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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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En lo que su elfina iba a buscar a su hermano, la Granger siguió buscando las pocas cosas que quedaban en su closet, incluso había dejado un joyero ahí y otras cosas que tenía de valor que sabía que no ocuparía por su viaje (?). Un golpe a la ya maltratada puerta de su habitación y enseguida ver al joven entrar a su habitación, hizo que la ojivioleta volteara al mismo tiempo que arqueabas las cejas, como respuesta:


- De no ser porque le pedí a Breena que te avisara que vinieras, yo misma te hubiera aventado mi joyero a la cara por pasar sin esperar mi respuesta.- Exclamó despreocupadamente, al mismo tiempo que hacía un ademán para que Joaquín se sentara. - Y dime hermanito… ¿has visto qué cosas pondrás a la venta? –


- Pensaba en que quizás los jarrones con las runas antiguas que están en la planta baja, podrían ser “divertidos” para quien los adquiera.- Dijo en voz alta para sí misma, pues esos jarrones que actualmente fungían como floreros, en realidad tenían una maldición para quien supiera interpretar las runas, así como ella. Instintivamente inclinó los hombros y se sentó en el borde de la cama y viendo fijamente al joven. Recordó las épocas en donde todo era amor y felicidad, en donde podían tener conmovedoras conversaciones como los hermanos que eran; le dio escalofríos recordar lo cursi que era Luna y que desde que Valeskya había aparecido, todo era más emocionante (?).


- Dime Joaquín – La ojivioleta sonrió maliciosamente - ¿Desde cuándo metes furtivamente a mujeres en esta mansión? – Ni siquiera estaba segura si había sido más de una, pero eso él no lo sabía. - ¡Y no te atrevas a negarlo, que si de algo estoy segura, es que alguien ajeno a la familia ha estado acá hace poco y tú has estado muy cerca de ella! – Recordando que en la hora de la celebración, se había acercado a él y había percibido un aroma distinto al habitual (?).


- Joaquín Granger, solamente espero que tengas la decencia de no convertir este lugar en un burdel (?) – Exclamó molesta la bruja, al mismo tiempo que sacaba su varita y apuntaba hacia él mientras su expresión cambiaba de la diversión al enojo. - No me agrada la idea de que gente que no pertenezca a la familia, conozca mejor nuestra casa que nosotros que vivimos acá…. Así que será mejor que cuides mucho la clase de personas que acostumbres a meter aquí.-


La ojivioleta se levantó y se dirigió a la enorme ventana de su habitación para recorrer las cortinas. La vista hacia el enorme jardín era muy diferente desde esa perspectiva, en uno de los extremos del jardín, vio un par de siluetas, supuso que sería Fiamma, preparándose para la venta, decidió que en cuanto su hermano le diera una respuesta satisfactoria para ella, lo obligaría a ir a ayudar, igual que el resto de la familia.

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LLEGANDO

 

Estaba frente al hogar granger un lugar blanco que deslumbra elegancia allà donde se mire, el joven mago de tan solo 17 años y vestido con ropas negras y un sobretodo lijero tanbiem negro, se quitò la capucha admiro y comenzò a caminar al llegar a la puerta de madera su estomago se estemeciò a pesar de ser primo de Fiamma nunca habìa ido a ese lugar.

 

Levànto su mano izquierda y golpeò dos veces la puerta de madera.

 

-Espero no llegar en un mal momento- dijò el joven en voz baja, su timides era obvia pero estaba emocionado por conocer a toda la familia granger al parecer era mas que una aventura.

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La rubia entorno los ojos mientras su sobrino le mentia en la cara, lo observo unos segundos mas antes de volver a hablar, podia ver que se habia cerrado completamente y lo mejor seria no presionarlo mas. Suspiro cansada y lo despidio con un ademan de la mano izquierda mientras se daba la vuelta.

