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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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La hora había transcurrido en un rápido suspiro dentro de la alcoba del patriarca Granger, quien abrió los ojos extrañado cuando Polo comenzó a susurrar su nombre suavemente con tal de no sobresaltarlo en medio de la siesta que Thomas había dormido luego del altercado con la Stabolito. -Señor Gryffindor... La ama Sofía me mandó a su habitación para avisarle que la cena está lista. Ella requiere de su presencia en el comedor... es importante que vaya, señor. No le gustará ver la cara de disgusto de madame Granger si no obedece a sus...- fue lo que pudo transmitir el elfo, ya que sus últimas palabras descolocaron al sereno inefable que hasta ese instante se había mostrado tranquilo y respetuoso. -Polo... silencio, por amor a Merlín. Aquí nadie me viene a dar órdenes, querido... pero puedes decirle a tu ama que estaré donde ella quiere que esté... sólo que me espere un momento; a no ser que ella quiera ir al baño por mí- respondió el pelirrojo, fijando sus orbes verdes en los inexpresivos ojos del sirviente de orejas puntiagudas; el mismo que, tras sonreír complacido, chasqueó sus dedos y desapareció del lecho solitario del adolescente. <<Tendré que hablar con Sofía. No me agrada que su elfo entre así como así en mi alcoba... Un poco de privacidad no le viene mal a nadie. Podría pillarme en "malos actos impuros y pecaminosos"... y eso no sería bien visto>> caviló Elros, mientras se ponía de pie con tal de estirar el cobertor níveo con el cual se había tapado para no enfriarse durante su estadía en los brazos de Morfeo. Luego de ir al tocador para orinar, mojar su rostro con abundante agua, y peinar algo sus revueltos cabellos rojizos; el vidente optó por orientar sus pasos hasta las instalaciones del comedor en donde Sofía lo debía estar esperando junto a sus hijos. Desconocía si Luna y Arabella se habían quedado para la cena, pero de lo que sí estaba completamente seguro era de que tendría que ver a Jessie una vez más en su propia morada; disfrutando cordialmente de una maravillosa comida como si no existiera problema entre ellos.


-¡Vaya! Soy el primero en llegar, eh- expresó el fenixiano asombrado al contemplar todo lo que estaba sobre la mesa. Bandejas con diversas ensaladas, recipientes calientes tapados para no dejar escapar el calor de la comida del plato de fondo, cubiertos de plata fina, copas de cristal y bebestibles de todo tipo. También había pan, un altillo con aderezos y alcuzas de madera, y unos cuantos pocillos de loza europea blanca que combinaban con las albinas servilletas de género (ordenadas en forma de cisne) que yacían sobre la cubierta en cada puesto de los invitados a la cena. -¡Hola Sofía! ¿Y tus hijos? O sea... Mith y Oscurus ¿Ellos van a bajar a comer?- preguntó el alquimista del futuro cuando la figura rubia de la vampiresa cruzó el umbral de la estancia de convivencia familiar, esperando que ésta le dijese que la Stabolito no los acompañaría en aquella solemne reunión de los perdidos de Ottery.

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Sus lagrimas fluían si que Jessie pudiera evitarlo. No podía retenerlas y no lo haría. Hacía tiempo que necesitaba sacar todo lo que llevaba dentro y que mejor con aquella que había aceptado adoptarla. Se dejó llevar por sus emociones mientras sentía la comprensión de su madre.

 

Las palabras de su madre la descolocaron. ¿Porqué no podía matarlo? ¿Qué le estaba ocultando Sofia? La observó dolida, algo que jamas había sentido hacía aquella mujer. Sintió sus manos tomar su rostro y desvió la mirada para no verla directo a los ojos; sentía un dolor inmenso y ella no lograba verlo, el daño que aquel mago le había echo.

 

-No puedo prometértelo... a menos... Noooo

 

Se alejó de ella trastabillando, mientras su pecho subía y bajaba de forma rápida, negaba una y otra vez, rogando por primera vez que su instinto estuviera equivocado, pero las cosas jamas habían sido así y tanto era el caso que había perdido a su cómplice y mejor amigo por culpa de una...

