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Libro de la Fortaleza


Badru
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Casu casualemente notó las medialunas que hacia ella viajaban a gran velocidad. Si impactaban en ella le generarían sangrantes heridas que podrían hasta matarla.

 

Salvaguarda mágica pensó y su cuerpo se volvió intangible, haciendo que los filosos elementos la traspasasen y cayesen más allá, sin provocarle daño alguno.

 

Quiso devolver la gentileza a Felicity pero cuando intentó apuntarla esta desapareció, como si estuviese cayéndose hacia un sitio desconocido.

 

Se sintió frustrad, no obstante aquel movimiento no significaba que estaba a salvo. Buscó alrededor pues su anillo seguía indicando la obvia presencia de enemigos.

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Intenté valorar la situación de una forma clara y lógica y sólo sacaba una idea de mi cabeza: prefería haberme casado con aquel indígena antes de buscar una lógica a esta situación incomprensible. Al menos con ellos, con los indígenas que pretendían casarme con aquel mozalbete, podría desaparecer rumbo a mi casita de alguna manera. Pero aquí...

 

Es que ni siquiera sabía lo que era aquí... Había pasado de una selva amazónica a un terreno yermo de la sabana en la que nos habíamos metido en medio de una batalla así, por las buenas. Y cuando pensaba que nada podía ser peor que eso y que esconderme tras el árbol en el que estaba mi sobrina Heliké encaramada, la situación estalló. En un principio, había sentido a Elvis que hablaba con alguien (no sé con quien, pues había demasiado follón allá en medio) y protesté, aunque eso señalara donde estaba y me lanzaran un bonito hechizo.

 

-- ¿Qué hay que demostrarles que nos lo merecemos? ¿Y cómo? ¿Matándonos? Porque de aquí, la mitad de la clase acaba muerta, estoy segura.

 

Y es que los hechizos iban haciéndose cada vez más graves y yo no iba a poder seguir mostrando la sacerdotisa sensata que no ataca y tendría que, aunque sólo fuera eso, defenderme de alguna manera para acabar dentro de un ataúd de madera. Eso me hacía sentir muy insatisfecha. No quería morir, no quería luchar, quería demostrar que me sabía los hechizos aunque no esperaba tener que usarlos nunca... Creo que todo era contradictorio en mi cabeza.

 

Y fue cuando sentí los gritos, sentí que no entendí, pues apareció una UZZA, ésta más parecida tal vez a Ashur, hablando una jerga más inteligible que la de los indígenes del Amazonas.

 

-- ¡Ay, madre! Creo que se están peleando.

 

Bueno, no soy quién para decir nada de nada porque ya la experiencia me había demostrado que lo que uno considera una pelea, podría ser en realidad un bodorrio. Permanecí atenta. Todos pararon de luchar, al menos, la presencia de la nueva era algo positiva, aunque hubiera dado un ojo por saber lo que decían.

 

Esto... No, mejor mil galeones, prefiero mantener mis dos ojos en la cara.

 

-- Finite Incantatem -- mencioné, en el silencio que se había instaurado en el lugar mientras escuchábamos la jerga de los dos UZZA. Pretendía que el muffliato mencionado con anterioridad dejara de hacer efecto (si es que había salido); no quería que el UZZA guerrero alegara a la UZZA guerrera que "chucho, chucho, que no te escucho" porque alguien le había lanzado un hechizo ensordecedor.

 

La mujer UZZA golpeó el suelo con un bastón y dijo que todos pararan de luchar.

 

-- ¡Al fin, algo de cordura en todo esto! -- pensé. Me acerqué un poco hacia el grupo, ahora que parecía que mi integridad física no estaba ya en peligro. -- ¿Respeto?

 

Eso sí que lo dije en voz alta y me arrepentí enseguida. La mujer empezó a señalar compañeros en grupos de cuatro y me arrepentí de haber salido de la seguridad de la corteza del árbol; ¿había dicho que había que dominar los hechizos? Pero si yo no dominaba aún el libro de aprendiz, ¿cómo pretendía que... que... ? Ay, mi madre... Creo que esa expresión de metedura de pata la estaba usando mucho en el día de hoy. ¿Pero quién me mandaba a mí meterme en berenjenales, con lo bien que se está en casa?