 

- Si recuerdas donde esta el cadaver, quemalo y tu ropa junto con el - añadio mientras lo escuchaba subir las escaleras.

 

- Polo, traete un par de baules, vamos a hacer limpieza....y a quemar algunas pruebas

 

- ya estan listos señorita Granger, Polo penso que muy seguramente querria deshacerse de algunas cosas y trajo los baules mientras la famiia comia

 

Sonrio al darse cuenta de nuevo, que su elfo consentido practicamente le leia el pensamiento. Arrastro uno de los baules hasta el fondo del lugar y abrio un enorme armario con ropaje masculino de diferentes tallas y colores, pequeños recuerdos de Sofia, la maldita era una enferma, y ella no pensaba llevarse los fetiches de su otro yo a la nueva casa. Que casi se llenara ell primer baul le hizo sentir un escalofrio por toda la espalda

 

- por los dioses Polo, cuantos? - le pregunto mientras dejaba el ultimo par de zapatos sobre el monton de ropa. El numero ni el elfo lo conocia, en algun momento dejo de contar. Habian sido demasiados años enojada y confundida, jugando en el lado equivocado de la justicia, demasiados años de dejar que la asesina serial campara libre sobre Ottery y sus alrededores.

 

 

- lleva esto afuera, seguro alguna de las chicas ya esta preparando las mesas para la venta - le ordeno al elfo. ella se iba a quedar unos minutos mas inspeccionando el lugar, seguro habia cosas buenas que sacar de ahi, ademas de revisar si no habia cadavares de ningun tipo escondidos por las habtiaciones del sotano.

 

ARIANA, ELFINA, RECIBIENDO A EZEQUIEL

 

Todos los elfos andaban de un lado a otro con sus amos y con los niños visitando a su padre, Ariana estaba practicamente rogando por algo de trabajo. Un par de golpes en la casi caida puerta de madera le dieron la oportunidad de hacer algo. Abrio la puerta y se topo con un mago bastante joven, vestido de negro, tenia todo el aire de familia pero no estaba de mas preguntar

 

- buenas noches, joven amo, bienvenido a la Mansion Granger, ¿podria decirme a quien debo anunciar mientras espera en el recibidor?

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Cuando la puerta de abriò un elfo domèstico apareciò para recibirlo, por su voz parecia ser mujer, el mago no estaba acostumbrado a diferenciarlos de los magos asique le sonriò y se puso a pensar en su pregunta: "¿a quien deberia avisar de su llegada?" Desconcertado no sabia que decir ¿su visita seria esperada?

 

-Solo dì que vino un primo de visita- le dijò mientras agachaba un poco su cabeza. Su trato amable a los elfos dejaba en claro que los respetaba cosa que no todos los magos hacen.

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-No seas tan quisquillosa -bufé poniendo los ojos en blanco ante su reproche por entrar sin golpear.

 

Tomé asiento en la silla del tocador de la matriarca Granger, y sin mucho miramiento agité la varita para que unas fotos que cayeron del armario de Valeskya mientras buscaba algo, suponía, y ahora formaban parte de su tiradero en la habitación, levitaran a mi regazo, en parte porque quería saber que recuerdos secretos pero mayoritariamente era porque sabía que eso iba a poner loca a mi hermanita. Pasé las fotos sin mucho interés, solo esperaba la reacción, pero vi una foto que me hizo sonreír.

 

-Vaya... como te ha cambiado la sonrisa de un tiempo para acá... -Le mostré la foto en la que solo aparecía ella riendo, vestida como una muggle: con jeans, tenis, y una camiseta sencilla. Era Luna la de la foto-. Con respecto a tu pregunta, no sé que vender, supongo que buscaré algo en donde vivía antes de venir, colaboraré con galeones si hace falta -me encogí de hombros- ya veré como hago. Por cierto, me gustan tus jarrones, guarda alguno para el nuevo hogar.

