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★ Magic Land ★ (MM B: 109743)


Gatiux
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Off: *Le pasa un trapito al negocio.*

Cualquier otra persona se habría desanimado al ver un lugar como Magic Land, pero no Gatiux, al menos no por el momento. En su lugar, había contratado a un capataz de obra para que se encargase de hacer y deshacer en el terreno, era trabajador como una hormiga y poco a poco el parque de atracciones tenía mejor aspecto. Ya tenían unos servicios para el público completamente nuevos y cuyas cañerías eran del todo funcionales.

Habían pavimentado el lugar, puesto bancos y fuentes de agua, arreglado la verja que rodeaba todo el parque de atracciones. Tenían un habitáculo nuevo para cobrar los tickets. Y ahora se ocupaban de instalar nuevas atracciones tras arreglar de arriba a abajo la montaña rusa asesina. Lo único que habían dejado igual que antes fue el letrero desvencijado, como un recordatorio gracioso del timo en el que se vieron envueltos. A una de las jefas le gustaba aquel cartel de cobre oxidado.

Parece que todo va muy bien por aquí, Héctor. -dijo Gatiux al tiempo que se acercaba a él- Me complace ver que todo va viento en popa. ¿Qué estamos construyendo ahora?

Héctor sonrió. Era un hombre latino, fuerte, de unos cuarentaytantos años y con unos dientes tan blancos que podrían iluminar una habitación completamente oscura. Le hizo un guiño a Gatiux y le indicó con la cabeza que le siguiese. Gatiux se dio cuenta que por fin era cómodo caminar por allí, hasta parecía un sitio salubre. Si seguían a aquel ritmo podrían abrir en unas cuantas semanas.

Tuvimos un problema con el suministro de metal para poner las vías de la nueva atracción. Nos dedicamos a hacer el camino de agua y el sistema de ventilación del túnel, pero vamos algo retrasados con la atracción para parejitas. -Héctor hacía señas con sus brazos para poner énfasis- Hemos estado haciendo las sujeciones al suelo de las camas elásticas y también estamos con la iluminación. Hay algunos sectores en los que todavía no funcionan.

Sí, pero creo que pese a esos pequeños problemitas todo va muy bien. Lo estás llevando todo de maravilla, muchas gracias, Héctor.

Para eso me paga, señorita Malfoy.

Los obreros que se cruzaban con ellos les saludaban brevemente.

Editado por Gatiux

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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  • 2 meses más tarde...

"Clank" El sonido de ambas fuguras apareciendose en la puertas de los terrenos rompió el silencio de la noche. La lluvia había amainado un poco y dejó tras ella la quietud que quizás avecinaba la tormenta. O no. Tan solo podrían esperar.

 

Los avances en las obras del parque de atracciones cercano a donde se habían aparecido casi habían hecho de su aspecto oscuro y siniestro un lugar un tanto oculto del resto del bullicio del callejón. Lo cierto es que la chica llevaba tiempo queriendo entrar en aquel lugar. Y los rastros del alcohol que había bebido en la cantina quizás le habían dotado del valor que en otras circunstancias habria olvidado atrás de su cabeza.

 

Esperó la reacción de su acompañante. La chica temîa que el tope de rarezas hubiese quedado solapado en su mensaje en un posavasos, y lo miraba entre curiosa y temerosa de que el chico decidiese irse.

 

Las ventanillas estaban sorprendentemente abiertas a aquellas horas de la madrugada, por lo que después de secarse el cabello con un golpe de varita, avanzó hacia ellas, dejando a Eobard un poco atrás.

 

-Querías velocidad, no? - dijo instando al mago a seguirla- Creo que no hay nada más rápido en ottery,-y señaló a la montaña rusa que se sumía en luces lúgubres.

 

 

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Aquel uso de la Aparición lo había tomado por sorpresa. Era uno de sus puntos débiles, por lo que una vez que se materializaron en la nueva ubicación, se dobló por la mitad, intentando controlar las náuseas. Quizá la sensación de que el mundo se extinguía se había acentuado por la ingesta de alcohol. Nota mental, no beber demasiado alcohol y aparecerse en intervalos de tiempo cortos, pensó, incorporándose.

 

Descuida, estoy bien... levantó una mano para indicar a su acompañante que seguía vivo. La Aparición Conjunta me revuelve el estómago, pero sobreviviré.

