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Libro de La Sangre


Zack Ivashkov
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--Anne, qué bueno que llegaste -- dije, en un tono de total alivio. Claramente, aquellos dos profes tenían ganas de matarse por el brillo de los ojos y, si no lo hacían, tal vez era porque tuvieran un pacto de "prohibido matarnos mientras haya alumnos delante" o vete a saber qué, pero era incómodo. Me pregunté si Elvis seguiría siendo profesor, porque con Lisa y Zack íbamos a tener... una clase interesante. -- Me alegra verte aquí, no sé porqué me apunté... Creo que tengo algo de miedo.

 

Hice un gesto ambiguo hacia la clase, con un movimiento de la mano, en el que englobé el lugar pero también a los dos profesores. Después sonreí, como para restarle importancia, aunque la inquietud quedó por dentro.

 

Seguían llegando alumnos; entre ellos reconocí a Mei, la directora de mi sobrina Reena; también le sonreí. Nos veíamos a menudo por los pasillos de Dirección. Después entró Hades, uno de los profesores del libro anterior. Reseguí su mirada, parecía reírse por dentro por mí. Levanté la barbilla en un gesto de orgullo. A pesar de su... acción desmesuradamente malévola con los indígenas del Amazonas, habíamos salido vivos de aquella aventura. ¿Iba también a dar la clase de la sangre? Pues lo que me faltaba, dos profes que se odiaban y un tercero que no solía meditar sus acciones (o tal vez las meditaba demasiado y gozaba con una actitud maliciosa, hum..., ¿sería de...? No, no tenía porqué ponerme a pensar en bandos ahora, seguro que no tenía nada que ver)

 

-- Hum... Buenos días, sr. Ragnarok.

 

No tuve tiempo de más porque Lisa empezó a hablar. Busqué un asiento. ¿Íbamos a dar la clase de pie? Supongo que mientras buscaba una silla, un taburete, algo en lo que sentarme, perdí algo de su monólogo porque el silencio de la clase ante sus palabras me hicieron volver la cabeza hacia ella. ¿Lo qué...?

 

-- ¿Ingresar a dónde? ¿En un hospital? Yo estoy perfectamente. ¡Demonios! ¿Tan difícil es este libro que tenemos que pasar antes por un chequeo? -- y la vocecita de... "¡Sagitas, sal corriendo!" que deseché porque aún sentía la mirada sarcástica de Hades y no, no iba a huir de nuevo.

 

Algo no cuadraba, así que intenté recordar lo que había dicho...

 

-- ¿Valhala? ¿Qué es eso, el nombre de un barco cuyo capitán se llama Odín? ¿Y para qué quieren los Uzza un barco? ¿Es que no saben aparecerse? En Internacional podemos darles trasladores...

 

¿O tampoco iba de eso? Debía prestar más atención, sobre todo si quería permanecer viva. Eso de necesitar un chequeo médico para buscar un barco que tenía secretos en la quilla. Pufff, aquello parecía más una aventura que una clase.

 

-- ¿Y por qué no lo abordan ellos? ¿En qué río está? No estará en alta mar, ¿verdad? No he traído ropa de abrigo y en alta mar hay mucho viento.

 

No... Si cuando me dan cuerda y me asusto, no escucho a nadie ni a nada que no sean mis pensamientos.

 

-- ¿Qué es sencillo? ¿Para qué llamas a Valkyria? -- Sí, recordaba a una Valkiria en el Ministerio, aunque ahora no recordaba en qué departamento trabajaba. -- Oye, Lisa, perdona, pero creo que como profesora eres algo malilla, ¿sabes? No me entero de nada. ¿Para qué hablas ahora de mitología griega?

 

Y hubiera añadido que los directores estaban locos por dejar que ella fuera profa cuando apareció uno de ellos y me abrazó, cortando mis palabras.

 

-- ¡Wiii, Elvis! Menos mal que apareces. ¿Serás mi profe de nuevo? -- mirada de soslayo a Lisa, casi le saco la lengua. Pero después él siguió la conversación de Lisa y ahora sí que creí que me había vuelto loca (más loca).

 

Suspiré y me crucé de brazos. De pie, cansada porque quería sentarme y no me daban ni un respiro, ¿cazar valkyrias?

 

-- A ver, veamos... ¿Qué clase de libro es este de la Sangre que nos vamos de caza? ¿De eso va, de cazar? Pues lo siento, soy sacerdotisa y no mato animales, al menos que pueda evitarlo, claro...