 

Levanté el dedo para pregunta, siendo m-u-y consciente de lo ridícul0 que se veía en aquel momento.

 

-- Perdone, señora, señorita, Excelentísima UZZA, esto... Creo que no entendí bien, pero... Para irnos hay que luchar; para vincularse con el libro, hay que luchar; quien quiera el Poder, ha de luchar; quién quiera retirarse, ha de luchar... ¿Es que no hay ninguna otra posibilidad que no sea la lucha? Tal vez jugar al ajedrez... O a la charranca...

 

Algo me dijo que mi intervención no iba a ser muy valorada, puesto que agitó las aguas y las lanzó contra el grupo. Por algún motivo, eso me enfureció.

 

-- ¿Pero qué malditos demonios....?

 

Bueno, en cierta manera aquello parecía suerte, puesto que los chicos mencionados por el otro UZZA, también claramente enfadado, sufrían de un descuelgue de su cuerpo y mente, como si hicieran un viaje astral. Leñe, ¿suerte? Eso lo sabía hacer yo muy bien, sobre todo cuando estaba en el confesionario y quemaba ciertas hierbas que... Vale, ese detalle no interesa a nadie.

 

-- Esto... Señorita-Señora, hum... ¿A los que no ha mencionado, les afectará la ola?

 

Y mientras esperaba una respuesta, me apliqué un Impervius sobre la ropa, al menos que no pillara un resfriado.

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La Malfoy aun se encontraba gozando de la frescura que le proporcionaba el agua del lago cuando una mujer apareció de la nada, por sus vestimentas estaba segura que era parte de aquel pueblo guerrero. No sabía a qué se debía que aquella mujer se encontrará ahí, solo veía que había una conversación entre ella y el otro guerrero que los había llevado hasta ese lugar. Fue entonces que escucho a Bedru, aquel Guerrero Uzza se dirigía a ella y a otras once personas que se encontraban en la Sabana. Al parecer en ese momento había decidido que empezará el verdadero ejercicio por los conocimientos del libro, tan bien que se lo estaba pasando en el agua jugando mientras sus compañeros se mataban unos a otros.

 

El Guerrero los había dividido en parejas, al escuchar el nombre de la persona con la que iba a hacer pareja volteo a buscar a la persona a la que se refería. Algo le decía que no confiará plenamente en ella, pero necesitaba en esos momentos una aliada, giro la cabeza hacia ella y le dedico una sonrisa en complicidad. Aun no terminaba de acoplarse a la idea de que tendría una compañera de duelo cuando Bedru les dijo que aparte del duelo, Dos vs. Dos, iban a tener que salir de una prueba, estaba a nada de replicar lo informado cuando algo había hecho que su cuerpo entrara en transe.

 

A pesar que el cuerpo de la morena jamás había abandonado el lugar en donde había comenzado una batalla campal, empezó a visualizarse en otro lugar, se encontraba dentro de una gran pecera, o al menos eso parecía a simple vista. Ya que era una caja de vidrio de 15 metros de largo, 5 de ancho y 10 metros de alto, la cual tenía diferentes piedras de un tamaño pequeño y muchos colores que podía tener en la palma de su mano. No se había percatado que el agua de aquel lugar empezaba a llegarle a la altura de su nariz hasta que empezó a sentir la necesidad de querer respirar, acaso era que aquel guerrero quería matarlos, no fue capaz de reaccionar hasta que el agua de la pecera les cubría completamente a ella y a su compañera.

 

Para ese momento, estaba más que confirmado, los Guerreros Uzzas estaban completamente locos, o al menos los dos que se encontraban en aquel lugar, sí que lo estaban. Mientras ideaba alguna forma de salir de aquel lugar, saco su varita y la sostuvo mientras apuntaba a una de las piedras, estaba lista para perder el poco oxigeno que retenía en sus pulmones cuando por su cabeza paso el hechizo casco burbuja que le iba permitir respirar bajo el agua, así que re direccionó su varita y apuntando a su cabeza pensó “Casco – Burbuja” y enseguida una esfera que le permitía respirar y hablar bajo el agua rodeo su cabeza. Permitiendo de aquella manera obtener varios minutos para ponerse de acuerdo con su compañera con la que iba a hacer pareja.