 

Enfocó la mirada para observar el lugar al que habían arribado. Ahí, la lluvia parecía haberse detenido, o había tenido lugar poco antes de alcanzar las inmediaciones de la cantina. Los restos de lo que en mejores tiempos había sido un parque de diversiones. Por un momento, se sintió de vuelta en el escenario donde le había sido reconocido su esfuerzo, pues la temática había sido similar.

 

¿Maic Lanp? Suena a lugar de terror. Me gusta; al menos, si morimos, dirán que fue desafiando a una de las fuerzas de la naturaleza.

 

Decidió llegar al encuentro con Evedhiel, quien lo esperaba al pie de la taquilla, que parecía lo único funcional en aquel lugar. Bien podía adelantarse, valiéndose de su calzado veloz, e inspeccionar la zona, pero le agradaba más la sensación de peligro. Retiró las gafas de su rostro, colgando éstas del cuello de su playera.

 

Aunque antes de adentrarnos, quisiera saber qué te orilló a traernos aquí. pasó su mano por la nuca, como si estuviera pensando. ¿Puedo llamarte Eve? Me agrada esa abreviatura, aunque no sé si a ti también.

 

Había varios huecos en la valla en donde podían colarse sin siquiera tener que pasar por la taquilla, pero antes de precipitarse a invadir propiedad privada, quería estar seguro de que la joven de cabello cobrizo no reprocharía su decisión. Palpó el bolsillo de sus pantalones, donde aún quedaba varios galeones que no habían sido invertidos en bebida.

 

@@Evedhiel

Editado por Joseph R. Black Lestrange
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Quizás la aparición conjunta no había sido tan buena idea al fin y al cabo. Eobard parecía haber tomado aquella accion como un imprevisto y Evedhiel se sintió culpable al ver como el mago necesitaba un segundo mientras se doblaba, nauseabundo. Como acto reflejo se acercó al mago y puso sus manos en su espalda, en un intento de estabilizarlo.

-Descuida, estoy bien... dijo Eobard, respondiendo a una pregunta que la chica estba a punto de dejar salir de sus labips - La Aparición Conjunta me revuelve el estómago, pero sobreviviré.- añadió.

 

Cuando el chico pareció incorporarse Evedhiel se retiró del mago, dejandole espacio pata recuperarse.


-¿Maic Lanp? Suena a lugar de terror. Me gusta; al menos, si morimos, dirán que fue desafiando a una de las fuerzas de la naturaleza. -

 

-Yo no pienso morir hoy, señor tiritas- dijo Evedhiel analizando como entrar en el sitio- y como tu amuleto, no pienso dejar que muera tampoco.- añadió.- Digo... imaginate que dificil sería explicar porque estabamos aquí a tan altas horas de la noche cuando te encontrasen!- Evedhiel se arrepintió de sus palabras nada más terminar de decirlas.

El mago, por su parte, se quitó las gafas de sus ojos en gesto serio, como buscando algo.

Aunque antes de adentrarnos, quisiera saber qué te orilló a traernos aquí. ¿Puedo llamarte Eve? Me agrada esa abreviatura, aunque no sé si a ti también.- dijo el chico.

 

-Uff...- dijo la chica llevándose un dedo a la barbilla pensativa- Depende- respondió al fin- significa eso que puedo difuminar la raya de conocidos y encasillarte en...- se paró en seco de nuevo- proyecto de amigo.?- dijo al fin.

 

-Y bueno este lugar...- continuó- Evedhiel metió la mano en su bolsillo y sacó un ticket desgastado- Encontrê este ticket en uno de mis paseos por el callejón. Investigué sobre este lugar y leí que al ser abandonado se convirtió en una colonia de Nifflers.- explicó Evedhiel- Aparte de comprobar cuanta adrenalina puedes soportar- dijo a modo de burla- pensé que sería interesante intentar encontrar los escondrijos donde los Nifflers guardaban sus tesoros. Quién sabe? Lo mismo y no solo ganas una nueva "amiga" esta noche. Quizás también salgamos ricos de aquí.- finalizó Evedhiel.