 

Si las Valkyrias eran como los basiliscos enfadados tal vez sería necesario matar alguna. Fruncí el ceño, pensativa, antes de hacer otra pregunta:

 

-- ¿Qué tipo de criaturas son las Valkyrias? ¿Tipo Basilisco...? ¿Hipogrifo...? ¿Tal vez una rémora marina? Vamos, vamos... No me jorobes, Lisa... Yo no quiero cazar criaturas... Me das el aprobado y me voy a pescar al estanque. No quiero irme de viaje... de nuevo...

 

En ese instante, una flecha rauda y una risa femenina interrumpieron mi palabrería y me quedé helada, sin saber qué decir. Miré a los lados, preocupada.

 

Sí... En realidad no sabía qué estaba haciendo cuando compré aquel libro.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Siguieron llegando más personas, y todas ellas eran conocidas para la licántropa. Su hermano no tardó en hacer acto de presencia con aquella sonrisa malévola y autosuficiente que a veces conseguía sacar de quicio a la pelicastaña. Le miró, dirigiéndole una pequeña sonrisa cómplice, y luego regresó la vista hacia Lisa y Zack, entre los que había un evidente mal rollo que enrarecía el ambiente. La Weasley comenzó a hablar y todos centraron su atención en ella, pues probablemente con sus palabras comenzaría la clase. Pero, a pesar de que Anne había esperado una especie de introducción sobre los poderes del libro por el que se había dejado un buen pico de su bóveda en el Magic Mall, Lisa comenzó a hablar del Valhala. ¿Qué tendría que ver eso ahora?

 

Las siguientes palabras de la mujer la dejaron anonadada. A pesar de ello, alcanzó a escuchar las palabras de Sagitas, que parecía estar agobiándose con tanta información. Y tampoco parecía terminar de comprender lo que Lisa estaba explicando. Anne tuvo que morderse la lengua para no soltar una carcajada con un par de preguntas de las que soltó la pelivioleta. Alguien apareció a la espalda de ésta y le rodeó los hombros con un brazo. Se trataba de Elvis. «Vaya, parece que esta clase la haremos prácticamente los mismos que pasamos la de la Fortaleza», pensó, complacida. Realmente tenía buen concepto del Gryffindor, aunque no olvidaba lo que le había visto hacer durante aquella excursión al Amazonas...

 

Aquellos pensamientos se desviaron cuando escuchó una nueva pregunta de Sagitas. Estuvo a punto de soltar una carcajada y luego sacudió la cabeza mientras movía una mano para indicarle a Sagitas que estaba equivocada.

 

Espera, Sagitas, creo que no estás entendiendo nada de lo que dice Lisa. El Valhala no es exactamente un barco, ni Odín un capitán. Y las Valkyrias son...

 

Pero no alcanzó a terminar la frase, pues una flecha cruzó la habitación y se clavó limpiamente en la mesa que había tras los dos profesores que había frente al grupo de alumnos. Anne dio un respingo y se quedó muda, con la mano izquierda en alto y la varita fuertemente asida en ella. Ni siquiera se había dado cuenta de en qué momento la había sacado del bolsillo de su pantalón. Sólo era consciente de la risa femenina que se escuchaba, procedente de un punto que no lograba determinar.

 

¿De dónde demonios ha venido eso?

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El cainita iba a seguir molestando a su hermana y a su amiga pero la llegada de más personas lo interrumpió. Escucho a Elvis e hizo una ligera reverencia sin contestarle los buenos días, aquello al menos debía servir. La voz de Sagitas saludándole llamo su atención por lo que poso sus orbes en ella sonriéndole.

 

-es bueno verte por aquí Sagitas, espero que esta vez no salgas corriendo, ya por mi edad no puedo hacer tanto esfuerzo físico –bromeo recordándole la última aventura que habían tenido cuando ella se había escapado y tanto él como sus compañeros habían tenido que irla a rescatar.

 

Los ojos del Ragnarok se posaron en los de Lisa cuando esta comenzó a hablar y moverse. La escucho, esta vez no permitió que las palabras entraran por un oído y salieran por el otro, si, tenía ganas de molestar a Anne, a Sagitas y a Mei, era su instinto aquello, pero se forzó por cumplir con lo que se le pedía y se esperaba de él. Cuando la Weasley Delacour nombro aquel lugar, el vampiro no pudo más que sentir un escalofrío extraño. Si, había escuchado bien Lisa había nombrado aquel lugar místico e la mitología nórdica. ¿Qué pretendían ella y Zack? Al escuchar que aquello era idea de los Uzzas supo que no sería una tarea nada fácil.

