Château Dumbledore (MM B: 78647)

[Ariaweasley]

¡Hola Brujos!

Estoy en mi dormitorio viendo por la ventana bello atardecer ,me encuentro un poco nerviosa por conocer a la nueva familia de mi hermanita serán ¿crueles? Me darán buena ¿ acogida ? 

Me entra un poco pánico salgo corriendo a buscar @ Ada Camille Dumbledore

espero me reciba con un fuerte abrazo. 

[Ada Camille Dumbledore]

Tras la maravillosa noche que había pasado en días anteriores pasé algunos días más en casa tratando de mantener viva esa llama que se había encendido en mi, pero como era de esperarse la sensación empezó a perderse y volví a sentir la necesidad de huir de mi propio ser. No podía negar en ningún momento que me engañaba al albergar alguna esperanza de volverlo a ver cuando la certeza no me acompañaba, pero quería pensar que si sería así.

Levante la cabeza del libro que trataba de leer y que por cuarta vez trataba de iniciar la hoja donde la había dejado la última vez. Suspore y cerré cerré libro definitivamente ese día no iba a adelantar en la lectura.

Salí de mi habitación, no me preocupe por ir descalza, solía caminar así en mis habitaciones,  pero no por la casa pero el día estaba cálido y yo estaba lo suficientemente aburrida como para que me importara algo.

Al llegar al primero piso una presencia femenina estaba en el lugar y me di cuenta que mi hermana @ Ariaweasley  estaba en casa, le sonreí. 

 

- ¡hermana que bueno verte en casa!, bienvenida a tu hogar

Le salude con alegría

-te gustaría que tomáramos algo en el jardín, justo iba a la cocina a buscar algo para beber.

Solté mientras le guiaba hasta la cocina del edificio. 

[Darla G Dumbledore]

Se sentía molesta, había estado a punto de regresar de su exilio auto exigido y todo, absolutamente todo, se había borrado. No tenía otra forma de describirlo. Había sido como un sueño. Había hablado con Leto, de cómo extrañaba a Anthony, de cómo había sentido su presencia. Había hablado con Lualú de cómo había descubierto pequeños recuerdos de su Dash que había encontrado en un olvidado baúl. Sus charlas con Tommy y las indicaciones que Kimberly les había dado para que se cuidaran y no confiaran en nadie durante la ausencia de Darla.

Se detuvo y lanzó un suspiro, su mano había estado a punto de abrir la puerta mágica que unía el verdadero y secreto hogar de Darla y Seba con el hogar que habían formado en House of Books. Y todo, todo, se había desvanecido delante de ella como si de un sueño se tratara. La pelirroja, con sus largos y enrulados cabellos observaba aquella imagen borrosa en su mente. ¿Qué había pasado exactamente? No estaba muy segura de ello, pero había optado por volver a aparecerse en su habitación del castillo Dumbledore. Esa familia, Anthony y Kimberly eran aquellos en quien la pelirroja más confiaba. No tenía nada ni a nadie más en ese momento en su vida. Excepto... sacó de su bolsillo aquella esquela que le habían dado y lo supo, quizás no fuera su sangre pero era la de Scarlet y si era de su alter ego, también era de ella...

Editado 26 de Junio del 2023 por Darla G Dumbledore

[Ada Camille Dumbledore]

 Caminar por mi habitación descalza se había vuelto casi un hábito, estaba siempre con mucho calor y las temperaturas del verano no ayudaban pues estaban muy altas. Para evitar que me enloquecieran las altas temperaturas llevaba puesto un simple camisón de seda fría de tono celeste y ahora estaba recostada en una mecedora leyendo un libro antiguo de hechizos qué habíamos encontrado en los archivos del Ministerio de asuntos mágicos de Francia. Era bastante interesante pues mencionaba diferentes preparaciones de pociones y algunos hechizos que no conocía de ningún otro lado. El libro y sus páginas era delicadas y se trataba de magia antigua de una tribu gala qué había vivido en aquellas tierras antes de nuestra época.

La realidad era que parecía ser magia muy poderosa qué seguramente estudiándola a conciencia podría usarse en bien de las personas del mundo mágico, así que ya qué estaba en casa podrá analizar a profundidad el contenido de aquellas páginas, además que poseía el estudio de pociones qué me permitiría poner en práctica aquel conocimiento que estaba plasmado en aquellas antiguas hojas.

