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Libro de La Sangre


Zack Ivashkov
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He hablado con los Uzza —la voz del Ivashkov resonó en el aula, con la misma potencia que solía usar cuando estaba de mal humor—. Y sé que tú lo has hecho también, Weasley.

Los ojos del vampiro eran fríos e inexpresivos en comparación al resto de su rostro, que parecía congestionado en una mueca de desagrado. Tenía las cejas juntas y los labios apretados, como si estuviera esforzándose más de lo debido en mantener los incisivos dentro de la boca. Pero más allá de eso, su postura era tranquila, casi amena con el entorno. Habían pasado largos minutos de silencio entre los dos, donde ninguno había hecho más que mirarse con fijeza. No se soportaban y el sentimiento era mutuo, al punto de que ambos estaban renuentes a darse la espalda.

Para su sorpresa, sin embargo, Lisa no había dicho nada hasta el momento. Quizás esperaba a que escupiera su veneno para lanzar el propio, porque la mujer no era como otros que simplemente se tragaban sus insultos, o tal vez estaba aburrida ya de la misma perorata. Los pies del mortífago por fin se despegaron del suelo y lo llevaron lejos de su antigua ubicación, el alfeizar de la ventana, aproximándolo a su compañera. Procuró mantener las manos donde ella pudiera verlas, sólo para evitar un enfrentamiento innecesario y, antes de que pudiera decir algo, retomó la palabra.

Creen conveniente que, para entrenarnos, es necesario demostrarles la existencia de Valhala. Aún no somos dignos de sus enseñanzas, por más que hayamos pasado la primera etapa y me temo que tendremos que llegar ahí para que accedan a darnos el entrenamiento que deseamos.

Cada palabra era un paso más cerca de ella y estaba seguro de que podía presentir que algo malo estaba pasando por su mente. Él tampoco estaba ayudando. No relajó la expresión, ni estaba diciendo cosas que la calmaran, aunque muy igual le daba lo que ella pudiera estar sintiendo o no; el pequeño detalle de no poder matarla sería lo único que estaba manteniendo esa conversación en paz.

Pronto llegarán los estudiantes y emprenderemos nuestro viaje —ésta vez, estaba a un metro escaso de la mujer—. Será mejor que estés lista.

Le lanzó una última mirada antes de pasar a su lado, como si nunca hubiera estado ahí y dirigirse a la puerta. Al llegar ahí, se giró en el umbral y la varita se deslizó por su antebrazo, rozando levemente la Marca Tenebrosa que tenía tatuada bajo la tela negra de su túnica.

¡Imperio!

El rayo dio contra la espalda de la mujer y un lazo invisible pero muy firme surgió desde su arma mágica hasta el cuerpo de Lisa. Le habían impedido dañarla, sí, pero eso no quería decir que lo estuviera haciendo. Sonrió con malicia e inhaló profundamente, era momento de sentirse un mago oscuro dentro de las paredes del Ateneo.

Usarás la daga y me protegerás —anunció, moviendo la muñeca para hacer la orden mucho más fuerte—. Usarás la daga… y me protegerás —observó cómo la fémina invocaba la daga contra su voluntad y esperó. Si él era dañado, por cualquier cosa, ella recibiría exactamente lo mismo—. Hay que trabajar en equipo Weasley, vamos a demostrar que sí podemos hacerlo y no como esa vez en la pirámide, donde quisiste dejarme morir de sed. Obliviate.

Con ello, Lisa no recordaría que había usado una maldición Imperdonable contra ella y no podría acusarlo. ¿Qué más le daba? Recordaría únicamente la parte en donde había decidido dejar su bienestar en manos del futuro del Ivashkov.

Pupilos

Taurogirl Crouchs
Leah A. Ivashkov
Yu Oonagh
Mei Black Delacour
Anne Gaunt
Elvis F. Gryffindor
Valkyria Karkarov B.L
Sagitas E. Potter Blue
Hades Ragnarok
Agatha Haughton Malfoy

Editado por Zack Ivashkov

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- El consejo lo ha dictaminado….


