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Libro de la Fortaleza — Grupo 2


Hades Ragnarok
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-- Hum...

 

¡Maldita Gatiux, me estaba quitando la diversión del affaire con la extranjera!

 

-- A ver, a ver... Vayamos por partes...

 

¿Por partes? Pero si yo sola me había metido en terreno resbaladizo. Y no me refería a meterme en una Clase de Duelos disimulada en la compra de un libro de portada muy linda. ¿Por qué me gustaba coleccionar libros de tapas raras? Bueno, ese no era el caso. El terreno que no dominaba era uno que, en teoría, debía dominar, pues era la Directora de Cooperación Internacional y estaba ante un "posible" caso de entrada ilegal de un extranjero en nuestro país.

 

-- Hum... Dejar que analice la situación. Dejarme a mí, que soy la experta en el tema...

 

No... Si yo buscando tiempo para pensar soy única.

 

-- Veamos, los papeles son necesarios para cruzar la frontera, depende del país del que procedas.

 

¿Uzza? ¡Miér...coles! ¿Por qué no exigían conocimientos básicos de geografía mundial para entrar en mi departamento? ¿Dónde demonios estaría ese país? Tal vez en África, pero Babila era de Uganda y era negrito. Esta chiquilla era más bien... esto... Atlética... Y desvergonzada... ¿No tendría frío con el poco ropaje que llevaba encima...? Pelo oscuro, ojos negros, boca tapada... Tal vez tuviera alguna enfermedad en la boca, seguro que era caries; por eso llevaba ese tapabocas, seguro que debajo tenía una sonrisa agrietada con dientes oscuros... ¿Qué país...? ¡¡Demonios desdentados!! No tendría la lepra, ¿verdad? Era una enfermedad tercermundista y a veces nos olvidábamos que existía, nosotros, los mal llamados "civilizados".

 

Di un paso hacia atrás y me aventuré... ¿Qué país tiene ese tipo de gasas, cubre la cara, puede tener la lepra y es de pelo tan oscuro...? ¡El de las Mil y una noches, seguro!

 

-- Supongamos que... hum... Uzza... Hum... eres de Arabia, o tal vez Egipcia. Oh, Egipto es un bello país. ¿Tienes ascendencia faraónica? Si eres de la Realeza tienes privilegios diplomáticos que te exoneran de llevar los papeles encima. Aunque no conozco a ningún Primer Ministro llamado Rasori...

 

Más que hablar, pensaba en voz alta, aunque las palabras de Gatiux y Juliens interrumpieron mis pensamientos. ¿Por dónde iba? Aquella chiquilla me caía simpática. Aunque era huraña y parecía más asustada que un hipogrifo delante de ratones, tenía una risa sincera cuando se le escapaba (aunque tal vez no tenía dientes; ¿qué pasaría si tirara de su velo para comprobar si guardaba los restos de alguna enfermedad contagiosa?

 

-- No ejecutamos. La pena capital se eliminó de las Leyes Mágicas en nuestro país hace tiempo. Las penas máximas se castigan con unos cuantos años en Azkabán. Ya sabes, la cárcel mágica.

 

Su mención a la Diosa interrumpió mi idea de explicarle la situación que llevaba a ser encarcelada en ella. ¿La Diosa Uzza?

 

-- Hum... ¿Eres sacerdotisa de alguna orden extraña, quiero decir... extranjera? ¿Qué rango tienes? Un alto rango también tiene prioridades en el trato con las Autoridades. La Diplomacia contempla que los más altos rangos de las Razas sean considerados con una atención especial.

 

Me rasqué el pelo, en un gesto nervioso, con la punta de mi varita, un acto que muchos consideraban un sacrilegio, pero leñe, a mi me picaba la cabeza cuando me pillaban en temas que no dominaba.

 

-- Por supuesto, antes de deportar a una persona, estudiamos muy bien su expediente porque sí, se considera deshonroso ser deportada de un país libre como Inglaterra. Así que, de momento, sólo me identificaría o diría bajo qué techo te cobijas para saber qué familia es la que se honra a dar su nombre en tu defensa. -- ¿Se hablaba así de cursi con un extranjero? En serio, debería tomar el tocho de libro de "Diplomacia, un arte que no todos dominan" que adornaba mi nuevo despacho y leérmelo de "pe a pa" para saber reaccionar ante gente extranjera. Pero era curioso, con Babila no había tenido ningún problema para entenderme con él...

 

¿Registro Migratorio? ¿De qué hablaba Juliens? ¿De los vuelos de las aves cuando migraban a países cálidos? ¿Por qué me interrumpía, ahora que me estaba luciendo?

 

-- Creo que las aves no se registran, Juliens, cuando cambian de país, pero eso deberían preguntarlo en Criaturas. Ese tema no lo domino.

 

Ni el de Internacional, pero bien que lo disimulaba. Volví a prestar atención a la chica. Si estaba en aquella clase, seguro que era un estudiante de intercambio y Elvis, como Director del Ateneo, se habría hecho cargo de los papeles. Sería un insulto detener allá mismo a la muchacha y crear un conflicto internacional con un país como... como... el Uzzaliensis. ¿Existía o me acababa de inventar una nueva zona geográfica?

 

-- Además, si no me equivoco... Ahora mismo nos encontramos en la Selva Amazónica que está en... en... -- ¡Demonios...! ¿Por qué me dormía en mis clases de Geografía e Historia cuando era pequeña? ¿En qué país era...? -- En América del Sur. Por tanto, oficialmente, todos somos extranjeros y hemos cruzado varias fronteras sin permiso.

 

Señalé sin ningún descaro a los profesores, con media sonrisa de alivio. Por fin había encontrado un culpable.

 

-- El que hizo un Portus y Elvis son culpables de hacernos atravesar dominios internacionales sin avisar al departamento correspondiente para saber si teníamos que vacunarnos contra enfermedades tropicales y sin traer intérpretes para comunicarnos con la población indígena.