 

[Darla G Dumbledore]

Se movió despacio, sabía que no era necesario, no había mucha gente en el ala del castillo que ella habitaba, los elfos si querían podían sorprenderla, pero sabían que no era buena idea. Así que la pelirroja sabía que podía andar por aquel lugar sin preocupación alguna. Las habitaciones de su cuñada estaban dos pisos más arriba y en el ala contraria a la suya. La mayoría de las habitaciones ocupadas estaban en tercer y cuarto piso y los pocos habitantes del segundo piso, estaban en alas alejadas de la suya y en su mayoría estaban tanto o más desaparecidos que ella misma.

Se detuvo de pronto a la mitad del pasillo que recorría, a veces, las sensaciones de recuerdos que no tenía invadían su ser. Era consciente que aunque en su mente no había recuerdos de hechos lógicos que la hicieran sentir de esa manera había algo que por momentos le hacía pensar en el riesgo que corrían los magos antes poderes que ni ellos mismos eran capaz de comprender.

Era cuando pasaban esas repentinas sensaciones de querer ayudar a alguien y rescatar no sabía bien a quién que le venían esos pensamientos de preocupación por la seguridad del mundo mágico. Darla estaba convencida que todo aquello formaba parte de un sentimiento de culpa que se negaba a reconocer por haber abandonado a la joven Luna Gryffindor. Es verdad que en esas ocasiones también sentía un poco de culpa por Kim, aunque sabía ella sabía arreglárselas solas y tal vez, la que menos reconocía, por el ministro de magia, Ludwig. ¿Cuándo habían dejado de ser amigos?

Suspiró y se dejó caer suavemente, sentándose sobre la alfombra del pasillo con la espalda apoyada contra la pared. Cuando esos no recuerdos la abrumaban debía detenerse, parar todo lo que estaba haciendo y dejar que la paz fluyera por su ser. No le interesaba recuperar los recuerdos que había dejado por la mejor de las causas, pero tampoco quería que las  historias de su pasado la dominaran. Con calma abrazó sus piernas, cubiertas por  una calza gris con trama de panal de abeja y las mangas negras de su remera contrastaron con las palmas y pies blancos como la nieve. Vaya día…

[Ada Camille Dumbledore]

Estaba en el hogar disfrutando del sonido precioso que se desprendía del maravilloso instrumento qué sostenía en mis manos y que interpretaba con bastante pasión, al parecer mi estado me hacía más intensa con mis sentimientos y emociones, lo que me hacía arrancarle notas maravillosas al stradivarius azul rey en mi posesión. Amaba ese instrumento como pocas de mis pertenecías, había sido un maravilloso regalo y de los más atesorados por mi. Al ser un instrumento muggle pocos imaginarían la magia tan profunda qué poseía, pero el que lo escuchara estaba segura caería en una ensoñación propia de un hechizo.

El sencillo vestido de seda fría de tiras en los hombros, azul claro que llevaba encima, alejaba el calor de verano qué entraba por la ventana abierta de mi habitación, eso y estar descalza calmaban el calor de mi piel.

Cuando termine le Chaconne en Re menor de Bach, deje a un lado sobre el sofá el instrumento de cuerda y fui hacia la barra del pequeño bar de mis habitaciones, el tener un Chateau tan grande nos había dado a los miembros de la familia la potestad de tener cada uno un apartamento propio en el mismo hogar y era algo que nos daba total independencia a cada uno.

Tome un vaso de cristal con jugo de naranja frío que mi querida elfina Lynnete había dejado. Desde hacia un tiempo estaba extremadamente pendiente de mi, era una de las pocas que conocía mi pequeño secreto. No sabía bien cuando le diría mi madre y a la familia, es más ni sabia como hacerlo, ya suficientes problemas tenía con la corona. Ya lo afrontaria más adelante. Me de quede sentaba en el alféizar de la ventana mirando el extenso terreno de la propiedad Dumbledore.

 

[Mefistofeles Evil]

Mientras viajaba en las sombras guiado solo por el sonido de un violín, mi mente rodeada de tanta obscuridad se aclaraba poco a poco. Siempre me había preguntado las razones por las cuales siempre regresaba de mis largos viajes, el por qué siempre tenía que volver a este mundo mágico, donde más había hecho daño, donde jamás me importaban las personas, al menos eso era lo que siempre creía hasta este último viaje.

Estaba a punto de hacer el trato de mi vida, estaba a punto de llegar a ser lo que siempre quise, después de siglos de trabajo sucio, de engaños, de cientos de almas que sucumbían y que ahora formaban parte de mi gran colección en el Hades, ahora iba a tomar mi trono, como amo y señor del fuego eterno, todo lo que había hecho iba a tener sus frutos, pero no me esperaba esa ultima jugada del astuto Lucifer.