 

-<< ¿Ingresar al Valhala?>> -se preguntó a sí mismo- <<vale, si que estamos perdiendo la chaveta, y para colmo si es verdad que podamos entrar o conseguimos el camino, dudo que nos dejen salir fácilmente, esto será a morir>>

 

El cainita dio un paso más acercándose a quienes tenía delante, generalmente odiaba la cercanía de las personas a menos que fueran sus más allegadas, pero aquella noticia y las palabras de Lisa quien era la profesora le habían obligado a ello. No sabía porque pero sospechaba que su destino estaría ligado a varios de los que estuvieran allí. Observo a Elvis llegar e interrumpir a Lisa realizándole aquella pregunta. Pensó y estudio todo aquello. ¿Conocía lo suficiente las habilidades de Mei como para confiarle su vida? En sus adentros conocía la respuesta, si, podía confiar en ella, a su vez tenía a su hermana menor, él debía protegerla aunque ella no quisiera e hiciera miles de berrinches y dijera que ya era grande y todas esas cosas, pero para el, Anne seguía siendo una chica pequeña a la que debía cuidar, y Mery, su otra hermana era su bebe (XD).

 

Siguió escuchando a Lisa interesado en todo lo que decía, ahora debía prestarle mucha atención que antes, más que nada porque no quería perder detalles ni pistas sobre lo que estaba por suceder. Al nombrar a las Valkirias tuvo aquel sentimiento extraño como si algo o alguien lo estuviera observando. Miro a todos lados pero no vio nada, solo los rostros de los compañeros y profesores. ¿Un pacto se sangre?, aquello sonaba a magia oscura y el amaba aquello, además claro estaba de la sangre y el poder que de ella podía emanar. Suspiro, aquello cada vez era más peligroso, él jamás había visto o tratado con una valkiria, si, uno de sus expectos protegos era una Furia griega, pero era muy diferente aquello. La verdad es que pudo imaginarse invocando aquella figura tan hermosa con magia oscura. Para colmo su apellido tenía que ver con la mitología nórdica por lo que debía aprovechar aquello.

 

Cada segundo que pasaba podía sentir aquella extraña sensación, sentía como si los pelillos de la nica se hubieran erizado, mas aun cuando una risa salida de quien sabia donde se había escuchado y no había razón para ello. Busco por la sala, sabía que ninguna de las personas que se encontraban allí se había reído, tal vez se equivocada y alguien lo había hecho por nerviosismo pero conocía muy bien al respuesta, aquello no había sido producto de a su imaginación ni una risa natural.

 

Solo un minuto tardo en darse cuenta al mirar hacia arriba, hacia donde los ojos de Lisa se habían posado. En las sombras había algo más.

 

-Oh demonios… -susurro- creo que de allá –respondió la pregunta de Anne señalándole el lugar al que observaba Lisa.

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Cada pupilo que iba llegando notaba la tensión incontenible entre Lisa y Zack. Ambos cruzaban miradas ocasionalmente, mientras el anterior ideaba la forma de deshacerse del otro. Quizás no diera muy buena imagen el hecho de que no se soportaran entre sí, pero estando en confianza, cosa que pudo comprobar una vez llegaron todos los alumnos, no importaba demasiado. Los dos directores de la universidad estaban ahí, la líder Mortífaga, extrañamente sin su acompañante de costumbre, dos compañeros de bando, una fémina más, y la temática mujer que enloqueció con las primeras explicaciones de la Weasley.

 

Quiso dejarse llevar por la gracia del estrés cómico de Sagitas, y entonces recordó que no estaba en buena posición para hacerlo, capaz terminara por hacerla huir de la clase antes de que comenzara toda la diversión. Se limitó a esbozar una simple sonrisa mientras negaba con la cabeza, a todo lo que había dicho la bruja, se estaba lleno por un camino erróneo. Anne comenzó a aclararlo, antes de que un objeto veloz captara la atención de los presentes.

