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Douce Tentation & Straripante Passione (MM B: 90090)


Kahlan Blackthorn
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— Entramos en un terrero difícil, Juv —murmuró.

 

Sabía que su lugar era aquel, lo había sabido siempre... Pero le era difícil el adaptarse a todos sus ideales. Ya lo habían aceptado una vez y no estaba seguro de que ahora lo volvieran a hacer. El antiguo Cillian ya no existía, ya no le apetecía más el vivir siempre detrás de una máscara. No, simplemente no tenía sentido. Era hora de mostrarse como realmente era, hora de comenzar a darle un poco de coherencia a su vida.

 

— ¿Exactamente que es ese más? —Inquirió un tanto confundido—. ¿Qué es exactamente lo que buscamos con todo esto? —Sabía que se estaba arriesgando demasiado pero no le importaba—. Digo, al final de cuentas son ustedes a los que siempre he considerado mi familia, mis amigos. Con sus excepciones, claro está.

 

¿Y qué era eso de no temer? Todos temían a algo, absolutamente todos. Relamió sus labios por un segundo mientras intentaba encontrarle sentido a las palabras de su amiga. ¿De verdad tenía sentido el intentar volver a La Marca Tenebrosa aún sabiendo que no encajaba del todo?

 

— Mis palabras no harían más que echar todo por un acantilado, Juv. De hecho, creo que ya he comenzado a empujar un poco —aceptó—. Pero aún así quiero pertenecer de nuevo al bando, sentir que soy parte de algo de nuevo. Quizá no sea un candidato ideal en mucho de los aspectos pero de lo que estoy seguro es que aunque no comprenda del todo sus ideales, siempre voy a estar ahí para apoyarlos de una u otra manera.

 

Suspiró y llevó su mano derecha hasta uno de los bolsillos de su pantalón, en el cual guardaba su varita.

 

— ¿Qué debo hacer? —Al momento de soltar aquellas palabras, sostenía ya su varita con firmeza.

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Las palabras de Cillian, habían trastocado a la Malfoy, no conocía a una persona tan empeñada en sacarse de encima la careta que se jactaba de portar. La Marca Tenebrosa era mucho más que eso, mucho más que una máscara de metal que protegía la faz de sus miembros y líderes. Cada uno le daba el significado que deseaba, no se metería en este tema tan personal y privado, pero no pasaría por alto lo que implicaba a los seres que consideraba su familia y hermanos─El asunto es simple…─desvío su vista hacia el sitio donde debía estar su tatuaje, aquel que se ocultaba como un camaleón de las miradas curiosas que se empecinaban en ubicarlo sobre su nívea piel.

 

─Cree lo que tú quieras creer, pero toma en cuenta una sola cosa…─poniendo sus brazos en jarra entorno a su cadera, reculó sus palabras antes de expresarlas. Pensándose dos veces la forma en cómo manejar todo con Cillian, no pasaría por alto el que eran amigos, pero si sopesaría los pros y los contras de irse de tajo con el asunto de verlo dentro del bando de una sola. Deseaba verlo dentro del bando, inmiscuirlo en los temas y asuntos que atañían a todos los miembros de la marca, empaparlo de unas ganas de comerse al mundo y formar parte de un sitio que era algo más que un lugar para divertirse y pasar un rato ameno bebiéndose unos tragos dentro de la taberna.

 

─Decidiste irte, ya sea por x o y. Sin embargo, mírate ahora, volviendo al inicio de todo lo que creías perdido y podes recuperar, solo si deseas que vuelva a formar parte de tu vida. No es solo sentirte parte de algo o alguien, sino decidirte a que seas importante e indispensable en todo momento. Aprende a valorar lo que posees y verás la senda correcta que te conduce al sitio que jamás debiste abandonar…─asintió categóricamente─Yo puedo ayudarte con todo y para comenzar, admite que cometiste un error al dejar de lado el sitio que era tu hogar…─la dureza en sus palabras no se hizo esperar, pero eta la forma en que ella empleaba para darse a entender─¿Estás o no estás con nosotros?...─inquirió esperando una respuesta afirmativa, aunque lo negaría sabía que la Malfoy llevaba parte de razón en sus palabras.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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— Estoy con ustedes —afirmó sin dudar ni un sólo segundo.

