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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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-No seas irrespetuosa estando en mi propia casa, Stabolito… Tienes que tener más decoro a la hora de referirte así a uno de los patriarcas de esta familia- refunfuñó el chico sin dejar de mirar fijamente a los orbes grisáceos de Jessie, la cual le hablaba de forma altanera y sin un mínimo de acatamiento bajo el techo londinense que le pertenecía por mérito. -¿Sofía es tu madre? ¿Cómo es eso? Yo… o sea… yo no sabía nada de eso… que tú y yo…- fue lo que pudo balbucear en dicho santiamén dentro del vestíbulo de la mansión, pues la francesa no tardó en aparecer tras su vasta espalda con tal de recibir a su nueva huésped. -¡Claro que he decidido aceptar tu ofrecimiento! Para eso estoy justamente aquí… querida- respondió a la vampiresa de forma concisa, debido a que ésta mandó a llamar a Hipólito para que el elfo le preparase a Jessie la habitación contigua a la de los gemelos en la morada. -Y sí, yo soy un Granger como tú… compañera de trabajo. En parte me alegra saber que vamos a pasar más tiempo juntos del que compartimos en el Departamento de Misterios; y por lo mismo va a ser necesario que aprendamos a convivir bajo el mismo umbral. Dentro de estas cuatro paredes soy tu patriarca y… me debes respeto… al igual que yo a ti- dijo dirigiéndose a la recién llegada; la misma que estaba jugando con una canina samoyedo nívea muy tierna que parecía estar feliz con la aparición de nuevos integrantes a la residencia.

 

-¿Destruyendo la casa como aquel terremoto que forjaste en mi mente en tu clase magistral de Primeros Auxilios? ¡Por amor a Merlín, Jessie! Seamos civilizados… somos personas ya maduras que pueden entenderse bien. Mira a la perrita… ella te demuestra amor y cariño de forma desinteresada… Son animales de afecto… al igual que los humanos. La base de una buena convivencia familiar es el apego entre sus semejantes. No te digo que nos abracemos y declaremos a las orillas del lago que somos los mejores amigos del mundo… pero sí nos debemos respeto el uno al otro ¿Estamos de acuerdo?- pronunció sinceramente, para luego desviar su centro de atención hacia la reportera del periódico mágico por excelencia; ya que los miraba perpleja en medio del salón de recibimiento. -No te preocupes Sofía. Sabremos y aprenderemos a congeniar con el tiempo… Te lo doy por firmado… Ahora bien… Me ha de gustar mucho la idea de que me enseñes mi nueva recámara dentro de la mansión… Si puedes, obviamente- expresó ya más calmado de la impresión que se llevó gratuitamente con el arribo inesperado de la Black Lestrange en los terrenos de los perdidos y caídos de Ottery.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Aquel intercambio era de lo mas interesante, era mas que claro que ambos eran dignos del apellido Granger, si algo distinguia la casa de los Granger era la disparidad de caracteres e incluso la violencia destructora de algunos de sus miembros. Asi que mientras su hija y el nuevo patriarca discutian y hablaban de destruir el castillo la rubia se sento en el barandal de las escaleras de entrada a la casa mientras los magos seguian discutiendo.

 

- bueno chicos, basta ya de tanta discusión, si necesitan destruir un poco la casa, intenten que no sea la puerta principal, ni mi recamara o la de los gemelos y desde luego, el primero que toque el lago y sus inmediaciones, lo asesino con mis propias manos, el resto es todo suyo - dijo encogiéndose de hombros para después introducirse a la casa.

 

- Jess, no solo Thomas, a quien encuentras tan simpático es tu pariente, si no cualquier Gryffindor, puesto que somos casas hermanas - le dijo a su hija desde adentro. Se detuvo al pie de la escalera para esperar que ambos magos la siguieran - solo te pido un favor, no me mates al nuevo patriarca - le dijo cuando obtuvo la atención de la Granger.

 

- Thomas, querido, sígueme, puesto que le tienes tanto amor a mi querida Jess, te pondré bastante lejos de ella, de hecho tengo una hermosa habitación al fondo del pasillo, es espaciosa y tiene vista al jardín, la vas a amar - le indico al Gryffindor, haciendole una seña para que la siguiera.

