† Mansion Ragnaventus † (MM B: 88988)

[Kris Gryffindor]

Dimitri

 

La figura del castaño reapareció justo enfrente de la familia Ragnaventus, aquella espesa neblina dorada poco a poco se desvanecía, hasta finalmente la figura de Kris aparecer, con aquellos cambios añadidos recientemente, su rostro no era tan fino como el que acostumbraba mantener, sin embargo tenía algunos detalles muy parecidos, sin embargo realmente era casi imposible notarlos. Sus ojos habían cambiado de aquel verde aqua a un color celeste obscuro.

 

— Bien chicos, me parece que iré por los jardines de la derecha. Helen ¿Me acompañas?

 

Preguntó el castaño a la mujer, mientras él caminaba de frente, esperaba que su compañera le siguiera. Inmediatamente comenzó a buscar algún tipo de plantío ilegal, que diera a lugar magia oscura.

 

— Espero que haya algo por acá Helen… hace demasiado frío como para venir en vano.

 

Dijo el castaño mientras cruzaba sus brazos, tratando de minimizar la ventisca que llegaba hasta el castaño de golpe.

Editado 23 de Agosto del 2012 por Kris Gryffindor

[Gomita Haughton Westrong]

Helena Dankworth

 

 

Llegué con el pequeño grupo que se había reunido en ese extraño local. Después de un largo recorrido pronto nos encontrábamos en el lugar y miré con atención la reja de la entrada ¿Así que esta era la famosa mansión Ragnaventus? Pues bien, las órdenes eran revisar los alrededores de la edificación para buscar magia oscura, así que abrí y entré para pasar al jardín.

 

― ¿Por dónde comenzamos primero?

 

Me pregunté diciéndolo en voz alta, sin embargo seguramente el resto de los chicos también podrían preguntarse lo mismo. Aún así yo me fui a mirar alrededor de los jardines, realmente me gustaba mucho la naturaleza y me preocuparía encontrar en ella indicios de magia oscura. Sin embargo, todo podría suceder, así que tenía que tener mucho cuidado con lo que tocaba.

 

― Oh... ¿Por aquí?

 

Pregunté mirando a Dimitri, ya que al parecer iríamos acompañados y acepté con gusto su propuesta. Segundos después me dirigía hacia hacia la derecha y el chico comenzaba a buscar entre los arbustos del jardín. Yo continué mi camino abrazándome a mí misma, mientras mis mejillas enrojecían un poco a causa del frío. Los guantes que llevaba en mis manos calmaban un poco éste, y esperaba que fuese suficiente.

 

― Sí, tienes razón... no quiero morir congelada sin haber encontrado algo que valga la pena.

[Ellie Moody]

~ Carrie Lee.

 

Mientras avanzaba hacia los jardines de la mansión Ragnaventus, luego de aparecerse en los límites de allí, se iba repitiendo quién era. «Soy Carrie Lee. Hija de muggles. Inglesa. Tengo veinte años de edad. Doy clases de Duelo en la Academia de Magia y Hechicería. Resido en una pequeña casa de Ottery St. Catchpole».

 

Miró a sus alrededores, nerviosa, y sacó la varita de su abrigo —que le quedaba un poco más chico—, procurando no soltarla por nada del mundo. Sólo con ella se sentía segura, aunque todavía no la dominara bien. Ahora entendía que había sido una idiotez decir que era profesora de duelos, o que eso pretendía.

 

De cualquier manera, Madeleine-convertida-en-Carrie se adentró más en los jardines, pero no se acercó a sus compañeros, sino que se dispersó, como los demás, para buscar rastros de prácticas de magia oscura.

[Jank Dayne]

Nicolas Montegomery

 

Una milésima de estrellas cubrían el cielo, el cual iluminaba todas las calles de Ottery. El frío de principios de otoño se apoderaba de todas las mansiones, y con ellas, las personas que se veían presentes en el pueblo. La verdad era que, el frío no sería lo peor de todo, al menos para los indefensos magos. Magos oscuros invadían las mansiones prácticamente a diario. Por ende, el frío era casi una hormiga en un zapato.

 

La figura de Nicolas se materializó sobre los terrenos de Oterry, dejando un leve zumbido al aparecer. Caminaba a un paso considerablemente veloz, mientras que con su mano izquierda sacudía el polvo que se hallaba en su vestimenta. Llegó hasta los terrenos de una mansión, donde detuvo su paso de una manera fugaz. Volteó su mirada hasta los demás presentes, que en este caso, eran amigos y estarían buscando el mismo objetivo.

