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Heredad Ollivander (MM: B 110990)


Hessenordwood Crouch
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La tormenta en aquellos terrenos era infernal. Mi capa estaba totalmente empapada y pegada a mi cuerpo. Igual que mi cabello por debajo de la capucha. Había escuchado ciertos rumores, ciertas especulaciones entre los callejones. Murmullos, que no estaba seguro que fueran vacíos o de mentira. Tenía que admitir que ciertas cosas me llamaban tanto la atención que me cegaban por completo y era capaz de hacer cualquier cosa. Y estaba decidido a averiguarlo, ya que si lograba mi objetivo, conseguiría más que eso.

 

La reliquia de los Ollivander.

 

Parado junto a aquel cartel, leía las letras marcadas sobre la madera: “…solo aquel que tenga clara su intención puede llegar a su destino…” mi mano estaba aferrado en su borde y en la otra, portaba la varita. Miraba a través de toda aquella arboleda y sabía que tenía un camino interesante pero era dudoso, no sabía con lo que me iba a encontrar. Tomé aire. Estaba decidido.

 

Mi fugara humana se transformó en lo que era cuando me cambiaba como animago, en un búho. Tan oscuro como aquella noche, con algunos rastros color carmesí. Mis ojos se acostumbraron a las penumbras y el vuelo fue directamente entre aquellos árboles. La copa de éstos estaba por encima, como sus ramas en todas direcciones. Y a unos 3 metros por debajo, el suelo. Aquellos caminos eran casi invisibles pero los aleteos retumbaban y se perdían. Podía sentir la presencia de otros animales pero no me detuve en ninguno de ellos.

 

A los minutos llegué a una especie de claro y la estructura se presentó ante mí. Era un sitio hermoso, jamás lo había pisado. Cuando me abrí paso ante ése sitio, le di algunas vueltas a la mansión para conocer un poco mejor. Observar la entrada, las ventanas, la misma casa. Por lo menos en los jardines no había nadie, y mucho menos con aquella tormenta. El agua me molestaba un poco a los ojos pero no tardaría demasiado en aterrizar. Cada vez que aleteaba, salpicaba las gotas que caían. A los segundos, me deposité sobre las ramas más altas en el árbol más cercano a la entrada de los Ollivander. Me sacudi para sacarme de encima todas esas gotas que se habían juntado en mi plumaje y ululé.

 

Me mantuve erguido allí por un buen rato. Había algunas luces dentro. Había presencia.

 

¿Era verdad lo que había escuchado? Me llevaría buen rato averiguarlo. Pero tenía que pensar en algún plan. ¿Quiénes vivían allí? Lo único que me importaba saber era sobre aquella varita que tenían los Ollivander. No estaba seguro si en las creencias de los magos, aparte de la varita del saúco, si existía alguna otra similar. Pero eran fabricantes de varita por naturaleza ¿Cómo no iban a tener una? Tal vez tenía que crear alguna distracción. ¿O como iba a hacer?

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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El fantasma de Odette St. Marin, que habitualmente merodea el área este de la casa de los Ollivander, está acostumbrada a los espacios solitarios que conforman la mansión, caprichosos ellos como lo son sus propietarios, que cambian de posición cada vez que se les plazca. Algunos, los que vienen de fuera, suponen que estos se rotan a gusto y deseo de sus habitantes, pero la verdad es que Odette había visto tantas veces a la (ex)señora Ollivander terminar durmiendo en la gran sala de estar solo por no poder encontrar su habitación en toda la noche. 

Aparecerse solo ahí no es tan simple.

No cree sin embargo, que las habitaciones cambiantes de la casona sean el motivo de tan solitario edificio, la razón de por que ellas ya casi no están en casa.

El espectro se desplazó por uno de los más largos pasillos y atraviesa los muros hacia el interior de esa sala que es más pequeña que la principal. 

El muchacho de lisa piel tostada continúa al pie de un gran ventanal, mirando la lluvia afuera como si esperara que al final de toda esa tormenta algo más horrible cayera del cielo. -¿Estarán los dioses castigándonos?-, lo ha escuchado decir, más para sí mismo que para el otro que parece desmayado sobre una butaca. Ese es joven de apariencia, y de espíritu también lo es, pero hay algo, como un aura a su alrededor, de algo antiguo, guardado en un recipiente bien cuidado.

A Odette, en cambio, le gusta mucho más esta versión de Grelliam, es mucho más silencioso que antes, no solo en palabras, sino en sus gestos y acciones. Él apenas se mueve de un espacio a otro, no ojea más sus mapas en el estudio, ni hace artefactos extraños. Físicamente es similar, hay un par de cicatrices nuevas en su cuerpo, diría ella que ahora tiene la forma de un hombre casi o mayor a los treinta, la mente también enajenada, que parece no estar en sintonía con toda la realidad. 

El otro de ellos (que no está aún) es él que le gusta menos, él aparece y desaparece de la casa a su antojo. Entra y sale dando órdenes a todo mundo, les dice qué pueden o no hacer, quien o quienes pueden estar y qué o quienes no, indica horarios, tiene reglas absurdas (que no entiende como es que consigue que todo mundo ahí las cumpla), trae la despensa y medicamentos a casa, remodela y mantiene ordenados cuartos, salas y jardines, se asegura de que Garry no se seque bajo el sol cuando flota sobre el estanque para ejercitarse y, sobre todo, administra los activos monetarios de la familia.