 

 

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-Yo te hablo como quiera Thomas- mascullo fulminándolo con la mirada mientras se cruzaba de brazos - Y tu y yo a mi parecer no somos nada... seras patriarca, es verdad, pero no eres nada mio, así que... lo siento. No tengo que hablarte con respeto ni nada que se le parezca.

 

Escuchaba las palabras de Sophia mientras la seguía al interior de la Mansión, pues al parecer esta le había pedido a Thomas que se convirtiera en Patriarca, cosa que no le importaba en lo más minimo a Jessie. Ella era solo un miembro más de la familia, sin problemas mientras no se metieran con ella, pero tal parecía que era el propósito principal del nuevo patriarca, molestarla.

 

Rodó los ojos al escuchar las palabras de Thomas, ya era mucho trabajo soportarlo en el ministerio como para todavía tener que soportar su altanería en la casa, pero al ver a la cachorra de Estrella se le olvido un poco el hecho de que estaba en el mismo lugar que una de las personas que más detestaba. Hacía mucho que no veía a los cachorros de su amada perrita, pero volverlos a ver era grandioso.

 

-​Ella solo me recuerda, yo la ayude a nacer, después de todo- sonrió Jessie acariciando detras de la oreja derecha de lisa, la samoyedo - pero... lo que digas Thomas, no por ti, sino por Sophia - sonrió en dirección de su madre mientras interiormente se carcajeaba por lo que acababa de escuchar - y no voy a destruir nada, mi faceta de piromaniaca termino hace años, es solo que él... bueno tiene habilidad para sacarme de quicio.

 

Mas sus ojos se abrieron como platos al escuchar las palabras de Sophia. No podía estar emparentada con los Gryffindor, eso sería denigrante, humillante. Estar emparentada con esos traidores, por más que fuera una de las casas de su amado Hogwarts no significaba que los soportara.

 

-No prometo nada, madre. Mientras él no se meta conmigo, prometo no hacerle nada- sonrio divertida arrodillándose junto a Lisa para ponerse a jugar - Vamos Lisa, seguro quieres ver a Estrella, a de andar por los jardines... sigueme.

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  • 4 semanas más tarde...
<<La cocina sería el lugar ideal para asesinarla>> pensó el inefable luego de escuchar todos los posibles lugares que no debía siquiera tocar con la Stabolito ante una riña de aquéllas que ambos estaban acostumbrados a llevar en las salas de la novena planta ministerial. -Me encantaría tener esa habilidad, Jessie... y créeme que te la revelaría sin problemas. No necesito aparentar nada... menos ante blasfemias y calumnias de una niña malcriada que dice sentir que yo me meto en los confines de su mente para indagar sucesos de su pasado... Vaya juego de chavales. Estoy seguro que Heko y Enrick estarían muy decepcionados de ti y tus ideales oscuros escondidos- expresó el Gryffindor, al mismo tiempo que le guiñaba un ojo a la muchacha de orbes grisáceos perdidos en el can samoyedo que jugueteaba a sus pies; palabras que, sin duda alguna, le sacarían de quicio y le harían explotar como una mismísima bomba atómica. Pero Thomas no daría lugar a sus quejas, por lo que optó por seguir los pasos de Sofía (tras ver su seña) hacia el fondo del pasillo central del primer piso de la morada Granger, hasta poner sus pies en una espaciosa habitación con vista a los jardines traseros. -Déjame decirte que tu hija deberá hablarme con respeto dentro de estas cuatro paredes, Sofía. Yo soy su patriarca... y me debe un mínimo de decencia estando bajo el techo de nuestro hogar. Sé que es un tanto precoz... el hecho de estar ordenando algo, pero es por el bien de este linaje y de todos los que conviven aquí. No quiero que se armen problemas... ¿Me entiendes? No es bueno para los gemelos estar entorno a un ambiente de discordia... Crecer así, no es sano- manifestó el legilimago a la rubia, mientras su andar se hacía cada vez más lento con tal de contemplar con sus ojos cada detalle de su alcoba con paciencia. -Muy linda y llamativa habitación... Creo que te preocupaste personalmente de dejarla perfecta- exclamó con una sonrisa en el rostro; recordando que debía de hacer una serie de arreglos a su dormitorio en la Gryffindor ahora que llegaba el verano.


