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Mansión Vladimir (MM B: 96425)


Reena Vladimir
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@ había vuelto! me la había encontrado en accidentes si, pero teníamos que hablar largo y tendido sobre su ausencia, demonios...había sido demasiado tiempo!

 

Por eso me había adelantado a Sagitas para poder encontrarme con la prima en casa, tranquilos, y de paso ver a Reena y dejar que Fenrir jugara con Mohitié, pues las dos criaturas se llevaban bastante bien y era bueno que jugasen.

 

Llamé a la puerta, que no tardó en abrir uno de los elfos de la casa. En seguida, @@Reena Vladimir y Xell se me pusieron por delante. Fenrir no entró, pues correteaba ya por los terrenos buscando a su compañera de juegos.

- Prima! Cuanto tiempo, al fin nos vemos sin tener destrozos de por medio. Me vas a contar dond...

 

No seguí hablando pues en seguida, escuché un niño llorar. Me taladró los oidos, pues estaba cerca...en una cesta que sostenía xell. Había vuelto con un hijo? por eso se había ido?

 

- Desde cuando tienes un hijo? - pregunté sorprendido...

 

Notando que el mundo se había puesto del revés. Eso, o que yo estaba levitando cabeza abajo.

- Chicas, bajadme! - pedí...o acabaría poniendo los pies en el techo.

 

 

 

 

 

 

No se ha atrevido...nos hemos atrevido!! xD

Editado por Matt Blackner

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¡Pues claro que me atrevo! Ahí tienes a tu bebé. Nos hemos atrevido todos. Es tu regalito

 

 

 

¡Qué noche más dura! Ithilion no había dormido nada de nada y yo, por supuesto, había quedado rendida cuando amanecía. Dos minutos porque enseguida mi hijo pequeño se empeñó en levantarme para que le acompañara a ver a su primo Akira. Hubiera dicho que no, por supuesto, sobre todo por como nos habían tratado la última vez que estuve allá, cuando me enteré que mi sobrina Reena apoyaba la boda de mi sobrina malhechora con mi querido hijo Matt. Pero yo soy de explosiones fuertes y después, se me pasa.

 

Por ello, accedí. Hacía mucho que no se veían esos dos. Le llevé hasta la Vladimir y le dejé suelto, para que destrozara un poco todo lo que encontrara a su paso. Era un niño, ¿no? Además, así me "vengaba" un poco de Reena.

 

Vi una melena rubia que se agachaba en la puerta a recoger algo y después la cerraba. Yo aún estaba en el sendero y no me dio tiempo de gritar su nombre pero juraría que era Xell. Fruncí el ceño. ¿Había vuelto? Si era así, no era conveniente romper una imagen de reencuentro entre madre e hija aunque, por otro lado, me atraía ver los lloros y los abrazos. Así que aceleré el paso y llamé a Ithilion para que no tirara de la cola de Moithie.

 

-- Buenas, ¿estorbo? ¿LLego tarde para la escena de moqueo? Tengo pañuelos de papel, si los necesitáis.

 

Y sentí un gemido que salía de la cesta. Acudí, muy interesada. Si era una criatura mágica salvaje, me la quedaba. Mis ojos se agrandaron por la sorpresa. Miré a Xell, miré a Reena, miré a... eso rubito que gemía y...

 

-- ¡Xell! ¿Te largaste de casa para parir eso? ¡Por los dioses, Xell! ¿Cómo es que no nos dijiste que quedaste preñada?

 

Para mi sorpresa, un grito sonó por encima del niño. Miré al techo y mi hijo estaba boca abajo.

 

-- ¿Quién ha hecho un Levicorpus a Matt? -- dije, enfadada. Entonces, para más sorpresa de todos, el bebé sacó la lengua y pareció sonreír. -- Es impo... Imposible que... ¿Ha sido eso? -- le señalé con el dedo.

 

 

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Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Separarme de Xell fue doloroso, sentí como si me arrancaran el corazón. Ni siquiera me había dado cuenta de que le echaba de menos con tanta intensidad...

 

Pero había algo en la puerta y ella quería ir, además su aura entristecido me dijo que, abrir, además era una pequeña escusa para no terminar llorando.

 

Cuando pronunció la palabra Bebé, salí de mi ensoñación y la miré confusa, no le había pedido la nota que mencionó cuando apareció Matt ni cuando empezó a volar por el aire... Solo cuando Sagitas le habló tan burdamente a mi hija, es que al fin me puse en movimiento.

