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~Mansión de la Familia Gryffindor~ (MM: B 104490)


Mael Blackfyre
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Las niñas me soltaron la mano y comenzaron a caminar por el camino principal de la mansión, al cruzar las imponentes verjas sentí como mi corazón s deshacía de amor por aquel lugar, esa casa tan parecía a la que había sido destruida el mismo día que su vida había cambiado para siempre, cuando había perdido a su familia, y haba quedado sola en el mundo. Sacudí la cabeza como tratando de alejar de mi cabeza aquellos oscuros recuerdos. Camine tras mis niñas hacia las voces que habíamos oído.

 

La voz de un hombre llamando a mis hijas se escuchó, mira buscando desde donde provenía aquella voz. Mis hijas se habían quedado quietas, no podía verles la cara pero supuse que no lo habían reconocido, azorada tuve que reconocer que yo tampoco lo había reconocido en un primer instante. Mi primo corría hacia nosotros, pero aquel hombre joven y alegre que había sido Elvis, ahora se presentaba como un hombre de mediana edad, con las marcas del tiempo en su rosto.

 

Llego hasta Zahil y Aranel, sonriendo y bromeando un poco mientras palmeaba de manera afectuosa sus hombros y cabezas. Las niñas comenzaron a reír cuando lo reconocieron y se abrazaron a su cintura. Mi primo siempre seria para ellas como un padre, la figura paterna a la que buscaban cuando necesitaban consuelo.

 

Mientras las niñas saludaban a su tio me quede unos pasos mas atrás, como esperando. Mi corazón había comenzado a latir fuerte, algo había pasado, conocía demasiado bien a Elvis como para saber que algo grave había sucedido. Y el hecho de que la sociedad mágica estuviera en jaque no ayudaba en nada, los sucesos, de los cuales me había enterado en mi estancia en Francia, habían reafirmado mi decisión de permanecer alejada de Londres y sobre todo del mundo mágico.

 

Mi primo dejo a las niñas y se acercó donde me encontraba, sorprendida pude ver como a pesar de llevarme más de una cabeza de alto se encogía a apoyaba su frente en mi pecho, justo allí donde descansaba mi talismán que todavía continuaba emanando calor y luz. Sentí como todo mi cuerpo temblaba, aquel simple gesto me había destrozado completamente, rodee con mis brazos a mi primo mientras apoyaba mi mejilla sobre su cabellos.

 

- Los Gryffindor siempre estaremos para nuestra familia- le dije mientras las lágrimas caían por mis mejillas- y yo siempre estaré para ti, pase lo que pase, en el lugar y tiempo que sea- deje de hablar, ya que si decía otra palabra me pondría a llorar.

 

 

Aun abrazada a mi primo, alce la mirada y sonreí a mi hermosa sobrina Luna, quien se había acercado hasta donde estábamos para preguntarme por el viaje. Estire una mano para tratar de tomar la de ella mientras aclaraba mi garganta para poder hablar.

 

- Hola Sobrina- dije tratando de sonreír- el viaje estuvo bien, ahora que las niñas son más grandes es más fácil hacer aparición contigua si pudieras darle algo de tomar a las niñas te lo agradecería.

 

Mire más allá de donde se encontraban las niñas y pude divisar a Sophie y Annick, alce nuevamente la mano como para hacerle saber que podían hacercarse si así lo deseaban. Me separe un poco de Elvis y apoye mi mano en su mejilla.

- Es tiempo de poner la casa en orden- dije mientras asentía con la cabeza tratando de darle más énfasis a mis palabras- y más tarde tendremos una charla.

 

Me di vuelta al escuchar que alguien hablaba a mi espalda, un joven alto y castaño había aparecido, fruncí el ceño al no reconocerlo pero eran tanto los miembros de la familia y amigos, le sonreí al mismo tiempo que le hacía seas para que se acercara.

- ¡Hola! Entonces llegas justo a tiempo- acoté, todo aquel que pedía refugio en la mansión era bienvenido, y este joven no sería la excepción.

Editado por Arabella Gryffindor

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Aquel tacto con mi prima Arabella fue como un shock de adrenalina para reanimar a cada célula de mi cuerpo. Le dirigí una sonrisa aunque había demasiada carga sobre mi cuerpo como para sonreír de verdad. Asentí con la cabeza a ambas cosas que decía, sobre que luego debíamos charlar y que ahora teníamos que poner la casa en orden. Lunita asistía a mi prima con sus pequeñas y pude ver de reojo que Annick y Zahil se acercaban. Como también Arcanus. ¿Cuándo había llegado?

