededor del cuerpo y luego frotó las palmas de sus manos y estiró los brazos sobre Elros con los ojos cerrados. Estuvo en silencio alrededor de un minuto.

 

―Ressurrexit a mortuis, suscitare de veritate... Sana et Mederi, ressurrexit a mortuis, suscitare de veritate... ¡Remotio a morte! ―Exclamó las últimas palabras.

 

Se sintió cansada de inmediato cayendo poco a poco hasta terminar sentada en el piso mientras observaba a su amado abrir los ojos nuevamente. De seguro Báleyr estaba observando la escena, pues estaban nuevamente ante él y el árbol que los vio partir, pero poco le importó que lo hecho no fuera de su agrado, no iba a quedarse esperando sus instrucciones, no es esa oportunidad. Thomas estaba entre los vivos de nuevo, Rouvás suspiró aliviada de que por fin se hubiese acabado esa parte de la enseñanza.

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De manera inconsciente comencé a pasar la yema de mis dedos por mis anillos de habilidad que llevaba puestos en mis manos, como siempre que asistía a ese tipo de aprendizajes ya que se encontraban en mi mano derecha, en mi mano izquierda poseía los anillos de los libros de poderes que los Uzza me habían entregado. Una manera sutil de marcar la diferencia entre ambos entrenamientos de forma personal.

 

Clavé mi mirada en los ojos del arcano Báleyr y me pregunté un momento si en algún punto desde mi ingreso a su morada había intentado utilizar alguna otra habilidad mágica para conocerme, ya sea como vidente o legeremante aunque, bueno, la segunda era más difícil de que fuera posible debido a mi entrenamiento como oclumante. Pero siempre existían las sorpresas. En su momento cuando comenzaba a iniciar mi camino en este mundo de "habilidades" los arcanos se ponían altaneros al decir que mi nivel de poder no era el mismo que ellos... pero ahora no éramos tan diferentes, estaba a unos cuantos pasos de estar en su rango, ni más ni menos.

 

Suspiré inevitablemente, los siete arcanos con los que me había presentado habían resultado iguales, contando al nigromante, sin nada que me hiciera apreciarlos o admirarlos, simplemente necesitaba su guía para continuar con mi camino y hasta ahí. En algún punto el arcano de parsel había mostrado otro aspecto en su personalidad hasta que, de repente, toda su personalidad cambió de un momento a otro, como si fuese otra persona.

 

- No soy apasionado de esta rama particular de la magia negra - sentencié al final, tenía que ser completamente honesto - simplemente soy un apasionado por la magia y el poder expandir mis conocimientos hacia todos los límites posibles. Por eso estoy el día de hoy frente a usted, por eso es que seguiré insistiendo que me acepte como su humilde aprendiz hasta que logré vincularme con el anillo de la habilidad.

 

Dejé que mis manos cayeran a mis costados y me giré para quedar completamente de frente al arcano, no podía mostrar ningún signo de debilidad en esos momentos. Estaba seguro de lo que quería y estaba dispuesto a realizar cualquier tarea que se me impusiera para lograrlo.

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-Haz lo que te dice- musitó Gryffindor luego de oír las indicaciones que Báleyr comunicaba a través del portal que éste abrió; cuya finalidad era garantizar el retorno a salvo de la griega al mundo de los vivos. *Humanos... quién los entiende. Vete ya, Athena... Y a usted... lo espero en el tribunal para dictar sentencia. Mientras que tú, Fred Weasley, puedes regresar de inmediato al Infierno de donde nunca debiste salir* exclamó Lune, al mismo tiempo que convocaba una brecha tridimensional que absorbió el alma del gemelo de George y la transportó a su sitio de origen; mientras que el espectro se daba la media vuelta para volver a su asiento en el salón del juicio. |Es una promesa| fue la frase que el fenixiano histórico soltó antes de desaparecer; obviamente dirigida a Rouvás. -¿Paciencia? Es un don que ya aprendí a cultivar contigo... desde que noté que siempre andas atrasada- cuestionó el veinteañero con una sonrisa, tras cerciorarse de que Lune no oiría nada (pues éste se había marchado luego de un corto intercambio de palabras con la aprendiz de Nigromancia); para posteriormente observar cómo su cuerpo sin vida se levantaba con ayuda de magia proveniente de la varita de Athena, y finalmente se desvanecía en el portal camino a casa.


-Y ustedes qué miran, eh... ¿Es que acaso nunca han visto a un sujeto tan apuesto como yo?- se explayó Elros al percatarse de que varias almas se acercaron hasta él; conformando una fila que avanzaba, poco a poco, tras oírse el sonido de un martillo golpeando una mesa y luego un grito desolador que le erizaba los pelos con cada oportunidad que éste interrumpía con el silencio que trataba de guardar. <<¿Por qué tardas tanto, Bonis? ¿Qué está sucediendo allá afuera?>> reflexionaba muy inquieto, debido a que su turno para ser sentenciado ya estaba por llegar, y tendría que ver, cara a cara, a Lune y quizás a más tipos espectrales como él. *Elros Gryffindor* fue el nombre que retumbó en sus oídos, indicándole que debía hacer ingreso a la primera prisión del Inframundo. *Elros Gryffindor... Se te acusa de mentiroso, usurpador de identidad y de apoderarse de una deidad al manejar el flujo del tiempo a tu antojo y para beneficio propio. Te crees con la facultad de pasar por encima de los dioses al poseer magia, pero eso sólo te hace más lábil a nuestras leyes... ¿Cómo te declaras? ¿Inocente o culpable?* manifestó el juez; el que se hacía acompañar por otros sujetos que no le miraban con muy buenos ojos. Pero fue en eso que el espíritu de Gryffindor se colmó de energía, y antes de que el muchacho verbalizara la palabra "culpable", sitió un fuerte "jalón" que le sacó de ahí.


La respiración de Elros se volvió cada vez más tranquila, sintiendo un fuerte aroma a "quemado" que perforaba sus orificios nasales hasta ingresar a sus pulmones casi por osmosis; los sonidos eran mucho más amigables... ya no hacía frío y sus orbes esmeraldas volvieron a encontrarse con la luz de la luna que se mantenía estoica sobre en firmamento estrellado en aquella noche primaveral. -He vuelto- dijo casi de forma imperceptible tras un ligero, pero necesario, suspiro que se acompañó de varios toqueteos de su propio cuerpo hasta que se sentó sobre el piso que le estaba dando cobijo. -Athe... Muchas gracias... Te debo una, amor mío- exclamó un aliviado Gryffindor, abalanzándose hasta su chica para besarle en los labios y entregarle un apretado abrazo; gestos que terminaron con el sonido de una tos forzada que les indicaba que no estaban solos en el lugar. -Maestro Báleyr... Perdone mi falta de respeto, señor... Es que... es que no daba más de alegría. Es una experiencia horrible el estar muerto, aunque sea por un breve lapso de tiempo. Sientes, en carne propia, que ya nada tiene sentido... Es un vacío inmenso, maestro- dijo el pelirrojo mientras se incorporaba para ponerse de pie y efectuar una venia al Arcano.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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