¿Qué está pasando?-, la voz de él, de Hessenordwood, aparece apenas ha terminado de cerrar el portal tras de él. Los sorprendió. A ella no, obviamente. Es un hombre alto y robusto, estrictamente vestido, con cada accesorio, prenda y cabello puesto con una regla en el lugar exacto. Ridículo.

—Está lloviendo-, casi chilló el muchachito de acento extraño. Parecía frustrado, y también que en cualquier momento soltaba el llanto.

Así desde hace seis días-, oh vaya, al parecer el Ollivander no dormía esta vez.

Come esto, te hace falta-, Hess no pareció importarle las explicaciones, debajo del brazo sacó una maleta de donde extrajo un paquete envuelto en papel café, olía terriblemente, pero se lo servía a Garry sobre la mesa de centro que le quedaba a la altura. Conforme, Ollivander comió el pescado a medio cocer con bastante ánimo. —Es evidente que está lloviendo, lo sé, traté de aparecer en el patio hace un momento-, mostró sus zapatos con algo de fango sólo en las puntas. —Mi pregunta es, ¿por qué no has hecho nada al respecto?-, cuestionó al menor.

Lo hicimos-, intervino Garry, con tanto pescado en la boca que apenas pudo entender lo que decía. —Pero la lluvia empeoró-, 

Por supuesto que sí. Mastica eso, cariño-, con el ademán de su varita encendió el aparato que funciona a algo parecido a un calentador muggle. —Bien, entonces puedes irte a casa hoy, ahí está tu pago-, el niño aceptó el sobre con genuina sorpresa. —Me parece que habrá algo extra si este chubasco termina por estropear los jardines que eran para Evans-, suspiró resignado, ¿cuánto habían invertido en eso ya?. —¿Sabes? comienzo a pensar que lo has hecho a propósito.

Quintel sonrió. Aunque no le caerían nada mal un puñado de galeones extra, lo cierto es que tampoco hubiera hecho nada para echar a perder así los patios que tanto trabajo le ha costado poner en buena forma. Hessenordwood sabe eso también.

La fantasma, como siempre, los miró con desprecio y el sentimiento más profundo de repulsión antes de volver su mirada a la explanada medio inundada del círculo, exactamente a sus límites, donde el espectro de su amado Geraint resguarda los bosques y los macro, micro ecosistemas que ahí crecen.

—Tan tontos-, el fantasma masculló de mala gana capturando la atención de los tres hombres en la habitación. —Tan necios, tan descuidados, ¿es que no se han dado cuenta?

¿Cuenta de que? señora-, preguntó el demonio con falsa paciencia.

—Los intrusos que se esconden debajo de nuestras narices-, Hessen buscó con la mirada al muchachito que había estado vigilando toda la tarde los patios, pero él solo negó y se encogió de hombros, sin poder dar una explicación. 

Definitivamente, Hess detestaba a todas esas criaturas, seres o lo que fueran.

¿De qué está hablando?-, caminó hasta la ventana. Ahí afuera no había nada más que lluvia y esa naturaleza endemoniada creciendo a sus alrededores que parecía tener vida propia y que encerraba a sus habitantes como una especie de prisión. Demasiado aterrador. Por supuesto que era solo pura propaganda. —Pues yo no veo nada-, desdeñoso volvió a su tarea de atender los signos vitales de un somnoliento Garry.

—¿Y si se cuela alguien?-, replicó el menor.

No sería la primera vez-, ni Hess ni Garry parecían preocupados. —Hace un par de meses atrás encontré en el comedor una muchachita de traje ridículo buscando comida en la alacena-, terminó lo que hacía y se ocupó de conjurar un portal más que llevaría al niño fuera de los terrenos.

Y la vez que entró el predicador malhumorado-, añadió.

Este señor de aquí, dice que…-, ¿cómo explicarlo sin hacer quedar a Grell como un chalado?. —Dice que este lugar no es para eso-, 

—¿Para el que?

No lo sé-, Hess lució, como pocas veces deja verse, algo agotado. Quizá un día consiga comunicarse con esa versión lúcida del patriarca de Ollivander, tal vez así pueda hacerlo entrar en razón.

Editado por Hessenordwood Crouch

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Otra media hora transcurría y el agua no parecía querer apaciguar. Las nubes eran grises que largaban toda ésa agua sin ser cuidadosas. En las zonas más oscuras, aparecían relámpagos que anunciaban que eso no iba a parar. Ululé otra vez de un salto, desplegué mis alas, tomando vuelo contra la mansión. Batí tres o cuatro veces las alas y aterrice contra el alfeizar de una de las ventanas de la planta baja. Ululé. Parecía como un búho en pleno envío de correo, refugiándome contra la lluvia. Aunque no tenía la carta.

¿Cómo iba a hacer?

Mis grandes ojos negros miraron a través del cristal para ver algunas figuras en la sala en la pared contraria. Uno de ellos estaba reposado sobre uno de los cristales mirando la tormenta. Uno de ellos se fue mientras el fantasma los acompañaba. Era increíble como la comunidad mágica convivía con aquellos fantasmas. Miré extrañado la situación. Sin siquiera saber cómo hacer. Miré para arriba mirando los muchos pisos y tomé vuelo por segunda vez. Buscando alguna ventana de primer nivel por donde colarme. Y la encontré.

Crucé el marco de la ventana y aterricé en el suelo, en una especie de vestíbulo. Me transformé a mi figura humana mirando alrededor, para que no viera a nadie. ¿Dónde estaban las escaleras que iban más arriba? Miré extrañado. Del otro podría jurar que había visto una puerta que ahora no estaba.

