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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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Me sentí avergonzada ante las palabras de Harpo. ¡No pensaba que hicieran prácticas de esas! Más bien pense que... ¡No sé qué pensé! Tomé el maletín de primeros auxilios que traía en sus manos y no dije nada. Puse antiséptico en las heridas del tío Jack para parar el sangrado. No entendía mucho de primeros auxilios pero usé la lógica para curar sus heridas; él iba recuperando la memoria y dijo que la tía había sido secuestrada. Antes, parecía que habían estado practicando las relaciones maritales y fueron sorprendidos. Me sentí asustada cuando dijo el nombre. Sonaba tétrico aunque yo no sabía quien era ese Lázarus.

 

- ¡Tenemos que salvarla, todos! Tú no puedes salir solito en este estado, tío Jack.

 

Cuando el tío Adrian preguntó si aquel tal Lázarus era el vampiro que me había mordido, me asusté mucho más. Puse la mano en mi cuello, como una protección inútil y rogué para que no me convirtiera en algo tan sin alma como aquel ser. Aún temblaba al recordar su cara. El tío Jack confirmó que era él y dijo algo sobre su mano que no había detectado cuando me atacó: le faltaban unos dedos.

 

- ¡Bien por Matt! - exclamé con orgullo aunque no fuera el momento adecuado para hacerlo. - Tenemos que avisarle, sí, Harpo... Aunque los primos están en su luna de miel. Es mejor que intentemos salvarla nosotros para que ellos no se preocupen. Ya han tenido una boda un tanto especial...

 

El elfo sacó unos papeles que podían ayudarnos a encontrar dónde se encontraba la tía. Se los dio al tío Jack. Me puse las dos manos en la boca, cuando explicó lo que eran. Ahora estaba aterrorizada. Nuestra familia era muy especial, sin duda.

 

- ¿La tía Sagitas tiene una familia materna? Pensé que la Abuela Antara era familia adoptiva. - Ahora me daba cuenta que no conocía nada de esta parte de la familia. Ella nunca hablaba de esa rama familiar y, tras lo que decía el tío Jack, entendía el motivo. - ¿Pero cómo se puede ocultar la tía Sagitas? Si es muy famosa, la más famosa del pueblo.

 

¡Así que todo iba de dinero! ¡Malditos galeones!

 

- A la tía no le hace falta ese dinero, ya es rica. Seguro que se lo preguntan y no lo quiere. ¡El primo Matt y Helike están en peligro! ¡Van a querer matarlos! ¡Matarán a la tía Sagitas y a ellos! ¡Hay que rescatarla! - casi sollozaba, ahora que entendía el porqué de todo lo sucedido en la boda. -¡Qué triste lo malo que es el deseo por tener dinero! - Era cierto aquello que decía el tío Jack sobre lo sucedido al principio de todo, cuando intentó matar a la prima. - Estaba allá, sé el corredor que era, ¡vamos!

 

El tío pidió un minuto para vestirse. Hice que todos saliéramos pero le advertí antes de cerrar la puerta.

 

- No intentes escaparte por la ventana, tío. Ahora no eres fantasma y te podrías hacer daño.

Editado por Xell Vladimir

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Y asi sin comerlo ni beberlo..y cuando estaba casi a punto de irme (suficientes emociones por un dia e incluso en mi retirada me llevaba una acromantula..sin duda lo mejor del dia) pues se fastidio todo. Por un instante el hecho de que se hacia necesario desaparecer el baul paso a segundo....tercero....o cuarto plano. Ahora teniamos un fantasma de alguna forma sangrando. Algo que en mi corta vida nunca habia visto. De todas formas me mantuve al margen de la situacion aunque los acompañe en todo el trayecto y posterior situacion en la habiatacion a donde fuimos a parar.

 

Como siempre todo giraba en torno a Sagitas. habia desaparecido???....Un vampiro???...odiaba todo eso. de por si no me llevaba bien con esa especie, salvo Helike. Asi que por lo visto ahora estabamos embarcados hacia otra aventura..de rescate?? -Este..disculpa que meta la cuchareta...pero sabemos al menos donde ir para rescatar a Sagitas???- claro tambien me detuve en remarcar lo evidente.- Segun mi humide opinion mejor dejar que Matt y helike vayan a su luna de miel...mientras nos encargamos de ellos...al parecer ademas de Sagitas ellos estan marcados como objetivos. Asi que si se enteran querran ayudar...y eso los pondria en mas peligro.

