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Heredad Ollivander (MM: B 110990)


Hessenordwood Crouch
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Aquella era una mañana cálida y a pesar de que el cielo estaba nublado por momentos los rayos de sol se colaban entre las nubes. La rubia abrió los ojos, una abertura en las cortinas de la ventana hacía que la luz que entraba por ahí le despertara. Siguió acostada en la cama por unos minutos más, era hasta ese día que tenía un pequeño descanso de sus ocupaciones en el ministerio francés, las cuales con el paso del tiempo parecían incrementar incontrolablemente.

 

Había muchas cosas que tenía que hacer, pendientes que había dejado de lado por que no entraban en el itinerario de la dirección de cooperación mágica internacional, uno de ellos era buscar el local adecuado en el callejón Diagon y adaptarlo para lo que ella tenía en mente, comprar todas las cosas, utensilios, materiales y equipo necesario para instalar las mesas y cocinas en el atelier. 


Se levantó, tomó un largo y relajante baño de tina, se había acostumbrado a las prisas matutinas y había pasado mucho desde que no se daba 5 minutos más bajo el calor del agua tibia. Al terminar, envuelta entre toallas escogió el atuendo que llevaría, dejaría un poco de lado los vestidos elegantes, cortos o de gala, los zapatos altos, con plataforma que le hacían verse más alta de lo que era y en cierta forma le gustaba vestirse así, le gustaba mucho, pero hoy vestiría un sencillo vestido corto de tirantes en color verde y tenis blancos, nada como la comodidad de un día dedicado a sus asuntos personales en donde debía de dejar todos aquellos asuntos de oficina en casa.

 

Tomó un bolso color rosa palo, con un movimiento de varita su habitación lucía impecable, se dirigió a su mesita de noche donde tenía una pequeña mochila qué cargaba a todas partes,  en ella llevaba un kit de pociones, las más esenciales y las que podría necesitar por cualquier imprevisto iban ahí, incluido un par de bezoares. Sus gafas de sol, monedas y gafetes de identificación del ministerio, pero notó en el fondo de la mochila un par de cajas con un objeto, cada una, realizado por ella. La noche de la reunión  de los Evans no había podido dar a ninguno de sus padres lo que les había llevado. Fue ahí donde recordó que era finales del mes de agosto y el cumpleaños de su madre estaba muy próximo. Sabía lo que tenía que hacer, todo lo demás podía esperar, pero no aquello.

 

Salió de su habitación en el palacio rosa, Hannah ya no se encontraba en el piso, sobre la mesa del comedor estaba una nota dirigida a ella en la que mencionaba que la Rambaldi tendría cosas que hacer y probablemente no regresaría hasta la siguiente semana. A ella no le sorprendía, conocía de las ausencias de Rambaldi y estaba acostumbrada a ellas. Tomó una manzana a forma de desayuno y salió de casa.

 

Tardó un poco más en llegar en el autobús noctámbulo que lo que hubiera hecho en su moto, pero había llegado a los límites de la propiedad ¿hacía cuánto que no entraba en aquel bosque? En realidad no había pasado más de seis o siete meses, pero para ella había sido una eternidad, extrañaba tanto su casa, su hogar, lo que fue su refugio por tanto tiempo, pero también el lugar en donde había vivido una de las situaciones complicadas que cambiaría su vida de una forma inesperada. No había sido tan malo en un principio, todo aquello le había permitido descubrir sus orígenes, tener un lazo más fuerte con su padre, o eso creía ella. Inconscientemente tocó su mano izquierda, aquella extraña cicatriz que había obtenido tras buscar a Grelliam en la oscuridad que le rodeaba y que sin saberlo, esa oscuridad le había invadido a ella tras esa búsqueda. 


Si lo supiera, no le importaría, ella daría cualquier cosa por que sus padres se encuentren bien, aunque tal vez aquello le haga dar nuevamente un giro a su vida.

 

El recorrido por el bosque circundante fue, en cierta forma, placentero, la vegetación abría camino a sus pasos como si aquello supiera de su presencia,  que era ella, la misma que había recorrido ese bosque la primera vez en busca de sus padrinos, la primera vez que llegaba y que no había tardado en llegar a la casona, como si el lugar reconociera a la jovencita como la hija de sus habitantes aunque ninguno de ellos lo supieran.

 

solo aquel que tenga clara su intención puede llegar a su destino

 

Aquel letrero estaba lleno de musgo, pero sus letras brillaban como probablemente la primera vez que habían sido colocadas, lo tocó, aquel bosque viviente le traía un paz qué no sentía desde hace mucho tiempo. Aspiró su aire fresco y continuó con su camino.


Escuchó el rugir del tigre, lo había extrañad tanto, al igual que a todas las criaturas qué habitaban allí, sonrió, ya habría tiempo de reencontrarse con el tigre blanco,  ahora solo se dejaba guiar por el camino que se abría a su paso.


Llegó a la casa, la puerta se abrió en seguida ¿sería posible que la casa extrañaba la presencia de la rubia tanto como ella extrañaba aquel lugar que había considerado su único hogar?


A simple vista no había nadie allí, se internó hacía la sala, dejó su bolso en la mesita de centro y se acercó a la repisa en donde reposaba aquella fotografía familiar, los tres juntos ¿Cuánto tiempo había pasado desde aquel día, pero sobretodo cuántas cosas habían pasado con ellos hasta la fecha? No lo recordaba.

 

La puerta del estudio se abrió de repente, avanzó hasta llegar a la puerta y ver el interior, se recargo en el marco de esta con los brazos cruzados, era el primer lugar en el que había estado al ingresar a la Heredad,  casi podía ver de nuevo a Garry abriendo ese grimorio y los fantasmas de Geriant Ollivander y Odett Saint Marín saliendo de él, a la profesora Moody inconsciente tras el ataque de la fantasma y a Yanna saliendo por una trapilla en el suelo para, por orden del Ollivander, tomar a Eileen como un saco de papas y subirla a la habitación de Bel Evans, la dueña de la habitación tras ella junto a la rubia unos años más joven, recién ingresada al bando de la Orden del Fénix.