 

-No puedo, no con él... ¿que no te das cuenta que es todo lo contrario a nosotras? Se que ya no eres más una seguidora del señor tenebroso pero se que los odias tanto como yo, ¿porque traerlo a casa y justamente a él? A él que me ha echo la vida miserable desde que llegue al departamento de misterios.

 

Sintió el beso y el abrazó de su madre, cerró los ojos y le devolvió el abrazo. Soltó un suspiro al escuchar sus palabras, debía hacerle caso, era su madre después de todo.

 

-Vale... pero no esperes que le diga "papi" que él jamas lo sera.

 

Salió corriendo en dirección del castillo, subió las escaleras corriendo llamando a Bipa a gritos. Su elfina domestica apareció a su lado y le preparo la ropa que Jessie le pidiera así como la ducha en menos de lo que Jessie hubiera esperado, para cuando ella llegara a su habitación las cosas ya estaban dispuestas. Se dio una ducha rápida y se cambio con su pijama, un short de flores color violeta, una blusa de tirantes color azul turquesa y sandalias de baño.

 

Bajó las escaleras junto con Bipa, notando como Estrella llegaba corriendo a su lado, la acarició detras de las orejas y esta la siguió a su lado hasta el comedor, donde se topo con Thomas. Tomo su largó cabello rojizo con delicadeza y comenzó a trenzarlo de forma rápida para atarlo en la punta con una gomilla.

 

-Thomas... ¿que sabes tú de Heko y Enrik?- preguntó Jessie al sentarse en una silla del comedor, con Bipa parada en su lado derecho y Estrella en el izquierdo - quiero toda la verdad. Le dije a mi madre que no te haría nada... pero si ella no ve, jamas lo sabrá. Así que habla.

 

Fulminaba al mago con la mirada, no le importaba en lo más mínimo el matarle, por el contrario, uno meno de ellos sería un bien para el pueblo.

 

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Suspiro un poco cansada, entendía la ironía de la situación, por un lado tenia a su hija, una mortifaga en toda la extensión de la palabra y por otro lado su nuevo patriarca, recién declarado fenixiano. Sabia que ella no lo entendería, no podía pedir que lo hiciese del todo. Ni sus antiguos compañeros y lideres lo habían entendido jamas.

 

- porque el es familia y pronto descubrirás que en esta casa, la familia esta sobre todas las cosas - le contesto ante sus cuestionamientos de porque precisamente había elegido a Thomas. Sabía que Jessie no aceptaría del todo lo que pasaba en aquella casa, al menos no al principio pero tal vez lo hiciese con el tiempo, y al menos ella tenia todo el tiempo del mundo. La vio correr hacia la casa y ella hizo lo propio, paso como un suspiro por en medio de la casa y llego a las habitaciones de los chicos, estos como siempre, conectados a su madre la esperaban listos para bajar a cenar.

 

- bien queridos, tenemos una reunión importante en el comedor y los necesito para que Thomas y Jessie no se maten, así que cada quien se toma a uno bajo su cuidado, quieren? - les pidió a los gemelos que enseguida tomaron su mano y bajaron junto a ella. Apenas llegaron al comedor los chicos escogieron familiar y se sentaron a lado de ellos.

 

- Thomas, Jessie les presento a los gemelos, el chico guapo junto a ti, Thomas, con esos bellos ojos azules, es Oscurus y este otro galan de ojos verdes junto a ti, Jess, es tu hermano Mithdraug, como verán eso nos facilita las cosas a la hora de saber quien es quien - dijo a modo de introduccion de sus hijos a quienes mando un beso.

 

Polo y Ariadna aparecieron enseguida con las viandas para la cena y tras dejar todo preparado y listo para iniciar, desaparecieron dejando a los Granger solos. Espero a que todos hubiesen terminado para comenzar con aquello que tenia pensado hablar con su familia. Tenía que hacerles comprender las reglas del juego en aquella mansión.