 

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En un pozo:

 

Oscuridad. Intenté no moverme porque el golpe había sido demasiado fuerte. El olor a sangre me invadió unos segundos, antes de que volviera el nauseabundo olor a muerte que impregnaba el fondo de aquel pozo seco. Era mi sangre, sin lugar a dudas, aunque aún no sabía qué podía haberme pasado en la caída. El dolor era tan generalizado que podría ser cualquier cosa, grande o pequeña. Recé por un Episkey sanador que me recuperara, aunque sólo fuera un poquito. Con las manos atadas a la espalda y los pies sujetos, el empujón desde allá arriba era imposible de intentar aminorar, como había aprendido en el Circo para que los golpes de las caídas fueran mínimas. Así que caí, con la única compañía de las risas de aquellos hombres, cuyas caras vi allá a lo lejos, en el círculo de luz del principio del pozo, antes de que desapareciera.

 

Después, la oscuridad.

 

Pero no oscuridad de desmayarse. No. Eso no llegó nunca, lo cual hubiera sido un alivio. Era la oscuridad de un pozo tapado, la negrura de saberte en un lugar cerrado, sin oxígeno y rodeada de a saber qué... Tanteé con la punta de los dedos. A parte del dolor que sentí en el intento, noté esquirlas que imaginé de huesos, de muertos que hubieran seguido la misma suerte que yo. No era alentador. Ni mi imaginación ni la realidad. Veía muertos, monstruos, animales que se arrastraban por encima de los huesos... Cerraba los ojos de forma inútil porque con ellos no veía nada en la más oscuridad absoluta y porque con los ojos cerrados, apretados fuertemente, no puedes imaginar el ver.

 

La realidad no era mejor de lo que imaginaba mi mente. Atada, en una profundidad total de un lugar oscuro y húmedo, sin poder avisar a Matt y a Heliké de que corrían peligro, sin saber nada de Jack. ¿Volvería a ser fantasma de nuevo? Si era así, no podría verle nunca, al menos que me convirtiera yo también en un fantasma y no sé si me quedaría ligada a aquel maldito lugar sin poder salir nunca en su busca. Y si aún seguía vivo, ¿estaría buscándome?

 

Esa era la única esperanza a la que me podía aferrar. Que me buscara... Y que me encontrara... Viva o muerta, debíamos volver a estar juntos.

 

 

 

 

 

 

http://oi50.tinypic.com/20gze2w.jpg Harpo no entendía porqué el Amo se paraba a vestirse, ¿qué más daba? Él iba siempre con apenas un saco encima por lo que le parecía superfluo el pararse a vestirse. Estaba asustado porque el testamento que la señorita Darla le había dado para que lo leyera el Patriarca Matt y que había acabado leyendo el Amo Blackner, esclarecía todo lo que había sucedido. Cuando el Amo dijo que había que volver a la habitación aquella que...

 

-- ¡Esa es! ¡Ahí fue donde me agredió alguien y donde me salvó la señorita Tamarindo, que las dioses le cuiden con cariño y mis galletas le llenen el estómago de por vida! Ahí me atacaron... ¡Seguro que es ahí donde debe de estar la explicación de todo! Vamos, señorita Xell, yo le explico por el pasillo.

 

Todos salieron para que el marido de la señora Ama se vistiera.

 

-- Sí, la Ama Sagitas es famosa aquí pero ese no es su verdadero nombre. Ya sabe que lleva una E. en la firma, ese es su nombre escondido que muy pocos conocen. Ese es el nombre que le liga a la familia escocesa de la que huyeron sus padres, que en paz descansen, y de la que huyó ella. Esperábamos que nadie descubriera el pasado de sus padres. Y no es cuestión de dinero. Es que si se muere, con sus hijos directos y sus futuros nietos, su dinero pasaría a esa familia. ¡Encima que me los matan, se quedarían con todo!

