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.:: Castillo Black ::. (MM B: 97834)


Matthew Black Triviani
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<< ¿Una persona puede arrepentirse de verdad? >>


Claro que si Matthew, respondía su propia conciencia como si de alguien mas se tratase. A veces no logramos comprender los sentimientos de los demás, la empatia era algo que no podía desarrollar con facilidad el Black, entonces, ante cualquier situación similar solo escapaba o conjuraba algo para evitarla.


La penetrante mirada de su hermana frente al licantropo era un tanto obvia, despreciaba la presencia de Matthew o quien sabe, tal vez tenia el miedo que le arrebataran algo que cuido durante muchos siglos. -Tranquila, mi intención no es meterme en tu laso familiar.- Comento en respuesta a su mirada.


Volviendo a las palabras de su madre Jessie, sintió un golpeteo en el lugar donde debería ir su corazón ¿Que es esto? se pregunto, el peli negro era un brujo sin escrúpulos ni sentimientos pero aquella había despertado algo que era difícil de explicar, quizás de sentir.


-Justamente, no las merezco, por eso no deseo verla llorar... No por mi.- Respondió a la bruja, poseía la muerte en la mirada, algo que aprendió con los años que divago por todo el mundo, lo que le enseño a no sentir y solo disfrutar el dolor. -Espero que en algún momento podamos llevarnos bien, quien sabe, tal vez podrías enseñarme algunas cosas.- Hizo una pequeña mueca con sus labios.


-No debes pedirme disculpas por algo que has echo por mi propio bien... Me diste una oportunidad de vivir, agradezco eso, ahora solo me gustaría retomar el tiempo que perdimos y conocer a los demás de mi familia.- Sonrió levantando la cabeza de Jessie con ambos dedos desde su mentón. -Tampoco debes angustiarte, con solo oír la verdad me conformaba, y lo hice.-



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No le gustaba escucharlos pelear pero ella no era la mejor para dar el ejemplo. Intento tranquilizarse pero no podía, tal vez aún estaba demasiado estresada por lo que había pasado abajo, la llegada de Matthew y ahora Susan... Sentía que colapsaría de un momento a otro.

 

Sintió las manos de alguien secar su rostro y al escuchar su voz supo que era su hijo mayor, las tomo con delicadeza y las retiró de su rostro para ponerse de pie y ayudarlo en el proceso.

 

Volteo a ver a Susan e intento ofrecerle un amago de sonrisa pero no pudo así que optó por tomar la conducta que todo Black siempre tenía. Distante a los sentimientos pero a ella siempre le había costado tanto.

 

-Ustedes dos... El más grande y la más chica, jamás creí que los vería juntos, ambos nacieron en épocas tan distintas...

 

Suspiro. Algo debió de haber aprendido de Aarón después de tanto tiempo que pasaban juntos en el trabajo, a fin de cuentas eran hermanos. Negó con la cabeza y se alejó de ambos chicos observando los terrenos del castillo.

 

-Quieres conocer a tus hermanos... Pues bien, ellos no están aquí y dudo que vengan, este lugar es tan distinto a dónde acostumbran a estar, incluso se podría decir que aquella mansión es más un hogar que este lugar

 

Señaló con sus manos a su alrededor sin observar a los dos jóvenes. Debía calmarse antes de encararlos de nueva cuenta porque no volvería a derrumbarse.

 

-Este más bien es un lugar donde estar sin que nadie te moleste, sin que nadie se meta en tus asuntos, las matriarca siempre andan en su alcoba sabrá Merlín haciendo que... Mi esposo a veces se ausenta por largos periodos de tiempo, mi hermanastro hace siglos que no lo veo por aquí así como a mi hermana y tus hermanos... Bueno, ellos siempre están en la mansión Black Lestrange, ahí viven... Incluso yo voy y vengo del castillo a la mansión

 

Camino hasta un viejo armario de madera con extrañas palabras, abrió una de sus puerta mostrando su interior vacío, entro en el y al cerrar la puerta se escuchó un leve plop a los minutos volvió a salir del armario con un vestido gris en sus manos.

