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Libro de los Druidas


Badru
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Silencio. No sabía si era porque Sagitas había decidido comportarse lo mejor que podía durante la clase, o porque Badru estaba tomándose su tiempo para meditar y responder las dudas que flotaban en el aire, pero Emily sentía que había pasado mucho tiempo de silencio otra vez. Saludó a los warlocks presentes con un gesto educado y volvió a la lectura.

 

Miró abajo, al libro que tenía sobre sus piernas.El haz de la noche llamó su atención. En realidad, todos los hechizos tenían su algo especial pero ¿cuántos de lo que habían visto antes le permitía, casi, viajar al futuro? ¿o al inframundo? Maldijo mentalmente al verse imposibilitada de utilizar el haz para ello, pues Emily no poseía las habilidades necesarias, ni tenía en mente adquirirlas. Pero había alguien cercano que sí.

 

Alzó la vista buscando contacto visual con Goderic, sonriendo como si hubiera descubierto algo realmente interesante. Se puso de pie en un salto y se acercó a su tío, que no estaba tan lejos. No estaba muy segura de que si alguien abría un portal que necesitaba conocimientos especiales solo podría traspasarlo el invocador o podía ir mucha más gente. Esperaba averiguarlo pronto.

 

- ¿Goderic? -dijo, llamando su atención, hablando de nuevo en voz baja, generalmente no le gustaba mucho que en la clase hubiera tanta gente. Aunque le hubiera agradado que Bodrik estuviera con ellos, como en las anteriores ocasiones.

 

- ¿Y si abres un portal al futuro? - propuso, mirándolo con ojos suplicantes. No le importaba demasiado a dónde o cuánto tiempo en el futuro, pero sí saber que pasaba exactamente al traspasar un portal. Sabía que su tío tenía el don de la videncia, y no descansaría hasta que pudiera usarla de alguna forma.

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Varias veces había intentado intervenir en la conversación de mis compañeros de clase y todas me obligué a permanecer callada, al menos hasta que el Uzza relajara su posición de seriedad extrema. Escuché con atención la pregunta de Emily sobre el anillo de las miradas indiscretas. Tomé corriendo mi libro y la pluma verde se puso a danzar a mi alrededor. La tomé con la máxima discreción posible y la puse entre la oreja y el pelo, quedándome como un adorno. No quería que Badru se enfadara porque pintarrajeara el libro de los Druidas.

 

Encontré lo que buscaba. El hechizo por el que preguntaban tenía una definición muy concreta sobre 50 metros cuadrados de privacidad y sonreí de forma pícara.

 

-- Yo pagaría por tener cinco metros cuadrado privados para poder pasar con Jack. Es que en mi mansión somos tantos que siempre estamos rodeados de gente y claro, mi marido y yo no somos de piedra -- dije, antes de darme cuenta que había prometido mantenerme en silencio si no era para preguntar sobre los hechizos del libro. Carraspeé y sonreí a Badru, pensando con rapidez alguna pregunta sobre lo que fuera para salir del paso. -- ¿Es como el hechizo desilusionador, que te hace invisible ante los ojos de los demás? Hay que tener cuidado con ese hechizo. Una vez lo usé para jugar al escondite con mi hijo y sus amigos de la guardería, pero el bribón me encontró por el olor a la colonia que me había puesto por la mañana. Así que sólo se puede hacer si te has lavado con agua limpia, nada de colonias ni jabones olorosos.

 

Otra vez hablaba de más, así que miré de nuevo a Badru e hice el gesto de sellarme la boca con una cremallera, un gesto muy muggleoso, aunque no estaba seguro que ese guerrero entendiera de metáforas muggles. Me senté en el suelo, ojeando el libro. No me di cuenta que el cangrejito había acercado su morro hacia mi pluma, mecida por el leve viento, casi inexistente. De repente, sentí que algo me mordía el pelo, me pegaba un tirón en la oreja y me arrancaba la pluma verde. Me levanté de golpe.

 

-- ¡CamoñaDura! ¡Deja en paz mi pluma, que me costó muy cara en el Mall! Anda, cangrejito, deja, deja...