 

Con la acusación de Valeskya no pude menos que sonreír de forma sobrada, ya había comprobado que lo mejor era parecer que no me afectaba nada la acusación, lo que no era una mentira, porque yo sabía mejor que nadie que no era lo que la joven creía. Quizás había sido un error dejar ir a la joven, pero había llegado Apolo y ya no estaba cómodo con la situación, pero aun así, aunque hubiera bebido mi aperitivo viviente la reacción de la muchacha no habría cambiado. Mas no iba a tolerar que me apuntaran con la varita en mi propia casa, sin embargo en ese momento sonreí.

 

-Sabes bien -dije incorporándome y poniéndome detrás de ella- que soy más rápido que tú, y no pienso tolerar que me apuntes con una varita-. Comencé a captar su aroma de forma discreta pero no tanto como para que ella no se diera cuenta.- Yo solo traje un bocadillo, pero no pude alimentarme a gusto porque en ese momento llegó Apolo. Sin embargo... tú no hueles precisamente a castidad. Y estoy a una mordida de comprobarlo...

 

Claro que no pretendía sacarle los recuerdos a la fuerza, ni siquiera pretendía tener los detalles escabrosos sería más traumático para mí que para ella, es más ni siquiera sabía que ella tuviera conductas inmorales, pero esperaba que la indignación y la furia que le generaba la hiciera trastabillar. Me alejé y me volví a sentar en la silla en la que había estado hacía unos segundos y clavé mis ojos en ella junto con una sonrisa maliciosa, ocultando lo que me divertía la situación.

 

-¿Y bien hermanita? ¿Me dirás que es lo que has estado haciendo todo este tiempo o me obligarás a usar la fuerza? Que conste que te estoy dando la oportunidad.

 

 

 

 

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-¿Porqué se tardarán tanto en salir?

 

Wormy no supo que contestarle a su ama. Él solo se limitaba a seguir las órdenes que le daban y no le gustaba andar haciendo preguntas que pudieran enemistarlo con otro elfos. Fiamma en realidad no esperó que el elfo le contestara. Ella seguía muy atareada poniendo todo en orden para la venta de garage y parecía estar distraída.

 

Sin embargo, nada mas lejos de la realidad. Sus sentidos estaban agudizados y se encontraba al pendiente de lo que sucedía a su alrededor. En realidad no sabía a que se debía su estado de alerta permanente, quizá era todo el tiempo que había pasado rodeada de vampiros. Y era gracias a eso que pudo sentir una presencia en la arboleda del lado oeste.

 

Tomó su varita Faith de la empuñadura y con paso firme se acercó a los árboles. No era su intención pasar desapercibida, al contrario. Quien fuera que estuviese ahí escucharía pasos en su dirección y estaría advertido que ha sido descubierto.

 

-¿Quién está ahí?- preguntaba con voz fuerte mientras de acercaba a un árbol en donde pudo apreciar una silueta. -¿Quien eres? Acércate para verte, pero te advierto que si intentas algo extraño, no dudaré en atacante.

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- En verdad que eres divertidamente absurdo con tus comentarios. – La Granger soltó una carcajada. - ¿Pretendes que te diga los detalles de mi vida? –


Solo de pensar en esa idea, le resultaba escalofriante, no recordaba la última vez en que había platicado con alguien acerca de lo que le había pasado en un día común y corriente. Ni siquiera sentir su aliento tan cerca de ella, con esa amenaza por intentar obtener algún tipo de información a la fuerza, la inquietaba tanto. ¿Con qué derecho se creía su hermano para exigir cuentas de lo que hacía o dejaba de hacer? En el rostro de la bruja, se asomó una peligrosa mirada, de esas que anunciaban que algo malo estaba por suceder.