 

Zack no había tenido oportunidad de complementar el tema que había iniciado Lisa, por lo que tendría que hacerlo en medio del nuevo problema que suponía estar siendo atacados por algo que ni siquiera venían. El ambiente se tensó aún más de lo que estaba luego de los roces entre ambos profesores. El silencio dominó en la estancia al igual que los impacientes orbes rodando de un lado a otro, ávidos de información.

 

—Ya lo saben — Aquellas fueron las primeras palabras del hombre desde la presencia de los pupilos. Las expresiones interrogantes lo cubrieron, como presionándolo a que terminara de explicarse, al mismo tiempo que comenzaba a atormentarle la sonrisa de la fémina que aún no terminaba de revelarse. Lisa asintió frente al comentario de Zack dándole la razón. —Si logramos capturar a una de ellas la presionaremos hasta que nos lleve la Valhala con el poder de su colgante — Además de ridícula, era casi imposible la idea. Se estaba refiriendo a las Valkirias, unas mujeres que por serlo no quería decir que fuera débiles, todo lo contrario. Sería todo un reto llevar a cabo el objetivo de dominar alguna.

 

Sin embargo, tomando en cuenta el hecho de que la magia de bandos estaba totalmente permitida en esas clases, seguro más de uno de los presentes podría sacar a relucir sus increíbles poderes para apresar a, no una, sino dos valkirias que trabajaran como conductoras hacia el Valhala, bajo presión, por supuesto.

 

El hecho de que los pupilos siguieran inquietos por no saber nada de lo que sucedía, ponía a todos en un plano de misterio sofocante. Debía explicar lo que estaba sucediendo antes de que…

 

—¡Cuidado! — Un nuevo objeto apareció en el aire viajando con velocidad, casi la misma a la que Zack tuvo que aplicar para detenerlo… Con su cuerpo. Con un movimiento brusco empujó a Sagitas hacia el suelo apartándola del inminente ataque para recibirlo él. La alargada flecha atravesó su abdomen con tal fuerza que casi pudo salir por la parte posterior de su cuerpo. De nuevo las risas aparecieron, esta vez más constantes y estruendosas. Las Valkirias habían llegado al aula, dispuestas a detener los planes de los nuevos visitantes del Valhala.

 

El Mortífago rompió su camisa haciendo volar la hilera de botones frontales. A la espera de que la blanca tela pasara a ser roja. Su mirada se mantuvo firme en la incisión causada por el objeto filoso en su cuerpo, pero la sangre nunca comenzó a fluir. Frunció el ceño extrañado, gesto que desapareció al instante siguiente en que extrajera la flecha recordando su primera interacción con Lisa al inicio de aquella tarde, el pacto de sacrificio.

 

Sus vellos se erizaron al comprobar que la magia del libro de la sangre estaba siendo efectiva, a pesar de que él había sido el atacado por defender a una de las pupilas, los daños se proyectaron sobre Lisa, a quien obviamente tuvo que manipular para que se sacrificara por cualquier ataque que él recibiera. Era la primera vez que experimentaba magia de ese tipo, la sorpresa iba más allá de ser fascinante.

 

—Lisa, estás…— No quiso terminar la frase, procurando que la fémina siguiera su mirada hasta el propio abdomen. Estaba sangrando, y probablemente no lo fuese sentido o notado por la adrenalina que la estaba recorriendo. Al tiempo que la mujer detalló la herida, estalló la enorme pared de cristal al fondo del aula, cuya vista daba al ahora sombrío desierto del ateneo. Zack levantó su brazo procurando cubrirse de los pedazos de vidrio que volaron en todas las direcciones, pero no alcanzó a taparse del todo, por lo que un segundo más tarde tuvo que limpiar un hilo de sangre en su mejilla.

 

Al menos una docena de mujeres exquisitamente hermosas atravesaron el espacio vacío lanzando flechas en todas las direcciones. Iban vestidas con pedazos de cuero cubriendo solo algunas partes de su cuerpo, exhibiendo así gran parte de su anatomía perfectamente modelada por la naturaleza. Sus cabelleras ondeaban con los ágiles movimientos que hacían para aproximarse al grupo de pupilos, buscando acortar la poca distancia que los separaba. Iban con claras intenciones de acabarlos, y ellos no podrían permitirlo.

 

—¡Acábenlas! Y procuren robarles el colgante que llevan en su cuello — Con su alto tono de voz, el hombre captó la atención de una de las atacantes, que no dudó en lanzar una daga al aire dispuesta a clavarse en su cabeza. Él, tan rápido como pudo, acabó por desvanecer su cuerpo gracias a la Salvaguarda Mágica.

