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★ Magic Land ★ (MM B: 109743)


Gatiux
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¿Otras habilidades? inquirió el Black Lestrange, mirándose de arriba a abajo. No creo que saber preparar pociones en una taza, o conocer de las Artes Oscuras cuente mucho en un juego de habilidad. chasqueó los dedos y señaló a la joven con el índice, como intentando esclarecer su punto. Es un grave error mostrar tu mejor jugada al inicio. ¿Qué tal y tú tienes un as bajo la manga que yo no espero?

 

Extendió ambos brazos hacia arriba en son de derrota. El grifo había sido más astuto. Resultaba gracioso, sobre todo por el hecho de que, aunque fuesen simples figuras, poseían la personalidad de las criaturas en las que estaban basadas. Aún había oportunidad de que Evedhiel lo alcanzara en el marcador.

 

Un clásico era que las personas adoptaran una postura de concentración al momento de lanzar, pero le sorprendió que su rival no mostrara signos de ello. Al contrario, la percibía tranquila, como calculando la inclinación ideal de la varita, o bien, el tipo de hechizo que utilizaría. Atacó a uno de los dragones, que sucumbió ante la cuerda proveniente de la varita de la Yaxley.

 

¿Lo ves? Terminaste dándome la vuelta. Nada está escrito aún, así que tendríamos las mismas probabilidades.

 

Ahora estaban 100 a 150. El bip del tabloide con el puntaje lo hizo pensar en cuál sería su siguiente objetivo. Las esfinges estaban descartadas, de cierta manera, pues eran un arma de doble filo. Recordando su pésimo primer intento con el dragón, descartó a estos casi al instante. Le quedaban los Occamy. Supuso que sería una buena idea.

 

¡Expulso! exclamó, dirigiendo su varita hacia la criatura emplumada del centro de la fila.

 

La onda expansiva llegó hasta ésta, ocasionando que se tambaleara un poco sobre la superficie de madera en la que se sostenía. Se sentía como en uno de esos momentos en los que caía una moneda al suelo, y aún no estaba claro si sería cara o cruz. Con su oído logró captar algo detrás de ellos, como el susurro de la maleza ante el movimiento.

 

¿Sería el aire? Lo dudaba; no había corriente en ese momento. Alguien los estaba siguiendo. O algo. Se giró instintivamente, pero no logró captar nada, más que la penumbra que les ofrecía el parque. Su anillo de plagas, que se situaba en el dedo anular de su mano derecha, le dio un ligero choque eléctrico, como advertencia de que se trataba de alguna criatura.

 

Creo que estamos siendo vigilados. En el mejor de los casos, son los guardias.

 

Sostuvo su varita con fuerzas, a la espera de que, lo que fuera que los acechaba, se mostrara ante ellos. Gracias a su pequeña distracción, no logró ver si había conseguido los diez puntos o no.

 

@Evedhiel

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-¿Otras habilidades? No creo que saber preparar pociones en una taza, o conocer de las Artes Oscuras cuente mucho en un juego de habilidad.- dijo el mago chasqueando los dedos y señalando a Evedhiel- Es un grave error mostrar tu mejor jugada al inicio. ¿Qué tal y tú tienes un as bajo la manga que yo no espero?- añadió, como exasperado.

 

-No preguntes.- dijo la chica en tono serio- Asume que siempre tengo un as bajo la manga- añadió intentando sonar segura de si misma en tono de burla.- Además las pociones en una taza estan subestimadas..

 

La sensación calida volvió a recorrer los normalmente helados dedos de la chica, quien empezó a pensar que la mort subite de la cantina no tenía nada que ver con aquello e intentó buscar mil enfermedades mágicas a manera de excusas en su mente.

 

Los brazos alzados en señal de derrota de Eobard la transportaron de nuevo allí. El chico parecía entre dolido y divertido mientras que el grifo al que había intentado derrotar quedaba henchido de orgullo pavoneandose de un lado al otro de la tarima, mientras las cuerdas de la varita de Evedhiel impactaban en uno de los dragones distraidos.

 

-¿Lo ves? Terminaste dándome la vuelta. Nada está escrito aún, así que tendríamos las mismas probabilidades. - añadió su contrincante.