Fue así como Runihura dio por terminada la conversación.


Los guerreros nómadas del desierto conocidos como Uzzas habían determinado que, a pesar de las pruebas ya superadas, aun no eramos dignos de confianza. Para completar el nuevo entrenamiento nos exigían un nivel de esfuerzo aun mayor al ya presentado, también debíamos, según sus últimos informes, cumplir sus consignas con un nivel mas de pulcritud. Todo un desafió para una fémina como yo que no concebia eso de acatar todas y cada una de las reglas impuestas.


Después del encuentro con la joven, me dirigí hacia el aula, allí donde comenzaría el viaje mas surrealista de mi vida. Mientras caminaba, elucubraba acerca de la creciente hostilidad de los mayores. Quizás y solo quizás fuese un castigo concebido para el aprendizaje por el desastre del simulacro pasado o tal vez necesitasen de verdad la información necesaria sobre aquel mundo o realidad conocida como Valhala, territorio dominado por Odin y sus súbditos.


Fuese lo que fuese, estábamos atados de pies y manos. La mitología seria de gran ayuda, eso era lo único que tenia claro.


--OO--


Sentada sobre la mesa del aula en cuestión, recopilaba testimonios acerca del raro cosmos, como también la forma de llegar hasta el. Todo el texto estaba en latín. Agradecí a mi madre el haberme obligado a estudiar esa lengua, si no, me estaría tirando de los pelos por lograr mi objetivo. Según lo que explicaban en aquellos ajados pergaminos había dos maneras de pisar aquel suelo; o morir y asumir tu destino o pactar como una de sus guardianas; las afamadas Valkirias.


- Claro… todo muy normal…. - Murmure a la misma nada, pues no tenia claro como proceder y eso me molestaba muchísimo.


El destino, incrementando mi mal humor, me mandaba a un ser insufrible y prepotente con ganas de incordiar. Zack Ivaskov hacia acto de presencia en la habitación de la forma mas brusca y ruda posible. Lo mire de reojo, ignorando sus humillos de chico uniformado. No lo soportaba, mucho menos cuando se ponía la mascara de ¨yo lo se todo¨ que solía usar conmigo. Quedaba poco para el inicio de la clase y los ánimos estaban mas que caldeados por la llamada de atención.


- Lo se, yo…


Me calle. No por sentir miedo o algo similar, sino porque su constante aproximación a mi figura y el tono relajado que usaba no me daban buena espina. El ambiente, como sucedía siempre que estábamos juntos, se tornaba tenso y sombrío. Dos esencias, una gris y otra negra, luchaban por tomar el control de la situación con insistencia. Lo único que podía concederle era que poseía tantas ganas como yo misma de saber si las historias del dios principal del suelo nórdico eran reales.


- Tenemos que encontrar la forma de ir, sin morir claro. Creo que he podido captar algo ligero sobre un pacto de sangre con una Valkiria. La cosa es encontrar una.


La ultima parte del mensaje quedo en el aire. El mago había salido de la habitación o al menos eso creía, hasta que y de pronto me vi a su lado, con la daga ceremonial del libro siete y conjurando el pacto de protección. Todo el daño que el castaño recibiese también lo soportaría yo. Parpadee fuertemente. Di dos pasos hacia atrás. Yo sabia lo que era el sacrificio, era miembro de la Orden, pero no recordaba tener la necesidad de hacer aquello por voluntad propia.


- Mas te vale salir con vida de esto.


¿Que mas podía decir? No tenia idea de lo que había ocurrido. Lo mas probable es que el mortifago hubiese usado malas artes sobre mi persona, pero no tenia como demostrarlo, a fin de cuentas no era capaz de recordar que había sucedido en los últimos minutos. Era una Knight, la mejor Knight de los últimos tiempos. Una maldición, incluso tres, no podrían con mi persona. Demostraría a la Marca y a los Uzzas quien era yo y como me las gastaba.