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Zack ni tiempo tuvo de entrar en materia y mientras los demás socializaban entre ellos, intercambiando uno que otro comentario amigable, el anillo detector de enemigos se activó, lo curioso es que ninguno de allí pareció notarlo porque seguían como si nada hasta que la risa de una mujer llamó la atención de Sagitas quién alertó al resto de una presencia que de momento nadie podía ver. Tauro estuvo a punto de hacer un comentario al respecto, pero del mismo lugar de donde provenía la voz una flecha viajó veloz hacia la mujer peli-violeta, que de no ser por la rápida actuación de Zack habría recibido de lleno el impacto del filoso objeto.

Por más hermosas que fueran las mujeres Valkirias no había que dejarse engañar por su belleza física, pues eran igual o peor de letales o peligrosas si no las tomabas en serio y esto las enojaría aun más. Pese a los muchos anillos y amuletos que ahora poseía la Líder Mortífaga, el libro de la sangre venía junto con una filosa daga a la que planeaba darle uso y aquella era la oportunidad perfecta.

Tauro empezó a buscar sin cesar a la líder de las guerreras, quién probablemente sería la que minutos antes había lanzado la flecha. No fue fácil encontrarla, pues todas lucían igual de temibles, sin embargo, entre ellas destacaba una hermosa mujer que estaba lista para lanzar la segunda flecha al no comprender por qué Zack seguía vivo y Tauro vio su oportunidad para actuar, sacó su daga y se hizo un corte en el brazo, lo suficientemente doloroso como para distraerla pero sin llevarla a desmayarse. Todo esto tuvo su efecto luego de que terminara de pronunciar las palabras: — Immolo oppugnare.

Aprovechando el momento de distracción la Mortífaga se lanzó sobre la líder Valkiria, quién al estar confundida no pudo reaccionar a tiempo cuando esta le arrebató el arco y sobre ella pronunció algo que no alcanzó a entender.

— Obedire —con su mano manchada de su propia líquido rojizo, Tauro estableció una marca de Sangre en la frente de la guerrera y durante una acción esta estaría bajo su control, fue allí donde aprovechó para arrebatarle el colgante del cuello. Estaba herida, sí, pero le bastó con pensar en una Curación para que su herida empezara a cerrar.

No sabía qué se encontraban haciendo los demás, pero más les valía que estuviesen aprovechándose de la distracción provocada por ella para terminar de arrancarles los amuletos a las Valkirias restantes. Por ahora ella seguiría sobre su víctima, impidiéndole con su propio peso que hiciera algo en su contra o se escapara.

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Fruncí el ceño ante la pregunta de mi ex-profe Hades, al insinuar que podría salir corriendo de la clase, como si yo fuera a hacer eso, ni que tuviera ningún precedente. "Claro, se hace viejo", musité, con descaro, por atreverse a insinuar que podría huir de la clase del libro de la Sangre... Ni que me diera miedo... Sólo estaba nerviosa.

 

Cuando algo me pone nerviosa, lo único que me calma es hablar, por los codos, algo que estaba haciendo ahora como loca. Vi los gestos de Anne y una sonrisa escondida en sus labios, por lo que entendí que decía majaderías. Pero... ¿Qué culpa tenía yo si Lisa se explicaba tan mal? Además, yo nunca dejo acabar las frases a los demás, así que tan pronto empezó a explicarme, interrumpía a Anne con mis manos manoteando en el aire.

 

-- ¿Cómo que el Valhala no es un barco? ¿Cómo que Odín no es el capitán? ¿Cómo que las valkirias... qué....? -- Vamos, anda, si es lo que acababa de decir Lisa. ¡Por los dioses, me iba a rebotar como en vez de un barco fuera... fuera...! ¿Qué demonios podía ser con ese nombre, una plataforma petrolífera en medio del mar? ¿Para qué querrían los Uzza todas esas cosas? -- Jolines, Anne, eso no es un demonio, es una flecha...

 

¿Es que no veía que era una flecha?

 

-- Debiera darte más miedo saber de dónde ha salido.

