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Libro de la Fortaleza


Badru
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Como le hubiera gustado que todas las redadas que se hacían en Ottery y en el Callejón fueran igual de afluentes que aquellas. Ahí era difícil saber quien era del bando contrario, solo conocía a sus compañeros y de los demás solo habían sospechas. No les habían explicado mayor cosa, ni siquiera sabía si aquel era el examen final o no, solo se veía un guerrero calmo viendo a los demás matarse entre ellos. La pregunta de la Gryffindor era sencilla pero esencial ¿quiénes eran amigos y quiénes enemigos?

 

No tuvo que esperar mucho para la respuesta de esa pregunta porque un rayo rojizo ya se dirigía hasta su persona. Impactó en ella limpiamente, no reaccionó porque no se imagino que su misma profesora le hubiera enviado algún hechizo a ella y mucho menos tan mortal.

 

— ¿Acaso es una venganza por el incendio del barco? — Dijo ella en voz baja, sintiendo los cortes de su cuerpo y el calor de su sangre derramándose en la arena — Silencius — Repuso antes de que Mónica se dispusiera a lazar su siguiente hechizo. Por lo tanto el Oppugno no pudo salir. La pantera ante el susto salió huyendo del lugar.

 

Comenzaba a sentirse mal y mareada por la falta de sangre y ya era hora de curarse. Sin más con varita en mano se apuntó a una e las tantas heridas que recorrían su cuerpo y pensó <<Episkey>> Sus heridas poco a poco se fueron cerrando, pero aún faltaba más faltaba una curación más para estar curada totalmente del sectusempra lanzado por Mónica. Se acordó del hechizo de curación pero decidió que lo dejaría para después.

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Episkey

 

El pensamiento, anexado a la cantidad de poder mágico que fluía por su cuerpo, curó por completo su anatomía. Un único Episkey, en éste caso otorgado por la curación mágica, no era suficiente para curar el Sectusempra de Lisa del todo. No obstante, en cuanto hubo pensado aquello los cortes se cerraron por completo y lo que antes había sido unas heridas sangrantes ahora eran una pequeña línea rosácea sobre su piel. Pocos visibles, por supuesto, debido a la cantidad de sangre que aún manchaba su pecho. El calor había creado una pequeña capa de sudor en su cuerpo, también, pero no había nada más que pudiera afectarle. Ilesa, lista para continuar.

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¿Ragnarok?

 

Inmediatamente movió su cabeza de un lado al otro, ¿Hades también estaba por allí? ¡Vaya! Sí, allí estaba, justo del otro lado, y parecía ser que era el objetivo de Elvis. Aquello más parecía una extraña reunión muy inconveniente. Vamos, miembros de la Orden del Fénix, todos conocidos, varios sospechosos de mortífagos, ¿Sagitas también? Helike, warlocks, conocidos, amigos, enemigos, ¡sólo faltaban los Uzza que se metieran en batalla y estarían listos!

 

Tsk

 

Un chasquido con la lengua fue lo único que se sintió capaz de decir o hacer, pues acababa de verse en grandes problemas. Taurogirl había alcanzado a silenciarla y ahora se disponía a atacarla junto a, ni más ni menos, que su "buen amigo" Hades.

 

Oppugno – dijo rápidamente, apuntando a un elefante que se hallaba a cuatro metros a su derecha y que de inmediato quedó bajo sus órdenes. El animal rápidamente corrió hasta donde se hallaba y logró interceptar el avance de los cuervos y la hiena enviadas de parte de Taurogirl, deshaciéndose de ellos con su trompa para las aves y dando fuertes pisoteadas con sus pies para deshacerse del animal terrestre. Para su suerte, su hechizo había salido justo antes de que Hades enviara un seccionatus hacia su persona, y teniendo al elefante ya frente a ella y cubriéndola de forma completa, las medialunas impactaron en el animal, que rápidamente se dirigió a atacar a Taurogirl aún herido, deshaciéndose primeramente del lobo que aún la protegía.

 

Eso es hacer trampa, mi querido amigo pensó, negando con la cabeza, ¿cómo se había atrevido a atacarla de forma conjunta? No era algo que le perdonara fácilmente… O por lo menos, que fingiera no hacerlo.