 

La hechicera abrió mucho los ojos, contrariada, como si no pudiese creerse que su hechizo hubiese funcionado y buscase algún tipo de trampa en el mecanismo. A duras penas vió el tercer rayo de Eobard dirigiendose a uno de los Occamy.

 

El hechizo impactó de lleno en la criatura que voló hacia el stand superior donde el dragón encarcelado de Evedhiel aún se resistía a las cuerdas. La onda expansiva impactó tambien en la chica, que se tambaleó casi perdiendo el equilibrio. Evedhiel no era una bruja patosa, de hecho sus movimientos eran agiles y certeros, como si la elegancia fuese una de las cualidades natas de la chica, por ello un intenso rubor se apoderó de su cara y brazos al creerse a punto de caer.

 

Mientras tanto, el occamy miró a su alrededor y cambió su tamaño para acomodar aquel del dragon que tenía al lado. El marcador lo siguió con un leve sonido y los numeros volvieron a cambiar esta vez reflejando un puntuaje curioso: 200-150.

 

-Já! eso te pasa por hablar tan rapido! Tu plantita esta funcionando...-dijo la chica divertida con cierto rubor aún en sus mejillas-Ha adoptado el puntuaje de los dragones... muy listo señor tiritas- añadió Evedhiel caminando alrededor del mago para posicionarse algo mas cerca a el pero justo al otro lado de donde el se encontraba, como si quisiese atraer la suerte del trébol.

 

Irónicamente su tiro resolvería el juego. La chica se había olvidado por completo de su necesidad de ganar porque verdaderamente estaba disfrutando aquella partida, así que para ella el puntuaje no era importante.

 

-Petrificus totalus- dijo levemente apuntando a nada en particular, y esperó sin fijarse en si su hechizo impactaba o no. Giró su mirada al mago para ver su reacción ya que estaba segura de que sería mejor manera de saber.

 

Sin embargo, el rostro serio del mago cortó la sonrisa de su labios.

 

-Creo que estamos siendo vigilados. En el mejor de los casos, son los guardias. - dijo este, con su varita en la mano en señal de peligro inminente

 

Evdhiel se giró y adoptó también posición de defensa. Frente a ella miles de figuras pequeñas, no mas grandes que montículos de tierra, habían rodeado el edificio donde Eobard y ella habían pasado la ultima hora. La chica dio algunos pasos al frente para intentar adivinar de que se trataba. Lo primero que se le vino a la cabeza eran topos pero...por qué aquel inmenso numero y de manera tan organizada.

 

Cuando casi estaba convencida de su propia hipótesis e iba a guardar su varita, la única luz que los iluminaba, la de la luna llena , fue oscurecida por una nube cercana, sumiendo a los magos en total oscuridad. Un escalofrío recorrió la espalda de Evedhiel, y cuando la nube volvió a desvelar la luz lunar esta se proyectó en todos los montículos que los rodeaban, reflejando distintos objetos que las criaturas agarraban dirección a los magos, y dirigiendo la luz con intensidad a los ojos no acostumbrados de la chica.

 

Cegándola.

 

-No habrá necesidad de buscar a los Nifflers, Eobard- dijo la chica, protegiendose los ojos con uno de sus brazos y girandose a ciegas buscando refugio de la luz directa.

 

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-No pondría en duda tu habilidad. La última hora, has hecho gala de la misma. -terció, con un ligero rubor en los huecos de los ojos. -Recuerdo que la última vez que recurrí a tan improvisado método, fue cuando laboraba en Criaturas. Imagino que también en San Mungo debiste tener que elaborar Pociones así en algún momento.

 

El impacto de su rayo lo hizo retroceder un par de centímetros de la tarima, haciendo que la madera crujiera bajo la suela de sus botas. Confiaba en que tenía la facilidad para los encantamientos, pero en aquella ocasión le había dado más intensidad al Expulso de la esperada. Quizá se había concentrado demasiado.