 

Pero nadie me hacía caso (¿para qué? Yo ya me pongo nerviosa sola y pierdo los papeles sola, sin ayuda de nadie) y miraban hacia un lugar que señalaba Lisa. Por supuesto, yo también miré. Al principio, sólo vi sombras. Tampoco es que les prestara mucha atención. Soy algo lenta en asimilar conceptos extraños si Lisa me había parecido rara en su explicación, la frase-resumen de Zack lo fue menos: yo miraba las sombras pero mi mente pensaba en "capturar a una ella para robar un colgante que nos lleve a la Valhalah esa". ¿Sería algo árabe? ¿Los Uzza no eran egip... árabes? La Uzza Ashur lo era, ¿no? ¿Sí? ¿Y para qué quieren un colgante? ¿Es que no tienen baratijas en su pueblo?

 

Mi desacertado monólogo interior se vio interrumpido por un empujón.

 

-- ¡Heeeeey! -- protesté, irritada porque el golpe en el suelo había sido demasiado súbito como para atraer algún cojín que amortiguara mi caída. Me dolía el codo, así que me giré sobre mí misma y me encaré con el profesor Zack, que me había tirado. -- ¡Ein, si quería que me callara sólo tenía que...!

 

¡Madre del Amor Hermoso! Una lluvia de flechas salía del lugar en el que habían señalado y había sangre en la camisa del profe.

 

-- ¿Sangre? ¿Es que ya hemos empezado a estudiar? -- pregunté, torpemente, escondiéndome detrás de un pupitre. Vaya, ahora por fin encontraba donde sentarme, aunque en este momento sentarme era el menor de mis problemas, pues volaban pedacitos de cristal por todas partes. -- ¡Demonios! -- usé yo, al fin, la expresión.

 

Tenía motivos para maldecir: no sólo es que entraran mujeres demasiados expuestas al aire con sus reducidas vestimentas. Es que disparaban. Es que Lisa estaba herida con el mismo burejito que tenía Zack y, además, tenía una herida similar en la mejilla. "Esos dos están conectados", pensé; " como le esté haciendo el salto a Xell con ese profesor..." Además, Tauro estaba haciendo algo raro con una daga y... ¿la herida era otra persona?

 

-- ¡Cáscaras!

 

Esto... Sagitas, espabila, que estás en medio de una guerra. Me levanté, gritando:

 

-- ¿Para qué demonios me compré este libroooo?

 

Corrí hacia Lisa, a saber porqué ya que no me caía bien. Tal vez porque... porque soy algo romanticona y no podía permitir que ella muriese delante de mi vista sin intentar algo. Me tiré encima de ella, la muy [...] no parecía notar que estaba herida, así que tuve que tocarla (ejem) con una mano en el vientre mientras que con la otra tocaba el amuleto de la Curación y pensaba en que se curara. Más le valía; fuera buena o mala, Lisa era la profesora y tenía que sacarnos de aquel lío.

 

Después pensé en un "Salvaguarda Mágica" para hacerme intangible y que aquellas mujeres no me tocaran. Estaba dentro de mi ánimo permanecer viva el máximo tiempo posible y ese hechizo del libro anterior era magnífico para eso. Así que aproveché que Tauro hacia eso con la daga (¡demonios, tenía que pedirle que me explicara como lo había hecho!, estaba segura que era algo del nuevo libro que NO me había leído porque me daba yuyu) para acercarme a la que sometía y le tiré la mano al cuello para robarle el collar. Pasó de largo.

 

-- ¡Leñe! Con esto no contaba -- dije, mirando mi mano vacía que atravesaba a la ¿valkyria? ¿Eso eran las Valkyrias? Se parecían a las Amazonas. -- ¡¡Glups, qué poco dura esto!! -- dije, al notar que me hacía corpórea de nuevo. Tocaba huir, por supuesto, pero no sin mi regalito. Era feo, no me gustaba, pero esperaba que valiera la pena el collarcito que acababa de arrancar del cuello de la morenaza (porque era morena, ñam)

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Quizás por la emoción Tauro se había dejado llevar e intentó usar en frente de todos hechizos que ni siquiera habían explicado (xD), pero bueno, ahora todos sabrían que la peli-azul había intentado hacerse con el libro de la sangre por medios ''ilegales'' y como era de suponerse estos no obtuvieron los resultados deseados, pues para empezar ahora tenía una herida en el brazo -aunque ya curada- y la Valkiria a la que había atacado no. Ni siquiera la Marca de Sangre había tenido el efecto deseado, pero aquello si que logró enfadar a la mujer pues ahora su cara estaba manchada.