 

No me atrevía a meter la mano en la boca del bichito y arráncársela, primero porque parecía que el Ignea ya había desaparecido y, segundo, porque la madre del cangrejito no parecía aguantar que le manoseasen su hijito. Al final, el mismo Cangrejo de Fuego escupió la pluma al suelo. Se ve que no era de su agrado. Tomé del suelo la pluma verde baboseada y completamente estropeada y la miré con cara de asco antes de volver a tirarla sobre la arena.

 

-- Creo que tomaré notas personalmente -- comenté en voz baja, más para mí. Después noté todo lo sucedido y levanté las dos manos en son de paz. -- Oiga, Señor Don Guerrero, que yo no he hecho nada, ha sido ese cangrejito, que tiene ganas de juerga y no ha respetado mi deseo de ser buena aprendiza.

 

Sentí muy bajo algo de portal al futuro y suspiré. Ahora mismo deseaba poder practicar ese hechizo y desaparecer de la mirada de todos. Seguro que, si pudiera, Elvis y el Uzza me fulminarían con la mirada.

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Hacía ya un buen tiempo había adquirido el libro de druida en el mall Mágico, y aunque tenía la oportunidad de ingresar a la clase desde ese mismo momento, prefería esperar a sus compañeros Goderic y Emily quienes había cursado con ella todos los libros anteriores y ella los consideraba sus amigos y compañeros, asique tuvo que aplazar el inicio de su clase hasta que ambos magos tuviesen el tiempo y requisitos necesarios para cursar junto a ella este nuevo saber impartido por uno de los Uzza.

El punto de reunión era la Plaza del Árbol de Fuego. Por alguna razón los guerreros Uzza habían permitido que los magos y bruja de Londres practicaran en ésa plaza, y por primera vez Bodrik estaba parada allí pues era el sitio de acordado para iniciar el recorrido para el nuevo libro. Era una zona extensa de unos cincuenta metros cuadrados donde Bodrik se hallaba completamente el lugar era árido, la arena se extendía por todas partes dejando claro que era un sitio especial para entrenar, como una arena de batalla del antiguo imperio Romano con algunos bancos de piedra para poder ser utilizados por los espectadores.

Al sur, se encontraba una estatua sagrada de su Diosa Guerrera Uzza, acompaña por el Árbol de fuego y allí se hallaba su nuevo maestro Budru vestido con su armadura, el pañuelo que cubría parte de su rostro y el arco, estaba listo para de ser necesario pasar horas ahí de pie, en la ardiente arena con los pies descalzos.

Por lo que había leído: el Druidismo enseña un sentido de la ética y un modo de vivir la vida. Hay muchas Tríadas en el druidismo que despiden sabiduría, pero en el corazón del que camina por esta senda tiene tres velas que iluminan toda oscuridad: Verdad, Conocimiento y Naturaleza.

En su bolsito encantado estaba el libro del druida y la varita mágica además, sobre su cuello la cadena que contenía toda una gama de dijes anillos y objetos que había obtenido con cada uno de los libros que había ido cursando -Espero que no sea demasiado tarde –Murmuró acercándose al grupo que ya estaba allí.

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Sonrió divertido por la intervención de Sagitas. Pensó en recomendarle utilizar el Anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos en conjunto con el de miradas indiscretas ya que sería un poco extraño el mantenerse invisibles pero escuchar todo el acto privado. Soltó una leve y corta carcajada al imaginar la escena. Sin embargo, decidió no intervenir ya que la misma bruja parecía realmente determinada a mantenerse callada y no quería interrumpir sus propósitos.

Igualmente le ignoró cuando escuchó su comentario del costo de su pluma. Algo traía en contra del Concilio de Mercaderes pero no se volvería a enfrascar en comentarios audaces. Sobretodo que ella, teniendo tantos negocios, se veía continuamente beneficiada por la existencia del Concilio los cuales mensualmente se encargaba de entregarle galeones a los negocios gracias a su política.

Escuchó como Emily le proponía jugar con los hechizos a vista que Badru parecía absorto en sus pensamientos. Goderic hubiera aceptado probar cada uno de los hechizos incluso sin que se lo propusiesen pero no pudo evitar el sentirse reacio a aceptar la sugerencia de su sobrina. Le parecía una falta de respeto para su habilidad recién aprendida el colocarse a jugar con el futuro. No sabía muy bien como funcionaba el portal en conjunto con la videncia ¿solo podrían "ver" el futuro o podrían interactuar tangiblemente? Había escuchado que viajar al pasado solo era verlo, sin poder cambiar el presente pero ¿y el futuro?