 

Silencius – dijo ahora, pero esta vez apuntando directamente al Ragnarok, a quien se había atrevido a atacarla de aquella forma, y dejándolo mudo por unos instantes, suficientes para limitarlo en cuanto a ataques a lanzar –. Vaya, amigo, no sabía que producía ese efecto en ti... dejarte sin palabras, es algo nuevo.

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Aún mantenía la varita en alto, si bien aún no había recibido daño alguno no podía confiarse, la experiencia le había enseñado de muy mala forma que bajar las cosas podían cambiar en un abrir y cerrar de ojos. De pronto un sentimiento extraño invadió a la Black Lestrange, un mal presentimiento.

 

Buscó con la mirada a su esposo notando de inmediato que algo no iba bien con él y no era solo el hecho de que estaba sin pantalones, el color de su piel era diferente pensó al darse cuenta. Buscó con la mirada al responsable para hacerlo pagar, pero entre tanto hechizo que iba y veía no atinaría nunca a saber quién fue, al menos no en ese momento.

 

---Morphos Dijo claramente mientras apuntada hacía una roca del tamaño ideal para convertirse en un bezoar, lo tomó rápidamente y salió corriendo en dirección a Bastian, no permitiría que muriera.

 

Toma cariñomurmuró la castaña una vez que estuvo a escasa distancia de él, entregandole el bezoar que eliminaría por completo el veneno que lo aquejaba. De puro milagro ningún ataque la había impactado y seguía de una sola pieza. Ahora ya no sabía de qué lado estaba y tampoco a quien atacar, lo único que sabía era que no permitiría que la dejen viuda antes de tiempo.

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Todo lo orgullosa que me podía sentir por el "buen" funcionamiento de mi varita desapareció en cuanto todos hicieron lo mismo. Arqueé una ceja, sorprendida. De sentirme a gusto con el núcleo reducido de personas que éramos pasé a sentirme a disgusto al ver entrar a un montón, ¡pero un gran montón! de gente, que parecían mirarse entre ellos en un aspecto belicoso.

 

Al principio me divertí, por eso me pareció gracioso que Gatiux dijera que si nos estábamos divirtiendo. ¡Por supuesto que me divertía! Aquellos colibríes que había conseguido invocar eran preciosos, aunque su aleteo empezaba a producirme dolor de cabeza. Y a eso se unía el ruido de los pájaros de Anne J y su jabalí.

 

-- Veo que esto va a convertirse en un zoológico -- dije, admirando aquel animal. ¿Cómo no se me había ocurrido aquel animalito, con lo mono que era con sus dientes curvos hacia arriba? Menos mal que soy amante de los animales mágicos, seguro que si lo ve mi hermana amiga, se lo compra. Ella ama los animales muggles y tiene desbordados a los del Magic Mall con sus compras desmesuradas (como si yo no comprara, ejem).

 

Ahora aparecía un lobo y unos cuervos; admiré a mi amiga Tau, pues era un ejemplar maravilloss, aunque aquellas aves aladas tenían una cierta semejanza a mis recuerdos y... ¡Bah, era igual! Tau podía invocar cuervos si quería, a mí me gustaban más los colibríes, eran más vistosos.

 

-- Guau, Gatiux, qué maravilla...

 

Por supuesto, no me refería a la pantera, que también era un ejemplar maravilloso, sino a sus aves. Aquello parecía una competición de "a ver quién saca el animal más bonito". Y yo, con una sencilla aunque venenosa serpiente. Tal vez debiera haber pensado más en qué animal creaba. De todas maneras, excepto los pajarillos de Gatiux y los míos, todos eran normalitos; sólo nosotras habíamos conseguido invocar animalitos vistosos. Seguramente, ganaríamos el concurso a los más bonitos.

 

Porque aquello era un... un concurso, ¿no?

 

-- ¿Estrategia? -- repetí la palabra clave del discurso del profesor Ragnarok. -- ¿Estrategia para qué? ¿Es que hay normas de presentación de animalitos? Pues eso se avisa antes. Yo, al menos, no recuerdo haber leído la letra pequeña cuando me apunté a la clase del librito.

 

¡M... miércoles! El libro de la Fortaleza...

 

¡¡NO!!

 

No podía ser...

 

Esto, más que un concurso... ¡Era una batalla entre bandos! Abrí los ojos como platos cuando ese pensamiento entró en mi mente. ¿En verdad era tan ingenua que había pensado que era un concurso de uso de la varita para ver qué animalitos más bonitos sabíamos hacer y que después habría un picnic con premio tipo ensaladera de la Copa Davis, con lazitos de colores colgando de las asas?