 

Cuando intervino el amo Sean, el elfo por poco le da un beso en agradecimiento. Primero le libraba del animalito del baúl (porque lo había hecho, ¿verdad?) y ahora ayudaba a encontrar a la Ama Sagitas. Golpeó en la puerta de madera, con fuerza.

 

-- ¡Vamos, Sr. Black! O se mueve o nos vamos sin usted a dónde sea... -- Ya se tiraría de las orejas más tarde, ahora había otra urgencia. -- Pero ¿quién se queda con los invitados que están en el ala este?

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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- Quien mejor para hacerse cargo de los invitados aun presentes que tu, Harpo? - pregunté, abandonando la habitación.

 

Ya no llevaba el pantalón de pijama, sino unos vaqueros oscuros y una camiseta de color negro. Había limpiado la sangre, comprobando que Xell, a pesar de tener pocos conocimientos de sanación, había hecho un buen trabajo con la brecha en la cabeza.

 

Encima llevaba la varita de Sagitas, y un cuchillo de caza. El chico se había llevado su mochila, pero había tenido a bien dejar algún arma en casa. Con aquello me sería suficiente.

 

Harpo había dicho que le habían atacado en la habitación en la cual parecía haber empezado todo. Definitivamente, tenía algo extraño que había conseguido romper las defensas que entre Matt y yo habíamos colocado en la mansión para evitar intrusos. Algo que se nos hubiera escapado.

 

Sonreí a Xell, que preocupada, me había pedido que no intentase huir por la ventana. No estaba tan loco...o tal vez si...pero no. Asi que encabecé aquel improvisado grupo de investigación, con la rubita, mi cuñado Adrian y mi ex-yerno Sean. Al menos el chico era inteligente, y decía que era mejor ocuparnos nosotros.

- De todas formas, enviaremos esa carta a Matt. Debe estar preparado.

 

Caminando, me mantuve serio, pensando...pensando en Sagitas, y en la rabia que sentía por no haberla podido ayudar, por no defenderla. Había sido incapaz de reaccionar, pero en ese momento, mi mundo giraba en torno a ella, y habría sido incapaz de detectar otra cosa. Además, me sentía culpable. Si no hubiera realizado aquel ritual para devolverme a la vida, tal vez...tal vez esto no hubiera pasado, porque sus fueras habrían estado intactas....

 

Solo esperaba que siguiera con vida para cuando alcanzáramos el lugar donde estaba cautiva.

 

Me paré frente a la puerta. Saqué la varita y, manteniéndola en alto frente a mi, abrí la puerta, observando el entorno con cuidado. No quería más sorpresas.

 

Pero...solo era un cuarto vacío.

 

- Armarios... - murmuré, ladeando ligeramente la cabeza. - Armarios evanescentes? - pregunté.

 

Demonios! Claro que asi se habían adentrado entre nuestras defensas.

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http://oi50.tinypic.com/20gze2w.jpg Harpo no estaba de acuerdo con el Amo Blackner pero, en el fondo, supo que tenía razón. No se podían ir todos a buscar a la Ama y dejar a los invitados sin nadie. Se quedaban los elfos pero éstos necesitarían alguien que les guiara. Él. Refunfuñó pero accedió a quedarse en la PB mientras ellos se iban. Acompañó al amo quien se parecía mucho al amo Matt, con esa fiereza en los ojos. Realmente la amaba. Eso le gustaba.

 

-- Yo enviaré la carta al Amo para informarles. Usted no pierda el tiempo y vuelva con la Amita, por favor...

 

El elfo se cogió las orejas y las agachó hasta el cuello, muy compungido y triste porque se iban sin él.

 

-- Sí, sí, son Armarios Evanescentes. La Ama compró un par en el Magic Mall pero no funcionaban bien y los dejamos aquí para comprobarlas en algún momento... Ya sabe que a la Ama le gusta trastear con la magia... Si hubiéramos sabido que estaban manipuladas...

 

El elfo salió corriendo para comprobar la situación de los invitados que estaban en el ala norte, sin saber lo más nuevo. Allá estarían los dos miembros del SAW, ¿cómo podría contenerles sin decirles nada?