 

-Es un armario Evanescente, el gemelo está en mi alcoba en la mansión así que no tengo que salir del castillo para ir a mi otra habitación, solo entro aquí y listo

 

Si Matthew quería conocer a sus hermanos el mismo tendría que ir a la mansión porque ella solo podía hablarle de ellos.

 

-Vamos al jardín, les mostraré unas fotos... Lo traje de la mansión, ni Susan las ha visto

 

Hizo aparecer otras tres sillas al rededor de la mesilla de su balcón, se sentó en una de ella moviendo los libros a un lado y colocando el álbum en medio de la mesa.

 

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La bruja ayudo a levantar a Matthew, no esperaba que esta se recomponiera de manera tal, algo mas que lograba sorprender al joven... Una madre fuerte, le gustaba, esperaba que pudiera sacar provecho a esa fortalesa que poseia dentro de ella.


Palabras tan frías salieron de la Black, eso empezaba a tomar un poco de color, lo que realmente buscaba lo estaba encontrando. ¡Genial! cualidades similares a la de el, nada de sentimientos engorrosos que confundieran o hicieran titubear a las personas.


<< Aquella mansión es más un hogar que este lugar >> ¿Que intentaba decir Jessie? Claramente, otro lugar donde estaban los hermanos de Matthew, los que faltaban, ¿Bastardos? quien sabe, a lo mejor el era uno de sus vástagos perdidos.


Extrañas oraciones recitadas por la madre del Black en dirección a un armario algo viejo y decrepito, -Lo que faltaba... ¡Estas loca!- Revoleo sus ojos seguido de un golpe en sus piernas con ambas manos. -No, solo bromeo.- Poso serio contemplando la magia de ella.


Nos dirigimos en dirección al balcón, solo basto unos cuantos movimientos de su varita para hacer aparecer unas fotos blanco y negro, Matthew estaba sorprendido, podía observar cosas que su mente no dejaba recordar, su infancia... no toda la vida estuvo solo, solo con meses de nacido Jessie lo habría tenido en brasos. -Realmente... sorprendente.- Murmuro.


Tomo asiento y esperaba que ella relatara los sucesos que acontecieron durante aquellos siglos.


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Observó a Matthew cuando esté mencionó su estado mental. Tal vez si estuviera loca pero ¿Quién no lo estaba en este mundo? Se encogió de hombros antes de entrar al armario para después salir con un libro y un vestido.

 

Explico de qué se trataba aquel extraño objeto y los condujo hasta el balcón dónde les pidió que tomaran asiento con ella en las sillas de la mesilla.

 

-No sé que te sorprende, tú y tus hermanos son lo único que me importaba después de perder todo lo que creía tener

 

Comenzó a pasar las hojas dónde un pequeño de cabellos negros se veía en las fotos en blanco y negro. Una sonrisa casi imperceptible apareció en sus labios color carmín. Tenía solo tres fotos de Matthew cuando solo era un bebé de semanas.

 

-Fui a verte después de dejarte en ese orfanato en Italia, una noche llegué y ya no estabas en tu cuna, fui a revisar en los archivos y al encontrarlos... Ya habías sido adoptado

 

Dió la vuelta a la hoja donde se veía a la misma Jessie solo vestida de una época distinta con un hombre de cabellos blanco, que extrañamente era el mismo que se sentaba junto a Jessie en ese momento.

 

La Jessie de la foto mostraba una pequeña barriga y una radiante sonrisa, aún en la foto a blanco y negro podía notarse el rubor en sus mejillas.

 

-El que está ahí dentro es Romalo... El tuvo peor suerte que tú

 

Le mostró la única foto que tenía de un bebé recién nacido, cubierto de cositas blancas por todo su cuerpo.