- Yo no ando por la vida revolcándome con cualquier tipo, es una lástima que no pueda decir lo mismo de ti – Lanzó el tono más venenoso que tenía en su repertorio (?), y al final de cuentas no era ninguna mentira; siempre había resultado bastante exigente para involucrarse con las personas y no creía que su hermano tuviera altos estándares para elegir a sus parejas. Cuando estaba a punto de decírselo, apareció Breena, con aspecto preocupado y sabiendo que la ojivioleta se molestaría por interrumpir de esa manera, exclamó en un susurro…


- La-lamento la interrupción… Creo-que deberíamos llevar sus cosas para la venta – Dijo temerosamente la elfina.


- Tienes razón, Breena. – Exclamó fríamente Valeskya. – Espero que no tengas problema en ir adelantando aquellos baúles que están dentro del closet, y todo lo que permanezca dentro y que sea de valor… Y TÚ – Miró fijamente al ojiazul. - Antes de intentar hurgar en mi vida privada, creo que deberías prestar especial atención a la tuya… y no dejar escapar a tus aperitivos ¿Tienes idea de lo peligroso que puede ser algún muggle recorriendo Ottery como si nada? ¿Por qué se trataba de una muggle, cierto? –


De repente comenzó a pensar en las posibilidades acerca de la identidad del supuesto bocadillo que el Granger decía haber dejado ir. Pocas veces le preocupaban esas situaciones, consideraba que Joaquín habría sobrepasado los límites al llevar ese tipo de comida a la mansión. El chasquido que hacía su elfina al ir y venir con las cosas, la sacó de sus pensamientos; observó el único baúl que dejarían en su habitación, el único que le hacía compañía en todos sus viajes y el que quizás se llevaría si en algún momento necesitaba huir (?).


- Otra cosa Joaquín – Dijo sin mirar a los ojos al pelinegro. - El que seas más rápido que yo, no implica que dejaré que intentes agredirme de algún modo… A menos que tu velocidad sea mayor a la de un desmaius – La idea de demoler la mansión con su hermano en el interior le atraía mucho, pero tampoco estaban como para una pelea, pues seguramente el resto de la familia los estarían esperando con lo que tuviera para vender. - Pero creo que llamaríamos la atención del resto si nos ponemos a pelear como niños pequeños. Creo que será lo mejor que vayamos a alcanzarlos ¿No te parece? - Finalizó.

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Había sido manipulada en contra de mi voluntad, para al final acabar abandonada en una habitación.
Mis ojos recién abiertos se encontraban entrecerrados, ya que al despertar lo primero que noté fue un terrible dolor de cabeza. El intentar moverme no había sido mejor, mi cuerpo se encontraba adolorido y entumecido, definitivamente aquello no había sido un sueño reparador. De hecho me sentía débil y mareada.

Mientras intentaba recobrar mi fuerza física, mi mente luchaba por recordar, ya que mi primera impresión fue darme cuenta que no conocía aquel lugar. Ni siquiera era capaz de recordar como había llegado allí, ni que había estado haciendo antes de quedarme dormida. Súbitamente me asusté e intenté levantarme de la cama, un movimiento erróneo, ya que volví a sentir ese horrible mareo.

Mis ojos recorrieron con dificultad aquella habitación, no parecía haber sido usada en mucho tiempo, aunque no se veía rastro alguno de suciedad. Para finalizar, mi mirada se centró en la cama donde había estado tumbada. Sobre la fina seda pude observar pequeñas gotas de sangre y por un instante sentí como mi cuerpo se ponía tenso a la vez que un agudo dolor recorría mi cuello. Rápidamente una de mis manos se deposito en la zona donde yacía el dolor, y con temor pude comprobar que esa sangre era de mi propiedad.

A pesar de que seguía sin recordar nada, mi mente aletargada comenzó a encajar las piezas. Tenia constancia de ciertas criaturas amantes de la sangre, aunque no terminaba de entender por que me había permitido seguir con vida. Tenia muchas dudas por resolver, pero no tenia tiempo que perder, debía escapar de allí, antes de que el Vampiro decidiese cambiar de opinión.