Para sorpresa de la bruja, Eobard se había aproximado a una de las vallas cercanas. Evedhiel se percató de los huecos en ellas y como lanzando al aire una pregunta silenciosa, el Black lestrange la miró como retándola.El corazón de la chica latía con fuerzas mientras avanzaba hacia uno de esos huecos. Inundado en la posibilidad de ser pillados y a la misma vez envuelta en la sensación de estrés del que realiza algo ilegal.

 

Evedhiel miró a ambos lados y se recogió el cabello para evitar enredarlo en los trozos rotos del alambre. Cuando estuvo segura de que no había nadie alrededor, tiró levemente de la camiseta del mago, indicandole que la siguiese y acto seguido pasó una de sus piernas al otro lado del parque, seguida de la siguiente.

 

Una vez al otro lado, su corazón seguía acelerado y se puso a cubierto mientras esperaba que Eobard cruzase donde ella estaba.

Cuando este lo hubo hecho, le instó con la cabeza a seguirla hacia un muro cercano donde resguardarse de posibles guardias en la entrada. La chica no creía que un lugar como aquel tuviese muchos más vigilantes.Una vez que pasasen aquel punto, estarían libres con el parque para ellos.

 

-Pero... Cómo lo harían?-

 

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Gracias a aquel reflejo de la joven para asegurarse de que se encontraba bien, fue que logró recuperar la compostura. Agradeció mentalmente su preocupación. Resultaba curioso, sobre todo porque no todas las personas que se acababan de conocer se interesaban de esa manera.

 

-¿Sabes? Creo que a muchos no les sorprendería que, si muero, apareciera en un lugar así. -comentó, encogiendo los hombros, como si no le importara su imagen. -Es mi tipo de establecimiento en el que iría a fisgonear a ver qué encuentro interesante.

 

Le dedicó una sonrisa a su cómplice, quien parecía ligeramente arrepentida de haber expresado dicha idea. Ya estaban ahí, y no tenía intención de echarse para atrás.

 

-Ser amigos es una empresa peligrosa, así que debes estar segura. No ofrezco muchos beneficios, salvo que soy un imán de líos. En retribución, lo más probable es que intente sacrificarme en lugar tuyo.

 

Escuchó atentamente las razones por las que se encontraban ahí. Ya había tenido encuentros previos con los Nifflers, durante su carrera ministerial, por lo que sabía perfectamente cómo lidiar con ellos. Metió una mano en el bolsillo de la gabardina, y cuando la sacó, en su dedo índice izquierdo, se encontraba el anillo de amistad con las bestias, que posiblemente les serviría.

 

-Por lo que entiendo, esas criaturas buscan cualquier cosa brillante. -razonó, siguiendo a Evedhiel tras una de las fisuras. Hizo lo propio para que su vestimenta no se rasgara. Aquel salto de confianza les había sentado bien, lo suficiente para que no replicara el que hubiese jalado su playera. -El lugar debió tener gran cantidad de premios en metálico hace años. Yo apostaría porque se encuentra en el centro, dónde curiosamente está la montaña rusa.

 

¿Coincidencia? Probablemente. Asomó la nariz desde el muro que los separaba del acceso principal al parque. Burlar las taquillas, era cosa fácil; pasar por los dos guardias, era otra historia. Resguardaban el descuidado recibidor principal, cuya atracción consistía en una tetera gigante, y tazas a su alrededor.

 

-¡Imperio!

 

Salió de su escondrijo, apuntando directamente a uno de ellos, para después dirigir su varita hacia el otro, que se descuidó ante la repentina aparición del Black Lestrange. Como al castaño se le daban ese tipo de maldiciones, no tuvo problema en subyugar a los vigilantes, quienes, con una cara de confusión, se retiraron bajo sus órdenes.

 

-No ha estado mal. -giró sobre sus talones para indicarle a la chica que ya podía hacer acto de presencia. -Tu amistad resultaría interesante, ¿quién sabe, y en una de esas terminamos siendo cómplices en actividades poco usuales?

 

Extendió ambos brazos como si ofreciera un sinfín de posibilidades. Sabía, por la presencia de ambos en cierta cantina, que estaban del mismo lado, o por lo menos, perseguían ciertos ideales en los que coincidían.

 

@@Evedhiel

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Un gesto serio se poso en el semblante de la bruja al escuchar las palabras de Eobar sobre su tendencia a los lios. Lo cierto es que por una razón u otra la chica tampoco parecía estar libre de problemas en su vida. No estaba segura de que tener eso en común fuese algo bueno o malo. Al menos no todavía, pero le agradaba tenerlo de su lado.