Saqué mi varita y me encaminé hacia la primera puerta que vi, encontrándome con una biblioteca. Cerré al puerta tras de mi y me apoyé sobre ella, murmurando un Lumos para ver un poco mejor.

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Quintel desapareció tras haber cruzado el portal, aún lucía demasiado angustiado por la lluvia afuera, había comenzado a pensar que no era una tormenta normal, de otra forma ¿por qué inquietaba tanto al Ollivander?, pensaba que mejor debía quedarse con Hess para encontrar, si es que lo había, lo que fuera que la provocaba o al menos asegurarse de que simplemente era solo lluvia. 

Si no insistió en quedarse fue solo porque podría volver a su seco y cálido piso en el palacio, buscar a Benjamín y preguntarle al respecto, después de todo, él podría saber mejor sobre el mal tiempo en estos lugares.

Y tu,-, el demonio giró para encontrarse de nuevo con el fantasma de Odette aún observando a través de la ventana. —Fuera de aquí, haces que las cortinas se vean horribles-, decía distraídamente mientras se acercaba al licántropo. El espectro desde luego lo ignoró, pero igualmente se desvaneció cuando un relámpago iluminó la habitación. 

Y tras eso, el salón de nuevo se llenó de calma.  

¿Estas bien?-, Garry asintió una sola vez, sus ojos, que aún son de distintos colores, lo observaron detenidamente, como si quisiera convencerlo de eso. —De acuerdo, será mejor que arregle ese tercer piso antes de que tu hermana lo convierta en un pantano-, Garry no respondió a eso, en cambio, se arrastró, o mejor dicho, rodó sobre el alfombrado del suelo hasta quedar oculto debajo de la mesa. —¿Quieres ir a la chimenea?-,

No ahora.

Bien, si, entonces, llama si necesitas algo-, el mago dudó, para ser honestos, Grell parecía inusualmente inquieto, dentro de lo que se podría considerarse tratándose de él. —No vayas a meterte en problemas, ¿quieres?

No lo había prometido de todas formas, ¿o si?

No, y no habían pasado ni dos minutos desde que Hessenorwood lo dejó solo para que saliera de su -escondite- improvisado y decidiera considerar la advertencia del fantasma. No era que Odette fuera algo de confianza, pero al menos tendría algo que hacer por un par de horas para dejar de escuchar la lluvia amontonándose sobre ellos.

El primer piso casi nunca cambia, Garry se encaminó en dirección a la gran sala, ahí hay una gran vista hacia los bosques que florecen durante cualquier estación del año, él piensa que si algo o alguien se esconde en sus tierras ese sería el mejor de los lugares, claro que, si no mal recuerda, tendrían que lidiar también con las mascotas de su amada Hannity, y eso hacía que permanecer ahí por mucho tiempo no fuera una cosa tan simple.

A medio pasillo se detiene con los ruidos que provienen de los pisos de arriba, Hessenorwood es sin duda un repelente de hermanastras, Garry está satisfecho con él por ese trabajo, por lo tanto, se imagina que el tercer piso, mas que un pantano, justo ahora es un campo de batalla, siente algo de pena por la pobre elfina que debe estar lidiando con ellos dos ahora mismo, pero Garry no tiene la energía para intervenir en esto. Ni para subir tantos escalones. 

Cuando vuelve su atención al camino, se da cuenta que algo ha cambiado, el pasillo ahora tiene una hendidura, como una escuadra que reconoce bien de otras veces. Esa desviación del camino, acompañada del ligero desnivel que hay para acceder a él, lo lleva al distinguido estudio. Él no ha estado ahí en mucho tiempo, y hasta ahora la gran puerta de ventanales coloridos no se le había presentado tampoco.

Suspiró. ¿Y si se encontraba con ella ahí adentro nuevamente? No se siente preparado para enfrentarse aún a la alucinación de Evans.

Pero eso no era algo que pudiera escoger a su antojo, ¿verdad?

Se condujo hasta la desviación y apuró lo más que pudo a cerrar silenciosamente la puerta tras él cuando los pasos escaleras abajo retumban por las paredes.

Ahí dentro hay una sola luz que golpea su rostro, lo encandila y hasta cierto punto lo ciega, no puede ver con exactitud de donde proviene o qué es lo que la provoca, pero para ser honestos, Garry ni siquiera está seguro de que sea real.

Tu debes ser el intruso-, dice arrastradamente antes de comenzar a andar por el espacio que conoce de memoria, no necesita de toda esa luz, pero ayuda a encontrar lo que busca. —¿Qué estás haciendo aquí?-, se sentó en una butaca, de buenas a primeras parece apenas caber en ella, pero se acurruca igualmente con los pies sobre el cojín para encajar mejor. —No eres bienvenido-, dice firmemente, pero tampoco parece dispuesto a hacer algo al respecto. —No lo eres ahora.

 

@ Mael Blackfyre  (?) 👀

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Los ruidos dentro de la mansión eran diferentes, eran extraños. Parecía como que en cada habitación todo era ruido pero a la vez no había nadie. Mi mano aún palpaba la madera de la puerta y con la otra apuntaba a cada rincón. Había muchos libros colocados en bibliotecas altas hasta casi tocando el techo. Las ventanas mostraban una lluvia intensa. El sitio era espectacular y sentía magia allí dentro. Mi sentido del olfato parecía activarse queriendo encontrar algo. Avancé unos pasos hacia el centro de la habitación.

Y la puerta detrás se abrió y una figura alta y varonil atravesó el umbral. No me dio tiempo a nada. A esconderme, a transformarme, a camuflarme, a nada. Solo lo apuntaba con la varita.

