† Mansion Ragnaventus † (MM B: 88988)

[Isabelle.]

Rol auspiciado por Spritzianos (?)

Alanis Wilkes

 

Alanis no entendía lo que ocurría, acababa de reaccionar y lo único que sentía era un intenso dolor en su cuerpo; sus descubiertas piernas le ardían y supuso que se debía a diferentes heridas que acababan de proporcionarle. Su frágil cuerpo casi se desvanecía en la silla en la que estaba, creia que no soportaría mas.

 

Su cabeza daba vueltas y tardo un par de segundos en escuchar el corto dialogo que se llevaba a cabo en la habitación en la que se encontraba; cubierta de ojos y atada de manos y pies no tenía más opción que permanecer en silencio y a fuerza y contra su voluntad quieta.

 

La voz de sus padres la inquieto, más aun lo que decían. Era evidente el secuestro pero la indefensa en la que se veían envueltos la sorprendía. Sin embargo no tuvo tiempo de pensar ni de pronunciar una palabra, de la nada sintió como su cuerpo era desgarrado y ahora sangraba sin control.

 

El intenso dolor que causaban sus heridas la obligaron a ahogar un grito, su respiración se fue cortando y poco a poco perdía una vez mas la conciencia. Las voces en el lugar se perdían tenuemente y la joven no reacciono mas hasta sentir como todo el dolor desaparecía de su frágil cuerpo.

 

Segundos después, tras descubrir sus ojos se encontró con la mirada del mago que acababa de ayudarle, quedo perpleja creyendo reconocer aquellos ojos, con el rostro cubierto era imposible asegurar de quien se trataba el mago, no obstante sus palabras y sus movimientos, todo la llevaba a una sola persona.

 

Sonrojada se llevo una sorpresa cuando su hermanita menor le llamaba, reconociendo de inmediato su voz; todo era un caos en el lugar, ella tras el hombre que le había defendido posaba una de sus manos en su musculoso brazo, era evidente que no quería separarse de el, mientras que atendía a su hermana, rápidamente sujeto la varita que esta le entrego y la abrazo con fuerza, por fin reaccionando.

 

-Homura! -exclamó preocupada y a la vez aliviada.

 

Trato de quedarse allí junto al mago, pero su hermana la jalaba fuera del lugar; no quedaba otra opción tenia que salir de la mansión no podía poner en peligro a su hermanita por lo que a regañadientes se solté del mago, el sintió aquel movimiento por lo que volteo a verla. Sus miradas se encontraron una vez más sin embargo no duro más que unos segundos...

 

Sin mas opción tomo de la mano de su hermanita y la siguió, por fin fuera del lugar se encontraron con su madre, el calor que invadió a Alanis al recibir su abrazo no tenia precio, habían sido minutos de agonía en las que se había visto envuelta por lo que no podía sentir mas grande alivio junto a su madre, no obstante la ausencia de su padre la inquietaba tanto como a ella.

 

-¿Cuanto mas tardara? -cuestionó inquieta mientras abrazaba a su hermana una y otra vez, agradeciéndole.

[Mathías Lear]

.::Egmond Wilkes::.

 

Habían sido momentos de tensión extrema y dolores incontenibles, pero nada se comparaba para el Wilkes con el abrazo que su mujer le dio al llegar a casa. Sus cuerpos se unieron y el hombre abrazó con fuerza a su esposa entre sus musculosos brazos, desde ese momento hasta el fin nada ni nadie los separaría; de ser posible el patriarca estaba seguro que buscaría mudarse de lugar y empezar una vida nueva sin nadie que les conociera.

 

Echó un vistazo por sobre el hombro de Melinda y pudo contemplar a sus dos hijas tan unidas como siempre, a ambas les guiñó un ojo y luego se separó de la matriarca Wilkes para apuntarse a sí mismo con su varita y pensar en un "Episkey". Las heridas en su cara creadas por el látigo de la difunta Rose habían desaparecido y solo quedaba un leve escozor que con el tiempo, terminaría por desaparecer completamente.