El parquet imitación madera que cubría el piso, brillaba vitrificado con los rayos del sol que atravesaban el ventanal, dándole un toque antiguo muy lujoso al estilo del Palacio de Versalles. La alfombra gris estaba muy bien aspirada, la cama estirada como de costumbre, y una serie de adornos llamativos de tonalidades zafíreas (además de los espejos y lámparas) que alegraban el entorno de un color azul tan profundo como el océano. Poseía un cuarto de baño propio con todas las comodidades posibles, desde una tina blanquecina bien pulida hasta un diván de cuero para reposar antes de tomar una refrescante ducha por la mañana o la noche. -Son flores de sakura ¿No es así? Me imagino que Polo las cortó hoy, a sabiendas que aceptaría tu propuesta en el patriarcado, Sofía... Muy bonito gesto, querida- susurró al pasar por el lado de la vampiresa, yendo a olfatear los pétalos que sobresalían del recipiente de porcelana blanca sobre el velador. -Creo que es fabulosa para descansar de todo. Me vendré unos días para vacacionar... así aprovecho de supervisar las labores de la plantación de nuevas especies en el jardín más allá del lago. De verdad, Sofía, muchas gracias por todo- volvió a decir antes de besar la mejilla fría de la francesa; y posteriormente se sentó en el altillo acolchado a los pies de la cama, a la espera de que surgiese un nuevo panorama en las dependencias de los afamados patriarcas de la familia.


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Sonrió al ver que el chico estaba conforme con la habitación que le habían preparado en la Granger, como patriarca sus aposentos debían ser de los mejores del castillo y de eso se había asegurado como matriarca. Atravesó la habitación y se sentó en un cómodo sillón cuya posición le daba una excelente visión de su patio trasero y con ello a los jardines y el lago.

 

- Si bien coincido contigo en que debe darte tu lugar como jefe de esta casa, lo mas que puedo hacer es pedirle que no te provoque ni te hable con palabras hirientes, pero el respeto, mi querido Thomas se gana - dijo mirándole directamente a los ojos mientras le dedicaba una sonrisa - Jessie es una persona muy especial, Thomas, tiene su carácter, pero si te ganas su respeto, tendrás una aliada mas que una enemiga, busca la manera de llegar a ella, toma mi consejo Gryffindor, mira que soy experta en personas difíciles.

 

Era momento de dejar que su nuevo patriarca se acomodara a sus anchas por lo que se levanto, le dio un beso en la mejilla y se encamino a la puerta del cuarto.

 

- Te dejo para que te instales y una vez que lo hagas, te espero en el comedor a cenar y platicar un poco sobre lo que sucedio en el Atrio, supongo que sabes a lo que me refiero, no es así

 

Tenia que hablar muy seriamente, ella había estado presente en el destape de los fenixianos, y Thomas había sido uno de los que había confesado pertenecer a esa banda de delincuentes. Tenían que tomar ciertas medidas de seguridad, enseñarle todas las rutas de escape y prepararse para futuros ataques, de los cuales el que mas temía era el de su antigua banda, la Marca Tenebrosa, que seguro no dudaría en atacar su castillo al darse cuenta que tenia un fenixiano en su árbol familiar. A pesar de aun ser firme creyente de los ideales mortifagos, la familia para ella estaba primero y protegería a todos ellos, perteneciesen al bando que perteneciesen.

 

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-La tienes Gryffindor, sin necesidad de estudiarla - mascullo Jessie entre dientes sin voltear a ver a su interlocutor.