Cuando se sentó, algunas luces se encendieron. Apagué mi varita.

Pude ver la figura de un hombre que jamás me había cruzado. Aquellas cicatrices eran muy hermosas, llamativas a su manera. Sus ojos eran de diferente color y eso me hizo sentir que había otras personas que podían llegar a pasar lo mismo que yo. Pero no había pensado ni por un segundo que podía encontrarme con el dueño de la casa o alguien de la familia. Aunque en mi cabeza ante un segundo, podía volar toda ésa habitación en miles de pedazos. Así que era mejor que no intentara nada.

Si estoy aquí es porque tu casa no está protegida. ¿O acaso no sabes los peligros que corren afuera? —tal vez aquellas no eran las palabras que el joven estaba esperando, tal vez debería haberme colocado en otra postura, pero me mantenía a la defensiva—. ¿Acaso no escuchaste los desastres que hizo el Inquisidor? —negué con la cabeza. Aquella teatralidad hizo acordarme de alguien que justamente me molestaba ésas mismas acciones—. Dime ¿dónde está La Varita Oliva? Y prometo irme sin provocar ningún daño.

Mis dedos se aferraron mejor a mi varita y de ella surgieron algunas chispas, que se perdieron en el suelo. Miré fijamente al hombre. No estaba para juegos.

 

@ Hessenordwood Crouch

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Le dije que era mala idea provocar al tebo— las quejas de Rory eran tan potentes que su voz se oía perfectamente a pesar de la copiosa lluvia— pero usted no entiende de razones en ese estado ¿verdad?

Bel le asintió en silencio, y sus ojos le observaron con tanta compunción, que el predicador se resignó a que efectivamente así era y renunció a su derecho a reclamarle. No estaba en el caracter de Rory sospechar en demasía de los demás, y justo por eso, estaba siendo presa fácil de la mentira de la bruja. Y sinceramente, la mirada de ella, cuando se lo proponía podía ser muy persuasiva, para lo bueno y lo malo ¿así que quien podía culparlo?

De cualquier forma, el aspecto de los dos era lamentable. Bajo su forma animaga, Bel había recorrido los terrenos, escapando de la persecución del tebo, y lucía en el cuerpo un sinfín de arañazos por causa de los arbustos, ramas y raíces que descuidadamente había ido encontrándose a su paso, e incluso algunas hojas todavía podían divisarse entre la maraña de su pelo castaño.

En cuanto a Rory, el joven había intentado sin éxito, formar una barrera protectora alrededor del ciprés que ahora acogía a ambos bajo su sombra. El hechizo, por alguna razón desconocida, había terminado generando una descarga que lo había lanzado hacia el tronco con fuerza, pero al menos el tebo había corrido con la misma suerte, y tras caer sobre unas espinas en dirección opuesta a la del pelirrojo, se había marchado e internado en la espesura del bosque.

La bruja había conseguido reanimarle ya en su forma humana, pero la impresión de ver su varita hecha pedazos al pie del ciprés, casi le había provocado un nuevo desmayo.

 Mira, en la heredad hay toda una habitación, toooooda una habitación repleta de varitas. Quizá nos tome un poco que la casa nos muestre la puerta de acceso, pero seguro encontrarás una varita mejor allí— Bel sabía que la pieza que el joven había estado llevando hasta entonces no era más que un vejestorio herencia de un tío lejano, y sin ánimos de presumir, confiaba en que él encontraría una opción que encajase con sus habilidades, pero se cuidó de externalizar sus pensamientos para no herir más la sensibilidad del mago— siento mucho que la preciada reliquia de tu familia se halla dañado por mi culpa, así que por favor acepta este ofrecimiento.

Juntando ambas manos como si fuese a dar una plegaria, Bel se mantuvo delante de él, expectante de su decisión y una sonrisa triunfante y ancha se extendió acentuando las arrugas en las comisuras de su boca, cuando finalmente aceptó acompañarle. En el trayecto hacia la edificación, mientras ella, con mucho buen humor, parecía indolente a ese auténtico diluvio que los empapó de pies a cabeza cuando alcanzaron "el círculo", Rory no dejaba de sentirse más y más nervioso, pues esa casa dañaba su paz, y él creía firmemente que era por causa de la magia que esta emanaba, de aura corrompida.

Insistió el doble en su idea,  cuando la matriarca Evans, entre risas, le insinuó que la agitación de su alma podía deberse más a la presencia del apuesto administrador Crouch. Ciertamente, la sola mención del mago no dejaba indiferente al joven, pero se estaba esforzando en manifestarlo menos, aterrado ante el hecho que gente menos confiable que Bel, pudiese usar aquello en su contra. No obstante, ella ahora parecía sumergida en pensamientos indescifrables, con la vista fija en la fachada.

— Si mantienes tu voluntad firme, la casa no es un problema. Es una premisa sencilla, pero no imaginas lo que me costó comprenderla.

¿Por qué la voz de ella parecía apagarse mientras decía esas palabras? Rory conoce poco de la historia del matrimonio de la mujer, entre lo que pudo reconstruir en su aventura con Hannity y sus pláticas tomando té con P-ko en la terraza de la residencia Evans McGonagall, pero no es la magia, sino su experiencia de labor pastoral la que lo hace intuir que todavía hay mucho por sanar en el interior de ella y que ese proceso esta intímamamente ligado a esa propiedad y al señor Ollivander. Como fuere, no parece que esa visita vaya solucionarlo y cuando se internan, le intriga la sorpresa de la propia Bel de que libremente las puertas y la sala de estar se le muestren.