 

- Claro que si mi amor, esta muerta y ya nunca más nos volverá a molestar. Te amo tanto, de hecho las amo... no podría dejar que esa mujer estuviera con vida ¿que sería capaz de hacer luego por venganza? Hija ¿tu estás bien?-

 

Preguntó de inmediato a Alanis al verla junto a Homura y sonrió cuando la chica asintió, no podía estar más orgulloso de la familia que tenía, tres mujeres y cada una más valiente que la anterior.

 

- Y tú mi pequeña Homura, has sido muy valiente, habríamos estado perdidos sin ti.-

 

El patriarca caminó hasta uno de los sillones de su hogar, que para ese entonces ya habían vuelto a la normalidad y no había rastros de fiesta. Luego de pedirle a uno de los elfos que le llevara un Whisky de fuego, tomo a su esposa y la sentó en sus piernas acariciándola; sin perder oportunidad sus orbes claras se fijaron en su hija mayor de nuevo.

 

- Dietrich Krum ¿cierto? No tendría nada que perder si se acercara alguna vez a la casa para hablar con tu padre, después de todo... no me parece tan mal tipo, seguro podría cuidarte-

 

Una sonrisa cómplice y un guiño de ojo hacía la primogénita Wilkes, le dio a entender a la chica que si aquél era el hombre que quería, desde ese momento contaba con el apoyo de su padre. Sin más, se iniciaría una nueva etapa de mayor unión para los Wilkes donde Egmond sin duda alguna, agradecería a sus rescatistas y en un futuro -que esperaba no fuera demasiado lejano- haría pagar a los captores que se habían escapado.

 

 

End::.

 

http://i.imgur.com/J4tIE.png

 

Spritze da por finalizada esta misión y agradece a los patriarcas y responsables de la Mansión Ragnaventus por haber prestado la misma con el fin de ayudarnos a creaciones de roles por todo Ottery. Hasta la próxima.

Editado 25 de Octubre del 2012 por Mathias Lear

[Bridget Wenlock]

Final del rol auspiciado por el Spritze

Vidia Black

 

Vidia no pudo soltar una palabra más, pues su hermano se había puesto de pie en un instante, y al reconocerla y darse cuenta de que realmente el tiempo había hecho cambios, se había lanzado sobre ella. La castaña apenas si pudo deshacerse del brazo, pues los brazos fornidos de Arcturus la sostenían con firmeza. sus ojos estaban como platos, y toda la actitud frívola y firme que había tenido hasta ese momento se desparramó ante sus pies, pues en ningún momento había considerado la idea de volver a verse con alguien de su familia.

 

Tuvo que obligarse a agitar la cabeza en un asentimiento cuando el chico se apartó de ella y le aconsejó defenderse como bien sabía hacer. Tomó la varita, sin asegurarse si la estaba agarrando de la forma correcta. Tuvo que agacharse y tratar de cubrirse con uno de sus compañeros, pues su mente estaba demorando en reaccionar y los rayos que cortaban el aire no daban tregua a nadie, y menos a ella, que parecía tan distraída que podía caer de un momento a otro.

 

—¡Sectusempra! ¡Expelliarmus! —soltó nerviosa, pues ya no sabía hacia donde estaba apuntando.

 

Observó que la niña sacaba a su parte, y en cuestión de minutos, tan fácil como habían entrado para el rescate, ya estaban saliendo en compañía de los que momentos atrás habían sido extraños rehenes de esa familia mortífaga, que parecía acabar de fallar al bando entero. Si Dietrich creía que podía juntarse con esa gente sin desconfiar, estaba loco, porque si no lo había analizado ya, sus mismos compañeros habían estado a punto de recurrir a la tortura para extraer bienes económicos de aquella familia. Tal vez tendrían antecedentes, o hubieran estado en la mira, pero todo ese enredo de ideas fue suficiente para que Vidia decidiera que mientras mas pronto se fuera de ahí, mejor.

