† Mansion Ragnaventus † (MM B: 88988)

[Matt Blackner]

Only y yo seguimos al hombre hasta el interior de la casa, aunque justo después se disculpó para atender una visita, a lo cual no pusimos pegas.

 

Pero después, tanto Only como yo compartimos una mirada de extrañeza.

 

Por más que le daba vueltas y más vueltas, no recordaba ninguna denuncia de ese negocio que decía, tal vez no nos llegó la denuncia? porque yo solo había pasado un par de meses fuera del departamento.

 

Asiq eu me acerqué a Only

 

- A ti te suena esa denuncia que dice? - susurré, esperando a que vinieran

[Hades Ragnarok]

El vampiro escucho atentamente las palabras de aquella persona que se encontraba en la puerta y asintio ante sus palabras, seguramente a los señores del departamento de aurores no les importaria aquella presencia en la mansion, de todos modos el Ragnarok no tenia nada que esconder y si habia un testigo de que al fin habian respondido a la denuncia que se habia hecho cuando lo dejaron como coladera aquellos que el atacaron mejor.

 

-Claro señor Rexdemort pase usted adelante -dijo haciendole una seña- aunque usted decidira si desea esperar o venir en otro momento como usted a dicho me han llegado visitas innesperadas que han llegado minutos antes que usted -le comento.

 

Luego de aquello le sonrio al hombre esperando su respuesta para asi saber si este aceptaria a entrar o si vendria despues ya que debia arreglar el inconveniente con aquellas 2 personas del ministerio.

[León Crowley]

El viento del norte golpeaba contra los arboles, arrastrando consigo las hojas secas que yacían en el suelo, inertes. Una farola averiada justo sobre la acera norte de la Calle Ottery daba una luz intermitente y aleatoria haciendo que las sombras generadas por los arboles parecieran enviar un mensaje en código morse. El lamento de un augurey perdido en la distancia permitía que se el ambiente fuera tenue y tétrico, que helara la sangre. Rítmicos, los pasos de un alma solitaria se escuchan perfectamente en el asfalto de la calle emblemática de Londres.

 

Una silueta oscura se proyecto desde atrás del faro defectuoso seguido de un ruido seco, característico de la aparición de un mago. De pantalón negro y una gabardina de igual color que llegaba hasta sus rodillas, un caballero caminaba despacio, ocultando sus manos del frío en los bolsillos del abrigo. Un hilo de humo salía del puro que sostenía con sus dientes y que ocasionalmente tomaba con la mano derecha mientras miraba el lugar en el cual se encontraba. Sus ojos negros se perdían en una gárgolas enormes e imponentes que majestuosas custodiaban la entrada de una mansión.

 

No era precisamente la persona más social de todo Ottery, ni mucho menos tenía algún familiar o conocido en las residencias de la familia Ragnaventus. Una asignación más de sus visitas había recibido de parte de los guardianes y se encontraba allí para llevar a cabo su misión. Terminando su puro tomó una ultima bocanada y lo lanzó al otro lado de la acera. Dejó que su mano se deslizara de nuevo por si bolsillo hasta su varita, no sin tocar primero en la reja que separaba el jardín interno de la calle.

 

— ¡Hola! ¡¿Alguien en casa?!—gritó intentando ver el movimiento al interior de la vivienda.

[Felicity]

El sol se ocultaba por el horizonte. Tonalidades naranjas y violetas teñían el cielo luchando con el intenso azul de la noche que estaba por nacer. La figura de Felicity apareció en los límites de la mansión Ragnaventus. Era la primera vez que ponía un pie en aquel lugar y nunca antes lo hubiera hecho de no ser por el chivatazo de uno de sus espías acerca de la relación de aquella familia con la Marca Tenebrosa. Al ser la primera vez que tenía noticia de ello, iría de manera tranquila a realizar un simple cateo por los alrededores. Aun así pediría ayuda a los miembros de la Orden del Fénix.