 

-- ¡¡Demonios desdentados!! -- exclamé, con la comprensión de lo que sucedía. -- ¡Yo soy sacerdotisa!

 

Supongo que esa alegación era innecesaria en aquel momento, sobre todo cuando las varitas empezaron a usarse para algo más que crear animalitos. Del susto que me pegué con la revelación de lo que era aquel lugar creo que me puse superblanca. Tragué saliva con dificultad y ahora sí que noté el calor de la sabana.

 

-- Pe... Pero... Si ya me sale dominar a las bestias con... ¡Eh, so Bestia!

 

Sí, vale, no es bueno lanzar improperios contra la gente, eso va algo en contra de mi forma de ser como sacerdotisa. Pero es que una chica (por cierto, to-tal-men-te des-nu-da, O.Ô) acababa de lanzar un ataque a Lisa y... ¿qué narices era eso que ahora sustituía su ropaje? No es que me caiga bien del todo esta mujer, no sé si es por su carácter prepotente de "Yo-soy-la-Jefa-de-Seguridad-Ministerial" o porque era la novia de mi sobrina, pero tampoco me gusta que la ataquen.

 

-- A ver si entiendo -- dije, más para mí misma que para los presentes. -- Los de aquí, oseasé, nosotros, vamos en contra de los de allá, oseasé, los otros...

 

Nono, negué con la cabeza. Aquello iba en contra de mi religión y de mi hambre. Los nervios siempre me dan hambre y no era cuestión de comerme alguno de los animalitos de aquel lugar, ya fueran autóctonos como los creados por nuestra varita. Nono, aquello no estaba bien. Encima aquel leoncito tan mono, ¿ahora iba a atacar a su dueña?

 

-- Oye, esto no estaba en las reglas de juego...

 

Bueno, ni idea de si estaban o no, la verdad es que me había apuntado a las clases porque aquel libro que me había comprado por sus lindas tapas lucía muy bien en la biblioteca pero quería practicar lo que decía, pero no a costa de gente conocida. Lo malo es que mi posición pacifista era un grano de arena entre el sectusempra y el envenenamiento que estábamos sufriendo. No me molesta la sangre, no soy tan ridícula, pero sí me molesta el derramamiento sin ton ni son y, sobre todo, nadie me había dejado clara las reglas, ya que había tenido que dilucidar yo solita que aquello era una pelea entre nosotros para conseguir aprobar una asignatura en el Ateneo.

 

Creo que me enfadé. Busqué a mi alrededor, sin importarme que alguien pudiera atacarme (¿no lo habrían hecho ya? Demasiado ruido y tensión en aquel momento para darme cuenta de nada), porque sabía, intuía, que allá estaba aquel maldito UZZA a quien había seguido.

 

-- ¿Estás disfrutando, UZZA?-- en aquel momento, aquella palabra sonó a insulto, si hubiera sabido su nombre, le hubiera dicho "maldito X", pero ni siquiera se había presentado. -- ¿Esta es tu manera de probar que somos buenos para poseer y usar el Libro de la Fortaleza? Pues ven aquí y te presentaré la fortaleza que tiene mi pata dándote un puntapié.

 

Sí, lo sé, insultos vanos, no estoy preparada para darle un puntapié ni a una mosca, menos a un UZZA que, según las leyendas, son guerreros desde que nacen, pero es que a mí se me va la fuerza por la boca. Aún así, seguía enfadada. Aquello era de locos, sobre todo pensé eso al ver que Lisa se comía uno de sus zapatos. Ni por un momento que se pensara que se podía quedar con sus botas que estaban en aquel árbol, descansando... Anda, me faltaba una... Entonces recordé que había hecho una serpiente con la otra. Bueno, que no, que Lisa no se iba a poner mis botas, ahora que había comido uno de sus zapatos. Por cierto... ¿Aquel bezoar se convertiría en un zapato en el estómago de la mujer? Fue breve, pero esta idea me arrancó una sonrisa.

 

Pero desapareció tal como había venido. ¿Mi primo Elvis también estaba allá, peleándose con su compañero de clase? ¿Y ahora dónde iba a presentar mi queja, si había pensado ir a Dirección y patalear como un bebé hasta que me escucharan y me dieran la razón? Creo que esta táctica no era la más práctica en este momento.