 

Con el rabillo del ojo, notó que Evedhiel movió los brazos, como si estuviera nadando o perdiera el equilibrio. Estuvo a una fracción de segundo de ayudarle, pero su reacción había sido demasiado lenta; el bip en la tabla de puntajes anunció que de algo había servido su hechizo. Estaban 200-150, y no entendía cómo lo había logrado. El Occamy, escurridizo, había sacrificado a otro de los dragones.

 

-Sí que te ha gustado lo de Míster Tiritas, ¿no es así? Va bien con mi tendencia de atraer problemas. Así que, yo que tú, me quedaba con el trébol camaleón mientras tenga oportunidad.

 

La ojiazul había acortado la distancia que los separaba, quizá en afán para conseguir un poco de esa suerte que emanaba de la planta. El castaño repasó mentalmente si había tomado Felix Felicis antes de salir, pero no había sido el caso. Su rival lanzó el encantamiento petrificante, que terminó dándole una esfinge. Ésta se quedó con una pata arriba, como si fuera a dar un zarpazo.

 

Otro cambio de puntajes. Pero el juego ya había quedado en segundo término.

 

-Concuerdo contigo. Me parece que somos como un aperitivo para ellos. -comentó, utilizando el brazo derecho para cubrirse del reflejo que emitía la luz lunar. Se refería al tono de piel de ambos, que rivalizaba con el brillo de la luna.

 

Tenía que pensar en algo rápido. Como estaban ocupados cubriéndose de la luz, los nifflers aprovecharon para ir aproximándose, cual topos en sus madrigueras. En un abrir y cerrar de ojos, la intensidad de la iluminación ya había sobrepasado los límites tolerables. Uno de ellos, saltó desde la tierra, con la intención de retirarle su anillo, pero el castaño quitó la mano justo a tiempo.

 

-Pido perdón de antemano por esto.

 

Guardó la varita en el bolsillo de su gabardina. Se acercó a Evedhiel y posó su palma derecha sobre la nuca de la hechicera. Valiéndose de las características de las botas de siete leguas, echó a correr para sacarlos de aquella trampa. Se detuvo derrapando a la entrada de la montaña rusa. Empleó dicha maniobra para evitar que ella se rompiera el cuello con el latigazo del desplazamiento.

 

La joven se había quedado al pie de la taquilla de entrada, cuyo tablón estaba casi carcomido por las plagas a lo largo de los años. El Black Lestrange, no tuvo tanta suerte, y quedó boca arriba a unos palmos de la nueva ubicación. Probablemente ahí no los buscarían las criaturas.

 

@@Evedhiel

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La luz cegadora la había hecho retroceder mas de lo que creía pues la voz de Eobard la sorprendió mas cerca de su oido de lo que hacía escasos minutos había calculado. Los Nifflers avanzaban cautelosos pero a paso ligero, y como acto reflejo, Evedhiel empuño a Nïnde con su mano izquierda, protegiendo así su anillo de metamorfopiedra que tomaba forma de perla en su mano. La chica buscaba mil posibles vías de escape en su mente, ninguna de ellas lo suficientemente efectiva. Estaba a punto de intentar aparecerse de manera conjunta de nuevo, a pesar de que sabía de la adversión por ello de su compañero cuando este dijo:

-Pido perdón de antemano por esto. -

 

La chica solo tuvo de articular un gesto inquisitivo, no sabiendo muy bien que esperar de aquellas palabras, antes de sentir la mano del chico en su cuello, que se tensó y de manera refleja la chica agarró el brazo de Eobard con su mano libre, como si respondiese a un ataque no esperaba.

 

Su tensión re redujo un poco a medida que la señal de alerta posible ataque se convirtió en la incertidumbre de sentir que el suelo se movía bajo sus pies.Aflojó el agarre del brazo del chico ahora solo estabilizando su posición para evitar quedarse atrás.

 

-Estamos volando?- se dijo a si misma, incrédula y buscando sin éxito alguna escoba donde agarrarse. El viento le despeinaba los cabellos y la mano del chico firme en su cuello la guiaba...- Estamos corriendo!- pensó entonces fascinada. Pero sus piernas no parecían moverse, mas bien flotaban casi sin esfuerzo en un intento de seguir a las de Eobard que parecían tener algún encantamiento.-

 

 

Los pies del chico derraparon y la montaña rusa apareció entre ellos, el tablón carcomido de la taquilla amortiguó de manera grácil su frenado, y cuando la chica pareció volver a identificar el suelo que pisaba y la sensación de estar flotando pareció desaparecer buscó a Eobard con la mirada.