 

Miró a lo lejos a su hermano, mientras sus pies la llevaban a trompicones hasta el jardín para buscar los límites. Tendría que buscarlo después. Miró sobre e hombro y comprobó que los demás estaban muy ocupados para darse cuenta que una perfecta extraña que había estado peleando a su lado, se iba. Se subió la capucha de su capa para asemejar su figura a una simple sombra nocturna, y aceleró el paso para llegar hasta el refugio que ofrecían los gruesos troncos de los árboles. Recuperaría el aliento y en cuanto se encontrara lo suficiente estable, partiría de allí. Tal vez otra parte de Londres, o quizás de regreso a su hogar en Paris.

 

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[Vane Black Sullivan]

El eco de sus pasos era lo único que se escuchaba en el lugar. Sus tacones al pisar el largo camino de piedras que llevaba a la entrada de la Mansión Ragnaventus producía un ruido casi enloquecedor, deseo haberse puesto un par de tennis a esos zapatos negros tan llamativos. El dobladillo de su túnica negra ondeaba a su paso conforme se acercaba a la entrada.

 

Su larga melena azabache estaba amarrada en una cola alta así el viento que soplaba con gran fuerza no despeinaba su cabellera. Solo falta que llueva, pensó la Black al llegar finalmente a su destino. Miró a ambos lados esperando ver a alguien sospechoso merodeando por los jardínes de la Ragnaventus.

 

Al no ver nada sospechoso golpeó delicadamente con los nudillos la puerta de la mansión. Casi al instante un viejo elfo le abrió la puerta mirándola con desconfianza. La pelinegra hizo una mueca, detestaba tener que lidiar con elfos. Después de mirar a su alrededor nuevamente, le habló a la pequeña criatura:

 

—Soy parte de la guardia de hoy, ¿ha llegado el guardián de esta mansión ya?

[Derek Lúcien]

Una densa neblina descendió del cielo para golpear con bastante fuerza el los limites de la Mansión Ragnaventus para dejar la figura altiva del D'Angelo. Una capa negra cubría todo su cuerpo y ocultando de la vista el traje color acero que llevaba por debajo, junto con una camisa clara y un par de zapatos oscuros, perfectamente pulidos. Sus ojos verdes miraron alrededor mientras giraba levemente la cabeza.

 

En unos segundos empezó a adentrarse en los jardines de la mansión luego de traspasar la reja de entrada que impedía el paso a los indeseables y no bienvenidos. El trayecto era bastante largo pero el muchacho caminaba con paso tranquilo, no tenia ningún apuro en terminar aquella misión, además aún no sabia si las muchachas que tenían que ir con el ya habían hecho acto de presencia en el lugar.

 

— Esperemos que no sean tan impuntuales como mi anterior pupilo —murmuró observando las diferentes estatuas y una fuente bastante grande que se levantaba en medio de los jardines. Algunos seres mitológicos se encontraban allí también, como petrificados con las facciones tan naturales que no parecían estar hechos de mármol.

 

En pocos momentos llegó hasta la puerta que se encontraba adornada con dos gárgolas bastante enormes. Una delgada figura ya se encontraba allí, delante de la puerta esperando que alguien la atendiera, no la reconoció a primera vista, pero por las descripciones que tenia de ella debía de ser la aspirante que lo acompañaba en aquella ocasión.

 

—Alessandro D'Angelo —se presentó tomando la mano de la Black y estrechándola con delicadeza —, al parecer venimos por el mismo motivo. No hace falta que preguntes al elfo si llegué o no. Disculpa mi retraso, espero que no estés mucho tiempo aquí de pie.

 

Giró su rostro al pequeño elfo el cual los miraba de una manera muy peculiar. Ya había aprendido a como tratarlos, por lo que levantó la vista y observó al interior del lugar por encima del pequeño ser mágico. Todo parecía tranquilo, en silencio. Bajó nuevamente la vista y los fijos en los enormes y verduscos ojos.

 

—¿Se encuentra algún miembro de la familia? Necesitamos tener algunos datos, unas simples preguntas —le indicó a la criatura y esperó su respuesta. Algún miembro de la familia seguramente se encontraba allí, alguien debía de atenderlos ya que las palabras del elfo no le serian de mucha ayuda, solían mentir a los ajenos a la familia.