 

Se alejó  de allí y de inmediato la puerta del estudio desapareció, se escuchaba que la parte de arriba se movía, ella quería ir a ver si alguien se encontraba allá, pero antes se dirigía a la cocina, el lugar en donde el Garry corrompido le había acercado un café con una infusión de sueño y no se había dado cuenta, el simple hecho de haber visto a su padrino bien en cuanto llegó a buscarles tras el estallido en el atrio ministerial le había hecho no dudar de él, nunca lo hubiera hecho de ninguna manera, el cariño, amor y respeto que tenía por Grelliam Ollivander, el mismo que sentía por Bel Evans,  antes como padrino, como padre e incluso con aquella alma podrida viviendo dentro de él no le hacía dudar de las acciones que tenía.

 

Suspiró…

Lamentaba no haber podido hacer algo más, incluso llegar antes.

 

Se recargó en el muro que había antes de llegar al salón ¿cómo olvidar la navidad en que había llevado ese pino y lo pasaban en familia decorando un árbol con ramas rotas y quemado de algunas partes, sonrió, ese recuerdo era el que le había hecho llegar hasta Garry el día de su intromisión en el palacio y lo que probablemente ayudó a que aquello saliera de su cuerpo.

 

Subió las escaleras y tras pisar el último escalón, del lado derecho apareció una puerta entre abierta, acercó su mano al pomo para empujarla, era la habitación de su madre, a la cual había ido algunas veces que ella llegaba a la casona, tomaba el té mientras platicaban de como le iba a ella en los estudios o en la Orden, le pedía consejos de como sobrellevar el bando y los labores en San Mungo o hablaban de lo mucho que su madrina sentía que la casa le odiaba. Recordó que inclusive tomó, o intentó tomar el té mientras la profesora Moody reposaba en la cama inconsciente y minutos después llagaba Garry diciendo que le presentaría a Bernadette.


Se había sentado a la orilla de la cama, como antes, de la misma forma antes de que Evans abandonara la Heredad. 

 

Pero era hora de salir de allí y avanzar, probablemente a un lugar que la había llevado a descubrir la verdad, su origen. Su habitación. 


Al salir de la habitación de Evans la puerta no desapareció,  se quedó allí mientras avanzaba al fondo del pasillo, tenía una sensación extraña de no saber qué iba a encontrar o cómo la iba a encontrar.


Su puerta blanca, de madera se materializó con más calma qué las otras que le había mostrado la casa, inclusive la puerta vieja, que creía haber visto antes, aquella que resguardada el cuarto de los espejos se materializaba más rápido, pero aquella vez no quería entrar, no sentía curiosidad alguna de ver como es que había quedado tras la explosión  del petardo qué había lanzado a ella Yanna Smith, o lo que sus restos podrían mostrarle.

 

Probablemente su inquietud era la que hacía que se demorara en aparecer completamente la puerta, tardó unos minutos más en materializarse. Puso una mano en la perilla, quería abrirla, pero qué sería lo que encontraría allí ¿un bulto en la esquina tapado con sábanas y debajo de ella frascos con partes de algo…?

 

La puerta comenzaba a desaparecer incluso antes de abrirla, sería que su miedo a lo que pudiera encontrar hacía que la casa no le mostrará su habitación. A fin de cuentas aquel lugar había sido una especie de inicio a lo que sucedió después. 

 

-No, no, déjame entrar, por favor- el tono de súplica que ocupó para con la casa no lo había usado con nadie. La puerta se apareció al instante, tras abrir observó que los muebles habían sido cambiados de lugar, no había ninguna cosa fuera de su lugar y nada que no debiera estar en ella, se acercó a la cama, en la mesita  de noche había tres portarretratos con sus fotos favoritas, una del día de la fiesta de graduación con  Bel y Garry, una en la que sólo aparecían Garry y ella de la vez que habían ido a  ver a su madre en una campaña del departamento de transportes, él era el fotógrafo y una con Bel y ella en el crucero del viaje a Egipto. ¿Cuánto había cambiado sus vidas desde entonces?

 

Sus pensamientos se perdieron cuando escuchó voces y ruido en la parte de abajo, salió de su habitación corriendo y bajando las escaleras de una forma rápida, no quería asustar al o a los recién llegados, pero era tanta su curiosidad qué no le importó saltar los dos últimos escalones. 

 

-Hola, ¿hay alguien aquí?

 

Probablemente aquellos que estaban en casa podían ayudarle a llevar acabo los planes de una celebración allí, como antes, cuando eran más felices.

 

@ Rory Despard  @ Hessenordwood Crouch

Off: perdón por el rol tan largo, no pude evitarlo 🥺

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Hessen suspiró agotado. Algo que solo deja para cuando está a solas. Desde que tiene memoria (una nueva) ha sido así. Va más allá de la vanidad, le gusta verse bien claro, pero esta es la máscara, es parte del personaje. Hasta cierto punto lo es. Sin embargo, resulta difícil, muy difícil, no sentirse agotado trabajando todo el tiempo como asistente para personas como los Ollivander. Y es que si tuviera que elegir una palabra para describirlos, posiblemente necesitaría inventar una. O pedirle a Rory Despard algún adjetivo, lo más parecido a perdición, de su ridícula santa biblia de bolsillo. Pff, ¿quien en esta vida lee del nuevo testamento para tomar el té? 

Finalmente el demonio se detuvo a los pies de la escalera. La clara mirada contempló el punto más alto, hace cuanto tiempo que alguien se había colado a la casa no lo sabía, no podría recordar precisamente el tiempo, aunque sí su rostro. Hoy en cambio, es una presencia minúscula, que merodea este sitio como si no supiera con claridad lo que espera encontrar en estos cuartos hasta ahora vacíos de personas. ¿Es que nadie esperaba ser invitado para entrar a este lugar? Al menos a Garry,  que de pronto había salido desde algún lugar, silencioso como siempre y masticaba perezosamente algo que estaba aún enlatado, no parecía importarle esta nueva intromisión. 

O ningúna otra.

¿Qué sucede?-, pregunta con verdadero interés en saber por qué Hessen se ha quedado de la nada silencioso y pensativo cuando tan solo momentos antes le canturreaba despreocupadamente algo sobre las últimas actividades de la ministro de magia en Gringotts. Hay dos cosas que Grelliam entiende que para Hessen son intocables. Uno es su rostro, lo segundo es más bien una lista larga de bienes monetarios.