 

Bajé al suelo al pelirrojo y recogí la carta de manos de Xell, antes de señalar a mi tía con el dedo para decirle:

 

-¡Eso! Es un niño, ni que tu nunca hubieras tenido ninguno y quiero que te disculpes con Xell ahora mismo.

 

Dicho eso y antes de que me replicara desdoblé la hoja y la leí.

 

No comprendía esos comportamientos egoistas y por toda la información que tenían sobre nosotros, no podía ser un muggle, osea que se trataba de una squib con pocas ganas de dedicarle tiempo a su hijo, porque toda la vida ha nacido magos en familias no magicas y los niños llegaban a los 11 años sin carencia ninguna...

 

Suspiré con pesar, no aprobaba el abandono, pero al menos había escogido una familia adecuada.

 

-Está bien, tiene alguna herida?

 

Me acerqué a mirarlo y revolví entre las mantas hasta que encontré un cuerpecito cálido y bien alimentado.

 

-Adentrémonos en la casa, no le vaya a dar una corriente a alguno de nosotros y terminemos con un fiambre además de un niño abandonado...

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Estaba muy sorprendida por aquel bebé tan lindo que alguien había dejado en aquella tosca cesta. Esperaba que mamá dijera algo. En ese momento, la voz del primo Matt y el ladrido de su mascota indicaron su llegada. Cuando dijo que desde cuando tenía un hijo, pensé que se dirigía a mamá. Le hubiera contestado que Akira era el hijo adoptado de mami pero sucedieron tantas cosas a la vez que me quedé muda.

 

El primo Matt volaba por los aires cabeza abajo...

 

El primo Ithilion llegó con la tía Sagitas; se puso a gritar y a jugar con Akira.

 

La Tía Sagitas dijo que yo había parido eso, señalando al bebé de la canasta.

 

El bebé sonrió, en serio.

 

Mamá estaba muy enfadada, mucho, con la tía Sagis por su comentario. Le pidió que se disculpara ante mí y medio sonreí. No hacía falta porque me había causado más risa que desasosiego pero decidí no mencionarlo. Mamá estab preocupada y noté que su aura se ponía más rojiza a su alrededor, como si estuviera conteniendo la furia.

 

- ¿Qué es lo que pone en el papel, mami? - pregunté con cuidado. No entendía bien el motivo por el que se había enfadado. Entramos a la zona de la chimenea y me acerqué a darle calor al niño. Reena tenía razón, el niño tendría frío allá fuera. - ¿Tendrá hambre?

 

No sabía como se alimentan a los bebés. Sí, con leche pero... ¿La leche de la nevera sería suficiente?

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Me senté en el sofá mientras observaba a mi hija, acunando al recién llegado. Tenía madera de madre. Me sentí orgullosa, aunque era algo agridulce. Siempre había deseado que ella pudiera tener hijos naturales y no como en mi caso, que no llevaban mi sangre, aunque si eran una grandiosa parte de mi.

Sacudí la cabeza para sacar eso de mis pensamientos, ya que, la nostalgia no me servía de nada en aquellos momentos y me centré en lo que tenía delante.

-No llora, Xell. No tiene hambre.

Iba a decirle como la madre decía que se llamaba y a explicarle lo que decía la carta, y lo pensé mejor. Doblé la carta y la guardé. Me levanté y empecé a pasear por la sala, ordenando el plan de contingencia ante los acontecimientos, previniendo todo lo que se me ocurría.

-Sagitas, en Santos mangos tienes a alguna pediatra de confianza? Necesito que la hagas venir para reconocer al niño.

Si, ante todo, asegurarnos de que estaba bien de salud. Ya bastante marrón teníamos encima con el Regalito, como para encima que se nos muriera.

-Luego, necesitaría que alguien avisase en la oficina del ministro a mi directora. Ninguno de nosotros puede permitirse ocultar a un bebé regalado, tenemos un ejemplo que dar ante el pueblo... Y familia: Nadie va a hablar sobre el bebé fuera de esta casa. ¿Está claro?

En mi cabeza, fui tachando cosas a hacer:
*Pedir reconocimiento medico
*Avisar a la familia para que hicieran mutis
*Pedir que viniera mi directora para que me dijera cómo proceder.
*Buscar abogado

-Oye tía, sigues teniendo el bufete? Nos vendría bien hablar con uno antes de que se presentase mi directora y nos diga que pasos dar...