 

Y de esto estaba segura, en mi departamento no había ni un sólo expediente pidiendo una salida al extranjero. Bueno, sí, uno a Disneylandia, pero estaba bien segura que este suelo (y volví a mirar mis botas de cuero, ya empapadas) no era el de París.

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Contuvo un gruñido cuando sintió el codo de su tía golpear justo en una de las costillas. No dijo nada ya que, en parte, Gatiux tenía razón al darle un golpe. Pero Bastian, aunque no precisamente gracias a su intervención, dibujó una media sonrisa en sus labios. Airosos, a la bruja se le habían ido los nervios y terminó diciendo varias cosas sobre sus origines gracias a la inoportuna (o acertada, según como se viere) intervención de Sagitas con sus desvaríos ministeriales.

 

—Debes aceptar que mi estrategia era buena. No es mi culpa que la pobre muchacha se pusiera nerviosa por pensar que estaba sin sus papeles en regla —soltó restando importancia a sus palabras. Hizo un extraño movimiento con la mano dando a entender que daba igual el motivo, pero que lo importante era que a la Uzza se le fue la lengua.

 

Entonces Sagitas hizo nuevamente presencia de sus ocurrencia ¿¡Aves?! ¡Que locura! Pero en fin, decidió que era mejor no seguirle el juego a la bruja o pronto se verían inmersos en conversaciones incómodas sobre toqueteos o posiblemente todos terminarían desvariando sobre sus trabajos.

 

Intentó interrumpir a Gatiux, estaba claro que ella quería tranquilizar de alguna forma a Asuhr. No lo logró.

 

—¿Qué ganas tranquilizando a esta bruja que se supone sabe muchas cosas sobre una cultura que desconocemos? ¿No prefieres aprender acudiendo a la fuente misma? —cuestionó.

 

No es que Bastian pensara que Hades y Elvis (de este último quizá si, en realidad, cosas de percepciones y de ideologías) no estuvieran a la altura de enseñar aquella magia. Pero siempre era mejor, al menos así es que pensaba el Malfoy, acudir directamente a la fuente de un saber. Aquella bruja era una Guerrera, o al menos parecía una, y lo más probable es que conociera muchas magias incluso más poderosas que las que iban a aprender. Una persona así era muy valiosa cuando soltaba la lengua.

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¿Que si se lo estaba inventando? ¡De más había hablado! Aquel hombre hablaba con la prepotencia de los poderosos, pero Asuhr no reconocía más autoridad que la del Consejo del Pueblo Uzza.

 

- Piensa lo que quieras, extranjero -con ganas le había dicho que todo era una invención y no sólo por el placer de confundirlo, sino sobre todo porque Asuhr sentía que había hablado de más-, pero vas a necesitar más honor si aspiras a ser merecedor del Conocimiento.

 

Asuhr sonrió con malicia y, aunque llevaba la boca tapada con el velo, a la manera Nefir, sus ojos oscuros chispearon. La confusión no tardó en volver cuando la bruja del pelo violeta, que se había interesado por las curaciones, retornó al tema de los papeles.

 

- ¿Entonces aquí no ejecutan por incumplir la ley? -Asuhr abría los ojos como platos. -¿No ejecutáis a los que incumplen los Códigos? ¿Pero tenéis Códigos, verdad? Has dicho que los del Ministerio coleccionan papeles. Mi Maestro me dijo que los del Ministerio eran los que habían trasladado la Universidad de Egipto hasta Inglaterra. ¿Vuestro Ministerio es como nuestros Nahm-Uzza? Ellos también coleccionan papeles, aunque a los Recopiladores les gusta más coleccionar historias y tienen muchos secretos que sólo ellos saben. ¿Vuestro Ministerio tiene secretos?

 

¡Qué raros eran aquellos ingleses! Asuhr no terminaba de entender lo de coleccionar papeles y obligar a la gente a escribir tanto. Era algo que ya le había sorprendido, nada más llegar a la Universidad, cuando tuvo que empezar a rellenar formularios para apuntarse a las clases. Hasta entonces, Asuhr no había visto un formulario en su vida.

 

La otra bruja que le había hablado antes parecía una experta en el tema de los papeles. Quizás fuera una Nahm-Uzza inglesa, pues parecía conocer los Códigos muy bien. Ahora le hablaba de los papeles necesarios para cruzar por los distintos pueblos. Todo iba bien y Asuhr prestaba atención muy interesada en enterarse de todo cuanto pudiera sobre esos papeles. Pero cuando la bruja nombró Egipto, el resorte de su mal controlado orgullo volvió a saltar de sus goznes.

 

- ¿Egipcia? ¿Yo? ¡Cómo podría un Uzza pertenecer al pueblo de los SinHonor! Esos descendientes de los faraones, tiránicos y subyugadores son falsos, mentirosos y ladrones. No hay una pizca de honor en ellos. Egipto es una tierra maldita y sus habitantes no verán jamás los Jardines Celestiales.

 

La voz de la joven denotaba enfadado, pero más allá de su ira, un deje de amargura la atormentaba, al recordar que tendría que estudiar todas las habilidades con la peor calaña entre los egipcios, aquellos Arcanos SinHonor que, aunque no fuesen egipcios en su origen llevaban demasiado tiempo al servicio de aquella Universidad egipcia. Asuhr, al igual que cualquier otro Uzza, no podía olvidar la tiranía a la que su pueblo fue sometido durante siglos por los antiguos magos-sacerdotes de la famosa universidad.

 

- Yo soy Asuhr, de la Tribu Nefir del Pueblo Uzza. Mi país es la Tierra de Uzza y mis leyes son los Códigos de Honor. Mi Glorioso Destino es ser Guerrera, cuando haya cumplido con la Segunda Iniciación y Rasori es mi Maestro y quien se encarga de adiestrarme para llegar a ser una gran Guerrera - Recitó Asuhr, como si fuera un dogma o una proclamación de fe. - Y, por cierto, ya que me he presentado, ¿cómo os llamáis vosotros?