 

-- Suerte, Amo Blackner -- susurró, al final, cuando llegó frente a la Sala de Baile, donde los invitados disfrutaban del final de fiesta de la boda.

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Aunque mis ojos parecían mirar directamente la figura del pequeño elfo preocupado, mi mirada estaba perdida en mis pensamientos; miraba al infinito que proyectaba sus líneas sobre la cabeza de Harpo. Como me temía, todo aquello giraba en torno a aquel vampiro, ese tal Lázarus, y las rencillas pasadas que pudiera tener con Heliké. Recobré el sentido cuando el elfo personal de mi hermana le extendió a Jack, a quién Xell estaba terminando de curar, una carta. Al parecer allí había indicaciones sobre dónde podía haberse llevado aquel miserable vampiro, cuya calaña nos aportaba tan mala fama a todos los de su raza, a la pelivioleta; a la nuestra, no a aquella versión rencorosa y vengativa de su prima.

 

No me pasó por alto el gesto de Xell, ocultando la herida de la mordedura. No podía entretenerme ahora a buscar la poción, teníamos el tiempo muy limitado y la prioridad era buscar a Sagitas, pero no podía dejar que aquello se extendiera por su sangre, coagulándola hasta la "primera muerte", como algunos solían denominarla. Jack nos comentó todo acerca de lo que decía la carta, lo del testamento y una pequeña aclaración sobre la historia familiar de Sagitas. Todos estábamos igual de expectantes ante tanta información nueva, conteniendo la respiración para no perdernos ningún detalle de aquella parte de la historia de la payasa que, al parecer, pocos sabían. A mí me pillaba demasiado de nuevas. Tanto tiempo con Sagitas y no sabía todo aquello... No era momento de reproches tampoco. Había que actuar, y rápido.

 

- Sean, no podemos mantener a Heliké y a Matt "al margen" --aquello se lo dije directamente al muchacho, pero era una opinión que lanzaba hacia todos--. Están en peligro y puede que ni siquiera lleguen a disfrutar de la primera noche de su luna de miel. No sabemos el despliegue que tiene esta gente, ni la rapidez con la que pueden actuar. Si conseguimos que todos acaben sanos y salvos, ya tendrán tiempo de sobra después para irse un año si quieren. Y precisamente avisarles es lo que hay que hacer, ahora.

 

No necesité más que una mirada de Harpo para sobreentender que se encargaría el de aquel paso. Esperamos fuera de la habitación para que Jack se cambiase y en cuanto hubo salido, emprendimos el camino hacia no sé qué habitación, que al parecer era donde había pasado todo el suceso anterior a que yo llegara. Ya me contarían aquella parte de la historia más tarde. Llegamos a uno de los pasillos de los pisos inferiores de la casa. Olía a sangre. Se podía apreciar que habían limpiado todo el área, pero yo podía percibir todavía aquella esencia incrustada hasta en las paredes. Nos paramos ante una puerta entreabierta y nos adentramos en la habitación. Era una estancia vacía, a excepción de un armario. Un armario evanescente, a judgar por las palabras de Jack. Harpo se despidió de nosotros tras la determinación conjunta de que debía ser él quién se quedara a cargo de la Mansión y de los invitados, y salió de nuevo al pasillo. Yo miré el armario y después, a Sean y Xell, que estaban a mis espaldas, y por último a Jack, que contemplaba el mueble de oscura madera obnubilado.

 

- ¿Entraron por ahí? --Mi voz resonando en la habitación vacía, rompiendo el pesado silencio, me resultó hasta molesta. No quería formular ninguna otra palabra, y mucho menos preguntas, pero no pude evitarlo--. ¿Estás seguro? ¿Y si es una trampa?

 

No sabía si aquel armario pertenecía a mi hermana, pero si así era, me extrañaba que lo hubiera comprado sin su pareja y nunca hubiera comprobado su funcionamiento. Si el otro armario estaba allá donde se la hubiesen llevado, podrían estar esperándonos al otro lado para tendernos una emboscada. Pero si no, podrían haberlo enviado a cualquier sitio. O incluso podría ser que aquel no hubiera sido su medio de ingreso en la Mansión. Mi cabeza no podía procesar la información que no sabía. Esperé a que Jack contestara, a que me contara qué había sucedido, o a que, al menos, no fallara en la decisión que tomara.