Pero la verdad es que el tono de la voz de Grelliam, tan lleno de calma, lo tranquiliza un poco, le hace pensar que ahora, en realidad, él está bien. Lo cierto es que el licántropo luce solo un poco mejor que hace días, lo ve recuperado físicamente aunque se fatiga con facilidad y su cuerpo resiente, con el frío de la casa, todo el maltrato que ha tenido que soportar a lo largo de sus años de licantropía. No obstante, hoy está diferente a otros días. Si es algo malo o bueno aun es muy temprano para determinarlo. Aunque con esta otra persona en casa quizá lo averigüen pronto.

Hessenordwood-, lo llama nuevamente, pero está demasiado concentrado, tratando de averiguar si es esta o no una presencia que pueda hacerle daño a su muchacho. —Hess, ¿puedes cocinar esto?-, empujó hacia él la lata con medio contenido. Hessen sonríe casi involuntariamente, divertido, Grell es inusualmente insufrible algunas veces cuando quiere toda la atención. Sabe también que Garry no comerá lo de esa lata una vez que esté debidamente cocinado.

Mi señor, hay que…-, 

Cualquier cosa que Hessen hubiera querido decirle es interrumpido por el ruido de la puerta estrellándose duramente al abrirse de un golpe. El ruido, que no ha sido más que un azote, se escucha casi como un estallido, la hermanastra de Grelliam no sabe de otro tipo de entradas después de todo. Garry se estremece apenas ante el ruido y Hess hace el mayor de sus esfuerzos por no fruncir el ceño. No va a provocar una arruga en el rostro por alguien cómo Yanna Smith.

Afuera de la casa, el fantasma de Geraint merodea las mesetas que están mucho más cercanas a la orilla del círculo. Esto también es inusual. Era como si se estuviera reuniendo de pronto para algo o alguien. Pero nadie los ha invocado y él no tiene ninguna actividad agendada para este día, incluso pensaba que podría volver a casa temprano. Hoy el comportamiento de los Ollivander preocupa solo un poco más de lo normal.

No vas a meter ese animal a la casa, Smith, no hay forma-, en su habitual calma, que no es como la de Garry, sino más bien encantadora y amable, Hessenord se cruzó de brazos, completamente decidido a no dejar pasar a Yanna y Nasha con lo que sea que guardaran dentro de aquel saco mosqueado, tenía una peste terrible y podría pesar muchísimo, a la misma Yanna, con esa extraordinaria fuerza suya, parecía costarle arrastrar el saco. 

Ni vis i mitir isi inimilistifis ahhgg lo que sea, ¿quién eres tú para decirme que hacer?-, determinada a entrar de la forma que sea Yanna se plantó cara a cara frente al Crouch, intentó un rostro duro y espeluznante por el mayor tiempo que pudo, pero finalmente sacó la lengua amenazando con lamer su rostro si no se quitaba de su camino. 

¿Qué es lo que llevas ahí?-, preguntó el patriarca con calma, aun con comida a medio masticar en la boca.

No le preguntes, luego no querrá deshacerse de él-, incluso para Hess era difícil hablar tratando de sacarse a Smith de encima de su cuidado cutis.

—¡¿Es una persona?!-, Quintel gritó con su fea voz casi emocionado asomando su cabeza por una de las ventanas del pasillo. ¿De dónde había salido este muchacho? Hessen no necesita más personas extrañas merodeando en esta casa aún más extraña. Maldita sea el mismo Satán el día que Quintel Guillam encontró fascinante el pensamiento sobre el uso de la magia de Nasha Montpellier y se había decidido aprender de ella. Eso aún era un secreto entre ellos, desde luego, Hessen aún intenta persuadir al muchacho en que desista de la idea o, en el peor de los casos, tendrá que acusarlo con su papá.

¡Mucho mejor que eso!-, ladró Yanna con entusiasmo haciendo sonar la cadena con la que tira del bulto. —¡¡Muevete Crouch!! ¡¡Esto necesita calorrr!!

Estaba dispuesto a protestar, con arrugas o no en la cara, no han tenido los gastos necesarios como para contratar a una persona que se encargue de la limpieza en casa (porque Hessen no quiere animales corriendo sobre sus alfombras) y Grelliam no es siquiera útil para la limpieza sin que se quede dormido cada vez que le pega el sol. Así que no, no iba a dejar que Yanna y su amiga de juegos metan un bulto sangrante y apestoso a la casa. SU casa.

Este último pensamiento agitó en su cabeza ideas bruscamente. Hess se quedó con la palabra en la boca, lo que no pasa a menudo. Nadie pareció darse cuenta tampoco, todos parecen más interesados ahora en el modo en el que las moscas giran alrededor de Yanna si ella silba con los dientes. Luego ella arrastró de todas formas el bulto hasta la cocina y los demás fueron a su ritmo cada uno tras el rastro viscoso que manchaba la reciente madera resanada del piso.

¿Vienes?-, preguntó él. Garry se escucha, en su semblante taciturno, apurado por una respuesta.

Hay alguien en la casa-, alguien mas, quiere decir, pero es demasiado tarde, los pasos bajan rápidamente la escalera y antes de que pueda intentar nada, Hannity está al pie de la misma. Frente a Garry y él. Y Hessen parece querer darse cuenta de algo que se le ha querido escapar todo este tiempo, pero con certeza ¿qué es lo que era?

Ah, Hannity, me preguntaba cuando bajarías-, Garry hizo un movimiento extraño, como si hubiera simulado abrazarla, pero fue torpe y finalmente se rindió. —Hannity, Yanna ha traído un ternero muy adulto muerto a la casa, ella dice que luchó contra él, pero yo no estoy seguro de eso. Investiguemos-, de poco extrañarse, Grell comienza con algo que parece solo una conversación interrumpida. —¿Ya has comido Hannity? Hessenordwood iba a prepararnos el almuerzo-, los desabridos ojos de él ahora están puestos sobre Hess y le recuerdan que no está en su casa, si no que está trabajando y debe mantener el personaje.

Por su puesto-, respondió con una buena sonrisa y la cordialidad de siempre. La verdad es que no sabía que podía estarlo.

Supone que solo está exhausto. 