 

-- Vaya, se pone de moda comerse los zapatos, y yo descalza-- susurré... Para mí, lo que sucedía a mi alrededor parecía todo un desatino, que lo único que se me ocurría era usar la Red Flu y desaparecer de allá. Pero al menos que hubiera una chimenea escondida en uno de aquellos árboles raquíticos, no me iban a servir los polvos flu que siempre llevaba en el bolsillo de mi capa. Así que suspiré de nuevo e hice marcha atrás, como los cangrejos, para retirarme (detrás) de uno de los árboles, el que tenía mi bota en la tierra apoyada contra su tronco; a saber donde estaría mi serpiente. Mi orden había sido que atacara a quien me atacara. ¿Lo estaría haciendo?-- Y yo que pensaba que iba a ser divertido y todo se ha convertido en un desatino...

 

La distancia con el árbol se iba acortando, pero no tanto como para no darme cuenta que Lisa y Gatiux parecían ser candidatas a la Belleza porque todos las señalaban con la varita y hacían hechizo de lo más ofensivo contra ellas. Parecía que yo no existía, algo que me encantaba, pasar desapercibida y que me olvidaran por completo. Aún así, sentí lástima por las que se suponían que eran mis compañeras de bando (aunque me negaba TOTALMENTE a participar de forma activa en aquel embrollo y prefería discutir con elvis y Agatha cuando volviera al Ateneo, si es que volvía viva), así que decidí ayudarlas, más que nada porque no soporto que se enfrenten mil contra uno. Aquella forma de pensar no entraba en mi dura cabezota.

 

-- Episkey -- dije, señalando a Lisa, para que se curara de sus heridas. Después señalé a Adryanie, que parecía estar medio curada, no le vendría mal una ayudita. -- Episkey.

 

Qué mona mi varita, hasta me obedeció y lanzó los efectos señalados. Tal vez no había perdido mi muchidad en los años que no había querido duelear. Me senté en el suelo, con la espalda apoyada en la corteza del árbol, esperando que aquello acabara de una purísima vez, ya que me cansaba ver a la gente, amigas en el pueblo y ahora enfrentándose por un libro aquí en este rinconcito apartado del mundo. Entonces sentí un siseo y levanté la cabeza.

 

-- Anda, mi bota... Está reptando por las ramas... ¡Guala, Heliké! ¿Qué haces ahí arriba? Espero que nada malo hacia tu futura... "suegra"... porque mi serpiente está a punto de alcanzarte. No temas, sólo te atacará si me atacas, es la orden que le he dado.

 

¿Estaría ella de acuerdo con toda aquella escabechina?

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Asuhr no entendía nada. Aquellos ingleses estaban absolutamente locos. No entendía porqué el Maestro Hades no iba a poder utilizar algún que otro truco para poner a prueba a sus aprendices. Rasori lo había hecho con ella muchas veces y nunca se le había ocurrido protestar. Al contrario, siempre le exigía mayores retos que pusieran a prueba sus capacidades. Tampoco entendía que se pusieran a jugar con criaturas que no podían controlar o que una batalla pudiera acabar convertida en una boda. Si aún hubiera sido una boda obligada, tal vez podría llegar a entenderse. ¿Pero consentida? ¿De verdad Sagitas se habría casado con aquel indígena? Aún no podía creerlo. O que la recriminaran a ella y a Gatiux querer pelear. ¿Acaso no se trataba de eso? Locos de remate.

 

Al final, todo se había salido de control y una de sus compañeras había sido malherida por algo mucho peor que el rasguño de un dardo indígena. Asuhr se alegraba de la rápida intervención de Elvis y Anne, pues no podía evitar sentirse un poco culpable por su discusión anterior con Catherine.

 

Y de pronto, Badru apareció en medio de todo aquello, en el momento más inesperado. Su presencia imponente, una sola palabra y el gesto de su mano, que señalaba el portal que acababa de abrir en medio de la selva, habría bastado para que todo el grupo obedeciera sin hacer preguntas, sin dar un paso atrás. Aún así, Elvis les conminó a darse prisa, probablemente tratando de aprovechar la confusión que la aparición del Guerrero Uzza habría provocado en los indígenas para lograr que todos salieran intactos de allí.

