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.:: Castillo Black ::. (MM B: 97834)


Matthew Black Triviani
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Pasé un miedo incondicional, cuando sabía que tenía que pisar la mansión, estaba segura que me iba a desheredar, o algo así; suspiré tenía que sobrepasar ese miedo, quizás lo que pasé en ese lugar o momento, no iba a ser comparado con lo que me podría decir mis madres, o peor aún, me ignoren por mi ausencia, no sabía que iba a ser peor. Fui hacia adentro de la mansión, era mi hogar sobre todo. Caminé lentamente por los jardines, realmente no quería dar ninguna excusa además estaba segura que no lo iban a entender.

 

Llegué a la puerta principal, entré rápidamente hacia la mansión, el olor no había cambiado, era algo bueno, sonreí bastante pisar nuevamente el lugar....mi hogar, realmente me sentía en casa. Luego de un momento me di cuenta que había voces conocidas cerca de mí, así que lentamente fui hacia donde iba el ruido. Reconocí algunas voces, me di cuenta que el encuentro con mis madres iba hacer en breve porque las reconocí a las dos, también había otras que no reconocía ¿eran nuevos miembros?, me dio curiosidad.

 

Llegué al salón principal, y vi como una especie de reunión familiar...me sentí un poco fuera de lugar, ya que no llegué desde el inicio, sonreí levemente, así que entré, con confianza, a ver que era lo que me podía pasar. Di un leve suspiro, no sabía como entrar, así que decidí improvisar.

-Hola...familia ¿Cómo están?...Hace mucho tiempo que no les veo...que bueno que les puedo ver que se encuentran muy bien- dije un poco apresurada. Vi también que habían otras personas...que no conocía- Mi nombre es Akiza, para los que no me conocen...- dije simplemente, y me quedé ahí, parada, pensando..."he vuelto..."

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Le terminaba de decir a su amore esperando que anduviera un poco tranquila un poco calmada, rodeandolo con sus fuertes brazos esperando que anduviera bien, notaba su sobresalto creo que la habia asustado un poco o mejor dicho sorprendido un poco pero bueno tampoco era mi intencio asustarla. Solo queria ver si andaba bien aunque no iba negar que su sobresalto o su saltito de susto le parecio muy pero muy adorable mientras escuchaba lo que tenia que decir sobre el recien llegado.

 

Vaya que mundo mas pequeño decia el Black para si mismo-Bienvenido a la familia Black-comento amable al hijo de Jessie, la duda radicaba que si era hijo de su esposa tambien seria hijo suyo se preguntaba por dentro, suponia que eso lo sabria despues ahora caminaba agarrado de la mano de su esposa oyendo lo que decia tanto mago como bruja.-No te sientas intimidado por la familia somos buenas personas, bueno siempre tratamos de serlo-comento amable con una sonrisa de oreja a oreja al joven mago mientras le daba un beso a la bruja que tenia a su lado , ahora caminabamos donde estaban las mama de Jessie sera divertidov er a Mahi y Gaby no iba mentir aun asi apretaba la mano de su amada indicandole que todo andaba bien que podia contar perfecamente con el patriarca de la Black.-Aki Hola-dijo amable saludandola-Bueno todos andamos bien y tu?-comento amable mirandola-Un resumen no eres el unico regreso y tranquilo que hay regresos de gente vieja de la familia pero tambien hay uno que otro nuevo-comento mientras se daba vuelta esperando que el hijo de su esposa se presentara a Aki.

 

En eso una presentacion a Gaby que parecia cansada ella se presentaba pero se iba, otto miraba los presentes para luego ver al nuevo.-Anda un poco cansada, tuvo dia dificil-comento amable-Pero bueno pudo ser peor creo que le caiste bien a tu abuela-dijo divertido pronunciando la palabra abuela. Oyendo como de la nada aparecia Aki ante los ojos de los presentes-

Editado por OttoBlack

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Soltó la mano de Otto divertida por lo que estaba pasando, al menos se estaba relajando. El como había llegado aquella mañana había desatao todo el drama, eso y la llegada de Maida.