Lo siento, pero no pasé por una serie de duras pruebas para estar jugueteando con el futuro. Es algo que respeto y no creo que debamos aventurarnos con el Haz de la noche y abrir un portal solo por curiosidad.— disminuyó aun más su voz para continuar.— Más si el Uzza no parece en condiciones de continuar con la clase.

Vió una silueta conocida acercándose al grupo y se levantó para llamarla cerca de su lado. Era una lástima que, probablemente, no compartieran demasiado tiempo de la clase ya que el momento de partir del primer grupo, se suponía, ya llegaba.

Bienvenida Bodrik.— saludó esperando que Badru no se molestara aunque por su silencio tal vez ya se había resignado.

Editado por Goderic Slithering

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La clase se estaba volviendo un poco más relajada, o al parecer me estaba acostumbrando al ambiente. Mi atención se dirigió absolutamente no al Uzza, sino a mi prima Sagitas, que se estaba comportando de manera extraña. Y con eso me refería a que la notaba aprisionada, que intentaba comportarse por alguna extraña razón que no conocía, pero que no necesitaba usar mi habilidad de legeremancia para darme cuenta.

 

Le dirigí una sonrisa a mi prima, mientras se preguntaba si el cangrejo de fuego iba a poder ser su mascota. Levanté un hombro en señal de que estaba seguro que no había problema. ¿O acaso Badru se iba a interponer ante un simple encantamiento? Pero justo cuando iba a contestarle que si, llegaron dos magos a la clase. Los conocía a los dos pero hacía muy poco. De vista hacía tiempo atrás, pero en las últimas semanas había ocurrido algo inesperado y me había enterado que los vería mucho más tiempo, ya que habían ingresado a las filas de la Orden.

 

Los saludé con un gesto con la cabeza, mientras volvía a mirar a mi prima. ¿Qué demonios sucedía? Al parecer había pasado algo en mi ausencia mientras estaba en la búsqueda de mi cangrejo de fuego. No quería interrumpir sus mentes para averiguarlo. Tampoco sabía si iba a poder hacerlo pero la veía limitada. Asi que me acerqué a ella, a pesar de estar concentrada en las notas que estaba escribiendo con la pluma que le había robado su animal. Miré a mi cangrejo de fuego, ya que parecía una estatua de lo quieto y tranquilo que estaba. Aproveché que Emily y Goderic estaba lanzándoles preguntas a Badru.

 

¿Ocurrió algo, Sagitas? Te veo... extraña —le comenté acercándome, intentando no sobresaltarla ni a ella ni a su criatura—. No ocurre nada. Relájate un poco y disfruta la clase, que no tiene mucha paciencia éstos —le expliqué, señalando al Uzza. No le hablaba demasiado alto, ya que solamente quería que me escuchara mi prima, pero no tenía problema de que sucediera eso. Mientras que alguien nuevo llegaba, mientras que nombraban al portal, mientras que todos parecían querer avanzar, Badru se mantenía en silencio.— Estoy ansioso por usar ésta magia. ¿Ya hicieron algo de eso en la clase? Va a servirnos mucho en la calle.

 

Le conté a Sagitas, preguntándole porque ella estaba un poco antes que yo. Habia estado repasando aquellos poderes que apenas había escuchado en mi entrenamiento con los Uzza, esa era una gran ventaja, porque para poder enseñar los tres primeros libros, había tenido que pasar por varias situaciones. Asi que conocía mejor que todos los presentes a éstos maestros. Le palmeé el hombro a mi prima, para tranquilizarla y miré alrededor. ¿Qué tenía para decir Badru? ¿Y por qué estaba tan callado?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Pudo haber mostrado interés en la inmediata réplica de Sagitas de no haber sido por sus dos primeras palabras que, si su intuición no se equivocaba, iban con cierto tono despectivo. Desde entonces la ignoró casi por completo hasta que las comparaciones entre guerrero Uzza y mago común volvieron a captar su atención. De no cubrir la mitad de su rostro se hubiera notado la media sonrisa de burla, le causaba gracia y malestar a la vez. Ya le habían advertido sobre ciertos personajes de aquella comunidad, pero lidiar con ellos era una aventura desconocida.