Todo iba a ser mío y él se daba por derrotado, pero la condicione era que tenía que dejarlo todo y vivir mi gloria en soledad como él lo había hecho. La verdad no me parecía para nada malo, al fin de al cabo, ¿qué podía extrañar yo?. Fue entonces cuando su retorcida sonrisa se manifestó con una mueca de triunfo y con un tronar de dedos hizo que en el salón en el que estábamos se inundara con una tonada de violín, al principio me pareció algo absurdo aquello, hasta que como un relámpago blanco su imagen me golpeó, la bella imagen de su rostro, cada uno de sus finos rasgos se dibujaron como una obra de arte y el solo hecho de imaginarme una eternidad sin poder siquiera ver de lejos un destello de su sonrisa, hacía que aquello que por siglos había anhelado, se convirtiese en nada.

Nunca había tenido la oportunidad de decirle todo lo que en verdad significaba para mí, ella tenía que saberlo, siempre fue mi más grande debilidad, siempre. Solo bastaba con una mirada suya, solo con estar cerca de ella para que toda obscuridad y maldad que había en mi corazón desaparezca, ella era la razón para que yo siempre volviera, siempre fue ella.

Y aquí estoy, viajando en la obscuridad dejando todo lo que siempre trabaje en busca de un amor que tal vez nunca lo podré tener.

De las sombras de un pino hermoso en forma de dragón empecé a emerger, poco a poco mis ojos iban viendo la luz y supe donde estaba, en el jardín de la casa de los Dumbledore y fue cuando ya estaba materializado por completo que reaccioné. ¿Qué iba yo a decirle? ¿Y si no sentía lo mismo? ¿Y si de pronto ella se reía y pensaba que es una de mis jugarretas?. Por primera vez en muchos siglos estaba inseguro y con miedos.

Caminé un poco sin saber que hacer, seguramente alguien de la familia ya sabría que estoy en el jardín y llegado sin invitación alguna, podría ser considerado como una agresión, más sabiendo quien soy yo, pero entonces la vi.

Estaba en en una de las ventanas que daban al jardín, hubiera querido usar legeremancia solo para saber que pasaba por su mente en ese momento, por lo pronto en la mía solo estaba ella. Tenía que llamar su atención de alguna manera. Vi una hermosa flor de lis de color carmesí, la tomé y sacando mi varita la toqué y sus pétalos cobraron vida y aleteando como un ave fueron hacia donde estaba ella revoloteando en su ventana, esperando que la vea y luego pueda verme a mi.

Ahora solo me queda esperar...

@ Ada Camille Dumbledore

 

[Ada Camille Dumbledore]

El día estaba soleado y el cielo estaba de un hermoso azul que llegaba hasta los confines del horizonte y no lograba divisar una sola nube, el calor no parecía irse pronto, por lo que me resguardaba del calor y me hidrataba correctamente. El jugo de naranja natural frío era algo que me gustaba mucho, aunque me deleitaba más cuando tenía algo de champaña con ella, era tal vez mi coctel preferido, aunque había un par más que realmente disfrutaba pero bueno esta época no era buena para el alcohol.

Un viento suave entro por la ventana refrescándome y cerré los ojos para disfrutarla y mientras moví un poco mis pies descalzos qué colgaban de la ventana de mi habitación. Era una costumbre qué había tomado de siempre el estar allí y desde hacia un tiempo ya era un placer estar en casa, había pedido un tiempo en el ministerio para descansar, un tiempo de vacaciones qué por casi tres años no había tomado. Siempre usaba periodos cortos libres para descansar pero desde que ingrese al ministerio como espía luego como asesora de la oficina del ministro de magia y luego como Ministra de magia no había estado en vacaciones reales. Por eso atesoraba esto momentos y más sabiendo que todo cambiaría desde ahora. Abrí los ojos para seguir contemplando el día y de pronto frente a mi una flor de Lys se presentó ante mi volando de una manera apoco usual, sonreí entrañada y me percate que no podía ser algo natural sino algo mágico, alargue la mano para tomarla, era suave y su olor maravilloso, me recordaba la casa de mi bisabuela Ada en París. Mire hacia el jardín y logre divisar a un caballero, no pude reconocer quien era.

Baje del alféizar de la ventana de mi habitación deje a un lado mi jugo, tome un saco de lana azul y me lo puse. Baje por de mis habitaciones hacia los jardines del Chateau, no era común que alguien apareciera en los jardines y no se alertaron los hechizos de protección del lugar, lo único que podía evitar que eso sucediera es que un familiar o conocido de la familia llegase. Me demore unos minutos en descender desde el cuarto nivel del Chateau y salir por la puerta que daba al bosque qué daba a mis habitaciones. Entre los árboles distingui a mi tío @ Mefistófeles Evil. era raro verlo allí, pero lo note extraño, no sabía decir porque exactamente, sonreí con dulzura pues le tenia un gran cariño y ciertamente me graba mucho de verlo.