Editado por Lisa Weasley Delacour

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Su mirada en el espejo reflejaba la incredulidad que sentía. ¿Acaso estaba volviéndose loca? ¿Cómo se atrevía a volver a intentarlo? Era obvio que el rol de alumna no estaba en ella, y mucho menos de ese tipo de clases en la que debía trabajar en equipo. ¿Trabajo en equipo? ¡Já! El solo pensarlo le daba náuseas. Ella era incapaz de eso, su propio bienestar era lo único que le importaba.

 

Aunque había algo que le importaba aún más que su bienestar, y era el lograr superarse. La magia de los Uzza era eso para ella: posibilidad de superación que hasta el momento creía fuera de su alcance. Podría llegar a límites que desconocía y solo lo haría si se esforzaba. ¿Qué más daba? Fingir que le interesaba el trabajo colaborativo y que todos llegasen al objetivo final... solo eso, fingirlo, mientras solo se concentraba en su propio beneficio de aquello.

Conocía muy bien a quienes los ayudarían en el nuevo desafío, pues había ayudado a gestionar la clase y sus permisos para transferir conocimientos. A ambos los conocía bien, aunque más a la dama de la pareja. Tiempo atrás, habían sido colegas. Recordaba muy bien las épocas en que salían juntas a atormentar Ottery, mas eran tiempos más que pasados. Su abandono de la Marca Tenebrosa había sido de las más grandes traiciones. ¿Extrañaba su compañía? Tal vez sí, pero eso no quitaba que ahora fuese una enemiga en lugar de aliada.

Abandonó su reflejo y tomó la varita. Su blanca túnica apenas ondeó con el movimiento, pues era de tela pesada, apta para el territorio al que estaba a punto de regresar. Sin pensarlo dos veces, desapareció abandonando la seguridad de su hogar. Sintió el cosquilleo de no saber qué la esperaba y el nerviosismo que la ocasión merecía.

Sus pies aterrizaron en el cálido desierto y no dudó en caminar hacia el recinto en que ambos profesores estarían esperando. Era la primera y no tardó en encontrarlos, notando un ambiente extraño entre ellos.

-¿Llego en mal momento?- dijo alternando la mirada de uno a otro. Era evidente que la relación estaba tensa.

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-- No pienso ir.

 

Mi negativa se reflejó en el espejo en el que contemplaba mi aspecto, unos tejanos raídos y las bambas más viejas y usadas que tenía. Había aprendido la lección en los estudios del segundo libro, nada de ropa elegante sin saber a donde te llevarán los profesores. Terminé de recogerme el pelo con una goma apropiada. Por lo que había comprobado, y la experiencia es la madre de... ¿la precaución?..., iba a necesitar la varita así que no podía usarla, como siempre, de adorno de mi melena, pues batallar con el pelo suelto es un engorro.

 

Así me dirigí a la salida, donde tomé mi capa verde botella y salí de la casa. Miré el cielo y después volví la vista hacia los jardines, bien cuidados, de la Potter Blue.

 

-- No entraré.

 

Mis pasos me habían llevado hacia el Ateneo, donde se alzaba el majestuoso edificio. Odiaba aquel aspecto de desierto y cultura antigua, pero los directores sabrían porqué se encontraba en aquel lugar el centro de conocimientos y saber del pueblo. Arrugué el ceño, enojada conmigo misma. Sabía que era un autoengaño pero, aún así, me mantenía en mis trece.

 

-- Iré sólo a la Sala de profesores, paso de ir a la clase de ese maldito libro.

 

Sin embargo, llevaba una bandolera cruzada por delante, que incluía el libro de la Sangre, recién adquirido, que había retirado de mi trastero. Esta vez no me iba a presentar sin mi ejemplar. Eso me recordaba que le debía uno a Catherine.