 

Tenemos que salir de aquí antes de morir ahogadas. No intentes aparecerte, es inútil. —dijo mirando a la Delacour. La idea de aparecerse en otro lugar ya había pasado por su cabeza, pero a pesar de dominar la técnica, no solo por que llevaba años usándola, si no por que era obvio que lo tenia que saber gracias a su lugar de trabajo, no había logrado salir de aquel lugar.

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Por suerte Adryanie no se había enfadado. Pero aquello se había salido de control. O eso quería pensar hasta que una nueva Guerrero Uzza había hecho aparición. ¿Cómo demonios había llegado allí? Si, podía recordarla claramente porque desde el primer momento me había llamado la atención lo mismo. A pesar de su corta edad, era alguien realmente poderosa. Seguramente más de uno intentaría enfrentarla por su apariencia pero yo mismo había visto como había derrotado a cada persona que se enfrentaba. Y justamente fue Sagitas la primera que habló, no pude evitar dirigirle una sonrisa aunque ella no me viera.

 

Mi prima estaba desorientada. La conocía. Sabía de su naturaleza pero aquellos libros se habían formado desde las guerras, desde los poderes, desde los conocimientos que los Guerreros Uzza junto a su pueblo, habían hecho para sobrevivir. ¿Cuántos de los presentes conocían sobre el pacto de Merlín? ¿Cuantos sabían sobre la guerra con los Arcanos y sobre el libro de Hermes Trimegisto? Los libros servían principalmente para que los poderes de cada uno aumentaran y con él, la lucha de día a día.

 

Y así fue, como Runihura hechizo el lago. Claramente que nadie se había esperado ver crecer el agua cada vez más. Incluso muchos animales que se encontraban allí, ya estaban corriendo. Verifiqué que ningún alumno haya sido aplastado por aquellos enormes rinocerontes y los asustadizos elefantes que se alejaban mientras las olas crecían y empezaban a dirigirse hacia nosotros. Los Guerreros no dejarían de ponernos pruebas hasta no vernos derrotados. Solamente le darían el libro y su vinculación a los que saltaran cada barrera. Y les gustara o no, debían volver a enfrentarse entre ellos.

 

Miré hacia la izquierda. Miré hacia la derecha. Estaba seguro que la ola impactaría contra un grupo de personas. No estaba seguro, pero Badru estaba aplicando diferentes pruebas para otros grupos. ¿Eran grupos? Si, la joven Uzza incluso me había nombrado junto a Anne. ¿Nos había visto pelear allí? Saqué todo eso de mi cabeza y lo primero que se me ocurrió fue pensar en un Casco-Burbuja. Inmediatamente una burbuja de aire me rodeo el rostro para poder respirar bajo el agua. De a poco ésta se iba acercando y arrasaría con todo. ¡Debía aferrarme a algo!

 

¡Hagan algo! ¡Rápido, la ola! —intenté alertarles a los que estaban más cerca. Me lancé y me aferré a una roca. Una de las pocas que no se habían animado a transformar. O no había llegado. Me llegaba a la cintura y solamente esperaba que resistiera en el lugar. Me agaché y abracé la roca, intentando además sostenerme con aquellas raíces que crecían cerca. El agua impactó. Fue una suerte que mi varita estuviera dentro de mi manga, porque la había colocado allí. El golpe me dejo casi sin respiración. Me resbalé un poco pero mis dedos se mantenían a la piedra y podía ver como el agua se bifurcaba en dos. ¿Que haría mi grupo? Porque tenía que llamarlo así.