 

En aquel punto, incluso se me había olvidado por completo que en mi habitación, apenas unas puertas más allá, todavía estaba oculto bajo una manta el baúl con la acromántula y a su lado, haciendo guardia (siempre y cuando no le diera por inspeccionar la casa para comer), el diricawl de Sean.

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✤ Viajero de la noche ✤

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Harpo y yo no solíamos entendernos en nada, excepto en una cosa: lo importante que para nosotros era Sagitas.

 

Fue el mismo elfo quien, antes de marcharse a entretener a los invitados e informar a Matt de lo que había pasado, me dijo que efectivamente, aquel era un armario evanescente que al parecer, no funcionaba bien, y Sagitas lo había guardado para intentar repararlo.

 

Cuando nos dejó a solas, Adrian se atrevió a preguntar si realmente eran lo qeu parecían, y si estábamos seguros de que pertenecía a Sagitas y aquello no era una trampa. Alargué una mano para tocar la madera, y los miré. A Adrian y Sean, que acababan de regresar a Ottery y parecían dispuestos a colaborar en el rescate de Sagitas, y a Xell...la rubita parecía preocupada, pero decidida a ayudar en el rescate.

 

- Matt y yo establecimos protecciones especiales en la mansión y los alrededores, pero ninguno tuvo en cuenta que también había que protegerse contra los armarios evanescentes. Cuando Sagitas salió de esta habitación no parecía estar en sus cabales. Entraron usando esto, seguro

 

Asi con fuerza la varita de Sagitas. Tenía que dar con ella antes de que le hicieran daño.

- No se que encontraremos al otro lado. Si quereis quedaros, es comprensible. Pero yo debo ir - les dije.

 

Asi qeu tras mirarlos un momento, me adelanté, atravesando las puertas del armario evanescente.

"Aguanta. Ya voy, niña"

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Madame Everdeen

La mujer quemada había permanecido en una bañera rellena de un líquido pegajoso a base de áloe vera, avena y leche de coco. Sólo la cabeza quedaba fuera de aquel líquido pestilente y desagradable para ella, no por lo que contenía sino por lo que significaba. Su piel estaba quemada completamente. En la cara, la elfina le ponía hisopos de algodón empapados con extracto de vainilla y miel. Los remedios eran muy caseros pero funcionales. Mientras esperaba que aquellos discos en sus ojos hicieran efecto y el dolor desapareciera, pensaba en el daño que iba a hacerle a aquel mocoso. El niñito pagaría lo que le había hecho.

-- Quién juega con fuego, se quema, pequeñajo -- rezongó bajo la gasas y algodones que la rodeaban.

Desde allá sintió los gritos de aquella maldita prima que había dejado en manos de sus hombres. Sólo sonrió una vez pero el dolor de su cara quemada le impidió saborear el triunfo de aquella agresión a la que sometían a la mujer allá abajo. Después se hizo el silencio y sólo le quedaba la suposición de lo que había sucedido.

La elfina le ayudó a levantarse y le puso las vendas en la piel. Era desagradable, se pegaban a la piel muerta y la refrescaban pero sólo un momento, después el calor y el ardor se le hacía insoportable. Se puso una túnica negra que la cubrió entera, con capucha para la cabeza, en la que escondió su falta de pelo, su hermoso pelo violeta casi desaparecido. Everdeen volvió a odiar a aquella mujer y a toda su descendencia. Después, se sentó en una cómoda silla hamaca y la elfina la bajó, a peso hacia la parte inferior de la casa.

Allá, sus secuaces ya estaban listos para recibirla.

-- ¿Sabéis donde buscar al patriarca?

-- Sí, pasarán la noche de bodas en un Hotel de su propiedad en un parque de Atracciones. Si llegamos antes de que se vayan al viaje, mataremos a los dos.

-- ¡Bravo! Sólo quedará la serpiente pequeñaja esa... La quiero. Traerme a esa criatura. Quiero cargármela yo misma. Cuidado con sus manos. Cortárselas si es preciso. Pero traérmelo vivo. ¿Dónde está ella?