Muy a pesar de las ganas de reprender a la bruja decidió mantenerse en silencio por un par de segundos más mientras el resto se acercaba intrigado por la conversación. De todas formas la mujer tampoco le dio mucho tiempo para responder, pues inmediatamente congeló la superficie del suelo para practicar sus piruetas, eso hasta que su cangrejo de fuego se cansó de verla hacer el… ¿ridículo? Así era que le llamaban comúnmente, para él sólo era falta de respeto. Suspiró procurando no perder la compostura, trataba de transmitir la misma energía de autocontrol al cangrejo de fuego sobre el cual reposaba su cuerpo. Y entonces vino. Sí, a todos les llegaba el momento de recapacitar.


Guardó en su memoria la duda referente al Fuego Compacto y luego escuchó con atención las disculpas de Sagitas. A Badru le resultó encantadora la idea de mantenerse en silencio por el resto de la clase, pero eso tampoco era lo que buscaba. Sin embargo eso no cambió el mal humor que ya había desatado en el Nefir. Él todavía veía oportuno resaltar que no admitiría ese tipo de comportamientos en sus clases.


—Ser el primer filtro en la instrucción de magias guerreras no es una responsabilidad que muchos de los míos quieran asumir, aunque a mi específicamente se me da muy bien saber quién tiene futuro en este tipo de aprendizaje basándome en la disciplina y otros aspectos de igual relevancia — su tono de voz era tranquilo y con notoria firmeza. Captó la atención de todos luego de su prolongado silencio —. Así que, como comprenderá, no hay nadie mejor que yo para truncarles el camino y prorrogar, o cancelar en definitiva su seguimiento en estas clases —. Explicó tajante haciendo una pausa para evaluar sus expresiones —. Entonces le voy a pedir esta vez que se ubique, como última exigencia para no considerar su abandono del grupo.


Implacable. No había mejor manera describirlo. Intercambió miradas con Elvis al finalizar sus palabras, no para buscar su aprobación, sino para advertirle de la veracidad de sus intenciones. Ahí dentro no valían títulos, bien sabía Gryffindor siendo Director que su presencia no intimidaría el accionar de un guerrero. La temperatura en el lugar pudo haber incrementado luego de la tensa conversación, sin embargo, Badru al estar acostumbrado a ese tipo de ambientes extremistas seguía luciendo como el único a gusto con el entorno.


—Respecto al anillo — comenzó barriendo con la mirada los rostros de cada alumno, esperando que prestaran atención aunque hubiera sido Emily quien manifestó la intriga referente al objeto que ya cada uno debía tener en posesión —, evitará que los vean de la manera que sientan más conveniente. Al principio podrán manipular la mente de quien se aproxime para hacerle creer que no hay nada en la zona protegida. Con la práctica podrán bloquear el área e incluso impedir que se acerquen. Será como plantarles el deseo de alejarse de ese lugar, o de mantenerse al límite — explicó mientras su cangrejo se movía ansioso por desplazarse por el lugar o cumplir el objetivo de su invocación.


—Eso sí, procuren mantener el silencio — mientras hablaba Sagitas comentó algo referente al tema, eso lo hizo recordar la duda referente al Fuego Compacto —. Sí, es como un hechizo desilusionador. Sé de algunos magos experimentados que pueden hacer un hechizo llamado Salvio Hexia— dijo desviando la mirada a un costado, recordando la primera vez que experimentó la desaparición de un mago por tal conjuro —. El Fuego Compacto es similar, solo que mucho más peligroso. Puede borrar hechos, cosas, e incluso gente — el tono misterioso que utilizó agregó más intriga en el tema. Quizás más adelante hiciera una demostración del hechizo, aunque no le correspondía enfrascarse en él.