 

Prefirió preguntar por el nombre, en lugar de hacerlo al modo Uzza. Rasori le había explicado que los extranjeros no tenían tribus y, en general, daban poca importancia a sus orígenes o a su clase social. Aunque Asuhr empezaba a dudarlo pues claramente veía que algunos se consideraban más honorables que otros.

 

Cuando oyó hablar de Azkabán, el vello de su cuerpo se erizó. La cárcel mágica con sus dementores formaba parte de muchos cuentos infantiles que los niños Uzza escuchaban de boca de los Guerreros, cuando éstos volvían a la Tierra de Uzza contando historias sobre los lugares que visitaban mientras cumplían con sus Contratos. Asuhr, como muchos otros Uzza, pensaba que aquella cárcel sólo era un cuento, una leyenda utilizada para asustar a los niños y que éstos hicieran sus tareas y obedecieran a sus padres.

 

- ¿De verdad existe Azkabán? ¿Y tiene dementores como en los cuentos? Una vez mi maestro me llevó a un lugar dónde tenía que enfrentarme a tres de ellos. Dicen que se comen el alma de la gente y que nadie que sea absorbido por un dementor verá nunca los Jardines Celestiales de la Diosa, pues su alma vaga por toda la eternidad por los vacíos estelares. Ni mucho menos podrá renacer ni tendrá una segunda oportunidad para cumplir su Glorioso Destino.

 

Asuhr había bajado la voz, igual que cuando los Guerreros contaban historias sobre Azkabán a la escasa luz de una hoguera durante las noches más oscuras. Desde luego, era mucho peor sufrir el destino de Azkabán que ser ejecutado. ¡Qué crueles eran aquellos ingleses!

 

- ¿De verdad no tenéis ejecuciones? Me imagino que no tendréis muchos criminales, si les aguarda tan horrible destino.

 

Observó que la mujer se había agitado con la mención de la Diosa. Por algún motivo, la Diosa suscitaba interés en ella. No tardó en comprobarlo, pero las palabras que salieron a continuación de la boca de la mujer hicieron que Asuhr mirara a todas partes, deseando no ver al benú que la perseguía y la hicieron mover los dedos de forma apresurada, para apartar el deshonor de ella. Finalmente, agarró bien fuerte su amuleto que pendía del cuello y reunión valor para contestar.

 

- Los sagrados.... son... los Ktam -comentó muy despacio. - Ellos son los más Altos entre nosotros. Yo sólo soy una aprendiz de Guerrera, pero mi honor pertenece ya a la Diosa, pues aspiro a ser una humilde servidora. Cuando me convierta en Guerrera, perteneceré a Los Que Sirven, los más Bajos entre todo el Pueblo Uzza. ¿Es eso un inconveniente?

 

A Asuhr le sudaban las manos y trató de disimularlo apretando una con la otra. Entendía que aquellos extranjeros tenían costumbres muy extrañas y sabían muy poco de los Ktam y de la Diosa, pero la mera suposición de que ella pudiera ser una Uleya, la trastornaba.

 

Así que después de todo, si alguien era deportado de Inglaterra y devuelto a su país sí se consideraba deshonroso. Eso significaba que tendría que quedarse en Inglaterra hasta acabar lo encomendado por Rasori. De pronto, la posibilidad de deshonrarse con una deportación, le pareció una perspectiva horrible.

 

- Si eres tan amable de rellenarme el papel ese... -La otra chica había dicho antes, que les gustaba rellenar papeles a los del Ministerio. Ojalá fuera así, porque Asuhr empezaba a estar harta de formularios. -Ya te he dicho quien soy y cuál es mi nombre y en cuanto a mi residencia aquí, vivo con los Uzza que están en la Universidad, en la Residencia.

 

Esperaba que aquella Nahm-Uzza, o lo que fuera en su país, le arreglara los papeles. Si volvía a la Tierra de Uzza incurriendo en deshonor, Rasori jamás la dejaría presentarse a la Segunda Iniciación y haría que olvidase todo el conocimiento aprendido. Sería una paria entre las parias y nadie podría evitar que los Ktam cumplieran con su deseo de verla ejecutada más pronto que tarde.

 

No se podía negar que los ingleses eran raros. Por lo visto, los Maestros habían incumplido los Códigos al traerlos a aquel lugar.

 

- ¿Los llevarán a Azkabán y los dementores se comerán su alma? -Preguntó en voz baja, sin dejar de mirar a los dos Maestros. Iba a ser una pena, pues parecían unos chicos apuestos y agradables.

 

El chico que la había importunado antes hablaba con la otra bruja de pelo violeta, como si tuvieran confianza entre ellos. Asuhr no pudo evitar escuchar parte de lo que decían. Después de todo, llevaba puesto el Anillo de Escucha. Así que su intención era ponerla nerviosa para hacerla hablar. Pues iba a tener lo que quería. De mala gana, acudió al poder que tanto la trastornaba y pudo observar las derivaciones que tomarían los movimientos del chico en los próximos instantes. Procuró ser muy sutil al colocarse delante de él y fingir un pisotón que, más que otra cosa, ella misma había provocado, al colocarse justo donde su pie iba posarse.

 

- ¡No me pises! -Saltó con disimulado enfado. - Serás muy poderoso en esta tierra, pero eres un ignorante. O de lo contrario sabrías que ese anillo que llevas guardado, hace que te quedes totalmente sordo y con ese otro harás que todo el mundo haga lo que tu quieres. Seguro que ese te gusta.

 

Tenía cara de que le gustaba mandar, estaba segura. Había dicho un par de mentiras, pero mentir a un extranjero desagradable que trataba de aprovecharse de uno mismo, no le parecía a Asuhr que fuera deshonroso ni reprochable.

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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Ay, este Juliens... Siempre tan altivo... Había conseguido enfadar a la extranjera... Aunque eso le daba vidilla al asunto porque yo no me estaba enterando de nada de lo que decía. ¿Habría hecho bien en cambiarme a Internacional? Si a la primera de fuera que me encontraba y me ponía de los nervios. Eso de la diplomacia mejor se lo dejaba a Catherine y Nicole, yo a ir a las fiestas de los Consulados, con trajes de gala y comida gratis.