 

Todavía estaba algo confundida con aquellos ingleses como para echarse a correr, por lo que no pudo evitar quedarse rezagada. había decidido que era mejor pensar despacio y actuar despacio, hasta que pudiera tener más información para entender sus actos. Cuando se acercó al Guerrero Uzza que mantenía el portal, Mackenzie estaba a su lado y casi todos habían cruzado ya el portal.

 

- Hola Badru, parece que esta mañana se te comió la lengua el gato. ¿Qué te dieron para desayunar? ¿Gachas con veneno de doxy? Pensaba que los ingleses se desayunaban con diamantes todos los días -Comentó Asuhr con sarcasmo.

 

Asuhr se encogió de hombros cuando el Guerrero Uzza le regaló una sonrisa y continuó señalando el portal sin añadir nada. Puso los ojos en blanco y giró la cabeza a un lado y a otro, decidiendo con resignación que era hora de cruzar el portal.

 

El sol que la espesura de la selva había ocultado por tanto tiempo lucía ahora en el cielo con todo su esplendor. Con grata satisfacción sintió el agradable calor en su cuerpo y observó un paisaje que, aunque sin llegar a ser el gran desierto de su querida Tierra de Uzza, se le parecía mucho más que la extraña selva que acababa de abandonar. Por una vez, desde hacía muchos meses, una cálida y entrañable sensación de hogar la invadió y la llenó de alegría. No más nieve, no más frío, no más selvas ni inmensas extensiones de agua. Aquel lugar era una bendición, aunque fuese por poco tiempo, pues a Asuhr no se le escapaba que la presencia del Badru sólo podía significar una cosa. La vinculación del libro estaba próxima, aunque antes tendrían que superar una prueba mucho más difícil que todo cuanto habían afrontado hasta el momento.

 

Observó una basta extensión de terreno llano y de escasa vegetación en donde varios animales y criaturas mágicas campaban a sus anchas. La mayoría de ellos eran bien conocidos por Asuhr, pues aquel hábitat, no era muy distinto a la tierra que la había visto nacer. Algunas bestias parecían deambular alrededor de sus compañeros, como si los estuvieran protegiendo de algo y a la joven Uzza no le costó adivinar que eran defensas. Varios rayos salieron despedidos a un lado y a otro del terreno y diversas invocaciones aparecían al movimiento de una varita y desaparecían poco después.

 

Aquella era una batalla, de eso no cabía duda, pero era una batalla en campo abierto y despejado, casi un duelo. Lo que más le sorprendió fue ver que no sólo había mucha más gente que la que había asistido a su clase, sino que sus propios compañeros luchaban en bandos contrarios.

 

Nunca había llegado a saber cuántos aspirantes al libro se habían inscrito y era la primera vez que se daba cuenta de que probablemente debía de haber habido otros grupos con otros Maestros. Aquellos ingleses estaban demasiado ansiosos por aprender el Conocimiento, no iban a esperar, si podían conseguirlo más pronto que tarde.

 

Y, sin embargo, tuvo que observar un rato la batalla para darse cuenta de quién luchaba contra quien. ¿En cuál de los dos grupos debería luchar ella? Miró hacia Badru, esperando alguna indicación, pero este permanecía impertérrito observando la batalla.

 

Sus dos maestros se encontraban en grupos separados. ¿Con cuál de ellos debería luchar? Miró en dirección a ellos, esperando una señal, una indicación, alguna pista que le dijera lo que tenía que hacer.

 

Para evitar exponerse antes de que estuviera segura de qué lado debía luchar, se acercó sigilosa a una pequeña elevación del terreno que la ocultaría lo suficiente de momento. Llevaba sus cuchillos dispuestos, sus amuletos y anillos bien colocados, su varita en la mano. Incluso sus escasas ropas, un ligero pantalón, un breve top y unas sandalias, resultaban perfectas para aquel clima. Se agazapó detrás del montículo que la ocultaba parcialmente y esperó alguna señal o indicación para unirse a la batalla.

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La Malfoy miraba con atención la batalla, no había recibido ningún ataque, pero se divertía con lo sucedido en batalla, giro entre sus dedos su varita y apunto a la bruja de cabello morado, ¿Sagitas se llamaba? No importaba, el caso era evitar que ayudará a sus compañeras en peligro.

 

Silencius.