— Es tan...curioso, oh Rory ¿será que le caes simpático a la heredad?— él niega con la cabeza, ni siquiera está seguro de querer saber por qué ella está diciendo esas cosas, pero antes de cualquier respuesta ya Evans está hablando de nuevo— ¡hasta la puerta de la biblioteca ha aparecido!

Sus pisadas de barro se marcan en el lustroso piso, y él está intentando que se sobrepongan a las pequeñas huellas dejadas por Bel, pero se tambalea cuando la mujer retrocede violentamente, y con señas le advierte que se mantenga callado. La puerta delante de ambos no está cerrada del todo  y la luz que se deja ver por las rendijas son evidencia de que el espacio está siendo ocupado. 

Un sudor frío le atraviesa la espalda cuando escucha la voz del sujeto que está reclamando por una varita, porque reconoce esa voz como la del impertinente sujeto que conoció en la Gryffindor hace un tiempo. ¿Debe advertíselo a Bel? Ella está tan segura de que si se quedan callados, saldrán de esa sin problemas...

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El inquisidor-, repitió en un aliento cansado. 

La luz que ahora ilumina el espacio es mucho más agradable, parece adecuarse mejor a las necesidades del brujo Ollivander, al menos se siente mejor de ese modo, ahora que el intruso ha apagado también el encantamiento de su varita. Y solo de ese modo es que obtuvo una mejor imagen de la persona que se ha colado a la casa. Garry solo le echa un vistazo antes de dejar caer su cabeza hacia atrás, acostándose con pereza sobre el acolchado respaldo, cerrando sus ojos a la vez, mientras se queda con esa última imagen del intruso, tratando de guardarla en su mente.

Parece alguien joven, estropeado, aunque culpa a la lluvia por eso, quizá tiene mejor apariencia cuando sus ropas no escurren agua de lluvia y estropean aún más el viejo piso de la casa. A estas alturas de su intento, no puede recordar haber visto color en su mirada, tal vez no había puesto la atención suficiente, y le provoca algo de angustia no poder descifrarlo. No tiene más información de él luego de eso, nada más que el sonido de su voz, que es feroz y demandante, pero no le provoca a Garry un verdadero interés.

Al menos hasta que escucha lo que quiere.

-La varita de Oliva-, 

Sus ojos se abren de golpe e involuntariamente un escalofrío erizó con dolor su piel mullida, con el tiempo Grell ha perdido habilidad para poder gesticular cualquier emoción o pensamiento que pudiera estar sintiendo, y es solo por eso que sabe disimular el malestar que la sola mención del objeto mágico le provoca.

¿Pero qué dices? ¿La vara de Oliva?-, se incorporó lo suficiente para volver a encontrarse con el muchacho, ahora le parece algo diferente a lo que habían visto sus ojos, la angustia que llegó a experimentar por él hace un instante se amortigua al apreciar finalmente una profunda oscuridad en lugar de su mirada, tan atrayente, pero que no necesita de explicaciones para saberse peligrosa. —Ah, no había escuchado de ella desde hace años-, eso sí puede recordarlo, la última persona que había venido aquí en busca de ella, pero de eso ya habían pasado un par de décadas. 

Se había quedado tan demasiado quieto mientras pensaba en ello que parecía petrificado. O quizá permanecía embelesado en lo oscuro de sus ojos. Pero luego, la varita del intruso chispeó y el brujo apenas podía estremecerse más por el ruido del estallido que por las chispas que se prendieron en el suelo.

¿Sabes? en realidad no creo mucho en las promesas-, no está en su naturaleza perder la calma, aunque tampoco era signo de indiferencia. —Supondré que no causarás demasiados problemas hasta que encuentres lo que buscas-, bostezó, despertando un poco de su eterna ensoñación. Luego los pálidos ojos del brujo se fijaron nuevamente en el intruso, esta vez en el arma que sujeta con firmeza en su mano. —Pero dime, ¿para qué quiere alguien como tú la vara de oliva?-, pareció realmente curioso por conocer su respuesta. —¿O es que acaso alguien te ha enviado?

@ Mael Blackfyre
 

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El estudio está ocupado por ahora-, la voz del demonio se escuchó con neutralidad desde el extremo opuesto del pasillo.

Adentro por supuesto que no llueve, y aunque nunca olvida salir de casa sin cargar algún hechizo impermeable encima (con el tiempo londinense nunca se sabía), está empapado de pies a cabeza. Ya perdió también la parte de arriba de su traje y la elegante corbata, tiene arremangadas las mangas de la camisa ahora pegada al cuerpo como lo están sus pantalones y también el cabello oscuro en su frente. 

Al menos podía decir que había conseguido deshacerse de las aberturas en el ático, de la inundación del tercer piso y de la hermanastra de Ollivander (enviándola a descansar en la torre del palacio). Por lo que un poco de agua ahora era, hasta entonces, el menor de sus problemas.

Se esforzó por ajustar los parámetros de su visión, Hess no tenía buena vista en lugares tan encerrados y claros como los pasillos de la heredad, así que apenas puede reconocer al par de personas que están por interrumpir en la biblioteca.

¡Ah! pero si es usted, señora Evans-, su rostro, algo amoratado por el frío, recuperó la cordial sonrisa de siempre, parecía haberla olvidado luego de liar una batalla con Yanna Smith. —No la esperábamos hasta dentro de un par de meses-, pensó que si Guillam se enteraba de esto estaría decepcionado de no poder presumir el jardín que habían estado preparando para la visita de ella que estrictamente Hess había programado. —Pero no es esta la mejor de las bienvenidas, ¿verdad?-, se aseguró de peinar su cabello hacia atrás antes de acercarse para estrechar su mano. —Y la acompaña la señorita Ollivander, es estupendo-, le sonrió también. 