 

-No te preocupes por Gabrielle, digamos que parte de la culpa de que ella este así es mía, pero es una larga historia.

 

Volteo a ver a Otto, sabía lo que este estaba pensando pero era algo que ni ella sabía, tendría que hablar con Matthew para llegar a una respuesta.

 

-Vamos, acompañenme a mi habitación, así podremos hablar más tranquilos.

 

Los guió escaleras arriba hasya una amplia habitación con un pequeño balcon con una mesita de jardín y una silla con un altero de libros en la mesa.

 

-Perdón el desastre, no he tenido tiempo de arreglar y me desespera que los elfos toquen mis cosas, las ponen donde no van y... bueno.

 

Se sentó en la orilla de la cama adoselada y observó a los dos hombres que estaban con ella en la habitación.

 

@ @OttoBlack

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Un ojo celeste se asomó por entre sus dedos. Casi temiendo ver lo que tenía en frente. Ella lo había preparado. Sabía cómo hacerlo y lo había usado en otras ocasiones; pero esta vez era especial. Todo estaba pensado para su novia. Tal como había pasado hace años, el único motivo de su existencia era Gabrielle. Sabía cuánto su hermana adoraría el lugar. Aunque nunca tuvo el placer de llevarla, esta vez serviría como el escenario perfecto para ver la mejor de sus sonrisas.

 

Esbozó una sonrisa y quitó la mano de la cara, levantándola hacia el cielo. Estaba estrellado. Parecía tan inmenso sobre ella, con una luna prácticamente dorada mostrándose en una perfecta esfera que simulaba estar más cerca de lo acostumbrado, así como si estuviese a punto de caer sobre el lugar. No sonaban los grillos, tampoco soplaba demasiado viento, pero las cigarras hacían escuchar su canto.

 

La luna producía la luz necesaria para admirar los colores del pasto y la maleza, que se elevaba unos dos metros por encima del nivel de la Black. No significaba eso que nadie se hubiese detenido a cortar el pasto durante años, sino simplemente que esa era la idea del lugar. Así había sido diseñado. Emulando una tierra lejana y fantástica que aún en el mundo mágico no se había logrado encontrar.

 

Lo normal hubiese sido encogerse ella misma, tal como había sucedido en el relato o cuento, como más quieran nombrarlo. Pero en contra parte, se había hecho exactamente lo contrario. Todos los elementos del lugar habían crecido en tamaño, acentuando las tonalidades y matices de cuanta flor, hongo, helecho y hoja hubiese en el lugar. La pigmentación era diferente según la planta de la cual se hablase, cosa que no es posible apreciar en la normalidad.

 

Las ramilletas de pasto, gruesas y duras, rosaban el color verde azulado, casi llegando a violeta al tocar el suelo, la parte más fría del herbaje. Las ramas repletas de diminutas láminas de vegetación de algunos helechos silvestres lucían un verde agua muy bonito, arrastrando sobre sus hojas algunas gotas de agua que las hacían temblar al caer sobre el piso, desprendiéndose de su superficie.

 

Más altos aún se veían los girasoles, los cuales contrastaban perfectamente el amarillo dorado y el marrón de su centro con el fuerte rojizo de las capas superiores de los hongos, algo más pequeños, pero de tallos más prominentes. Sus troncos, gruesos como el de un árbol, y la flor amenazando con caer sobre quien pasara a su lado se veían imponentes, observando a quien pasara desde lo alto con una gran sonrisa, pues todos estaban tan vivos como ella; la magia lograba cosas increíbles si se usaba bien.

 

Algunos pimpollos de rosas aún demasiado jóvenes para haber abierto acompañaban al paisaje, esperando a madurar para mostrar todo su esplendor.

 

 

El único sendero disponible llevaba hacia una pradera en la cual las florecillas blancas no habían sido agrandadas, llenando toda la planicie que rodeaba una pequeña casita de madera construidas sobre un gran champiñón. Detrás de la misma se podía observar un riachuelo correr, comenzando en lo alto de la colina, allí donde se perdía la vista, y descendiendo en diminutas cascadas escalonadas hasta perderse en el bosque aumentado a la derecha del lugar.