 

-- Esto... No, ejecutar como que no... Creo que está mal visto. ¿Códigos? Pues... -- No, lo mío no es entender a los raros de fuera. -- Claro que tenemos códigos. De luz, rojo para parar y verde para seguir; de sonido, pitidos largos para cruzar las calles sin peligro, pitidos cortos para que cruces rápido. Silencio para que no pases... También tenemos otros códigos, como...

 

¿Cómo cuáles?

 

-- Como los papeles... Amamos los papeles -- seguí lo que había dicho Gatiux, quien era la culpable de que la extranjera pensara que los papeles eran lo más importante de nuestro país, en vez del té verde con menta. -- ¿Recopiladores? Bueno, sí, también tenemos. Les llamamos Archiveros. Y nuestro Ministerio tiene toda una planta dedicada a los Misterios, puro secretismo de Estado. Nadie sabe lo que hay allá dentro excepto los pobres que trabajan allá y tiene que guardar el secreto.

 

Era muy curioso. Sus costumbres, salvando las distancias, no eran tan distantes a las nuestras, aunque llevaran otros nombres.

 

-- ¡Ay, la leche! -- salté sobre mis pies cuando la muchacha se volvió hacia mí de forma iracunda. Parecía que no le gustaba mucho eso de que la llamaran egipcia. Caray, si les llamaba falsos, mentirosos, ladrones y malditos. Me atreví a levantar un dedo, el índice, y murmurar: -- Pues a mí me gustan las piramides...

 

Menos mal que cambió el tono de mala leche por el orgulloso al decir su nombre y sus ancestros, así que le correspondí:

 

-- Yo soy Sagitas Ericen Potter Blue, de la familia Potter Black, que es una de las primeras sangres mágicas detectables en la historia de la Comunidad Idem, aunque algunos nos sacaron de ese listado porque varias ramas de la familia sucumbieron a las faldas de los muggles y perdieron el rango. Tambien soy Suma Sacerdotisa de Avalon y Hermana Mayor de la Orden del Tejo. Y mi destino es no llegar tarde a la hora de la siesta de mi hijo Ithilion, que me gusta contarle historias de criaturas mágicas. Ah, y cuidar de mi Circo. ¿Tenéis Circos en Eg... tu país de los Uzza? Soy una... ejem... gran Guerrera que domino a más de veinte especies diferentes de criaturas peligrosas sólo con el poder mi mente.

 

Vale, vale, Sagitas, que te lanzas y no sabes parar... Gracias a que tenía unos domadores en el Circo que valían su peso en oro, aunque fueran enanos... La muchacha estaba asombrada de que existiera Azkabán. Agaché un poco la cabeza y la miré por encima de unas gafas muggles imaginarias.

 

-- ¡Pues claro que existe Azkaban, muchacha! Tiemblas como la hoja de un sauce sacudida por una corriente de aire... ¿Te gustaría visitarla? Entre mis deberes está el de controlar la estancia de los ingleses en esa cárcel y comprobar el estado de su condena para poder pedir su liberación en algunos casos.

 

Vale, otra tr***... ¿Realmente tenía Internacional algo que ver con eso? Miré de reojo a mis compañeros, estaba segura que iban a decir algo en contra de eso. Como a Juliens se le ocurriera le iba a dar un pisotón que...

 

-- ¡Demonios! ¿Te encuentras bien, Assur-Uzza?

 

Iba a contestar a la muchacha que teníamos muchos criminales, por desgracia, pero había sucedido algo... increíble. ¿Juliens había pisado a la Uzza? Sólo me faltaba un conflicto internacional a base de patadas a la espinilla o codazos, aunque los prefería a que sacaran la varita. Así que me apresuré a intervenir (como si aún no hubiera hablado bastante):

 

-- No entiendo eso de que eres la más baja de los Uzza. Si eres altísima, madre mía, me sacan por lo menos un palmo, y eso que yo no soy chiquita... Yo creo que si vives en la Universidad, Elvis se hace cargo de todo lo que te pase. Es como... esto... hem.... Quien se ha comprometido a cuidar de tus papeles mientras estés en el país. No creo que haya ningún problema con él.

 

A pesar de haberme metido en una clase de Duelos, tenía plena confianza en mi primo.

 

-- Oye -- me acerqué a ella en el mismo tono de secretismo que antes había usado ella. Le enseñé mis manos, llenas de anillos bonitos con nombres raros que había encontrado en los dos libros que había comprado. -- ¿Cuál de éstos es el anillo de la sordera y cuál de ordenar a quien quiera que baile un Vals? -- Moví los dedos delante de ella, orgullosa de todos los anillos que llevaba. -- Este de oro que parece un botón es el de casada, es un símbolo de Amor Verdadero. Pero oye...

 

Ahora fruncí el ceño, adelantándome a alguna mala noticia que no pensaba cumplir.

 

-- Si me tengo que poner algún anillo en los dedos de los pies, paso.

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El vampiro escucho atentamente lo que estaba diciendo Elvis, ambos habían recibido la misma educación por parte de los Uzzas, la única diferencia era la forma en que cada uno de ellos podría usar aquellos conocimientos a su conveniencia. El Ragnarok suspiro cerrando los ojos. Dio unos cuantos pasos y observo un árbol frondoso, el cual podría fácilmente sostener su peso, si había calculado bien lo haría, por lo que corrió rápidamente y subió de rama en rama, hasta una lo suficientemente alta para ver mucho más adelante, no quería encontrarse con alguna extraña sorpresa.