 

Quería volver a ese lugar que lo había visto crecer de alguna u otra forma. Tenía que aceptarlo, la mejor parte de su vida había transcurrido mientras formaba parte de La Marca Tenebrosa y desde que decidió abandonarla todo a su alrededor parecía irse demasiado rápido al ca***o. Devolvió al bolsillo su varita, ¿la necesitaba de verdad en aquel momento? Estaba seguro de que no. Centró su mirada en el rostro de Juv.

 

— Sé que cometí un error terrible al alejarme, Juv —los recuerdos iban pasando uno a uno por su memoria—. Pero en aquel momento todo era diferente. Estaba pasando los mejores momentos de mi vida, sí, pero al mismo tiempo sentía sobre mis hombros una presión increíble.

 

¿Y que tenía que ver aquello con su partida? Bueno, en realidad su partida sólo se debía a un ridículo pensamiento que era mejor no aceptar que tenía. Podía aceptar cualquier cosa menos aquello o era bastante seguro de que terminaría ***iendo su nueva oportunidad antes de que comenzara.

 

— Simplemente necesitaba alejarme un poco de todo, reorganizarme —eso tampoco era del todo una mentira—. Pero estoy de vuelta y estoy con ustedes. Y haré todo lo que este en mis manos para demostrarlo... Aunque bueno, quizá sería mejor comenzar con lo básico. Necesito aprender a luchar —aceptó.

 

De todo aquello era su punto más débil y aunque en realidad no le apetecía hacerlo, sabía que al formar parte de ellos era algo que no podía evitar.

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Casi tres años habían pasado, en un parpadeo la vida podía cambiar drásticamente para cualquiera sin embargo el tiempo había demorado más para el Haughton, que un abrir y cerrar de ojos.

En su viaje por el mundo logró comprender disimiles cosas, pero lo que más le había resonado en la cabeza durante todo ese lapso era el mismo pensamiento, el mismo reproche que se había hecho a sí mismo desde que desapareció del mundo mágico -"Soy un idi***"- .

 

No era el mejor por nada, siempre dio pruebas suficientes de que sobresalía en todo lo que hacía pero todo se vio opacado por una bruja, una bruja cuyo hechizo más poderoso fue perder la mente del despiadado hechicero de la oscuridad. Logrando que sus ambiciones y peor aún, sus malas intenciones pasaran a un segundo plano por priorizar algo tan banal, efímero y patético como lo que los débiles llaman "Amor". ¿Cómo pudo él sentir aquello?, no se lo perdonaría jamás.

 

A pesar de su enojo consigo mismo, Dovakhin consiguió dejar atrás el pasado y retornar a su hogar con un deseo aún mayor que antes, un deseo de sangre y destrucción para todo aquél ser que refleje bondad, compasión o afecto hacia otro, pues aquello sólo debilitaba al mundo y lo sumergía en una completa dependencia por ser aceptado y querido por alguien más -Completamente absurdo- Pero hasta el mismísimo sanguinario mago con sangre de dragón calló en ese obsoleto sentimiento.

 

Ya no tenía familia, no tenía amigos y mucho menos pareja -jamás volvería a tenerla- en cualquier caso, la lujuria y la diversión pasaban por otro lado y si tenía que continuar con su linaje se aseguraría de no prestar sentimiento alguno, ya que eso lo llevaría a una inminente destrucción.

 

El primer lugar que visitó en el mundo mágico fue el negocio de una vieja conocida de la marca, Mía.

Recordaba a duras penas las cosas que habían pasado como camaradas, quizás algún encuentro con las gallinas, o algo relacionado con las artes oscuras sin embargo era una de las pocas personas con las que no había involucrado su vida privada o sus sentimientos, por lo que para comenzar de cero había que reciclar los contactos y fijar un objetivo. Dovakhin sabía que la Bruja era una buena idea para llevar acabo sus intenciones y no dudaba en que lo ayudaría de una u otra forma.

 

Al ingresar al recinto intentó no perderse por lo grande que era, estaba lleno de personas inservibles que buscaban lujos y se jactaban de que podían pagarlos más al Haughton no le interesaba aquello, ya no le importaban las comodidades y despreciaba completamente a quienes se basaban en eso para sentirse superiores pues siempre supo que la verdadera superioridad se hallaba en la fuerza.