 

-Otto se había ido, trabajo pendiente y yo... Bueno, seguía nerviosa porque aún me seguían, cada día me llegaban anónimos y aunque ya habían pasado varios años desde la muerte de mis padres y de que te tuviera... Aún me buscaban

 

Dió otra vuelta más dónde ahora una foto bastante descolorida daba lugar a una Jessie en una casa quemada, con una bebé en brazos. Se podía notar el dolor en los ojos de Jessie aún en aquella foto.

 

-La pequeña es Lady, ese día fui a la casa donde me crié y crecí hasta que cumplí 15, que fue cuando los mataron. Un año después naciste tú y fue cuando me transformaron... Ese día, me habían dicho que fuera porque alguien me daría pistas de quién había matado a mis padres pero no fue así... Esa persona solo... Quería seguir lastimando me, ya habían pasado cincuenta años de eso y seguía tras de mí... Sabía que mi familia original eran mortifagos. Él me dijo que mi mellizo estaba vivo y que al igual que yo me creía muerto...

 

Su vista se quedó clavada en la imagen pero sus ojos veían sin ver, perdida en sus pensamientos como cada vez que veía ese álbum. En la foto en movimiento se veía como un hombre entraba en la foto y se llevaba a la niña de los brazos de una desmayada Jessie después de ser alcanzada por un rayo.

 

-De nuevo estaba sola, Otto se había quedado en Londres, quiso acompañarme pero él tenía trabajo y yo vacaciones en San Mungo, además ¿Qué malo podría pasarme? Era una bruja y un vampiro

 

Dió la vuelta a la página cuando de nuevo aquel hombre enmascarado se llevaba a Lady de los brazos de Jessie. Aquel hombre en cuyo rostro una intensa luz dorada brillaba.

 

-La busque por mucho tiempo pero jamás di con ella, Otto y yo nos hicimos a la idea de que la habíamos perdido para siempre. Finalmente llegó Susan a nosotros y no podíamos darnos el lujo de perder a nadie más, así que... Cuando nació la tuvimos los primeros tres años, pero al cumplir cuatro...

 

Mostró una foto de una nena de coletas en la entrada de un internado de Escocia, llevaba un uniforme azul marino con un chaleco gris y saco azul marino y moño rojo, así como un sombrero y zapatos negros.

 

-Debíamos cuidarla, yo seguia bajo amenaza y aunque Otto lo buscará sin descanso, ese infeliz se escondía muy bien

 

Cerró el álbum con un seco golpe y volteo a ver a sus hijos sin expresión alguna en su rostro. Al fin le contaba a alguien la verdad de aquello que tanto había ocultado y que sólo ella y Otto sabían.

 

-Hace dos años entre a trabajar al cuartel de Inquisidores, también yo quería buscar a aquel que tanto daño nos ha hecho por casi ochenta años... Aún no damos con él pero cada día estamos más cerca

 

Tomó la mano de Otto con su mano derecha mientras con la izquierda agitaba la varita y desaparecía el álbum de fotos.

 

-Ese hombre me alejo de mi familia, desde muy pequeña, los únicos que se ocultan tras la luz es la Orden del Fénix y no descansaré hasta ver a todos esos infelices muertos

Editado por Jessie Black Lestrange

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Ok, esto se tornaba un tanto sentimental para el... << Que hago, que hago, que hago >> ¡Matthew! sacudió su cabeza y volvió a la realidad de la que su madre hablaba.


Solo un par de fotos tenia de su hijo, con tan solo semanas de nacido. Era impresionante, el infante había vivido toda su vida bajo una mentira, alguien le había echo creer que asesino a sus padres, o tal vez si, los asesino, pero no era su familia legitima. -De eso me encargare en algún momento... Prohibido olvidar.- Hizo una nota mental.