Recogí mi pequeño bolso, el cual se encontraba tirado sobre la cama y comprobé que aun seguía mi varita guardada. A continuación me fui directa hacia la puerta y comprobé que extrañamente no estaba cerrada con llave. Toda esa situación me dejaba cada vez mas confusa, pero ya tendría tiempo de cuestionarme todo aquello una vez hubiese abandonado aquella mansión.

Deseaba con todas mis fuerzas salir corriendo de allí, pero debía ser prudente y actuar con cautela. Intenté escuchar con atención, cualquier sonido que me indicase la presencia de personas cerca, pero no fui capaz de oír nada. Así que avancé lentamente por aquel frio pasillo, mientras seguía luchando por recordar algo. No tuve que dar demasiados pasos antes de toparme con otra puerta.

Aquesta tampoco estaba cerrada y me pregunté si también se encontraría deshabitada. Sin embargo lo que vi dentro no me lo esperaba para nada. Había resultado ser una habitación infantil, en la cual se encontraba un niño rubio durmiendo plácidamente, acompañado de un minino guardián. Aquella escena en otro momento hubiese resultado encantadora, sino fuese porque mi mente entró en un estado de alerta y pánico.

Pude recordar vagamente, una cafetería, gatos, muchos gatos y aquel niño que no paraba de atosigarlos. Eso era lo que había estado haciendo, beber café... y sin embargo ahora me encontraba allí frente a un bonito niño que usaría esa fachada para esconder alguna clase de monstruo. Retrocedí despacio, y salí de aquel lugar esperando no haberlo despertado. Ya no pensaba esperar mas, saqué mi varita, la sujeté fuertemente y me dispuse a salir corriendo de allí.

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-¿Detalles? Claro que no hermanita ¿cómo se te ocurre? No superaría el trauma de enterarme de tus prácticas promiscuas. Solo quiero saber que ha sido de ti este tiempo -Me encogí de hombros, aquello era verdad.

 

Las agresiones de la joven ya habían perdido calidad, o tal vez era que no hacían falta más que unos minutos para recuperar la práctica en el relacionamiento fraternal que llevábamos y que aquellas acusaciones eran novedosas. Como fuera, yo tampoco había sido la persona más original del mundo. No pude menos que soltar una carcajada ante su pobre defensa; los nervios la traicionaban, seguro que en su ausencia la matriarca Granger había hecho cosas muy malas.

 

-Sabes bien que yo exijo tanto como tú, no, espera... claro, yo exijo más que tú ¡Mírame! soy un deleite a la vista, puedo elegir lo que quiera sin manipular -«la mayoría de las veces.» Finalicé con una sonrisa de suficiencia.

 

La elfina de Valeskya llegó en el momento justo en que le sonreía a mi hermana; que oportuna había resultado en aquel momento en que evitó que la joven soltara alguna otra sandez, casi la disculpaba por haber frustrado mi intento de ir y escuchar a Zahil y Apolo, aunque claro, no había sido su culpa, sino de su ama. Caí en la cuenta que no podía hablar de diligencias, si no disponía de mis cosas para la dichosa venta de garaje. Estaba seguro que mis cachivaches no tenían ningún valor, pero al menos harían bulto allí.

 

-¡Kraven! -exclamé sin dejar de tener presente que seguro no le gustaría nada la dueña de la habitación que la usara de centro para organizar mi propia contribución. El elfo apareció al instante y ya no habría queja posible; hizo una reverencia y quedó expectante-. Necesito que tomes de mi habitación algunos de esos marcos de plata, la lámpara de pie barroca que no uso, el candelabro medieval de la mesita, y los lleves a la venta de garaje. Luego ve a las bóvedas del castillo y trae algunas alhajas de allí. En lo posible que los anillos no tengan huesos. Desaparece.