-- En el pozo seco, como ordenaste.


Casi sonrió pero el dolor volvió en la primera mueca, así que dejó su rostro impertérrito de nuevo.

-- Está bien. Iros...

Everdeen les contempló irse y , después, caminó, lentamente, hacia la parte de atrás de la mansión. Quería caminar ella a pesar que su elfina intentaba obligarla a sentarse. Llegó por su propio pie, agotada y dolorida, delante de una gran losa de piedra, redonda, gruesa... La elfina dejó allá la cómoda y ella se tumbó. Lanzó un gemido de alivio. Se balanceó. La silla hacía un ruido de "ñiiiic-ruiic, ñiiiic-ruiic," cada vez que rozaba aquella losa.

-- ¿Sagitas? ¿Estás ahí? He venido a pasar contigo tus últimos momentos. Al fin y al cabo, somos familia, ¿no?





http://oi50.tinypic.com/20gze2w.jpg El elfo contempló la zona de baile en el ala Este de la Mansión Potter Black. Estaba todo bien, es decir, los invitados bailaban, comían, charlaban y comentaban. Ciertamente, aquella boda iba a ser comentada durante mucho tiempo. Y aún no se había acabado la situación pero ellos no tenían porqué saberlo. Para eso estaba el elfo, presto a evitar que nadie se enterara.

Cuando comprobó que todos parecían divertirse y que los elfos de la casa tenían todo bajo control, se escabulló un momento y buscó un bureau donde sentarse a escribir una nota al Amo Matt. Por supuesto, encontró pergamino y pluma, todo comprado en la Tienda PB del Amo patriarca. Le costó encontrar las palabras y, al final, rompió varios pergaminos porque no sabía qué escribir ni cómo escribirlo. Cuando se dio por satisfecho, se dio cuenta que había sido escueto y que el Amo Matt iba a saltar en cuanto lo leyera. Esperaba que fuera lejos, bien lejos del país y que no interrumpieran su viaje de novios. Él, en realidad, sólo quería que tuviera cuidado, no quería tener que ir a buscarlos también, como a la Ama Sagitas.

Pergamino.

 

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Sean intervino para preguntar sobre donde había que ir a rescatar a la tía. ¡Gran pregunta! Al menos, su opinión era la de todos, Matt y Helike debían de seguir la boda, nosotros nos encargaríamos de encontrar a la tía y parar a esos malditos secuestradores y asesinos. No esperaba la exclamación de Harpo dándole tanto cariño a la amiga de la tia, Tamarindo. Seguro que ahí había algo que yo no sabía, porque recordaba que no le caía bien porque le robaba las galletas. Salimos para que Jack se vistiera mientras el elfo nos explicaba todo de la familia de la tía Sagitas. Me sentía muy triste por lo sucedido y decidí que iba a ayudar a la tía como fuera.

 

El tío Jack decidió que Harpo se quedara con los invitados de la boda, algo que no pareció caerle bien. Miré de reojo al tío, se parecía mucho a Matt y me hacía gracia ver su cara como la del primo cuando fuera algo mayor. Retiré la cara en cuanto me di cuenta que estaba siendo descarada. Él dijo que era mejor avisar a Matt y su mujer y sonreí un poco pícara.

 

- ¿No le dejaréis disfrutar de su noche de boda? - volví a ponerme roja ante el comentario. Le seguí, junto a los demás, hasta la habitación donde había una puerta de esas evanescentes. Era un armario y Harpo dijo que no funcionaba bien y que por ello lo mantenían en aquel cuartucho. - ¡Estaban manipuladas! Entonces es que todo estaba planeado desde un principio. Yo pensé que había sido ... casualidad.

 

Me sentía muy boba con ese pensamiento, ahora que me paraba a analizar lo sucedido. Claro que había sido planeado. El primo Adrian preguntó si seria una trampa. Me dolía el cuello y estuve a punto de recordarle la poción que me había prometido para el mordisco pero ahora lo importante era buscar a la tía y salvarla.

 

- ¿Qué más da si es una trampa? no lo sabremos hasta que estemos allá, así que adelante.