— Supongo que una disculpa no sirve de nada —le dijo, aun aprisionándola contra el suelo porque al menos eso si lo había podido hacer — No tengo intenciones de ocasionarte dolores de espaldas, así que con tu permiso —se dispuso a marcharse, pero no contó con que Sagitas se quisiera aprovechar de todo su esfuerzo para llevarse el mérito, pero por suerte no logró su cometido. Así que Tauro terminó por arrancarle su amuleto y dando un salto se separó de la enfurecida mujer, quién ya se preparaba para lanzarle una flecha y antes de que lo hiciera Tauro pensó en un Salvaguarda Mágica para que esta no le atravesara y corriendo buscó refugio al fondo del salón. Aquello no se lo perdonaría la Valkiria, que seguramente no descansaría hasta dar con la Mortífaga, quién no se arrepentía, por cierto. Volvió a apretar su amuleto de curación tan sólo por las dudas.

 

Recuperada, Tauro decidió saltarle encima a otra de esas exóticas y bellas mujeres, pues tras lo ocurrido descubrió que tumbar a las personas de ese modo era lo suyo, allí era cuando agradecía mucho pertenecer a la raza demoníaca.

 

— ¿Me concedes el honor? —dijo mirando a Sagitas —A la próxima me dices que quieres hacer equipo conmigo, así mientras yo las atrapo tú puedes ir quitándoles tranquilamente los amuletos —había cierto rencor en su voz, pero nada grave.

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--¡Eh, tú! Que somos del mismo equipo -- protesté.

 

Que nadie me pregunte como sucedió, sólo sé que, de repente, mi collarcito que pretendía quedarme apareció en la mano de Tau. Si no llega a ser porque las Valkyrias tenían mala leche, me hubiera dado una pataleta allá misma. No era la primera vez que me tiraba al suelo, gritaba y lloraba hasta que me devolvían el "chuche" que me habían arrebatado, pero eso sólo me lo permitía en la intimidad de mi casa o de la de mi hermana Amya. Ante el resto, yo era más o menos respetable (?)

 

-- Bueno, ellos son los malos y nosotros los buenos, ¿no? -- le contesté a su enfado. -- Podemos compartir méritos. El profe quiere un collar, pues ya lo tenemos. ¿O tenemos que coger uno cada una?

 

¿Es que nos lo iban a poner fácil?

 

-- Además, a ti se te da mejor eso de pegar, el robar déjaselo a las payasas de guante blanco -- y le enseñé otro collar que me había llevado limpiamente de un cuello sin que nadie se diera cuenta. Y si alguien quiere saber como fue, en algún momento os lo cuento, pero ahora no, porque hay muchas flechas en el aire y tenía que ir haciendo Evanescos continuados para que no me dieran ninguna. -- ¡Leñe, Tau, no te enfades conmigo y dime...! ¿Qué hechizo vendrá bien? ¿Si les hago un Tarantallegra se enfadarán mucho por ponerse a bailar flamenco?

 

No sé para qué hablo tanto pero se me da bien hablar. Y resguardarme tras pupitres, esperando indicaciones de alguien que supiera indicarme lo que hacer. Aprendo rápido pero prefiero que alguien me guíe...

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— ¿Bailar? —Tauro enarcó una ceja y soltó una risotada que habría resultado molesta de encontrarse en completo silencio, lo cual no era el caso. Le costó un poco calmarse tras la sugerencia de Sagitas y no porque se tratara de un hechizo inservible, sino porque le hacía demasiada gracia tener a un grupo de bailarinas en contra de su voluntad y si las cosas seguían así no dudaba en que las obligaran a ellas a bailar también. No, definitivamente no estaba allí para ver las bragas de Sagitas.

— No sé, yo digo que mientras más logremos atrapar, más rápido sabremos lo que nos espera, ¿o acaso no estás curiosa? —¡Ja! Seguro que aquello había llamado la atención de la peli-violeta, a ver si se quedaba quieta y dejaba de menearse de un lugar a otro, que parecía que la afectada por el tarantallegra fuera ella.

— Un accio sería lo más fácil, pero no sé si haya algún tipo de magia que bloquee este hechizo —empezó a murmurar, reflexionando, buscando otra solución que no fuera una lucha cuerpo a cuerpo.

— ¡Ya sé!