Un hombre puede perder todo su dinero en segundos si teme por su vida, pero si está dispuesto a morir, entonces no había nada que perder.

 

Se dirigió a uno de los cafés y se sentó en una mesa, esperó a un mesero y cuando éste se acercó, sin mirarlo ni prestarle atención sólo le dirigió la palabra para darle una orden sencilla y fácil de entender. —Mía, tráela.— Se quedó en silencio mientras leía la carta que había en la mesa para ver qué pedía para tomar mientras el esbirro del negocio hacía lo que le habían pedido.

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La vida era como una ruleta, algunas veces podían encontrarse en la cima y descender en picada, pero justamente de estas últimas veces se aprendía a levantarse con la cara en alta y continuar con la vida como su nunca hubiese ocurrido nada, solo guardando en la memoria aquellas enseñanzas que valieran la pena.

La matriarca Black Lestrange, se encontraba justo en el punto en el que utilizaba las vivencias de su pasado para construir su presente y futuro, dedicando poco tiempo a las relaciones sociales y enfocándose en su vida dentro de la sociedad londinense, sin embargo, ese día tenía que atender algunos de los asuntos relacionados con los miembros de su familia, algo totalmente tedioso y fuera de sus intereses.

Prestando atención a lo que la elfina susurraba con voz temerosa a la reacción de su ama, despidió a un par de personas y continuó con sus deberes, hasta que escuchó como la puerta del despacho era tocada y un segundo después abierta sin consideración alguna por un mesero, ¿qué demonios? Fue lo primero que pensó al ver la figura del hombre, hasta que reconoció el uniforme de uno de sus hoteles.

— ¿Qué quieres? —el enfado era más que preponderante en su voz— Espero que sea un motivo realmente importante para presentarte de este modo.

Estaba molesta y podía notarse en su voz, por lo que no prestó atención en los visibles temblores de empleado y en la voz entrecortada cuando le expresó los motivos que lo traían hasta su presencia.

— ¿Cómo que solo vienes porque te lo pidió un desconocido? Qué clase de empleado eres, eso es inconcebible… te juro que te vas a arrepentir. —soltó con un suspiro de frustración, levantando su varita mágica y soltando un —Crucio —sí, había usado una maldición imperdonable en uno de sus empleados.

Dando un medio giro desapareció envuelta en una voluta de humo negro, para segundos después reaparecer en medio del complejo hotelero que poseía. Mirando hacía todos lados, recibió indicaciones de una de sus empleadas, diciendo que el desconocido se encontraba en uno de los cafés, por lo que se dirigió hasta el lugar con una visible molestia en el rostro.

Encontró al visitante sentado en una de las mesillas, leyendo tan pacíficamente la carta que parecía una persona completamente normal. Negando lentamente, se encaminó hasta él y negando lentamente soltó un bufido y miró al joven, un viejo conocido, que poco o nada había tratado en mucho tiempo.

—Dovakhin, espero que tengas un excelente motivo para hacerme venir hasta este sitio en medio de un día que pretendía fuese productivo. —soltó a manera de saludo, mientras se sentaba delante de él— Será mejor que comiences a hablar y que dejes de asustar a mis empleados.

Miró al hechicero que tenía delante de ella, nada había cambiado en él, el paso de los años parecía que no lo había afectado, pero quizás estaba equivocada.
Editado por Mia Black Lestrange
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Allí estaba, siempre de mal humor y con cara de pocos amigos como de costumbre. Por un momento sintió que no había pasado el tiempo y que aquella mujer seguía igual de cansada que siempre... era lógico que eso era producto de la responsabilidad que había cargado en sus espaldas para pertenecer a la servidumbre pues el hecho de que fuese dueña, no quitaba el que estuviera ofreciendo un servicio. Exhaló con pesadez mientras intentaba sermonearlo y una vez finalizó la mujer, se dispuso a retomar.

 

—También me alegro de verte, Mía— Contestó mientras hacía un gesto a uno de los esclavos para que tomaran su pedido. —Siéntate, por favor— Dijo el Haughton mientras señalaba la silla que estaba frente a él, del otro lado de la mesa. Esperó a que llegara el mesero y le ordenó su pedido.