 

-Hasta ahora el camino va bien –comento el cainita sin saber si Elvis lo había escuchado, aunque esperaba que si- no observo animales ni nada por el estilo, necesitaremos algo de accion o se aburriran

 

El Ragnarok pensó en aquello, necesitarían animales para alguna de las practicas, aunque estaban en aquella selva, seguro podría cazar alguno o llevarlo hasta donde estaban los alumnos. Mientras Elvis esperaba las explicaciones, aquello que les había pedido el Ragnarok escucho a Gatiux mientras subía hasta una altura considerable, una que mataría a cualquiera o rompería todos los huesos en una caída libre. Rio ante la pregunta que ella había hecho. Se preguntaba si alguien se atrevería a saltar desde algún risco o simplemente a montarse en alguna rama.

 

-Supongo que tendré que hacerlo yo –susurro encogiéndose de hombros e hizo un fuerte silbido para que los presentes prestaran atención, ya que seguramente ni lo habían visto llegar hasta aquel punto.

 

Rio, ¿Cuántas veces había hecho aquello?, claro, solo faltaría que pensaran que se convertiría en murciélago por aquel cliché. Sin perder un segundo pudo sentir como aquel amuleto volador “formaba parte de él” mientras caía lentamente en total libertad y tocaba con suavidad el suelo.

 

-Gracias por los aplausos –dijo observando a los ojos a todos y cada uno de aquellos alumnos- bah, así no se puede –bufo.

 

El Cainita observo a Elvis y supuso que estaría pensando lo mismo. Su maestro le había reñido muchas veces por hacer aquel tipo de demostraciones, pero siempre su respuesta había sido la misma… “Si no lo hago, jamás entenderán el poder y lo que se puede hacer, deben entender”, de todos después de tomar real conciencia de la responsabilidad que era aquello lo había dejado de hacer… hasta aquel momento.

 

Cuando al fin paso el Shock, el vampiro simplemente se sentó en posición de loto en una de aquellas raíces que sobresalía para escuchar las ingeniosas respuestas que aquellos aprendices daban ante el enigma planteado por el Gryffindor. Guardo silencio prestando atención, si había aprendido algo en todo el tiempo dando clases era que él también podía aprender de los alumnos, y la respuesta de aquella chica Ashur le había llamado la atención, ¿Cómo una chica aparentemente normal, de 16 años podría saber aquello y de aquella forma? Entrecerró los ojos, había algo en ella diferente a los demás y no descansaría hasta descubrir que era. Buscaba respuestas en su mente, quizás la había visto en algún lugar, parecía más bien fuera de lugar o de tiempo, pero aun así era un aprendiz y como tal debía estar pendiente de ella.

 

El intercambio de palabras e ideas entre los estudiantes no se hizo esperar, pero cuando Ashur comento de donde venia el vampiro no pudo más que dibujar una sonrisa, ya que, ahora las piezas encajaban, de allí era donde la chica sabía aquellas cosas. Si, su maestro le había comentado una tarde (mientras él intentaba concentrarse en un poder especial de aquellos libros), que podrían encontrar aquel tipo de casos “especiales”, aunque estaba seguro que la joven Uzza había asimilado los libros de una manera muy diferente a él y que sabía mucho más que cualquiera de los presentes, y a sus demás compañeros enviados a las tierras Uzzas, ella debía completar su entrenamiento un paso a la vez. Aquello la haría mucho más fuerte y temible, seguramente si lo lograba podría ser considerada una guerrera.

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No estaba seguro si la mejor manera de empezar la clase había sido aquella. Los alumnos se habían empezado a molestar desde que nos habíamos desaparecido del aula, pero siempre en todas las clases, había de ése tipo de alumnos. Conocía muy poco a los presentes, sin embargo recorrían muchas emociones allí. Mi prima Sagitas notaba su temor. No sabía a qué, pero sus ojos me lo indicaban. Gatiux y Juliens estaban más confiados pero no me ayudaban a responder mi pregunta.

Mi atención fue dirigida a la persona que luego se presentó como Asuhr. Su acento la delataba como alguien extranjero, y se había armado un gran debate. Claramente que algunos guerreros Uzza me habían explicado que aquellos casos sucederían. Era parte del contrato. Y no pude evitar sonreír. Era un intercambio, su conocimiento valía más que aquel aprendizaje. Tenían los papeles, viviendas y muchas cosas más que pocas personas sabían. Por eso cuando Sagitas se alertó por las legalidades, solté una sonrisa.

 

Gracias, Hades, por la ayuda —miré a mi compañero, había ayudado a que todo el debate se calmara. No podía cortar todo el monólogo que había explicado aquella estudiante extranjera y todas las preguntas que habían surgido por ése tema. Sabía que muchos intentaría continuar hablando pero no estábamos para conversaciones. Si alguien quería hablar más tranquilo, estaba seguro que podrían sacar a pasear a Asuhr y de paso hacerla conocer Londres y sus alrededores—. Sagitas, quédate tranquila que todo se encuentra en regla. Asuhr, por ahora nadie va a visitar Azkaban, aunque luego podremos explicarte lo que desees. Tampoco nadie será ejecutado hoy.

 

»Es un gran honor poder contar con tu presencia entre nosotros« le dije con una reverencia a modo de saludo. Mientras los chicos se calmaban, el momento había llegado. Habían estado tan enfocados en sus conversaciones sobre los papeleos, las ejecuciones, Azkaban, los contratos y demás, que nadie se había percatado que aquel viento y las nubes se habían juntado en un mismo lugar. ¿Por qué había tanto silencio? Miré por detrás de ellos en el momento que una luz, tan blanca como la nieve, brillaba al nivel del suelo, la tierra temblaba un poco y a lo lejos, empezó a escucharse un bullicio, como si una multitud estuviera gritando.