- Qué gusto verte

Bese sus mejillas

- Es raro que jamás te vi aquí en el Chateau, qué bueno que te animaste a visitar a la familia

Me arregle un poco el vestido, estaba poco presentable para una visita, al menos agradecía qué mi cabello siempre andaba presentable aunque estuviera recogido. 

 

[Darla G Dumbledore]

Escribía con lentitud, su mente iba y venía de las palabras que quería volcar en aquel texto hacia el tic tac del reloj pero ¿desde cuándo la inquietaba el reloj? ¿Desde cuándo interrumpía su mente aquel o cualquier otro sonido? ¿Desde cuándo se dejaba distraer por algo tan superficial?

Levantó su mirada y se perdió tras el cristal, imaginando el sonido de un silbato de tren y el humo de una locomotora. ¿A dónde había quedado todo eso? Miró el reloj, faltaban pocos segundos para que dieran las once, un suspiro escapó de sus labios y una sonrisa. ¿Cuántas veces se habrían cruzado sin mirarse, cuántas veces se habrían mirado sin verse?

Sus ojos volvieron a girar y se posaron ahora sobre el almanaque que marcaba el día primero del mes de septiembre, se permitió un gesto de humanidad y sus ojos brillaron reflejando la mezcla loca de recuerdos que por su mente pasaron. Eran todos pequeñas  partes del pasado, flashes de una vida que no volvería.

Simplemente sacudió su cabeza a sabiendas de que por más que usara oclumancia con sí misma no podía borrar tan fácilmente las sensaciones y recuerdos de su mente, pero al menos lo intentaría. Debía reconocer que no sabía por qué quería olvidar algunas cosas. Quizás solo bastara hacer como en San Valentín y tener una nueva cita a cambio de un pasado que ya no importaba a nadie. Esta vez sonrió. Alguna vez aprendería a dejar fuera de sí los sentimientos que sin querer afloraban aún a pesar de la esencia de su ser.

Se puso en pie y cerró el cuaderno en el que escribía, la carta podía esperar. Dejó la pluma en junto al tintero. Se acercó a la ventana y miró una vez más a través de ella, recordando, separando, dejando solo los más dulces y los que valían la pena, los frutos amargos de la traición quedaron guardados en el arcón de la nada. Sonrió, siempre tan melodramática.

Primero de septiembre, once a.m., sonrió, las nubes del pasado y de la nada no alcanzaban a reemplazar el hecho de que ya no existían los trenes a vapor y ya no se escuchaba el sonido de la locomotora número 5972. La verdad es que todo se olvida y muchas veces todos también. 

Movió con suavidad su diestra y su varita, Edelweiss, se materializó en ella, la floritura fue suave y una suave brisa invadió el lugar mientras sus ropas se cambiaban por un vestido azul bordado, con lazos entrecruzados y unas sandalias plateadas, era hora de pasear por aquel antiguo jardín que era su primer y más cálido recuerdo de amor.

[Shena Cindy de Ryvak M.]

Caminando en las calles de la comunidad mágica de Ottery... la castaña emplea ese tiempo matutino para ordenar sus ideas. Sus pasos dejan ver esa falta de calma disfrazada de serenidad. Pone todo su esfuerzo de parecer satisfecha con su vida, nada más falso pero no puede culpar a nadie, el destino es solo la suma de sus decisiones y las ha tomado a sabiendas que provocaría cambios que más tarde voltearia su mundo de cabeza.

De unos días al presente, siente que es como si ya no pertenece a este lugar... O quizá es que nunca echo raíces profundas porque han transcurrido solo unos seis años desde que se marchó y se siente ajena, por unas semanas intento convencerse de no necesitar convivir con los demás pero no tuvo el éxito esperado.

El aire juguetón trata de arrancar su sombrero blanco con listón de satín que adorna su cabeza, pero ella lo sujeta con firmeza usando su mano diestra, su traje de encaje y gasa blanco, revela que la joven bruja aún se procura lucir bien pues su coquetería es un rasgo característico que no abandona a pesar de encontrarse indecisa sobre su proceder.

El taconeo de sus zapatillas blancas resuenan sobre las baldosas y con aquel rítmico sonido adquiere el valor de llegar hasta aquel sitio.

Su mano izquierda que sujeta su bolso de mano, comienza a estrujarlo, con nerviosismo mira la puerta de entrada, un temblor en sus piernas por la disminución de fuerza casi la hacen dar media vuelta para marcharse, pero logra sobreponerse y llama a la puerta, aguarda la respuesta, es posible que @ Darla G Dumbledore se encuentre bien y puedan hablar un poco...