 

Debía controlarse, debía refrenar sus impulsos y no terminar matando al patriarca de la mansión, por su madre más que por ella. Lagrimas se agolpaban en sus grises ojos al escuchar las palabras de Thomas, hacía años que no escuchaba nada sobre esos dos magos y escuchar hablar de ellos le dolía. Sabía que Heko entendería las razones de porque se fue de la Orden del Fénix y ahora era parte de la marca tenebrosa, era su hermano; por otro lado estaba Enrick y ella sabía que el chico había tenido aspiraciones oscuras incluso sospechaba que había formado parte de la marca tenebrosa.

 

No volteo el rostro ni una sola vez, no dejaría que el chico Gryffindor se diera cuenta de cuanto le habían dolido sus palabras y cada vez que este mencionaba el recuerdo que había visto en su mente estos se agolpaban frente a sus ojos dejándola bastante vulnerable.

 

Los escucho marcharse, un solo movimiento de su varita y el chico estaría muerto a los pies de su madre. No valía la pena. Se puso de pie y comenzó a correr en la dirección contraria en busca de Estrella siendo perseguida por Lisa. Agitaba su varita sin proponerselo y poderlo evitar destrozando todo lo que se interponía en su camino hasta el lago.

 

Al llegar al mismo conjuro un casco burbuja sobre ella y se lanzó al mismo sin mirar atrás, solo quería alejarse lo más posible del mago que se había proclamado un miembro de la Orden del Fénix, alguien a quien ella debía de matar sin miramientos, ya que era una orden directa de sus lideres. Cada vez se sumergía más y más en el lago, cerrando su mente a todo lo que se agolpaba en ella provocandole dolor y odio mezclado de una forma peligrosa y alarmante.

 

Podía destruir el castillo estando en aquella situación sin ser plenamente consciente de sus actos debido al dolor que sentía, por ese motivo era que quería alejarse lo más posible de la persona que tanto la estaba lastimando de un tiempo a la fecha.

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Bajo las escaleras pensativa, después de Annick nadie de la orden había pertenecido a la familia, ahora volvía a tener a un fenixiano en casa, aquello traería problemas, lo sabia, pero no iba a dar marcha atrás, no se iba a dejar amedrentar por nada ni por nadie. Cuando llego a la planta baja se topo con un enojadisimo Polo que reparaba los daños causados por algún especie de torbellino casero. Negó con la cabeza mientras pasaba de largo y dejaba a su elfo ensimismado musitando entre dientes lo destructivos que eran los miembros de la Granger. Decidió seguir el rastro de destrucción que continuaba por el jardín continuo a la casa y que terminaba justo en el lago. Al menos habían obedecido sus ordenes de no tocar las inmediaciones del lago so pena de muerte lenta y dolorosa.

 

Logro ver que alguien nadaba en este y decidió sentarse en una de las sillas que mantenía alrededor de su pequeño paraíso para esperar a ver quien de sus hijos o primos andaba buceando. Mientras tanto Lisa y Estrella, la madre de esta jugueteaban y se acercaban de vez en cuando a que les acariciara la cabeza para después seguir por ahi correteando entre los matorrales. Que la otra perra anduviese por ahi le daba una pista de quien era su nadadora anónima. No la iba a presionar, esperaría ahi a que su hija, si es que era ella saliese y hablara con ella.

 

Ademas, necesitaba que ella también estuviese presente en la cena, después de todo ahi ella también peligraría con las nuevas circunstancias de la casa. Tendrían que idear un plan de acción para los tiempos difíciles que se avecinaban y también dejaría en claro que no iba a entregar a nadie de su familia ni a los bandos ni a la ley.