En realidad piensa que no podría sentirse tan desafortunado desde hace mucho tiempo. Tantas cosas saliendo mal simultáneamente no era algo bueno. 

Como dije, el señor Ollivander está atendiendo ahora a alguien ahí adentro-, para ser honestos tiene las mismas ganas de entrar y asegurarse de que en realidad todo está bajo control. Lo había visto entrar al estudio, se acercó lo suficiente para entender lo que sucedía, pero Hessen tampoco era guardaespaldas de Garry, él no había pagado por ese servicio. 

De igual manera había permanecido al pendiente de la habitación hasta que encontró la entrada principal de la casa abierta.

¿Cuántos intrusos estaban invitándose a pasar la noche en la casa?

Si deja que yo me haga cargo, puedo buscar sus habitaciones y después…-, el estallido fue tan ruidoso que atravesó la distancia hasta el pasillo. Maldita sea, ¿no le había pedido no meterse en problemas?. —Un minuto-, se acercó cuidadosamente a la entrada, apoyando por delante la oreja para querer escuchar algo más de lo que sucedía en el interior.

Pero solo las chispas tronando se escucharon sobre las voces. Garry nunca había sido demasiado ruidoso de todas formas.

Su mano rozó el pomo de la puerta, pero solo por algo (llamémoslo instinto) dedicó una última mirada a la bruja Evans.

@ Rory Despard

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Bel Evans Ollivander

Solo la heredad y su potencial para generar desastre podía hacer que incluso un hombre como Hessenordwood Crouch, tan impoluto y sofisticado, luciese con esas fachas, que sin embargo, lejos de afearlo, le han dado un cierto aire a la icónica imagen de Colin Firth como Mr Darcy, saliendo del lago con las ropas y el cuerpo mojado. Eso es lo que yo he pensado al verlo, pero es imposible saber que está pasando por la mente de Rory. Dudo que él tenga esas referencias en su cabeza,  pues le he escuchado decir que las jornadas del campo le impedían ver con regularidad cualquier programa, excepto los noticieros de fin de semana, mas  que se haya persignado y comenzado a murmurar alguna clase de letanía, es la mejor muestra de que tampoco le ha sido indiferente la presencia del mago.

Lo mejor es que de inmediato, ante lo que parece haber tomado como un ataque personal, Rory se quite la boina dejando ver su bonita cabellera peliroja, solo para aclararle a Hess que "en nombre de Dios, no vuelva a tratarlo de señorita, menos frente a otros", como si acaso decirlo a solas no estuviese mal también. Es una interacción extraña la que se establece entre los dos, especialmente por como Hess duda antes de estrechar la mano que Rory le ha tendido, pero tras aquellos protocolos, la atención vuelve a estar en la puerta del estudio.

— Garry no debería ver a nadie a solas. Si no vengo no me entero de esto ¿que otros manejos indebidos estás haciendo eh? ¿es que no te pagan lo suficiente que descuidas así tu labor?

¿Era exagerado mi reclamo? ¿podía estar, disimulado en ese regaño para el hombre, mi propia culpa generada de la cobardía de no acercarme a la Heredad ni a Garry por la tonta idea de no lastimarlo más?. Si me guío de la confesión de una Odette medio ebria (que por cierto ¿cómo podía un fantasma emborracharse?) y elijo creer que la heredad se alimenta de los pensamientos negativos, tenerlos en ese momento solo va volver la estructura más inestable, pero el miedo no hace más que incrementarse con la explosión que se escucha de repente. 

Ni siquiera es necesario que pida un minuto cuando los tres hemos escuchado aquello. Porque además,  es difícil explicar esa sensación que de pronto he sentido en los huesos, que hormiguea en mi piel, que materializa instantáneamente en mi cuerpo la debilidad que me produce tan solo imaginar que algo malo le suceda a Garry.

Las palabras fluyen entonces, desenfrenadas y teñidas por la angustia.

— Si por algo te tengo en consideración Crouch, es porque SE SUPONE que estás cuidando de este hogar y de su propietario ¡ASÍ QUE ENTRA DE UNA MALDITA VEZ Y MANTENLO A SALVO!

Que terrible se sentía, no poder como antaño solo entrar y protegerlo yo misma, y hechizarlo yo misma también por andar jugándose así el cuello. Inútil y sin magia, soy consciente que soy un estorbo más que cualquier otra cosa, y Rory no está en una mejor posición ahora que lo he dejado sin varita. Aunque quizá...si tan solo él pudiera...

Cuando le susurro al oído mi plan, los ojos de él se abren enormemente. "Es arriesgado" alcanza a decirme con un hilo de voz, pero parece estar dispuesto a hacerlo y yo no puedo negar que en verdad, vivo metiendo a ese hombre en problemas. Cerrando los ojos, veo como la energía adopta la forma de luz rodeándolo. Y aunque han pasado años desde la vez que pisé Avalon, por primera y única vez, el poder de la diosa se siente reconfortante.

Lo atacaré únicamente si Hessenord falla señora Bel— aun con semejante magia Rory no está dispuesto a usarla todavía ¿o es por qué confía en Crouch más de lo que nunca podré hacer yo?