 

Negué con la cabeza al darme cuenta que, en vez de estar ante el claustro de profesores, estaba delante de la puerta de la clase asignada al libro. Apreté la mandíbula con fuerza.

 

-- No pienso entrar -- dije, en voz alta, como si así pudiera convencerme de que no iba a hacer algo para lo que me había preparado toda la semana.

 

Delante de mí, acababa de entrar Agatha. Tragué saliva. Alargué la mano y la apoyé en el dintel de la puerta, como si con eso pudiera evitar la determinación que sentía de entrar hacia lo desconocido. Aún así, aquello no fue un impedimento para mis pies para avanzar dentro de la clase y contemplar la situación extraña que se daba en el lugar.

 

Conocía a los dos maestros, tan antagónicos que no entendía como los dos directores permitían que estuvieran en la misma habitación. Acabarían matándose si se descuidaban. Suspiré.

 

Estaba dentro.

 

-- Bueno, pues aquí estoy, pero no pienso permitir que...

 

Guardé silencio. ¿Para qué añadir amenazas ante nadie por algo que había decidido hacer yo por mí misma? Nadie me había obligado y ni yo misma había conseguido frenar mi avance... Sólo esperaba no acabar mal esta aventura en la que me había metido.

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Se aseguró de haber echado el libro de la Sangre en el bolso cuando caminaba por un pasillo del Ateneo en dirección a la clase. ¡Qué horror si lo hubiera olvidado en el castillo Gaunt! Lo había extraído de su bóveda trastero unas horas antes, después de haberlo en el Magic Mall por una suma de galeones que aún parecía desgarrarla por dentro. Llevaba muy mal aquello de gastar galeones sin pensarlo...

 

La última clase, en la que había aprendido a dominar los poderes del Libro de la Fortaleza, habían sido un conjunto de actividades que aún no había terminado de comprender. Su única satisfacción era saber que, en aquel momento, podía dominar una magia que la hacía un poco más poderosa. Al fin y al cabo, aquel era su verdadero objetivo. Anne se detuvo en mitad del pasillo y se ajustó el pelo en un moño en un rápido gesto con la varita, usando un lazo oscuro para sostenerlo. Por la experiencia anterior, sabía que cuanto más cómoda fuera, mejor le irían las cosas. También había sustituido sus vestidos y mejores trajes por unos jeans gastados y ceñidos al cuerpo que combinaba con una chaqueta de piel oscura y unas botas de estilo militar, de esas de suela de goma que chirrían al pisar.

 

Retomó su caminar en dirección al aula pensando en qué les depararía aquella nueva clase. ¿Adónde irían? Porque tenía muy claro que aquella clase, de nombre tan extraño, no podría llevarse a cabo en el aula del Ateneo. Probablemente la aventura tendría... sangre.

 

Empujó la puerta sin acordarse de que era de buena educación llamar antes de entrar y luego se detuvo en el umbral durante un segundo, consciente de su fallo. Luego esbozó una ligera sonrisa de disculpa y terminó de entrar, cerrando la puerta tras de sí. Todos estaban... inusualmente silenciosos. Y eso que conocía a los cuatro presentes, y un par de ellos no eran precisamente personas silenciosas...

 

¿Llego tarde? En tal caso, lo lamento. Y por cierto, un placer volvernos a encontrar en clase, Sagitas —terminó diciendo en dirección a la pelivioleta, que estaba prácticamente a su lado.

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Soltó un largo suspiro, realmente agotada. No había logrado conciliar el sueño en toda la noche por varios motivos, aunque a Luca, quien la había acompañado la mayor parte de la madrugada en su desvelo, sólo le había confesado una parte de todo aquello que daba vueltas alrededor de su cabeza. Hacía apenas un día que Ámbar, hija de Arya Macnair había llegado a la mansión Delacour con el motivo de quedarse por un tiempo allí, todo esto luego de Mei haber hablado con la mujer, quien parecía desear esto. La pequeña era su ahijada, y le complacía cuidarla siempre que podía, pero no en aquellas circunstancias; sentía que sobre ella había caído la responsabilidad de cuidar de ella si es que algo le sucedía a la Demon Hunter, aún a pesar de que había intentado evitar que ésta se precipitase hacia su propia muerte.