—Ya basta de teoría, pasemos a lo que nos interesa en verdad. Tengo más gente que atender — dijo mirando a lo lejos, tres personas se aproximaban al grupo —Ahora quiero que vayan sobre sus cangrejos al desierto. En su plenitud buscarán una caja, cada una con sus nombres, todas llamativas y a la vista. Deberán traerlas de vuelta para ver su contenido — de momento no les revelaría más detalles —. Usen sus anillos contra miradas indiscretas desde ya, no quiero que los nuevos sepan qué están haciendo — agregó haciendo referencia al trío de recién llegados.


En el desierto podrían encontrar cientos de aswhinders, mientras más rápido regresaran sería mucho mejor. Ya tendrían tiempo para lidiar con la molestia que escondían sus cajas. Ahora que conocían su objetivo nadie parecía animado, si no los mataban las tormentas de arena, lo haría el calor.


—Parece que necesitan un incentivo — dijo pensativo mientras se levantaba de su cangrejo de fuego y se hacía a un lado. A través de una orden mental, pidió a la criatura enviar fuertes llamaradas a Elvis, Emily, Goderic y Sagitas. Solo así se animarían a partir de una vez por todas. Badru esperaba que todos pudieran hacer correctamente algún hechizo protector que los evitara ser despachados con graves quemaduras y sin un cangrejo de fuego sobre el cual andar.


Al dar media vuelta solo pudo percibir el calor abrazador del fuego que la criatura expulsaba, los perseguiría hasta alejarlos, o hasta que desaparecieran de la vista de su atacante.


***************


—Hoy todos se sienten motivados por explorar las magias guerreras. Tendré que evaluar más cuidadosamente las capacidades de cada uno — dijo a modo de saludo para los nuevos pupilos. Badru sabía que muchos magos solo buscaban aprender nuevos hechizos para utilizarlos con otros fines. En ese pueblo había una guerra intensa entre el conocido grupo de Mortífagos y la Orden del Fénix. Ambos se batían a muerte casi a diario, y en los últimos días se estaba manejando un amplio nivel de magia Uzza, algo que el Ministerio debía evaluar con lupa. A través de la matrícula de alumnos podrían delatar a todos esos delincuentes.


—¿Qué las motivó a venir aquí? — cuestionó en dirección a ambas brujas, ignorando casi por completo al mago que guardaba estrecha distancia con una de ellas — ¿Tienen algún objetivo en particular para el cual necesiten la magia de los Druidas? — el recibimiento siempre era con preguntas, cada guerrero sabía bien cuando alguien mentía, todos veían más allá.


Badru se aproximó al tronco del árbol de fuego esperando que el trío lo siguiera. Bajo sombra la temperatura sería más a gusto, y por ahora no tenía intenciones de incomodarlos, los necesitaba lo más cómodos posible antes de ir subiendo el nivel de exigencia y comprobar de qué estaban hechos en realidad. Hasta ahora no había nadie que lo sorprendiera o superara las expectativas, si bien contrariaba con frecuencia las costumbres de su pueblo Badru reconocía que los mejores magos se formaban en tierras Uzza.


—Tú — dijo en tono seco dirigiéndose al hombre frente a él —, ¿cuál es el alcance mágico de este libro, qué tanto podemos hacer con sus hechizos? — mientras hablaba sostuvo la muñeca de la diestra con la mano contraria y las mantuvo sobre su entrepierna, una posición que adquiría cuando centraba toda su atención en un tema en particular. Estaba interesado en saber qué tanto había hojeado el libro.
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—No lo conozco, no necesito conocerlo. Es igual a todos los Uzza. Tienen una moralidad que seguramente les hace pensar que son mejores personas —contestó ante la misiva de su esposa.

 

Ignoró a propósito la pregunta acerca de la capa de viaje. Si que le hacía calor, y se notaba en las gotas de sudor que comenzaban ya a caer por su rostro. Movió la varita, que siempre iba firma en su diestra, haciendo que la capa despareciera. No le agradaba del todo que su apariencia -cuando estaba entre magos- se viera como la de un muggle. Continuaron caminando hasta que finalmente se encontraron con Badru.

 

—Es en su mayoría un libro que provee magia defensiva muy poderosa. Pero lo que más me llamó atención fue la relación a los orígenes mismos de la magia: la naturaleza como fuente. Los lirios y el eléboro se han conocido -hasta ahora- como ingredientes de pociones y no como fuentes de magia pura; al menos en Gran Bretaña.