 

El tío Jack entró y le seguí. Al principio no noté nada pero después pensé que había un final del camino, había una puerta delante y empujé. Era una vista de un jardín. ¡No! Era un campo, agreste, con vistas a un bosque, unos caminos que llevaban a saber qué destino...

 

- ¿Y ahora qué hacemos? Parece una campiña en Escocia... ¿Dónde dirigimos los pasos? Es todo tan... extraño. - No había ningún indicativo de donde podía estar la tía. A lo lejos se veía un pueblo y alguna casa aislada pero... ¿dónde? - ¿Y si la busco como sacerdotisa? Nunca lo he intentado pero las tía Sagitas y Cye lo usan a menudo para contactarse espiritualmente... Lo siento, es una mala idea...

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Una charla entre primas:

 

El sonido de su voz fue suficiente para conseguir que abriera los ojos. Era un gesto inútil en cierta medida ya que, en la profundidad del pozo, todo era negro. No había siluetas ni formas que brillaran en la oscuridad. Negro. Inexistente.

 

Pero abrí los ojos. Era la primera vez, y tal vez la última, que hablaba con un familiar de aquella rama a la que nunca había conocido y tanto había marcado mi vida. Por ellos, no tuve padres. Por ellos, quedé huérfana siendo una bebé y heredé unas cicatrices en la cara que me había encargado de ocultar. Por ellos, crecí en España de orfanato en orfanato, sin un hogar concreto. Por ellos, sin embargo, aprendí la magia de la naturaleza en las múltiples escapadas a los pueblecillos de Asturias y mi faceta de sacerdotisa creció en mi interior, siendo el precedente de lo que hoy era. Por ellos, huyendo de ellos, me metí de polizonte en un Circo, el gran negocio que cambió mi vida. Cuando me llegó la carta para estudiar en la Academia de Magia de Girona, conocí a quien sería mi marido. Por ellos, nos escondimos en aquella cala donde nuestro amor engendró a Matt. Por ellos, les perdí a ambos, a uno en tierras catalanas y al bebito recién nacido en Galicia.

 

Por ellos, yo era quien era ahora mismo... ¿Por qué no hablarla durante los minutos que me quedara de vida? ¿Qué más daba malgastar un aire enrarecido que ya faltaba allá en el fondo? ¿Qué más daba morir un minuto antes que después?

 

El ruido del roce contra el techo del pozo era insoportablemente ansiado en aquel lecho de huesos y podedumbre. Me evitaba pensar en otro ruiditos extraños que despertaban imágenes de bestias arrastrándose, garras destrozadoras y dientes afilados. Así que me aferré a aquel ruido que llegaba de arriba y a la diluida voz de mi prima desconocida.

 

-- Estoy... aquí.

 

Me costó mucho pronunciar aquellas dos sencillas palabras. La garganta me raspaba como si tuviera vidrio en su interior de lo seca que estaba; el dolor de mi cuerpo era enorme, ahora que me fijaba en que estaba ahí, latente. ¿Qué había sucedido para que doliera tanto? Procuraba no recordar pero la imagen de los tres secuaces obedeciendo a mi prima cuando les ordenó la tortura iba a ser difícil que desapareciera de mi mente. La caída al pozo también había aumentado el dolor. En conjunto, cualquier cosa que implicara un movimiento mayor que un aleteo de los párpados, era insufrible.

 

Pero quería hablar, quería morir sabiendo. Quería entender el motivo de todo aquello. Así que hablé, a pesar de lo que sentía.

 

-- ¿Qué tal... la familia...? -- Ni siquiera sabía cómo se llamaba. Estaba siendo asesinada por una desconocida.

 

El ruido de nuevo. "Ñiiiic-ruiic, ñiiiic-ruiic..." Su voz tardó en llegar y sonaba cansada.

 

-- Tía Emmarjory murió este verano. Era una libertina. Te dejó parte de su herencia. ¡La herencia de la familia! La enterré en el pozo en venganza. Puedes saludarla de mi parte. -- Intenté no respirar. Ahora entendía qué era lo que olía allá abajo. Verano... ¿Tres, cuatro meses...? Aún estaría descomponiéndose. Sentí ganas de vomitar pero el mismo pensamiento me recordó el dolor que sentiría, así que intenté refrenarlo. -- Era la hermana menor de tu madre y siempre hablaba de vosotros con cariño. Nunca entendió la forma de pensar de la abuela. ¿Sabes? Llevas su nombre, Ericen.

