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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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Lo miré a los ojos y sonreí. La gala había estado poco concurrida, pero se volvió un muy buen momento a su lado. Quería allí presentarlo a familiares y amigos, cuestión que se volvió imposible ya que eramos los únicos en la mesa. Al parecer la Navidad ya no era la celebración que recordaba, los cambios habían sido demasiados, entre idas y venidas, discusiones y demás sucesos.

-Nos vamos de aquí- susurré antes de besarlo con dulzura, tomando sus manos, cuando la Navidad se alejó lo suficiente como para dar por concluidos los festejos.


***

Llevaba mucho sin visitar la residencia Granger, pero lucía tal y como la recordaba. Se trataba de la casa perteneciente a una gran amiga, que también había regresado a la Orden cuando yo lo hice. Me seguía los pasos, no había otra explicación.

En mi corazón deseaba presentar a Gerard primero en la mansión Gryffindor, sin embargo allí no estaban aún las cosas tan bien como para aparecer "como si nada". Esperaba pronto hacerlo. De igual modo, esa podía considerarse mi segunda casa, pues siempre la había apreciado mucho y sabía que Zahil nos recibiría gustosa.

Caminamos hasta la puerta, donde detuve el paso para besar a mi novio con suavidad para alejar de él cualquier temor.

-Estoy segura de que aquí podremos quedarnos por el momento- le susurré antes de alejarme lentamente a golpear la puerta.

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Se miro al espejo por enésima vez y el cambio en su cabello era palpable, tenia ya bien definidos los mechones rojos entre otros tantos rubios, aunque al parecer se había detenido ya. Intento recobrar su aspecto anterior con magia pero no funcionaba, hizo un puchero y suspiro con resignación.

 

- parezco una de esas rockeras muggles, maldita sea - dijo para después amarrarse el cabello en una cola de caballo sin poder hacer nada con su cabello - al menos tenemos el mismo color de ojos, seria muy raro tener un ojo azul y el otro diferente o peor aun los ojos bicolor.

 

Bajo las escaleras resbalando por el barandal y cayo ágilmente al final de estas, sus hijos no andaban por ahi así que podía permitirse alguna travesurilla. Estaba a punto de salir al jardín cuando escucho los golpes en la puerta, miro su atuendo, jeans y una camisa rota, quería arreglar un poco sus plantas y justo ahora tenia visitas, no esperaba a nadie así que no era su culpa, decidió que quien fuera que tocara a su puerta se tendría que aguantar sus fachas

 

- ahora voy! - le grito a la persona que tocaba a su puerta mientras caminaba hacia la entrada principal para abrir. En cuanto abrió se topo de frente con alguien que hacia mucho no veía. La ultima vez había sido en el circo donde la había confundido con alguien mas -¿Gryffindor? Adelante, pasa

 

Se hizo a un lado para dejarla pasar cuando se percato de que esta no estaba sola, venia con alguien . Le hizo señas para que el también entrara y los guió a la sala.

 

- a que debo el honor - pregunto una vez que estuvieron sentados y con una bandeja de bocadillos en la mesa de centro, Polo jamas dejaba que las visitas estuviesen sin algo que degustar, era como una obsesion, "un buen anfrition siempre tiene algo para comer y algo para beber señorita Granger"

Editado por Zahil Granger

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Aparecieron al pie de una mansión que supuso que debía pertenecer a la Familia de Mica. Cuando toco la puerta fue una chica rubia les abrió. Al parecer ella y su novia se conocían bastante bien, ya que sin pensarlo dos veces los invito a pasar y les ofreció unos bocadillos para pasar el rato.

 

Gerard tomo asiéntete, sin decir mucho y tomo una galleta de mantequilla que mordió despacio, mientras esperaba que Mica y su amiga se pusieran al corriente. Fue en esos momentos que sintió que algo parecía estarse moviendo en el bolsillo de su chaqueta. Lo palpo por encima con cuidado y confirmó que había algo vivo en su interior. Al parecer no que un pequeño polizón se también había escapado de la gala junto con ellos.

 

En realidad el muchacho no lo culpaba, aunque tenía que asegurarse de que lo que hubiera salido no fuera a escapar de su chaqueta si no quería causar un alboroto dentro de la mansión.

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La puerta no tardó en abrirse frente a nosotros, y fue la misma Zahil la que nos recibió. Sonreí al verla, feliz de estar allí. En cuanto la rubia nos abrió el paso, me adelanté, sin soltar la mano de Gerard, para encaminarme hasta la sala. Una vez allí todos tomamos asiento y nos sirvieron bocadillos.

Como era de esperarse, la matriarca no tardó en preguntar el motivo de nuestra visita, pues no era del todo común que allí me encontrase.

-Pues, la última vez que visité la Gryffindor no fui tan bien recibida como esperaba... así que pensé que tal vez podíamos quedarnos un tiempo aquí.- dije tranquilamente, tomando una galleta- eso si no tenés problemas... ah por, él es Gerard, mi novio- agregué acariciandole la mano.