 

Una media sonrisa se apoderoó de sus labios cuando lo encontró tumbado bocarriba a unos palmos de la atracción.

 

- Menos mal que no te dejé trucarme en la carrera desde la cantina hacia aquí- dijo posando una mano en su cadera, que estaba un poco dolorida después de su frenado de emergencia contra la valla- Ahora entiendo tu alegría ante tal proposición.- La chica se acercó algo más al mago, mientras se adecentaba la camiseta que había dejado al descubierto uno de sus hombros.- Jamás he visto tantos nifflers furiosos juntos. Digo... ni siquiera habíamos empezado a buscar sus tesoros... gracias por sacarnos de allí. Olvidaste mencionar rápidez entre tus habilidades especiales- dijo adecentándose ahora el cabello- tomo nota.

 

Cuando estuvo a unos 30 cm del chico miró la mullida hierba donde el había caído y se debatió entre tumbarse a su lado a mirar las estrellas o ayudarle a levantarse.Después posó la mirada en el chico por unos segundos antes de decir:

 

-Mira quien encontró una rareza entre malezas esta vez!- le dijo comparándolo con el trébol que sorprendentemente aún estaba prendido del polo del chico y tendiéndole la mano a Eobard- Espero que no te tiñas de violeta-

 

-Supongo que no va a haber un mejor momento para comparar tus pasos con la velocidad de la atracción- añadió. Hizo una pausa y sin saber muy bien porqué volvió a ruborizarse- A menos que prefieras quedarte contando estrellas.-

 

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Se puso una mano sobre la nuca para poder inclinar la cabeza. Aquel intrépido escape le había costado parte de su energía, por lo que necesitaba un par de segundos para recuperar el aliento. Por suerte, ya podía enfocar correctamente; observó que su acompañante se acercaba, en apariencia, ilesa. Hizo una mueca, ladeando el rostro a la par que algunos de sus huesos crujían.

 

-Me temo que no es una habilidad especial. Eso no evita que haga uso cada que tengo la oportunidad. -admitió, dibujando una sonrisa triste ante la revelación. Él deseaba que lo fuera, pero era casi imposible nacer con tales destrezas. -Ahora me siento culpable por el asunto de los nifflers, pero al menos estamos bien. Lo estás, ¿cierto?

 

Aceptó la mano que le ofrecía Evedhiel, cerciorándose de que su tono de piel se mantuviera sin cambios. El chiste le había resultado gracioso, sobre todo porque él se consideraba un ente demasiado extraño. Realizó un par de flexiones para cerciorarse de que no tenía algún hueso roto, manteniéndose frente a su interlocutora, quien parecía un poco desaliñada ante el repentino movimiento. A ninguno parecía importarle más el aspecto.

 

-¿Y por qué no contamos estrellas, mientras intentamos no morir en el trayecto? Digo, conmigo fungiendo de trébol camaleón, podemos tentar a nuestra suerte.

 

Hizo lo propio para mover el tablón que evitaba el ingreso a los visitantes. La estructura metálica emitió un chirrido de queja, como advirtiendo que no profanaran aquella atracción fuera de servicio. Se giró para observar la reacción de la joven, pues un sonido así simplemente no pasaba desapercibido. Palpó la varita en el bolsillo interno de la gabardina.

 

-Ojalá no haya más de nuestros amigos ahí dentro. En una de esas, encontramos su alijo y podemos llevarnos un tesoro a manera de souvenir. -comentó, divertido ante la expectativa de más dificultades. -Así, quizá pueda saber el significado de tu tatuaje.

 

El castaño colocó la mano sobre su cuello, como indicándole a su acompañante a lo que se refería. Durante el breve lapso en el que se desplazaron de la trampa de las criaturas, se había percatado de un peculiar trazo en la parte trasera del cuello, oculto bajo los rizos cobrizos de Evedhiel. Seguramente no todos tenían la oportunidad de vislumbrarlo, y le intrigaba.