 

Justo estábamos por hablar algunas cosas. Llegas en el momento justo. ¿Quieres pasar? Ponte cómodo —le dije intentando distraerme de la situación que acababa de ocurrir, mirando al joven castaño que había aparecido. Le guiñe un ojo y le señalé que podía acompañarnos en ese ratito en los jardines o adelantarse e ir directamente a la sala. Miré a Luna. Luego a Arabella. Y por último, intenté que se nos uniera Zahil y Annick. Todos estábamos dentro de la Gryffindor por lo que era trabajo para todos.

 

Debemos organizarnos, familia. Y amigos —comenté mirando a éste último que había entrado—. Corren tiempos difíciles y peligrosos. La mansión debe ser un lugar seguro para todos. Y cada vez que alguien llega, es un nuevo peligro. El Ministerio ya no está para protegernos, el estatuto está caído y hay muchas cosas que nos rodean que pueden llevarnos a una muerte segura, ¿entienden? —estaba más que sobreentendido que los últimos sucesos con el Inquisidor y los ataques a la comunidad mágica.

 

La mansión debe contar con la cantidad de protecciones que podamos. Todo aquel que pueda y quiera hacerlo, es bienvenido. Y debemos cuidarnos —debía avisarles que no iba a ser trabajo fácil—. He dispuesto a la Mansión Gryffindor como refugio para todo aquel que lo necesite. Tanto los ataques a Hogwarts, MACUSA y San Mungo, como la caída del estatuto y la guerra, han dejado a muchas personas desprotegidas y solas. Y al descubierto —aquello hablaba sobre lis muggles que empezaban a encontrarse y dar ataque a magos—. Debemos estar dispuestos para ellos también. ¿De acuerdo?

 

En aquel momento propuse ir dentro de la mansión, ya que los terrenos de la mansión ya se encontraban nuevamente protegidos.

 

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Estaba enfrascads en la investigación del paradero de mi madre, no era posible que se hubiera esfumado como humo después de haber sido victima de un simple hechizo y de estar con el ejercito Italiano. Si habia salido viva y solo sin sentido de Buckingham porque no aparecía en ningún lado?.

 

La investigación me habia llevado hasta el señor Elvis Gryffindor, quien era familiar de mi madre en algun recóndito sentido en el arbol familiar, era mas fácil hacer una receta muggle de las de mi madre que entender el árbol familiar de los Dumbledore.

 

La primavera ya traía dias mas calurosos por lo que llevaba un

vestido apropiado

para este clima, ademas que iba caminando hasta aquella mansión, era bueno sentirme libre y sin escolta.

 

Llegue a las puertas de la elegante Mansión y esperaba de verdad encontrar información alli, sabia que el señor Gryffindor habia visto a mi madre y podria darme alguna pista sobre ella y su actual paradero. Golpee con mi mano en la puerta principal, mi corazon a un albergaba esperanzas de encontrarla pronto.

 

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Editado por Ada Camille Dumbledore

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La bienvenida que le habían dado Lunática y su prima Granger compensaba solo en cierta forma el parco recibimiento de su esposo, pero Annick sabía que no era momento de dejarse llevar por ese pensamiento. Además tenía que hacer un esfuerzo por intentar comprender toda la situación en la cual se encontraba sumido el mundo mágico desde que ella había emprendido el viaje en busca de su hermano.

 

Estaba intentando procesar lo que Lunática y Elvis habían explicado acerca de la necesidad de reforzar las protecciones de la mansión cuando sucedieron varias cosas a la vez: la mismísima Arabella Gryffindor y sus dos hijas acababan de hacer acto de presencia en la mansión después de varios años de ausencia; y casi en seguida un mago de cabello castaño también se unió para saludar. La pelirroja se preguntó si el joven había llegado acompañando a Arabella, pero dedujo que no luego de escuchar cómo le daba la bienvenida.

 

―Vamos a saludar –les comentó al resto de las presentes y se encaminó a saludar a los recién llegados–. Bienvenidos todos –dijo esbozando una sonrisa, aunque aún no estaba del todo segura si debía permanecer en la mansión y actuar como si el tiempo y las circunstancias no hubiesen pasado–. Niñas, qué grandes y hermosas están.

 

Apenas tuvieron tiempo para saludarse unos con otros cuando Elvis comenzó a hablar acerca de la necesidad de reforzar las protecciones de la mansión. Como Annick no terminaba de comprender del todo lo que sucedía, supuso que lo mejor era imitar a los demás y hacer lo que le indicaran.