 

Sumado a todo ello, las pesadillas eran el principal factor por el cual no podía dormir, pesadillas en las que sentía como si algo, una presencia oscura iba cobrando fuerza y apoderándose de ella, consumiéndola… Aunque claro, esta era la parte que su esposo ignoraba por completo.

 

Debo irme, – dijo al fin, luego de pasar un largo rato en silencio entre los brazos del Van Halen – clases en la Universidad. No te preocupes, estaré con Lisa, – agregó rápidamente al ver el par de ojos verdes que transmitían inquietud – aunque de todas formas siento que cualquier problema que hubiera, terminaré por salvarla yo primero a ella.

 

Una pequeña broma, para cortar con el ambiente extraño que había rondado la habitación durante tantas horas. Debía empezar el día, despejarse, descargar todas sus tensiones y frustraciones sobre alguien o algo, y una clase de libro le venía como anillo al dedo.

 

Al cabo de una hora, arribó en la Universidad, aunque se tardó su buen rato en encontrar la localización del área donde debían reunirse, pues, la muy considerada de su mejor amiga, nunca le había indicado el lugar donde sería, además de que terminó por merodear demasiado el área donde los Arcanos impartían sus propios conocimientos. Ya iba un poco de malas gracias a ello, además de que el aspecto de su cara dejaba en evidencia que estaba dispuesta a morder ante la mínima chispa.

 

Buenos días.

 

Esas fueron sus únicas palabras al llegar al recinto, notando a quienes se hallaban allí, a los cuales la mayoría había visto en aquella última prueba que los Uzza mismo les habían impuesto, pero no era eso lo que captó su atención, sino la casi palpable tensión que despedían entre quienes harían las de profesores, Zack y Lisa. Era evidente que no se llevaban bien, válgame Merlín, ¿entonces por qué se empeñaban en colocarlos juntos?

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El vampiro se encontraba en la sala de profesores preparando a la siguiente clase que daría. Sabía que el habían asignado a otro compañero en vez de a Elvis, quizás el chico lo había pasado mal o le tenia miedo ahora al vampiro. Suspiró y negó con la cabeza. Dibujo una mueca de sonrisa recordando las gran des aventuras que había tenido con su amiga Mei. Lastimosamente ella tampoco había aguantado, aunque si, había durado más que el Gryffindor.

 

Cuando le llego aquella notificación, de que debía presentarse para el libro de la sangre bufo y maldijo por lo bajo, ya los Uzzas le habían enseñado aquello, pero estaba claro que su caso era el mismo que el de Ashur, una prueba. Si en verdad quería seguir aquel camino místico de conocimiento y poder, y quería demostrarle a los guerreros que él era digno de confianza, debía pasar aquella prueba. No bastaba con tener el libro, tenía que dominarlo y entenderlo, hasta el punto de que se podría decir que tendría que vivirlo en carne propia para que los poderes pudieran quedarse con él.

 

Se levanto y se preparo. Llevaba todas sus cosas, pociones y demás que el pertenecían, también los amuletos y anillos que había usado en el libro de la fortaleza y en el del aprendiz de brujo. Ladeo la cabeza observando la hora, quizás era mejor llegar allí de una vez, él odiaba esperar y hacer esperar, quizás más lo segundo.

 

***************

 

Cuando paso por la puerta de aquella aula pudo notar la tensión que había allí. Observo a Lisa y a Zack quienes eran sus compañeros profesores. Podía notar que había algo raro en ellos, sin embargo, no le dio mucha importancia, quizás no eran compatibles dando clases, aunque no había muerto nadie en la clase anterior por lo que al menos parecían soportarse.