¿Has encontrado lo que buscabas allá arriba Hannity?-, Garry preguntó distraídamente mientras caminaba por delante de ambos en dirección a la cocina donde se escuchan las voces de todos queriendo hablar al mismo tiempo para desmentir los hechos de la historia de Smith.
 

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Rory podía contar con los dedos de la mano las veces que había estado en la Heredad Ollivander. En anteriores visitas, su presencia había sido para cumplir con Bel Evans, experta en comisionarlo en  variopintos asuntos, a veces de dudosa moral,  pero esta era la primera vez que no estaba allí por ella, sino por pedido de la señorita Hannity, quien había dejado un mensaje en la recepción del Palacio Rosa, indicándole que se apersonara temprano, pues el asunto que quería tratar con él debía hacerse "en el lugar más seguro que conocía".

Con la experiencia fresca de haber perdido su varita por la persecución de un tebo furioso, y luego enfrentado a un intruso violento, Rory no entendía como Hann consideraba seguro ese lugar,  especialmente cuando la energía oscura era tan palpable en cada uno de los rincones de la casa,  pero recordando las palabras que Hess le había dado camino a su oficina, intentó aplacar los nervios y mostrar pensamientos positivos para con la propiedad, que pese a todo, poseía una rara magia propia que podía jugarle en contra.

Atravesar el bosquecillo no le tomó mucho esfuerzo, entre hierbajos,  arbustos y altos árboles que parecían más vivos que otros días. Ya casi cerca de la edificación, eludiendo al fantasma del ancestro del señor Ollivander, Rory se detuvo a contemplar la fachada y respiró hondo,  mentalizándose en lo que se le vendría encima; pero, antes que tocase, la puerta se abrió automática para darle pase.

Se había preparado para encontrarse a solas, vagabundeando con preocupación de una habitación a otra, mas en su lugar, las suaves y rápidas manos de Nasha Montpellier se deslizaron por su espalda, y terminaron apretándole con fuerza los hombros.

— Señorita Montpellier, le pido que no me haga esa clase de saludos.

Nasha reía viendo como las mejillas del hombre estaban igual de rojas que su pelo, y aunque tenía una tentación grande de poner a prueba un poco más su paciencia, lo soltó y llevando las manos hacia su espalda inclinó ligeramente el cuerpo hacia un lado, lo mismo que su cabeza, para dedicarle una sonrisa torcida. 

— Solo era un movimiento para que caminase  recto señor Despard ¿no es acaso usted alguien que se conduce con rectitud? 

Sacando un pañuelo del bolsillo del abrigo tupido que llevaba encima, Rory se lo pasó por la frente, secando el sudor provocado por los nervios, y observó con resignación hacia la mujer que ahora le daba empujoncitos por la espalda para que alcanzase al resto de la familia, sin dejar de alardear sobre cómo Smith había cazado una enorme presa,  solo para que ella pudiese lucirse con un platillo cajún plagado de especias "que le volarían la cabeza". Él no tenía idea de que tipo de alimentos serían esos, pero con la amarga experiencia de haber sido intoxicado una vez con sustancias alucinógenos, se apresuró rápidamente a responder a la bruja.

— No rechazaré ninguna comida que nuestro señor ponga en la mesa por medio de sus manos, pero le advierto que no toleraré ningún agregado raro en los platos ¿Me oyó?

El pelirrojo no protestó más, y viéndose arrastrado por la morena, que de alguna manera poseía una enorme fuerza tras aquella apariencia delicada, pronto llegó hasta donde los demás se encontraban. En el fondo de la cocina el señor Ollivander lucía con un espíritu jovial que no le había visto antes, y Hessenordwood no dejaba de esforzarse en no poner mala cara ante el descaro del comportamiento de Yanna, que estaba con el mismo ímpetu que le recordaba. Persignándose, y rogando por no ser blanco de ningún ataque raro por parte de la mujer de blancos cabellos, Rory decidió acercarse a Hannity, pues al final de cuentas, era por ella que se encontraba allí.

— Lamento la demora señorita Hannity. Agradezco mucho su invitación. Estuve a punto de venir junto con Quintel,— dedicando una silenciosa mirada al jovencito volvió a centrarse en la muchacha— pero sufrí un percance de última hora y a ello se debe que tardara en venir.— guardando el pañuelo que hasta ese momento había sostenido en su mano, tendió su brazo en dirección a ella a modo de saludo— Le confieso que es la primera vez que veo a tanta gente reunida en la casa ¿es que hay algo especial que vaya a celebrarse?

Como si una luz transparentara su mirada, creyó ver en los ojos de la heredera de los Ollivander un chispazo de exaltación. ¿Estaba en lo correcto entonces? ¿Habría una celebración en aquella lúgubre casa?

@ Hannity Ollivander Evans  @ Hessenordwood Crouch

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Habría pensado que con quien se encontraría en primera instancia en la Heredad sería su pelirrojo favorito, Rory Despard era una especie de buen amigo en quien ella confiaba, él era una de la personas que también podía ayudarle para la organización del evento que ella estaba planeando, el cumpleaños de su madre estaba cerca, muy cerca y él podría darle ideas. En ocasiones, cuando le atormenta lo que lleva a dentro a causa de la maldición, piensa que él la conoce mucho mejor que ella que es su hija.

 

La primera voz qué escucha es la de él, ella sonríe, ver a su padre le causa mucha alegría, ¿él sabía que ella ya se encontraba en casa? No le dio importancia, aprovechó el momento en que él intentaba abrazarle, ella fue más rápida y lo abrazó. 
Hasta ese momento en que menciona almuerzo es que se da cuenta que solo comió una manzana al salir del piso de Rambaldi, aún así no hizo comentario, negó con la cabeza y fue hasta ese momento que fue consiente de que el Crouch estaba allí también. 


-Buenos días Hessenordwood- inclina levemente la cabeza a modo de reconocimiento ante el hombre, su atención había estado completamente puesta en el Ollivander que era hasta ese momento que se fijaba en él, pero de inmediato su mirada volvió hacía su padre -Quiero escuchar aquella historia, veremos qué nos contará Yanna


Se quedó quieta por un momento tras la pregunta ¿Encontraste lo que buscabas?  En realidad no había encontrado nada de lo que ella hubiera creído, a menos de que se dijera que habían cambiado de lugar los muebles de su habitación, pero ahora le llamaba tanto la atención aquella puerta vieja que había aparecido ante ella al salir de la habitación que solía ocupar su madre.  -Encontré más de lo que esperaba papá.- Le siguió hasta la cocina en donde Yanna se encargaba del animal y Quintell preguntaba con su voz áspera y casi a señas cómo había hecho para vencerle después de acorralarlo.