-Ser amigos es una empresa peligrosa, así que debes estar segura. No ofrezco muchos beneficios, salvo que soy un imán de líos. En retribución, lo más probable es que intente sacrificarme en lugar tuyo.

 

-Estoy dispuesta a correr el riesgo- añadió.- pero a cambio tendrás que hacerte a la idea de que odio los silencios incómodos y que soy tan cabezota que seguramente intentaría convencerte de que sacrificarte por mi no vale la pena.- añadio.- Además... se cuidar de mi misma. - dijo finalmente con un gesto entre burlón y orgulloso.

 

El chico pareció interesarse por las razones que Evedhiel le dió acerca de la elección de su destino. Parecía tener amplio conocimiento en aquellas criaturas, lo que decidió escucharle y con suerte, poder trazar un plan.

 

-Por lo que entiendo, esas criaturas buscan cualquier cosa brillante....-El lugar debió tener gran cantidad de premios en metálico hace años. Yo apostaría porque se encuentra en el centro, dónde curiosamente está la montaña rusa. - dijo el chico mientras traspasaba la verja y seguía a la chica.

 

La espalda de la bruja se había pegado a la pared que los resguardaba de los guardias. El desnivel entre la verja y el resto del muro los dejaba a un subnivel con respecto a los guardias que parecían turnarse. A su lado el mago había adoptado la misma postura y se situaba a menos de 4 cm de su hombro, tan cerca que la chica podía oler su perfume.

 

-Almizcle? -pensó- con unas notas de...- Evedhiel estaba orgullosa de sus habilidades para identificar perfumes. Lo necesitaba para la fabricación de pociones curativas y de manejo del dolor en su puesto de trabajo en San Mungo. Pero por alguna razón las notas basales del perfume, o esencia del mago bloqueaban el pensamiento inmimente de la chica, que por un momento había olvidado a los guardias, su corazón latiendo por la adrenalina y que su acompañante seguramente esperaba alguna reacción por su parte.

-¡Imperio!- Las palabras del mago la sacaron de su ensimismamiento.

 

La elección del hechizo había delatado al mago. Evedhiel no se extrañó de aquello, sin embargo no pudo evitar mirar a su alrededor acercando su varita a su rostro, vigilando por la presencia de alguien externo al que no hubiesen visto y que necesitase ser hechizado.

 

La suerte de ambos parecía intensificarse en equipo, pues nadie mas les oyó y el parque volvió a sumirse en un silencio sordo solo azotado por el continuo traqueteo de la montaña rusa en el centro.

-No ha estado mal. -dijo el mago, más para el que para la chica.. -Tu amistad resultaría interesante, ¿quién sabe, y en una de esas terminamos siendo cómplices en actividades poco usuales?

 

Evedhiel sonrió mientras de nuevo sus mejillas se encendian.

 

-Si quieres que nuestra amistad sea algo más que salvar a damiselas en apuros, te recomiendo que la próxima vez compartas tus victorias... y al menos me dejes formar parte de tu diversión- dijo bromeando mientras invocaba con su varita varias cuerdas que ataban la puerta por la que habían entrado los guardias a las taquillas a modo de candado.

 

Como una estrella fugaz los ojos de la chica parecieron iluminarse por un momento. El chico extendió ambos brazos, y Evedhiel le correspondió agarrando ambos para impulsarse y salir del escondrijo donde se había resguardado.

 

La luna había salido a iluminarles el macabro camino ahora que las nubes se habían alejado. La única ayuda luminosa que el satélite recibía provenía de una farola que tintineaba esparciendo sobras de distintas atracciones a medida que ambos avanzaban por el parque. Se podía apreciar el intento de renovación del lugar, y aunque aún parecían quedar sombras marcadas por el tiempo, la hierba estaba mas o menos cuidada, y algunas atracciones habían pasado el periodo de reparaciones y parecían estar en funcionamiento.

 

Buscó entre la oscuridad algún cartel que indicase su posición exacta. Eobard había mencionado el centro del parque como lugar apropiado para esconder tesoros, sin embargo la chica estaba disfrutando aquel paseo. No tenía muy claro si era el licor malo de aquella cierta taberna, o que quizás el caparazón armadura de su acompañante no era tan impenetrable como el pensaba, pero Evedhiel creía que el mago también estaba disfrutando un poco de misterio y aventuras. O al menos eso esperaba.