 

Su motivación era real. Conocer todo lo que le fuera posible sobre el posible origen de su raza. Los Druidas eran la clase sacerdotal de los Celtas. Eran conocidos por conocer la magia de la naturaleza, por manipularla y sentar las bases de la magia moderna. Él aún no había pisado Avalón, aún no tenía repuestas claras. Pero en sus pensamientos había seguridad, estaba convencido de que su raza había nacida en los Celtas (específicamente en los Druidas)

 

—Y aunque noté que no me lo preguntaba, es esa mi motivación: Conocer más a fondo la magia natural

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Mientras la ojimiel formulaba un par de preguntas a su esposo, a lo lejos le pareció ver la inconfundible cabellera de Sagitas, sin embargo cuando iba a sugerirle acercarse desapareció de su vista, como si de una ilusión se tratase o simplemente el sol ya la estaba afectando y empezaba a ver visiones. Aquel clima no el preferido de la vampiresa, quien siempre había preferido los lugares fríos y los cálidos únicamente para ir de vacaciones.


—Una moralidad muy dudosa… —comentó la bruja —En fin, espero que llegue pronto que me estoy asando —se volvió a quejar y sonrió al ver que la capa del peliblanco desaparecía, no era necesario que le respondiera a la pregunta que le había hecho anteriormente. —Si tan solo me hicieras caso… —dijo riendo. Antes de salir de casa ella le había sugerido que no llevara capa debido al calor, pero el mago era demasiado obstinado como para hacerle caso.


No pudo seguir conversando con su esposo ya que un hombre alto y fornido se les acercó, la ojimiel lo evaluó rápidamente con la mirada y al hacerlo tuvo la certeza de que aquella clase no sería nada agradable, fue entonces que recordó por qué la había dado tantas largas. Había algo en el Uzza que no le agradó y el instinto de la Karkarov pocas veces fallaba.


—El conocimiento. Esa es mi motivación. Y mi objetivo, obviamente es usar correctamente todos los hechizos del libro… y aprender más sobre los druidas y su magia—Respondió la castaña, no quería dar más información de la estrictamente necesaria. Mientras respondía, la ojimiel se acercó hasta el tronco del árbol de fuego para resguardarse del intenso sol, aunque mantuvo la distancia del Uzza, no confiaba en lo absoluto en aquel hombre.


El conocimiento era poder, así que esa era su motivación principal. Aunque poder aprender a crear portales que le permitieren ir al pasado, futuro y al mundo de los muertos, este último gracias que dominaba la Nigromancia sería el primero al que iría, era también un aliciente muy tentador.

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Sintió como un balde de agua fría que Goderic no quisiera crear un portal al futuro. Bien, contrario a lo que había pensado antes, decidió que desecharía aquella idea de su cabeza y no volvería a hablarle al respecto. Se mantuvo en silencio por un rato mientras se alejaba discretamente, al ver que se acercaba una silueta bastante conocida. Todo la decepción por no haber creado el portal se esfumó al ver a su amiga acercándose a ellos.

 

¡Bodrik, bienvenida! — dijo, aunque animada, controlando el no salir corriendo en búsqueda de su compañera paraa no molestar al Uzza. Le hubiera gustado quedarse a su lado, aunque sabía que el algún momento debían separarse, pues seguramente Badru les pondría pruebas diferentes.

 

Efectivamente, fue como si la llegada de nuevos estudiantes fuese suficiente para despertar nuevamente el interés del guerrero, pues empezó a darles indicaciones a todos. Emily sintió la extraña necesidad de ponerse en posición firme, como cuando los formaban para ir a los eventos en Hogwarts o cuando los regañaban, en especial cuando el uzza contestó su pregunta de forma algo súbita. Le había gustado mucho su respuesta, la posibilidad de jugar con la mente de las personas con la simple posesión del anillo le parecía interesante, pues ella había imaginado que actuaría de forma diferente, quizás más ruda.

 

Buscó con la mirada a su cangrejo de fuego, volviendo a utilizar el anillo de amistad con las bestias para, de cierta forma, avisarle que lo llevaría al desierto. Le gustaba aquel anillo; Emily sentía que de alguna manera le pedía permiso a la criatura para utilizarlo como transporte por un terreno que era mejor para él que para la bruja.