 

Luego me levanté, con la túnica que chorreaba agua. Deshice el encantamiento y esperaba no haberme quebrado una costilla, porque me dolía el costado del torso. Tomé un poco de airé y mire a Lyra Katara. Aquella bruja era una personas excepcional. Nunca nos habíamos enfrentado. Bueno, solamente cuando habíamos estado en nuestras formas animaga, pero no era una rivalidad como podía sentirlo como con alguien que perteneciera a la Marca Tenebrosa. Esperaba que no se lo tomara personal.

 

¡Desmaius! —exclamé ésta vez. Asi los Uzza lo habían impuesto. Debíamos llevar un duelo. O aunque sea entretenernos un rato. Pude ver de reojo que Runihura seguía encantando las aguas del lago. ¿Volvería a lanzarlos aquella ola? El rayo rojizo impactaría contra Katara y la desmayaría, si lo permitía. Sabía muy bien que la bruja se defendería o eso esperaba. Porque mi deseo no estaba en matarla, sino demostrarle a los guerreros que podíamos llevar aquellos enfrentamientos sin problema.Me limpié el rostro con el dorso de la mano, aunque ambos estaban mojadas.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La voz de aquel guerrero denotaba más enojo del que Agatha estaba preparada a tolerar. ¿Cómo se atrevía a hablarles así? ¿Acaso estaban haciendo algo diferente a lo que se les había presentado como obstáculo? Suspiró. No podía confrontar a aquellos sujetos, no si quería hacerse poseedora de su magia. Buscó con la mirada a sus compañeros de bando y conocidos, esperando saber si era la única que no comprendía el motivo de aquel enojo.

No pudiendo encontrar concenso entre quienes la rodeaban, o tal vez viendo a todos tan desconcertados que era imposible lograr un intercambio de miradas, se mordió los labios y decidió intentar tan solo prestar atención a los dichos de quienes tomaban el frente de la clase.

Oyó su nombre con el de otras damas, todas miembros de su mismo bando. Supo que lucharía en equipo con su madre, Mónica, y ambas se enfrentarían a Sofía y a Tau, su prima y su hermana. Podrían lograr una muy buen batalla si las tres se lo proponían.

Pero antes de comenzar, un obstáculo. Pudo notar enseguida el revuelo de las aves y las claras intenciones con que ciertos animalejos se alejaban del lugar, como advertidos de que algo muy malo sucedería. Una gran ola de agua se alzó amenazante, lanzándose contra los que Runihura había nombrado. Sabía que siendo efecto de la magia no les generaría grandes heridas, pero ahogarse en aquel momento no sería la opción correcta.

-Casco- Burbuja- pensó intensamente, logrando que una gran burbuja cubriese su rostro y le permitiese respirar mientras el agua la rodeaba y volvía a bajar, dejándola por completo empapada pero sana y salva. Deshizo el casco y miró a quienes ahora serían sus compañeras y rivales. - Sectusempra- dijo sin cambiar el tono, alzando la varita hacia Sofía, logrando un verdoso rayo que de inmediato emprendió viaje hacia su pecho.

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Si eramos pocos, pario la abuela. Una expresión que hacia años no soltaba, pero que venia al pelo a la situación que estábamos viviendo en aquella sabana perdida de la mano de Dios. No solo había apareció un Uzza, si no que ahora había tres y los tres nos miraban como si estuviésemos locos, aunque en parte tenían razón. Sagitas, Mei y yo habíamos dejado de combatir para sanar las heridas de un puma. Zack, Elvis y Hades, profesores del libro y ¨sucesores¨ a tiempo parcial de los guerreros nómadas de Egipto perdidos ante la critica actuación por parte de los pupilos. Un guirigai fino que ni los amantes del Nilo eran capaces de lidiar.


Mi atención estaba a dos bandas. Quería, necesitaba ayudar al animal, Gaia, diosa madre, así me lo indicaba, no obstante, la voz clara y profunda de Runihura llamaba a mi parte racional y responsable de forma notable. Escuche como esta recriminaba a Badru y como tenia los ovarios de imponer orden a todos los magos presentes. Admiraba su poderío para ser tan joven. Segundos después todo cambio. Los creadores de los conjuros tan sumamente complicados que intentábamos domar tomaron el mango del cazo y se movieron bajo su juicio, el cual no creía yo que estuviese en lo tolerado como coherente.