—Un Whisky doble, un café negro y un poco de sangre de elfo doméstico— Tras ésto retomó.

 

—Verás acabo de volver de un largo viaje y créeme que no tengo intenciones de venir a regalarte una postal, no te traje dulces ni regalos y no intentaré comprar tu tiempo. Simplemente eres libre de aceptar o no ayudarme, pues eso es lo que vine a pedirte, ayuda.— Sentenció mientras se cruzaba de brazos y se recostaba en el respaldar de la silla.

 

—Quiero volver a la Marca, pero no quiero ser un mago de poca monta luchando con magos aún más mediocres. Quiero matar a todo aquél enclenque y tipo rudo que se interponga entre mis objetivos y yo, y a quienes vayan en contra de mis métodos— Comentó mientras miraba a Mía a los ojos.

 

Sabía que aquella bruja era de las malas, le gustaba eso, sin embargo no era despiadada. De hecho podría hacerle algún maleficio imperdonable y aún así sentiría cosquillas y ganas de reírse tras recuperarse. No había que confundir los parámetros, ella era poderosa pero ambos sabían que tan bueno era Dovakhin intercambiando hechizos, sin embargo no estaba allí para ofenderla, sino para ofrecerle un trato.

 

—Mira, hace bastante que no me pongo al corriente con los duelos, he perdido la práctica en lo que a la magia respecta pero mi ferviente deseo de sangre está aún más presente que antes. Si me ayudas a conquistar mis objetivos, prometo que será recíproco y seremos aliados en cualquier situación.— Dijo y reparó al instante —No quiero ser tu amigo, no creo en la amistad y tampoco creo en el afecto, pero si en la palabra y el compromiso de las personas. Como magos de la oscuridad estamos atados a un destino lleno de sangre y destrucción, sin embargo mírate, aquí... sirviendo tragos y servicios a personas con dinero y poco valor ¿qué haces? ¿qué buscas siendo una servidora?... Los grandes magos infunden miedo y terror, no dan masajes ni sirven café — Sentenció intentando hacer entender a la mujer que él quería algo más grande de lo que había.

 

—Volví, y ésta vez vine a cambiar el mundo como el señor oscuro querría. Si estás de mi lado y me ayudas, verás como el tiempo te recompensa tu lealtad, de lo contrario intenta no interponerte en mi camino. Puedo ser un poderoso aliado si aceptas en éste momento, y como tengo perfil bajo aún, podría servirte en muchas maneras— Finalizó esperando un respuesta de la Black Lestrange.

 

Finalmente trajeron sus bebidas y comenzó con el café, pues era lo más caliente y no quería que se le enfriara.

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Escuchó cada una de las palabras del Haughton, sin poder evitar que evitar que en sus labios apareciera una sonrisa burlona, ¿cuántas veces había escuchado un discurso como ese anteriormente? Demasiadas, justamente ella había sido de los primeros contactos del mago con la marca tenebrosa, pero no había sido suficiente con las ganas y sus intenciones porque cuando estaba comenzando el camino había abandonado.

¿Qué le aseguraba que esta vez sería diferente? Nada, absolutamente nada, pero sabía que aceptaría ayudarlo por obtener algún tipo de beneficio del trato y no es que estuviese en desacuerdo con el estilo de vida que llevaba, porque definitivamente no lo estaba, disfrutaba de comodidades y un sitio respetable en la sociedad, pero algo le faltaba a su vida. Durante el camino a su retornó a Londres, había dejado de lado algunas de sus ambiciones de juventud, para pasar a ser un poco más amistosa.

—Podría ayudarte, pero necesito algo que me garantice que obtendré algún beneficio y no solamente que perderé mi tiempo. Como podrás comprender, no estoy en condiciones de apostar por algo que no será productivo a largo plazo. —las palabras que decía eran totalmente ciertas, puesto que tenía que meditarlo con total calma.

El primer objetivo de Dovakhin no era complicado de conseguir, que volviera a las filas de los magos tenebrosos, era en realidad bastante sencillo, todo era cuestión de querer y contar con los contactos necesarios. Pero, dudaba aún de la segunda parte, por lo que permitió que terminará con su discurso antes de decir algo más, de la misma manera que pidió al mesero con una seña la bebida que ingería de costumbre, un poco de whisky de fuego con hielo.