 

Cuando Elvis terminó de hablar y propuso dirigirse al interior de la mansión, a la pelirroja le pareció escuchar un amortiguado sonido similar a un chirrido.

 

―¿Qué fue eso? –aguzó el oído para detectar la procedencia, pero lo único que se escuchó fue un golpeteo metálico que indicaba que alguien se encontraba llamando en la verja de la entrada principal. A lo lejos distinguió la silueta de una joven rubia a la que no reconoció. Miró a Elvis y a Lunática para ver si ellos conocían a la joven.

 

Entonces recordó que el patriarca Gryffindor acababa de decir que la mansión se convertiría en un refugio para quien lo necesitara, así que sacó la varita y dio una pequeña sacudida para que la verja se abriera de par en par y la chica se sintiera con la plena confianza de pasar.

 

Mientras esperaban que la recién llegada se acercara a donde todos se encontraban, Annick se preguntó si los demás también habían escuchado aquel sonido; incluso ya estaba pensando que quizá se había confundido con el chirriar de la verja de hierro.

 

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Emití una leve sonrisa al ver que Annick se acercaba a nosotros. Claramente que aún teníamos una charla pendiente pero a la vez, antes que nada, tenía que tener una charla conmigo mismo. No tenía ni idea si el resto de los magos eran iguales que yo, pero toda mi vida me había caracterizado por preguntarme las cosas, por cuestionármelas. Y el actuar que tenía con mi esposa no era muy común. Teníamos que solucionarlo, fuera para bien o para mal.

 

Sucedieron dos cosas.

 

Yo también lo he escuchado —le dije a la pelirroja Poulain cuando ésta levanto la vista. Por un segundo, creeríamos que era la persona que recién estaba llegando a la mansión. Pero no, estaba claro que aquel no era un simple abrir de las verjas. Miré a Annick y le hice una seña.

 

Aunque fuera lo que fuera, tenía que cerrar aquellas puertas para mantenernos seguros dentro. Aproveché a hacer eso y a darle la bienvenida a quien estaba en la verja de la mansión.

 

¿Ada? Oh, muchacha. Que gran sorpresa verte aquí. ¿Le pasó algo a Sagitas? —debía admitir que durante el trayecto que me llevó caminar desde las Estatuas hasta la verja, había tenido que rebuscar en mi memoria para encontrar el nombre de ésa muchacha en mi cabeza. La había cruzado en una situación poco cotidiana y en el resto del momento junto, no recordaba cual era su nombre, hasta que pude orientarme. Y no encontraba razón para pensar porqué estaba allí. Le señalé hacia el grupo de gente que se había aglomerado—. Pasa, pasa, como en tu casa. Estábamos revisando algunas cosas y viendo que esté todo bien

 

Las rejas detrás de nosotros se volvieron a cerrar mientras le volvía a señalar a las personas y continuábamos nuestro paso sin siquiera detenernos. La bruja parecía que estaba buscando algo y había preferido que ella misma me lo contara en vez de hurgarle la cabeza. Y además, me había incomodado la situación en la que justo un par de Gryffindor se reunían y se escuchaba un ruido extraño.

 

El mundo mágico estaba sufriendo desastres y no quería ni deseaba que fuera ése un momento.

 

Llegando al grupo donde estaban todos (y esperando que Ada me respondiera la razón que la había llevado a la Gryffindor) pude notar un movimiento mágico a un costado de nosotros. Las estatuas que decoraban los jardines empezaron a brillar. Era una señal de alerta que los Patriarcas habíamos instaurado. ¿Qué alertaba? Peligro. Peligro que cualquiera persona dentro de sus territorios podía sufrir. Se iluminaron de una tenue luz rojiza y miré a la pelirroja. ¿Tendría relación con lo que había escuchado?

 

¿Qué fue eso? —le repetí, esperando que sus deducciones dijeran algo más. ¿El resto lo había escuchado?

 

 

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La Mansión era bastante antigua me parecía de marcado estilo inglés, me gustaba ver los estilos en que los edificios podían tener, la arquitectura era algo tan singular y maravilloso.

 

Escuche una especie de ruido fuerte en la lejania, voltee a ver pero no sabia que estaba sucediendo la verja se abrio y di unos pasos, pero aún trataba de ver que habia a lo lejos. Pero llamo mi atención ver al señor Gryffindor saliendo hasta donde estaba, le sonreí le habia visto pocas veces, pero siempre le recordaba como una persona muy amable.