Tomo un momento para apresiar el circulo familiar que se habia formado, sus pensamientos quedaron en blanco y su vision solo se consentro en camara lenta observando los labios de Jessie hablando, fue todo demasiado extraño... no acostumbraba a esto y el sabia que el re-encuentro seria algo, prepotente.


-¿Que sucedió con, Romalo, madre?- Aclaro su vista ante la pregunta algo descarada. -No, no me respondas... quiero conocerlo.-


Toda su vida escapando de personas que buscaban hacerle daño, no tenia mucha diferencia a lo que el presencio cuando era tan solo un niño... Esa foto, la choza totalmente calcinada. Por alguna extraña razon poseia recuerdos sobre eso, como si lo hubiera presenciado o mas, que estuviece alli. Sonaba extraño, pero siempre tenia la maldita mala suerte de estar donde cosas malas sucedian aun que este no sea el caso.


-Tan solo fuiste juzgada por tener una familia mortifaga, no me extraña. Las leyes en el mundo mágico solo apañan a la gente con gran poder adquisitivo. Deberían de arder en celdas de azkaban.- Acoto mientras la bruja cerro y desapareció el vetusto álbum. Los comentarios en contra de los infieles, los mejor conocidos como La Orden del Fenix eran cada ves mas ciertos, en las calles de Ottery y el callejón se comentaba que quien osaba desertar, era aniquilado sin ningún tipo de piedad.


Eso solo hizo despertar un gran interés en Matthew, en infiltrarse dentro del Ministerio y buscar a los responsables del nefasto pasado de su Madre.


-Ahora, solo quiero conocer a mis demás hermanos... Que tal si dejamos todo esto de los recuerdos engorrosos y dañinos y nos dedicamos a buscar a los responsables? pero mas, disfrutar de los que aun se encuentran entre nosotros y quien sabe, cooperar en esto.- Aclaro.





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La sangre se agolpó en sus mejillas. Sabía que iba a ser odiada desde el momento en que preparó el traslador, y, si alguna duda se había apoderado de su ser, se había desvanecido en cuanto escuchó su grito. Mordió su lengua divertida y se dedicó a esperar verla aparecer por el camino que ella misma había preparado. Se veía hermosa con el vestido azul, y en su rostro no había gota de enfado.

 

Sujetó su cintura mientras era besada, respondiéndole con amor, mirándola maravillada al separarse.


No me imagino qué clase de contratiempo habrá sido… -

 

El hacerse la inocente no se le daba demasiado bien. La sonrisa la delataba. Esquivó su mirada y cubrió con sus labios la fina piel de su cuello, justo del lado contrario en donde la Delacour había apartado el cabello. Tomó el collar y lo colocó. La cadena de oro cayó hacia el pecho de la castaña, movida por el peso del dije, y Mahia aprovechó para bajar ambas manos hacia el vientre de su mujer. Su mentón se relajó sobre su hombro y la atrajo hacia su cuerpo.

 

Espero que te haya gustado… aunque hay más sorpresas aún. – Se alejó, tomándo la mano de ella para hacerle dar una vuelta, admirando cómo la campana del vestido se movía hacia arriba sin ser indiscreta.

 

Se alejó de ella y la llamó con los dedos de la mano, caminando de espaldas hacia la puerta de la casa. Abrió sin girar y le dio paso, dejándola apreciar el interior. El vapor de la tetera empañaba los vidrios de la ventana y ocultaba la puerta de salida posterior que daba a las colinas donde circulaba el río. Movió la varita para que esta última se abriera y un no tan pequeño conejito ingresó a la sala. Se dirigió hasta él y lo levantó, entregándoselo a Gabrielle.

 

– Ella nos va a acompañar por ahora. Pero más adelante tendrá que dejarnos. Por ahora… -

 

Sabía lo mucho que su mujer amaba a esos animalitos. No podía negar lo tiernos que eran. Y por eso mismo lo había elegido. No se trataba de un conejo normal… No era real. Como todo en ese mundo, estaba creada única y exclusivamente para Gabrielle. Dentro de la hermosa bola de pelos, se encontraba uno de los objetos más preciados para la ojiazul; aquel que más quería darle a la otra mujer.