 

No había duda alguna, el estar en su hogar y con su familia la hacía sentirse feliz y protegida. Tenía un leve hormigueo en la mano izquierda, pero nada más, en momentos como ese la pequeña rubia se fortalecía y no daba cavidad a que lo que le invadía saliera.

 

Buen día a todos!- saludó al entrar en la cocina a Yanna y Guillam sin dejar de sonreír  -Papá dice que tienes una historia emocionante sobre ese ternero,  quisiera escucharla también.- Sé sentó cerca del lugar donde la mujer de ojos ambarinos tenía ya el cuerpo del animal fuera del saco, Ella escuchaba atenta el inicio de la historia negando ocasionalmente con la cabeza ante algún disparate de la mujer y miraba a su padre de reojo, lo veía un poco más repuesto qué las últimas veces que habían estado juntos.

 

Despard llegó instantes después, con Montpellier detrás de él, ella se levantó de su asiento, se acercó hacía él,  le abrazó, tenía mucho tiempo de no verle, también beso su mejilla, esperaba no incomodarle, pero era algo que no podía evitar, ella lo quería como a un hermano. -Me alegro que hayas podido venir, espero ya te hayas acostumbrado al recorrido por el bosque, -lo acompaño a la mesa de la cocina y lo mantuvo lo más alejado que pudo de Nasha.       -También espero que puedas ayudarme e  esta nueva aventura…- guiñó un ojo.

 

Se le atormenta de su lugar y se colocó de puntillas, hizo un breve sonido con la garganta para poderse hacer oír sobre la voz de Yanna -Me alegra verles muchísimo a todos,- detuvo su mirada por  más tiempo en Grelliam  y continuó -como saben en los próximos días se celebrará el cumpleaños de mi madre y quisiera su ayuda para poder organizar una reunión para ella…

 

Había escuchado un ruidito de parte de Yanna seguido por una suave risilla de Nasha, ella volteó a mirarlas -También necesitaré de su ayuda, ustedes, aunque duela admitirlo,- bromeó -tienen buenas ideas…
Lo decía en serio, ellas, aunque no quisieran siempre ayudaban y las cosas terminaban saliendo mejor de lo planeado. Volteó a ver ahora a Garry, sin quererlo, y sin que lo necesitara, puso la cara más tierna que tenía, aquella con una especie de brillo especial que sólo la verdadera Hannity podía proyectar, se dirigió a él -¿Crees que podamos hacer algo especial para ella, papá?
 

@ Rory Despard  @ Hessenordwood Crouch

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No hay forma de que él, el patriarca actual de la familia, pueda callar a todas esas personas con tanta facilidad con la que Hannity lo hace, Ella ha conseguido que, con tan solo un animado y alegre saludo, las discusiones sobre la irracional historia de Yanna cesen. Es también en ese momento en el que Grelliam se da cuenta de que junto a su querida Hannity se encuentra ese muchacho pelirrojo que ha visto en casa un par de veces, ¿quién demonios era esa persona? ¿alguna otra alucinación? No, de este no podría ni recordar su nombre, no obstante, tampoco quiere verlo tan cerca de su querida Hann.

Finalmente, con el mismo control con el que Hannity sabe domar a estas personas, la niña termina de explicar sus motivos y razones de visitar particularmente hoy la vieja casa de los Ollivander. La boca de Yanna se abre para protestar ante la propuesta o petición de la bruja más joven, pero cómo si fuera premeditado Hannity golpea su ego antes de que pueda decir cualquier cosa ofensiva respecto a celebrar el cumpleaños de Evans.

Quieto cómo una estatua Garry permaneció en silencio, observando el precioso rostro de la niña. Pensó un momento que tal vez este no era el mejor lugar para una celebración cómo esta, Han debió pensar primero en intentarlo en el antiquísimo castillo de la familia de su madre. Ellos compartían el mismo espíritu festivo después de todo. No obstante, contadas son las veces en la que él puede oponerse a lo que Hannity le pide. Después de un rato, consiguió interrumpir su quietud con un ruido de congestión, suspirando con cansancio.

Hessenordwood-, sisea entonces, parece de pronto adolorido. El demonio en cambio tararea afirmativamente antes de desaparecer de la habitación dejando una sola aureola de espeso humo negro. 

Podríamos usar el jardín, ¡está casi listo!- sugiere Quintel mientras corre a la ventana más cercana y se asoma por ella abriendo de par en par las puertas. —La lluvia del otro día lo estropeó un poco, pero ha adquirido un toque muy de película vieja-, explicaba distraídamente ante sus mejores intentos de herbolaria.

¡¡Aaaaaa!! ¡¡Una fiesta!! podremos beber alcohol, ¡beber-alcohol-hasta-morir!- canturreó Yanna con un timbre de canción medieval. —Ven conmigo, hombre fósforo, vamos a bajo a buscar esos barriles de vino que Montpelier y yo guardamos en el sótano, claro que...primero tenemos que encontrar el sótano en esta casa ¡ja-ja!-, las risas de la morena eran estridentes mientras empujaba a Rory fuera de la habitación. —Cariño, sabes que hacer con toda esa carne-, gritó saliendo de la habitación.

Ohhh, pero ¿cómo es que conseguiste a todos y todo esto tan rápido?-, gritó Quintel desde la ventana antes de, cómo un crío, trepar y salir de la casa a través del vano. Desde afuera sólo se escucha la voz de Hessen advirtiendo al niño sobre dañar las cornisas de la casa si seguía trepando paredes. —Yaaa pues, pero eso no, que opacará los gladiolos, definitivamente ¡no!

En un instante se quedaron solo ellos dos, Hannity y Garry, en la habitación del comedor.