 

- Buen dia señor Elvis, es usted muy amable, que buenonque recordó mi nombre hacia ya muchos años que no lo veía.

 

Vi a mucha gente en el lugar por lo que al estar adentro me sentí un poco incomoda.

 

- Venia a hablar con usted por una razon personal si conocía usted el paradero de mi madre, pero veo que estoy interrumpiendo algo... Esta sucediendo algo, escuche un ruido muy fuerte allá afuera

 

Los vi a todos algo conmocionados, empece a preocuparme por la situación

 

-¿Que esta pasando?

 

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Elvis se encaminó en dirección a la chica rubia para recibirla y aprovechó para cerrar la gran verja de hierro. A pesar de que el patriarca Gryffindor parecía otra persona, había algunas actitudes que recordaban al hombre que siempre había sido. Eso confundía un poco a Annick, pero se reservó ese pensamiento para analizarlo en otro momento.

Mientras el mago y la recién llegada se acercaban al resto de los presentes, la pelirroja prestó atención a los rasgos de la hermosa joven y rebuscó en su memoria, sin embargo no recordaban haberla conocido antes; estaba segura de que no olvidaría un rostro tan bello como ese. Supuso que era conocida de su esposo y que la presentaría al resto de la familia.

Sin embargo, antes de que tal cosa sucediera, fue evidente que había algo extraño. Las estatuas que estaban dispuestas en los jardines comenzaron a brillar, señal de que corrían peligro. Los ojos verdes de Annick se encontraron con los de Elvis. Era evidente que ambos tenían la misma duda y buscaban una respuesta en el otro.

―No lo sé –aferró la varita con fuerza y observó alrededor. Todo parecía normal, sin embargo las estatuas no podían equivocarse–. No puedo decir si lo que se escuchó era un chirrido metálico o alguna otra cosa. Fue muy breve –explicó en voz alta para que todos los presentes escucharan–. ¿Alguien más lo escuchó? –preguntó a todos.

Agradecía no haber llevado consigo a Elros, pero entonces recordó que había otros menores presentes.

―Deberían entrar a la casa –dijo en dirección a Arabella moviendo la cabeza para señalar a Zahil y Aranel–. Lamento que llegues justo en un momento así, linda –dijo en dirección a la rubia–, pero creo que será mejor que preparemos nuestras varitas.

De pronto volvió a escucharse el mismo sonido que momentos antes la pelirroja había percibido, y en ese momento sí logró distinguirlo: se trataba del peculiar gruñido de un cerdo. Frunció ligeramente el ceño. No había ningún cerdo a la vista; pero, sobre todo, no entendía qué relación tenía eso con que las estatuas anunciaran peligro.

Y entonces sucedió. Se escuchó un agudo chillido seguido del resquebrajamiento de uno de los ornamentos de piedra. Los trozos volaron en varias direcciones, como si una maldición hubiese dado de lleno en él.

―¿Qué fue lo que le dio? –Annick levantó la varita, pero no logró observar a nadie en los alrededores. ¿Acaso estaban bajo el ataque de mortífagos?


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El camino hacia el interior se le estaba haciendo eterno, algo le decia que afuera no estaban a salvo, sobre todo sus sobrinas, a las que se acerco y les apreto los chachetes en forma cariñosa. Miro de reojo a una esquina de la casa donde aparecio de la nada Ariana y Polo con cara de preocupacion. Su elfina se acerco a las niñas que enseguida reconocieron a su vieja compañera de juegos, pues Ariana solia jugar con sus gemelos y las de Arabella cuando aun vivian todos en Ottery.

 

- Ariana, porque no llevas a las niñas a la cocina y les preparas un rico refrigerio - ordeno la rubia mientras miraba a su prima con seriedad - perdona prima pero siento que las niñas no están seguras aca afuera, tienen que estar bajo la protección de la casa pero ya

 

- Señorita, los humanos atacaron San Mungo y se robaron a los bebes - dijo finalmente Polo cuando las niñas ya no podían escuchar nada. Le agradecio al Elfo y le ordeno ir con las niñas mientras se empezaba a escuchar un chirrido extraño y finalmente uno de los ornamentos se rompió en mil pedazos. Miro a su alrededor y vio a dos nuevas personas, Arcanus y Ada. Ademas las estatuas estaban brillando con una tonalidad peculiar.