 

Estaba molesta que aún tuviese el aroma en su nariz y no pudiese identificar que era exactamente aquello que se mezclaba con el almizcle, pero decidió que no le molestaba tanto como para frustrarse. Olía bonito, y eso es lo que importaba.

 

-Que te parece si aparcamos por un momento a los Nifflers, y me enseñas que tan buena puntería con tienes con tu varita?- Evedhiel avanzó hacia lo que parecía un local abandonado de tiro de escopeta, pero remodelado a la versión magica.

 

 

 

 

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Hubo un momento en el que, cuando Evedhiel se sujetó de sus brazos para poder salir del desnivel, temió perder el equilibrio, lo cual hubiese resultado en ambos cayendo de vuelta a dónde habían comenzado. Pero no era momento para flaquear; se mantuvo firme, y de esa forma, ambos se encontraron en terreno estable.

 

Asintió con suavidad, sorprendido por el método que la joven había empleado para contener a los guardias. Una vez que pasara cierto tiempo, la maldición imperius dejaría de hacer efecto. No querían que fuera tan fácil el seguirles el rastro. Para su buena suerte, estaban solos.

 

-Es extraño. Quizá no estoy acostumbrado a compartir mis victorias, ni dejar que contribuyan a las mismas, porque ese alguien ha estado ausente los últimos veinte y algo años. -agradeció que la deplorable iluminación ocultara el rubor de sus mejillas. -Sobre aviso, no hay engaño. Alguien normal pensaría en un Juramento Inquebrantable, pero ya que aceptaste correr el riesgo...

 

Mientras se desplazaban a través del empredrado camino, que presentaba baches cada ciertos metros, se agachó para rozar la maleza con su mano derecha. Atrapó un cuidado trébol de cinco pétalos. No era común verlos, ni siquiera en el mundo mágico. Con un movimiento de su varita, ocasionó que éste la hiciera a modo de hélice, volando hacia la ojiazul.

 

Notó que su acompañante mantenía su nariz ligeramente arrugada, como si estuviese molesta por alguna expresión. Aún con la iluminación lunar, le era imposible verificar tal estado. Sólo esperaba que no se hubiera arrepentido de ir ahí con él.

 

Quizá sólo te estás volviendo loco. O simplemente, tu fragancia de de almizcle con esencia de cedro es asquerosa, pensó, bajando la cabeza con discreción para confirmar si su vestimenta emitía alguna nota de la fragancia que se había traído de Aruba.

 

Dejó atrás sus cavilaciones cuando encontraron otra fuente de luz, que por alguna razón les hizo dirigirse hacia la misma. Al menos dos hileras de locales se extendían a lo largo de una avenida, que llevaba a una rotonda donde, en otros tiempos, la gente seguro se reunía.

 

-Se me dan bien los ataques a distancia, aunque tengo un pésimo pulso.

 

Acompañó a Eve hasta quedar frente a la barra donde se supone que debían situarse los participantes. En lugar de figuras muggle, había pequeñas estatuillas metálicas de Criaturas Mágicas; Una hilera de Occamy, seguida de un par de esfinges, grifos, e incluso, algunos dragones, que parecían tan pesados, que quizá tomaba más de un disparo lograr derribarlos.

 

-Reducto. - un rayo de tonalidad rojiza, salió de la punta de su varita de nogal negro. Se giró para mirar a su acompañante. -¿Qué habrá para el vencedor? O vencedora.

 

Esbozó una sonrisa ante la posibilidad de que ambos estuvieran parejos en cuanto a su habilidad con la varita. Le había apuntado a uno de los dragones, por lo que quedaba ver si tenía éxito en lograr derribarlo.

 

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El mago ayudó a Evedhiel a estabilizarse, y tras las palabras sinceras de la chica el contestó:

-Es extraño. Quizá no estoy acostumbrado a compartir mis victorias, ni dejar que contribuyan a las mismas, porque ese alguien ha estado ausente los últimos veinte y algo años.Sobre aviso, no hay engaño. Alguien normal pensaría en un Juramento Inquebrantable, pero ya que aceptaste correr el riesgo... - Dijo el mago, evitando el contacto directo con los ojos de la chica.