 

- Creo que todos sabemos lo que sucedió en el Atrio hace algunos días...- comenzó la rubia mientras miraba de frente a Thomas aunque hablaba con todos en general - y por ello siento la necesidad de establecer ciertas reglas, si le podemos llamar de esta manera, acorde a este suceso. No puedo negar, Thomas que tu declaración no me tomo por sorpresa, conozco los antecedentes de la familia Gryffindor, lo que no logro entender todavía es como fueron tan est****os para salir a la luz, así, dándoselas de héroes, vaya grandisima porquería.

 

Había levantado la voz a pesar de que no había sido su intención original, no quería que Thomas se sintiese ofendido o regañado. Se quedo en silencio unos segundos antes de continuar con lo que quería decir.

 

- perdón, me exalte y no era la idea, ya no hay nada que hacer con esa...actuación de todos tus compañeros, de la familia..., ahora tenemos que actuar en consecuencia. En primer lugar, y eso es para ambos, en esta casa, la familia es primero, la familia esta por sobre los bandos, los lideres y el ministerio, un Granger jamas, me oyen, jamas podrá entregar a un Granger o a un Gryffindor, el que así lo hiciese quedara fuera sin oportunidad de volver - dijo sosteniendo la mirada de ambos, acto que sus hijos imitaron. - en segundo lugar, quiero que vean algo.

 

Se levanto de la silla y les hizo señas para que la siguiesen a una parte de la sala, justo en una de las esquinas mas alejadas de la puerta. Toco el estampado de las paredes en ciertos lugares y en secuencia y una pequeña puerta apareció frente a ellos. La abrió y les invito a que se asomaran, una casa gemela a la mansión se mostró ante ellos. Aquel pequeño mundo había sido creado para proteger a los chicos.

 

- Este es el refugio de la casa, nadie puede entrar acá si no es traído por los elfos o por mi, pero eso no es todo, este refugio no se hará visible si tu objetivo es atacar o dañar a un Granger o un Gryffindor, usamos un hechizo parecido a la sala de menesteres de Hogwarts - dijo mientras los dejaba curiosear un poco por el lugar, una vez que terminaron, salieron todos y la Granger se sentó en la sala - ya he puesto las cartas sobre la mesa, ahora quiero escucharlos, saber que opinan sobre lo que acabo de decirles, saber que actitud tomaran ante la presente situación.

 

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—¿Caccius, sientes eso?— le pregunté mientras observaba a mi elfo con una mirada de duda, en lo alto de la Torre Sur del Castillo Karkarov. Sabía muy bien de donde procedía y del porqué. Me temblaban las manos, y no sabía realmente como reaccionar. —Caccius, por favor... vete a ayudarle a mamá... necesito estar solo un momento.— suspiré, cuando por fin se había retirado el elfo. El sonido provenía de un amuleto que vibraba contra una caja de madera, emitiendo un sonido parecido al de un escarabajo penetrando la madera, además, se iluminaba en una infinidad de colores cambiante.

 

Jessie... mi vida, ahora qué está pasando...— me pregunté a mi mismo, como un tonto, como si la respuesta fuera a caer dentro de mi por arte de magia. Sostuve el amuleto que en ese instante alumbraba con un tono rojizo, indicándome furia y peligro dentro del corazón de Jessie. Entonces esto era un encrucijada, ¿realmente debía correr a donde ella luego de que me dejara plantado en la boda (solo porque la secuestré)? medité unos segundos, tomando valor para saber exactamente que hacer. El amor, ganó.

 

Escogí el atuendo de siempre, el habito de sacerdote color azul que debía vestir siempre para que mis poderes pudieran salir dentro de mi. Y sobre mi cabeza, solamente el largo cabello cayendo hasta los hombros, aunque cabe mencionar que no me sentía muy bien, mi barriga había crecido gracias a los litros de cerveza y mi retiro en los confines de la torre, aún así, seguía en buena forma y presentación.

 

¿Nervioso? Sí un poco, iba a irrumpir en una mansión sencillamente porque una joya me lo decía. Pero sin ella, moría, moría por ella y por el amor en si. No podía estar separado de ella, porque sin ella, muerto estaba. Un incesante deseo de correr a abrazarle me invadía con cada paso que daba sobre el jardín, cada latido de mi corazón solo decía su nombre, dejando afuera toda maldad.