 

- ¡Ardius Corpus Patronus! - exclamó apuntando al cielo. Un patronus en forma de lobo apareció de su varita mágica – haz saber que haré un cateo a todo guerrero de la Orden del Fénix – y la criatura desapareció ante sus ojos para hacer llegar el mensaje.

 

Por su parte, la Demon Hunter empezó a caminar por los extensos jardines. Grandes estatuas de temática muy variada se alzaban en él, ornamentándolo. Por un instante posó sus zafiros en la puerta de entrada, donde dos gárgolas custodiaban y una curiosa sonrisa apareció en sus labios.

 

- Espero que lleguen en breves – siseó echando una ojeada al reloj plateado que rodeaba su muñeca. Este marcaba las ocho en punto.

 

Siguió caminando, introduciéndose aun más en los jardines hasta quedar algo oculta tras una estatua de una enorme medusa, aunque la suave brisa del atardecer hacia que los pliegues de su túnica color escarlata asomaran por los laterales. Ninguna luz cubría su marmóreo semblante repleto de pecas alrededor de su nariz y sus cabellos, rubios ceniza, caían ras su espalda completamente lisos.

[David Augustus Lestrange]

Me encontraba en mi habitación como solía a acostumbrar aquellos días en los que no me apetecía trabajar. Aunque no tenía trabajo en el Ministerio de Magia, los negocios me ocupaban gran parte del tiempo, aunque la ventaja que estos tenían es que solo iba a trabajar cuando verdaderamente tenía ganas, ya que mis elfos domésticos sabían ocuparse de ellos a la perfección. Estaba leyendo un libro sobre quidditch, uno que había encontrado hace un par de días en las calles del Callejón Diagon.

 

Pasaba página tras página, hasta que un patronus entró en mi habitación y decidí cerrarlo de golpe. Era el patronus de una de mis compañeras de la Orden del Fénix y tenía forma de lobo. Escuché atento lo que me decía y seguidamente quité la ropa que tenía para ponerme una túnica blanca y sencilla. Parecía que de nuevo tendríamos diversión y eso me alegraba ya que hacía un par de días que no salía a buscar mortífagos. Minutos más tarde me aparecí en una de las calles de Ottery, que más cerca se encontraba del lugar al que me dirigía.

 

Caminé unos cuantos metros con mi varita en la mano y por supuesto con luz en el rostro hasta que observé a los lejos a mis compañeros de bando. Luego me adentré en los jardines. Estaba con la varita a la altura de mi pecho ya que me encontraba en alerta por si alguien venía a atacarnos.

 

—Aquí estoy.

 

Fueron las únicas dos palabras que dirigí a mis compañeros, mientras me fijaba en la estatua de una medusa.

[Jessie Black Lestrange]

Un lobo hermoso se apareció frente mio, era un patronus, sabía de quien era y sabía que pasaba, era momento de ir a trabajar. Me apunte al rostro con mi varita de roble y una luz hermosamente blanca lo cubrio por completo.

 

Voltee a ver mis ropas, bueno, no eran nada del otro mundo, no era una bruja ordinaria. Solo un short que me llegaba por debajo de los gluteos, una remera blanca y unas zapatillas deportivas si agujetas. Todo en orden. El cabello suelto al viento y nada de alhajas o cosas extrañas.

 

Gire sobre mi misma en el despacho de mi local de diversiones y aparecí a las afueras de la mansión Ragnaventus. Sonreí mientras aferraba mi varita con la mano izquierda y entraba por la alta verja al interior de la mansión.

 

-Hola chicos- salude con voz cantarina a mis compañeros- sera esto tan divertido como los otros dias?- me pregunte imaginando lo que nos esperaba

[Edmund Browsler]

El sol pintaba el cielo de naranja con sus últimos rayos, pues se avecinaba la noche. Una noche calurosa de verano que traería mucha acción al Demon Hunter y demás miembros de la Orden del Fénix. No había ni una nube pintada en el cielo que se comenzaba a llenar de estrellas. Por eso le encantaban los días de verano, eran perfectos para aprovechar sus habilidades en la escoba mágica.