Ahí tienes, Hann-, respondió Garry encogiéndose de hombros y volviéndose a acurrucar subiendo los pies en la silla que ocupa con pereza. —Pero te aconsejo que sigas de cerca el trabajo de estas personas. Son buenos en lo que hacen, individualmente, pero no son el mejor equipo que puedas pedir para hacer algo como esto-, advirtió pareciendo realmente poco preocupado. 

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Septiembre 08

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

-Pablo Neruda


La orilla del lago se encuentra iluminada con los faros colocados aleatoriamente sobre la vegetación que crece ahí, la que es salvaje pero ordenada y la que ha sido plantada a propósito. El césped, casi amarillento por el cambio próximo de estación, le da un aspecto melancólico a esta hora del atardecer, con lo último del sol de las cuatro de la tarde reflejado sobre la superficie inerte del estanque, con las nubes de tormenta moteando un claro cielo y las hojas secas de los árboles cayendo suavemente como copos de nieve. Alrededor, la fragancia de todas esas plantas, pinos cómo árboles, flores y hierbas se mezclan y acompañan cómo si danzaran juntos con la suave melodía que se escucha de fondo.

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Las mesas son pequeñas, igualmente de diferentes formas y tamaños, también sus decoraciones los son, pareciera incluso que en cada una se festeja algo diferente. Tienen espacios reducidos cómo para dos o cuatro personas cada una, afortunadamente están lo suficiente cerca entre ellas para que no se sientan aislados unos de otros. 

El ambiente, aunque ha comenzado a refrescar, es cálido, el fuego de un par de antorchas dispersas  entre las mesas y los barriles llenos de vino encerrando el área donde se llevará a cabo el festejo mantiene encerrado el calor en ese espacio que es inusualmente intimo.

De fondo, la casona de la familia se alza grande, gris e intimidante. 

 

@ Hannity Ollivander Evans  @ Rory Despard

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Septiembre 08

Parecía que había sido ayer cuando, entre sobresaltos, Rory había llegado a la Heredad Ollivander y recibido por Hannity, había escuchado el animado deseo de la muchachita de organizar un festejo de cumpleaños a su madre, Bel Evans. Luego de aquello, había pasado toda esa misma tarde metido en el sótano arrastrado por Yanna para que lo ayudase con los barriles de vino, demostrando al transportarlos "que no era tan debilucho como podía pensarse",  y había llegado a la noche al Pink Palace, con un cuadro severo de indigestión por causa de aquel plato condimentado en exceso por Montpellier.

Las salidas nocturnas con Crouch se habían reducido drásticamente por causa de las ocupaciones que aquel evento demandaba al mago, ya que Grelliam Ollivander parecía simplemente incapaz de hacerse cargo de algo más que sí mismo (e incluso en eso Rory tenía sus dudas), y en razón a ello, el pelirrojo no tenía más que recuerdos vagos de como habían transcurrido sus días hasta la fecha signada, dividido entre sus actividades parroquiales, sus funciones en la Orden y sus esfuerzos para que P-ko aceptase ser cómplice en aquella celebración secreta, dejando que el joven Quintel pudiese observar el jardín privado de Evans en su castillo y tuviese mejor idea de lo que gustaba a la bruja.

El clima, contrario a lo usual en Ottery, luce un tanto más agradable y cálido, alejado de la neblina que lo caracteriza, y cree ver en ello un buen augurio.

Lo primero que le sorprende al llegar a la zona indicada de los terrenos, es notar que más allá de la delicada música de fondo, nadie todavía parece encontrarse allí. Intuye que muy probablemente, la decoración del espacio les tomó más tiempo del planificado a los miembros de la casa, y quizá varios estén recién alistándose para lucir sus mejores trajes, un asunto nada sencillo, pues personas como Smith solían tomarse muy en serio las combinaciones en las indumentarias. 

Los colores del lago son oscuros, y resulta imposible apreciar su interior, pero en la superficie lisa como terciopelo se refleja pálidamente la luz que emiten las farolas que se han colgado alrededor de los árboles, para dotar de calidez a cada una de las mesas que descansan junto a los pinos, robles, y otro tanto de especies típicas de esos terrenos que albergan una variedad imposible de plantas de todo tipo. Rory arruga el ceño al ver los benditos barriles ahí, que tanto trabajo costaron trasladar en su momento, y ora porque sean consumidos lo más mínimo posible.

Aunque no está seguro que esa plegaria vaya a cumplírsele si llegan más parientes de la festejada, a quienes ya conoce por sus excesos.

No es partidario de fiestas, pero esta celebración la siente de alguna manera diferente. Podía ser porque ha sido parte de quienes la han llevado a cabo, o porque ha podido ver como cada detalle imaginado iba tornándose real, pero nunca ha visto los terrenos de la heredad tan radiantes y cálidos, y aunque el enorme caserón siga resultándole ajeno, realmente está a gusto de estar allí, sin deseos de huir, y en cambio, deseando solo pasar un momento agradable, disfrutando del aroma de las hojas y las flores, y la música tranquila. 

Es entonces que oye pasos, y al alzar la cabeza le sorprende ver que es Nasha Montpellier la que viene haciendo flotar con magia una serie de cloches de acero inoxidable, donde seguramente está la comida.

— El remilgón debilucho de Garry y sus gustos especiales. Hemos tardado el doble para preparar sus comidas sin gluten— Rory esquivó ágilmente estrellarse con una de aquellas elegantes charolas y observó más detenidamente el traje de la mujer que lleva el sello característico de las ropas que diseña Smith— Crouch no debe tardar en llegar. Quizá Hannity se tarde un poco más porque quiere venir de la mano de su padre. Niña ingenua.

Con aquel cargamento colocado en sus lugares correspondientes, Montpellier dio media vuelta y llevándose las manos hacia la cintura lanzó una inquisitiva mirada a Rory, quien atinó a mirar hacia otro lado, justo en el momento justo para evitar el contacto visual con ella, ya que le resultaba demasiado intimidamente.

— Entonces, monsieur predicador ¿ A qué hora vendrá Evans? ¿No sospechó nada de que Quintel fuese a pasearse por su Castillo? A veces creo que a esa mujer le devolvieron los recuerdos, pero no el sentido común.

Rory se limitó a persignarse mientras Nasha se reía con ganas de su propia idea.