 

Toqué la puerta con los nudillos, con golpes suaves pero a la ves lo suficientemente audibles para que me escucharan. Sabía que el brazalete que llevaba puesto se iluminaría como un faro al sentir cerca la presencia de su segunda parte, la parte que la completaba, su otra costilla. Tenía la leve esperanza que fuera ella quien me recibiera en el portico, pero sabia que la vería esa noche y nada me hacía más feliz que eso, aunque fuera en momentos de peligro para ella.

 

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-¿De Heko y Enrick? Pues... nada. No sé nada de ellos... sólo escuché sus nombres en tu...- fue lo que le pudo responder el pelirrojo a Jessie, señalándose con el dedo índice derecho la sien del mismo lado; de modo que la muchacha quedase pensativa sobre la real y poderosa habilidad mental del cuestionado Gryffindor. Pero aquella pregunta no lo alarmaría ni tampoco deseaba darle más motivos a la ojigris para que siguiera odiándolo; por lo que el vidente se dedicó a bordear con la palma de la mano cada contorno de la mesa del comedor hasta que su matriarca alzó la voz en medio de ambos jóvenes inefables. -Es imposible no reconocerles, Sofía. He visto ese par de ojos desde que tengo uso de razón... o sea, no... O sea, me refiero a que desde que los conocí de lejos en su fiesta de cumpleaños en Disney, me es fácil saber cuál es cuál- expresó Thomas con un nudo evidente en la garganta tras estar a punto de "meter la pata" con aquello que ya sabía cómo diferenciar a los gemelos de la francesa. -Buenas noches, señoritos Granger. Es un placer verlos. Espero que disfruten la cena- agregó el ojiverde mientras revolvía, tranquilamente, los cabellos de Oscurus; el mismo que no dejaba de mirar extrañado a su hermano Mith desde su ubicación en el banquete nocturno. <<La manera de presentarse a comer, eh. Esta niña no sabe de modales. Pareciera que bajó de su pieza tal como salió de la ducha>> cavilaba el fenixiano, vislumbrando el atuendo "poco formal" de Jessie en medio de sus parientes; resaltando el tono turquesa de su blusa con tirantes que no paraba de resbalarse de un lado hacia el otro, ocasionando que la engreída tuviese que acomodarse de vez en cuando las cintas de su prenda de vestir superior mientras se deleitaban con toda la comida que los elfos habían preparado para ellos. Elros, en aquella ocasión, comió un poco de pasta italiana a la bolognesa con un poco de ensaladas y zumo de naranjas endulzado con miel de abeja; dejando para el poste una copa de helado de chocolate con almendras y salsa de manjar. -¿est****os, dices? Yo lo llamaría de otra forma, querida... Valientes. Cada uno con sus ideales de justicia y la manera correcta de manifestarlos. ¿No lo crees así? Sí, estoy consciente de todo... y el prejuicio que se creó entre la muchedumbre, pero ten por seguro que jamás pondré en peligro la integridad de mi familia... Te doy fe de eso- respondió el mago de orígenes futuristas, no olvidando orientar hacia su boca la última cucharada de helado que yacía en el diminuto recipiente de cristal refinado europeo.

 

Fue así que, posterior a levantarse de su lugar y analizar de vista el refugio de la casa que la periodista de "El Profeta" les enseñó con responsabilidad, el alquimista apoyó su vasta espalda sobre la pared más cercana a la salida de la sala; clavando sus orbes esmeraldas en los ojos de Sofía cuando ésta se sentó cómodamente en uno de los divanes de aquella estancia. -Creo que ya he sido lo suficientemente claro, Sofía. Comprendo todos los puntos que has expuesto hoy sobre la mesa... y coincido contigo; excepto... en lo que dice relación con sobreproteger las perversidades de tu hija. Sé que la quieres... es lógico, pero no puedo ponerme una venda y creer que en su cabeza desquiciada no corroe la magia oscura. Lo único que puedo prometerte es que yo no voy a entregarla... nunca. Ahora también es parte de mi familia... pero si algún auror o personal del Ministerio la aprende por ser partidaria de "quien tú sabes", no haré nada para defenderla. Cada cual es responsable de sus actos... Es mayor de edad... ya no tiene el rastreador como nene de Hogwarts, pues... que se haga cargo de su lógica de pensamiento arcaico- contestó el Granger sin alterarse; deteniendo su discurso de moral y ética ante el aviso audible e inesperado sobre la llegada de un invitado a la mansión de los perdidos. -No se molesten... yo voy- exclamó antes de encausar su andar hacia el vestíbulo de la morada, abriendo enseguida la puerta de ingreso. -Buenas noches... joven. ¿Qué se le ofrece?- preguntó Thomas con actitud desafiante, examinando con la mirada al sujeto de vestuario azul (Vladimir Karkarov) que nunca antes había visto en su vida en las tierras mágicas de Ottery.