 

Se montó sobre el caparazón del cangrejo y emprendió el viaje alejándose de la plaza del árbol de fuego, no sin antes haber hecho caso a Badru y haber activado su anillo salvaguarda contra miradas indiscretas, sin siquiera sentir el fuego que les lanzó encima al estar protegida gracias al polen y el ignea que ya tenía activado. No podía negar que estaba emocionada ante la expectativa de utilizar más poderes del libro.

 

Avanzó por varios metros, buscando la caja con su nombre ya empezando a agotarse debido al intenso sol que los abrumaba y la simple sensación de fuego que parecía emanar de todas partes. Se quedó parada por varios segundos buscando a lo lejos, quizás estaba yendo en la dirección incorrecta, ya que había encontrado cajas en el camino, pero con nombres que no eran el suyo escritos encima.

 

Entrecerró los ojos usando su mano como visera y encontró otra caja, esta vez con un simple “Emily” escrito encima y también con una no muy simpática Ashwinder encima. Hizo una mueca al ver que nuevamente tendría que controlar una criatura ‹‹Orbis Bestiarum›› pensó, haciéndola bajarse con delicadeza. Hizo levitar la caja con la varita mágica y emprendió el camino de vuelta al árbol, ansiosa por saber que se ocultaba dentro.

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Suspiré. El consejo de mi primo Elvis llegaba tarde.

 

-- Ay, Elvis... ¡Cómo me conoces...! Es cierto, estoy nerviosa, entre que hay mucha gente y me despisto cuando hay muchas personas a mi alrededor y que el Uzza me hace sentir una pequeña lombriz, pues... Supongo que necesitaría una tila o una poción calmante... Pero no me traje ninguna.

 

Bueno, también una bola antiestress me serviría. Elvis tenía razón, los Uzza, y más Badru (con quien era la primera vez que me encontraba y, por tanto, al único que conocía de verdad), tenían poca paciencia. Suspiré de nuevo.

 

-- Prometo portarme bien -- promesa verdadera aunque algo inverosímil, conociéndome...

 

Llegaron más alumnos y saludé a Bodrid, con cara decaída porque el Uzza me estaba amenazando. ¡A mí! ¡¡AMENAZÁNDOME...!! Intenté no desatar mi furia contra él. Sigo diciendo que enfadada soy un torbellino sin fin, pero Elvis me había dicho claramente que me tranquilizara y yo respeto mucho a mi primo, con sus palabras amables y que me hacían sentir un poco más confiada; más que al UZZA, que acababa de amenazarme con no dejarme pasar las clases si no mostraba disciplina. ¡Pero sí yo era la más disciplinada de todos los miembros de la familia! Tenía una disciplina dura en mi horario desde que me levantaba hasta que me iba a dormir: levantarme, juguetear un rato con Ithilion, pasar por el Circo para comprobar que mis animalitos hubieran tenido una buena noche, juguetear otro ratito con ellos, llegar al Ministerio (casi siempre deprisa y corriendo porque pasaba más rato en el Circo de lo que debiera), dejar que mis funcionarias trabajaran mientras yo dormitaba atendía los formularios que se acumulaban de mi mesa, volver a casa después del horario laboral (no sin antes pasarme por la rutina de meterme con Amya para que me devolviera a Babila y a la lagartija, algo que iba a hacer meses y meses hasta que cediera), cenar con la familia y hablar de lo acontecido al día, irme a dormir... A ver quién tenía una disciplina tan dura y pautada como la mía.

 

Pero creo que el concepto de Disciplina que tenía el Guerrero Uzza no era el mismo que el mío. ¿Qué hacer? ¿Entrar en una dialéctica lingüística para intentar convencerle que yo era una buena alumna, sólo algo diferente de los que disfrutaban de los hechizos para las batallas? Esa no era mi costumbre. Yo soy más de paz y de aplicaciones digamos "insólitas y experimentales" con los hechizos que aprendía. No buscaba Poder sino Conocimiento. ¿Entendería eso la mente cuadrada del Guerrero que seguro era de los que iban a pelear y para los que sería un Honor caer en el campo de Batalla?