 

-Hermanita, así como no me revuelco con cualquier cosa, tampoco como cualquier cosa ¿De verdad crees que puedo ser tan insensato como para traer una muggle aquí? Es una bruja que encontré en una cafetería, la presa perfecta.

 

Lo cierto era que no había resultado difícil de cazar pero llegó a asustarme cuando se había resistido a la hipnosis. Sin dudas era un espécimen fabuloso, uno que quería saborear. Tampoco podía dejar de reconocer que no era lo más idóneo que estuviera suelta por ahí, al menos sin estar seguro de que no recordara nada; pero aun así no me preocupaba que estuviera en los dominios Granger. Alguno de los tres depredadores, cinco si contábamos a los hijos de Zahil, la atrapáramos. Aunque no sin mi represalia.

 

-Puedes probar lo rápido que soy cuando quieras hermanita, pero luego no te quejes si te arranco un brazo. -comenté con una sonrisa- Bueno, me iré... -me detuve en seco y si mi corazón latiera también lo hubiera hecho. Olor a sangre, tenue, muy tenue, pero perceptible por alguien como yo o como Valeskya... Y no era la sangre de la ropa de Apolo-. ...Adelantando. Nos vemos abajo. -Finalicé cerrando la puerta.

 

Eran gotas, pequeñas gotas que sangre, que hacían un incierto camino. Por allí cerca, una de las habitaciones que nunca se usaban tenía la puerta abierta y no dudé en ir a investigar. Sobre las sábanas blancas de algodón egipcio, había una mancha de sangre, y un par de cabellos negros. Aquello apestaba a Li Xue. est****o elfo inepto, no era aquello lo que quería cuando le dije que la desapareciera ¿Desde cuando trataba a las presas con humanismo? Tratamiento humano tendría él cuando hubiera resuelto el problema.

 

Al salir de la habitación miré desesperado a ambos lados. Mis ojos adquirieron el color naranja característico de cuando tenía sed de sangre, me sentía amenazado o furioso, como en aquel momento que combinaba los dos últimos. No permitía que nadie perturbara el sueño de mi hijo, mucho menos iba a permitir que una desconocida le hiciera algo al pequeño. Bufé. Al final podría ser que Valeskya tuviera razón y ya no estaba de ánimos para tolerarle nada. Pero me encargaría en aquel mismo momento. Corrí hacia el pasillo frente a la habitación de Seishiro, desde donde retrocedía la mujer.

 

-¡¿Qué diablos crees que haces?! -No le di tiempo a responder, tapé su boca e inmovilicé sus brazos para que no intentara nada est****o, llevándola a sin mucha dificultad a la habitación desde donde había surgido.- Te juro que si despertaste o le hiciste algo a mi hijo, me aseguraré de convertirte en vampiro y que vivas un eterno; una vida humana sería poco tiempo para tu insolencia. Ni siquiera sé por qué sangras, apenas te rocé, ni creí haberte perforado, de verdad tienes una piel de papel de arroz -susurré con los dientes apretados-. Se acabaron las gentilezas.

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ARIANA RECIBIENDO A EZEQUIEL

 

La elfina de repente se pregunto cuantos primos mas tendrian los Granger, la casa estaba llena de ellos, habia pocos padres y pocos hermanos, si que eran raros, pero eso no le tocaba a ella cuestionarlo, su unico trabajo eran los gemelos y ayudar de vez en cuando en la casa, aunque los amos daban tan poco trabajo, que estaban a poco de ser un equivalente al elfo libre.

 

- Arianna lo llevara con una de sus primas, al joven amo seguro le gustara esta prima, es la mas tranquila - le dijo mientras lo guiaba al jardin donde la joven ama Fiamma se encontraba separando la mercanica

 

- Ama Fiamma, le traigo a un nuevo primo, acaba de llegar a la mansion - dijo señalando al joven que estaba parado junto a ella para luego desaparecer para que los primos se pusieran en contacto de nuevo

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