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No...no se preocupe usted, joven mago, ya me iba.—

 

Respondió con lentitud, esbozando una pequeña sonrisa mientras tragaba a duras penas las palabras que deseaba responder. Observó lentamente por encima del hombro del mago que le recibía, para observar si podía ver a Jessie una última vez. Le tendió la mano y se la estrechó, mientras que a la vez depositaba en él el único objeto que tenía de su pasada vida con ella, la joya que se había negado a olvidar, ahora estaba en manos de alguien que no conocía. Era el final de una historia.

 

¿Me harías el favor? Dáselo a Jessie...— le pidió, con una mirada relfectante por el brillo que las lagrimas de sus ojos esbozaban, el mago cuyo nombre es Thomas observó el objeto alumbrando en la palma de su mano, siendo responsable por él a partir de ahora, mientras tanto, Vladimir gracias a sus poderes de aparición, se esfumó con el viento, para ya nunca más regresar a ese lugar, salvo en ocasiones que lo meritaba. <<Gracias, por todo...>> pensó, en su viaje a la taberna más cercana.

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-Ya lo sabía, ¡Sabes legilimancia! Te odio Thomas- mascullo molesta dándole la espalda.

 

Le había prometido a Sofia que no lo lastimaría, debía de controlarse aunque quisiera matarle. Su madre llegó a los pocos segundos, con un par de chicos que ella no conocía. Uno se sentó a un lado de ella, provocando que Jessie subirá sus piernas a la silla llevándolas a su pecho y abrazándolas con sus brazos, mientras finas lagrimas recorrían sus mejillas.

 

-Hola, ¿qué tal? Soy... hija de su mami, así que eso me convierte en su hermana- se encogió de hombros aun con su mentón recargado en sus rodillas.

 

Lo dicho por Thomas la había dejado pensando, si el chico sabía legilimancia entonces él sabía su más oscuro secreto, algo que ni su hermano sabía o conocía. Las lagrimas comenzaron a correr más rápido mientras escuchaba como su madre hablaba, sintiendo la mirada de Sofía sobre ella. Cerró los ojos al notar la mirada de sus hermanos mellizos, ya que se le complicaría el no hacerle algo a Thomas y menos por lo que él sabía de ella.

 

Escuchaba a Thomas a lo lejos, pero no le importaba porque en su mente de nuevo estaba en otro lugar, muchos años atrás en una noche cálida de octubre cuando su vida dio un giro inesperado mientras buscaba a su hermano mellizo Divied por los despoblados callejones de la Italia antigua.

 

-Lo siento, no puedo soportarlo más. Te prometo no hacerle nada madre, pero no puedo tolerar su frivolidad sin que me den ganas de torturarlo - fulmino a Thomas con la mirada mientras se ponía de pie alejándose de ellos - él no es tan santo como crees, dile que te cuente su secreto si es tan bueno como dice, si él promete no volver a leer mis pensamientos yo juro por mi vida no hacerle nada y gracias madre pero no necesito un santuario en casa, con mi habitación basta... mejor que tu y los niños se escondan ahí, yo se cuidarme sola, aprendí a la mala. Pero tu ya lo sabes ¿no Thomas?