Quise iniciar dando toda la información, para no generar demasiados cuestionamientos. Noté a Gerard algo inquieto, y lo miré con calma intentando saber qué sucedía.

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Tomo una galleta para ella misma mientras observaba con curiosidad al chico que acompañaba a su prima. Por el lenguaje corporal sospechaba que eran mas que amigos pero no estaría segura hasta que la Gryffindor le aclarara el lazo que tenia con el.

 

- supongo que aun no lucias así cuando fuiste para allá? - pregunto refiriéndose al nuevo aspecto de la antes rubia, iba a extrañar decirle peliteñida pero le alegraba volver a ver su verdadera prima, aunque Agatha no le caía mal tampoco. Además ahora ya que le habia aclarado quien era el mago misterioso junto a ella sonrió mientras asentía con la cabeza

 

- puedes quedarte el tiempo que quieras, tu también Gerard, mi casa esta siempre disponible para los Gryffindor y sus allegados, la familia es la familia - le contesto a su prima. Enseguida trono los dedos y Polo apareció a su lado con unas llaves que le ofreció servicial a Mica. Como de costumbre su elfo había escuchado todo y tenia ya listas las habitaciones para los nuevos inquilinos.

 

-Polo le ha preparado la habitación del fondo a la señorita Gryffindor y su novio, Polo le ofrece la llave del cuarto para que pueda tener privacidad, Polo espera que sea de agrado de los señores - les dijo su elfo con su respectiva inclinación ante cada frase. Nunca había logrado convencerlo de dejar de hacer eso. Sonrió agradecida a su elfo, Polo era un miembro mas de la familia y la habia acompañado en cada etapa de su vida en Ottery, incluso la peor etapa de todas, el junto a Ariana, la nana elfina y sus hijos eran la única constante de su existencia.

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Te lo agradezco mucho —le contesto, mientras apretaba su mano contra el bolsillo de su chaqueta— y muchas gracias por la invitación. Prometo que ser un huésped cordial.

 

Ella no dijo nada; solo chasqueo los dedos y al instante un elfo se apareció frente a ellos. Era mucho más viejo que Barris pero parecía un poco más educado. Saco de su bolsillo una llave de plata reluciente.

 

Gerard de inmediato se levantó para cogerla cuando noto que lo que estaba en su bolsillo comenzó nuevamente a alborotarse. Trato de mantener la bolsa cerrada con la mano pero fue inútil ya hizo un rasguño a la tela y se lanzó directamente al pequeño elfo que cayó de espaldas completamente aterrado.

 

El escarbato, quien había escapado con ellos de la gala, se metió de inmediato en la bolsa que tenía en su estómago, junto con unos cuantos botones que había arrancado de la chaqueta del elfo, comenzó a corretear como loco por la sala de estar. Tomado cuanta cosa brillante encontraba a su paso. Gerard saco su varita para tratar de detenerlo pero era demasiado veloz y muy pronto desapareció de la vista de todos en la sala.

 

De verdad lo lamento—intento disculparse— No sabía que lo que tenía en el bolsillo. Lo juro.

 

Trato de ayudar al elfo a levantarse, pero este rechazo su ayuda de manera amable aunque en su voz se notaba algo de recelo. Si quería causar una buena primera impresion, habia perdido cualquier oportunidad en ese momento

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Me encogí de hombros ante la afirmación de Zahil. Sí, era cierto que no tenía aquella apariencia al visitar la Gryffindor, pero sí había dicho a viva voz que de mí se trataba y tan solo Arabella me había creído. Aún recordaba la ira con la que Elvis me había expulsado sin siquiera darme la chance de explicar lo que pasaba.

Por fortuna mi prima había aceptado recibirnos en el lugar. Le sonreí alegremente, dejando un poco de lado los recuerdos más tristes. El elfo de la familia nos tenía ya una habitación preparada, y tendió la llave que Gerard tomó tras prometer ser buen huésped. Sonreí, feliz ante aquella nueva etapa que podía estar comenzando. Extrañaba la vida familiar, la extrañaba mucho, y con Gerard a mi lado todo sería aún más ameno.

Pero la tranquila situación se revolucionó cuando algo salió de su bolsa. Abrí mucho los ojos, sabía que se trataba de un escarbato porque tenía uno como mascota. Fue el principio de un desastre, la criatura no solo derribó al elfo, sino que también empezó a corretear en busca de cosas brillantes. Miré a Gerard incómoda, esto podría arruinar todos los planes que hasta hace un segundo marchaban tan bien.

Un poco molesta, alcé la varita, buscando con la mirada al bicharraco ladrón.

-Zahil... ¿estamos autorizados a recorrer tu casa como locos, con las varitas en alto y lanzando hechizos para tratar de detenerlo?- murmuré molesta, aunque un poco divertida por la situación.