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-Muy bien, concuerdo contigo... El respeto se gana; y créeme que lo haré valer estando aquí dentro. Ahora la mansión Granger también es mi hogar, y sabré imponer ciertas reglas como debe hacerse en una casa para que el caos no reine... ¿Estamos de acuerdo, querida?- comentó Thomas, direccionando su cuerpo hacia el sillón donde Sofía tomó asiento; lugar desde donde se podía vislumbrar tranquilamente el lago y los jardines traseros de la morada de los pedidos de Ottery. -Y tomaré tu consejo... Veré la mejor manera de llegar a Jessie, te lo prometo aquí y en la cima del Himalaya. No tengo intenciones de crear malos ambientes en mi residencia, sobretodo por la integridad y el ejemplo hacia tus hijos, Oscurus y Mith. Ellos deben crecer en buenas condiciones y en un lugar cálido al que ellos llamen "refugio de problemas". Siempre nos cobijamos en el seno de la familia ante alguna que otra dificultad; y en este linaje no será diferente- agregó con suma determinación, al mismo tiempo que miraba una de las lámparas que colgaban desde el techo; pensando seriamente en sacar la conexión directa de éstas y efectuar un hechizo de "flotación continuo" en donde se mantuviesen en el aire sin necesidad de una fuente eléctrica que las estuviese suministrando de energía en todo momento. -Ehhhhh... sí. Sé a lo que te refieres, Sofía. No podría esperar más de una reportera de "El Profeta". Además que en la entrevista te dejé en evidencia aquella información... pero coincido contigo con que es bueno platicarlo en familia; incluyendo a Jessie, tus hijos y los elfos del domicilio. Hay que ser precavidos- finalizó el inefable, correspondiendo el beso en la mejilla de la francesa antes que ésta se encaminase hacia el umbral de salida del cuarto. -Nos vemos en el comedor para la cena... por mientras me acomodaré si no te molesta- se despidió caballerosamente, sonriendo de medio lado con mayor serenidad y templanza.


Fue en eso que escuchó varios ruidos de desastres que le hicieron ponerse de pie rápidamente, además de desenvainar su varita de pirul en el acto por reflejo de costumbre. <<¿Un ataque?>> caviló extrañado para sus adentros, optando por dirigir su andar hacia el ventanal más próximo de su acogedora habitación. Desde ahí pudo observar a la joven Stabolito saliendo disparada hacia las inmediaciones del lago, perdiéndose entre las aguas tras zambullirse a través de un certero chapuzón que desparramó litros por doquier. A continuación se dejó ver Sofía en compañía de las perras que seguían jugueteando por los alrededores, correteando entre los matorrales que cercaban el perímetro más colindante a la laguna; mientras la rubia vampiresa se sentaba tranquilamente en una de las sillas que estaban a las orillas de la zona de recreación. -Vaya que son complicadas las mujeres. Nadie me mandó a ponerme en medio de ellas- juzgó en voz alta el fenixiano; cerrando las cortinas con tal de no seguir viendo ni escuchando conversaciones ajenas de madre e hija. Ya con parte del equipaje desempacado tras el arribo de Tanis con algunas pertenencias desde la morada de sus padres; Elros se recostó sobre la cama con los ojos cerrados. Estaba cansado y necesitaba pensar en todo lo que se venía desde ahora en adelante luego de la Revelación acontecida en el Atrio. Su cabeza estaba puesta sobre la mesa, y el cartel de búsqueda ministerial con su rostro estampado pronto se dejaría esparcir por todo Londres; era un hecho inevitable que el legilimago debería afrontar por haber dado la cara como el hombre de bien que era... como miembro activo de la Orden del Fénix.

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Cada vez nada más profundo en el lago y lo sabía debido al frió y oscuridad que se cernía a su alrededor. Observaba todo tratando de atrapar su mente en algo que le llamara la atención pero hasta el momento nada lograba sacarlo de su mente.

 

Su hermano, su amigo, su confidente y cómplice en tantas trastadas que habían echo los dos. La de veces que el mago la había comandado en algún asalto, la de veces que la habían tranquilizado antes de que terminara creando un incendio en san mungo para que al final terminara casándose con alguien que ella sabía que no era buena para su hermano, que solo le haría la vida complicada, pero había echo algo peor que eso, había provocado que su hermano y mejor amigo desapareciera de la faz del planeta.

 

¿Celosa ella de la bruja con quien se había casado Heko Weasley? Para nada, celos no era lo que sentía Jessie, es más, ni conocía que era aquel sentimiento, ella temía por su mejor amigo, temía que aquella mujer le fuera hacer algo y sus temores se hicieron realidad y por eso ahora una sed de venganza crecía en su corazón y que llegara Thomas y hablara tan tranquilamente de ellos la ponía enferma, aunque...