 

Salió del comedor, con la frente en alto pero su rostro reflejaba el dolor de sus recuerdos. Escucho la puerta y cuando iba a encaminar sus pasos en aquella dirección Thomas se le adelanto para atender al invitado. La esencia del que acababa de llegar le era muy conocida, más le resto importancia encaminando sus pasos al jardín trasero dejando que las lagrimas bañaran su rostro.

 

Extrañaba a ese par, los extrañaba como nunca antes había extrañado a alguien; sabía que si ellos estuvieran con ella jamas le hubiera pasado nada malo porque siempre la protegían y cuidaban de ella. La regañaban pero era lo divertido de su relación, ellos eran unos hermanos mayores para ella y ella los quería como tales.

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- Valentía mis narices, fue una estupidez, un ridículo intento de creerse superiores a los demás con sus aires de héroes bondadosos, pero no voy a discutir mas eso, ya se los dije, lo hecho, hecho esta y no se puede deshacer - ante la defensa de Thomas a sus compañeros. La realidad era que le importaba un rábano lo que ellos hicieran mientras no afectaran a la familia.

 

El Gryffindor inspecciono el refugio y tras algunas observaciones se sentó junto con ella y Jessie donde intento hacerle ver lo "mal" que actuaba Jessie. Sin darse cuenta que sus palabras bien podían aplicarse a el mismo, aunque no usaban tanta magia oscura como los mortifagos, tenían un dejo de oscuridad aunque usada para otros fines.

 

- ¿te has escuchado Thomas? Juzgas a Jessie por usar la magia oscura, por ser un delito ante los ojos del ministerio y ante los ojos de la Orden, pero no te das cuenta que los hechizos que usas tu también están fuera de la ley. No hablo de lo que esta bien y lo que esta mal, de si tienen la razón unos u otros, hablo específicamente de la ley reconocida en nuestra comunidad. Ya se que no puedo pedirles lealtad el uno a otro fuera de esta casa, pero debo decirles que ambos me decepcionan, como es que son sus lemas...asi, lealtad y sacrificio, ¿no Thomas? creo que se les olvido agregar la palabra "selectiva" después de lealtad y tu Jessie, como era...claro "Semper Fidelis" pero solo si es del bando, la familia no entra en eso, claro estoy suponiendo que eres del bando contrario si Thomas te acusa de usar magia negra. - dijo levantándose de su asiento y llamando a sus gemelos para retirarse a sus aposentos.

 

- Espero que por lo menos tengan la lealtad y la fidelidad de cumplir su promesa de no entregarse mutuamente - dijo dejando a ambos jóvenes a que se asesinaran entre ellos. Aquella escena le recordaba una vez mas porque estaba alejada de los bandos, los cuales no podían entender su lógica de poner por delante primero a su gente por sobre su bando y sus lideres. Pero es que para ella, una persona que no podía ser fiel y leal a su propia sangre no podía ser de fiar, ya que si están tan dispuestos a entregar a sus padres o hermanos, que les iba a detener de entregarte a ti que no eres nada para esa persona.

 

- queridos míos, ustedes jamas se unan a ningún bando, son lo peor que hay en este mundo - dijo mientras besaba sus frentes y los acompañaba a sus camas para contarles un cuento

 

 