¡Desmaius! —exclamó a una que se aproximaba hacia su ubicación y la mujer se desplomó de frente apenas a unos pasos de donde se encontraba. Eso podría servirles y además no les harían demasiado daño, a menos que se estamparan de boca frente a algún objeto filoso, pero eso ya sería tener demasiada suerte. No es que la oji-azul se estuviera ablandando, para nada, estaba en todo su derecho de contraatacar, pero si mal no había entendido las necesitaban, aunque podría ser que no a todas.

En eso, la Valkiria que hacia pocos minutos había atacado, se aproximaba a ella de manera muy sigilosa y aunque su anillo para detectar enemigos no dejaba de brillar, Tauro se hallaba demasiado ocupada tratando de desmayar a otra. La Valkiria obviamente la atacó por la espalda aplastándola contra el suelo, aturdiéndola un poco debido al golpe, lo que impedía que la bruja reaccionara, además de que en aquella posición le resultaba complicado tratar de usar la varita para apuntarla, a lo sumo podría intentar clavársela en el ojo o en alguna costilla... Uhm, quizás no era una mala idea después de todo.
Editado por Taurogirl Crouchs

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Saqué mi varita inmediatamente. Aquello se iba a ir de las manos desde la aparición de la flecha contra la pared. Y así era. Iba a encargarme de ayudar a mi prima Sagitas. Las explicaciones de Lisa no eran suficientes y era de entenderse, no porque no se entendiera, sino porque las personas aún creían que las otras mitologías eran creencias de muggles, cuando muchos sabíamos que se trataban de personas como nosotros, diferentes grupos de magos que engañaban a los muggles para parecer más.

Retrocedía tres o cuatro pasos. ¿En qué se habían metido Zack y Lisa? ¿Cómo era que estaban hablando del Valhalla y aparecían esas mujeres? No conocía a la perfección aquella mitología, pero al parecer poseían encantamientos para llegar a un sitio y reducir a cenizas los planes de entrar a su sitio sagrado. La sangre brotaba del pecho de Lisa aunque Zack era el que tenía clavada la flecha. El Libro de la Sangre era totalmente opuesto al de la Fortaleza. Uno ayudaba a convertir la valentía propia en un escudo. El otro eran puros sacrificios, manipulaciones y sangre.

Tenía que actuar rápidamente. No podía volverme intangible porque eso duraría pocos segundos. Tampoco quería expresar algún hechizos de la Orden en voz alta, porque no era el momento. Sin embargo no tenia prohibido usarlos, llevé disimuladamente mi mano hacia un costado. Por mi cabeza pasó una Proyección Mágica, haciendo que un gran mueble se interpusiera en tres flechas. Aquellas me hubieran hecho demasiado daño. ¿Y si eran mágicas? ¿Y si no podía curarme? De reojo pude ver que algunos compañeros estaban curándose. Incluso hasta Sagitas presentaba batalla y ya se desenvolvía por cuenta propia. Si habría estado cerca de ella, la habría abrazado.

 

¡Quédense donde están! —les advertí a las Valkirias. Eran dos. Aunque no podría con ambas, lo intentaría. Según Zack sus amuletos era necesarios para traspasar al Valhalla. ¿Cómo era posible que encontráramos a las personas que buscábamos allí, porque éstas intentaban detenernos, pero a la vez, llevaban la llave colgada en sus cuellos? Todo me hacía ruido, pero aún así mantuve mi varita bien aferrada entre mis dedos. Todos estaban concentrados en algo, así que colgué por los tobillos a una de ellas, flotando a dos metros en el aire. E instantáneamente confundí a la segunda. Ambas habían lanzado sus flechas y casi me habian rozado las orejas. — ¿Cómo es posible que vengan a evitar algo, cuando nos traen lo que necesitamos?

 

Esquivé un manotazo de aquella Valkiria que colgaba de los talones. Me hubiera sacado casi la mitad de la cara. Aunque tampoco podría tirarme con una flecha, la sangre se amontonaba en su cabeza. Con un movimiento de mi varita corté la cadena, y el colgante ya no estaba más en su cuello. Antes de que ésta me continuara atacando, también la hice caer bajo los efectos de un Confundus y deshice el Levicorpus. Las dos Valikiras estaban totalmente desorientadas a un metro de mi, tiradas en el suelo. ¿Qué haríamos con todas las demás? Me agaché y tomé el colgante. ¿Cómo nos llevaría a Valhalla aquello?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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