@ Mael Blackfyre  @ Hessenordwood Crouch

Editado por Rory Despard

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Por un segundo, en mi cabeza se había visualizado una imagen del mago lanzando hechizos a diestra y siniestra por haberme encontrado en su biblioteca y yo, claramente, defendiéndome de la misma manera. Había visto las llamas, las explosiones de hechizos, gritos. No había sido una linda imagen para el hogar de ésa familia y hasta había llegado a pensar cómo iba a hacer de ahora en adelante, por no haberme cubierto mis facciones. Estaba a cara pelada y eso podía llegar a sufrir graves consecuencias luego.

Pero no. Estaba enfrente de un mago totalmente rendido. Claramente desganado. Incluso hasta parecía como si se hubiera encontrado con un amigo de toda la vida en el cual, nos estábamos poniendo al día. ¿De verdad no iba a hacer nada? Una parte me había hecho confiar que no iba a pasar nada malo. Pero aun así mantuve mi varita aferrada en mi mano.

Su confirmación sobre la Varita Oliva hizo que aflojara mis nervios. Realmente existía.

¿Alguien como yo? ¿Qué quieres decir? —levanté una ceja y le hice un gesto con mi mentón, como señalándolo—. ¿Te has visto tú, amigo? —sonreí ante eso. ¿Por qué había sonreído? No era un chiste—. Es un objeto mágico. Totalmente inutilizado por sus dueños —levanté los hombros. Tal vez era más fácil decirle que lo quería robar para hacerme de unos cuantos galleones más, pero me limité—. Las personas en esta comunidad… ¿Cómo decirlo?... no saben aprovechar lo que tienen…

Me quedé pensativo exactamente por tres segundos. Tal vez era algo que sentía que me afectaba directamente porque no tenía nada. Ni familia, ni amigos, ni nada. Aunque todo había cambiado desde que había llegado a ésa comunidad. Me había encargado de hacerme con cada una de las cosas que necesitaba y que quería. Y hasta ése entonces había logrado obtener todo lo que quería.

Mire sus ojos. Tal vez hablar de amor en ese momento era demasiado pero me resultaban maravillosos. Me gustaba su postura y era extraño sentirme asi. Pero sus ojos me mostraron un poco más de su estado actual, si. Ser legeremantico era bueno para esos casos porque me había demostrado interés y tenía un trato, indirectamente. Podía ver un bosque. Un viejo. Su condición de licántropo (era el segundo que me cruzaba en ésa semana) Una muchacha. ¿Era un corazón roto? Tuve varias imágenes más. Y respiré:

¿A ti que te ocurre? Te encuentras fulminado, no te ves nada bien —su mente estaba totalmente destrozada. Habia ocurrido algo recientemente y parecía estar dentro de una prisión. Esperando. ¿Eso sería parte del trato? — Tal vez estás confiando en las personas incorrectas —era bueno para los tratos. No me llevaba nada bien con las personas pero siempre bordeaba los caminos necesarios para hacer pactos. Siempre había sido así—. Tal vez si tú me ayudas a mi, pueda ayudarte a ti…

Apreté la mandíbula. ¿Qué eran esos ruidos, había gente de otro lado?

 

@ Hessenordwood Crouch  @ Rory Despard

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Por supuesto Despard, Rory-, había quedado casi medio segundo en blanco, sin nada que decir. Aun sin su sombrero Hess no lo habría reconocido, su cabello ahora estaba tan aplastado cómo el de Evans, y bajo la luz del pasillo (de hecho) ambos lucen igual para él. Aunque si era algo más alto que Hannity, debió imaginar que no podía tratarse de ella.

Dudó, pero finalmente estrechó su mano. El tacto sin duda era mejor que su vista, lo reconoció mejor así. 

¿Qué fue lo que yo dije?-, debía alejar cualquier sospecha de su defecto con encanto. 

Hess se quedó el mayor tiempo que pudo ahí, sujetándose de Rory hasta que el pelirrojo rompió el agarre. E inconsciente le sonrió cómo solo a él. Tras cada encuentro ha pasado de incomodar a ser un calor agradable la corriente que Despard le pasa bajo su tacto. 

...Garry no debería ver a nadie a solas...

Si, sobre eso...-, pero los reclamos no terminan ahí, y por protocolo de la empresa, Hess se queda callado hasta que ella termine con todo lo que tenga que decir. 

Considerablemente, puede llegar a sentir empatía por ella, entiende su molestia hacia con él y lo que sea que provoca su protesta. Él entiende que, en primera, Bel Evans no ha estado tan al corriente como para reconocer muy bien sus funciones y sus límites ahí, en segundo, bueno, que Grelliam podría llegar a ser alguien por quien estar preocupado todo el tiempo, con toda esa naturaleza autodestructiva que despertaba su curiosidad...o su aburrimiento. 

Pero aun con toda esa información, él no hace lo que ella le dice. 

Señora Evans…-,

Otro rayo reventó cerca de la casa con un fuerte estallido, la luz que desplegó iluminó todo el pasillo por la ventana que se encuentra en el extremo opuesto. Por un segundo su corazón se detuvo, imaginando que el sonido pudo haber venido desde el interior del estudio. Hess exhaló temblorosamente, la tormenta afuera empeoraba, algo había cambiado también dentro de la casa, lo ha visto, lo ha escuchado. Y está seguro, de que eso no puede ser algo bueno.

...ENTRA DE UNA MALDITA VEZ Y MANTENLO A SALVO...

Sus ojos se encontraron rápidamente con los de ella, pero no se movió, se mantuvo tranquilo. Los oídos aún le zumbaban por el estallido y la voz de ella hacía eco incesante en su cabeza. 