 

No dijo nada y se acerco a varias figuras que estaban allí ya. Vio a sagitas y sonrió. Esperaba que la chica no saliera corriendo como la última vez cuando estuvo a su cuidado. Aun no le había perdonado aquello y esperaba vengarse lo antes posible. Noto algo mas, vio a la peli castaña de Anne. Podía reconocer a su hermana en donde fuera, quizás hasta si ella usaba metamorfomagia, cosa que él no sabía si la chica había obtenido la habilidad. Estaba a punto de asustarla cuando vio a otra figura y no pudo evitar el brillo malévolo en sus orbes negros.

 

-<<Mei>> -pensó el vampiro- <<Oh, esta clase será realmente interesante, me voy a divertir de lo lindo con estas 2, mi hermana y mi amiga juntas en el mismo sitio donde pueda sacarlas de quicio>>

 

Sin más se paro detrás de ellas.

 

-Buenos días –dijo- veo que la diversión está empezando antes de llegar –comento tranquilo- espero no llegar tarde –observo a los profesores y guardó silencio si bien eran sus compañeros y habian recibido el mismo conocimiento y entrenamiento debia respetarles y ayudarles en lo que ellos necesitaran.

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La presencia de los primeros alumnos fue un punto y aparte para mi mente. Me obligue a retomar el control, a eliminar cualquier resquicio de confusión de mi pálido rostro y a centrarme en la misión de la que formaríamos parte, quisiésemos o no. Ingresar al Valhala no seria tarea fácil, no obstante, los pupilos que me habían tocado, al menos los que habían hecho acto de presencia, todos ellos conocidos por una u otra causa, parecían los perfectos para el trabajo que los Uzzas, tan amablemente, nos habían exigido.


Mientras estos se acomodaban en la gran sala e intercambiaban algún que otro mensaje corto con los demás, yo me dedique a observarlos, a fin de cuenta era una de mis tareas. Logre cerciorarme de bastantes cosas con tan solo un vistazo. Por la expresionismo de Mei supe que ella si había detectado la ¨cálida¨ y ¨estupenda¨ relación que poseía con el Ivaskov. Sagitas era la indecisión hecha mujer, no sabia si quedarse o salir corriendo de allí. Anne y Hades dos críos ansiosos de aventuras y Agatha, como yo, se hallaba expectante.


Mire a Zack, el cual seguía tan impertérrito como siempre y asentí, dando así por iniciada la clase del libro de la sangre. Aunque no nos tolerásemos, era evidente que trabajábamos bien juntos. Di dos pasos para acercarme a la audiencia. No me gustaba creerme superior por ser parte del profesorado de la universidad y estar cerca de ellos era una buena forma de demostrarlo. Yo y eso lo sabían los de mi circulo mas intimo, estaba para aprender y para crecer como bruja. Tome aire, aunque no lo necesitase, y comencé a hablar.


- Bienvenidos seáis todos a este nuevo reto – Mis ojos verdes brillaban con intensidad. En el fondo estaba ogullosa– Primero y ante todo felicidades por haber logrado aprobar con éxito el libro anterior. Sus conjuros nos ayudaran con los próximos que ahora en breves comenzaremos a dar – Una sincera sonrisa se escapo de mis labios, ¿como tomarían la bomba que iba a soltar? - Como supongo todos ya sabréis, los magos nómadas de Egipto conocidos como Uzzas buscan conocimientos y nosotros somos sus emisarios por el mundo


Una explicación perfecta para describirlos – Ahora han decidido aventurarse mas allá del terreno y mundo conocido. Están deseosos de saber como llegar al Valhala, si, esa sub realidad paralela donde Odin es el capitán de barco y solo los guerreros mas eficaces logran llegar – Estaba claro que ni por asomo se esperaban aquello, mas que nada porque como me sucedió a mi, asumían que aquella realidad solo era parte de la gran y extensa mitología nórdica – Debemos encontrar la manera de ingresar y hallar sus mas intrínsecos secretos.