Era eso o...

Miré a Xell, no quería que nadie dijera de ella lo que había pensado mi tía, nada mas verla con el bebé en brazos. No quería que las malas lenguas tacharan a mi hija de fracasada, por dejar que la naturaleza siguiera su curso y haber vuelto a casa por que su pareja la abandonó. Lo cierto es que no sabía lo que la había llevado a marcharse, mucho menos a volver. Pero no quería que nadie la juzgase tan duramente. Yo la quería y me daba todo igual, era mi hija.

-Otra opción es que digamos que es tuyo, Xell, ya que has estado fuera es mas creíble... Pero habría que inventar una historia para atar cabos... La losa está a tus pies ¿Quieres cargar con ella, hija?

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Demonios! no podía ser verdad, pero aquel crío después de berrear al verme, me había hecho levitar...y se reía! estaba seguro! Si ahora estaba cabeza abajo, apoyando los pies en el techo era cosa del niño qeu sostenía Xell.

 

Y para colmo aparecieron Sagitas e Ithilion. Mi madre se puso a decir burradas de que si el crío era de Xell, algo qeu yo también había creido. Menos mal que Reena reaccionó, bajándome del techo con la varita y afirmando que no era de la rubia. Sostenía una nota en las manos, qeu al parecer venía con el pequeño, lo qu significaba que se acababan de encontrar al bebé en la casa.

 

Reena pasó de estar enfadada a estar tan decidida como preocupada por algo. Fuimos al salón, los cuatro. Pero mientras Sagitas y Reena tomaban asiento, y Xell se acercaba al fuego con el pequeño, yo preferí quedarme mirando, cerca de la puerta. Después de que el crío me hiciera levitar, no sabía si acercarme demasiado. Además, los niños me ponían nervioso porque no lo s entendía.

 

Reena comenzó a hablar con Sagitas, como si quisiera dejar atada la situación con el bebé.

- No te preocupes, yo no pienso decir nada - dije. Aun desde la puerta, escuché que pedía un pediatra. A lo mejor pensaba que el niño estaba enfermo.

- POr qué no llamais a Helike? ella trabaja como enfermera en la clínica....

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Reena se encaró conmigo como si le hubiera mordido. Sólo porque había llamado "eso" al pequeñajo. Fruncí los labios y me crucé de brazos en una actitud claramente molesta por sus palabras.

 

-- No tengo porqué disculparme por nada. Es lo que cualquier persona con cabeza floja como yo puede pensar al ver que Xell ha aparecido tras un año de ausencia y hay un "Eso" en la sala. Y le seguiré llamando "Eso" mientras no me digas su nombre. Además, Xell había lanzado una sonrisilla y no había ni negado ni afirmado mi comentario.

 

Así de cabezona era yo. Pero cuando preguntó sobre si tenía heridas, descrucé los brazos y me acerqué, con cuidado.

 

-- Está tapado. ¿Cómo quieres que lo sepa? Míralo tú.

 

Sí, estaba siendo arisca. Xell dijo algo de que si tendría hambre e, instintivamente, me crucé los brazos de nuevo pero esta vez tapando mis pechos.

 

-- Conmigo no cuentes -- le solté a mi sobrina, a la madre, quiero decir, a Reena. -- Sí, claro, tenemos un ala de pediatría que puede comprobar si "Eso" está bien o tiene algún problema. ¿Se sabes de qué familia procede y por qué lo han dejado en tu mansión, sobrina?

 

Me estaba gustando el nombre de "Eso", le quedaba bien.

 

-- ¿Por qué no podemos hablar del bebé fuera de aquí? ¿Es que es el descendiente de algún Rey destronado o el heredero en peligro de alguna gran familia o...? ¿Qué decía el papel?

 

Sentía curiosidad. Además, Reena se lo acababa de ofrecer a su hija. Mi sonrisa fue muy sincera en aquel momento.

 

-- Entonces... ¿Nos lo quedamos? -- Pero la alegría desapareció al instante al mencionar a la otra sobrina. -- Jolo... ¿Por qué tenemos que llamar a Heliké? ¿No podemos llamar a otra persona que no sea ella? Seguro que... hum.. ¡estará muy ocupada afilándose las uñas!