 

- querés comer algo… - Señaló la mesa alta y la comida sobre ella – ¿O preferís dar un paseo conmigo por el río? -

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*je t'aime


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Entre las palabras sufridas de su madre y las respuestas del hermano Susan había quedado en silencio, al igual que su padre. No debía romper esa reconciliación si quería volver a ver a su madre sin lagrimas. Apenas aceptaba él fuera el mayor de sus hermanos y cada minuto que pasaba el recuerdo latente de las palabras de su madre le torturaba en su mente. Era est****o no pisar tierra, ya los tenía y aunque no los aceptaba eran todo lo que tenía.



Susan los siguió en silencio, tenía curiosidad por las fotos pero apenas mostró interés, la situación iba bien y no quería dañarla con torpezas. Se sentó en la silla y se cruzó de piernas al instante, por fin escucharía la historia de la que tanto la había privado. Cada imagen pasó, sin duda su madre jamás dejó de ser tan hermosa aunque su cuerpo se deformara por un bebé en el vientre. Triste a final de todo Susan cogió la mano libre que tenía su madre para hacerle entender que ahora estaban juntos y que no necesitaban más que matar a ese tipo.



Por fin notó la voz de su hermano entre tanto... cooperar en esto.



Susan solo se prestaría para cooperar si sus padres están de por medio. Matthew era su hermano, pero desconocido, no sabía de su existencia hasta hace un par de minutos y eso le generaba más que desconfianza. Aunque, podía sacar provecho.



—Romalo aparece cuando quiere, esta loco y apenas lo miramos. —La oji lila lo miró aún sosteniendo una de las manos de su madre— Lady es increíble, tiene un hijo llamado Alex. Ambas estaríamos encantadas de que algún día salieras con nosotras, sé que le encantará la idea de tener otro hermano. Tanto como a mí.



Por primera vez le sonrió, no de ironía, más bien de cinismo.





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-Entonces no creo que sea digno de una madre como Jessie... podríamos, colgarlo de la reja y irnos cantando.- Bromeo serio.

 

Recordando lo que había comentado, miro el armario evanescente que funcionaba como traslador para irse a otro lugar, digamos que funcionaba como pasaje entre dos lugares simultáneamente. Podria darle utilidad en este momento, sin importar los presentes decidió levantarse y dirigirse hasta el.

 

-Si entro, apareceré en tu habitación de la mansión Black Lestrange?- Agito su varita y recogió un par de rosa del jarrón que se encontraba en la mesa serca de los libros. -Una es para ti.- Miro de reojo a su madre -La otra para ti.- En muestra de agradecimiento a Susan.

 

Tomo coraje y se adentro en el armario, sin esperar respuesta de alguna o reacción, simplemente curiosidad de conocer a los demás, el hijo mayor, el hijo rebelde, ese era Matthew. Siempre tomaba riesgos sin pensar en lo que posiblemente pasaría...

 

¿Que encontraría del otro lado? mejor dicho, con quienes.

 

@@Susan V. Goldstein @@Jessie Black Lestrange

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Volteo a ver a Matthew cuando le preguntó que había pasado con Romalo, para ser sincera ni ella lo sabía por eso se relajó cuando su hijo le dijo que no importaba.

 

Volteo al cielo azul claro que se expandia sobre ellos, intentó sonreír pero jamas lo logró. Sus ojos grises se centrarón en Otto mientras escuchaba las palabras de Matthew, sabía que aquello era cierto, pero aun así algo en esa verdad le incomodaba.