 

Sin mas, se adentró hasta los jardines con varita en mano, escuchando antes las palabras de su compañera.

[Ellie Moody]

~Carrie Lee.

 

Antes de comenzar a buscar, decidió que lo más seguro sería crear defensas, pues uno no sabía cuándo los mortífagos harían acto de presencia. Tenía mucho frío en las manos, pero decidió ignorarlo y sólo la agitó en el aire, en dirección a una enorme roca.

 

—Morphos —susurró.

 

Ésta comenzó a mutar hasta quedar convertido en un gorila de un metro ochenta de alto, que enseguida se puso cerca de la joven Rambaldi, listo para defenderla. Agitó nuevamente la varita a lo alto, y vociferó:

 

—¡Avis!

 

De su varita, surgieron doce pajaritos cantores de color amarillo, que permanecieron muy juntos sobre ella, volando suavemente sobre su cabeza, listas para interceptar un rayo que se dirigiese a su creadora.

 

—Ahora sí, busquemos algo.

 

Cruzó los brazos sobre su pecho, y comenzó a caminar lentamente entre arbustos y plantas. No podía hacerlo con normalidad, pues no se acostumbraba a esa altura; sentía como si perdiese el equilibro a cada rato. De cualquier manera, era lindo ser alta, aunque no fuese a durar mucho.

 

Las plantas estaban mal cuidadas, pero no había nada malévolo en ellas, así que las dejó y caminó hacia la parte trasera de la mansión. Había una gran parte sin árboles ni plantas, sólo cubierta con hierba. Decidió alejarse más, quizás más allá habría otra cosa.

 

Al llegar junto a un enorme árbol, observó una gruesa lona negra, que estaba sobre el suelo cubriendo algo, con pesadas rocas en las esquinas para que la brisa no se la llevara.

 

—¡Ajá, los tenemos! —susurró, mientras se agachaba y jalaba de una vez la plástica tela, haciendo que las piedras saltaran y alejaran un poco. Entrecerró los ojos, confundida, pero no tardó más de dos segundos en saltar hacia atrás, golpeando su espalda contra el árbol— ¡¿Qué es esooo?!

 

 

Era una cabeza… no, un cráneo, no tenía piel. Y no era de un animal, ni siquiera de un elfo, sino humana. Quizás no le hubiese asustado tanto, de no ser por las marcas que alguien había tallado en el hueso: un pentagrama invertido, la dichosa rueda del sol, unas cruces raras y unos dibujos de criaturas horribles, tenebrosas, que ni siquiera se veían en Nurmegard.

 

Sabía que habían magos tenebrosos, pero ese tipo de brujería era mucho peor que la que se usaba con los Horrocruxes.

 

Desvió la mirada rápidamente, sintiéndose repentinamente atada al árbol, cuando vio el charco de sangre al lado del cráneo, bajo el cádaver de una ardilla. ¿También habían sacrificios de animales? ¿Acaso también encontraría una Ouija? ¿Fotos raras de ciertos magos y brujas?

 

Se alejó rápidamente de la escena. Prefería ver esas cosas en la televisión. De repente, las ganas de seguir con eso de las misiones se había esfumado; sus compañeros se encargarían de eso, seguramente, pero ella se quería ir de allí cuanto antes.

 

—¡Creo sí tienen algo raro acá! —vociferó, alejándose del claro— ¡Si eso no es magia negra, vayan a… tomarse algo en el Callejón!

[Kris Gryffindor]

Dimitri

 

La noche comenzaba a silbar tanto que se podría confundir con silbatos de incluso vigilantes, algo que realmente no era del agrado del castaño, primeramente por qué no habrían encontrado absolutamente nada con que inculpar a los miembros de aquella familia, y si los encontraban así podrían perder credibilidad como miembros de La Orden Del Fénix. Poco a poco comenzó a hacerse presente un poco de intranquilidad, revisaba por debajo de algunas ramas en busca incluso de artefactos peligrosos, los cuáles no aparecían por ningún lado.

 

— Corpus Patronus

 

Musitó el castaño e inmediatamente un cóndor andino se empezó a materializar frente a él de millones de hilillos de color azúl neón, los cuáles se fueron uniendo entre sí, poco a poco. El animal pronto sobrevoló a unos cuantos metros encima de él dando vueltas sobre su cabeza. « Prótegeme » Fueron las órdenes que el castaño le dio.