 

Evedhiel se sorprendió a si misma leyendo entre lineas las palabras del mago. La ausencia de un ser querido. Quizás una esposa? Una hija? un amigo? Estaba claro que quien quiera que fuese había causado impacto en su vida. No sabía si ahondar en aquella frase. Como persona reservada sabía que las palabras poseían gran significado, y solo cuando se pronuncian por voluntad tienen el efecto de unir a las personas. Así que decidió no ahogar la confianza del mago con preguntas. Quizás en otro momento, el decidiese contarle.

 

- Juramento inquebrantable!- dijo riendo- mmm digamos que soy mujer de palabra. Además... que aburrido! No hay nada mejor que creer en alguien sin cadenas. Sin vincuios que aten a ese alguien a cumplir con su palabra. Lo suficientemente libre como para volar en cualquier momento, pero tambien lo suficientemente ..- la chica paró un momento analizando el doble sentido que podría tener su frase y ruborizandose ante ello- fiel como para mantenerse a tu lado sin ataduras.- finalizó

 

 

Minutos después de aquello, Eobard pareció pausarse en el camino y se agachó hacia la maleza. Evedhiel giró su cabeza y fruncioó sus ojos, contrariada. Quizás hubiese encontrado uno de los Nifflers, o una pista que pudiese llevarles a ellos. Observó a su acompañante con curiosidad.

 

Antes de que Evedhiel pudiese preguntar qué pasaba, lo que a Evedhiel le pareció un insecto primero, voló hacia ella. Con un gesto agil de su varita, Evedhiel paró el objeto en el aire. Un trebol de cinco hojas.

 

-Oh!- susurró la chica, incrédula. Dió unos pasos alrededor de trébol que seguía flotando en el aire. El color de la planta pasó a ser de un verde intenso a un violeta pálido cuando entró en contacto con la mano de la chica.- Un trébol camaleón...Pensé que no existían!- añadió- Y no solo eso... 5 hojas. Cuando era pequeña algunas de las cuidadoras del...internado nos decían que cambiaban de color según el aura de la persona que los tocasen. Obvio siempre pensé que eran cuentos de hadas- Dijo esbozando media sonrisa.

 

Se acercó al mago mientras el se ponía de nuevo en pie aún mirando la planta cuyo color se había intensificado ahora a un malva intenso mientras se la tendía en su mano al mago.

 

-Se ve que tu suerte está a punto de cambiar.- susurró.- Además creo que no necesitas esas gafas- añadió componiendo un gesto incrédulo por como el chico había distinguido el trêbol de entre las demás malezas y reparando en los grandes ojos del chico que se empequeñecían por la montura.

 

El callejón mal iluminado se había convertido en lo que en su día podría haber sido en area de diversiones. La proposion de jugar de la chica parecía haber sido aceptada y el mago puso de excusa su mal pulso.

-Oh! vamos, anciano!- bromeó Evedhiel risueña mientras se acercaba a la zona de disparo de la diana- Esa es tu mejor excusa para explicar como voy a ganarte? Además, te he visto vaciar un shot de vodka de una sentada- añadió.- Tu pulso no titubeó entonces.

 

Si no se hubiese oido a si misma, Evedhiel no hubiese pensado que aquellas frases ácidas hubiesen salido de sus labios. Hacía tanto que no dejaba ver aquella parte de si misma que hasta la propia bruja había olvidado su propio sentido del humor. Además no entendía muy bien por qué en aquel momento. Por qué aquella confianza desmedida hacia aquel mago. Como si lo conociese de antes. O no importase lo que pensase de ella mañana.

 

Se apoyó en la barra jugueteando con su varita mientras el mago se posicionaba paralelo a ella listo para usar su primer hechizo.

La hilera de Occamy era la más cercana, y un puntuaje marcando 10 se posicionaba al lado de la fila. La segunda la componían un par de esfingues que se movían continuamente y parecían emitir rugidos. A su lado puntuando 50 otro cartel se situaba justo debajo de la siguiente hilera, los grifos, con el mismo puntuaje, que revoloteaban cuando uno de los hechizos pasaba cerca. Por ultimo en lo más alto, pesados dragones emitían fuego constantemente complicando cualquier ataque con un cartel al lado de ellos en el que habían dibujado un 100.