 

Por fortuna, estaba dándole la espalda a la luz de la luna, esperando con esto, que no se notará el ligero rubor que se había apoderado de su frente.

 

@@Evedhiel

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Eobard parecía dolorido mientras aceptaba la mano de la chica para ayudar a ponerse en pie. El chico parecía estirar los músculos y articulaciones entumecidas, y realizó algunas flexiones para cerciorarse de que no se había roto nada.

 

-Me temo que no es una habilidad especial. Eso no evita que haga uso cada que tengo la oportunidad. -dijo, como apesadumbrado por la revelación -Ahora me siento culpable por el asunto de los Nfflers, pero al menos estamos bien. Lo estás, ¿cierto? - añadió abriendo los ojos.

 

La preocupación del mago la envolvió de nuevo en una sensación cálida en sus brazos y mejillas.

 

- No te sientas culpable! Nos sacaste de una situación complicada de manera concienzuda.Yo estoy bien- dijo mientras se le acercaba.- Deberías preocuparte por ti. Tu aterrizaje fue más forzoso- dijo y sin esperar reacción del mago y con la mirada concentrada, agarró la cabeza del mago con ambas manos y la movió levemente hacia la suya y luego de arriba abajo, como escaneándolo en busca de heridas o posibles indicación de un trauma grave. Cuando pareció haberse dado por satisfecha retiró un poco sus manos de la cabeza de Eobard y por un instante sus ojos azules se posaron en los del chico, percatándose de que había invadido quizás demasiado su espacio personal.Carraspeó.- Si, ejem... parece que no hay signos de contusión, ejem...- añadió liberándolo y llevándose la mano a su muñeca izquierda, nerviosa.

 

Cuando Evedhiel pensó que no necesitaba actuar más como sanadora, se percató de un hilero de sangre en uno de los brazos de Eobard.Guiada por la costumbre, agarró el brazo de este descubriendo un tatuaje un poco particular que incluí una calavera y una serpiente. Lejos de asustarse de aquella particular marca,Evedhiel lo recorrió con la yema de sus dedos, interesada para rápidamente completar diciendo:

 

-Episkey- El corte no muy profundo en el brazo del chico parecia dejar de sangrar y cerrarse- No deberiía dejar cicatriz.- Dijo, buscando en su bolsillo hasta sacar una de sus propias tiritas y ponerla sobre la pequeña herida, a modo de burla. Acto seguido, soltó el brazo y se separó del mago,dirección a la montaña rusa.

 

Aunque maltratada por el tiempo, el amasijo de hierros y metales parecía estar en funcionamiento, y de cuando en cuando uno de los railes emitiía un sonido sordo como de frenos alcanzando el final e inicio de la trayectoria. Los railes se perdían de vista después de 90 metros approx, y el vagón con ellos y volvían a aparecer unos 5 minutos después a tiempo para comenzar el recorrido. Evedhiel sospechó que algún tipo de encantamiento debía transportarlos a otro sitio en plena caida en picado. Quizás los nifflers habían aprovechado aquello para esconder allí su tesoro.

 

 

-¿Y por qué no contamos estrellas, mientras intentamos no morir en el trayecto? Digo, conmigo fungiendo de trébol camaleón, podemos tentar a nuestra suerte. - Dijo Eobard, como leyendole el pensamiento.

 

- Podríamos SER estrellas- añadió la hechicera, señalando el tramo del rail donde desaparecía en aquel instante la vagoneta que hacía efecto de estrella fugaz.- Espero que no te asusten las alturas.- dijo divertida.

 

Eobard abrió camino hacia la construcción apartando una de las vigas metálicas que roídas por el tiempo emitió un sonido chirriante. Ambos se miraron entendiendo que necesitaban moverse rápido si no querían ser descubiertos.

-Ojalá no haya más de nuestros amigos ahí dentro. En una de esas, encontramos su alijo y podemos llevarnos un tesoro a manera de souvenir. -Así, quizá pueda saber el significado de tu tatuaje.- Dijo el mago, tomando desprevenida a la chica mientras posicionaba la pieza de metal de manera que pareciese que había caído por su propio peso.