[Etoile Black]

La Black Lestrange se encontraba de píe en las afueras de los jardines de la mansión Ragnaventus esperando al mortifago que le había tocado, el aburrimiento iba cayendo cada vez más pesado, dejando a la chica con sueño y fatiga.

 

Escucho un ruido proviniendo de los jardines de la mansión y observo detenidamente como una nube negra se esparcía hasta dejar a la vista la figura de un hombre, abrió lentamente la reja y camino detrás del D’ Angelo, observando a sus alrededores.

 

Tal parecía que su primo no se había percatado de su llegada, por lo que se quedo detrás suyo en silencio, no podía hacer otra cosa mejor. Al llegar a la puerta se encontraron con una joven castaña, la cual ya había tenido un encuentro con la pelirrubia.

 

De mala gana fingió una sonrisa y se coloco a un lado del mortifago. –Nos encontramos de nuevo Vane- Observo detenidamente la vestimenta de aquella aspirante y un ruido proveniente de la puerta le llamo la atención, un elfo salió a ver de quien se trataba pero este se quedaba vacilando, dejándonos en espera de algún familiar de la mansión.

 

 

Off: Si mis roles son cortos es por que estoy muy enferma y hago todo mi esfuerzo por responderte Ale

[Derek Lúcien]

Los minutos estaban pasando y el elfo no regresaba, ni ningun otro miembro de la familia se dignaba a recibir a los muchachos. El D'Angelo no tenia mucha paciencia como para seguir esperando todo el tiempo que les de la gana a aquellos de salir de la mansión. Se giró con recelo y miró a las muchachas que lo acompañaban en aquella tarea, levantó una ceja e hizo una mueca con la boca.

 

— Nadie vendrá —murmuró en un tono bastante agresivo—. Será mejor que nos larguemos de aquí, no creo que quieran desperdiciar su preciado tiempo esperando a que el elfo se digne a salir para indicar que no se encuentran. Vamos

 

Sin esperar respuestas empezó a dirigirse a los jardines del lugar, de alguna manera tenia que revisar que todo se encuentre bien allí y luego poder retirarse sin más. Con un gesto de la mano invitó a las Black's (?) a que lo sigan y traten de encontrar algo extraño o fuera de lo común allí, pero por el momento no tuvieron éxito alguno.

 

— Etoile, Vane —dijo en un tono bajo—. En estos casos, solo nos tenemos que limitar a dar un paseo por el exterior del lugar, si notamos que todo está en perfectas condiciones nos podremos ir.

 

Siguió caminando entre los arbustos del lugar y las enormes estatuas que por segundos hacia perderlo de la vista de las aspirantes al bando. No encontraba nada sospechoso por el lugar a pesar que sus ojos seguian inspeccionando su alrededor, unos poquísimos segundos más duró su busqueda para luego levantar la cabeza y mirarlas.

 

— Nada. Hora de largarnos

[Etoile Black]

Nadie había salido a recibirnos, por lo que el mortifago dio la orden en un tono de agresividad. Una sonrisa se dibujo en el rostro de la pelirrubia al haber escuchado a su primo decir eso, por lo que simplemente le susurro. – Idéntico a mi tía…- Sonrío levemente y bajo el escalón caminando por los jardines.

 

Se había perdido de la vista del D’Angelo cosa que le gradaba bastante, su soledad regreso por unos momentos y la tranquilidad le hizo ser un poco más paciente para finalizar todos sus recorridos de guardia. – Que cansado es esto…- Murmuró y dio una ultima revisada al área donde se encontraba.

 

Todo estaba en orden, así que solo le quedaba retirarse, regreso a donde estaba el mortifago y con un asentamiento de cabeza le indico que todo estaba tranquilo. – Parece que los poshos ya no quieren jugar- Hizo un pequeño puchero en forma de burla.

 

-Bleh… nos vemos otro dia- Empezó a caminar por los jardines hasta llegar a la reja que daba paso a aquella mansión, moviendo una de sus manos en el aire en forma de despedida. La Black Lestrange decidió darse su paseo por Ottery para descansar un rato más.