 

Me encogí levemente de hombros y, ¡sí, aleluya!, permanecí callada mientras le escuchaba, aunque con las dos manos enlazadas a la espalda y jugueteando con los dedos. Nerviosismo, no falta de respeto, pero no merecía la pena explicarlo. Me conformaba con saber que mi primo me entendía, la familia es lo primero. Al Uzza seguro que lo olvidaba en cuanto finalizara aquel sacrificio de escuchar su clase.

 

Intentaría no desagradar (mucho) al Uzza para que viera el esfuerzo que hacía para no contrariarle, aunque tampoco pensaba dejar de ser yo. Era Sagitas, Sacerdotisa, Amante de los Animales y Experimentadora nata de todo lo desconocido, a veces hasta demasiado atrevida (a ver sino cómo se explicaba que estuviera en las clases de los libros de hechizos cuando yo odiaba los duelos y batallitas). Mi carácter tan definido no se pierde así como así...

 

Por ello, escuché en silencio la explicación del "Anillo salvaguarda contra miradas indiscretas" y me costó mantenerme en silencio. ¡Era ideal para mí! ¡Ay, Dioses, gracias, gracias...! Podría usarlo para aparecer por detrás de Amya y pegarle un susto porque no me vería llegar... Hem... Seguro que este uso no era el que preferiría el Uzza... También lo podría usar en el Circo, para moverme entre los animales peligrosos y así evitar que me mordieran. Aunque no estaba segura de si serviría para las criaturas... Levanté la mano.

 

-- Hola, Señor Guerrero Uzza. Sé que prometí no preguntar pero... ¿El anillo nos libraría de la mirada indiscreta de un animal, por ejemplo de un Basilisco? ¿Me podría morir si le miro a los ojos mientras lleve ese anillo? Al fin y al cabo, él no me vería, ¿o me detectaría por el olor?

 

Esperaba que el Maestro Uzza no se enfadara por mi interrupción. De momento, no contestó, supongo porque seguía dando explicaciones y porque ahora estaba dando instrucciones para avanzar en la clase, algo que me interesaba. Aunque... ¿En el medio del desierto? ¿Es que los Uzza no conocían los armaritos, estantes e, incluso, los bolsitos de moke? Allá podrían estar más seguros las cajas con nuestros nombres y, sobre todo, podríamos estar más seguros nosotros mismos.

 

Dudé, mi cangrejito era fuerte y parecía incluso más grande, ahora que había encontrado a su mami. ¿Pero cargar conmigo? Una llamarada del cangrejo de Fuego del Uzza me hizo reaccionar.

 

-- ¡Vale, vale, ya vooooy! -- Jolo, con el calor que hacía y caminar hasta el desierto, pufff... --Me aplicaré un poco más de polen, porque no me fío del cangrejo, es muy pequeño para ser disciplinado...

 

¡Uffff! Esa había sido tal vez un comentario poco apropiado, usando la misma palabreja que el Uzza había usado conmigo. Me puse el anillo de las miradas más por respeto a los nuevos que porque el Uzza hubiera contestado a mi pregunta, puesto que me había dejado con la duda de si el cangrejito me vería. Me monté encima de él, aunque mis pies rozaban el suelo. Aprovechando que el Uzza no me vería (no me veía, ¿verdad?), me tumbé sobre su espalda, con los brazos doblados tras mi nuca para hacer de almohada, con las dos piernas dobladas en forma de "V" para no molestar los pies del cangrejito y le dejé que deambulara por el desierto. Seguro que él seguía a su madre, así que, con un poco de suerte, la seguiría. ¿Había dicho el Uzza que las cajas estaban juntas? Eso esperaba.

 

Miré al sol y sonreí. Pufff, debería haberme traído unas gafas, menos mal que el polen de los lirios me protegía de sus rayos y no me quemaba. Hacía mucho calor, sí, pero soy oriunda de una ciudad donde se alcanzan los cuarenta grados en verano. Era molesto pero yo había pasado horas en la playa para broncearme en mi época de vivir con los muggles. Soportaría aquel desierto. Hasta dormitaría un rato mientras mi cangrejito avanzaba con (su ligera) carga sobre el lomo, en busca de mi caja.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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