-Reducto. - dijo el chico, y un rayo rojo salió de su varita.. -¿Qué habrá para el vencedor? O vencedora.

 

El hechizo del mago se desvió impactando en una de las esfinges que pareció componer un gesto molesto y se escondió detrás de una de sus compañeras.

 

-Já! tan seguro estas de que vas a ganarme, mister tiritas!??- dijo la chica alzando una ceja- Se giró hacia el mago y dijo- La ganadora elige el premio- dijo enfatizando la chica mientras una sonora carcajada escapaba de sus labios.- aunque no se si seraá un poco injusto teniendo en cuenta que acabas de encontrar un trebol camaleón de 5 hojas.-añadió pensativa.

 

Justo antes de que la chica tuviese opción de lanzar su hechizo, la esfinge que Eobard había derribado salió de su escondite.

 

-"Si tu puntuaje quieres doblar, este acertijo has de adivinar"- se aclaró la garganta: "Soy tan delicado que si me mencionas, me rompo. Qué soy?-

 

Evedhiel dejó al mago pensando, mientras ella apuntaba a uno de los grifos:

 

-Aquamenti- murmuró y un chorro de agua salió en dirección donde revoloteaba uno de ellos.

 

Evedhiel miró al mago de reojo, intentando enfocaser en si su hechizo daría en la diana, pero al mismo tiempo curiosa de ver si el mago conseguía adivinar el acertijo.

 

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No pasó por alto el hecho de que la joven parecía haber elegido cuidadosamente el set de palabras que quería responder ante la ausencia de alguien con quien compartiera una conexión. Y no la culpó; su frase podía haber sido interpretada de tantas formas, que el castaño prefirió no profundizar en ello. Su concepto de relaciones interpersonales era extraño, lo admitía, aunque la chica de cabello cobrizo le parecía inspirar confianza.

 

Es mejor así, en esto estoy de acuerdo contigo. concedió, asintiendo mientras procuraba que su mente no divagara hacia el pasado. Aunque, admiro tu interés por seguirme el paso; haré lo posible por ver que el tiempo que estás invirtiendo, valga la pena.

 

Parecía que Evedhiel tenía un amplio conocimiento por las plantas, fueran mágicas, o no, pues reconoció el tipo de trébol que el mago le había mostrado. En cuanto el ramillete tocó con suavidad una de las yemas de sus dedos, el color malva fue reemplazado por una tonalidad azul marino. Se sentía tranquilo, aún en tan peculiar lugar, donde tenía la ligera sospecha de que eran observados.

 

Normalmente, le habría cedido el primer turno a su acompañante para disparar, pero ya que ella insistió, había hecho lo propio para conseguir un buen puntaje. Hizo una mueca de dolor al observar como su hechizo aturdido se iba desviado; lo había dado casi todo por perdido, al punto de cubrir su rostro, rojo como tomate, con sus manos. El sonido metálico provocó que sucumbiera, cuidando de que su piel presentara la misma tonalidad nívea antes de mirar a la chica.

 

¿Qué decías acerca de mi suerte, hace rato? negó con la cabeza, mirando de reojo el trébol, que llevaba prendido al cuello de la playera, junto con las gafas. Se las volvió a colocar. Tú misma lo dijiste, soy un anciano, que además tiene problemas de astigmatismo. No soy el más apto para elegir el premio, por eso te lo confío a ti. Si es que lo logras.

 

Externó una expresión de preocupación, buscando pequeños mechones de su cabello que estuvieran canos, para después echarse a reír. Una voz serena, como perteneciente a un ente etéreo, los interrumpió. Como aún conservaba la varita en la mano, por instinto volvió a apuntar hacia el campo de tiro.

 

Los acertijos no habían sido un ámbito bastante común en su vida, aunque gustaba de dejarlos a las personas por mera diversión. Como el que había en su bóveda trastero, que encima requería trazar cierta figura. Pensó para sus adentros en qué respondiera. Eso era: Justo ahí tenía la clave.

 

Creí que no acertaría a nada. La respuesta a tu acertijo, es el silencio.