@ Hannity Ollivander Evans  @ Hessenordwood Crouch

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Septiembre 8

 

Había llegado el día, definitivamente las cosas habían salido mejor de lo que había podido planear. En algo tenía razón su padre, eran muy buenos en lo que esas personas hacían de forma individual, pero pese a todo pronóstico del Ollivander,  en equipo todo había salido muy bien,  de hecho la decoración sencilla, la comida y hasta la bebida qué Yanna había mencionado, todo era más de lo que ella había podido pedir.

 

Días antes había enviado invitaciones a los Moody, con la esperanza de que les acompañasen en esa pequeña reunión familiar para celebrar a su madre y esperaba que así fuera, además de que había pedido de manera especial que Catherine o la profesora Ellie Moody le hicieran el enorme favor de llevar a su madre a la Heredad, hasta donde ella tenía entendido Bel Evans no sabía lo que se llevaría acabo esa noche en los terrenos de los Ollivander.

 

Antes de entrar a la casa para cambiarse en su habitación y salir a tiempo para la reunión había color una pequeña mesa junto a un bonito árbol decorado con luces, en ella ya había colocado algunos regalos, unos llevados por los miembros  de la familia, entre ellos de ella y de su padre, pero había uno especial qué no había colocado allí, ese quería entregarlo personalmente, posarlo en sus manos y ver su reacción en cuanto lo abriera, no era mucho y tal vez no fuera el más especial, pero lo había hecho ella para su madre, para compensar de alguna manera lo que ella había tenido que sacrificar. 

 

De alguna manera al estar en su habitación, la ventana daba justamente al sendero que guiaba hacía el lugar de la celebración, sabía que aquello había sido obra de la casa y lo agradecía enormemente, al igual que estar en su hogar después de tanto tiempo y tantas cosas que habían pasado allí.

 

Parecía que ya había movimiento abajo, podía ver a Quintell terminar de arreglar los jardines, escuchar la estridente risa de Montpellier, llegar el auto de Crouch,  era demasiado vanidoso como para andar a pie.
Subió el cierre lateral de su vestido corto en color marino, calzo sus altos zapatos y al salir se dirigió a la habitación de su padre, debía ver que se encontraba bien y listo para bajar a tes de que la festejada llegara.
Estaba emocionada, la última fiesta que hubo en ese lugar fue en su graduación y de eso ya habían pasado algunos años.

 

Al llegar a la habitación del Ollivander tocó un par de veces, por los suaves susurros qué provenían de dentro sabía que Grelliam no tardaría en salir, se recargó en el marco de la puerta. Tal vez Nasha tenía razón, ella era una ingenua por bajar a la reunión acompañada por su padre, ¿cómo no escucharla con esa voz y esa risa ta  estridente qué tiene? Pero aquello, y estar acompañada de Evans, era de los pocos momentos que disfrutaba sin la preocupación de sentirse acorralada por cosas que no recuerda y le da la seguridad de que todo saldrá bien.
 

 

@ Rory Despard  @ Hessenordwood Crouch  @ Ellie Moody  @ Melrose Moody

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Septiembre, 8

Benjamin Whisper

Ten cuidado con esa caja Quintel, que lo que lleva dentro fácilmente podría alimentar a una familia de los suburbios de Ottery durante toda su vida.- Ben acomoda mejor con un movimiento de su varita el traste en la parte trasera del precioso auto clásico que ese día está prestando excepcionalmente a su muchacho, únicamente por evitar que pase demasiado tiempo viajando con Hessenordwood Crouch- si como dices, la hermana de Ollivander es aficionada al alcohol adorará esta colección de exóticos licores de la India. Pero recuerda resaltar que el presente es para la señora Evans, y es de parte de ambos ¿de acuerdo?

La imagen de Quintel que tiene delante suyo le agrada, y es que vestido con un estilo sport elegante, luce mejor de lo que sinceramente había esperado. En principio, él había querido que luciera mucho más formal, pero el muchachito le había insistido en que tendría que hacer algo de trabajo manual para Crouch, de forma que un smokin iba resultarle muy molesto. El mayor ha seguido cuidándose de hacerlo notar en demasía, pero fue justo por esa cercanía con aquel hombre, que no le hace ni pizca de gracia, que el día anterior se ha asegurado de pedir ausencia en el ministerio, para visitar el Palacio Rosa.

Después de todo, a modo de indirecta, Quintel no había dejado de sacarle en cara, que se ha estado perdiendo muchos capítulos de la telenovela turca del momento, por preferir quedarse en la Casa Calendario de los Avery. 

Por eso es que le ha dedicado ese día por entero, primero explicándole las reglas de etiqueta y  las más elementales combinaciones de colores, para luego, en ese mismo auto, llevarlo hasta Diagon para comprarle ropa adecuada a la ocasión, e incluso, saliéndose ligeramente de sus estrictas reglas, han comido helado juntos, en la terraza de su piso, sin que medien más sonidos que los de la boca del menor emitiendo un canto idéntico al de los ruiseñores.  

A pesar de que es media tarde, al ver tan brillante a Quintel, con esa fragancia que es suya pero que ha compartido con él, siente recompensado su esfuerzo de ese día. Un esfuerzo que en cierto sentido, ha resultado placentero y espera que le sea a futuro, muy útil.

En su perspectiva de las cosas,  le parece que Quintel no está notando lo importante que significa que una familia tan hermética como la que encabeza Grelliam Ollivander lo haya invitado a la celebración por el onomástico de Bel Evans.  Probablemente, él lo esté viendo como una extensión de su trabajo, cuando en realidad, constituye una oportunidad de oro para saber mejor los defectos y virtudes que todos ellos llevan y porsupuesto, en cuanto él se haga con esa información, Ben encontrará rápidamente la forma de sacarle provecho.

- Oh, hay una última cosa que estaba olvidando- con sutileza, el rubio saca de su bolsillo un espejo mágico e inclinándose hacia Quintel, coloca en el bolsillo de su chaqueta el espejo, extendiendo deliberadamente el toque en su pecho, antes de finalmente apartarse con una sonrisa - Si crees que alguna situación podría ser de mi interés, avísame por este medio de ello. Da igual la hora, voy a permanecer despierto hasta tu regreso, querido. Pórtate adecuadamente ¿entendido?