 

Como para indicarle a que se refería Eobard señaló su propio cuello. Evedhiel se llevó la mano al suyo propio como acto reflejo y se echó el cabello a un lado descubriéndolo, y pareció notar un deje sonrosado en el chico, Casi tanto como el que ella había intentado ocultar cuando comprobaba signos de concusión minutos antes

 

-Es..- Evedhiel paró en seco su explicación, como percatándose de algo.- Sabes? Mejor te dejo con la duda.- Dijo divertida traspasando cerca de la taquilla de entrada a la atracción.- No querrás revelar todos mis secretos en nuestro primer encuentro, verdad Mister Tiritas? Quizás el alcance de tu trébol no sea lo suficientemente amplio como para que te cuente- le guiñó un ojo.

 

-En cuanto a nuestros amigos... con suerte y encontramos su alijo de joyas y tesoros. No estoy muy segura que eso les haga muy felices, así que mejor ten tu varita a mano- Emitió una carcajada nerviosa al percatarse de su juego de palabras, y rezó en su mente para que el chico no encontrase raro reirse de sus propias bromas.- Mientras tanto... disfrutemos del viaje.- finalizó la chica.

 

Sus palabras parecían haberse acompasado con el ciclo de la montaña rusa, pues en ese momento, uno de los vagones se detuvo frente a ellos, invitándolos a entrar. Evedhiel se animó a entrar primero y una vez estuvieron ambos acomodados, el vagón se elevó del suelo, levitando y empezando su recorrido.

 

Evedhiel miró a su acompañante y se agarró con fuerza a uno de los lados del vagón que había tomado la forma de un colacuerno húngaro. Un leve cosquilleo se apoderó de su estómago.

 

 

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Abrió los ojos como platos ante la inesperada reacción por parte de la Yaxley para revisar si tenía alguna herida. Su cuello hizo un crack ante los movimientos consecutivos, pero no parecía estar roto. En cuanto ambos establecieron contacto visual, no supo cómo reaccionar. Le sostuvo la mirada y, ¿estaba temblando? Esperó que se debiera a la gélida brisa que les alcanzó, pero algo le decía que no era así.

 

Sacudió la cabeza, intentando difuminar la coloración rojiza que había adquirido su rostro.

 

Creo que estaré bien. Antes no fue una caída de un acantilado. ladeó la cabeza hacia la derecha. ¿También Evedhiel intentaba disimular? Pero me alegra que no hayas resultado herida. Como ex empleado del Departamento de Criaturas, no podría permitirlo.

 

Una punzada en el antebrazo izquierdo lo invadió sin avisar. Por un momento, creyó que había sido el tatuaje de la Marca Tenebrosa, pero no. Se había acostumbrado a aquel escozor, que incluso le llegaba a causar cosquillas. No, aquello era más bien una herida, pues sentía el flujo de sangre borbotear sobre su piel.

 

Antes de que pudiera hacer uno de sus clásicos comentarios sobre la estabilidad de su cuerpo, la joven sujetó su extremidad con la precisión propia de una sanadora de San Mungo. Notó que el encantamiento que le había hecho al tatuaje, se había desvanecido por un momento, revelando su pertenencia a los mortífagos. No pareció alarmarse, ni mucho menos.

 

Dejó ir una risa al ver que le había puesto una tirita sobre la herida, en referencia al gracioso sobrenombre que le había puesto momentos antes.

 

Ojalá no la deje, aunque no sería la primera que obtengo por olvidarme un poco de la vida cotidiana. repuso, cubriendo el brazo nuevamente con la manga de la playera polo. Fingió una expresión ofendida, colocando su mano sobre la barbilla. ¿Quién dijo que me asustan las alturas? Vamos, que si hay agua, sería cauteloso.

 

Negó con la cabeza, siguiendo a su acompañante a través del sendero que los llevaba hacia el punto de partida de los carritos. Sí, definitivamente le recordaba cierto paraje en el que se habían celebrado unos premios; si no era el mismo hechizo, al menos tenían similitudes. Se recargó sobre el tablero del operador, a la espera de que algún vehículo los recibiera.