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Hacía mucho tiempo que no pisaba la mansión Vladimir cómo así lo mismo, mi propia casa, el castillo Rambaldi. Pero al menos había conseguido organizarme para visitar los dos lugares. Si llegase a ser humana, estaría agotada antes de decir basta. Me arreglé un poco pero no mucho. Lo suficiente para estar cómoda. Me había puesto una camiseta con el escudo de Gryffindor, además de unos tejanos gastados y unas botas de piel de dragón, que usaba siempre. Coloqué mi anillo de la habilidad en la mano derecha y recogí la varita de encima de la mesita de noche, además del monedero de piel de moke, en dónde tenía guardado muchos cachivaches, libros, anillos, y todo lo necesario.

 

Me giré sobre mis talones y me aparecí detrás de las verjas. No sabía si Reena hubiese permitido mi aparición en la entrada, al estar tanto tiempo fuera. Pero quería evitar una despartición innecesaria. Recorrí el terreno sin prisas y con calma. Notaba diferentes aromas en el ambiente. El de Matt, la propia matriarca, mi tía Sagitas, y, ¿el de Xell? Eso hizo que alzase una ceja. ¿Por fin había vuelto al pueblo? Esperaba que sí, echaba de menos a esa rubia alocada. Además, noté un olor extraño, ¿era el de un bebé? No tenía ni idea...

 

Llamé a la puerta con tres toques y esperé. No tenía ni idea de cómo me recibirían aparte quería hablar con la matriarca Vladimir para un asunto personal y más siendo de la oficina del Wizangamot, ya era hora de celebrar una maldita boda, que parecía realmente, maldita (xD)

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Puse los ojos en blanco ante los ataques de mi tía. Era irracional cuando mas seriedad necesitábamos, pero al final suspiré y le respondí.

 

-A mi tampoco me emociona, no sé como se comporta Heliké con los niños. En realidad yo solo he pedido un pediatra. Puedes llamar al que mas te guste, tía. Siempre y cuando sea de confianza.

 

Me encogí de hombros para que viera que me daba lo mismo y luego, antes de poder volver a sentarme me di cuenta de que cerca había un aura conocida. Con la varita en la mano y una sacudida, la puerta se abrió y en cuanto el cuerpo entró, cerré la puerta.

 

-Bienvenida al drama! Estamos en el salón!

 

Me quedé sentada al borde del sillón y pensé en Taga, que apareció unos segundos mas tarde con una bandeja llena de viandas. La noche iba a ser un poco larga...

Sacerdotisa·Madre·Compañera


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Hacia cuanto, ¿un año que no la veía? Mi amor por la joven rubia seguía intacto. Ni la distancia ni el tiempo podrían remover algo tan grande y puro. Pero, como pasaba siempre, mi paciencia se agoto. Quería saber el paradero de la Vladimir y haría lo que fuese para lograrlo, así me tuviese que enfrentar a la familia entera de la joven. Habia respetado a Reena, incluso había hecho buenas migas con Sagitas, pero ni el mismo sol podría detener mi avance si alguien osaba interponerse entre la sacerdotisa y yo. Camine con gracia, eliminando la distancia que me separaba de la puerta principal de la enorme casona, que ante mi se levantaba.

 

A mi lado y casi por costumbre ya, trotaba mi peluda amiga; una loba de dos años de edad, de ojos verdes y sedoso pelaje. Yuri entendía mis instintos primitivos y me anclaba a la conexión con Gea de una manera férrea y astuta. Sobraba decir que Mei confiaba mas en la criatura blanca que en mi pasional carácter. Calmate, me condiciono a través del vinculo. La mire, me miro y aulló, reclamándome algo que ambas sabíamos no pasaría. Por fin llegue a mi destino. Tres golpes en la madera bastaron para que un elfo me abriese la puerta. Su tonalidad de piel cambio al verme. Eran humas las insensateces que se decían de mi por aquellos lares.

 

Me dejo pasar a regañadientes. Cosa que agradecí. No quería comenzar tan pronto con el drama. Me situé en medio del vestíbulo, saque la varita y pronuncie un conocido encantamiento. Mi voz, de por si alta, se intensifico más. Debajo de la túnica azul que portaba mis músculos se tensaron, sabiendo que, y si por un casual de la vida, la matriarca se hallaba en el hogar, tendría una fuerte confrontación con ella – Esto es un asedio del ministerio de magia. Yo, Lisa Weasley Delacour, como jefa de seguridad, exiguo el poder revisar cada una de las dependencias inmediatamente - ¿Alguien mas exagerado que yo? En la vida, pro así y todo algunos me querían a morir.

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