Todos se habían quedado anonadados ante mi discurso y la verdad es que no era para menos, pues aquello era, como poco, una locura - ¿Sencillo, no creéis? - Los murmullos comenzaron a hacerse patentes. Había vuelto a mi posición, cerca del gran ventanal que iluminaba la habitación y donde tenía el libro que había estado leyendo hasta que el castaño me había interrumpido minutos antes. Con el en la mano, volví a hablar – Cuenta la leyenda que para poder llegar allí, sin morir claro, hay que realizar un pacto de sangre con una de sus protectoras.


- Las Valkirias – Pronuncie su nombre de forma reverencial. Y tanto. Las admiraba – Son las mujeres mas bellas de la historia, van vestidas totalmente de cuero, con unos atuendos que no dejan nada a la imaginación. Se dice que tienen el don de la caza y la sabiduría como su madre la diosa Atenea. Portan con orgullo un colgante que las hace inmunes a la muerte y con el que pasan entre una dimensión y otro con la misma facilidad que con la que nosotros comemos galletas. Sus armas son la daga de sangre y el arco largo.


La sala quedo en silencio sepulcral cuando termine de hablar. Era el turno del vampiro de matizar la situación y de comentarles acerca del viaje, aquel que, a pesar de las circunstancias y de la poca creencia, habíamos definido y ajustado. No había dicho dos palabras, cuando una potente flecha con la punta dorada impacto en la mesa de cobre que estaba detrás nuestra. No se veía al atacante, ni siquiera lo habíamos escuchado. Una risa femenina se dejo oír en la penumbra, vaticinandonos el caos. Parecía estar en lo mas alto.

Editado por Lisa Weasley Delacour

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— Ustedes los londineses, se ahogan entre sus propias burocracias. Ya se lo comenté antes, señor Gryffindor. Nuestras costumbres pero sus leyes —exclamó Khufu con una sonrisa, oculta por aquella vestimenta. Era un hombre corpulento pero al parecer era con uno de los que mejores me llevaba. De hecho era el Uzza que había ayudado a conseguir la misión que tenía para con Monica. El Guerrero se despidió con una gran reverencia con la cabeza y dobló en el primer pasillo que encontró. Era sorprendente que mostraran respeto, pero entre sus costumbres resaltaban que los que podían usar los libros, lo merecían.

 

Y así había pasado en aquel respiro. Los Guerreros Uzza nos habían enseñado un montón de cosas luego de atravesar diferentes situaciones. Cada libro tenia su historia. Cada historia se repetía en la enseñanza de los libros. Por más que pudiera haber aprendido los poderes y magia que contenía el Libro de la Sangre, tenía que vincularlo particularmente a mi. Todo por el pacto que hizo Merlin y las leyes que el Ministerio imponia. Debía hacer ése camino, para forjar mi propio camino. En cuánto quise darme cuenta, ya me encontraba delante de la puerta.

 

¡Eso es, prima! Que bueno verte aquí —le comenté rodeando a Sagitas con un brazo para que caminara a la par mía. No necesitaba conocer demasiado a la bruja de cabello violeta para saber que no le gustaban aquellos duelos que yo tanto amaba. Pero había sobrevivido al primero y algo la había hecho llegar al segundo. Eso hablaba bien de ella. Era alguien valiente y debía apoyarla. Aún aferrado a mi prima, miré al resto. Había muchos conocidos. Incluso mi Lider Mei que fue la primera en dirigirle una sonrisa—. Buenas días a todos

 

Luego dejé de usurpar el espacio personal de mi prima. Le hice un gesto rápido con el mentón a Hades, aquel joven era prepotente y no le importaba mucho la moral de él o del resto, pero por alguna extraña razón nos complementábamos bien. La desagradable Agatha estaba allí. Anne también, esa chica me caía muy bien. La saludé con un gesto de la mano. Y luego estaban los profesores que llevarían adelante el libro. También los saludé.