 

La construcción se veía pequeña. Pero por dentro era enorme. Contenía muebles hechos a mano, todo en madera, con decoraciones a la antigua. Una tetera que constantemente estaba hirviendo llenaba de vapor el ambiente, pero no generaba ningún calor, y las tasas de té, siempre listas, giraban sobre si mismas hasta que alguien las agarrara. Los sillónes eran más grandes que lo normal, ayudando a subir con escalones desplegables a quien lo deseara. Lo mismo pasaba con los bocadillos sobre la mesa. Galletas, pudines, chocolates. Todo era increíblemente grande. Coincidiendo con el tamaño de la mesa y las sillas.

 

Mahia sonrió. Creía que le iba a gustar. La fachada rosada de la casita y el techo de paja daban una sensación cálida, aniñada y hogareña. El esto del tronco del hongo estaba recubierto con un rosal lleno de capullos rojos de color sangre.

 

La Black se sentó en el pequeño descanso de la escalera de ingreso. Apoyó los codos en sus rodillas y el mentón sobre las manos. Respiró profundo y suspiró. Las luciérnagas llenaban la noche de destellos esmeraldas. Todo era demasiado hermoso. Ahora, sólo faltaba que ella apareciera.

 

Le había dejado presente sobre la cama. Planeaba entregárselo en persona después del encuentro con Jessie, Martín y demás compañía, pero al subir a su cuarto ya no estaba. Lejos de deprimirse por no encontrarla, ella simplemente le había preparado uno de sus vestidos de color azul y los zapatos negros más cómodos que sabía que su mujer tenía, dejando la prenda sobre el lecho. Sobre el cuello del vestido dejó un presente que la Delacour desconocía.

 

Lo había comprado hace poco, acompañado con lo que esperaba fuese el objeto que le daría a entender a Gabrielle todo lo que la amaba, y lo mucho que deseaba pasar su vida con ella. Aunque este último se lo daría sí o sí ella misma.

 

Cuando la francesa llegara a su hogar e ingresara en la habitación que compartían, sobre el vestido azul encontraría una fina cadena de Oro dorado estirada sobre la tela en forma de V, siendo adornada con un dije de lo más bonito. Dorado y reluciente fue lo que pensó al comprarlo. Delgadas tiras de oro se iban entrelazando hasta formar una flor de pequeño tamaño, que en su centro contenía dos piedras en forma de gota. Dos esmeraldas del color verde acuoso más transparente e hipnotizador que la Black haya visto nunca. Se parecían de cierta manera al agua de un mar tropical, dando el deseo de zambullirse en ellas. Juntas formaban un corazón. De la misma manera que ella quería adentrarse en el corazón de la mujer que amaba.

 

Esto es para vos Decía la nota que le había dejado, finalizada con un Siempre tuya, te amo.

 

Antes de irse lo había convertido en un traslador. Por lo que llegaría tarde o temprano a su encuentro. Sonrió. Estaba impaciente porque así fuera.

Editado por Mahia Black

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*je t'aime


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Había llegado cansada al castillo, su mente comenzaba a tener al fin tranquilidad después de aquella pócima; dejó su capa en el perchero y corrió hasta el cuarto con ambas manos en los bolsillos de su vestido, en su mano derecha se encontraba la cajita con la joya que había comprado en el callejón y sonrió al llegar a la puerta del cuarto.

 

Los nervios jugaron con su mente por leves segundos pero abrió la puerta de golpe ¿Qué hacía si su hermana estaba ahí? El ocultar aquella caja sería cosa difícil. Pero no estaba, sonrió aliviada y apuró los pasos a su lado del closet, abrió su cajón y metió la caja.

 

Al sentirse un poco más tranquila se pudo percatar de los detalles del cuarto, del vestido sobre la cama... Sonrió y cubrió su boca con sus manos ante la sorpresa. De inmediato cambio su vestido por el que su novia le había elegido; descalzó sus pies, puso los zapatos complementaban la vestimenta y sus ojos se posaron en el collar.