 

-Siempre he ostentado ciertos... cargos en el ministerio o en San Mungo... así como en la universidad, pero eso no cambia nada. El poder es eso y quien no lucha por ostentarlo es un tonto sin remedio. La magia nos hace superiores a los demas y quien no quiera creerlo o entenderlo no es digno de poseerla.

 

Una risa cantarina salio de los labios de Jessie cuando escuchó a Suasn hablar sobre su hermano mayor. Romalo no estaba loco solo que se desaparecía muy seguido y hacía que Jessie viviera preocupada por su hijo, como había pasado con todos y cada uno de ellos.

 

-A veces me pregunto si fue buea idea tratar de ponerlos a salvo, parecen más trastornados que si los hubiera criado yo.

 

Se encogió de hombros mientras negaba divertida. Veía como su hijo se acercaba al armario evanecente, luego regresaba junto a ella y le entregaba una rosa. Agitó su varita y la congelo en el espacio para despues desaparecerla.

 

-Encontraras una habitación... muy similar a esta, pero con un par de frascos con pociones, incluso hierbas y otras cosas para preparar pociones, ahí es donde sigo preparandome como sanadora así como las investigaciones del ministerio de los profugos de la orden... si, esa habitación parece más un lugar de trabajo que mi habitación.

 

Se encogió de hombros y siguió a su hijo al interior de su habitación, que veía al parecer maravillado el armario de la bruja.

 

-Entra pero no toques ni rompas nada, no prometo que no te transformes en una chinchilla.

 

@InsaniK @Susan V. Goldstein

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El corazón de la castaña se aceleró de inmediato al sentir el contacto de la Black, cerró los ojos y soltó un suspiro tratando de contener sus ganas de abalanzarse sobre ella. Deseaba seguir sintiendo su cuerpo, sus labios pero el momento parecía no ser el exacto... Aún.

 

Calló sus palabras y le escuchaba atenta, estaba sedada por los encantos de su hermana ¿Así había sido siempre o el ambiente lo intensificaba?

 

Le vio alejarse y al momento de verle llamarle Gabrielle camino a paso rápido hasta alcanzarla. El cuento, memorias, sintió la sangre correr de nuevo a su cabeza y parte de su pecho mientras sus ojos contemplaban el lugar, memorias que a su vez paseaban en un loop infinito de espacios en blanco dejándola aún más confundida.

 

Unos cuantos pasos le alejaron de su hermana mientras contemplaba a su alrededor; se detuvo frente a la tetera y con la punta de sus dedos le tocó tratando de calmar su curiosidad, sus ojos giraron al ver hacia afuera ¿Dónde demonios estaban?

 

– ¿Qué...?

 

Pero sus palabras fueron calladas de inmediato al ver el conejo en sus brazos ¿Qué estaba pasando? Y esa pregunta quedaría en su cabeza por un buen rato.

 

Sujetó con cuidado a la coneja ¿Ella? Le sujetó a la altura de su rostro y no pudo evitar el sonreír, pegó fu frente a la del animal y le bajó para acurrucarla entre sus brazos. De nuevo, su mirada recayó en todos los detalles, por escasos segundos se había olvidado que su novia estaba ahí presente con ella y sujetó un poco más fuerte al conejo entre sus brazos, ya habría tiempo de pedir disculpas a Psicosis.

 

– querés comer algo… ¿O preferís dar un paseo conmigo por el río?

 

Asintió ¿Quién asentía a dos preguntas? Gabrielle. Sus sentidos estaban más que embriagados con tantas cosas; sonrió apenada y acercó su cuerpo al de su hermana, se levantó en puntas y besó sus labios por escasos segundos ¿Tenía que especificar?

 

– Lo que desees...

 

El momento le había dejado sin palabras, sumisa y sintió el rubor en sus mejillas. Acercó un poco más su cuerpo al de Mahia y dio pequeños besos por su mejilla hasta llegar al cuello de la rubia, la amaba y aquello había sido demasiado para sus sentidos, era ella quien le domaba... Ella.

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