 

— Corpus Patronus

 

Replicó de nueva cuenta y de su varita salieron millones de hilillos los cuáles fueron tomando forma a un Rinoceronte Adulto el cuál solo hacía su clásico sonido con la nariz, amagando embestir cosas. « Protégeme y avanza por los jardines. » fueron las ordenes que el castaño le dio al animal el cuál poco a poco fue caminando de frente observando a su alrededor.

 

— Hey Helen… me pareció haber escuchado algo por donde Carrie Lee

 

Dijo el castaño, quién se hacía pasar por Dimitri. Inmediatamente y casi sin pensarlo, comenzó a caminar directamente hasta donde Madeleine se encontraba haciendo unas inspecciones en el campo, tanto helen como kris llegaron hasta el lugar, sin dar crédito a lo que pasaba Helen comenzó a ver algo raro. Fue hasta entonces que vislumbró el suelo, se encontraban varios dibujos, en los cuáles estaba seguro eran parte de un ritual de magia oscura.

 

— Vaya que se lo tenían guardado.

 

Musitó el castaño mientras tomaba algunas muestras de lo que se encontraba ahí. Tal vez ene l día podrían venir a hacer un clásico cáteo para allanar y obtener respuestas del por que se encontraban restos de rituales y sobre todo, rastros de humanos. Tomó lo que parecía dentro de un caldero un poco del liquido que quedaba aún en el fondo, mientras lo ponía dentro de un pequeño frasco.

 

— Creo que esto da demasiado material, chicos, es hora de irnos... ¿No creen?

 

Sugirió el vampiro sintiendo como los efectos de la poción poco a poco comenzaban a desaparecer, aunque no en su totalidad.

[Gomita Haughton Westrong]

Helena Dankworth

 

 

― Es un lugar un tanto extraño para encontrar magia tenebrosa, pero podría haberla ¿Verdad?

 

Le mencioné a Dimitri mientras extendía mi mano para separar las ramas de uno de los arbustos y me sorprendí mucho al ver saltar a un pequeño conejito blanco. Ante tal sorpresa, llevé una mano a mi boca y reí bajito. Esto de revisar en un lugar desconocido para mí me ponía un tanto nerviosa, pero a la vez me emocionaba un poco. Luego continué revisando y choqué mi mano contra algo duro.

 

― Dimitri... creo que encontré algo...

 

Pero en ese momento escuché un grito de otra de las chicas que venían en el grupo con nosotros. Dimitri también lo había escuchado y lo seguí hacia allá. Carrie había ido cerca de un árbol y encontraba algo realmente interesante. Se trataba de ni más ni menos que de un cráneo humano con algunos símbolos grabados en ella. Un conocido dibujo de magia oscura muy acostumbrada por los muggles, la famosa estrella de cinco picos invertida, junto con otros símbolos extraños.

 

― Esto es interesante mira.

 

Mencioné sin tocar aquello, pero acercándome un poco más para ver mejor todo y me sorprendí al reconocer lo que era ni más ni menos que una ardilla muerta. Dirigí una mirada de sorpresa a Dimitri durante unos segundos, y luego volví a mirar el hallazgo de Carrie. Pero eso no era todo. Bajo el cadáver de la ardilla se veía un rastro de sangre y ahí creí que no quedaba duda alguna. Desvié la vista y miré a Dimitri con sorpresa unos segundos, y luego volví a mirar el hallazgo.

 

― Una foto...

 

Mencioné al tiempo que presionaba el botón para tomarla. Inmediatamente me di cuenta que la chica que había encontrado aquello estaba deseando alejarse lo más posible, pero yo continué tomando fotografías desde diferentes ángulos para tener un poco más ordenada la "escena del crimen". Cuando miré a Dimitri para preguntar cómo proceder, de di cuenta de que éste tomaba un poco de aquél hallazgo.

 

― Muestras y fotografías, perfecto... pues yo creo que si podríamos irnos, no sé qué opinen los demás.

[Jank Dayne]

Nicolas Montegomery

 

El hombre de cabellos rojizos inspeccionaba cada rincón de aquel majestuoso jardín. Varias hojas secas se repartían entre todo su terreno, dando entender el poco cuidado que los dueños ponían en practica a ese sector de su hogar. Sin embargo, ya era otoño, y todos los árboles que se encontraban a su alrededor, iban a desplomar todos sus frutos sobre el césped, tapando toda muestra de suciedad.

 

No obstante, aquello no era bueno del todo, ya que se borraría las huellas donde el delito de magia oscura, practicada posiblemente por los mismos portadores del apellido, y que su crimen no hubiese sido pagado justamente. Se agachó para observar por debajo de las plantas, matorrales y hasta incluso pequeños tumultos de hojas quemadas. No, no había nada allí. Se levantó, y al encogerse de hombros, sacó su varita de cerezo.