 

- ¿nos estan atacando los muggles? - pregunto mientras les hacia señas a los recien llegados para que se apresuraran a entrar a la casa. Saco su varita buscando al igual que Annick buscando de donde venia el ataque y que era exactamente lo que los atacaba - si son ellos no podemos permitir que entren a la casa, no con las niñas adentro

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Regresando al punto donde estaba el resto de los Gryffindor, junto a Ada, pude ver el motivo de la visita de la joven bruja. Asentí y le dirigí una sonrisa (nerviosa) al ver que ella se sorprendía porque recordaba el nombre. Estaba claro que recordar era algo que no estaba ocurriendo, porque siempre tenía la costumbre (casi necesidad) de saber con quién estaba tratando cuando me dirigía a alguien. Y su mente me había recordado como se llamaba, estaba claro. Su madre apareció entre sus palabra y abrí un poco los ojos.

 

¿Ariane? Hace un par de semanas, en la Mansión Di Médici —era extraño explicar qué hacía allí y cómo me había encontrado con mi prima. Además de la cadena de sucesos que había ocurrido desde allí. Pero antes de continuar la charla, le pregunté: — ¿Por qué, ocurrió algo? ¿Por qué crees que yo sabría o que estaría acá?

 

Pero tal vez las preguntas quedaron ahogadas, porque cuando estábamos reuniéndonos con el resto de los familiares, pudimos darnos cuenta que los ruidos extraños, se iban sumando a otros más. Y que Annick no era la única que lo había escuchado. La pelirroja, tan ágil y perspicaz como siempre, alertó a mi prima Arabella resguardara a las muchachas dentro de la mansión. Saqué mi varita, porque me encontraba siempre alerta junto a mis instintos.

 

Por un momento me quedé tranquilo, porque Zahil había intuído como Annick y había ordenado a sus elfos que refugiaran a las niñas. Asentí mirándola aprobando aquello. Los elfos Gryffindor también sabrían que hacer, siempre lo hacían.

 

No tenemos porqué alterarnos. Lo mejor que puede pasar es que sean personas. Unos encantamientos simples y no nos molestaran —pero aquel chillido y el quebrar de piedra de la mansión hicieron que abrieran mis ojos y apuntara mi varita al cielo. Aunque el encantamiento era protector y evitaba que cayera algo sobre nuestras cabezas, solo cayeron cerca de la pared, aplastando unos lindos arbustos que decoraban aquellos jardines—. Cualquier cosa puede ser. Hemos puesto algunas protecciones igual.

 

Aunque mis palabras se las llevaba el viento, ya que si algo estaba atacando la mansión o la mansión justo estaba en medio del camino de eso, entonces ya era otra cosa.

 

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La rapidez con la que Elvis había hecho el encantamiento había evitado que algunos trozos de piedra cayeran sobre los presentes. Aunque el mago dijo que había algunas protecciones, todo parecía indicar que no eran suficientes y que algo o alguien se había infiltrado en los terrenos.

 

―¿Creen que sean muggles? –repitió Annick con el ceño fruncido. La sospecha de su prima Granger le parecía un poco descabellada; pero tiempo atrás también le hubiese parecido imposible que los muggles robaran bebés de San Mungo y, por lo que Polo había dicho, ese hecho acababa ocurrir–. No se ve nadie en los alrededores.

 

La pelirroja miró hacia varios lados de los terrenos, incluso al cielo, pero no logró observar a nadie. Volvió a posar la mirada en donde antes había estado la estatua que ahora estaba esparcida en el suelo.

 

―¿Ya lo notaron? –preguntó en voz alta para que todos la escucharan. Hablaba sin apartar la mirada de lo poco que había quedado de la estatua, y dio unos cuantos pasos para apreciar los restos desde un mejor ángulo–. No parece haber marcas visibles de magia. ¿Qué la destrozó?

 

Annick estaba replanteándose la teoría de los muggles cuando de nuevo se escuchó el inconfundible gruñido de un cerdo muy cerca de ellos, el cual casi de inmediato fue sustituido por otro agudo chillido acompañado del sonido de un correteo de pezuñas. El ruido indicaba que un animal de gran tamaño estaba a punto de embestir contra el grupo, sin embargo no se apreciaba nada a simple vista.

 

―¡Algo se acerca! ¡Protego! –era demasiado tarde. En un abrir y cerrar de ojos se escuchó un golpe seco y un grito de dolor que indicaba que algo había golpeado contra alguien. ¿Qué los estaba atacando y por qué no podían verlo?

 

 

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