 

El efecto fue de inmediato, justo antes de que la Potter Black lanzara el segundo episkey hacia una de sus compañeros de ella no había salido palabra alguna, todo sucedía de forma tan rápida que mientras ella se encargaba de evitar aquella curación pudo ver como Valkyria trataba de salvar de una eminente muerte a Bastian.

La pelinegra apunto su varita al mago, realizando una floritura siseo.

 

Sectusempra. —de la varita de la morena salió un rayo que le haría heridas profundas al mago, el cual posiblemente en su condición no pudiera defenderse, pero quizás estaba equivocada.

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Las aves habían salido junto con el Silencius, así que antes de que la bruja pudiera controlar al elefante, estas ya habían logrado llegar hasta Mei picándole los ojos, por lo que debía curarse de aquello. Luego de eso el elefante interceptó el ataque de la hiena que de igual forma se encargó de morderle las patas para dejarlo malherido antes de que pasara a mejor vida, su objetivo había sido cumplido y la llegada de las medias lunas tan sólo empeoraron el estado del enorme animal.

Aquello había sido un terrible espectáculo, pues en ningún momento había pretendido dañar a ninguna criatura real que estuviera presente en el lugar, decidió no darle mucha mente a aquello y pensó rápidamente en un «Salvaguarda Mágica» justo antes del segundo hechizo de Mei. Su cuerpo se hizo intangible en ese breve momento en que el elefante atacaba a su lobo e iba en busca de ella, atravesándola y estampándose quién sabe con qué. De todas maneras el animal ya estaba muy malherido y no podría resistir mucho con las medias lunas aun incrustadas en su cuerpo.

La bruja volvió a fijar la vista en Mei que parecía estarse divirtiendo con Hades y dudó si los debía dejar a solas, pero no, antes le dejaría otro pequeño regalo y ya luego que hiciera lo que quisiera, quizás el mago hasta se lo agradecería cuando luego de susurrar un —Morphos —a su blusa esta se transformó en una avispa marina que tras la picadura le inyectó su veneno. Si no hacia algo pronto, Mei moriría envenenada.

Ahora que la situación estaba más o menos controlada, la líder se encargó de buscar a Leah por doquier. ¿Donde estaría? Pero su búsqueda no tardó demasiado pues allí había sólo una bruja de provocativas curvas y sensual escote que se hallaba tras como Dios la había traído al mundo y ¡vaya cuerpo que tenía! Quería ir corriendo tras ella para asegurarse de vestirla con su propia ropa de ser necesario, pues odiaba la idea de que otros pudieran estar viéndola. Gruñó sin darse cuenta y si Mei no hacía nada en su contra, iría hacia donde Leah se encontraba y allí en medio de la batalla tendría una seria conversación con su ahora novia.

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La señal no había llegado. La batalla estaba avanzada y Asuhr llevaba ya cierto tiempo observándola, pero aún no sabía en qué bando debía luchar. No solía preguntarse por las órdenes de sus Maestros. Todos habían demostrado suficiente sabiduría como para poder confiar en que, cualquier reto o prueba que propusieran, tendría un sentido, un fin. Después de todo, y antes que nada, estaba el Código de Honor. No era la primera vez que Asuhr se enfrentaba a pruebas que, al principio, no lograba desentrañar. A menudo, los maestros exigían algo más que saber utilizar el Conocimiento. La Sabiduría, los Códigos y el Honor eran esenciales en el aprendizaje de cualquier Guerrero Uzza.

 

La joven Uzza no lograba adivinar lo que de ella se esperaba. Elvis y Hades no le habían indicado qué hacer y, verlos efrentados, implicaba que no podía determinar con cuál de los dos Maestros debería luchar. Badru tampoco había dicho nada. Y en cualquier caso, Badru no era su Maestro. Sería un Guerrero Uzza pero no era el Maestro de Asuhr. Si se equivocaba, que viniera Rasori en persona a castigarla.

 

Aprovechó el rato que estaba allí agazapada para invocar alguna protección, no fuera a ser que alguien la atacara, antes de que pudiera entender lo que tenía que hacer. Ya no se fiaba de su interpretación inicial, había tantos hechizos yendo de un lado para otro que bien pudiera ser que aquella prueba consistiera en una especie de todos contra todos. O peor aún, que los Guerreros Uzza se hubieran empeñado en exigirles alguna demostración adicional de honor, además de obligarles a utilizar los hechizos. Fuera como fuera, Asuhr decidió observar y protegerse mientras tanto.