 

Su pregunta sobre el tatuaje de la joven la había tomado desprevenida. Después del momento en el que su afiliación al bando se dio a conocer, lo más natural sería mantener un bajo perfil. Aunque a él de verdad le interesaba conocer qué significado tenía, pues el trazo no era ni mucho menos peculiar.

 

Me gusta tentar a mi suerte, y creo que te has dado cuenta. Cada tatuaje tiene su historia, y no dudo que la tuya sea emocionante e intrigante. No tanto como la que tiene el mío, o eso creo.

 

Agitó el brazo izquierdo, aunque estaba de más. Bien pudo haberse referido al tatuaje que portaba en el pecho, escondido bajo la camisa, o el que le habían hecho en la espalda baja. Uno de los vagones llegó en el momento justo; parecía no poseer magia, incluso compartiendo similitudes con los carritos que utilizaban los nomajs en las ferias. Le cedió el paso a Evedhiel, cerrando la comitiva al sentarse a su lado.

 

No saquen manos ni pies, mantengan sus extremidades dentro del vehículo en todo momento. imitó la voz que daba indicaciones a los visitantes. A la brevedad, una barra de metal se materializó sobre sus cabezas, yendo a parar a sus piernas, como medida de seguridad.

 

Su viaje comenzó con un traqueteo totalmente esperado. El Black Lestrange asomó la cabeza para mirar hacia abajo; no iban pegados al riel, sino levitaban sobre éste. Se acercaron a las primeras curvas, en las que, debido a la creciente velocidad, se mareó un poco. Colocó sus manos sobre el extremo que le correspondía, pensando en qué tan buena idea había sido el subirse a la atracción.

 

Y justo cuando parecían llegar al final del recorrido, una pendiente bastante pronunciada, hubo un cambio de planes. El metal en el riel parecía tener vida propia, deformándose para formar una especie de plano inclinado. Su cabello quedó esponjado por el viento que les golpeó la cara sin previo aviso. Ahora, se encontraban planeando sobre el parque de diversiones. O, al menos, la gravedad aún no les hacía caer.

 

Dos visitantes en una imitación bastante convincente de dragón, intentando buscar tesoros. quitó las manos del transporte, trazando lo que parecía ser una primera plana. Se giró para mirar a Evedhiel, que parecía estar disfrutando el trayecto a su manera. Ahora es buen momento para ser estrellas.

 

Le guiñó el ojo. El carrito, que batía las alas como su homólogo en la realidad, comenzó a escupir fuego a través del hocico. Réplicas bastante convincentes. Por un momento, creyó que descendían rumbo a tierra firme, pero en su lugar, una especie de espejo se reflejó frente a ellos. Era como una tela invisible pero, si uno enfocaba lo suficiente, podía notarla. Sin algo que pudiera impedirlo, cruzaron el portal que los llevaría a un mundo desconocido, y que, si tenían suerte, los devolvería justo al inicio del viaje.

 

@Evedhiel

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La botella se resbaló de su manos y cayó al piso en una ruptura de cristal. Había bebido, más de la cuenta, enrojeciendo sus mejillas y dándole nuevas centellas a sus orbes lilas. Ella siempre había sido una persona parca al beber, jamás se excedía o dejaba que las cosas llegaran hasta ese punto porque el control de sobre su cuerpo le gustaba. Pero en aquella noche se había ido a un bar y con un par de personas y risas había terminado de esta manera; el querer irse sola la puso en precarias situaciones.

 

Aún conservaba su andar de dama e inclusive podía entablar una conversación medianamente decente. Pero aquellas risas momentáneas la hacían dudar si estaba en todos sus cabales. El chirrido de algo moviéndose llamó la atención de la bruja, parando justo en frente de unas letras que apenas se sostenían y alumbraban. Un parque de atracciones hecho para suicidas, nada mal. Echó un vistazo más allá del precario letrero, era el lugar perfecto para matar alguien y que nunca lo encontrasen. Soltó una risa suave mientras se acercaba a ese carnaval lleno de oxido que se hacía llamar parque.