—El dinero es poder, debes saberlo y de aquí obtengo dinero y permito que la sociedad me vea como una persona honorable en cierta manera, mientras que disfruto de lo necesario y la dosis de maldad requerida fuera de estas cuatro paredes y no, no soy una servidora, simplemente ofrezco algo que si desean tomar pueden hacerlo, sino pueden marcharse. —aclaró el punto de su labor como empresaria en ese complejo hotelero.

Mientras en su mente continuaba maquilando algunas de las palabras del mago, deseando poder encajar sus planes de una manera que les resultaran beneficiosos a los dos, pero aún no lo conseguía, por lo que era momento de que él revelara más detalles.

—Dime, ¿cómo piensas lograr todo esto? Porque hablas de una manera excelente, pero no será nada sencillo… te toca convencerme de darte mi ayuda, aunque debo decir que me interesa, pero cuéntame un poco más y de qué manera estás dispuesto a servirme. —finalizó mirándolo a los ojos, bebiendo un sorbo de la bebida que le habían traído recientemente.
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Tragos largos matarían el café del Haughton al mismo tiempo que Mía terminaba de hablar. Si bien era cierto lo que exponía con su punto de vista respecto al dinero, en un punto dejaba de tener validez.

—Dime, Mía... ¿Cuanto vale la vida de un hombre rico sino toda su riqueza?— Preguntó mientras dejaba el pocillo en la mesa y relajaba sus hombros. —Vida o muerte, dinero o muerte... El dinero se puede ganar, se puede robar, incluso puedo apostarte toda tu fortuna a que sería capaz de matar a mi madre y a todos los que la defendieran, y no por el dinero, sino por el sólo hecho de tener la razón— Exclamó Dovakhin mientras la miraba a los ojos.

 

Él más que nadie sabía que no podría cumplir sus objetivos sólo, y por eso la segunda parte fue más sencilla de explicar que la primera. —El señor tenebroso con todo su poder siempre tuvo ayuda de otros magos, es imposible formar un imperio sin lacayos y en algún momento eso se volverá indispensable para mi emprendimiento.— Explicó con calma mientras tomaba con su diestra el vaso de whisky y lo tomaba sin prisa ni pausa. —Es como éste negocio... No podrías mantenerlo sin empleados— Intentaba dar comparaciones muy distintas pero que de algún modo tenían que ver entre si.

 

Sabía que Mía tenía los medios, y de hecho se le notaban también las ganas de ayudarlo por lo que supo que no se equivocó en ir a buscarla. —No quiero que la marca sea devota a mi, no quiero que los mortífagos me vean como su jefe, más bien busco ser el más fuerte de todos y que ellos confíen en mí para lograr grandes hazañas— Comentó mientras tomaba ahora el vaso de sangre de Elfo doméstico.

 

—¿Mis esbirros?— Preguntó incluso antes de que Mía preguntara por ellos —Serán algunos desplumados dudosos de sus deseos y aspiraciones. Bien sabemos que persuadir a los "buenos" es más fácil que ablandar a los malos y esa es nuestra ventaja... Todos quieren ser héroes, pero cuando los confundes al punto de hacerlos sentir inseguros de si mismos, ya no hay manera de que escapen de un inminente control— Aseguró el mago.

 

Se hacía tarde, habían pasado tres largos años y no quería perder más tiempo. Se puso de pie y lentamente se acercó a Mía hasta quedar cara a cara con ella. —No tengo que convencerte de algo que tú quieres hacer en lo más profundo de tu ser.— Hizo una pausa —Tú debes convencerte de que realmente estás lista para hacerlo— Sentenció para luego darle un beso en la frente.

 

—Eres una bruja muy poderosa, pero vives de mal humor... quizás visitarme un día no te vendría mal— Exclamó entre risas mientras se daba media vuelta y se disponía a marcharse.

—No es necesario que me respondas ahora, si quieres un tiempo para pensar, piensa tranquila. Pero no olvides que lo haré de todas formas— Finalizó creyendo que aquello sería suficiente para convencer a la Black Lestrange.