 

Edmund sentía las brisas del viento golpearle en la cara, sensación a la que estaba acostumbrado, cosa que le encantaba. Volaba en su saeta de fuego platinada por encima de los tejados de las mansiones y castillos ubicados en Ottery St. Catchpole con una rapidez y fluidez innata que había heredado de su padre. Se sentía lleno de vida, con fuera y ganas; eso era el lado positivo de volar en escoba: le recordaba los tiempos en los que había jugado quidditch.

 

- Ooops -dijo. Frenó al instante con gran habilidad pues un patronus con forma de lobo se había aparecido frente a él.

 

Sabía perfectamente de quién era dicho patronus, era de Felicity, una de sus compañeras de aventuras en la Orden del Fénix. La chica tenía un espíritu incansable, el patronus le invitaba a ir a la Mansión Ragnaventus para aprovechar de hacer un cateo pues creían que no había nadie allí. Y recordaba días atrás haber estado en el Cuartel General de la Orden del Fénix, donde un espía les había indicado que en dicha mansión se practicaba la magia tenebrosa.

 

- Vamos a ver -comentó Edmund.

 

Hizo un giro de ciento ochenta grados para dirigirse a la Mansión Ragnaventus, la cual no estaba muy lejos de allí. Cuando llegó volando en la escoba ya era de noche. Edmund llegó y allí ya estaban sus compañeros.

[David Augustus Lestrange]

Por el lugar no se veía nada peligroso, además era la primera vez que había sospechas sobre la mansión, así que lo mejor era irse sin meter ruido, no vaya a ser que finalmente estas sospechas sean faltas. Miré a mis compañeros y todos parecían pensar como yo. Poco a poco comencé a caminar sobre mis anterior pasos, dirigiéndome hacía fuera de los jardines. Quizá tuviera que volver, pero ya todo se vería más adelante.

 

Iba agarrado a una chica (Jessie), así que ambos nos apareceríamos por la aparición conjunta. Esperé unos segundos y finalmente ambos nos fuimos del lugar para aparecer en las calles del Callejón Diagon. Me quité la luz y miré a mi compañera de bando.

 

—Ya estamos lejos.

 

Tras eso, sonreí.

[Jessie Black Lestrange]

Las cosas no habían sido ni la mitad de divertidas que las veces pasadas. Me gire e iba de camino a la salida cuando un amigo (David) me tomo de la mano y él hizo la desaparición conjunta. Se lo agradeci ya que la desaparición por si misma me daba un poco de nauseas, al menos esta era mas tolerable.

 

Una vez lejos de la casa el chico se quito la luz del rostro e hice lo propio. Sonriendo al chico para agradecerle.

 

-Muchas gracias, siendo la primera vez en ese lugar es mejor no hacer mucho ruido, así se confian ¿no te parece?- me encogí de hombros mientras cada quien tomaba su camino

[David Augustus Lestrange]

—No tienes nada que agradecerme, amiga.

 

Dije contestando a lo que ella había dicho nada más posar los pies en el Callejón Diagon.

 

Estábamos ya bien lejos de la Mansión Ragnaventus. La verdad es que me habían gustado los jardines de aquella Mansión, gracias a la estatua de la medusa. Mientras pensaba en ello observé que Jessie estaba tomando otro camino distinto, rumbo a un lugar distinto del Callejón Diagon. No sabía a donde iba y aunque en parte tenía algo de interés no podía hacerlo, ya que éramos amigos y seguro que ella no le gustaba.

 

Eché de nuevo un vistazo para mi amiga y finalmente decidí dirigirme a uno de mis negocios, tenía hambre.