 

Parpadeé, confundida. ¿Mi madre me había puesto ese nombre por mi abuela?

 

-- Yo llevo el nombre de nuestra tía-abuela, Everdeen. Ella sí que sabía... Rigidez. Orgullo. Tradición. Familia. Nunca permitió que se recordara vuestro nombre. Una hija casada con un hombre cualquiera, un auror..., un funcionario ministerial... Nadie de nuestra clase... Borró vuestra historia de todos los registros. Era mi tía preferida. Pero tía Emmarjory te dejó heredera. No sé cómo conocía de tu existencia, un error subsanable, ¿no crees? Lo positivo de la situación es que ahora que aún queda un registro de vuestra existencia, tengo derecho a quedarme con tus pertenencias, al ser familiar directo.

 

-- ¡No...! Matt... Ithilion... -- El miedo creció en mi interior. El silencio momentáneo me permitió sentir movimiento. Allá había animales.

 

-- ¿No te lo he dicho? Tu hijo pelirrojo ha muerto hoy con su nueva esposa, pobres, sin disfrutar su viaje de novios... Un accidente... Tu marido no existe legalmente y no puede hacerse cargo del diablo que tienes por pequeñuelo. Nadie puede hacerse cargo de él, excepto yo, que soy su tía directa... Me haré cargo de él y de tus posesiones, querida prima. Como ves, tu muerte no es en vano.

 

Apenas sentí sus últimas palabras. Chillé, de rabia, miedo, de dolor, de angustia. ¡Matt no podía haber muerto! ¡Ithilion no podía ser adoptado por nuestro verdugo? ¿Y mi familia, Reena, Xell, Hayame...? ¿Es qué nadie se haría cargo de mi hijo cuando yo muriera? "¡Mattnoestámuerto, Mattnoestámuerto, Mattnoestámuerto...!"

 

Grité y usé un último esfuerzo en atacarla, ni supe cómo, sólo la rabia me hizo plantarle cara de la única manera que podía estaba allá abajo, moribunda, desnuda, atada, mordisqueada por ratas... Un hechizo de proyección surgió de mi boca, sin necesidad de varita, y una forma incorpórea y espectral salió de mí, como un vertiginoso rayo de luz que ascendió por el pozo y atravesó aquella losa. Había sol, un lindo mediodía inglés, un jardín, árboles y una mansión. Eso vio mi "YoProyectado" al salir del pozo. Me tiré encima de la mujer. Era una pura momia sentada en una mecedora que arrancaba un "ñiiiic-ruiic, ñiiiic-ruiic," al moverse encima de mi prisión.

 

La ataqué, con ese hechizo de Suma Sacerdotisa que había aprendido hacía años pero que era difícil de conseguir. Sólo la furia, el dolor y el deseo de venganza juntos pueden conseguir que una sacerdotisa use un hechizo de rabia tan poderoso. Fuerte. Pero también extremadamente corto. Y agotador. Apenas rocé su túnica, arañé su rostro y grité en su cara. El terror que vi en sus ojos fue lo último que percibí antes de volver, de golpe, al fondo del pozo, dejándome paralizada, inútil para nada más, mientras sentía como animales clavaban sus dientes en mi piel y como patas estrechas con uñas afiladas recorrían mi cuerpo.

 

Era el fin. Sólo un pensamiento me agolpó en aquel momento: Quería un entierro con flores... Bueno, un segundo pensamiento se unió al primero: ver a Jack en la Muerte, que pudiera disfrutar con él en esta nueva etapa en la que iba a entrar irremediablemente.

 

Sólo entonces, cuando perdía el sentido por completo, recordé el paisaje que apenas había visto al salir, la luz, el sol, las plantas que crecían ahora de forma rápida con los pocos atisbos de energía que me quedaban, inundando mi tumba... Y sentí que allá, en algún sitio, había una sacerdotisa. Tal vez me habría "sentido" y rezaría por mi alma.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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