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Las palabras del Haughton la dejaron pensando un momento, era cierto que tenía los medios para comenzar con las ideas expuestas anteriormente, pero no deseaba arriesgarse para nada, una vez lo había hecho y había perdido todo, ¿sería capaz de volver a hacerlo? La respuesta era sencilla, y era que lo iba a hacer, le gustaba la adrenalina y ese parecía ser un aliciente para obtenerla en grandes cantidades.

Llevó hasta sus labios una vez más el vaso con el líquido ámbar y disfrutó de la sensación de quemazón en su interior, mientras pensaba un poco más sobre la propuesta que acababa de recibir. Sintió los labios del mago sobre su frente y sin siquiera dudarlo, soltó una blasfemia al momento en que este insinuó que estaba de mal humor constantemente, eso era totalmente falso, solía comportarte de manera más cordial de lo que le agradaba en realidad.

No necesitaba tiempo para tomar su decisión, sin embargo, permitió que saliera de su vista durante algunos segundos, mientras bebía de un solo golpe el contenido que sobraba de su bebida. Tomando una respiración profunda, negó con lentitud, no le haría una visita de la manera que la sugería a menos que fuese totalmente necesaria y no consideraba que lo fuese en ese momento, por lo que soltó una risotada.

—No tengo que pensarlo, aceptó ayudarte —sentenció en voz audible al momento en que se puso de pie y emprendió sus pasos hasta él—. Estoy segura que me divertiré en el proceso de cumplimiento de tus planes, así que será mejor que comencemos de una vez.

Estuvo de acuerdo, mientras se acercaba a él y con una sonrisa divertida en los labios, susurró en su oído— Y créeme no siempre estoy de mal humor, se disfrutar de la vida y sus placeres. —una vez que terminó sus palabras se acercó a sus labios y le dio un intenso beso antes de soltar una carcajada.

Se alejó un poco de él y regresó hasta el café, había aceptado colaborar y esperaba que su decisión fuese la más acertada. No tenía nada más que agregar, al parecer con eso había terminado la visita de Dovakhin, aunque no estaba del todo segura, aún tenía algunas cosas que tratar con él, como cuál sería el primer paso de su plan, pero dudaba que fuese aquel día.
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  • 6 meses más tarde...

Estando por las calles buscando algún lugar para en fin poder descansar ya que había estado en un hospedaje por un día pero no era de su agrada buscaba otro esa así que el imponente edificio llamo su atención al entrar aun mas estaba envuelto en la magia una magia perfecta el edificio era completamente elegante y confortable , decido e impulsado por la belleza del lugar se adentra mas en el para conocerlo recorriendo cada piso .estaba deleitado por el diseño nunca se había hospedado en un hotel de tal características , siendo que como príncipe había estado en los mejores .

 

El hambre volvía en el ,no deseaba que aquel lugar se convirtiera en alguna masacre por los deseos de sangre que tenía , busco distraerse en la belleza que lo rodeaba hasta encontrar un bar para tomar alcohol o café aunque prefería mas el alcohol .al pedir la indicación un empleado buscaba el tercer piso al encontrarlo entrando por ese umbral mis ojos fueron robados por una bella mujer que venía en camino por mí misma dirección ,observaba cada paso que daba una mujer firme ,decidida en su sonrisa un toque satisfacción ,dueña de una hermosura sobre humana que la relataban aun mas elegante y delicada . las miradas de los demás a su alrededor se podía ver que eran de respeto ,temor y deseo , lo que casualmente me pasaba a mi en ese momento respeto por lo que se mostraba ,temor por no poder llamar su atención y deseo por que no había belleza que se le asemejara . Estando mas cerca invoco un viejo truco que el sabio mago me había enseñado una rosa apareció en mi mano derecha, que al pasar por lado de la bella dama busque rozar con la suya así depositar la flor.

 

Rápidamente me di vuelta observándola para ver si alguna reacción a mi favor surgía de ella .De paso miraba mi persona para ver si estaba adecuado en mi vestimenta, al ver que no había nada malo zapatos de vestir , pantalón de vestir , remera blanca y por encima un saco .

 

@@Mia Black Lestrange

http://i.imgur.com/YrppjCd.jpg

B)

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