 

La esfinge decidió abandonar su escondite, saltando para caer a un lugar desconocido. El tabloide de la esquina superior derecha, que se había mantenido en ceros, cambió su puntaje a cien. En el otro extremo, estaba el marcador para su rival de juego, que se mantenía sin modificaciones. Al menos, hasta que un par de gotas perdidas rociaron su vestimenta.

 

El chorro de agua le dio de lleno al grifo, que se desplomó con un graznido de enfado. Lanzó un picotazo al aire, y se retiró volando. Ahora, iban cincuenta a cien. Entendiendo que eso daba pie a que iniciara su segundo intento, pensó en un encantamiento no-verbal. De su varita, emitió un mini torbellino, que con la intención de que diera en uno de los grifos.

 

¿Y si lo dejamos a dos de tres? Como dije, mi puntería no es tan buena, aún sin ingerir una gota de alcohol. comentó, observando a la joven, que seguramente estaría pensando en su siguiente estrategia.

 

@Evedhiel

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¿Qué decías acerca de mi suerte, hace rato? Tú misma lo dijiste, soy un anciano, que además tiene problemas de astigmatismo. No soy el más apto para elegir el premio, por eso te lo confío a ti. Si es que lo logras. - dijo el mago, con tono frustrado.

 

Evedhiel sintió remordimiento, pues si broma quizás hubiese herido los sentimientos del chico, que se apresuró a buscar canas en su cabello. Justo cuando iba a intervenir y decirle que era una broma. Eobard dejó estallar una carcajada.

 

-Al menos tiene mi mismo sentido del humor- se dijo a si misma recomfortandose.- ya pense que iba a tener que estar explicando todos mis chistes malos...

 

Lo que parecía iban a ser 50 puntos para el mago, acabó siendo de ventaja sobre Evedhiel tras la certera respuesta al acertijo de la esfinge.

 

Evedhiel apretó su varita entre los dedos. No le gustaba perder. De hecho la mayor parte de sus discusiones consigo misma habían sido justo y por aquella costumbre suya. La vida la había hecho aprender a perder muchas veces, pero la chica aún atesoraba algun que otro ramalazo de competitividad. Sin embargo,el Black Lestrange era aún un nuevo conocido. No podía dejar que sus debilidades apareciesen tan fácilmente. Al fin y al cabo, era solo un juego, y aún podía remontarlo.

 

El trebol de 5 hojas parecía haberse vuelto mas azul en el cuello del polo de Eobard. El chico conjuró un hechizo del que Evedhiel solo tuvo constancia por el pequeño remolino que escapó de la punta de la varita dirección a uno de los grifos. Los revoloteos de este se convirtieron en feroces batir de alas a medida que el torbellino se acercaba envolviendolo y lejos de arrastrarlo en la corriente inmensa de aire, el animal parecía bailar dentro de él, moviendo sus patas con agilidad hasta que el efecto del hechizo se hizo inapreciable y finalmente desapareció. El grifo pareció guiñarle un ojo a los magos en gesto de burla. El marcador permaneció 100-50.

 

-¿Y si lo dejamos a dos de tres? Como dije, mi puntería no es tan buena, aún sin ingerir una gota de alcohol- añadió.

 

-Me parece bien, siempre y cuando no seas humilde sobre tu puntería. Me llevas 50 puntos de ventaja! donde deja eso a la mia! Además al parecer no todo es puntería en este juego, y estoy segura que tienes otras muchas mejores habilidades- bromeó la bruja, apartando algunos cabellos de sus ojos y focalizando su mirada en sus objetivos.

 

 

Parte de ella necesitaba concentrarse si queria ganar al mago. Por otro lado, Evedhiel prefería divertirse viendo la cara de frustración del chico mientras ambos se veían burlados por 3 animales del tamaño de un roedor. Decidió relajar sus hombros, y lanzar un hechizo al azar.

 

-Incarcerus- dirigiendolo esta vez hacia uno de los dragones, con el objetivo de atar sus alas y hacerle caer a la tarima donde se encontraba el marcador.

 

 

A unos 50 metros de ellos, pequeñas sombras parecían haber despertado al unísono y recorrían el camino por el que ambos magos se habían aventurado hacía menos de una hora olfateando el rastro que los magos habían dejado. Ninguno de los dos se percató de aquello. Sin embargo, las pequeñas criaturas parecían estar organizándose en un intento de formar filas alinieadas entre ellas.

 

 

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