 

Sabía que ella era la autora y soltó un suspiro; su mano acarició por impulso la marca de los colmillos de su hermana y una sonrisa se dibujó en sus labios, ambas eran los complementos perfectos de la otra. Volvió a enfocar su atención, había que completar la vestimenta y de ahí buscar a su hermana. O tal vez no.

 

El tren de vértigo había entrado de golpe en cuanto su mano sujetó el collar y así como había aparecido se había ido dejándola con un horrible vértigo en un lugar desconocido.

 

– ¡MAHIA!- su mano sujetaba con fuerza el objeto y sus ojos se encontraban completamente cerrados tratando de mantener su equilibrio mental y emocional, aquel grito había sido solo el comienzo de su regaño.

 

Con el corazón aún acelerado abrió los ojos, su respiración era agitada y se mantendría así ¿Dónde estaba y cómo saldría?

 

Temblaba.

 

 

La Black no podía contener su curiosidad y con su mano libre acariciaba las hojas que su cuerpo iba dejando atrás; una sonrisa de medio lado se dibujó en sus labios, había sido ella lo sabía y, a medida que iba avanzando y contemplando el lugar de ensueño, el vértigo y adrenalina iban bajando.

 

– Ma belle...- susurró al verla en las escaleras de la casa y corrió al verla. Se detuvo de inmediato al tenerla de frete y aprovechó el que estuviera sentada para besarla.

 

Pocas veces podía tener a su hermana a su estatura, pasó su mano por su nuca y acercó un poco más su cuerpo al de ella, jugueteó con sus labios y pasó la punta de su lengua por el labio inferior de la rubia, la amaba más de lo que ella misma imaginaba; se separó de apoco y le miró a los ojos, ese azul que tanto amaba.

 

– Me temo que esto es obra tuya...- extendió su mano dejando ver el collar; con su mano libre acomodó sus cabellos castaños sobre su costado derecho dejando ver su cuello descubierto y le miró retadora.- ¿Me harías el favor de...? Es que, caso curioso: Tuve un pequeño contratiempo al ponerlo.

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En la mansión Black Lestrange.

 

 

La carta de su madre reposaba en su cama, solo contenía una citación al castillo de su padre. Susan estaba nerviosa por el hecho ¿Se habrán enterado de sus múltiples pecados en esta semana? Ante sus padres, ella era la hija menor que apenas rompía una vajilla, o eso es lo que traban de decirse a sí mismos por todo el cariño que le guardaban a Susan. Lo cierto es que la bruja tenía un corazón muy frío y poca compasión, sin esos limites comunes ella podía hacer lo que quisiera.

 

Pero Otto y Jessie eran sus padres, los amaba por encima de todo. Rogó una y mil veces que no se tratara del tema de su hermano Romalo. A ese bastardo lo mataría, con sus propias manos y no volvería a molestarla. No quería la furia de su padre por un mal chiste del i******. Susan terminó de subir su pantalón y dio los últimos recortes a su cabello, ya se le había hecho tarde y no podía hacer esperar la ira de sus padres en tal caso.

 

Caminó hacia el balcón para luego dar una vuelta en sí y desaparecer de allí.

 

Castillo Black

 

Caminó por los pasillos del gran castillo buscando mil y un excusas para cada regaño que le tuvieran preparado. Hace mucho que la bruja ya había obtenido su mayoría de edad, pero delante de los ojos de sus padres seguía siendo la menor, ya con eso podían hacer lo que se les diera la gana. Suspiró. Ya venía siendo hora de que los encontrara. Contoneó sus caderas hasta la escaleras percibiendo que seguramente estaban arriba.

 

Ya que ni siquiera había visto a sus dos abuelas en la parte baja del castillo.

 

Caminó por el pasillo mirando las infinitas puertas de las habitaciones, dudó en pasar por la de su padre pues ni siquiera el jadeo de mi madre se escuchaba allí. Siguió de largo hasta la habitación de su madre, allí sí escuchó un par de voces. Se quedó en frente de la puerta por un segundo pensando que si entraba y veía una escena subida de tono entre sus padres jamás se lo perdonaría.

 

Pero, el olor de una tercera persona llegó hasta ella confundiendola, ahora no sabía si pensar peor o entrar y ya.