¿Pero que? ¿Que miercoles sucede aqui? Por arte de magia y nunca mejor dicho una avalancha de arena comenzó a cubrir mi anatomia. Por instinto Kim hizo acto de presencia en mi diestra. Debía salir de allí, escapar la trampa que estaba segura se me habia enviado para probar mis capacidades y conocimientos. Varios hechizos cruzaron mi mente y vaya que los use. Un efecto llamado Impervius me ayudo a que la arena se alejase de mi persona, evitando asi que me ahogase. Sentía opresión en el pecho por la cantidad de esta que había caído sobre mi. El ascendio logro impulsar mi cuerpo para salir de aquel inmenso arenal.


Tras eso y ya de pie y centrada. Mire a mi alrededor. Seguía en la sabana, a diez metros de Felicity y sin ningún tipo de rasguño o síntoma que me indicase que segundos antes hubiese estado cubierta de arena. Suizas y solo quizás el efecto de una ilusión creada por algún Uzza había sido la causante de aquella prueba. Moví los músculos. Respondían bien. Camine un poco. Estaba alejada de cualquier objeto y a siete metros del animal mas próximo. ¿Ahora que debia hacer? ¿Seguir combatiendo? Estaba lista, pero no sabia quien era mi rival. Asumí que se me iba a atacar, como Leah había hecho antes, por ende, observe y evalué.


Yo no daria el prmer paso. No cuando los mas cercanos a mi parecian estar idos y a punto de ser absorvdos por sus porpias mentes. Seguro, tenia la certeza, estaban pasando por algo parecdo a lo mio.

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Luego de haberle entregado el bezoar a su esposo y de que este le diera las gracias, la castaña bajó su varita. Nadie la atacaba a ella y de echo se preguntó porque había atacado a aquella bruja, no le había hecho nada a ella como para justificar dicho ataque, quizá el golpe en la cabeza que se había dado en el barco la había dejado mal y aún seguía confundida. Su primer impulso fue deshacer el daño que había ocasionado sin embargo la fémina ya estaba recibiendo ayuda de varias brujas, por lo que permaneció quieta, seguramente ahora la odiaba y con toda razón.

Suspiró cansada, no quería permanecer más tiempo ahí pero sabía que intentar desaparecer sería inútil. Tendría que buscar otra maneja de irse, empezó a recorrer con la mirada todo lo que la rodeaba pero solo veía arena, rocas, animales asustados, uno que otro matorral y un gran número de magos y brujas que en su mayoría y al igual que la castaña lucían desconcertados.

Maldijo por lo bajo justo en el momento en que una guerrera Uzza aparecía en escena y hacía que todos se detuvieran y empezaba a regañarlos, algo que por supuesto no le hizo ni pizca de gracia pero no tuvo tiempo de nada pues a continuación la señalo a ella y a un par más de magos. Lo único que atino a pensar fue un > al mismo tiempo que observaba a sus compañeros de grupo, reconoció a todos ellos y por un momento se sintió aliviada, aquel sentimiento solo duro un par de segundos.

Tras las indicaciones de la Uzza aquel sentimiento desapareció, la única forma de demostrarles que sabían dominar los hechizos era usándolos, usándolos unos contra otros. Miró nuevamente a sus compañeros y la verdad es que no quería atacarlos, pero tampoco quería quedarse en ese lugar, pronto tendría que tomar una decisión. Aferró con fuerza su varita sumida en sus propios pensamientos cuando un animal asustado paso junto a ella chocando contra su pierna y haciéndola salir de su ensimismamiento.

—Auch —se quejó mientras sobaba su pierna, ¿acaso los animales se habían vuelto locos también? Se cuestionó. — Rápido… la ola… —Escuchó a lo lejos levantando la mirada justo a tiempo para ver cómo se acercaba rápida y peligrosamente hacia su grupo — Oh —susurró comprendiendo por fin el comportamiento de las criaturas, al tiempo que la gran cantidad de agua impactaba en ella.