[Lisa Weasley Delacour]

Un nuevo día comenzaba. El sol reinaba alto en el cielo azul. La brisa recorría las callejuelas de Ottery jugando con todo aquel que estuviese paseando por ellas. Desde mi terraza en la mansión Rambaldi contemplaba ensimismada el paisaje cuando la marca comenzó a arder. Desde hacia algún tiempo era como si aquel tatuaje que brillaba negro en mi antebrazo derecho también me recordase las cosas que debía lleva a acabo. Era genial pertenecer a aquel bando donde la lealtad hacia los principios básicos del conjunto mortifago y a sus miembros era lo fundamental. Con una sonrisa tranquila en la cara me cambie de ropa. Me mire al espejo, me di el visto bueno, cogí a Kim y me desaparecí del lugar, para hacerlo dos segundos después ante las puertas de la mansión Ragnaventus. Un precioso día para hacer la visita como guardiana, pensaba mientras atravesaba los jardines de la mansión de uno de mis mas íntimos en la marca.

 

Vestida con unos pantalones vaqueros, que realzaban mi anatomía y con una camiseta de tirantes roja, apoyada en la blanca pared de la gran mansión esperaba la llegada del que seria mi acompañante en aquella mañana de trabajo. Esperaba que no fuese de los típicos que llegaba tarde puesto que en mi trabajo no soportaba ninguna muestra de falta de respeto. Me puse las gafas negras sobre mis ojos para así evitar que Lorenzo pudiese dañarme. Debido a mi condición vampírica mis orbes verdes a veces necesitaban de un poco de oscuridad. Con Kim en la mano por si había algún problema, miraba atenta hacia todo punto oculto de los terrenos.

 

Un minuto después y viendo como la joven mujer se acercaba a mi desde la verja de la edificación, me di media vuelta y llame tres veces a la gran portezuela de madera que estaba en un perfecto estado aun con el visible paso de los años sobre ella. Tras eso mire hacia mi acompañante y la salude con un tono jovial. Que estuviésemos en el trabajo no significaba que no pudiésemos ser amables y hasta amigas si la conexión era buena. Con una sonrisa tranquila, me quite las lentes negras y mirándola a los ojos dije – Buenos días. Soy Lisa – Le acerque mi mano para estrecharla – Me imagino que sabrás como va todo asique a esperar que nos atiendan y los sentidos a tope por favor – Comente mientras nuevamente me poyaba en la pared a la espera de que alguien nos abriese.

[Anne Gaunt M.]

La Haughton terminaba de prepararse, con cierto nerviosismo, en su dormitorio de la torre este en el Castillo de su familia. Aquella mañana tenía su primera guardia para la Marca, aunque aún era una simple aspirante. No quería llegar tarde, así que ya estaba casi lista y preparada para partir hacia su destino. Había escogido un pantalón vaquero negro ligeramente desgastado pero que le sentaba especialmente bien y que, además, le resultaba muy cómodo el cual llevaba combinado con una blusa de color gris, del mismo tono que sus ojos.

 

Salió del Castillo sin cruzarse con ningún familiar y desapareció cuando llegó a los jardines, apareciendo ante la verja de otra mansión de Ottery, concretamente la perteneciente a la familia Ragnaventus. Vio que, ante la puerta de la mansión, había una mujer que sería, seguramente, la guardiana con la que la licántropa trabajaría en aquella ocasión. El sentimiento de inquietud volvió a apoderarse de ella, insegura ante el hecho de cometer algún error o tontería. Respiró profundamente y se acercó hasta la mujer, con paso decidido, intentando ocultar su histeria.

 

— Buenos días, yo soy Anne, un placer —respondió ante el saludo de Lisa, a la vez que estrechaba la mano de ésta—. Bueno, lo cierto es que no sé muy bien cómo va esto, pero aprendo rápido, así que no hay problema —añadió, con un asentimiento de cabeza. Observó a la mujer mientras se apoyaba en la pared, esperaba que la relación entre ellas fuera buena. Aún no conocía a demasiadas personas del bando debido al poco tiempo que llevaba entre sus filas como aspirante. Mientras pensaba en aquello, se giró hacia la puerta, esperando a que alguien contestase a la llamada de Lisa.