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Su primer reaccion fue de sorpresa, no todos los dias alguien le ganaba en velocidad a Polo y lo dejaba tirado y con la ropa fuera de lugar. Despues, corrio a auxiliar a su pobre elfo mientras el novio de Mica se apenaba sobremanera y trataba de dar explicaciones. Finalmente su elfo se fue y la rubia pudo soltar una enorme carcajada.

 

- Mientras no toquen los arboles junto al lago, pueden hacer lo que quieran, eso si, lo que rompan lo reparan y desde luego no maten a nadie - dijo entre pausas mientras veia como Gerard y Mica corrian a atrapar al animalito

 

Suspiro cuando pudo controlarse, hacia tanto que la casa no enloquecia de esa manera, eso la ponia feliz. Los Granger tenian una dinamica extraña, desde primas que tumbaban puertas como saludo hasta sobrinos que iban y venian cada que se acordaban que tenian casa. Ademas de un patriarca perdido y que no hacia mas que pelear con una de sus hijas. No, definitvamente los Granger no eran normales

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Zahil no parecía tan a disgusto por la intromisión del escarbato dentro de la casa, al contrario de Mica que si parecía un poco molesta. Gerard se limitó a sacar su varita y los dos juntos comenzaron a recorrer los pasillos de la mansión en busca del pequeño entrometido. Cosa que no fue difícil pues solo tenían que seguir el rastro de caos que la criatura había dejado.

 

Cada uno iba lanzando hechizos reparadores, para arreglar el desastre, Gerard no podía evitar observar cada rincón de la casa.

 

Es un lindo, lugar —le dijo a su novia— tiene un aire más agradable que tu vieja residencia.

 

Miro a Mica pero ella aún estaba ocupada reparando un florero. El mago no la interrumpo y siguió buscando a ese mini ladrón o de lo contrario quizá tendrían que dormir en lasa y no sería para del todo agradable

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  • 1 mes más tarde...
El día no podía haber empezado peor.
Apolo siempre había sido un experto para pasar desapercibido. Y en una mansión tan grande como la Granger no era tan difícil esquivar a los pocos miembros que residían allí. Unas cuantas semanas le habían ayudado a memorizar el camino hasta los lugares mas importantes para él en la mansión: la cocina, y su pequeño taller de trabajo.
La cocina por que obviamente necesitaba comer de vez en cuando, eso no era ningún misterio. Lo del taller ya era otra historia: Después de su breve reencuentro con su tía Zahil había logrado convencerla de que le prestara uno de los salones de la mansión que casi no se utilizaban, y que había encontrado explorando la mansión. Estaba alejado de todo y casi nadie ponía un pie ahí, por lo que esperaba que no hubiese problema.
Y es que en su habitación, por muy grande que fueran, no cabían muchas de sus herramientas y materiales, y algunos componentes eran un tanto peligrosos para tener junto a su ropa o dormir tan cerca. Sabia que estaba pidiéndole demasiado, pero no tenia tanto dinero desde su regreso a Inglaterra, y tampoco es que tuviese a quien pedirle. Así que la solución parecía convenirle a todos, si hasta se preocupo de preguntarle cuando estuviera de buen humor para minimizar daños.
Cuando encontró el salón, se dio cuenta de que era uno de los tantos lugares en los que nadie ponía un pie. A pesar de que estaba muy bien cuidado y limpio, el lugar tenia el aire triston que solo el desuso causaba. Tardo varios días en ponerlo a punto, empujando todos los muebles hacia un rincón para que no estorbaran, que fueron cubiertos con lonas blancas por los elfos domésticos que había logrado encontrar para que lo ayudaran.
Donde antes había unos cuantos floreros antiguos y un cuadro viejo de un campo silvestre, ahora se acomodaban repisas y repisas de pequeños tarros de colores, y en medio de todo ese nuevo caos tres atriles enormes descansaban junto a 3 maniquíes que Apolo usaba de base para crear cosas. De momento solo uno de los atriles estaba siendo utilizado, y cuando el Granger entro después de desayunar una mañana, casi se cae de espaldas.

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Que dem...
Si no soltaba una maldición era solo por miedo a alertar a alguien. Si hubiera sido por Apolo habría gritado con toda la fuerza que pudiera y luego habría destruido la pared de un solo hechizo, pero eso ni de broma podría hacerlo; ni siquiera en su estado de conmoción perdía los instintos mas básicos de no hacer enojar a sus tías. Entró a la habitación despacio mirando en todas direcciones, y adonde mirara pequeñas salpicaduras acompañaban al enorme mancha que ahora era su trabajo.

Iba a tardar eones en arreglarlo, o rehacerlo, y no es que cerrara con llave nada pero podía apostar que guardo todo la noche anterior. Era bastante limpio en ese aspecto. ¿O se había equivocado y era su culpa? Le costaba pensar correctamente, estaba furioso. Pero si no había sido su culpa, ¿de quien era?

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