 

-¿Porqué los menciono? - se cuestiono Jessie llegando a una profundidad que no podía ver su mano frente a ella.

 

Su mente estaba en otro lugar, tiempo atrás, en el local que su mejor amigo y el amigo de este crearan, una tienda de artículos de segunda mano o antigüedades. Había otro chico con Enrik y Heko, el primer amor de Jessie, Marcus, alguien de quien jamas volvió a saber. Los veía platicar, a los tres y ella solo los observaba, eran tiempos alegres, lo sabía por la luz que iluminaba el recuerdo, más cuando entra la ex esposa de Heko el cuadro se oscurece.

 

Ella la había calumniado, había hablado mal de ella, de ella y de su mejor amigo, dejándolos a ambos como amantes. Algo inverosímil y ridículo, ya que ella jamas andaría con Heko, no porque no fuera atractivo, sino porque no podía ver al mago como algo más que a un hermano mayor y sobre protector, labor que ahora desempeñaba Divied, más no había punto de comparación, por eso es que era tan celosa con Divied y Zurin, no quería que les pasara lo que paso con Heko y no volver a saber de ellos.

 

Nado de regreso a la superficie, cada patada que daba la llevaba más cerca de romper el agua contra el aire. Finalmente lo logro y al instante el encantamiento casco burbuja perdió su efecto sobre ella. Nado dando brazadas largas hasta llegar a la orilla, con el agua escurriendo en sus ropas. No se percató en que momento llegó su madre pero verla ahí solo la entristeció más.

 

-¿Donde esta? - preguntó con marcada tristeza en su voz, sus lagrimas se perdían entre el agua que estilaba su rojizo cabello mientras afirmaba con fiereza su varita mágica - Madre, donde esta el malnacido de Elros, dime donde esta por favor.

 

Se arrodillo frente a su madre, recargando su empapado rostro en las rodillas de su madre, teniendo leves convulsiones debido al llanto que afloraba en su ser en aquel momento.

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Jessie emergió del lago y se acerco a ella, podía ver en su rostro la tristeza profunda que solo una perdida de alguien muy querido da, le recordó tanto lo que había ocurrido hacia ya 5 años. Dejo que esta recargara su cabeza en sus rodillas y que se desahogara todo el tiempo que quisiera mientras ella le acariciaba el mojado cabello y la dejaba estar. El recuerdo de Lucas llego tan fuerte y claro que le parecía verlo frente a ella, sonriendo, el había sido una de las razones por las cuales había prácticamente huido de la orden, saber que lo habían abandonado mientras les servia y que ni siquiera se habían molestado en buscar su cuerpo.

 

- en su habitación, supongo, pero te lo advierto Jess, no lo puedes matar - contesto a la dolida pregunta de su hija a la vez que le lanzaba una advertencia - al menos no en esta casa.

 

Tomo el rostro de la Stabolito entre sus palidas y frias manos y la miro directamente a los ojos. Odiaba ver que algún miembro de su familia sufriera de alguna manera, pero tenia que hacer que aquel par se llevara mejor, ya no que se quisiera pero que por lo menos no se asesinaran cada que estuviesen juntos.

 

- cariño, no se que paso entre ustedes ni porque ese odio entre ambos, pero ahora son familia y y deben limar asperezas, no te digo que le profeses amor, se que eso seria probablemente demasiado, pero si que intenten llevar la fiesta en paz. Se vienen tiempos dificiles para esta casa y los necesito a todos conmigo - dijo a su hija tras lo cual le dio un beso en la frente y un abrazo fuerte en el cual esperaba poder transmitirle el cariño que sentía por ella.

 

- Cambiate de ropa y baja a cenar, necesito hablar con todos los habitantes de esta casa, incluyendo elfos, si trajiste alguno, lo quiero en el comedor - le dijo mientras se levantaba y regresaba a la casa. El camino de destrucción había desaparecido por lo que supo que Polo había hecho lo suyo. Lo llamo y le dio instrucciones para que pusiese la mesa, llamara a todos los sirvientes de la casa y a sus hijos, a todos ellos, era tiempo de hacer los preparativos para la tormenta que se avecinaba.

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