 

Y la clase empezaba. Sabía que no era una clase normal y que pronto empezaría una aventura, pero antes teníamos que saber de qué se trataba de todo, qué era lo que teníamos que hacer, para que éso obtenido, pudiéramos cambiárselo a los Uzza por los poderes que nos brindaban. Todo era un cambio de conocimiento por conocimiento, aunque el Ministerio había puesto algunas leyes de más y un negocio por la compra de los libros. Pero eso lo sabía por ser director, profesor y haber aprendido algunos libros. Esperé algunos segundos y apareció el nombre de Valhalla. ¿Estaba seguro?

 

¿Y cómo encontramos a las Valkirias, Lisa? ¿Tenemos algún medio de comunicación o manera de llegar a ellas? —aunque mi pregunta se había contestado sola. Incluso la flecha que estaba contra la pared, se había incrustado antes que pudiera dirigirme a mi compañera. Claramente que todas las miradas fueron hacia la risa femenina que resonó en todo el aula.

 

Por alguna extraña razón, sabía que algo iba a empezar. Corroboré que mi varita estuviera dentro de mi bolsillo. Y todos los anillos y amuletos que el libro de la sangre te brindaban. Era el tercer libro y ya tenía una media docena de anillos, que iba poniendo uno pegado al otro. Me sentía raro con ellos pero era cuestión de acostumbrarme.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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A pesar de que las cosas no hubiesen marchado muy bien tras el último enfrentamiento donde todo terminó en confusión, Tauro seguía emocionada por indagar más acerca de los misterios que guardaba cada libro y sabía que para ello debía soportar las repentinas apariciones de los Uzzas junto con su cambios de planes a último momento, estaba dispuesta a ello, incluso a compartir el mismo espacio con personas a las cuales no conocía y otras de las que no quería permanecer ni un centímetro cerca. Después de todo no estaría sola.

Sabía que varios brujas y magos habían desistido de seguir cursando los libros, los rumores corrían y era imposible no enterarse de nada aun cuando El Profeta no tenía puestas las narices en todo cuanto ocurría en Ottery, bastaba con ir a algún bar de mala muerte y enseguida empezaban a llegar comentarios de todo tipo, de personas que también buscaba vender información valiosa y Tauro sabía cuánto esto podría arruinar la vida de cualquier persona. Pero aun con un grupo pequeño en comparación al anterior, algo le decía que esta vez sería todo mucho más peligroso para ella, para todos.

Apareció lo más puntual que pudo en donde se reunirían antes de emprender la siguiente aventura y tal como lo sospechó algunas caras conocidas estaban allí, pero sabía que ellos apenas eran la mitad de los alumnos inscritos a la clase. Saludó con la mirada a algunos conocidos y se ubicó detrás esperando a que Leah llegara.

— Por un momento temí que me fueses a dejar con todas estas personas —dijo con una sonrisa, pero en el fondo se l notaba el alivio y la emoción de verla.

Para su sorpresa nuevamente Zack y Lisa serían los encargados de embargarlos en aquella nueva aventura y no dudaba de que esta estuviera llena de peligros, pues conocía lo peligroso que podía llegar a ser el Mortífago y las artimañas que emplearía contra Lisa para lograr su cometido. Poco a poco se fueron sumando más a la clase hasta tener el grupo casi completo y por más que le molestara, escuchó atenta las palabras de la Weasley, pues había mucho de interesante en lo que decía. Todo en cuanto a los dioses griegos la apasionaba y poco le importaba el tipo de pacto que haría con las Valkyrias, lo que fuese necesario ella lo haría.

Necesitaba saber más, así que aguardó impaciente a que Zack terminara de explicar.

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