 

Casco-Burbuja atinó a pensar mientras la fuerza del agua la hacía parecer de juguete. Intentó sostenerse de alguna roca pero le fue imposible, así que al cabo de un rato dejó de intentarlo. Era una ola y en algún momento tenía que romper y por lo tanto dejarla en la orilla, al menos eso era lo que ella esperaba. Al cabo de unos tiempo, que para ella fueron interminables, sus rodillas tocaron la arena y el agua empezó a mermar. Se puso en pie tan rápido como pudo, tenía varios golpes y raspones, pero nada de qué preocuparse.

—Lo siento cuñada… pero quiero salir de aquí y si es viva sería genial— dichas aquellas palabras y tras comprobar que su varita no hubiera sufrido daño alguno dijo —Expelliarmus—El rayo de desarme salió despedido de su arma mágica en dirección de Anne, de impactar la varita de la bruja saldría volando varios metros lejos de ella.

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Había creado mi defensa con éxito, pero no me di cuenta de un pequeño detalle hasta que empecé a escuchar lo que decían algunos acerca de una ola. Abracé a la pantera negra por lo que pude evitar que me zarandeara demasiado, pero no evite el que me empapara, todo por estar distraída.

 

-Genial, me resfriaré.- Pensé, reprochándoselo a Runihura. A parte de todo, la pantera negra se había levantado y empezó a sacudrime, mojándome aún más.-Se supone que tu me defenderías.

 

La pantera me miró burlonamente, era la primera vez que una criatura creada con morphos se portará de esa forma, pero no me desagradaba. Elvis ya había empezado a usar sus hechizos en mi contra, pero la pantera que estaba enfrente de mi se levanto justo a tiempo en sus cuatro patas y detuvo el desmaius, perdiendo la conciencia en el acto.

 

-Seccionatus- Pensé, señalando a mi nuevo oponente, Elvis[//b]

 

Doce media lunas se dirigían hacia mi rival, sin estar segura de que alguna de ellas impactaría en su objetivo o si podría defenderse. Era un desastre no poder dirigir bien a que parte queríamos mandar las medias lunas, pero mientras hiciera daño, eso bastaba. La ola me había separado a mi y a mi pantera de mi oponente unos cinco metros, distancia que matendría.

 

-Silencius.- Murmuré, sin dejar de señalar a Elvis.-Así que quieres jugar... ¿Qué te parece si me das unas plumas si gano?

 

Le pregunté burlonamente. Dudaba que mi ponente aceptara esa apuesta, pero nada perdía con hacerlo. Me fije en que mi compañera de duelos estuviera bien, lo único que conocía de ella era que durante un tiempo había sido cliente frecuente en el Mall y que iba a casarse.

 

Me concentré, no podía ponerme a divagar en esos momentos, ya babría otras oportunidades de dejar que mi mente paseara.

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Elvis se había zafado de sus hechizos con habilidad, aunque en el fondo Anne había estado convencida desde el principio de que eso ocurriría así. No se imaginaba al director siendo alcanzado por hechizos tan básicos como los que ella había empleado para atacarle. Le dedicó una sonrisa con gesto pícaro dividido entre la diversión y la disculpa. Sin embarg, algo distrajo su atención y cambió el rumbo de su mirada. Una nueva mujer extranjera había aparecido en la escena y, al parecer, increpaba al guerrero Uzza que los había llevado hasta aquella sabana. ¿De qué trataba todo aquello?

 

De repente, vio cómo la señalaba y la emparejaba con Elvis para mantener un duelo contra otras personas a las que habían señalado también. Así, todos los allí presentes se vieron seleccionados por "equipos". Con sigilo para no llamar la atención, se acercó hasta donde estaba el Gryffindor justo a la vez que Runihura hechizaba el lago. ¿Qué estaba pasando ahora?