 

- Avis.

 

Al momento la invocación tuvo lugar y unas aves lo suficientemente grandes y hermosas surgieron para proteger a la joven Uzza de cualquier ataque de alguno de sus antiguos compañeros o alguno de los desconocidos. ¡A saber!

 

Una mujer que Asuhr no conocía acababa de silenciar a Sagitas. No es que Asuhr creyera que un poco de silencio le iría mal a la bruja de cabello violeta, pero a pesar de su última recriminación cuando aún estaban en la selva, a la joven Uzza le había caído bien y gracias a ella se había enterado de cosas sobre los ingleses. Algunas aún no las terminaba de comprender, pero había sido un gesto por su parte. Había honor en ella, por más equivocada que estuviera.

 

- Finite incantatem -Asuhr apuntó hacia Sagitas- Habla todo lo que quieras, me gusta cuando no callas, aunque intenta no echarme en cara que quiera pelear contra indígenas que me quieren matar, ¿eh?

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El vampiro tenía que mantenerse atento a lo que pudiera suceder, sabía que se había metido en la boca el lobo ya que él estaba luchando casi con 2 personas a la vez. No sabía cómo reaccionaría Elvis, ni tampoco como lo haría Mei al este atacarle, aunque sospechaba que su amiga al trabajar en la oficina del ministerio sabía muy bien como defenderse y que quizás guardaba algún que otro truco.

 

Noto que antes que él alguien más había atacado a la Delacour ya que antes que sus medialunas fueran impactadas en el elefante se estaba defendiendo de otras cosas. Negó con la cabeza, quizás lo mejor era luchar contra alguien más, si, había una ligera rivalidad entre ambos pero una lucha de 2 contra 1 no era leal de su parte y sospechaba que aquella conversación saldría en algún momento del futuro y tendrían una pequeña discusión que podrían arreglar fácilmente o eso esperaba.

 

-<<Orbis bestiarum>> -pensó el vampiro antes de que Mei pronunciara aquel silencius. Inmediatamente un anillo dorado se formo y se posó en el cuello de aquel elefante que había usado la Delacour para protegerse de los ataques anteriores y de sus medialunas. El Ragnarok rio y le dio una sencilla orden, que atrapara a Mei con la trompa y la sacudiera un poco, además de que la lanzara lejos, quizás con eso bastaría.

 

Escucho las palabras de la Delacour pero no habría podido responderle, ella al igual que su compañero Elvis anteriormente lo había silenciado. Bufo por lo bajo, ¿es que era en serio aquello?, de todos modos esperaba conseguir mejores recursos o alguna ventaja siempre y cuando todo saliera bien. Se movió un poco para quedar a unos 10 metros de la chica y sonrió, le guiño el ojo antes de hacer si siguiente movimiento.

 

-<<¡Babosas!>> –pensó nuevamente apuntando a Mei. Al este darle comenzaría a tener problemas intestinales además de no poder usar encantamientos verbales y para colmo comenzaría a escupir babosas en plena lucha.

 

Carraspeo la garganta y noto que ya podía hablar, así que tenía que devolverle el favor a su amiga

 

-Muy graciosa amiga –dijo el vampiro en tono burlón, el mismo que solía usar cuando ambos se reunían para hablar, ellos jamás habían podido tener una conversación normal sin que alguno intentara molestar al otro, ni siquiera cuando Luna había nacido y ella le nombro padrino y custodio de su hija- espero te gusten las babosas, quizás alguna sepa a chocolate –se burlo- creo que sería una buena historia para contarle a Luna, de la vez que su mami escupió babosas –dijo simplemente para seguirla molestando- además debo decir que te ves muy linda despeinada, jamás te había visto así –comento tras la sacudida que el había dado el elefante a Mei.

 

Sabía que Mei podría con aquello, no era tonto pero intentaría mantenerla lo suficientemente distraída como para que la madre de su ahijada no molestará mucho en aquel sitio.

 

-vamos, debes admitir que algún día llegaríamos a esto –bromeo- que te parece, si gano me dejaras llevar a Luna en moto –rio sabiendo que no cometería tal tontería porque antes de que Luna y él pudieran escaparse la delacour lo mataría- si tu ganas pues no la llevo a ningún lado –comento.

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