 

Lo que vamos a intentar hacer con éste libro... —miré a Hades cortando mis palabras. No llegaríamos a hacer introducción a nada más. Las demostraciones habían sido ya suficientes. Pero todas las miradas, porque eso sucedería, estaban enfocadas en unas figuras de piel oscuras y vestidas con trapos y cueros, se acercaban acechándonos. Nos habían encontrado. A pesar de todos los encantamientos protectores y la magia que rodeaba al lugar, habían podido encontrarnos. Aquella era el motivo de la calma del viento. Le hice una seña a Hades, debíamos ir al sitio donde se encontraba el plan B—. ¡Nos han descubierto! ¡Al sur! Directamente debemos llegar a una cueva que hay hacia ésa dirección

 

Les hice unos gestos con las manos para que reaccionaran. Aquellas personas era una de las tribus que vivía dentro de la selva amazónica. Era uno de los sitios naturalmente más grandes del mundo y eran pocas las personas que sabían de la existencia de aquella comunidad mágica. Claramente que no eran como nuestros magos londinenses. Se acercaban a la manera de vivir de los Uzza, pero a la vez eran muy diferentes. Tenían lanzas. Algunos unas sogas con unas esferas pesadas en cada punta. Seguramente las usaban para capturar a sus presas. ¡Y dardos! No me sorprendería que contuvieran líquidos tranquilizantes. ¿Llegaríamos todos? ¿Los chicos sabrían defenderse? Solamente esperábamos que no empeorara la situación.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Había esperado algunos días con cierta impaciencia para que llegara el momento en que empezarían las clases del Libro de la Fortaleza. Pero jamás se habría imaginado que uno de sus profesores sería su hermano Hades. Al verlo, la pelicastaña entornó los ojos y estuvo a punto de soltar una maldición de aquellas que reservaba para su gente de confianza, pero supo controlarse; tenía una reputación que mantener. En su lugar, recompuso el gesto y le dirigió una gélida mirada al Ragnarok de esas que conseguían asegurar una charla posterior y privada a su destinatario.

 

Sus ojos grisáceos se deslizaron entonces hacia el segundo hombre, al que también conocía bastante bien. Elvis y ella habían coincidido en algunas clases de la Universidad en calidad de profesores, sin contar con que el Gryffindor era también su superior en dicha institución. Ahora, además, parecía que tendría la suerte de verle desenvolverse como profesor en la posición de alumna. Probablemente, sería una experiencia muy positiva.

 

Hacía bastante viento, así que la licántropa se envolvió un poco mejor en la capa negra que llevaba sobre la sencilla túnica oscura y ceñida a su cuerpo que había escogido como vestimenta. No era la más indicada para una clase de duelos, que es lo que parecía que sería, pero no se había decidido por ningún otro modelo después de casi treinta minutos observando su armario. Afortunadamente, llevaba el castaño cabello rizado recogido en un moño de altura media que dejaba a la vista su rostro pálido y la cicatriz que le cruzaba la mejilla, que ella normalmente se afanaba por disimular.

 

Sonrió a algunos de los presentes, pues a casi todos los conocía de vista, al menos. Luego siguió al grupo mientras se dirigían al traslador y, tras unos instantes de vacilación, posó la mano izquierda en él.

 

Aparecieron todos en un paraje extraño cuyo clima y ambiente general eran muy distintos a los que habían vivido unos instantes antes. Estaban en el Amazonas. Tropezó en el aterrizaje y luego se acordó de que poseía el amuleto volador y podría haber llegado de una forma mucho más digna. Suspiró con pesar. Caminaron unos metros hasta llegar a donde estaban los profesores Hades y Elvis y luego se detuvieron mientras estos comenzaban a formular preguntas para introducir la clase. Anne arqueó una ceja y se cruzó de brazos mientras escuchaba las respuestas de los demás. No, ella tampoco había podido leer nada del libro de la Fortaleza, pero sí había probado algunos de los poderes del libro del aprendiz de brujo.

 

Pero entonces la conversación empezó a torcerse, sobre todo cuando intervino una joven extranjera que parecía estar muy informada sobre el poder de los Uzzas. «Claro, ella lo es», pensó, a punto de reirse ante su propia estupidez. A pesar de ello, siguió interesada la conversación entre los demás y luego miró a Elvis cuando éste intervino para dar por zanjada aquella improvisada discusión tan entretenida que la había hecho reír entre dientes varias veces. Y, de repente, el Gryffindor se alteró.

 

¿Que nos ha descubierto quién? —preguntó Anne, mirando en varias direcciones sin comprender. Entonces su ojos grises se toparon con lo que Elvis había visto unos instantes antes. Vio lanzas. Fue suficiente—. ¿¡¿Pero esto qué es?!? —gritó entonces, mientras comenzaba a correr y empujaba sin querer a Sagitas—. ¡Vamos, que nos ensartan!

 

Había corrido solo un par de pasos cuando sintió el tacto duro y frío de su varita en la mano izquierda. No sabía si sería una prueba en la que deberían demostrar algo o si de verdad había sido un contratiempo no previsto, pero ella estaba preparada para hacerle frente fuera lo que fuese.

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Gatiux se había perdido entre las preguntas y respuestas de Sagitas y Asuhr, si la mujer de cabello púrpura quería monopolizar la atención de la joven, lo consiguió. Vaya que si lo hizo. Como no parecía haber espacio en la cháchara para los demás, la banshee se hizo a un lado y puso un gesto mezcla entre fastidio y aburrimiento. Dedicándose mientras las otras dos mujeres conversaban a mirar a los profesores, que parecían algo sospechosos, y al terreno que tenía alrededor. No sería la primera vez que después de algo tranquilo, venía el peligro y tenían que salir todos corriendo. Recordaba los primeros meses en su bando en la que todas las excursiones a sitios exóticos acababan igual. Ella comenzó a hacer lo mismo a los novatos años más tarde.

 

- Yo me llamo Gatiux Malfoy. -dijo cuando Asuhr demandó sus nombres, volviendo brevemente la mirada hacia ellas- Trabajo en Inquisidores, para la Seguridad Mágica, aunque me temo que este tipo de eventos se hacen a espaldas del Ministerio. Si revelaran este tipo de pruebas o eventos nunca las llevarían a cabo. Corren por cuenta de la Universidad. Si alguno muere reclamarán la cabeza de los profesores o directores. -sonrió con malicia- ¡Aunque así es como se endurece a la gente! Nadie aprende nada por un camino de nubes de algodón.