 

Se echó a reír, su padre nunca permitiría algo como eso. Empujó la puerta si siquiera avisar, miró a su madre sentada en la cama y a su padre al lado de un muchacho desconocido. Su madre le sonrío y justo ahí supo que no la habían citado para torturarla. Miró al joven que estaba cerca de Otto, de cabello negro y alto, guapo al parecer de Susan pero no le transmitía mucha confianza. Dejó el descaro con el joven y se acercó a su padre.

 

—¡Padre! —Lo abrazó con una sonrisa por unos instantes, hacía mucho que no lo veía.—Me alegra tanto volver a verte.

 

Le depositó un beso en la mejilla para luego acercarse a su madre y besarla de la misma manera en su frente—Querida madre, lamento la tardanza. —Se sentó a su lado y miró a las personas en la habitación— ¿Pasa algo? ¿Quién es él?

 

No, Susan no era discreta y no siempre amable.

 

 

@@Jessie Black Lestrange @@OttoBlack @InsaniK

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-No se haga problema, madre.- Desenvolvió una sonrisa para la Black.

 

Unas cuantas vueltas admirando aquella habitación donde se encontraban, a decir verdad era lo que esperaba de ella, los libros llamaron mas su atención, compartían algo único, algo que Matthew consideraba algo como la conexión entre dos almas. -La lectura- Soltó dos simples palabras casi al silencio.

 

La mujer tomo asiento en el borde de la cama como esperando algún tipo de respuesta o quien sabe si pensando en el siguiente paso, todo era demasiado pronto, una pequeña risa se escapo del Lycan, -Mi nombre es Matthew. Matthew Black, supongo.- Se dirigió al hombre que acompañaba a su madre.

 

Una desconocida sorprendió el saludo con un abrazo a su padre. Ahora entendía un poco mejor las cosas, las veía con mas claridad. -Hola, soy Matthew, supongo que ya lo sabes...- Fingió una sonrisa y tomo apoyo en una de las paredes del aposento.

 

La actitud no dejaba que se presentara como correspondía, temía que esta le hiciera algo solo por placer y realmente, creería que lo disfrutarían ambos. Si, el dolor era placentero en algunas ocasiones.

 

-Volviendo a la situación en la que nos encontramos... Ahora que estamos en un lugar un poco mas privado, hablemos de lo que realmente necesito saber... Porque me abandonaste? mucho tiempo te creí... muerta.- Sin perder su reflejo de serio, compartió unas palabras con su madre. -Tengo una hermana, ¿tengo mas hermanos?- Esperaba una respuesta de ella.

 

No quería causar algún tipo de presión en la vampiro, pero la desesperación era uno de sus defectos, sin contar que contaba con muy poca paciencia ante todas las situaciones que se presentaran. Resolvía todo con, hacer desaparecer a las personas.

 

@@Susan V. Goldstein @@Jessie Black Lestrange @OttoBlack

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Atrapada, se sentía atrapada en aquella habitación, lel tener a aquellos dos hombres en su habitación, aunque uno fuera su esposo y el otro... su hijo, la hacían sentir hasta cierto punto sofocada y la carta que días antes le había enviado a Susan no ayudaba a tranquilizarla.

 

Qué no me hiciera problema. Era fácil para él decirlo, pero la realidad es que Jessie sabía que se avecinaba una bronca grande. Su hija Susan podía llegar a ser tan o más posesiva que ella pero confiaba en que sus dos hijos se llevaran medianamente bien y a Matthew no quisiera matarlo como a solía hacer con Romalo.

 

Y como si la hubiera invocado su hija Susan llego a la habitación de la joven Black Lestrange, sonrió besando la mejilla de su hija par aver como besaba luego a su padre y se le quedbaa viendo a Matthew. Observó como si hijo se presentaba con su hija y luego de ese breve intercambio este se dirigía de nueva cuenta a la Black Lestrange.

 

Los ojos grises se comenzaron a llenar de lagrimas por las preguntas de Matthew, habían pasado cosas similares con la mayoria de sus hijos, excepto Susan, a ella la había tenido en un internado para su propia protección, sabiendo lo que ella era y los problemas que ella podía tener en su infancia.