 

Pasó por la taquilla pero el mago calvo y regordete se había dormido en la silla. Esto era bueno, ya había dilapidado gran parte de su fortuna en ese bar, además de que le parecía una falta de respeto que cobraran para entrar a lugar lleno de tétano. Ensució su finas botas de piel de dragón con el barro, mirando encantada la rueda de la fortuna que de seguro se caería. Pateó el carro de perritos en cuanto lo vio, esperando molestar la cena de las ratas. El parque ya le estaba gustando.

 

Se acercó a las oxidadas barandas de una tracción, unas tazas ancianas que se quejaban de mareos giraban con luces de varios colores. La bruja con una sonrisa se inclinó y apoyó los codos de la baranda, mirándolas con sorna. La ropa que tenía apenas había sido echa para la noche, su pantalón de cuerina negra y su fina blusa rosa no la protegerían del frío. Poco le importaba, se estaba divirtiendo.

 

 

@Alaxel

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El cielo sobre la cabeza de ambos magos parecía querer alargar las escasas horas de oscuridad que le quedaba a la noche. Algunos pájaros habían comenzado a despertar, y el arrullado piar de los animales sirvió de concertina mientras el traqueteo de la montaña rusa que había tomado los hechiceros recorrīa la cuesta arriba.

 

Eobard parecía haberse tomado la respuesta ambigua sobre el tatuaje de la chica a modo de reto, como si verdaderamente le interesase cualquier historia que Evedhiel tuviese que contarle. La chica, por su parte peleaba internamente consigo misma en un intento vano de desvelar demasiado sobre ella, y decidió dejar el tema en el aire, sabiendo que lo retomaría cuando la sonrisa del chico se hiciese más habitual en su dïa a día. De igual manera, y por alguna razón, sabiía que acabaría sonsacandoselo.

 

-No saquen manos ni pies, mantengan sus extremidades dentro del vehículo en todo momento.- la voz neutral del chico imitando a una azafata de vuelos la despertó de nuevo de su propia mente.

 

-No hay salida de emergencia, y el uso de saeta de fuego queda reservado a expertos que no tengan miedo a las alturas- añadió la chica, continuandole la broma, y a la vez se sintió desconocida... Una barra de metal cubrió su pecho y espalda, evitando que saliese despedida.

 

Antes de que se diese cuenta, se vieron envuelto en un revoltijo de curvas y tirabuzones. Subidas y bajadas...el cosquilleo producto de la adrenalina se apoderó de nuevo del estomago de la chica, que no podía dejar de reir de manera nerviosa agarrando con fuerza las alas de aquel improvisado dragón. En algún punto de aquel ir y venir, Evedhiel giró su cabeza hacia Eobard, quien parecía haberse mareado un poco, pues su piel lucía un poco más pálida que de costumbre. Por algún motivo aquello activó aún más los nervios de la chica, y su risa pasó a ser carcajadas.

 

El cabello de la hechicera se movía como si tuviese vida propia, y Evedhiel pensó que iba a enterrar al mago en sus rizos, cuando alcanzaron la última pendiente del recorrido. La velocidad de la atracción alcanzó su zenit, y la adrenalina hizo gritar a Evedhiel mientras cerraba los ojos hasta que de pronto: El viento pareció tornarse liviano, y los pies de la chica parecieron sentir una reducción de la gravedad.

 

Abrió primero un ojo, apartando una de sus manos que había usado para taparlos, a su lado, Eobard había cambiado su palidez por un gesto de diversión y asombro. Evedhiel le siguió y sacó sus manos del carrito, copiando el trayecto de las alas del animal y alzandose un poco de su asiento.

 

-No somos estrellas!- dijo, señalando al fuego del dragón que dejaba un halo dorado tras de ellos- somos cometas!- Eobard le respondió guiñandole un ojo, y de nuevo, sus mejillas enrojecieron ante el gesto sincero del mago.

 

-Podrías acostumbrarme a esto- dijo una vocecilla en su mente.

 

Pero no duró mucho. Ambos se vieron envueltos en un velo casi tan transparente como el propio aire, pero com la densidad suficiente como para saber que estaban cruzando alguna linea imaginaria.

 

El dragón cambió su pacifica trayectoria bajando en picado y por lo que parecía... sin frenos.

 

 

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