 

Hades captó su atención, había comenzado a escalar hasta una altura considerable. Si se caía desde allí se abriría la cabeza, como una sandía estrellada contra el suelo. No supo si fue por la valentía del mortífago o por la imagen de la fruta espachurrada, pero comenzó a animarlo para que se tirase desde allí arriba. Más alto. Cuando se tiró, acabó aterrizando con gracia sobre el suelo. Una parte de Gatiux se apenó porque todo hubiese acabado bien, la otra se alegró por la demostración de utilidad del objeto.

 

- Bien hecho, Bruce.

 

Sonrió a su compañero, y planeaba decir algo más pero se quedó cayada cuando sintió la tierra temblar. Miró al suelo y luego al resto de los que allí se encontraban para saber si habían sentido lo mismo que ella, intercambiando una mirada interrogante, ¿sabían lo que estaba sucediendo? ¿era un terremoto? Fue entonces cuando vio la luz blanca y escuchó el bullicio propio de gente acercándose. Miró a los profesores, esperando reacciones, queriendo saber si aquellas visitas eran esperadas o inesperadas. No lo dudó cuando Elvis dijo que tenían que irse, echó a correr veloz.

 

-¡Tendremos más oportunidades de darles esquinazo si ponemos árboles de por medio!

 

No sabía si sus compañeros habrían oído la sugerencia, pero podrían escapar si ponían obstáculos en el camino. Por suerte había sido previsora y había acudido a la clase con atuendo deportivo, lista para echar a correr en cualquier momento. Sus pies apenas tocaban el suelo, una zancada larga tras otra, sintiendo el viento en la cara debido a la velocidad. Dirección sur donde había dicho el Director. Su varita se materializó en su mano, presta para el ataque o la defensa.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Mira por donde me enteré que Gatiux era una inquisidora. Mi mente desvarió un poco y se alejó de la jungla para perderse en una mazmorra de épocas antiguas donde los españoles torturaban a una hechicera para que confesara sus poderes mágicos. ¡La Santa Inquisición! ¿Pero qué hacía una Inquisidora en estos tiempos más nobles y dentro de la comunidad mágica? A veces, para ser una persona respetable (?) en el pueblo y con un alto cargo en el Ministerio, desconocía los entresijos más simples del organigrama de los puestos y sus funciones para el buen funcionamiento del mismo. Aún así, aquella ocupación desconocida para mí sonaba a algo peligroso, así que la sonreí con cara de circunstancias. Como a la extranjera se le ocurriera preguntarme qué era eso de Inquisidor, me iba a disimular sobre cierta necesidad física entre los árboles.

 

Menos mal que un agudo silbido interrumpió nuestras conversaciones (aunque a veces pensaba que sólo yo hablaba por los codos) y busqué el origen. Cuando vi que unos de los profesores era un punto diminuto entre los árboles, torcí el ceño, pensativa. ¿Nos iban a enseñar a trepar? Yo prefería un Ascendio que trepar por la corteza resbaladiza de los mismos.

 

Pero después le vi caer, inhalé con fuerza y no solté el aire hasta que llegó al suelo como si hubiera sido un saltito, sano y salvo y sin muestras de haberse roto nada. Permanecí un segundo en silencio y después comencé a saltar y a aplaudir, a aplaudir y saltar.

 

-- ¡Demonios desdentados! ¡Otra vez, otra vez! ¡Eso es genial! Yo hago algo parecido en el Circo pero siempre hay una tela de Acromántula que impide la caída. ¿Me puedes enseñar a hacer eso? Creo que sería genial para animar el espectácul0 cirquense.

 

Sí, lo decía en serio. Clase de Duelos, como que no. Pero si pudiera salir de allá con experiencias nuevas que pudiera aplicar a mi mundo diario y habitual en el Circo... Pero el profe se sentó en el suelo en una postura algo incómoda. Arqueé una ceja. Vale... No me iba a enseñar... Pues practicaría yo, vamos que sí, sólo tenía que adivinar cual de los objetos del libro era el apropiado. Había tres anillos y un amuleto así que, en el peor de los casos, sólo tendría tres golpetazos fuertes y un acierto.

 

Yo era así cuando me empeñaba en algo, atrevida e impulsiva. Iba a intentarlo, vamos que sí, cuando sentí la voz de mi primo Elvis, que alejó momentáneamente las ganas de probar experiencias nuevas y peligrosas. Me confirmó que la muchacha estaba a su cargo (menos mal, ni idea de cuál es el informe a rellenar para pedir su expediente a su país, de cuáles son las normas internacionales específicas para pedir extradiciones y, lo peor aún, no sabía como comunicarme con mis empleadas para que ellas hicieran el papeleo, que yo odiaba la burocracia, me cansaba rellenar tantos pergaminos). Cuando vi que le hacia una reverencia, mi cabeza empezó a ligar ideas y conceptos y... ¡Caray! ¿Por qué no me habían avisado de la presencia de alguien importante? Por lo menos, por lo menos, debía de ser una embajadora de los Uzza, o cónsul (¿o se dice cónsula?), o Ministra o algo parecido...

 

-- A sus pies, señorita Ashur de los Uzza -- leñe, parecía un trabalenguas. -- Cuando regresemos a Londres contactaré con su embajada para organizarle una visita guiada a nuestra hermosa ciudad.

 

Ahí, ahí aparecía por fin la dignidad de una Directora de Cooperación Internacional. Aunque puede que el saludo sonara un poco raro, sobre todo porque su calzado era... original. Aunque al menos no iba descalza, como acostumbraba ir Babila por el Ministerio. Tocaba añadir algo más, que sonara a diplomático, cuando Elvis dijo que nos habían descubierto.

 

-- ¿Los papparazzi? -- pregunté, sin entender nada. Pero fueron los primeros que me vinieron a la cabeza. Esa chusma siempre está cerca cuando huelen a personas famosas y respetables por el pueblo. -- ¿Al Sur?