 

-Siempre te quise Matthew, pero no podía cuidarte. Cuando tu naciste, a la semana fui convertida en... vampiro y tenerte... sería exponerte a mucho peligro. Sabía que me perseguían, habían matado a toda mi familia adoptiva todo porque mi hermano y yo eramos diferentes, por años creí que mi hermano estaba muerto, que yo había sido la resposable de su muerte, me culpe por años y casi me mato a mi misma por miedo a lo que era, así que cuidarte no era una opción. Lamento haberte dejado y si tienes no una sino dos hermanas y un hermano, de hecho hasta eres tío.

 

Bajo la mirada apenada sintiendo como las lagrimas comenzaban a salir de sus grises ojos.

 

@InsaniK @Susan V. Goldstein @OttoBlack

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La mirada perturbada de la Black era notoria, ya se acostumbro a causar un sentimiento igual en muchas personas y era desagradable cuando se trataba de un familiar. No lo gozaba, no lo disfrutaba, simplemente no. En cuanto a su supuesta hermana, tampoco había recibido una respuesta, ambas quedaron perplejas ante las preguntas de Matthew.


Tenia la sensación de intenciones hostiles por parte de la chica sentada junto a ella, << Bueno, todo a su tiempo >>


Contemplaba las lagrimas en los orbes grises de Jessie -¿Llorar? ¡NO!- Grito dentro de su cabeza. No le gustaba el sentimentalismo, tampoco lo permitiría. -Deja las lagrimas para quien las merezca de verdad, solo con escuchar la verdad, creo que me conformare.- Se inclino ante ella para secar sus lagrimas. -¿Que? Si, a veces puedo ser amable.- Revoleo sus ojos en respuesta a las miradas indiscretas de los presentes.


Se enderezo al escuchar lo que la Black tenia para decir, atónito ante la confesión abrió sus ojos y solo pudo escuchar lo que esta tenia para decir...


<< ¿Una persona puede arrepentirse de verdad? >>



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Se hundió en sus pensamientos en cuanto oyó que ese hombre era su hermano. Primero fueron sus falsas mentiras de que ella sería la hija única, luego descubrió que tenía un hermano al que de seguro mataría en cualquiera de estas noches. Los perdonó en aquel entonces sólo porque Jessie lo había extrañado. Luego estaba Lady, a ella la tomó con más amabilidad que la llegada de Romalo, tal vez porque realmente no era una amenaza para ella.

 

Y ahora el chico que tenía en frente también lo era.

 

Miró a su padre en busca de respuestas pero este apenas se dedicó a mirarla, si tenían otro endiablado hijo ¿Por qué no se lo dijeron? Jamás los vio como padres que abandonan a sus hijos por el mundo, Susan se negaba rotundamente a creer que no tenían una buena explicación para ello. Iba a descargar toda su ira contra Matthew hasta que escuchó el sollozo de su madre. Sí algo le dolía de verdad era ver sufrir a su familia, a su amada Jessie y a su irreemplazable Otto. Estuvo a punto de consolarla cuando el pelinegro se acercó a ella con las mismas intenciones.

 

La bruja contuvo la respiración, matar a su hijo en estas circunstancias seria una gran trauma para Jessie... pero ¡Por Voldemort! El tipo se lo estaba ganando.

 

Sus orbes lilas se posaron en el joven sin expresión alguna mientras escuchaba la confesión de su madre. Susan no soportaba oírla de esa manera, pero tampoco le perdonaría este engaño, la situación de Romalo se repetía ¿Cuantos hijos más le ocultaba? Matthew parecía incomodo por la situación, desde una perspectiva era casi un desperdicio que que ese mago fuera su hermano. Era un hombre bastante guapo. Pero Susan solo podía sentir celos impulsivos hacia él en cuanto supo de sus lazos. No le gustaban los hermanos.

 

—Es cierto que tal vez no las merezcas pero ella no te las esta ofreciendo por amabilidad. —Susan fingió calma— Deberías entender desde ahora que tu pequeña familia ha pasado por mucho, hermano.

 

 

 

@OttoBlack @Jessie Black Lestrange @InsaniK

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