A veces siente que su habitual sentido de control se tiñe, cuando se trata de Quintel, de genuina preocupación. Pero no se detiene a pensarlo mucho más, porque sabe bien a donde es qué conducen esa clase de pensamientos. 

@ Hessenordwood Crouch  @ Hannity Ollivander Evans

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—Puedes quedarte dando vueltas si quieres, pero yo me voy de una maldita vez —se queja Madeleine, cuando está convencida de haber llegado a la misma intersección por séptima vez. Está malditamente segura de que la piedra mohosa, el árbol seco, y la forma en que la luz de la luna caía sobre el camino era la misma que ya había visto repetidas veces. Quizás Ellie todavía intentando convencerse de lo contrario, pero ella se niega a formar parte de esta falsa—. ¡Estamos perdidas! ¡No hay forma de que lleguemos al maldito castillo!

—¡Es que no lo entiendes! —suspira Ellie con cansancio. Ella es por lo general una persona paciente, pero como cualquier otra, tiene un límite y Madeleine la estaba presionando cada vez más. La cabeza comenzaba a dolerle y estaba comenzando a considerar arrojarle a la cabeza el cesto de tablets que su madre había preparado y había enviado desde casa, como obsequio para la matriarca Ollivander— ¡Es un bosque encantado! ¡Si estamos perdidas es por tu culpa, porque no puedes dejar tu mente en blanco y seguirme! ¡Y si te vas sola, no vas a llegar a ningún lado mejor que éste!

—Qué bosque encantado ni qué ocho cuartos —replica Madeleine, sacudiendo la cabeza. Ese maldito bosque, ella podría incendiarlo todo si le diera la gana—. Te juro que...

Pero su voz se ahoga cuando la brisa trae el sonido de un gran crujido, como si el tronco de un árbol se hubiera roto en lo más profundo del bosque. La verdad es que tienen tanto tiempo vagando en el maldito bosque, que lo que sucede en su interior parece algo más cercano a un sueño que de la realidad. Quizás, por eso, repentinamente tienen la sensación de que es una pesadilla lo que hay en las sombras y salen corriendo.

───※ ·❆· ※───

Cuando por fin la luz de la luna baña su rostro, Ellie tiene la sensación de que ha despertado. Siente que apenas han pasado minutos desde que dejaron la casa y se pusieron en marcha a la Heredad Ollivander, pero el cielo nocturno —que todavía tenía luz del sol, cuando llegaron a Ottery St. Catchpole— le indica que como mínimo perdieron un par de horas en el bosque. Quizás subestimó el hechizo con el cual el bosque estaba encantado; es consciente de que se alteró demasiado e incluso Madeleine, que ahora observa la luna con cierta nostalgia en su rostro, parece algo cohibida, como si se apenara igual que ella. De repente, recuerda algo que se comentó en aquella fiesta donde se encontró a los Ollivander, hace algunas semanas: que son bastante peculiares. Ellie sacude la cabeza, diciéndose que aquel incidente será lo más extraño de la noche, y le hace un gesto a Madeleine para que la siga. Después de todo, ella ya conoce el camino.

En su carta, Hannity le explicó lo que debía hacer: hacer que Bel Evans acudiera esa noche a la Heredad. Su primera intención había sido pasearse por el Castillo Evans McGonagall y traerla, pero ¿no era eso muy evidente? ¿Y dónde estaba la sorpresa en eso? Mientras caminan, Ellie le cuenta a Madeleine aquella parte de la historia, que no alcanzó a contar pues habían comenzado a discutir por estar perdidas.

—Le envié un regalo a Bel, y le puse una nota para que sólo ella abra la caja —le explica a Madeleine, mientras se dirigen al lago. A lo lejos, observa las luces de las lámparas—. Ella pensará que recibió un colgante con una gema preciosa, pero ¡en verdad es un traslador, que la traerá a la fiesta! Según mis cálculos, aproximadamente media hora, la caja debería estar llegando a su puerta.

—Déjame ver si entendí —Madeleine se detiene y la observa con los ojos entrecerrados.

—Enviaste un regalo anónimo dirigido a Bel Evans, que es conocida por ser una rebelde miembro de la Orden del Fénix...

—Sí...

—Y escribiste que es un paquete que únicamente ella puede abrir...

—Sí...

—Y adentro, hay un regalo que parece costoso y preciado...

—Sí, porque, ¿no es eso lo que le gusta a la gente...?

—¡Tenemos que avisarle a alguien, idi***! —exclama Madeleine, tomándola de los hombros y sacudiéndola, para ver si así despierta— ¡¿No te das cuenta?! ¡Esa es la clase de paquetes que te envían cuando alguien quiere echarte una maldición! ¡Van a quemar esa caja antes de que nadie pueda tocar el traslador y puede que incluso alerten a los Aurores! 

@ Hessenordwood Crouch  @ Rory Despard  @ Hannity Ollivander Evans  @ Melrose Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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Melrose no está segura de qué hace allí pero había decidido acudir de todos modos. La bruja va en compañía de Richard, que se había fumado tres porros de una preciada plantación que tenía oculta en un claro del bosque aledaño a la cabaña en Luss. Melrose no entiende por qué lo ha hecho pero tampoco hace preguntas. Richard, por otro lado, sabe que la bruja podrá pasar por el bosque sin problemas, mientras que el ha tenido que... acudir a otros medios para lograrlo.

Ambos se desplazan con lentitud, Melrose apreciando el paisaje, el ambiente si bien algo oscurecido de todos modos agradable. Richard se concentra en poner su mente en blanco a pesar de que su expresión destila exasperación. Ni toda la cosecha del mundo podría ponerlo de buen humor en un lugar como ese...

—¿Esa no es...?

»¡Ellie!«.

Melrose empieza una acelerada carrera que hace que termine junto a su prima, antes de saludarla como si fuesen amigas de toda la vida encontrándose luego de un largo período de separación. Richard la sigue a paso lento y firme. Empieza a sentir el subidón de energía, así que más le conviene desplazarse más lento.

—Buenas noches, Madeleine.

El brujo no se esfuerza por socializar o fingir interés. Todas las allí presentes lo conocen bien. 

—¿Qué hacían aquí, un picnic? —su voz suena más rasposa de lo habitual pero Richard decide ignorar ese pequeño detalle. 

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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