 

Vale, sí, genial... Al Sur... ¿Cómo sabía yo dónde estaba el sur si apenas era capaz de ver el cielo, la dirección del sol o una sombra por la que guiarme? Me escandalicé.

 

-- ¿Una cueva? Pero Elvis... Si la señorita Ashur de Uzza es tan importante debiéramos ofrecerle al menos un hotel de tres estrellas. Si me hubieras avisado con tiempo, te hubiera organizado una lista de posibles hoteles londinenses que...

 

¿Hablaba al aire? ¿Por qué todo el mundo salía corriendo y me dejaban sola? Y encima Anne Me empujaba en su huida. A propósito, ¿cuándo había llegado? Vale, ya sé que a veces hablo demasiado pero vamos, que huir de mí... Me giré ante un ruido a mis espaldas.

 

-- Lo sabía, indígenas...

 

No es que tuviera problemas de idiomas para entender lo que querían. Hablar, en sí, no dijeron mucho, pero sus gestos y, sobre todo, sus armas, fueron la explicación más que suficiente para echar a correr.

 

-- ¡Esperar... me....!

 

¡Dita sea...! Y yo con las bota de tacón cuadrado, mojadas, que se hundían en terreno lodoso y húmedo.

 

-- ¿Ensartar? ¡¡Eso no es civilizado!! -- grité a Anne. -- No somos olivas para que nos ensarten.

 

Aunque eso debiera decírselo a ellos, porque primero, estaban acostumbrados a aquel medio ambiente tan desagradable y, segundo, una de mis botas se había quedado enganchada en una especie de nudo de hojas y raíces en la tierra y me frenó la carrera a riesgo de romperme un tobillo. Y tercero, y no menos importante, ni idea de donde estaba el sur, la cueva ni la extranjera. ¿Huir en aquellas circunstancias?

 

Yo no huyo...

 

... (porque tendría que descalzarme un pie y estaba segura que me clavaría una piedra, una púa, una espina, me mordería una serpiente o todo junto a la vez, con lo gafe que era...)

 

Así que forcejeé con la pierna para desatascar mi bota de aquel laberíntico follaje y moví mi varita. No me gusta usar la varita, yo soy de las que usan la varita como ornato en el pelo, pero a veces no se puede actuar de ninguna otra manera. Un dardo de algo, a saber si me produciría urticaria o una muerte lenta si me alcanzaba, se convirtió en una dulce mariposa de colores brillantes cuando pronuncié un Morphos. Hubiera sonreído, satisfecha, si no estuviera temblando de miedo. Levanté una mano mientras con la otra contenía a la mariposa para que volara un poco más alejado de mi cabeza, más que nada porque no recordaba cuanto duraba el hechizo y no quería que me diera al caerse cuando se des-morphoseara.

 

-- ¡Hau! ¡No ser enemigos! Yo amiga.

 

¿Ese no era el idioma de los indios? Bueno, lo que sea, mientras esté atada por esas raíces y mis compañeros huyeran como locos, dejándome sola, debía intentar el dialogo y la comunicación como medio de acercamiento entre pueblos.

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~Bastian Malfoy. No Juliens: BASTIAN

 

La bruja le estaba irritando. Aunque Bastian le dio el pisotón con gustoso (estaba claro que la bruja así lo deseaba). En el momento en que Asuhr se puso intensa y le dijo hasta de lo que se iba a morir. Claro que en aquel sitio tenía cierto poder. No en aquel bosque, sino en general en el ministerio. La familia Malfoy había, con el paso del tiempo, logrado controlar la política británica ocupando puestos desde los que se dictaban y modificaban leyes y reglamentos. Puestos desde los que se tomaban muchas decisiones. Si, había llegado a aquel sitio en gran parte por mérito propio; pero era indudable que ser nieto del ministro y sobrino de la viceministra ayudaba muchísimo ¿En quién iban a confiar más que en la familia?

 

Sacó de su mente el pensamiento que giraba alrededor del poder y todo lo que implicaba. En ese momento no le importaba más que aprender a dominar el libro de los Uzzas. Decidió, sin embargo, que era mala idea confiar en lo que la bruja extranjera decía.

 

—Asuhr, pareces saber mucho sobre los libros de hechizos. ¿Qué fue aquello que te deshonró al punto en que te vieras obligada a rebajarte a tomar clases con gente que obviamente no tenemos ni la más mínima idea de esto? Aunque me gustaría preguntar otra cosa mucho más interesante ¿Tan poco importante eres en tu pueblo que te tienen que enseñar un par de ingleses que conocen tan poco de tu cultura?

 

Se vieron interrumpidos, en primer lugar, por los actos de circo que interpretó Hades. Cosa sencilla, pensó el mortífago. Él mismo había utilizado el poder de las alas de plata para caer suavemente cuando se materializaron al terminar el desagradable viaje en traslador.

 

Como en cualquier bosque habían troncos caídos de viejos árboles que habían coronado el cielo. Habían algunos muy grandes, como de un felino adulto aproximadamente, por lo que Bastian vio la oportunidad de invocar una defensa.

 

Morphos —dijo justo antes de comenzar a correr en dirección sur. Uno de los troncos caídos, lo suficientemente grandes para invocar un felino adulto, transmutó hasta adoptar la forma exacta de un tigre de bengala blanco. El animal comenzó a correr más despacio que su invocador justo detrás de él, protegiéndolo de cualquier arma ¿o hechizo? que fuese en su dirección.

 

Giró en al aire sobre su eje y lanzó un hechizo en dirección de Sagitas. El bombarda golpeó cerca de la bruja, no en ella, y con suerte la liberaría y le causaría ningún daño. Era un bombarda con la menor cantidad de fuerza que le fue posible. Si no calculó mal ni siquiera debía aturdir a la bruja pero si que moverían lo suficiente lo que fuese en lo que estaba atascada. Al menos eso esperaba Bastian...

 

Cayó al suelo de frente y amortiguó el impacto rodando sobre su cuerpo. Se puso de pie con el impulso y no dejó de correr.

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