 

Una ola gigante se aproximaba hacia ellos. Alcanzó a escuchar la voz de Elvis como si le hablara desde la distancia, a pesar de que lo tenía muy cerca. Tenía que hacer algo para ponerse a salvo. «Casco-burbuja», pensó rápidamente. Una burbuja apareció en su rostro y la protegió del agua que iba a descargar en breves contra ellos. Probablemente la arrastraría si no se asía a algo, pero al menos podría respirar con tranquilidad. Elvis se había agarrado a una piedra y Anne, instintivamente, saltó en su dirección y se agarró con fuerza al cuerpo del hombre, rezando interiormente para que el Gryffindor no se soltarse de aquella roca bajo ningún concepto.

 

La ola pasó, y Elvis se levantó rápidamente e inició un duelo con Lyra. La licántropa se puso también en pie y se palpó cuidadosamente el torso, los brazos y la parte superior de las piernas. No, no parecía tener daños que lamentar salvo por el hecho de que estaba empapada de los pies a la cabeza y tenía algunos rasguños en las piernas. Entonces escuchó la voz de Valkyria. Palideció suavemente y alzó la cabeza justo para ver cómo ésta le lanzaba un rayo.

 

¡Protego! —se defendió instintivamente, sin pararse a pensarlo dos veces. Luego miró con gesto divertido a Valkyria. Era cierto, los Uzzas así habían marcado las reglas de aquella prueba y tendrían que pasarlas si querían obtener el conocimiento y poder del libro de la Fortaleza. Anne no pensaba salir de aquel lugar sin aquel poder—. Relájate cuñada, pongamos a prueba nuestros poderes... no creo que nos hagan pelear a muerte, ¿no crees?

 

Dejó la pregunta en el aire con gesto pensativo, sin apartar la mirada de Valkyria. Mantuvo la varita firmemente asida y, al cabo de un momento, pensó «seccionatus». Doce medias lunas aparecieron de repente y volaron en dirección del cuerpo de la Karkarov con la intención de clavarse en el torso y brazos de la mujer si ésta no las detenía debidamente.

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La castaña no pudo evitar sonreír con el comentario de su compañera de equipo, la misma que se encontraba a un par de metros de donde ella estaba de pie. La había visto un par de veces en el Magic Mall y sabía que era familiar lejana por parte de la Black Lestrange, por lo que se esforzó en recordar el nombre, pero era inútil. Apartó la mirada de la mujer justo en el momento en que Anne se protegía de su rayo de desarme con un protego, algo predecible sin duda.

 

—Espero que tengas razón... —dijo la bruja en respuesta a su comentario, la verdad era que ella no lo tenía del todo claro, después de todo desde el preciso momento en que se presento a la clase su vida había estado en constante peligro —Morphos — siseo apuntando al vestido oscuro que llevaba puesto la Gaunt y este de inmediato se transformo en una avispa marina, la misma que le inyecto su letal veneno apenas rozó la piel de la bruja.

 

—De verdad espero que tengas razón —murmuró algo preocupada, había envenenado a su cuñada y a partir de ese momento estaría pendiente pues si no alcanzaba a hacer un bezoar, ella misma lo haría y se lo daría. No confiaba para nada en los Uzza. Pero eso ya lo analizaría mejor conforme se desarrollara el enfrentamiento.

 

Apenas y había terminado de lanzar su hechizo observó como unas medias lunas muy filosas se acercaban peligrosamente hacía la ojimiel, Anne había invocado un seccionatus. Sonrió de medio lado y tras hacer una fortuita con su varita dijo.

 

—Evanesco — El efecto del hechizo fue inmediato y las medias lunas desaparecieron a tan solo centímetros de su cuerpo. Suspiró aliviada y sin bajar la varita aguardó por la siguiente acción de su cuñada.

 

No muy lejos de donde la batalla se estaba desarrollando las olas iban aumentando su tamaño, era cuestión de tiempo para que estas los volvieran a alcanzar.

 

—Hey Katara... —dijo en dirección a su compañera de equipo, había recordado de pronto el nombre de la mujer —Selwyn... — Hasta ella se sorprendió cuando pronuncio el apellido, al parecer su memoria estaba volviendo a la normalidad —Mira hacia allá... —Añadió cuando esta le prestó atención, la mirada de Valkyria estaba puesta en las enormes y aterradoras olas que amenazaban con impactarlas nuevamente.

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