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-¿Ya te vas?- respondió Thomas con curiosidad, ya que jamás había atendido a alguien en su morada que quisiera marcharse tan pronto como sus pies hubieron tocado la fachada de la residencia; actitud rara que no acabaría allí, pues luego de un simple apretón de manos, el Granger pudo percibir que algo extraño emanaba del aura del muchacho de ropaje azul (Vladimir Karkarov). -¡Hey! ¡Hey! No te vayas... ¡Hey! ¿Qué es esto? ¿Una broma de mal gusto, eh?- fueron las palabras que alcanzó a alzar el fenixiano, debido a que su interlocutor se esfumó en medio de la noche mediante el hechizo de aparición; dejando en sus manos una especie de joya destinada a encontrarse con la figura de la malhumorada Stabolito. <<Lo que me faltaba... un encargo para esta malnacida mortífaga del demonio. Ahora tengo cara de correo personal>> bufó para sus adentros mientras cerraba la puerta principal y volvía a encaminar sus pasos hacia el interior de la estancia, atravesando el vestíbulo a pasos aletargados con tal de examinar detenidamente el objeto, segundos antes de guardarlo en su bolsillo. Pero su ida al comedor fue interceptada por Sofía y los gemelos, los cuales al parecer se dirigían hacia su alcoba junto a su madre para acostarse. -Hola Mith... Oscurus. Lamento mucho que hayan tenido que presenciar una discusión con su... "hermana nueva", pero créanme que era necesaria. Muchas veces las personas no pueden ni logran ponerse de acuerdo sobre ciertos temas, pero... lo importante de todo esto es la enseñanza que les quiso transmitir su mamá... "La familia siempre está primero". Podemos tener nuestros ideales y convicciones, nuestros anhelos y defectos, virtudes y desaciertos... pero lo que jamás nos deja de acompañar es nuestro linaje. Que les quede de lección de vida, niños- comentó Elros a sus primos, estando agachado para que sus orbes esmeraldas quedasen a la par con los de los infantes; los mismos que sonrieron cuando el inefable les revolvió simpáticamente los cabellos antes de que estos subieran rápida y fugazmente las escaleras. -Sofía. Me enorgullece tu labor como matriarca... Fuiste muy valiente al tocar un tema tan sensible como ése. Y bueno, quiero que sepas que ese concepto de "lealtad selectiva" me ha quedado rondando en mi consciencia. Te prometo que cuidaré de tu hija... te lo debo. Es una promesa- finalizó el vidente, para posteriormente besar el dorso de la mano de la Granger antes de orientar su atención hacia la parte trasera de la casa, donde estaba su acogedor cuarto de patriarca soltero.


<<Vaya promesa, eh Elros... Deberás cumplirla quieras o no>> cavilaba el legionario con el estómago satisfecho de tanta comida; logrando llegar a su habitación sin mayores inconvenientes que los sutiles retortijones que le indicaban que pronto debería acudir al baño para hacer sus necesidades biológicas, bañarse y cepillar sus dientes antes de introducirse a la cama con el afán de cobijarse en los brazos de Morfeo. Debía descansar, ya que a la mañana siguiente presentaría su inscripción en el Ateneo de Habilidades Mágicas para cursar una gran destreza que, mediante sus sueños oníricos y presagios clarividentes, pudo identificar; y así encausarla de mejor manera antes de que se originara el cambio inevitable a su estado animal, sin poder controlar el don del todo bien.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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  • 2 semanas más tarde...

Aun resonaban las palabras de Sofia en la cabeza de Jessie, para ella la familia era importante. Más que nada porque primero siempre pondría a su familia antes que todo lo demás, siempre había sido así para ella, tanto era así que había dejado de lado sus obligaciones por buscar a su hermano mellizo.

 

Caminaba taciturna por los terrenos de la mansión, ya estaba oscureciendo y se podía sentir como la temperatura comenzaba a descender, más no le importaba aun con la ropa ligera que llevaba. Cruzo sus brazos sobre su pecho y siguió caminando sintiendo el viento golpear su rostro marfileño.

 

Soltó un hondo suspiro al recargarse en un árbol mientras unas finas lagrimas recorrían sus mejillas. No había razón para ocultarlas, sabía que estaba completamente sola y que nadie sabía donde estaba. Había visto como su madre había subido las escaleras y el amigo de esta fuera en dirección de la puerta.

 

Se resbalo por el tronco del árbol hasta llegar a la tierra bajo ella, enterrando su rostro en sus rodillas, dejando que su largo cabello cubriera el mismo. Sus hombros temblaban de forma convulsiva mientras se recriminaba una y otra vez por no haber estado más al pendiente de sus seres queridos que sabía en ese momento la necesitaban y no por uno que daba por muerto.

 

-Porque tuve que descuidarles tanto, ahora los extraño como jamas pensé que extrañaría a alguien- mascullo a la nada mientras de la punta de su varita tirada a un costado de ella salían unas leves chispas plateadas - los extraño, tontos animales ¿porque tendrían que dejarme sola?

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