 

—Morphos—susurró carraspeando la garganta, apuntando a la posición de una gran roca junto a él. Ésta tomó forma de Leopardo, el cual le denfendería de algún posible ataque. Pobre animal. (?)

 

—Avis—dijo, esta vez exclamando un poco mas alto. De su varita de cerezo surgieron 12 aves, las cuales se alinearon en un vuelo circular en torno al muchacho.

 

Seguido de esto, guardó la vara mágica nuevamente en su zapato. Un ruido despertó el sistema de alerta del pelirojo. Al parecer, provenía desde el otro extremo del jardín. Nicolas emprendió una carrera hasta el, siguiendo el rastro mediante la voz. Tomó profundo aire antes de atreverse a mirar lo que sucedía. Y luego, soltó todo el oxigeno que contenía sus pulmones, ya relajado.

 

El ruido era producido por una de sus compañeras, la cual al parecer, había encontrado indicios de magia tenebrosa; justa la razón que les traía a ese lugar. Un cadáver, con incripociones oscuras marcadas en todo el cuerpo yacía bajo el pie de un árbol con pocas hojas. Bajó su cuerpo hasta la posición del cadáver, con la intención de analizarlo con la mirada. No era la primera vez que se encontraba con una situación, por lo que no se preocupó demasiado en cuanto a la cercanía que existía entre el muerto y su posición.

 

—Tendríamos que llevarlo, para luego analizarlo y comprobar qué hace aquí, y sobretodo, descubrir quién es.

[Mei Black Delacour]

Belén White

 

Belén miró por las ventanas de la mansión con curiosidad para comprobar si allí dentro había alguien, pero poco alcanzó a ver, por lo que se resigno y comenzó a ir de un lado al otro en busca de algo, aunque en realidad buscaba de forma desganada, casi por obligación. Siguió así por un momento cuando oyó que Carrie gritaba algo, por lo que de inmediato salió corriendo en dirección adonde se hallaba la muchacha, y vio que ella todos se habían reunido.

 

–¿Qué sucede? – preguntó mientras se movía para poder acomodarse en un espacio donde pudiese ver con atención lo que habían encontrado.

 

La White de inmediato hizo un gesto de repugnancia mezclado con un ligero malestar estomacal. Un cráneo humano completamente seco con un pentagrama dibujado en la parte superior era lo que habían hallado, y como anexado a todo esto, el cadáver de una ardilla completamente desfigurada y chorreando sangre, aunque esta ya estaba seca. La pelirroja no pudo evitar sentir un fuerte mareo debido al fétido olor y al instante, las nauseas se hicieron presentes. Con prisa, Belén se llevó una mano a la boca y dejó de respirar, a la vez que se agachaba para evitar caer producto del mareo.

 

Ni siquiera se propuso el volver a verlo, no soportaría ver aquello tan aterrador y asqueroso al mismo tiempo, su estado actual de embarazada no lo soportaría y probablemente terminaría desmayada allí mismo y, lamentablemente, no podía darse ese lujo.

 

Casi sin oír lo que los demás decían ni ver lo que hacían, pasado un momento, la chica volvió a incorporarse, respirando por la boca para evitar sentir algo.

 

–Encárguense de tomar pruebas… – fue lo único que alcanzó y al instante se alejó unos cuántos metros y desde allí observó a todos.

[Ellie Moody]

~Carrie Lee.

 

¡El horror! No sabía cómo sus compañeros se llevarían las pistas, pero a la final ellos se las arreglarían; por los momentos, Madeleine sólo quería volver al cuartel de la Orden, lejos de esos animales muertos y el cráneo.

 

―¡Sí, sí, ya es hora de irnos!

 

Además, sabía que ellos estaban espiando. Podía escuchar sus respiraciones, el sonido de sus varitas al ser empuñadas. ¿Era sólo el viento? ¿O quizás su cabeza, boicoteándola para que la misión no saliera del todo bien?

 

Se alejó de allí como pudo, asegurándose de que la ardilla no se levantara y corriera a atacarla, en venganza por no haberla ayudado cuando la había necesitado. «¡Es ridículo!», se apresuró a pensar. «No conocía de nada a ese animal, ni siquiera a la familia».

 

Ya no podía girar la cabeza, pues tenía la sensación de que un cadáver decapitado la atacaría, así que simplemente corrió más rápido, fuera de los límites de la mansión, para poder desaparecer con rumbo a la mansión Gryffindor.