Retrocedió.

Hessenordwood debe cumplir ahí con todas las instrucciones que Ollivander le ha indicado, él debe cuidar de todo ahí, incluyendo a Garry, mas no protegerlo, facilitarle las cosas es su trabajo, siempre es decisión de Garry si lo toma o no. A las finales, el demonio hará lo que Grelliam quiera, cuando Grelliam quiera. Pero nunca arriesgando su vida en el proceso. Ollivander ha sido claro en eso y no cumplirlo costaría su unión.

Sopesó sus opciones, ¿realmente todas eran malas?

No obstante, Evans parecía haber decidido por él antes. 

Pero por Satán, ¿qué estaban tramando esos dos cuchicheando de esa forma un plan?
 

-- -- -- -- --

Asintió con un solo movimiento, desviando finalmente la mirada hacia algún punto muerto en el suelo donde el humo de la madera comienza a dibujar siluetas desiguales. En gran medida está de acuerdo con lo que el muchacho dice sobre las personas que desaprovechan lo que poseen, pero aun así sus palabras le revuelven el estómago tras el espasmo que la tensión de pensar en eso le provoca. 

Quizás solo no debió comer todo ese pescado. 

El mago intruso vuelve a hablar, pero esta vez lo que dice no tiene del todo una relación con su objetivo, la vara oliva, en cambio, se refiere a él como si estuviera interesado en algo que Garry ha pasado desapercibido, porque lo que dice lo deja pensando demasiado tiempo en cosas que lo alejan del muchacho frente a él; de quien puede ser y de lo que es capaz de alcanzar con el arma que aún sostiene en su mano.

Garry no respondió de inmediato, tampoco le devolvió la mirada. Aun en su estado entumecido, pudo sentirlo ahí, husmeando los restos de juicio que quedan en él. No hizo nada al respecto y lo deja entrar sin protestas solo porque en realidad, aunque lo intentase, no podría resistirse y en segunda, era más fácil que hablar, que dar explicaciones largas que posiblemente él no ha terminado de armar coherentemente.

Sobre el silencio que ocasionó, lo que fuera que estuviera ahí afuera, debía estar más cerca de lo que se escuchaba, los ruidos del pasillo se colaron a la habitación aun con las protecciones que tiene para amortiguar el escándalo exterior. 

A su padre nunca le gustó el ruido, y por lo que sabe, al padre de su padre tampoco. 

¿Qué pasa conmigo?-, continúa hablando como si no se hubiese quedado en silencio todo este tiempo. Suspiró con cansancio, y estiró sus brazos y sus piernas quedando nuevamente demasiado grande sobre la butaca. —Digamos que...soy del otro tipo de personas-, su mirada paseó por la habitación. —De los que ya han abusado de aprovechar de más lo que tienen-, le contó. 

Y se movió finalmente, lo hacía como si se estuviera arrastrando, como un reptil adolorido, parecía tener toda la intención de levantarse de ahí, pero en cuanto sus pies descalzos tocaron el piso helado se detuvo inclinado sobre sí mismo, nuevamente anclándose a esa mirada de infinita oscuridad.

¿Cuál era su límite? ¿qué tan profundo era si él se acercaba? Mantenerse así mientras se quedaba prendido a ellos era como nadar hacia lo más hondo de un estanque helado. Estaba maldito. Y la marca del beleño, que creía acabada, palpitó en su mano una sola vez, como si volviera de la muerte.

Rascó la herida en la palma de su mano, pero la cicatriz no se marchó.

No busco ayuda-, casi siseó, el tono de su voz se mantuvo neutro y perezoso, pero a diferencia de que esta vez parecía tener mucho más interés en mantener la conversación. —Pero si la quisiera, ¿qué es lo que podrías hacer por mi? Eres… ¿la persona correcta en la que pueda confiar?
 

-- -- -- -- --

Está bien, si, será... como usted ordene, señora-, levantó las manos en rendición. No entiende que es lo que acaban de hacer esos dos, pero lo que fuera, tenía que considerar la advertencia de Despard, aunque no fuera inicialmente para él si no para ella. —Pero al menos necesito que lleve usted algún tipo de protección, aun si se queda en el pasillo-, lentamente, del bolsillo de su pantalón consiguió su varita, aunque no le apuntó con ella. —¿Podría al menos eso, señor Despard?-, y entonces giraba de nuevo hacia la puerta.

Hessenord pensó para sí un salvaguarda mágica, con eso al menos estaría protegido el tiempo suficiente para lanzar a Garry alguna otra protección con su varita. 

Inhaló con profundidad y abrió ambas puertas de par en par.

¡Buenas noches! lamento mucho, mucho, interrumpir su conversación caballeros, pero si me dejan, yo solo voy a…-, lejos de apuntar al intruso, que es al primero de ellos al que puede identificar, el demonio apuntó la varita en dirección a Garry y conjuró un obsistens que formó una celda de material poco luminoso alrededor del hombre que, tras su entrada, se desplomó nuevamente sin ganas sobre el sillón. 

Hess exhaló arrojando todo el posible mal humor acumulado hasta ahora. 

Muy bien, está mejor así, ¿verdad?-, sintió la pérdida de energía que el escudo que protegía al brujo requería, pero bueno, Despard le cuidaba la espalda, ¿no?, —Si, entonces, ¿a quién más tenemos de invitado esta noche?-, la varita de Hess vibró pero se mantuvo apuntando al suelo, después de todo, y de algún modo, Garry parecía tener la situación bajo control.

@ Rory Despard  @ Mael Blackfyre

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